Surcantes
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Se exponen en este libro dos fantásticos thrillers de total trama de suspense, acción e incertidumbre. Se complementan formando una lectura de dos obras de historias largas de Branden Neeson. En la primera, “Agujeros en los escalones”, obtendremos una aventura de acción totalmente sumersiva, iniciándose con un protagonista que debe de atender un remoto trabajo surgido en su empresa el cúal le es encomendado, esto le hará adentrarse en la vida de un propietario impregnado de habladurías de alguna parte de la pequeña población en la que reside, dándose unos momentos trepidante en una trama inquietante. En la segunda, “Ponente”, se resalta esta lectura ya desde sus principios dónde nos encontraremos con una visita inesperada a nuestro protagonista, esta en petición de ayuda, dará paso a una concatenación de hechos de gran intriga en torno al tratar que le plantea que no se cerrará en su resultado hasta el final de dicha obra, una historia de investigación en la que los dos personajes principales permanecen involucrados teniendo que merodear en complicados lugares de las calles de su ciudad.
Branden Neeson, es un autor orientado al desarrollo de obras de estilo de suspense y ciencia ficción. Con numerosos libros editados, se muestra ante sus lectores cómo un escritor consciente del gusto deseado ofreciendo lecturas con la costumbre de mantener la intriga hasta el final, y con una cadencia de secuencias de investigación. Se pueden encontrar en sus escritos, obras de aventuras de ciencia ficción, cómo contenidos de acción y suspense.
Branden Neeson
Branden Neeson; tiene presentado ante el público numerosos thrillers caracterizados por interesantes entramados con un estilo de suspense en las secuencias que los forman. Cuidadoso en la definición de los ambientes de sus lugares, no van involucrando en los sucesos que en estos acaecen, permaneciendo atentos a las acciones que se van fraguando a medida que transcurren. No falta en estos relatos momentos de miedo y delirio, de sorpresa que lleva al sopesar en su ciencia ficción, y increíble momentos que se van sucediendo en sus variadas historias. Acostumbra a dar a sus lectores, desde relatos de género de puro y estiloso suspense, hasta de miedo y asombro, de alucinación, incluso de elaborados párrafos donde se vierten en ellos, partes de interesante reflexión de investigación en algunos de sus relatos.
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Surcantes - Branden Neeson
Chapter 1. Agujeros en los escalones
Contemplo a Bunz que rellena y revuelve sus papeles, anota los impresos casi sin verlos intentando quitarse de en medio la montonera que se sitúa a un lado de su mesa. Casi ni me mira, agacha la cabeza y la va moviendo para los costados para leer y rellenar. Se ha llevado una buena sorpresa al ver en un armario un taco de impresos que hay que realizar, se le habían debido de pasar desapercibidos, es por ello que ahora le veo de esta manera, en pocos días vencerán sus fechas.
—Bueno, tranquilo, te dará tiempo - le digo observándole.
—Es posible, pero como me surja alguna otra cosa, a ver que es lo que hago - me dice sin levantar la cabeza ni mirarme.
—Dime al menos que es lo que me habías dicho que ha llegado - le comento pidiéndole.
—Dame unos minutos y te atiendo - me habla haciendo un gesto de calma con la mano.
—¿Pero cuántos? - algo desesperado le digo.
—Diez, de verdad, diez, en diez minutos, te cuento - levanta un poco la cabeza mirándome y diciéndome.
—Está bien - le digo levantándome y dejándole tranquilo.
Salgo de la oficina, y me doy un paseo haciendo tiempo. Tras algo más de diez minutos, me llama y voy para ahí, le veo con la mesa al menos algo más despejada.
—Vale, te comento - me dice sentado en la silla de su mesa - Ven - mirándome me pide.
Me acerco a él, y me ofrece unos papeles para que los coja.
—¿Y esto? - le pregunto observándolos.
—Una reclamación de un cliente - me dice cruzándose de brazos.
Me fijo en ellos.
—Por lo visto se le han debido de romper la tuberías que le pusimos, y todavía las tienen en garantía, habría que ir a allí a mirar - me comenta con gesto de lamento.
—¿Son de los de antes, no? - le digo observando el lugar de donde indica que proviene.
—Sí, son de las que pusimos en su día - comparte conmigo.
Le hago este comentario, porque en esta empresa de la que soy un simple trabajador de mediana edad en la que llevo ya varios años, y estoy desde sus prácticamente inicios, al principio nos trasladábamos grandes distancias para realizar trabajos, y me imaginaba que este es uno de esos casos.
—Pues aquí tengo unos doscientos y pico kilómetros - le digo.
—Lo sé, pero tranquilo, véte con calma - me comenta.
—Bien,... - me resigno asintiendo.
Leo la reclamación.
—Sí,... Bueno,... Se supone que han tenido alguna rotura, ya veremos ahora que ha sido la causa,... - comento en alto.
—Sí,... Compruebas a ver,... - se apoya con un codo en la mesa y a la vez su testa mirándome.
—Sí,... - expreso siguiendo leyendo - Vale - me pronuncio dejando el papel en su mesa - Salgo entonces esta misma mañana, para primera hora de la tarde, ya estaré, les comunicas - le digo.
—Bien, me han dicho que estarán allí estos días, incluido hoy, así que no tendrán problemas - me explica.
—Vale, pues me voy entonces - digo dando para la puerta.
—Llévate la herramienta que necesites, acuérdate, lleva un poco de todo - dice alzándome la voz cuando salgo de la puerta.
—De acuerdo - le digo de la misma manera.
Accedo con esta información de mi paradero al almacén, en este, echo un vistazo a que el vehículo esté en orden, y meto algunas herramientas, dejo un poco de todo en el maletero. Tras ellos, me pongo en marcha. Sobre algunas horas ya me encuentro en el sitio. Entro en Minnos.
Ya me estoy desplazando por sus carreteras, y bajando por algunas de las montañas que la rodean, reconozco los paisajes del ámbito. Minnos, es un pueblo de unos diez mil habitantes, un tanto apartado de otras ciudades más populosas, hay una ciudad más grande y reconocida cerca, pero la separan unos diferenciados cincuenta kilómetros. Por estas zonas están muy presentes terrenos agreste y áridos, se ve algún bosque que otro, pero no es tan habitual, esto hace que no sea un pueblo de mucho paso. En lo que se refiere al propio pueblo, se dividen en varios barrios, unos, están ya muy avanzados, se encuentra de todo en ellos, son de pocos habitantes, pero tienes tiendas de todo tipo, encuentras la solución a todas las cuestiones que se te planteen, esto sucede en unos barrios que conforman la zona principal del pueblo, después hay otros más repartidos, en estos ya te puedes encontrar otro tipo de poblaciones, de muy pocas casas, desde las que necesitan moverse a estos barrios principales del centro de Minnos para cualquier cosa, casas alejadas en áreas tranquilas, además algunas con distancias entre ellas de quizás unos veinte kilómetros o más. La casa a la que voy está situada en uno de estos barrios, a unos diez kilómetros del centro de Minnos, no recuerdo haber estado viendo sus coordenadas, quizás no me toco, hicimos varias casas por estos lugares.
Alrededor de las cuatro, me presento en las merindades, de la
casa, esta se encuentra sóla en una extensión de terrenos vallados, mucho terreno terroso, seco, en un nublado día que hace, con un aspecto algo deteriorado, de sucias paredes, y algunas faltas en su fachada. Veo según bajo girándome, algunas casas por los alrededores, pero apartadas, a varios
cientos de metros de distancia. Doy caminando para las cercanías.
Recorro este tramo, observando algunas antiguas partes de maquinaría a un lado de la casa, están oxidadas, y casi deshaciéndose. Me acerco a un vallado exterior que tiene, y viendo que no tiene timbre, accedo para adentro al ver que está abierta, esta también está muy estropeada. Voy mirando para sus ventanas, veo varias abiertas, pero lo localizo a nadie en mi vista. Avanzo hasta la puerta, y toco un bastante sucio timbre.
—Hola - digo en alto haciéndome presente viendo que no se oye ni nadie abre la puerta.
Aguardo en mi espera, y vuelvo a alzar la voz.
—Hola - digo de nuevo.
Espero por un tiempo llamativo, estoy casi un minuto siguiendo sin oir nada ni ver a nadie. Entonces al mirar por un lado, me quedo un tanto trapuesto, una imagen me da cierta impresión ahuyentadora, en ese momento, me dieron ganas, de darme la vuelta, y no volver por esa casa. Mirando para un lado, veo asomado de cuerpo entero por una esquina de la casa, por mi lateral, a un hombre, de alrededor de unos cincuenta años, pero, lo mismo eran cuarenta que sesenta, está muy ajado, con una gesto descompuesto, y