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-Se nos va el tiempo-

Me encontraba tirado en la cama. Por la angosta ventana veía el inicio de un precioso


amanecer impregnado de intensos trazos violáceos que se reflejaban en unas onduladas
y suaves nubes, que a su vez, habían sido talladas por el viento durante la noche, y ahora
expuestas al mundo, solo mostraban su belleza a aquellos que supieran apreciar lo
bonito en lo simple; a lo lejos, los tímidos sonidos de una ciudad que empezaba a
desperezarse acariciaban la silenciosa atmósfera que reinaba en mi habitación.
Como todos los días me había despertado justo en el momento que el sol comenzaba a
nacer, -parecía como sí mi cuerpo quisiera deleitarme día a día con ese espectáculo tan
bello- .Tenía tanta significación aquella parte del día, tanta trascendencia... me hacía
reflexionar hondamente sobre todo tipo de angustias vitales y sobre todo me tornaba en
un estado melancólico que, a su vez, me parecía bonito, íntimo. Era uno de esos
momentos que no compartirías con nadie, en los que solo estás tú y el mundo, en los
que únicamente te sientes uno.
Con estos pensamientos me fui durmiendo de nuevo poco a poco hasta que, finalmente,
el despertador empezó a quejarse con su molesta melodía. Serían cerca de las 7:30 AM,
y como era costumbre, no me apetecía salir de mi confortable cama; -cinco minutos más
y me levanto- pensé...
Tras veinte largos minutos conseguí levantarme; la expectativa de que en menos de diez
minutos estaría de nuevo inmerso en mi estresante rutina ya me estresaba. Día a día
esperaba un cambio que, por supuesto no llegaba; siempre soñaba con escapar de las
redes de la cadena mecanicista que la sociedad era para mí, mi más profundo ser
rechazaba esa vil imposición, esa sentencia de seguir los pasos de la masa para cumplir
una función concreta y luego desaparecer.
Me senté a desayunar aún bastante adormecido, todavía notaba el cansancio de la noche
anterior en la que me había quedado hasta las cuatro de la mañana terminando unos
informes. Dí un pequeño sorbo al café, sabía a ceniza, las magdalenas -que tenían cierto
tono verdoso-, tampoco ayudaron mucho y me dejaron con el estómago más vacío de lo
que ya lo tenía. Finalmente decidí salir de casa -dos minutos más y llegaría tarde- ,
como de costumbre. Al abandonar el edificio saludé al portero sin mirarle, ya que sabía
que seguramente no contestaría. Me dirigí hacia mi lugar de trabajo, que estaba más o
menos a un kilómetro de distancia, 15min andando lo que efectivamente significaba que
llegaría tarde y que habría problemas. Conforme iba andando surgían en mi mente todo
tipo de pensamientos, de recuerdos que me alejaban de la vida real; ¿por qué vivir un
sueño o más bien una pesadilla?, ¿por qué no romper con todo y “nacer de nuevo”? . La
respuesta era muy sencilla: por simple y llana comodidad; era mucho más fácil seguir la
corriente que ir en contra de ella aún cuando esta te arrastraba hacia una vida sin
sentido... muchas veces me preguntaba si la gente se hacía este tipo de preguntas o
sencillamente aceptaba lo que tenía sin darle muchas vueltas, viviendo en una feliz
ignorancia.
Por fin llegué a mi lugar de trabajo: un alto edificio de matices grisáceos y aburrida
silueta; entré con paso decidido y me desplacé por el vestíbulo hacia la abarrotada
sección de ascensores; mi oficina estaba en el piso diez del complejo, así que tuve que
esperar cerca de minuto y medio hasta que el ascensor terminó el trayecto, un sonido de
aviso me indicó que había llegado. La puerta de mi oficina se encontraba enfrente de
mí y tras ella una sorpresa que no me esperaba.
Llamé a la puerta y sin esperar respuesta me dispuse a entrar, no hizo falta que la abriera
ya que ésta se abrió bruscamente mostrando la enjuta, fea y furiosa cara de mi jefe;
-¡acuérdate de hoy pues seguramente es el último día que vas a trabajar aquí!- dijo con
ira contenida en sus palabras, intenté replicarle pero me hizo callar y me indicó que
pasara y que me sentara en una de las sillas donde se sentaban los clientes, él se sentó en
mi butaca.
-Bien, que espera que le diga... lleva trabajando con nosotros nada menos que seis años,
tiempo más que suficiente para saber a la perfección el funcionamiento y las normas de
esta, nuestra gran empresa. Empezó con una trayectoria laboral totalmente neutra, nada
que destacar, pero con el tiempo, noté en usted cierta inquietud, cierta rebeldía que por
supuesto no eran compatibles con los perfiles necesarios para esta casa, por ello se le
avisó y parece que con el tiempo fue moderándose pero estos últimos meses veo que
vuelve a las andadas... no me deja otra opción, tendrá que buscarse la vida, está usted
despedido.-
Así de rotundo y sencillo fue. En menos de un minuto mi único sustento económico
había desaparecido, se había esfumado sin dejar rastro. A la mayoría de la gente esta
situación le parecería horrible, un mal trago que con el tiempo superaría, pero para mí
significó el cambio que estaba esperando. Mientras mi jefe me informaba sobre mi
penosa estancia en esa, “su gran empresa” yo le observaba pacientemente, sus gestos,
su aire de superioridad, su tono de voz... me recordaron a una máquina, a un simple
mecanismo vacuo que cumplía su función sin rechistar; fue entonces cuando comprendí
lo que tanto tiempo había estado rondando mi cabeza, cuando conseguí vislumbrar y ver
las cosas desde el punto de vista que tanto soñé con experimentar, la teoría por fin era
práctica; me embargó una gran felicidad, me sentía entero.
-¿Y bien, no dice nada? - dijo con cierto tono nervioso;
-Le miré con una expresión tranquila y relajada, le sonreí y le dije: le doy las gracias,
me acaba de liberar, ha roto las cadenas que me mantenían en un rumbo equivocado.
Cuando entré a esta oficina todo era gris, nada tenía sentido pero gracias a usted he
encontrado el sentido a aquello que no lo tiene. Quizás no entienda nada de lo que digo,
o quizás dentro de unos años le encuentre sentido pero ahora solo puedo esperar de
usted que de ahora en adelante se haga un favor y piense más allá de donde sus sentidos
alcanzan, allí donde pueda reconocer el error en el que vivimos y vea lo absurdo que es,
sólo puedo esperar que intente volver a soñar, a sentir, sólo entonces volverá a vivir.
Recuerde, se nos va el tiempo.
Cuando terminé de hablar, me levanté lentamente y salí de la habitación -mi antiguo jefe
no dijo nada, por primera vez en años había se había parado a pensar- . No sabía que
haría o donde iría pero daba igual, eso ya no importaba, cualquier sitio era bueno,
cualquier experiencia válida, el tiempo era una ilusión que sólo afectaba a aquellos que
vivían expectantes ante un futuro que nunca llegaba, pero eso ya no formaba parte de mi
vida, ya no importaba. Únicamente era uno.

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