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Cristóbal Córdoba. 3 de marzo de 2.001
Tras la rápida victoria que el Ejército alemán obtuvo sobre Francia, en mayo
de 1.940, y después de haber fracasado, en el verano siguiente, la acción aérea sobre
las Islas Británicas, Hitler se debatía entre la necesidad de dominar el Estrecho de
Gibraltar para bloquear el Mar Mediterráneo a sus enemigos y el modo de realizarlo a
través de la conocida “Operación Félix”, con la indispensable cooperación española o
enfrentándose, incluso si fuese necesario, a una oposición armada.
A su vez, Reino Unido presionaba fuertemente al Gobierno español para que
no se sumara a las fuerzas del Eje, recurriendo unas veces a ofertas tentadoras por
mediación de los elementos monárquicos (mayoritariamente partidarios de Inglaterra)
y, otras, a la simple amenaza bravucona.
Por su parte, España, durante los primeros meses de 1.941, se veía metida
en medio del vaivén que suponía la tentación de los partidarios de entrar en la guerra y
de los que no querían hacerlo por prudencia. No debe olvidarse tampoco, el estupor
que produjo entre los españoles la firma del pacto germano-soviético del 23 de agosto
de 1.939 por el que se repartían la católica Polonia. El resultado, que se vio reflejado
tras la entrevista entre el general Franco y Adolf Hitler en Hendaya, no podía ser otro
que el distanciamiento diplomático entre ambos dirigentes, lo que habría de traducirse
en peligrosas tensiones exteriores e internas.
De pronto, todas las premisas que condicionaban la postura española ante el
conflicto europeo se vieron sometidas a un cambio rotundo. En la madrugada del
domingo 22 de junio de 1.941 la todopoderosa máquina de guerra del Ejército alemán,
la Wehrmacht, se puso nuevamente en marcha. En un frente que abarcaba desde el
mar Báltico hasta el mar Negro, millones de soldados alemanes irrumpieron por
sorpresa en la Unión Soviética. Daba comienzo la “Operación Barbarroja”, una de las
más grandes invasiones conocidas hasta entonces.
En España, la declaración de guerra que Alemania hizo a Rusia acabó con el
cúmulo de reticencias que imperaban hacia Alemania tras la firma de su pacto con la
U.R.S.S. se volatizaron rápidamente. Automáticamente se decidió la intervención
armada, aunque con la puntualización de que España no se alineaba con Alemania en
la guerra que ésta venía manteniendo con diversas nacionalidades europeas, sino que
sencillamente decidía su colaboración directa y armada en la lucha contra el
comunismo soviético de la U.R.S.S.
Efectivamente, según el historiador José Luis Rodríguez Jiménez, Ramón
Serrano Súñer, Manuel de Mora-Figueroa y Dionisio Ridruejo se habían reunido en el
madrileño Hotel Ritz para discutir la posibilidad de organizar un cuerpo expedicionario
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General de brigada José Uxó Palasí. "División Azul". Revista Ejército. Julio de 1.991.
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 312 y siguiente. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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Patrick Turnbull y John Scurr. "Españoles en guerra. La Guerra Civil. La División Azul".
Página 42. Ediciones del Prado. 1.995.
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Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Orillas del Voljov (I)". Página 21. García Hispán, Editor
S.L. Madrid. 1.991.
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 313 y siguiente. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 314. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Muñoz Grandes, el General de la División Azul". Página
134 y siguiente. Fundación Don Rodrigo. Madrid. 1.999.
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En los últimos días de noviembre hubo relativa calma en este sector. Pero en
diciembre otra vez volvieron los ataques; entonces murió Enrique Sotomayor, cuando
intentaba recoger el cadáver de otro del S..U. caídos ante las líneas propias. Se
trataba del segundo de los Ruiz-Vernacci; el primero, Joaquín, había muerto en los
primeros combates, y aún quedaba el tercer hermano con un fusil mirando a las
trincheras rusas. El cadáver de Sotomayor fue recogido por Agustín Aznar frente a un
nutrido fuego de antitanques. Sotomayor le había dicho a López de la Torre horas
antes de morir: «Podrás creer que es una tontería, pero tengo el convencimiento de
que voy a morir. Y te aseguro que no me importa. Pero Dios, que no resulte inútil
nuestra sangre, que no vayamos a morir en vano.»
Análogo presentimiento le llevó a Alfonso de la Aldea a escribir a Carlos
Piernavieja una carta emocionante:
«No puedo escribir mucho, pues tengo un caos de ideas y sentimientos. Soy
un disconforme con la vida actual; me ahoga el ambiente de "estraperlismos", de
rojos» más o menos disimulados, de "hombres de derechas de toda la vida", que
cuando hay que demostrar ser hombres de verdad ofrecen muy pocos detalles de
serlo. Estoy convencido del destino trágico y glorioso de las generaciones actuales y
prefiero incorporarme a él, física y espiritualmente, y no vivir en una ceguera enorme,
como muchos viven buscando fórmulas acomodaticias y estomacales, para buscarse
la tranquilidad en un mundo que no la tiene y que no muy lejanamente nos
incorporará, con ganas o sin ellas, a la vorágine de la lucha. Si no regreso, espero
que, por lo menos, me digáis una misa; que todas las ayudas son pocas para
conseguir el cielo. Tengo el presentimiento de que no volveré, Carlos. Dame un
¡Presente! cuando te enteres de mi muerte y reza una oración por mí. ¡Arriba España»
Y el corazón de Alfonso de la Aldea, tan grande como su corpulencia, en Rusia quedó
enterrado. Y Alfredo Martínez de Velasco, cuyo hermano Antonio, destacado en el
S.E.U. de Ciencias, había sido asesinado por los rojos, escribió antes de morir:
«prestaré alegre mi último servicio».
El coronel Esparza terminó así su relato de la batalla: «Nuestra pluma es
incapaz, desde luego, de describir semejante epopeya. Baste decir que Possad tenía
que permanecer, ¡y permaneció!»”18.
Nuevamente es David Jato quien, en su crónica histórica sobre el S.E.U., nos
explica como “en Rusia se sucedían los combates en la posición «El Alcázar»,
avanzada así bautizada por los alemanes antes de entrar en línea de fuego la División.
Se combatió también con dureza en la brecha abierta por los rusos entre Lobkowo y
Udarnik. Allí fue donde los defensores de la llamada posición intermedia, que había
recibido de Muñoz Grandes la consigna de: «No retroceder; tenéis que estar ahí como
clavados», aparecieron, cuando se reconquistó, clavados con picos en el suelo. La
barbarie rusa había hecho que la orden fuese totalmente cumplida. En los
contraataques se distinguió el camarada Hernández Navarro, quien añadiría a la ya
larga lista de buenos libros escritos por la gente del S.E.U. un título de novela, cuyos
personajes son los estudiantes sobre el campo de batalla del Este; el título: «Ida y
vuelta». Y el mismo día de Navidad un cañonazo destrozaba a Vicente Gaceo.
Seguramente la empresa más bella de la División Azul fue la liberación de la
cercada guarnición alemana de Wswad al sur del lago Ilmen. Sus protagonistas, la
compañía de esquiadores. Sánchez Covisa, al relatarla e ir nombrando a sus
componentes: [Guillermo] Ruiz Gijón, [Ángel] Marcos, [Joaquín] Escosa, Guillermo
González de Canales, [Álvaro] Mont, [Carlos] Urgoiti, [Ramón] Valentí, M. Herrero[s],
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 315 y siguientes. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 322. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 322. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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David Jato Miranda. “La rebelión de los estudiantes (apuntes para una historia alegre del
S.E.U.)”. Página 322. Talleres Gráficos CIES. Madrid. 1.953.
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Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Los irreductibles". Página 16. García Hispán, Editor S.L.
Granada. 1.993.
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Ahora una orden. La más severa que he dado a la Legión. ¡Nadie demostrará
alegría! Ya sé que no la tenéis, puesto que veo lágrimas en muchos y la emoción en
todos. No podemos sentirnos alegres, por grande que fuese el deseo de regresar a
España, a reencontrarnos con nuestros cariños naturales o porque desgracias
familiares sufridas o algunos intereses abandonados, requiriesen allí nuestra
presencia.
Nadie se alegrará: España está de luto y la Legión está de negro. De negro
en la seriedad, en el sentimiento, en la amargura del regreso.
Por encima del interés de cada uno en ver a los suyos, está España y para
Ésta encierra una advertencia tremenda el hecho de nuestro regreso.
Id, por otro lado satisfechos: vuestra presencia aquí para derrotar al enemigo
de nuestra Patria, no fue estéril. El enemigo no tiene la guerra ganada: ¡No ganará la
guerra! Para ganarla se necesita el heroísmo del Ejército alemán, el temple de la
retaguardia de este gran país o el valor y sacrificio del aviador japonés que emprende
su viaje sin retorno, sabiendo que ha de estrellarse contra el objetivo que va a destruir.
Fracasan sus bombardeos sobre Berlín. Triunfan los bombardeos sobre
Londres. Recuperan tierras sin valor, totalmente agotadas.
Esto es el principio de la derrota, cuya primera gran batalla ha de ser el
desembarco que no tienen todavía medios para realizar.
Llevaréis, hoy día de luto, los fusiles vueltos, como en los entierros o como en
Semana Santa, porque, os repito una vez más, es día de luto para todo nuestro País.
Otra advertencia: Vamos a atravesar el territorio alemán. Es inútil advertirlo,
porque no en vano portáis la caballerosidad de una raza, pero os recuerdo que el
comportamiento que será exigido es el que impone el honor y la corrección constante
a nuestro pueblo.
Es, además, deuda obligada ante el gesto amigo, cordial y correcto de este
pueblo magnífico que si en el frente lucha, vence y defiende con heroísmo nuestro
Continente, en la retaguardia trabaja y sufre sin límites, hasta el agotamiento, por la
victoria.
Hay que responder al trato hidalgo de este pueblo que en la hora de la
despedida nos brinda el símbolo de reconocimiento de sus preciadas condecoraciones
o invita a una representación nuestra a recorrer toda Alemania.
Sabed ser y comportaros como caballeros españoles.
Legionarios, españoles: Por España y para España. ¡Arriba la Legión! ¡Viva
España!”
El día 21 se entregan las últimas armas y el vestuario sobrante. Al día
siguiente podía considerarse oficialmente disuelta la Legión, aunque todavía habrían
de pasar dos semanas más hasta que en Wilmehoff entregaran el uniforme alemán
para recibir el español. A la frontera española de Irún llegaron los primeros repatriados
el día 31; medio mes después, el 17 de abril, llegaban los últimos y con ellos su
coronel y el Jefe de la Plana Mayor de Enlace alemana, el capitán Edwin Haxel.
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misiones de protección y duelos con los cazas rojos; la Tercera, pese al corto espacio
de tiempo que estuvo en el frente, realizó 779 servicios de protección, 403 de caza
libre y alarma, y 16 derribos comprobados; la Cuarta logró 74 victorias aéreas y; la
última, en tan sólo seis días de acción, realizó 86 servicios y 6 combates aéreos.
Por otra parte, a partir del mes de febrero de 1.942, la Armada alemana
(Kriegsmarine) contó con la presencia de un reducido número de oficiales y
suboficiales españoles, aunque en este caso, a diferencia de los que formaron parte
de la División, la Legión y las Escuadrillas Azules, no se debió a motivos bélicos, sino
perfeccionamiento técnico. Sin embargo, este motivo no impidió que éstos vistieran el
uniforme de la Marina de Guerra alemana e incluso llegasen a participar en varias de
sus acciones armadas.
Como botón de muestra de la participación española en la Kriegsmarine,
baste la siguiente entrevista a Bienvenido Manrrubia Ruiz, publicada en la Revista
Española de Historia Militar:
“...De allí, en abril de 1.943, me fui en Comisión Reservada a Alemania.
- ¿En Comisión Reservada a Alemania? Cuéntenos, cuéntenos...
- Fue una Comisión Reservada a la que me presenté voluntario. Era un aporte
de la Armada Española a la alemana, pero también como preparación de nuestro
personal para el plan previsto de nuevas construcciones con el apoyo alemán. La
comisión, que en principio iba a durar cuatro meses, se prolongó hasta seis, o sea que
me fui de Vigo en marzo de 1.943 y no regresé a mi destino en el «Navarra» hasta
septiembre. Los suboficiales mecánicos destinados en comisión éramos todos del
Departamento Marítimo de Ferrol: Francisco Regueiro, José Carneiro, Constantino
García y yo, y todos fuimos destinados a la 1ª Flotilla de Lanchas Minadoras, en
alemán denominada «1. Raümflotille», que tenía su base en un pueblo finlandés del
Báltico denominado Kotka. La unidad a la que fuimos destinados dependía de un
almirante alemán llamado Böhmer.
- ¿Cómo fue su incorporación a la marina germana?
- En un primer momento nos recibió en Reval un oficial de la «Kriegsmarine»
que mandaba un «Räumboote» (minador), que nos llevó en su propio buque a una isla
finlandesa con un nombre dificilísimo (Kirkomansaari). Allí, junto al grueso de la flotilla
se encontraba el buque nodriza: el «Nettelbeck», donde nos presentamos al capitán
de corbeta alemán que mandaba aquella flotilla. El primer y mayor problema al que
nos enfrentamos fue adaptarnos e integrarnos en aquellas tripulaciones alemanas,
muy acostumbradas a situaciones difíciles y en guerra desde cuatro años antes.
- ¿Qué destacaría de su paso por la «Kriegsmarine» alemana?
- Pues mire, si hay algo que me llamó poderosamente la atención en aquellos
momentos, fue el tremendo espíritu con el que aquellos marinos soportaban las miles
de calamidades que proporcionaban diariamente unas infaustas y peligrosas tareas en
un mar difícil y helado, lleno de tempestades, así como los continuos ataques de la
aviación soviética. No hay duda que la camaradería era la principal virtud de aquella
gente y aunque al principio miraban con cierta desconfianza a unos «Feldwebel» tan
mayores (nosotros pasábamos todos de los cuarenta años, cuando ellos rondaban los
veinte), terminamos completamente integrados en aquellas tripulaciones.
- ¿Qué relación tuvieron ustedes con la División Azul?
- Ninguna. Absolutamente ninguna. Nosotros vestimos el uniforme de la
marina alemana, con el mismo emblema de brazo que llevó la División Azul y los de
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Hermenegildo Franco y Carlos Castañón. “Bienvenido Manrrubia. Testigo de un siglo de la
historia de España”. Revista de Historia Militar Nº 35 (mayo 2.003). Página 259 y siguiente.
Quirón Ediciones.
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Aurelia Segovia y María Costi fueron las encargadas, respectivamente, de mandar a las
enfermeras procedentes de la S.F. y de Sanidad Militar para la primera expedición.
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Vitorero; Mª Josefa Ortega Cantón; Lidia Muñoz Laborde; Mercedes Vega Sancho; Mª
Asunción Hernández Nanclares; Angustias Conde Salazar; Rafaela Cuesta Sanz;
Albina Camino Herrero; Mª Luisa Galán Bustamante; Pilar Páramo y González-Tablas;
María Páramo y González-Tablas; Ana Mª Ciria y López y Mª Dolores Beltrán Sousa.
Segundo grupo, del 24 de Junio de 1.942 al 12 de Agosto de 1.943: Mercedes
Nogueras Martínez; Ana Mª Romero Rato; Mª Dolores Carretero Fernández; Mª Luisa
Rodríguez Dorado; Mª Pilar Aréyzaga Aréyzaga; Mª Victoria Rezola Otaduy; Carolina
Mendizábal de la Fuente; Natividad Núñez Garralón; Paulina Aguirre Fernández de
Lanza; María Iriarte Baser; Carmen Serrano Vicent; Mª Concepción Pellicer González;
Adela Esparza Goñi; Mª del Pilar Gordo Gracia; Mercedes Vidal Abarca; Angelines
Aznar Zaldívar; Isabel Aznar Zaldívar; Concepción Bergé Cortés.
Tercer grupo, de Noviembre de 1.942 a Diciembre de 1.943: Mª Josefa López
Peláez; Mª del Carmen Pérez Izquierdo; Carmen Salvadora del Castillo Lacarra;
Natividad Díez Vázquez; Josefa Luna Orbaneja.
Cuarto grupo, del 2 de Mayo a Diciembre de 1.943: María Rita Odriozola
Guerezquiz; Blanca Reviso Olaya; Francisca Pina Pérez; Mª Cruz González
Goascoechea; Mª Paz Ramos Izquierdo, Felisa Araguas Neira.
El sexto grupo, salió en dos escalones los días 15 de Julio y 12 de Agosto de
1.943; regresó también escalonadamente al retirarse la División Azul en Diciembre de
1.943, Enero y Febrero de 1.944: Mercedes Ródenas Revenga; Consuelo Gil Sousa;
Micaela Pérez Hernández; Bonosa Ruano Beltrán; Mª de los Ángeles García Blas;
María Ruiz Santiago; Honorata Gutiérrez Galán; Julia Muñoz Martín; Araceli del
Campo Martínez; Matilde Díaz Varela; Amalia Naya Neira; Crisanta Galán Hernández;
Mª del Pilar Alcántara García; Mª del Carmen Docet Ríos; María Miller García y Aurelia
Ainsa Font.
Prácticamente todas las enfermeras recibieron alguna condecoración. A una
de ellas, Felisa Araguas Neira, fue otorgada la Cruz de Hierro de segunda clase”29.
Por su parte, el incansable Fernando Vadillo, en su muy lograda crónica sobre
los divisionarios españoles testimonia de la siguiente forma su presencia:
“Manuel y Juan, soldados del Equipo Quirúrgico de Campaña creado en el
campamento de Grafenwöhr bajo el mando del capitán médico Fernando Lorente
Sanz, habían conocido ya en Varsovia lo que es un hospital de guerra. Pero del
hospital de Varsovia a los de Smolenko mediaba un abismo. Era como salir del
paraíso y meterse de cabeza en el infierno.
El Equipo Quirúrgico de Campaña embarcó en Grafenwöhr con dirección a
Polonia el 10 de septiembre, cuando ya no quedaba ningún divisionario por aquellos
parajes de la bucólica Baviera. Varsovia era una ciudad destruida en parte, pero aún
conservaba en pie muchas manzanas de edificios y no pocas cervecerías, teatros,
cinematógrafos y otros lugares de esparcimiento para las tropas de ocupación. En
Varsovia, Manuel y Juan asistieron cierta tarde a la proyección de la película «El
barbero de Sevilla», protagonizada por Miguel Ligero y Estrellita Castro. Y en Varsovia
se encontraron con la grata sorpresa de la llegada del grupo de enfermeras españolas
que venían pisándoles los talones, como quien dice, desde Grafenwöhr y Hof.
-¡Benita! ¿Tú aquí?
Benita Herrera, morena, menuda, valenciana ella y simpática a rabiar, era una
de las jóvenes militantes de la Sección Femenina que habían acudido al llamamiento
hecho por la Jefatura Nacional el 29 de julio para integrarse en el grupo de enfermeras
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Luis Suárez Fernández. “Crónica de la Sección Femenina y su tiempo”. Página 140 y
siguiente. Asociación Nueva Andadura. Madrid. 1.993.
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Los “irreductibles”
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Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. Prólogo a la Tercera Edición de "Orillas del Voljov (I)".
Página 230 y siguiente. García Hispán, Editor S.L. Madrid. 1.991.
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Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Los irreductibles". Página 16. García Hispán, Editor S.L.
Granada. 1.993.
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Sin embargo, no ocurrió así. Desde entonces Franco determinó que los que
cooperaran con el III Reich perderían la nacionalidad española, además de ordenar la
impermeabilización de la frontera gala. Pero éstos seguían cruzándola.
“En los primeros días de 1.944, mientras la Legión Azul se repliega del frente
de Leningrado a marchas forzadas, numerosos jóvenes españoles, en su mayoría ex
divisionarios, cruzan los Pirineos clandestinamente, por los vericuetos de los
contrabandistas, para continuar la guerra contra el comunismo soviético. Y no contra
Rusia, como adelantara Serrano Súñer, en junio de 1.941, desde el balcón de la
Secretaría General del Movimiento en su discurso a los manifestantes que solicitaban
un puesto en el combate. «¡Rusia es culpable!», exclamó el entonces ministro de
Asuntos Exteriores, cuando Rusia, o el pueblo ruso, eran las principales víctimas del
sistema que implantara la Revolución de Octubre”32.
Una vez que los voluntarios se encontraban en Francia, los alemanes les
trasladaban al campamento de Stablatt, cerca de Königsberg, desde donde, junto al
grupo de ex-legionarios que no se repatrió se incorporaron a las Waffen S.S.
De esta forma, en abril de 1.945, Miguel Ezquerra Sánchez, un antiguo
capitán divisionario, se había convertido en el stumbannfhürer S.S. (comandante) que
mandaba el Batallón “Fantasma”, una Einheit (unidad de voluntarios) compuesta por
un grupo de supervivientes de las divisiones S.S. belgas y francesas al que se habían
sumado tres compañías españolas. En este sentido, Fernando Vadillo, en su libro “Los
irreductibles”, recoge como “a su llegada a Tirol, las Compañías se enumeran 101ª y
102ª. Cada una de ellas engloba a doscientos y pico soldados. Y es que no cesan de
aparecer en el campamento nuevas remesas de españoles deseosos de combatir al
comunismo, con los que empieza a formarse una tercera compañía”33.
Y los hombres de la Einheit llegaron a combatir, incluso, en la defensa de la
Cancillería berlinesa de Adolf Hitler; antes habían hecho lo propio repartidos por toda
Europa:
“La desorganización avanza con el progreso enemigo. Es un defecto inédito
en la historia militar alemana. Pero un defecto irremediable, que hará devanarse los
sesos al historiador que, en el futuro, intente reconstruir la historia de los soldados
españoles en el último capítulo de su odisea. Los irreductibles al desaliento, los que se
negaron a abandonar Occidente a manos de los comunistas soviéticos, se hallan
esparcidos en un frente y otro, agregados temporalmente a una y otra unidad. Dos
compañías permanecen acantonadas en las proximidades de Viena. Otras dos, en
Postdam. Un grupo bien nutrido realiza operaciones de patrulla y sabotaje en el sector
franco-alemán de Colmar, a las órdenes de Otto Skorzeny. Otra compañía se halla
estacionada en los alrededores de Hannover y pertenece a la división valona de Leon
Degrelle, que tomará parte, como unidad de reserva, en la ofensiva de las Árdenas;
ofensiva en la que guerreará otra compañía española –o la mitad de sus efectivos– al
frente de Miguel Ezquerra. En el nordeste de Italia aparece también otro grupo que no
alcanza numéricamente la dimensión de una compañía y que lo dirige el
Untertusmfhürer José Ortiz Fernández, así como otro grupo que, en la parte central del
Norte de Italia, comanda el Unterscharfhürer José Javier Martínez Alberich”34.
32
Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "División Azul. La gesta militar española del siglo XX".
Página 67 y siguientes. Este Oeste Editorial y Consulting S.L. Madrid. 1.991.
33
Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Los irreductibles". Página 38. García Hispán, Editor S.L.
Granada. 1.993.
34
Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Los irreductibles". Página 107. García Hispán, Editor
S.L. Granada. 1.993.
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El Epílogo
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40
José María Sánchez Diana. "Cabeza de Puente. Diario de un soldado de Hitler". Páginas 16
y siguientes. Editor García Hispán S.L. Granada. 1.993.
41
Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. "Muñoz Grandes, el General de la División Azul". Página
179. Fundación Don Rodrigo. Madrid. 1.999.
42
Ángel Salamanca Salamanca y Francisco Torres García. “Esclavos de Stalin: El combate
final de la División Azul. (Memoria histórica de un prisionero en la URSS)”. Página 40 y
siguiente. Fuerza Nueva Editorial, SA. Madrid. 2.002.
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43
Francisco Torres García, "La División Azul. 50 años después", Pagina 358, Capítulo 44 (50
años después), Fuerza Nueva Editorial, S.A.
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