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TEORÍA DE GÉNERO

Paradigma ético, visión filosófica y de la historia, acción democratizadora


La Perspectiva de Género, llamada también enfoque de género, se basa en la Teoría
de Género y se inscribe en tres paradigmas: el paradigma teórico histórico-crítico, el
paradigma cultural del feminismo y el paradigma del desarrollo humano.
Las raíces de la Perspectiva de Género están en el materialismo histórico, la
antropología y la historia críticas, y el psicoanálisis. Su desarrollo continúa hoy en
los mismos terrenos, enlazándose en su dimensión con la sociología, la semiótica y
las demás disciplinas sociales y humanísticas -teóricas y aplicadas- encaminadas a la
comprensión y la ampliación del desarrollo y la democracia. En los ámbitos de la
medicina, las tecnologías de la alimentación y la ecología, el influjo de la Teoría de
Género es particularmente notable.
Como paradigma ético inédito, como visión filosófica contemporánea, como óptica
renovada para comprender el desarrollo de la historia, y como acción política
democratizadora, la Teoría de Género tiene su punto de partida en el feminismo
contemporáneo. En los últimos años se ha iniciado un desarrollo en el campo apenas
roturado de la masculinidad crítica: algunos hombres reconocen los orígenes de sus
propias aportaciones en las obras y las acciones de las feministas, analizan las
formas dominantes de la condición masculina y plantean alternativas no sexistas y
antisexistas para las relaciones entre hombres, y de los hombres con las mujeres.
El fundamento de la Teoría de Género es crítico, la índole de los enfoques que
genera es crítica, y le es imprescindible la crítica de la modernidad. Todo ello ubica a
la Teoría de Género en las corrientes democratizadoras postmodernas,
comprendidas en el horizonte histórico-cultural de la modernidad misma, que no se
ha clausurado.
Cosmovisión de género
Cada sociedad y cada persona tienen su propia concepción de género. Es parte de su
visión del mundo, de su historia y de sus tradiciones. Toda concepción de género se
conjuga con las otras visiones que conforman las identidades culturales y las de cada
persona, los valores imperantes y las motivaciones para la acción. Así se integran las
cosmovisiones de género, sociales y personales.
Las ideas, los prejuicios, los valores, las interpretaciones, las normas, los deberes y
las prohibiciones sobre la vida de las mujeres y los hombres conforman las
cosmovisiones particulares de género, que son siempre etnocentristas. Cada persona
se identifica con la cosmovisión de género de su mundo y la cree única valedera,
universal.
En cada persona convergen cosmovisiones de género diversas, y en parte sus
concepciones, valores y juicios son de origen milenario, en parte se generaron hace
unos siglos, otras provienen del racionalismo científico y otras más se estructuran en
el contacto con acontecimientos más recientes y con la televisión.
La cultura, como vivencia social, y la subjetividad de cada quien, se organizan de
manera sincrética: en ellas coexisten eclécticamente y produciendo mayor o menor
tensión, aspectos de diversas cosmovisiones en general, y de las cosmovisiones de
género en particular. Además, a lo largo de su vida cada quien modifica su
cosmovisión de género a medida que cambian la sociedad y los valores y que la
experiencia personal se acrecienta.
Perspectiva de Género
En la academia, en los movimientos y organizaciones feministas, en las
organizaciones ciudadanas y también en los organismos públicos e internacionales,
se desarrolla una visión explicativa y alternativa de lo que acontece en el orden de
géneros. A esta visión analítica encauzada hacia la acción institucional y civil se le
conoce, precisamente, como Perspectiva o enfoque de Género. Ya se acepta que
quien se ubica en esa perspectiva hace referencia a la concepción que sintetiza las
teorías y las filosofías liberadoras desarrolladas a partir de las contribuciones
feministas a la cultura y a la política.
La Perspectiva de Género permite enfocar, analizar y comprender las características
que definen a mujeres y hombres de manera específica, así como sus semejanzas y
sus diferencias. Desde esa perspectiva se analizan las posibilidades vitales de unas y
otros, el sentido de sus vidas, sus expectativas y oportunidades, las complejas y
diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros; también los conflictos
institucionales y cotidianos que deben encarar, y las múltiples maneras en que lo
hacen.
Contabilizar los recursos y la capacidad de acción de mujeres y hombres para
enfrentar las dificultades de la vida y realizar sus propósitos, es uno de los objetivos
de ubicarse en la Perspectiva de Género, y uno de sus resultados más prometedores.
Las cuestiones sustantivas que se plantean desde la Perspectiva de Género son:
• ¿En qué medida la organización patriarcal del mundo y las condiciones
femenina y masculina que genera facilitan e impiden a las mujeres y a los
hombres satisfacer sus necesidades vitales, realizar sus aspiraciones y dar
sentido a sus vidas?
• ¿Cuál es la distancia entre el desarrollo personal y social de mujeres y
hombres ?
• ¿Cuál es la relación entre el desarrollo y el avance de los hombres respecto
de las mujeres, y de las mujeres respecto de los hombres?
• Las relaciones de dominio y opresión entre los géneros, y las formas de ser
mujer y ser hombre en las condiciones patriarcales, ¿favorecen el desarrollo
social, el ejercicio de los derechos humanos y el mejoramiento de la calidad
de la vida?
¿Cómo se crean y se desarrollan los procesos históricos de las relaciones
patriarcales entre los géneros, cómo cambian y cómo es posible crear una alternativa
no opresiva ?

Análisis de género
El análisis de género es la síntesis entre la Teoría de Género y la Perspectiva de
Género. Esta perspectiva se estructura a partir de la ética y conduce a una filosofía
posthumanista consistente antes que nada en el reconocimiento de la diversidad de
géneros como un hecho enriquecedor en la construcción de una humanidad diversa,
equitativa, igualitaria justa y democrática. Plantea que el dominio de género
produce la opresión de género, y que ambos son obstáculos en esa construcción.
El análisis de género desmenuza las características y los mecanismos del orden
patriarcal, y de manera explícita critica sus aspectos nocivos, destructivos, opresivos
y enajenantes, debidos a la organización social estructurada por la inequidad, la
injusticia y la jerarquización basadas en la diferencia sexual transformada en
desigualdad genérica.
Creación de conocimientos, interpretación, práctica social
Las críticas desde la Perspectiva de Género emprendidas originalmente por las
mujeres feministas y enfocadas hacia el sentido y el orden del mundo y los
contenidos asignados a sus vidas, han sido impulso fundamental de la aplicación y el
desarrollo de esta perspectiva. Sus aportes van desde la creación de conocimientos
nuevos sobre viejos temas, hasta la formulación de renovados argumentos y recursos
interpretativos. Y pasan por la legitimación de las concepciones de millones de
feministas movilizadas en el mundo para resistir y cambiar el orden patriarcal.
En este sentido, es notable cómo estas mujeres han convencido a muchas otras
mujeres, y a muchos hombres, gobiernos e instituciones internacionales, de la razón
de sus razones y de la urgencia de iniciar la resolución de problemas ubicándose
desde la Perspectiva de Género.
El enriquecimiento de la Perspectiva de Género ha sido un proceso abierto de
creación de conocimientos, interpretación y práctica social y política. Las mujeres
de muchos países, culturas, instituciones, organizaciones y movimientos, se han
identificado entre ellas y han identificado problemas antes inimaginados. Han
propuesto conceptos, categorías e interpretaciones, y han hecho de su discurso la
lingua franca de los hombres y las mujeres que asumen la democracia de género
como su propia causa, como el móvil de sus vidas.
Ese encuentro se perpetúa en espacios que van de la academia a los organismos
civiles conocidos como oenegés, las agencias internacionales, las instituciones
gubernamentales, los pequeños grupos, las cooperativas, los sindicatos, los partidos,
las iglesias...
La diversidad de las mujeres y de las problemáticas que les interesan, ha encontrado
en la Perspectiva de Género una vía eficaz para hacer avanzar sus propuestas; y
mediante el acceso que ellas se han abierto a los mecanismos institucionales,
encuentros, foros, congresos y asambleas han producido incontables investigaciones
y propuestas de los más diversos tipos. Pero sobre todo, han inventado alternativas
que difunden en publicaciones, medios audiovisuales y toda clase de creaciones
estéticas.
Con todos esos productos de su creatividad, estas mujeres procesan y difunden lo
que inventan en todas las latitudes para enfrentar vidas en apariencia distintas pero
en realidad demasiado semejantes. Así, han globalizado la Perspectiva de Género en
los canales formales e informales destinados a intercomunicar a otros sujetos y a
intercambiar otros bienes. Y desde la concatenación de esos espacios primordiales
han conseguido impulsar su causa y convertirla en una causa social, en una causa de
todos, mujeres y hombres, organizaciones y organismos, Estados e instituciones
internacionales.
Convergencia de teorías sociales y resignificación de contenidos profundos
La Teoría de Género hace converger a otras teorías históricas y sociales que se
activan en la cotidianidad con la Perspectiva de Género. Las políticas públicas y las
acciones civiles diseñadas desde esta óptica benefician a las mujeres y contribuyen al
desmantelamiento del patriarcado.
Este es el proceso de transformación en el que, a partir de la configuración misma de
un hecho o de un paradigma y a través de las contradicciones propias de éstos, se
desmontan, se reubican resignifican, y se redefinen y reformulan sus contenidos
profundos. Así se recompone el orden. En esta metodología deconstructiva no es
posible el cambio como agregación: la creación, la nueva construcción de
cosmovisiones y relaciones exigen deconstrucción.
Esto está sucediendo a medida que se desarrolla la Teoría de Género y se expanden
los estudios y los proyectos de acción pública o civil en los que se aplica la
Perspectiva de Género.
Creación de cultura
La Perspectiva de Género es uno de los pocos caminos de creación cultural que en
la historia humana han alcanzado el dinamismo y la adhesión democrática en la
construcción teórico-política. Hoy, la Perspectiva de Género es parte inseparable de
uno de los procesos socioculturales más valiosos por su capacidad de movilizar a
mujeres y hombres, instituciones y organismos de diversas clases, y por los frutos
que ha producido. Forma parte del bagaje de la cultura feminista que dio igualmente
origen a las búsquedas masculinas para eliminar la opresión genérica, y constituye
sin lugar a dudas la mayor aportación de las mujeres a la cultura.
Desde la Perspectiva de Género se diseña una infinidad de propuestas, programas y
acciones alternativas, oficiales y civiles, para afrontar los problemas sociales
generados en la opresión de género, la disparidad entre los géneros y la inequidad y
la injusticia resultantes.
Hoy, millones de seres humanos, sobre todo mujeres, abren en la Perspectiva de
Género caminos inéditos para construir alternativas a su estrechez y sus carencias, a
la injusticia y la violencia, a la pobreza, la ignorancia y la insalubridad.
Aunque con resultados desiguales, destaca en esa senda la realización de opciones
ideadas por las mujeres mismas. En medio de incomprensión y hostilidad, e incluso
de acciones con antiperspectiva de género, las acciones públicas y civiles y la
participación social y política que ellas impulsan, les han permitido ser destinatarias,
beneficiarias y protagonistas de procesos políticos particularmente importantes por
sus alcances, y por los cambios de mentalidad y actitud de los que son producto al
tiempo que inciden en ellos.
Construcción de la democracia genérica
En el sentido patriarcal de la vida, las mujeres deben vivir de espaldas a sí mismas,
como seres-para-los-otros. La Perspectiva de Género expresa las aspiraciones de las
mujeres y les permite llevar a cabo acciones para salir de la enajenación y actuar
cada una como un ser-para-sí, como sujetos históricos.
La problemática de género en que estamos inmersos mujeres y hombres, forma hoy
parte sustantiva en la construcción de la democracia y en la redefinición de los
modelos de desarrollo. Pero también de la resignificación de la vida personal y
colectiva.
Las propuestas formuladas y las acciones emprendidas para cambiar van de lo macro
a lo micro, de la formación social a la persona, de la casa al Estado, de la localidad al
mundo, del género a cada quien, de cada persona a organizaciones incontables y a la
sociedad.
Desmontaje crítico de cosmovisiones
Muchos hombres y muchas mujeres que consideraron irrelevantes los problemas
vitales de las mujeres o incluso favorecieron la opresión genérica, hoy comprenden
lo que es, la rechazan y van aceptando la Perspectiva de Género parcial o
integralmente.
Quienes lo han hecho inician el desmontaje crítico de la estructura que sustenta su
concepción del mundo y, por lo mismo, de la propia subjetividad.
Esta evolución está lejos de ser sencilla, y para avanzar en ella no basta con la
convicción ni con la voluntad traducida en propósito.
La representación del orden genérico del mundo, los estereotipos sociales y sus
normas, son fundamentales para la cultura y la subjetividad de cada quien. Se
aprehenden desde el principio de la vida y son componentes no aleatorios del propio
ser. Son dimensiones subjetivas arcaicas y en incesante renovación; por ello son
fundantes: están en la base de la identidad de género de cada quien y de las
identidades sociales asignadas y reconocidas.
La vida cotidiana se estructura sobre las normas de género. El desempeño de cada
quien depende de su manejo de esa normatividad.
Entre las poquísimas cosas que la mayoría de las personas acepta como indiscutibles,
están el significado de ser mujer y de ser hombre, los contenidos de las relaciones
entre mujeres y hombres, y los deberes y las prohibiciones para las mujeres por ser
mujeres y para los hombres por ser hombres. Cada quien a lo largo de su vida debe
saber todo esto muy bien, no dudar y ser leal al orden, asumirlo, recrearlo y
defenderlo.
Como se basa en apreciaciones diferentes de esas mismas cosas, en otros valores y
en otro sentido ético, la Perspectiva de Género choca y se confronta con las
convicciones más arraigadas en la mente de casi todas las personas, con sus dogmas,
sus lealtades y su sentido del deber y de lo posible.
La crisis intelectual y afectiva que produce el contacto con ideas, valores y
propuestas distintas a las asumidas como propias sin haber reflexionado
profundamente sobre ellas, es enorme. La mirada desde la Perspectiva de Género
lleva a nombrar con nuevas palabras las cosas conocidas, hace evidentes hechos
ocultos y otorga a lo sabido otros significados. Incluye el propósito de transformar el
orden de poderes entre los géneros y, con ello, la vida cotidiana, las relaciones, los
roles y las normas legitimadoras del ser mujer y del ser hombre. De manera
concomitante, esa mirada inspira cambios en la sociedad, en las concepciones del
deber ser, del desear ser y del poder ser, así como en las creencias y en el Estado.
Por ello esa crisis puede ocasionar malestar a las personas y a las instituciones
conservadoras, rígidas y proclives al orden patriarcal.
Alternativas originales
Las dimensiones del género no son ajenas a nadie. Son dimensiones de la vida de
todos y de la vida en común. Son dimensiones de la experiencia cotidiana, de la
afectividad y de la incumbencia entrañable de cada quien. Por eso la Perspectiva de
Género no provoca indiferencia: puede irritar, enojar, desconcertar, o bien generar
sensaciones de afirmación, seguridad y satisfacción por participar en la apertura de
caminos nuevos.
Las personas y las instituciones dispuestas a cambiar aunque sea parcialmente el
orden patriarcal, buscan o desarrollan alternativas originales y encuentran en la
Perspectiva de Género palabras para nombrar experiencias conocidas y vías
legítimas de acción. También descubren aprobación a sus opciones inventadas a
veces sin teoría ni ideología.
Hay también quienes hacen planteamientos semejantes desde otras perspectivas.
Otras apreciaciones teórica o formulaciones políticas pueden no contener
explícitamente propuestas con Perspectiva de Género. Pero al formularlas de cara a
la realidad y al encontrar en ella no sólo hombres, sino mujeres y hombres, o al
toparse con las mujeres aún cuando no las busquen, esas lecturas y propuestas se
inscriben en los principios éticos de igualdad, equidad y justicia.
Antiguos rechazos e indiferencias
La Perspectiva de Género suele ser cuestionada por quienes rechazan que desde ella
sea posible apreciar y comprender, sin simplezas ni esquematismos, procesos
sociales y políticos invisibles en otros planos. Es evidente que, al menos en parte, tal
rechazo se debe a la evidencia de que esta perspectiva exige de mujeres y hombres
profundización y reflexión, pero sobre todo cambios personales, íntimos y vitales
que no pueden ser asumidos fácilmente, sobre todo si en ello no va o no se percibe
ningún imperativo de sobrevivencia.
En el mejor de los casos, quienes toman distancia de la Perspectiva de Género y de
sus implicaciones, llegan a definir al género como una simple variable o un
componente más, como una técnica de trabajo o un requisito engorroso a veces
irremediable pero no siempre necesario.
Reduccionismo del género a visiones tradicionales
En estas circunstancias, abundan los casos en que los alcances de la Teoría y de la
Perspectiva de Género han sufrido un reduccionismo que circunscribe el género a lo
femenino y a los esfuerzos por incrementar la participación de las mujeres, su
empoderamiento, la satisfacción de algunas de sus necesidades y su acceso a algunos
recursos. En casos extremos, el término género pierde lo esencial de su contenido
ético, filosófico, científico y político, y se vuelve parte de algunos vocabularios
especializados como equivalente de mujer. Así, hay acciones gubernamentales y
civiles ubicadas en la Perspectiva de Género que algunas personas aprecian como
diligencias caritativas más o menos modernas.
A partir de esas percepciones y por diversas razones, hay quienes conocen la
Perspectiva de Género de manera vaga y superficial. Y en esa dimensión intentan
desarrollar programas que mutilan al género de su imprescindible pedagogía crítica.
En esas condiciones, hay acciones que tienden a convertir al género y a su
perspectiva en simples elementos técnicos y rutinarios para justificar lineamientos y
financiamientos. Así pueden diluirse o perderse de vista los objetivos básicos de esas
acciones: la mejor comprensión de la realidad, la reorganización de la sociedad, la
reconversión económica y política, y el tejido de nuevas relaciones igualitarias,
equitativas y justas.
Hay personas encargadas de implementar proyectos con Perspectiva de Género para
quienes es posible sumar ésta a concepciones patriarcales consideradas inmutables.
Tal parece que esas personas ignoran que la Perspectiva de Género conduce
paulatinamente a modificar creencias, valores y principios. Dicen género y piensan
en la mujer con las concepciones patriarcales. Desde tal posición, sus intervenciones
pueden sorprenderlas cuando desencadenan conflictos y procesos no pronosticados
en los que las mujeres, vistas como simples destinatarias pasivas, aprenden más de lo
que se pretendía enseñarles, se organizan de maneras no planeadas, adquieren
recursos no programados y siempre quieren algo más de lo que se había previsto
llevarles.
La contradicción fundamental puede estar en el hecho de que algunas acciones
públicas o civiles que se pretenden con Perspectiva de Género, pueden haber sido
imaginadas como concesiones a las mujeres consistentes en tomarlas en cuenta,
nombrarlas y gastar recursos en ellas, sin considerarlas como realmente
significativas.
Quienes trabajan así desde la Perspectiva de Género, no la asumen como una
contribución para eliminar la opresión genérica, sino como simple obligación que no
han elegido consciente y voluntariamente en su trabajo o en su acción social o
política: no han tenido para ello una convicción ni una necesidad vital, y no se
identifican con la ética ni con la filosofía inherentes a la Perspectiva de Género.
Uno de los objetivos de esta Guía es anticipar los problemas así generados y
proporcionar algunos elementos para la visibilización de sus componentes y
mecanismos, y para enfrentarlos de la manera más adecuada posible con objeto de
evitar que prevalezcan el machismo, el hostigamiento y el boycot que los proyectos
están destinados a desarraigar.
Reduciendo el género a lo concerniente a las mujeres, se oscurece o se olvida la
importancia de la Teoría de Género en lo que toca al análisis, la comprensión y la
interpretación de la condición masculina, de la condición femenina, de las
experiencias vitales de mujeres y hombres, y de la profundidad opresiva de las
relaciones entre los géneros.
No hay que olvidar tampoco que, reduciendo de las situaciones de vida de los
hombres. También tienden a desvanecerse así la importancia fundamental que para la
Teoría de Género tienen los procesos, sus definiciones histórico-culturales, y, en
todo ello, las relaciones entre hombres, entre mujeres, de las mujeres con los
hombres, y de ellas y ellos con las instituciones.
La perspectiva aséptica de género
Cuando no se parte del contenido filosófico-analítico de la teoría, y si por género se
entiende simplemente mujer, el análisis y la comprensión de los procesos, la crítica y
las propuestas de cambio tienden a neutralizarse para favorecer sólo algunas
reivindicaciones de las mujeres, reducidas o parciales.
Esta operación teórica y política consiste en ubicarse en lo que se conoce como la
perspectiva aséptica de género, y suele traducirse en una muy débil oposición al
patriarcado y en un limitadísimo apoyo a las mujeres. A ese enfoque hay que poner
especial atención, es decir, es preciso evitar caer en la asepsia mencionada,
particularmente cuando los proyectos se centran en temas en los que pueden darse
las siguientes situaciones:
• que las mujeres y sus relaciones con los hombres pasen inadvertidas
• que el tratamiento de los problemas sea fragmentario, superficial,
circunscrito en tiempos y recursos, sin conexión con los planteamientos
globales
• que la acción pública o civil tenga realmente pocas posibilidades de generar
cambios y muchas de mantener o acentuar los privilegios prevalecientes.
Desde la perspectiva aséptica de género también se logra visibilizar a las mujeres y
descorrer algún velo de su opresión. Pero es excepcional que se indaguen las causas
profundas y complejas de la condición femenina y de la situación de vida de que se
trate, ni los procesos históricos que las originan y reproducen. Más extraño resultaría
que desde ahí se proponga modificar de fondo el orden genérico. Puede ser que se
busque aminorar manifestaciones de la pobreza, la discriminación y la violencia, y
ampliar un poco la participación de las mujeres. Pero casi siempre sin tocar las
fuentes del dominio y sin plantear ni promover cambios genéricos en los hombres,
en las familias, en las comunidades ni en las instituciones.
Tal asepsia parece destinada a mantener intocado en sus fundamentos al patriarcado
y a sus poderes institucionales. Se apoya en una visión sexista y llega a incluir la
argumentación de que si las mujeres desarrollaran su conciencia sólo a través de
proyectos asépticos no se crearían conflictos, y de que los problemas de las mujeres
son creados lejos de ellas, con base en ideas ajenas y demasiado radicales.
Desde la posición descrita como aséptica suele ignorarse (o pretender que se ignora)
que la Perspectiva de Género permite apoyar a las mujeres, pero que son ellas
mismas quienes hacen los cambios, se arriesgan y actúan para enfrentar situaciones
insoportables por injustas, para sobrevivir, para mejorar y para construir alternativas.
Porque los motivos de las mujeres no están en la Perspectiva de Género, sino en su
vivencia del género.
Sujetos de género y organización genérica de la sociedad
El concepto de género proviene de una teoría general que abarca categorías,
hipótesis, interpretaciones y conocimientos relativos al conjunto de los fenómenos
históricos construidos en torno al sexo.
El género está presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus
relaciones, en la política y en la cultura. La Teoría de Género permite analizar y
comprender la condición femenina y las situaciones vitales de las mujeres, y también
la condición masculina y las situaciones vitales de los hombres.
Esto significa que la Perspectiva de Género ofrece la posibilidad de definir la
condición social de cualquier sujeto y de entender que su construcción se apoya en la
significación cultural de su cuerpo sexuado con la carga de deberes y prohibiciones
impuestas para vivir, y en la especialización vital a través de la sexualidad. Las
mujeres y los hombres son asignados desde el nacimiento a uno de los géneros y, por
ello, son sujetos de género.
Además de aplicarse al análisis de los sujetos genéricos, la Teoría de Género abarca
las dimensiones más amplias del mundo en sus contenidos genéricos. Así es posible
reconocer las complejas organizaciones sociales genéricas que son parte de las
formaciones sociales o de universos culturales, religiosos, lingüísticos, geopolíticos
y otros. La organización genérica es la estructuración social de la sexualidad y está
constituida por sujetos, relaciones, instituciones y acciones sociales. Siempre se
conjuga históricamente con las demás dimensiones de la estructura social y
constituye el eje articulador de todas ellas.
El análisis de la organización genérica de la sociedad hace posible delimitar, por
ejemplo, las diversas organizaciones sociales patriarcales contemporáneas en los
territorios específicos de los países, en los espacios de diferentes comunidades
sociales y en magnitudes culturales más globales.
El análisis genérico incluye a los sujetos de género, protagonistas de las acciones,
actividades, relaciones y creaciones de los mundos en que se mueven: las mujeres y
los hombres. En este análisis es posible abarcar las condiciones de género de unas y
otros, asignadas y desarrolladas en las personas a partir de las posibilidades sociales
reales y de los estereotipos culturales: son la condición femenina y la condición
masculina en todas sus particularidades. Destacan en las condiciones de género la
corporalidad, el psiquismo y la subjetividad, así como las identidades de género de
cada sujeto y de grupos cuyos integrantes comparten características semejantes.
Relaciones intergenéricas e intragenéricas
La Perspectiva de Género permite la comprensión de las relaciones sociales
intergenéricas (entre personas de géneros diferentes) e intragenéricas (entre
personas del mismo género), privadas y públicas, personales y colectivas, íntimas,
sagradas, políticas.
Desde ahí es factible examinar las instituciones civiles y estatales, tradicionales y
modernas, informales y formales, educativas, de comunicación, sanitarias,
religiosas, de gobierno, judiciales, y descifrar todos los mecanismos pedagógicos de
enseñanza y aprendizaje de lo genérico. Esas mismas u otras instituciones son
encargadas de lograr el consenso al orden de géneros, es decir, la identificación de
los sujetos con el sentido de ese orden y su lealtad para defenderlo. Son de la mayor
importancia los engranajes con que en todas las instancias se ejerce la coerción
social para sancionar a quienes no cumplen con normas, deberes y límites de género.
Normatividad del orden de género, costumbres y tradiciones
El análisis de género investiga la normatividad del contenido de género y de la
reproducción del orden de género en el desiderátum: mandatos y mandamientos
escritos, memorizados y transmitidos ritual, oral, ejemplar, gráfica o
imaginariamente y asumidos sin posibilidad de cuestionamiento en los procesos de
formación social y psíquica de cada sujeto según su asignación genérica. El
funcionamiento adecuado de esa normatividad se da en la vivencia personal y
colectiva, en la asunción del propio género, en la obediencia y el cumplimiento, pero
también en la resistencia y la subversión.
Todos los cuerpos normativos laicos y religiosos, científicos, jurídicos y académicos,
entre otros, sancionan el orden de géneros, establecen deberes, obligaciones y
prohibiciones asignadas a los géneros, y definen las formas de su relación, así como
los límites y el sentido de ésta.
Funciones semejantes cumplen las costumbres y las tradiciones que, además,
cuentan con el peso compulsivo de los mandatos de género, los desiderata,
legitimados en el pasado.
La Teoría de Género exige el examen de la eficacia real y simbólica de las
capacidades de conservación, innovación y cambio de las diversas dimensiones de
los contenidos socioculturales del género, y de la maleabilidad característica de la
economía, la sociedad y la política en relación con la reproducción histórica de los
géneros.
Producción, reproducción y poderes
La Teoría de Género no enfoca a mujeres y hombres como seres dados, eternos e
inmutables, sino como sujetos históricos, construidos socialmente, producto de la
organización de género dominante en su sociedad. Esta teoría ubica a las mujeres y a
los hombres en su circunstancia histórica; por ello puede dar cuenta de las relaciones
de producción y de reproducción social como espacios de construcción de género.
Así, la división del mundo en privado y público es propia de esa organización, en la
que se estructuran la división del trabajo, las diferencias en la participación de
mujeres y hombres en los espacios y en las actividades sociales, la segregación
sexual y los deberes de intercambio y convivencia de género. Las relaciones íntimas,
las relaciones de contrato y de alianza, corresponden con la marca social de género.
El psiquismo, los comportamientos y las identidades femeninas y masculinas son
también cambiantes y corresponden a los mundos en que viven las mujeres y los
hombres.
En su dimensión política, la Teoría de Género ofrece recursos para reconocer y
estudiar la conformación de los poderes asignados a cada género, y las relaciones de
poder entre ellos. Como teoría histórica, permite explicar el impacto de los poderes
de género en el conjunto de la sociedad, en el Estado y en la cultura.
La Perspectiva de Género puede llevar a captar la complejidad social, cultural y
política de las relaciones entre mujeres y hombres, ignorada por otros enfoques que
tienden a describir un mundo androcéntrico, es decir, centrado en el hombre
paradigmático, en los hombres concretos.
Orígenes históricos y cotidianos de las desigualdades
Desde otras perspectivas suele considerarse que las diferencias entre mujeres y
hombres son de procedencia natural o divina, que así han sido siempre y que así
serán eternamente. Por añadidura, pocas veces enfocan y reconocen el origen
político de la inequidad, la desigualdad y la injusticia vitales en las relaciones entre
géneros. Por ello, desde esos puntos de vista lo que le ocurre a las mujeres como
tales y lo que pasa en las relaciones entre ellas y los hombres carece de la
importancia suficiente para generar acciones destinadas a incidir en el desarrollo
humano.
Cuando se invisibiliza el origen histórico de la desigualdad entre mujeres y
hombres, puede contribuirse a reproducir las condiciones cuya consideración se
omite, y a mantener o incrementar la opresión de las mujeres al no verlas ni
considerarlas como parte de la sociedad, del desarrollo y de la democracia. Así pues,
la aportación de la Perspectiva de Género consiste en develar la mitad oculta de la
realidad y con ello modificar la ya conocida para favorecer la creación de una
nueva realidad, equitativa, igualitaria y justa.
La Perspectiva de Género ofrece recursos para mostrar los vínculos entre atraso en
el desarrollo, miseria e injusticias. También ayuda a discernir por qué en sociedades
que han realizado avances democráticos considerables, subsisten formas de
desarrollo inequitativas para las mujeres. La comprensión de este hecho contribuye a
invalidar la visión según la cual algunas sociedades son naturalmente justas y otras
naturalmente injustas en lo que toca a las relaciones de género. De la misma manera,
cada vez es menos válido interpretar los sucesos sociales, comunitarios y personales
como resultado, por ejemplo, del temperamento nacional (del machismo de los
mexicanos, de la abnegación de las latinoamericanas, del atrevimiento de las
europeas...).
Así, también es posible saber cómo se construyen día a día la misoginia, la violencia
machista y la increíble capacidad de tolerancia y respuesta de las mujeres a la
miseria de sus vidas.
De esa manera se anula la legitimidad de análisis supuestamente neutros sobre los
modelos sociales, como si en ellos no contaran las condiciones de género.
En esa forma quedan fuera de lugar los razonamientos según los cuales son
innecesarias las políticas y las acciones específicas para enfrentar la miseria de las
mujeres porque están incluidas en las políticas generales, y los que rechazan la
necesidad de crear empleos femeninos porque son iguales a los que ya han sido
contemplados en los planes generales. Y también la afirmación de que si las mujeres
quieren ser iguales no deben tener derechos, programas ni políticas específicos,
porque con ellos se crearía una diferencia imaginada como carencia masculina, y se
establecería un privilegio femenino.
La ley y la realidad
Desde la Perspectiva de Género se derrumba la creencia en que la igualdad entre los
sexos establecida en la ley corresponde con la realidad social cotidiana. Así es
posible comprender que las leyes, las normas y los mitos culturales expresan de
diversas formas hechos que existen parcialmente, que provienen de eras pasadas o
que son simplemente utópicos, pero que atestiguan necesidades y deseos de igualdad
reprimidos o subordinados, expresados como si en la realidad actual ocurrieran cosas
de las que no se tiene experiencia ni práctica de vida. Descubrir las razones de que
eso suceda y las formas en que ocurre, puede conducir a desmontar concepciones
míticas y mágicas del mundo y de las relaciones humanas.

Una posible revolución intelectual


Comprender y aceptar la Teoría de Género puede, por lo dicho hasta aquí, producir
una suerte de revolución intelectual personal ubicada en la transformación de las
mentalidades que distingue al final de este milenio.
En todos los ámbitos, incluyendo el científico, prevalece el principio de que la
humanidad, y por lo tanto todo orden social, son binarios y por ello es natural que
sus representaciones culturales sean igualmente binarias. Esta idea casi no se
cuestiona aún cuando ese principio funcione rara vez en las formas en que mujeres y
hombres realizan socialmente sus condiciones de género. El examen de estas formas,
múltiples y diversas, descarta las nociones monolíticas que hacen del hombre y la
mujer los dos polos rígidos, autocontenidos y mutuamente excluyentes de un sistema
dual cerrado.
Eludir el análisis de la organización genérica del mundo es concebir una realidad en
la que cada mujer es la mujer y cada hombre es el hombre.
En cambio, pensar de otra manera significa alejarse de los cánones intelectuales
prevalecientes y aceptar el trastocamiento de las concepciones y las estructuras
mentales al que se ha hecho referencia como revolución intelectual.
Determinación unilineal, creacionismo y mitología
En la Teoría de Género cada fenómeno es síntesis de múltiples determinaciones. Por
ello cualquier determinismo unilineal, es decir, la interpretación de que cada efecto
proviene de una sola causa, le es ajeno. Y por ello desde la Perspectiva de Género es
inaceptable cualquier explicación con referencia simple a la naturaleza: las
explicaciones provenientes de la Perspectiva de Género se ubican siempre en la
óptica de los procesos históricos, pues las mujeres y los hombres no son creados por
fuerzas naturales ni por seres sobrenaturales, sino que son construidos social y
culturalmente sobre una base biológica modificada en las transformaciones históricas
de las sociedades y las culturas. Este es el contenido constructivista de la Teoría de
Género.
A partir de esta concepción científica y filosófica, la Perspectiva de Género
contribuye al abandono crítico del creacionismo ideológico, mitológico y religioso
que hegemoniza las explicaciones de género en la cultura dominante, estructuradoras
de las subjetividades. El creacionismo es la concepción de que todo es resultado de
creaciones espontáneas, sin relación entre ellas y fuera de cualquier proceso
evolutivo e histórico, y por causas naturales o sobrenaturales.
El entramado mental de muchas personas en este fin de siglo no se basa únicamente
en mitos ancestrales como el de la creación primaria del hombre y secundaria,
subsidiaria, minorizada, de la mujer. Este es uno de los mitos patriarcales aceptados
como verdades que coexisten con otros provenientes del ámbito de la ciencia.
Hace tiempo que el mito de la condición natural de los seres humanos suele
apoyarse en conocimientos científicos generados por la interpretación evolucionista
de los procesos de cambio en todos los seres vivos. La teoría de la evolución
invalidó el origen divino de todo lo existente y atribuyó secularmente a la naturaleza
el origen de todo. Con el tiempo esta explicación fue adosándose a las mentalidades
religiosas y, al transfigurarse su evocación bíblica en fundamento laico, la
naturaleza quedó convertida en principio creador con el mismo estatuto que antes
había tenido el divino.
Así, la naturaleza fue entronizada como referencia filosófica de la pertenencia
primaria de la humanidad. Y el descubrimiento del principio evolutivo se volvió a su
vez argumento que permitió hermanar a las especies animales con la humana.
Tal argumentación dio lugar a otros mitos. Uno de ellos es el de la naturaleza animal
de la sexualidad humana, y otro más el de la determinación genética de todo lo que
acontece a las personas en el transcurrir de su existencia. A estos mitos se suma
también el de la determinación instintiva de las formas de comportamiento de
mujeres y hombres.
La conjugación dogmática de estas concepciones conforma una mitología de los
orígenes y las causas humanas, y es al mismo tiempo una sólida estructura mental
que crea en muchas personas un conjunto de certezas centrales acerca de cuestiones
existenciales básicas. Así, la concepción híbrida, a la vez religiosa-creacionista y
científico-naturalista, se ha integrado a las identidades de género predominantes y a
la construcción de éstas.
La vida humana, unidad bio-socio-psico-cultural
Desde la Perspectiva de Género los instintos quedan fuera de las explicaciones de
las motivaciones humanas, y dan paso a lo bio-socio-psico-cultural en la vida de los
seres humanos para encontrar interpretaciones adecuadas en la construcción de la
subjetividad, en los pactos sociales y en las normas. La Perspectiva de Género
corresponde con una cultura emergente y con un paradigma crítico y alternativo a
los actualmente predominantes.
Cómo evitar ubicarse en la Perspectiva de Género
No se habrá adoptado la Perspectiva de Género cuando no se plantee desde el
principio la necesidad de indagar y transformar la opresión y la disparidad
genéricas. Tampoco si se piensan los proyectos y las propuestas desde concepciones
tradicionales y binarias sobre los géneros, ni cuando se pretenda satisfacer una
necesidad vital femenina con los mismos elementos y en la misma forma en que los
hombres satisfacen sus necesidades vitales. Menos aún si no se comprende que los
caminos de las mujeres vienen de su condición y de sus situaciones particulares, y
que ellas no pueden convertirse en hombres ni seguir los caminos de ellos.
Fuera de la Perspectiva de Género, muchas proposiciones hechas desde ella pueden
parecer subversivas, como si desde ella las mujeres se propusiesen voltear el mundo
para dominar a los hombres. Esta apreciación prevalece cuando no se escuchan esas
propuestas en su marco discursivo de género, y puede tener como efecto que las
críticas, reivindicaciones y propuestas queden inscritas en el mismo orden simbólico
del que las mujeres se afanan por salir.
Si no se capta que la Perspectiva de Género corresponde con un nuevo paradigma
histórico y en consecuencia con un nuevo paradigma cultural, es fácil fragmentarla
y traducirla al lenguaje tradicional. Y eso puede ocasionar que no se entiendan los
contenidos de las alternativas de las mujeres respecto de sus relaciones entre ellas y
con los hombres, ni que tales alternativas conciernen también a los hombres.
Voluntad de alternativas y metodología para construirlas
Las propuestas de género mejor acabadas tienen en la mira una redistribución de los
poderes sociales, es decir, la transformación de los mecanismos de creación y
reproducción de esos poderes para deconstruir la opresión y la enajenación de
género y crear poderes democráticos. Sus primeros objetivos consisten, por ello, en
mejorar la calidad de la vida de mujeres y hombres para desarrollar opciones sociales
dignas y una renovada cultura que ponga en el centro a lo humano, a las mujeres y
los hombres, a su igualdad y a la equidad y la justicia en sus relaciones.
Si se la despoja de su contenido y de sus contextos filosófico y ético feminista, la
Perspectiva de Género dejará de relacionarse con la visión y con la voluntad que la
ha impulsado.
En cambio, cuando se aplica en ese sentido, la Teoría de Género da cuenta de lo que
cambia y de lo que se conserva, de las maneras en que fluyen los procesos históricos
y las tendencias que se prefiguran como significativas para la vida de las mujeres y
de los hombres, para la configuración social, para la distribución equitativa de los
poderes, para vivir y para enriquecer la cultura con el derecho a la igualdad en la
diversidad.
La Perspectiva de Género requiere miradas éticas del desarrollo y de la democracia
apreciados como contenidos de vida para enfrentar la inequidad, la desigualdad y los
oprobios de género prevalecientes.
Adoptar la Perspectiva de Género significa por ello tomar posición ante a la
opresión de género, atestiguar los daños y la destrucción ocasionados por esa
opresión, y contribuir a diseñar el perfil de las alternativas para erradicarla.
La Perspectiva de Género abarca todas las acciones prácticas que se realizan en todo
el mundo para edificar opciones de vida que posibiliten de manera simultánea y
concordante el desarrollo de cada persona, de cada comunidad, de cada nación y,
desde luego, de cada género.
La Teoría de Género contiene, pues, una voluntad alternativa y la metodología para
construirla comprendiendo la realidad e ideando acciones concretas para
transformarla.

Lectura 4:
Seyla Benhabib y Drucilla Cornel. Teoría feminista y teoría crítica. Alfons el
Magnánim, Valencia, 1990. Páginas 9-28
Seyla Benhabib y Drucilla Cornel. Teoría feminista y teoría crítica. Alfons el
Magnánim, Valencia, 1990. Páginas 9-28
Estas autoras, cuyo libro se publicó por primera vez en 1987, se ubican en la teoría
crítica de la Escuela de Frankfurt y dan aliento al feminismo contemporáneo en sus
corrientes más importantes, y contribuyen a la deconstrucción del patriarcado.

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