80%(10)80% au considerat acest document util (10 voturi)
27K vizualizări3 pagini
Este documento resume una escena de La Celestina en la que Calisto y Sempronio discuten sus puntos de vista opuestos sobre las mujeres. Calisto describe a Melibea de forma positiva, mientras que Sempronio critica despiadadamente a las mujeres. El documento también analiza cómo la descripción de los personajes refleja los ideales renacentistas de belleza y cómo el diálogo entre los personajes muestra el estilo sintético de la obra, que fusiona lenguaje culto y vulgar.
Descriere originală:
Se trata de un comentario literario sobre uno de los fragmentos de La Celestina.
Este documento resume una escena de La Celestina en la que Calisto y Sempronio discuten sus puntos de vista opuestos sobre las mujeres. Calisto describe a Melibea de forma positiva, mientras que Sempronio critica despiadadamente a las mujeres. El documento también analiza cómo la descripción de los personajes refleja los ideales renacentistas de belleza y cómo el diálogo entre los personajes muestra el estilo sintético de la obra, que fusiona lenguaje culto y vulgar.
Este documento resume una escena de La Celestina en la que Calisto y Sempronio discuten sus puntos de vista opuestos sobre las mujeres. Calisto describe a Melibea de forma positiva, mientras que Sempronio critica despiadadamente a las mujeres. El documento también analiza cómo la descripción de los personajes refleja los ideales renacentistas de belleza y cómo el diálogo entre los personajes muestra el estilo sintético de la obra, que fusiona lenguaje culto y vulgar.
pertenece a La Celestina, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas, una de las obras más famosas de la literatura española, cuya primera edición data de 1.499, obra de transición entre la literatura medieval y la literatura renacentista. Constituye una de las bases, junto al Lazarillo y el Quijote, sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos. El fragmento que en concreto nos ocupa es parte de la escena IV, perteneciente al primer auto, auto en el que se presentan los diferentes personajes de la obra. En estas líneas, Calisto, después de haber conocido a Melibea, de la que se enamora perdidamente, discute con su criado, Sempronio, desde puntos de vista totalmente opuestos, sobre la mujer, sus cualidades y defectos; asimismo Sempronio acusa a su amo de herejía, por comparar a la mujer de la que está enamorado, Melibea, con Dios. Como ya hemos dicho, el tema más importante que aparece en estas páginas es el de la mujer. Sobre ella mantienen, en un diálogo muy vivo, opiniones totalmente enfrentadas, Sempronio, que ensalza la figura de Melibea y Calisto, que describe, según él, la maldad y todas aquellas imperfecciones que hacen de la mujer, en palabras de este personaje, un ser inferior al hombre. En estas líneas, además, Sempronio critica el comportamiento totalmente inadecuado de su amo, porque, según su criado, Calisto pretende cometer el peor de los pecados: “abusar de Dios”. Para criticar a las mujeres Calisto se vale de la opinión de personajes célebres como Aristóteles, Salomón y Séneca. En cuanto a la estructura de este fragmento, aparecen dos partes claramente diferenciadas, la intervención de Sempronio y su crítica despiadada a las mujeres y la intervención de Calisto, en la que éste describe a Melibea y da una visión totalmente positiva de la mujer, en este caso, de una mujer concreta. Hemos de recordar que el fragmento pertenece a La Celestina, una obra escrita entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, y alguna de las ideas que aquí aparecen reflejadas, son propias de esta época, como la descripción de Melibea por parte de Calisto, que no es más que el ideal de belleza femenino del Renacimiento, en cuanto a la belleza exterior: el cabello, “madejas de oro delgado, que hilan en Arabia”; “ojos verdes, rasgados...” En la descripción abundan los epítetos, la doble adjetivación, “las cejas delgadas y alzadas”, “los dientes menudos y blancos”, “los labrios colorados y grosezuelos”, “las uñas largas y coloradas”. Aparecen bellas expresiones metafóricas, tópicas del Renacimiento, “el cuero escurece la nieve”, la blancura como ideal de belleza en este momento histórico; “las uñas... parecen rubíes entre perlas”... También la descripción de Calisto por parte de Sempronio obedece a los tópicos renacentistas. Aparece el ideal de belleza masculina que se repetirá en el Renacimiento: caracteres humanísticos. Señalar algunos. La “natura dotó de los mejores bienes: hermosura, gracia, grandeza de miembros, fuerza, ligereza”. Hay una clara alusión a la “proporción” entre “bienes de dentro con los de fuera”. Es un rasgo típico del Renacimiento, ya alejado del ideal de belleza de la Edad Media, que se basaba en la “virtud interior”. Es preciso señalar también la presencia del “destino” y su influencia; es un tema fundamental de la nueva literatura renacentista, que vuelve al tema del “destino” clásico, el “fatum” latino. Lo constatamos en la expresión “Y por influjo de los astros, todos te aman”. En referencia a los personajes que forman parte de esta escena, hay que decir que son dos de los más importantes de la obra, Sempronio, el criado, en el que se dan tantas características diferentes, como el de ser un predicador misógino, sobre todo en esta intervención, el de ser un fino enamorado, un violento asesino, etc., y actúa siempre movido por su propio provecho. En cuanto a su amo, Calisto, el otro personaje que interviene en esta escena, es uno de los, junto a La celestina y Melibea, indiscutibles protagonistas, el ejemplo más claro de “loco amador”. La reprobación del amor que ” que encierra La Celestina se basa sobre todo en el comportamiento y los excesos del joven. Con frecuencia, en el libro nos tropezamos con las hipérboles blasfemas en que cae, que son otro rasgo más de su desmesuraincontrolada: el herético “Melibea es mi Dios”, es el caso de estas páginas, está con demasiada asiduidad en los labios de Calisto. No es, desde luego, caballero ejemplar, y su triste fin es un claro aviso para esta clase de enamorados, tan abundante al filo del siglo XVI. Si hemos de referirnos al estilo que se da en estas páginas, está claro que es el reflejo perfecto del estilo que aparece en toda la obra, síntesis perfecta de una lengua culta y erudita y una lengua tan viva como vulgar. Es fácil identificar estos aspectos de la lengua, por ejemplo, en las intervenciones del criado, que acude a un lenguaje elevado, e ilustres filósofos, como Aristóteles, Salomón, Séneca, pero, a la par, se expresa en términos tan vulgares como éstos, un claro vulgarismo, “¡Qué hijo de puta!”, así que son estas intervenciones una oportunidad perfecta para conocer en profundidad los diferentes estilos que aparecen en esta obra, en la que confluyen las dos corrientes, culta y popular, que se dan en la literatura española a finales del siglo XV.