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EL DUALISMO MENTE-CUERPO

El presente ensayo explica, en un principio, cómo surge la cuestión mente-cuerpo. Y


las dos posiciones para explicarlos: el dualismo y monismo. A través de las líneas se
observará, la manera en que los monistas, posición adoptada en la ciencia moderna,
descartan el concepto de mente. Lo curioso es que es a partir de un dualista, quien sienta
las bases hacia una explicación monista de la cuestión mente-cuerpo.

“René, un joven inteligente y solitario de 18 años, se recluyó en Saint-Germain, una


villa al occidente de París. Hace poco sufrió un colapso nervioso y eligió el retiro para
recuperarse, antes de llegar a Saint-Germain, había escuchado hablar de los fabulosos
jardines reales construidos para Enrique IV y María de Médicis, y un día soleado
decidió visitarlos,. El guardia lo detuvo en la puerta, pero cuando se identificó como
estudiante de la King’s School en La Flèche, se le permitió entrar. Los jardines
consistían en una serie de seis grandes terrazas que dominaban el Sena, plantados en
la forma simétrica y ordenada que tanto gusta a los franceses. Se cavaron grutas en la
colina al final de cada terraza; René entró una en una de ellas. Escuchó una agradable
música, acompañada por el gorgoteo del agua, pero al principio era incapaz de ver en
la oscuridad. A medida que sus ojos se acostumbraron a la penumbra, pudo distinguir
una figura iluminada con una antorcha. Se acercó a dicha figura, que pronto
reconoció como una joven mujer. Al acercarse más, vio que en realidad se trataba de
una estatua de bronce de Diana bañándose en un estanque. De pronto, la diosa griega
huyó y se escondió detrás de un rosal de bronce. Mientra René la perseguía, una
imponente estatua de Neptuno se alzó frente a él, impidiéndole el paso con su tridente.

René estaba fascinado. Había escuchado sobre los mecanismos hidráulicos para los
órganos y las estatuas móviles, pero no esperaba tal realismo. Mientras regresaba a la
entrada de la gruta, vio las placas enterradas en el suelo que controlaban la
maquinaria. Pasó el resto de la tarde vagando por las grutas, escuchando la música y
entreteniéndose con las estatuas.

Durante su estancia en Saint-Germain, René visitó los jardines reales una y otra vez.
Pensó en la relación entre los movimientos de los objetos animados e inanimados, que
durante algún tiempo preocupó a los filósofos. Creyó encontrar en aquellos

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aparentemente lleno de propósitos, pero obviamente inanimados, movimientos de las


estatuas, una respuesta para algunas cuestiones importantes sobre la relación entre la
mente y el cuerpo. Aún después de abandonar Saint-Germain, llevó las grutas en su
memoria y llegó al extremo de dar a sus hijas el nombre de Francine, en honor de los
diseñadores., los hermanos Francini de Florencia.” (Extraído de “Fundamentos de la
Psicología Fisiológica” de Neil R. Carlson)

La curiosidad del hombre por querer saber los motivos que hacen ocurrir algún hecho.
En la antigüedad, se creía que los fenómenos naturales se debían a los espíritus
animados. Así, se creía que todos los objetos en movimiento, animales, viento y las
mareas; el Sol, la Luna y las estrellas tenían espíritus que los hacían moverse. Por
ejemplo, cuando arrojaban piedras, éstas caían porque su espíritu animado deseaba
reunirse con la Madre Tierra. A medida que la vida de los antepasados se tornaba más
compleja y aprendían nuevas cosas sobre la naturaleza, fueron abandonando este
enfoque, conocido como animismo. Pero siguieron utilizando los espíritus para explicar
la conducta humana.

Desde los tiempos más antiguos, las personas creen tener un alma, lo cual surge del
hecho de que cada quien está consciente de su propia existencia. Cuando alguien piensa
o actúa, siente como si algo en su interior –la mente o el alma- pensara o decidiera
actuar. Pero, tendríamos que preguntarnos: ¿cuál es la naturaleza de la mente humana?
Existe un cuerpo físico, con músculos que lo mueven, y órganos sensoriales, como ojos
y oídos, que perciben la información sobre el mundo que lo rodea. Dentro del cuerpo, el
sistema nervioso desempeña un papel central, recibiendo información de los órganos
sensoriales y controlando el movimiento de los músculos. Pero ¿qué papel desempeña la
mente? ¿Controla el sistema nervioso? ¿o forma parte de dicho sistema? ¿Será física y
tangible, como el resto del cuerpo, o es acaso un espíritu que siempre permanecerá
oculto?

Este es el problema considerado como la cuestión mente-cuerpo. Los filósofos se han


ocupado del tema durante muchos siglos y, en tiempos más recientes, los científicos han
asumido esta tarea. Durante la solución se ha seguido dos enfoques totalmente
antagónicos:

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1. Dualismo, que es la creencia en la naturaleza dual de la realidad. La mente y el


cuerpo están separados; el primero se forma de materia ordinaria, pero la mente no.

2. Monismo, que sostiene que todo en el universo consiste en materia y energía, y que la
mente es un fenómeno producido por el funcionamiento del sistema nervioso.

La mera especulación sobre la naturaleza de la mente es inútil. Si fuera posible


responder la cuestión mente-cuerpo simplemente pensando en ella, los filósofos lo
habrían hecho desde hace mucho tiempo. Esta afirmación deja sentada la posición de
los piscofisiológos quienes asumen un enfoque empírico, práctico y monista para el
estudio de la naturaleza humana. Creen que al comprender el funcionamiento del cuerpo
humano, y en particular el sistema nervioso, se habrá resuelto el problema de la mente y
el cuerpo. Será posible explicar la percepción, la memoria, el pensamiento y la
conducta, Por supuesto, sólo el tiempo dirá si esta creencia se justifica.

En esa comprensión de la conciencia humana de sí mismo, por lo tanto también hay


un enfoque fisiológico. Veamos, se sabe que los cambios en la estructura o química del
cerebro alteran la conciencia; por lo tanto, es posible formular la hipótesis de que la
conciencia es una función fisiológica, al igual que la conducta. Aun es posible llegar a
especular sobre los orígenes de la conciencia de sí mismo. Ésta y la capacidad de
comunicarse parecen ir de la mano. La especie humana, con su compleja estructura
social y su enorme capacidad de aprendizaje, tiene la gran ventaja de poseer la
capacidad de comunicarse: de expresar intenciones y de pedir cosas a los demás. La
comunicación verbal permite la cooperación y establecer costumbres y las leyes de la
conducta. Quizá sea la evolución de esta capacidad la que dio origen al fenómeno de la
conciencia. Es decir, la capacidad de enviar y recibir mensajes con otras personas
permite enviar y recibir los propios: en pocas palabras, pensar y estar concientes de la
propia existencia. Con dos ejemplos concretos se puede sustentar lo anteriormente
dicho: la visión ciega y los efectos de la operación de cerebro escindido.

La visión ciega es un fenómeno que se observa después de un daño parcial al sistema


visual “mamífero” de un lado del cerebro. Si bien la persona está, en el sentido habitual
de la palabra, ciega ante cualquier cosa que se presente en parte de su campo visual, es
capaz, sin embargo, de alcanzar y señalar los objetos de cuya presencia no está
conciente. En forma similar, cuando la información sensorial respecto de un objeto
específico se presenta al hemisferio derecho de alguien a quien le fue practicada una

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operación de escisión cerebral, ésta no es consciente, no obstante, puede indicar con


movimientos de la mano izquierda que percibió el objeto. Estos fenómenos sugieren que
la conciencia puede ser, en gran parte, asunto de “hablar consigo mismo”. Por tanto, una
vez que se comprendan las funciones del lenguaje del cerebro, se habrá recorrido un
gran trecho en la comprensión de la conciencia del cerebro respecto de su propia
existencia.

Ambos ejemplos concretos evidencian que el daño cerebral, al afectar funciones


cerebrales conscientes o al desconcertarlas de los mecanismos del habla en el hemisferio
izquierdo, pueden revelar la presencia de otras funciones, de las que la persona no es
conciente.

René Descartes, el personaje de la introducción de este ensayo. Descartes supuso que


el mundo era un entidad puramente mecánica que, una vez puesta en movimiento por
Dios seguía su camino son intervención divina. Así, para comprender al mundo, sólo era
preciso comprender su construcción. Para Descartes, los animales son instrumentos
mecánicos; los estímulos del medio ambiente controlan su comportamiento En gran
medida, su percepción del cuerpo humano era igual: una máquina. Como Descartes
observó, algunos movimientos del cuerpo humano eran automáticos e involuntarios, de
ejemplo tenemos los reflejos. Reacciones como retirar el brazo si es que la persona
toca un objeto caliente, no requerían de la participación de la mente; ocurrían de manera
automática. El sistema nervioso reflejaría la energía que surge de la fuente externa
hacia los músculos, que se contraerían.

Descartes era un dualista, creía que todas las personas poseían una mente: un atributo
exclusivo de los seres humanos que no estaba sujeto a las leyes del universo. Pero su
pensamiento difería del de sus predecesores en un aspecto importante: fue el primero en
sugerir la existencia de un enlace entre la mente humana y su casa física, el cerebro.
Descartes creía que el alma controlaba el movimiento de los músculos por medio de su
influencia en el cuerpo pineal. La explicación tenía como modelo el mecanismo que
animaba las estatuas en los jardines, El líquido bajo presión en los ventrículos
reemplazó el agua a presión de las estatuas móviles; los nervios sustituyeron los tubos;
los músculos, los cilindros, y, por último, el cuerpo pineal, las válvulas ocultas. El
modelo fue útil porque pudo probarse desde el punto de vista experimental. Tiempo
después, los resultados del experimento de Galvani con ranas, a la larga llevaron a
comprender la naturaleza del mensaje trasmitido por los nervios entre el cerebro, los

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órganos sensoriales y los músculos. La doctrina de Müller de las energías específicas


preparó el camino para el estudio de las funciones de partes específicas del cerebro, por
medio de los métodos de ablación experimental y estimulación eléctrica. La teoría de la
evolución de Darwin, basado en el concepto de la selección natural, afirma que es
preciso comprender las funciones desarrolladas por unos organismos o una parte del
cuerpo, o por una conducta. Por medio de mutaciones aleatorias, los cambios en el
material genético de una persona provocan la producción de distintas proteínas, lo que
a su vez da como resultado la alteración de ciertas características físicas. Si los cambios
confieren una ventaja selectiva al individuo, los nuevos genes se trasmitirán a más y
más miembros de su especie, Aun pueden evolucionar las conductas por medio de la
ventaja selectiva de alteraciones en la estructura del sistema nervioso. Esto ayuda a
descubrir las relaciones entre mecanismos cerebrales, conductas y una adaptación del
organismo a su entorno.

Es pues, la ciencia quien está dando mayores luces sobre este debate sobre la relación
mente-cerebro, ya que adoptado una posición monista, es decir, la creencia de que el
mundo consiste en materia y energía, y que las entidades no materiales, como el alma,
no son parte del universo. El estudio de las funciones del sistema nervioso humano
tiende a apoyar esta postura.

BIBLIOGRAFÍA

Carlson, Neil R. Fundamentos de la Psicología Fisiológica. 3era edición. Edit.


PRENTICE-HALL HISPANOAMERICANA S.A. México, 1996.

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