Viviendo en un país, de formación, en su mayoría católica, me cuestioné
en un momento de mi pubertad, un concepto bastante manoseado y hablado por todos, pero muy poco comprendido; la familia. Pues, la religión es en gran medida quien vela en base a sus ideales por la constitución moral del concepto y definición de familia, y en aquél momento un cuestionamiento asaltó a mi cabeza; ¿Vivo dentro de una familia?. Pues claro, es una pregunta obvia tomando en cuenta que “hay muchos estudios, pero no una reflexión sistemática sobre la relación familia/sociedad” (Güell, pág.11) y he ahí la punta del iceberg; encontramos por un lado, un concepto de familia puro y natural, sin cuestionamientos ni normas mayores a las que propone la familia misma, y por otro tenemos a la sociedad, con tradición católica, y aunque poco practicante, moralmente encaminada por los ideales religiosos, estos son “la familia constituida por el esposo, la esposa y sus hijos, la que es atípica, si consideramos la estructura de la familia a través de la historia de la humanidad.“ (Cohen, pág. 84) Y siendo parte de una familia atípica, es común querer explicar desde el punto vista social, la veracidad y validez de el punto de vista personal. Hoy en día claramente, mis preguntas y respuestas han evolucionado, al igual que el concepto de familia y de todo lo que esto conlleva, “hay una nueva imagen de mujer, una nueva imagen de adolescencia, una nueva imagen de padre.” (Güell, pág. 2) y que de la mano de la globalización, mutan cada vez a mayor velocidad, y de acuerdo a esto, la familia evoluciona a pasos agigantados, sin anestesia ni previo aviso, para bien o para mal.
Pienso que el concepto de familia nuclear en sus raíces, y desde lo más
básico inicia cuando un hombre y una mujer procrean formando un nuevo grupo, y con este una nueva familia, probablemente, de ahí divergen los ideales del matrimonio y la familia para toda la vida, hermosa idea, pero ¿sustentable?. Tironi expone que “la familia es una institución cambiante, un conjunto de procesos” (pág. 4), procesos de los cuales según mi opinión, la etapa de reproducción se puede considerar solo como el principio, pero al intentar reducirlo y limitarlo a ser solamente tal proceso, estamos intentando ir en contra de la naturaleza cambiante de ésta.
De acuerdo a Montecino “nuestro continente seria un encuentro entre
culturas para formar una nueva” (pág. 37) y quizás hoy nos encontramos ante un período tal vez incluso más influyente que la colonización misma; la era de las comunicaciones, en la que ya no solo existe comunicación exclusivamente con un país, como lo fué durante la invasión española, sinó que esta se manifiesta como comunicación a nivel mundial, lo cual lógicamente genera una crisis, de acuerdo a Güell; “la desadaptación de los recursos culturales es propia de la modernidad”. Pero, sin embargo, por otro lado estas crisis implican de manera ineludible la necesidad de formar una nueva cultura, y por ende, un nuevo concepto de familia, consecuente con la familia chilena actual.
Chile desde su infancia ha vivido con un concepto de familia que no lo
identifica, fué fundado en pos de un mestizaje producto de “la unión entre el español y la mujer india (la cual) terminó muy pocas veces en la institución del matrimonio” (Montecino, pág. 41) dejando así, una familia constituida por madres solteras, e hijos en ausencia de padres, dando lugar así, a una familia atípica, marginada, pero mayoritaria. Esto fué seguido por el posterior nacimiento de muchos otros tipos de familias que no calzan con el estereotipo convencional, familias extensas, divorcios, adopciones, defunciones, y otras circunstancias conscientes o inconscientes. En en respuesta a esto, la familia se “está regenerando a sí misma en condiciones de aislamiento” (Güell, pág.12) de modo que la familia se mantenga unida incluso cuando no se encuentre dentro de la definición social de familia convencional, pero sea funcional, y cumpla con las funciones básicas de la familia; la reproducción, socialización, protección y continuidad. Esta modernización se ha visto apoyada por la incorporación masiva de la mujer al trabajo, lo cual “acarrea una ruptura de la forma tradicional en que se distinguía lo público de lo privado. Ahora el trabajo está dentro de la casa; hombre y mujer hablan de trabajo como trabajadores ambos.” (Güell, pág.8) La mujer ya no está limitada a el hogar y la entrega de cariño, el trabajo le ha permitido ponerse a la par con el hombre, y las diferencias poco a poco han tendido a desaparecer. Por otro lado, una de las grandes desventajas de este proceso de industrialización y modernización según Tironi es, “La creciente desinstitucionalización. Pierde importancia el matrimonio como vinculo formal y normativo, aumenta la tasa de divorcio y se generan nuevas y más flexibles formas de vinculación entre parejas, como un marcado acento en la dimensión afectiva” (pág.9) lo que trae consigo problemas, considerando que el matrimonio legalmente sancionado es el principal fundamento de la vida familiar moderna.
De acuerdo a Güell, la única manera sana y viable de continuar la
evolución de la familia, sin que esta se extremise y la degrade, es rehacer el pacto familia/sociedad, el triunfo en esta área fortalecerá la a ciudadanía, y su capacidad de crear una comunicación social nuevamente. Pero esto se trata de algo mucho mas complicado que solo palabras, es responsabilidad de Chile entero, desde la señora de pelo rubio tintura número 8.1 con bronceado de solarium, que aún se ofende al oír el término “mestizo”, hasta el gobierno, que puede enfocarse en evitar las crisis familiares, y reconciliar a la sociedad con su propia evolución cultural. Hacer de Chile, un país de chilenos, reconciliandonos con nuestra cultura y antes de pretender continuar con su evolución, admitir que somos un país de madres y huachos, pero orgullosos de serlo. BIBLIOGRAFÍA
• COHEN, BRUCE J. : Introducción a la Sociología, ed. McGraw Hill, México,
1992. • GÜELL, PEDRO E. : La familia y modernización en Chile. • MONTECINO, SONIA : Madres y Huachos, ed. Cuarto Propio, Santiago, 1991. • TIRONI, EUGENIO : El sueño chileno, ed. Taurus, Santiago de Chile, 2005.