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Despertando al mundo: Una dimensión global a la práctica espiritual
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Ebook172 pages4 hours

Despertando al mundo: Una dimensión global a la práctica espiritual

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About this ebook

With an in-depth exploration of the relationship between individual spiritual practice and global transformation, this chronicle describes and outlines the possibilities of a cultivated global consciousness. By looking at developing patterns in spirituality, both individual and on a global level, this resource aims to expand perceptions on a basic level of sacredness, urging humanity to take more responsibility for its spiritual heritage and to step into the arena of spiritual service.
LanguageEnglish
Release dateNov 10, 2015
ISBN9781941394069
Despertando al mundo: Una dimensión global a la práctica espiritual

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    Despertando al mundo - Llewellyn Vaughan-Lee

    trabajo.¹

    INTRODUCCIÓN

    Cuando uno está cambiando,

    ¿cómo sabe que

    el cambio se está dando?

    Cuando uno no está cambiando,

    ¿cómo sabe que el cambio

    no se ha dado?

    Tal vez tú y yo estamos en

    un sueño y

    del cual aún no hemos despertado.

    Chuang Tsu

    Cambios fundamentales están ocurriendo en estos momentos tanto en el mundo interior como en el mundo exterior. Y aun cuando somos parte de estos cambios, estos cambios también dependen de nosotros. Nuestra práctica espiritual, nuestra aspiración y conciencia son una parte vital del planeta. Actualmente es urgente, una necesidad primaria, que vivamos la profundidad de nuestro anhelo y nuestro deseo por la Verdad. La vida nos está llamando a que reconozcamos nuestra verdadera naturaleza y su íntegra totalidad. Necesitamos ayudar a la vida a que despierte de un sueño que está destruyéndola.

    Pero si vamos a vivir el verdadero potencial de nuestra práctica espiritual, debemos liberarnos del foco que existe sobre nuestro camino individual. Precisamos reclamar la simple verdad de que la vida espiritual no trata de nosotros, y necesitamos abrirnos a una visión más amplia, más abarcadora. Cuando la vida espiritual no trata de la totalidad, se extravía de su verdadera naturaleza; ha sido alterada por el ego y sus pautas de auto-preocupación. Todo lo que ha sido creado, es en servicio a la vida, para el propósito real de la creación. No estamos separados de la vida. Debemos reconocer el modo en que nuestro sendero espiritual individual es parte del propósito sagrado de la vida y cómo puede nutrir a la vida de distintas maneras.

    Del mismo modo en que el individuo puede olvidar su verdadera naturaleza y objetivo verdadero, como muchos de nosotros hemos experimentado dolorosamente, también la vida puede olvidar. La vida es un organismo interdependiente que refleja la conciencia colectiva de la humanidad. Así como la humanidad se ha obsesionado con el materialismo y olvidado la naturaleza sagrada de la vida, también la vida se ha olvidado de su naturaleza sacra, de su propósito primordial de revelación divina. Necesitamos redimir esta profanación, devolver al mundo la conciencia de su verdadera naturaleza. Este es el trabajo del místico. El místico, el buscador espiritual, pertenece al corazón de la vida, al misterio de la revelación de la vida. Llevamos en nuestros centros espirituales los secretos de la vida, y experimentamos la alegría de conocer la profunda necesidad de la vida por lo Real, que se ha ocultado dentro del corazón. Parte de nuestro designio es devolver estos secretos a la vida: ayudándola a que reconozca su verdadera naturaleza.

    Nuestro trayecto espiritual interno individual es parte del viaje del mundo. Negar esto es vivir dentro del velo de separación. Una simple experiencia consciente de unicidad nos une con toda la vida, con cada piedra, con cada insecto, con cada lata de gaseosa achicharrada en la basura. Somos la vida misma, respirando, sufriendo, regocijándose. Somos el dolor del enfermo y la risa del niño. No somos ni mejores ni peores que partícula alguna en la creación. Nuestra ansia de la fuente, nuestra búsqueda de la divinidad, es el ansia de la vida, la búsqueda de la vida. Debemos devolver nuestro viaje espiritual a la vida y reconocer la unicidad que une todas las cosas. Nada está separado. Todo es Él.

    Dar este paso es renunciar a muchas de nuestras expectaciones espirituales. ¿Cuán a menudo habremos esperado que nuestro viaje espiritual nos liberase de nuestras dificultades en la vida, deseado ser alguien especial, diferente de lo ordinario? ¿Cuántas veces habremos deseado volvernos seres iluminados? El ego trata siempre de adjudicarse todo para sí, aun transformando el anhelo del alma por la Verdad en otra ilusión más. ¿Tenemos el coraje de abandonar estas ilusiones, nuestros sueños espirituales, y de entrar en la arena del servicio espiritual verdadero? ¿Podemos dejar atrás esta seductora aunque limitada espiritualidad imaginada y abrazar Lo desconocido? ¿Nos atrevemos a querer saber lo que la vida y el amor realmente quieren de nosotros, y la vulnerabilidad y la completa participación que se necesitan? Aquí no hay ni negociaciones ni un lugar a salvo, sino la entrega de uno mismo sin expectativas: en respuesta a la necesidad que está presente en cada aliento. La vida necesita de nuestro compromiso espiritual; de lo contrario morirá, destruida por la codicia y el materialismo, por una cultura que piensa sólo en sí misma.

    Cada aliento es un recuerdo de Dios y una oportunidad de estar completamente presente en la vida. Él es uno y nosotros somos parte de esta unidad. Estamos presentes en Su mundo, por amor a Él. Y la vida nos está llamando a que recordemos nuestro compromiso, nuestra promesa de honrar la Verdad. Nuestro recuerdo de Dios es lo más valioso en el mundo. La respiración que Lo recuerda es Su aliento de vida. La vida necesita del recuerdo como quien se ahoga necesita de aire.

    Y sin embargo, centurias de historia espiritual nos dicen que debemos darle la espalda a la vida, que busquemos caminar sólo el sendero interior y renunciar el mundo exterior. Se nos dice de la oscuridad y peligros de nuestra naturaleza instintiva, sobre cómo podemos ser fácilmente seducidos y corrompidos por el mundo. Estas son las historias de nuestros antecesores, quienes se entregaron a la eterna búsqueda de la Verdad. Su sabiduría es real, pero sin embargo, pertenece a un tiempo que ya pasó. No podemos escapar de las demandas de hoy día. No podemos hacer oídos sordos a las necesidades imperiosas de la vida. Despertar es responder a la necesidad del momento, y en este momento el mundo nos necesita. ¿Podemos negar el llamado del alma del mundo?

    Cuando respondamos al llamado de la vida recordándonos nuestra promesa, descubriremos que las antiguas verdades espirituales también están vivas y cambian, revelando una nueva faz. El sendero al Hogar no está escrito en un libro antiguo, sino que es parte del divino misterio de la vida. Nuestro anhelo por Dios y el camino de retorno al Hogar están en el centro de la creación. Ellos son parte de la sangre del corazón de la vida. Sin el río de almas volviéndose hacia Dios, la vida perdería su música y su significado sagrado. Pero al igual que la unicidad de la vida cambia y evoluciona, también la forma en que se presenta el viaje espiritual se innova. Es siempre el mismo camino, el eterno llanto del alma por su fuente, el lamento de la caña cortada que ha sido separada de su cañaveral. Pero ahora el viaje espiritual debe reconocer la unidad de la vida y de la interdependencia de toda la creación. La unicidad necesita de ser impresa en las células del caminante, de modo que desde el comienzo del recorrido, desde el momento en que el alma se torna hacia Dios, honremos la totalidad. Es necesario que llevemos este volver la mirada hacia Dios, a las células de nuestro cuerpo, dentro de la respiración que nos conecta con la totalidad de la vida. Ya no podemos permitirnos separar lo interno de lo externo, lo individual de la multiplicidad.

    El sendero está transformándose. Las puertas de los mundos interiores que acostumbraran a darnos acceso a los secretos místicos se están cerrando, mientras que otras entradas, a menudo en medio de la vida cotidiana, se están abriendo. El sendero también está revelando verdades más profundas que hasta ahora han permanecido ocultas. Hay enseñanzas espirituales, tradiciones antiguas, que siempre han conectado el viaje interno con la totalidad de la vida, que han mantenido el equilibrio entre los mundos interno y externo, y han usado las prácticas espirituales como forma de alimentar a la totalidad. Algunas de estas prácticas gradualmente serán reveladas, su dimensión esotérica adaptada al tiempo presente. Parte del propósito de este libro es apuntar a esta dimensión de práctica espiritual—mostrar, por ejemplo, cómo funciona el eje de amor en el centro del planeta, y cómo conecta el corazón todos los diferentes niveles de realidad.

    Por cientos de años, estos secretos fueron altamente protegidos, pasando de iniciado a iniciado. Pero es hora de que la humanidad tome responsabilidad por su herencia espiritual; un trabajo que usualmente era realizado sólo por un pequeño grupo selecto, puede hoy ser practicado por muchos. Los tiempos de transformación son siempre peligrosos, y tal vez estas verdades sean mal usadas. Pero la humanidad necesita recibir el conocimiento que es necesario para transformar el mundo.

    Este libro lleva al lector a la arena del servicio espiritual que pertenece al futuro. No es un mapa detallado o una descripción exacta de prácticas espirituales. Este es un tiempo de transición en que las nuevas formas no se han constituido totalmente. Este libro delinea algunos de los fundamentos, pautas que se están desplegando en los mundos interno y externo, y la parte que nos toca jugar en su desarrollo. Apunta a algunas actitudes espirituales que debemos dejar atrás y a otras que debiéramos cultivar. También describe alguna de las dificultades y peligros durante este tiempo de transición, sobre las fallas geológicas de nuestra cultura y las poderosas fuerzas empujando por salir a través de esas grietas. Su intención es la de expandir nuestra percepción sobre lo que es la vida espiritual, y de alinear al lector con el trabajo que necesita realizarse.

    En este momento casi nada es definitivo o seguro. Pero hay algo vivo que está cambiando tanto a nuestro planeta como a nosotros mismos, y nuestra participación es esencial. Se nos está pidiendo que estemos presentes, atentos, de una nueva manera, que nos entreguemos al servicio espiritual más completamente. Estos capítulos son pequeños pasos hacia un futuro que ya está presente—si nos atrevemos a abrir nuestros ojos. Nuestro Amado Se está revelando de un nuevo modo, y estamos aquí para ser sus testigos, para afirmar: Sí. Sí. Sí.

    EL PRIMER PASO

    Vi a mi Señor en sueños y le pregunté:

    ¿Cómo he de encontrarte?

    Me respondió: ¡Déjate y ven a mí!

    Bâyezîd Bistâmî

    Da un paso al costado y

    —observa—el sendero.

    Abû Sa’îd ibn Abî-l-Khayr

    MÁS ALLÁ DE LA AUTO-GRATIFICACIÓN

    El primer paso en el sendero espiritual es, desde muchos puntos de vista, el más importante y el más difícil de dar. Se trata de reconocer que el viaje de vuelta al Hogar, no trata de . El viaje de retorno a Dios es el viaje del alma, no del ego, no del yo. Nosotros no somos el peregrino en el sendero sino un obstáculo en el viaje real en el que el alma, Ser Superior, Self, o la sustancia que se halla dentro del corazón de corazones, retorna a la Fuente que nunca dejó.

    ¿Cómo podemos entender esto cuando todo lo que conocemos es el ego? Vemos nuestra vida a través de los ojos del ego: nuestra vida se trata de nosotros. Al comienzo, tan sólo podemos ver el viaje espiritual con el marco del ego y sus valores, y por lo tanto fácilmente imaginamos este viaje como un proceso de auto-desarrollo espiritual que lleva a una vida más profunda y gratificante. Se agrega a esto la obsesión occidental con la individualidad personal. Los valores de nuestra cultura están puestos en la gratificación personal, ya sea a nivel material, sexual o emocional. Fácilmente proyectamos estos valores en el viaje espiritual, y tan sólo creamos una imagen un poco más elaborada de auto-satisfacción. No queremos únicamente estar satisfechos sexual o emocionalmente; también queremos gratificación espiritual, que imaginamos es una vida con más significado. Dentro de este sueño de gratificación espiritual tal vez proyectemos nuestras imágenes de llevar una vida guiada o una relación más significativa espiritualmente, de ser aceptados o amados; aún tal vez proyectemos el mito de la iluminación. No podemos ver más allá del horizonte de nosotros mismos.

    Esta imagen inicial del viaje espiritual es comprensible: ¿cómo podemos imaginar algo más allá de nosotros mismos cuando el mundo del ego es todo lo que conocemos, cuando los ojos del ego son nuestro único modo de ver? Pero lamentablemente, esta imagen del viaje también está reflejada a nuestro alrededor por gran cantidad de literatura espiritual y enseñanzas, que prometen tal gratificación. Se nos dice que podemos disfrutar la plenitud de la vida experimentando el momento presente; se nos instruye sobre cómo amarnos a nosotros mismos, y hasta cómo tener una sexualidad iluminada. Y de ese modo, el mundo espiritual se contrae dentro de los valores del ego y se queda centrado en nosotros mismos.

    ¿Pero es esto todo lo que podemos entender? ¿Estamos tan condicionados por una cultura que enfoca su atención en imágenes de auto-gratificación que tan sólo nos atraen más imágenes de auto-satisfacción? Al dejar de concentrarnos en una mejor vida material, tal vez aspiremos hacia objetivos espirituales, sin darnos cuenta que hemos re-creado una forma diferente de auto-interés, y que permanecemos encarcelados en el ego y su interminable ciclo de necesidades insatisfechas. ¿Debemos permanecer entre estas pautas de conducta familiares

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