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En el siglo XIX se extendió la teoría del liberalismo, que en economía defiende entre
otras cosas que el estado no debe intervenir (no debería poner aranceles) y que los
productos deben circular libremente (LIBRECAMBISMO).
En el comercio internacional algunos países venden sobre todo materias primas y otros
productos manufacturados o tecnología. El valor de ambos grupos de productos no es el
mismo dado que las materias primas siempre son más baratas que los segundos (salvo
en el caso del petróleo).
La mayoría de países menos desarrollados no consigue competir a nivel mundial con los
productos industriales o la tecnología de los países muy desarrollados, por carecer de
una industria avanzada. De esa forma lo que vende son sus materias primas, a los países
que teniendo industria (desarrollados) los manufactura. Luego es frecuente que dichos
paìses desarrollados vendan – a precio lógicamente más caro – los productos que
elaboraron, y que los países menos desarrollados obtienen pagando precios elevados.
Este tipo de intercambio, desigual pues genera más riqueza para los que ya son ricos, se
le llama también colonial o neocolonial pues se parece al que existía antiguamente entre
las metrópolis europeas y las colonias. Las primeras, que se industrializaron durante el
XIX, organizaron imperios coloniales en ese siglo: la colonia suministraba materias
primas que la metrópoli manufacturaba. El caso de Inglaterra y la India es ejemplar: la
primera hacía las telas con el algodón que obtenía en la India, y que vendía a los
mismos indios luego.
Hoy en día, aunque ya no existen Imperios coloniales, aún existe este tipo de
intercambio “neocolonial”. Muchos países poco desarrollados basan su economía en la
venta de ciertos productos – materias primas – comprados por los países desarrollados.
A su vez, se ven “obligados” – puesto que no los tienen – a comprar productos
elaborados o tecnología de los desarrollados, mucho más cara, lo que les lleva a
endeudarse con esos países. El problema se agrava cuando los precios de las materias
primas cae, con lo que se arruina el país, ya endeudado frecuentemente, sin muchas
posibilidades de recuperación.
Ejemplo típico es el comercio del cacao, materia prima de países tropicales que se
manufactura – para hacer chocolate – en países ricos (grandes multinacionales como la
Nestlé). El descenso del precio del café llevó a Bolivia a una crisis económica que ha
sido una de las causantes de que los agricultores bolivianos sustituyeran este cultivo por
el de la hoja de coca, con las gravísimas consecuencias de salud y corrupción que
conocemos.
El problema de la DEUDA EXTERNA
Para solucionar esta situación, los países endeudados suelen pedir ayuda al Banco
Mundial, que gestiona préstamos para los países con problemas a través del Fondo
Monetario Internacional (FMI), una especie de agencia de préstamos.
Otros opinan que para sacar a estos países de su situación habría que intentar reducir o
condonar (perdonar) la deuda que tienen. Esto es problemático pues se debe dinero a
empresas privadas, estados, al FMI... Además en muchas ocasiones los responsables de
la situación son políticos corruptos que de esa manera verían perdonar sus delitos y
fraudes. La polémica está servida......
También los hay que dicen que si a los países menos desarrollados se les permitiera
vender libremente sus productos agrícolas a un precio justo en el primer mundo,
conseguirían enriquecerse y no tener que depender de la “caridad” mundial. De hecho,
la mayoría de los agricultores y ganaderos europeos o norteamericanos reciben
subvenciones por sus productos, porque si los vendieran a precio libre mundial, la
competencia de los productos de países más pobres les impediría venderlos (sale mucho
más caro por ej. el trigo español que el egipcio o chino).