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ESCULTURA
Fig.83
fig.84
MUSICA
De los escritos de los ministros cultos de Teodorico, Boecio y Casiodoro, es
posible entresacar algunos datos acerca del estado del pensamiento musical
en Rávena en el siglo VI D. C. A semejanza de los escritos de los padres de la
iglesia y de otros eruditos de la época, revelan bastante acerca de la teoría del
arte y poco respecto a su práctica. Boecio fue un traductor infatigable de las
obras filosóficas y científicas griegas al latín, de las cuales tradujo no menos de
treinta libros de Aristóteles, solamente. Cuando cayó en desgracia y fue
encarcelado, escribió sus Consolaciones de Filosofía que llegaron a ser uno de
los libros que más influencia tuvieron en la época medieval. Calificado por
Gibbon como “una magna obra digna de los ocios de Platón o Tulio (Cicerón)”,
las Consolaciones pudieron ser conocidas en Inglaterra por las traducciones de
Alfredo el Grande y Chaucer. Boecio fue un espíritu universal capaz de disertar
sobre cualquier tema, desde los principios mecánicos de las clepsidras hasta la
astronomía.
San Apolinar el Nuevo y San Vital fueron erigidos con distintas finalidades, y
por ello, cabe deducir que su música fue distinta. Como parte de la liturgia
bizantina es posible que la música en San Vital haya sido semejante a la de la
catedral en Constantinopla. A la manera acostumbrada en Occidente, en San
Vital el canto de la congregación de fieles fue incluido en primer término, pero
al dejar de hacerse la procesión del ofertorio, poco a poco fue substituido por el
de un coro profesional. La música para el canto de la asamblea de fieles debió
haber perdurado en forma bastante sencilla, pero al contar con un grupo
verdaderamente profesional se exploraron y perfeccionaron todas las ricas
potencialidades del arte.
San Vital, a semejanza de Haga Sophia, estaba bajo la protección directa del
emperador y ambos constituían una parte de los grandes planes de Justiniano;
por esa causa es muy probable que se haya concedido gran importancia a
contar con un grupo capaz de ejecutar la música de la liturgia bizantina. La
diferencia principal entre la música de las iglesias de Oriente y Occidente sería
la que hay entre una actitud contemplativa y otra activa. El aspecto
contemplativo de la liturgia oriental es ejemplificado por una observación de
San Juan Crisóstomo, quien comentó que “también se puede cantar sin voz,
con el espíritu resonando hacia adentro, y así cantamos no a los hombres sino
a Dios, que puede oír nuestros corazones y penetrar en los silencios del espíri-
tu”. Esta actitud difiere radicalmente de la de San Ambrosio, quien, en relación
con la participación de los fieles en el canto, señaló lo siguiente: “Alabar al
señor sin cantar no es entonar un himno... En consecuencia, un himno debe
tener tres elementos: canto, alabanza y el Señor”.
Basílica de San Vital (Rabean)