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UN GRITO

DE SILENCIO

GLORIA VIDAL DE ALBÓ


Título: Un grito de silencio
©Gloria Vidal de Albó
Edición 2009

ISBN: 978-0-9816131-3-0

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,


por cualquier medio técnico, electrónico o mecánico,
sin autorización previa, por escrito, de Editorial Gloryville
Inc.

© Editorial Gloryville Inc.


Gloria Vidal de Albó

Producido en Puerto Rico


Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Panamericana Formas e Impresos S.A.

Creación y diseño tipográfico de la portada:Axel Neville


Albó
Foto de la portada: Revista Vea
Diseño tipográfico:Asesorias Creativas

Editorial Gloryville
HC 67 Box 17863
Fajardo, P.R. 00738-9757

Tels. (787) 863 8978


(787) 226 4742

vidalalbo@gmail.com
UN GRITO
DE SILENCIO

GLORIA VIDAL DE ALBÓ

Aunque los hechos contenidos en este libro son


reales, ha sido necesario añadir algunos elementos
de ficción, para complementar los detalles que el
tiempo ha borrado.
Los nombres de algunos protagonistas han sido
cambiados.
CONTENIDO

               Agradecimientos i
              Mensaje de la autora ii
              Introducción iii
1.    Una navidad diferente 1
2.    El divorcio 5
3.    Tiempo de tormenta 9
4.    Un grito de silencio 13
5.    Coronada reina 19
6.    Un plan frustrado 25
7.    La emboscada 29
8.    Persiguiendo un sueño 35
9.    Contra la pared 39
10.  El angel tutelar 47
11.  Un sueño hecho realidad 55
12.  Un cupido al asedio 61
13.  El amor que sana 69
14.  Un grito de desahogo 75
15.  El encuentro 81
16.  El brillo de una estrella 87
17.  Mensaje a los niños y adolescentes 93
18.  Mensaje a los padres y madres 97
              Algunos lugares donde buscar ayuda 101
              Referencias 103
AGRADECIMIENTOS
Agradezco en primer lugar a Dios, creador de to-
das las cosas, que fue colocando las fichas en su lugar,
para que Angelique, pudiera lograr sus metas.
Un ferviente reconocimiento a Angelique, por su
valor y arrojo al permitir exponer a conocimiento pú-
blico, los detalles privados de su vida íntima.
Mi más profundo agradecimiento a las doctoras
María de Lourdes Carrera, psicóloga clínica y María
Isabel Carrera, ginecóloga, por su asesoramiento y va-
liosa información, producto de sus años de experiencia
profesional. Ambas heredaron el carisma y dulzura de
su padre, el Dr. Alberto Carrera (QDP), ginecólogo que
trajo al mundo a Angelique.
También doy las gracias, a la psicóloga clínica
y terapeuta en casos de abuso sexual, Dra. Vilmania
Mambrú Tavárez, por la aportación de datos basados
en sus estudios y experiencias profesionales. A la sexó-
loga, Dra. Gloria Mock, por ceder parte de su ocupado
tiempo, para asesorarme en temas de sexualidad y ofre-
cer valiosas fuentes de referencia.
Mi sincero agradecimiento a: Helda Ribera Che-
vremont, directora de la revista Vea, por la foto que en-
galana nuestra portada. A Angie, madre de Angelique,
que estuvo dispuesta a sacrificar su privacidad y agotó

i
la reserva de sus lágrimas. A la tía Elisa, que zambulló
en su viejo archivo de fotos, hasta encontrar las adecua-
das. A Vida Lavonne, asistente personal de Angelique
y amiga fiel, que siempre dice presente. Rolando Santa
“El Pacha”, manejador de “La Burbu”, por ceder su
colección de fotos profesionales. A mi esposo Neville
Albó y mis hijos Kester y Axel, por su asesoramiento
y estímulo en la publicación de esta obra.
MENSAJE DE LA AUTORA

Hay momentos, en que la vida te coloca frente a en-


crucijadas difíciles y escribir este libro fue uno de esos.
Un día, mientras escuchaba por un noticiario, el
estremecedor caso de una pequeña sometida a una vio-
lenta escena de abuso sexual, sentí la urgencia de hacer
algo. En mi mente comenzó a repicar, como una cam-
pana, la frase: “El silencio te hace cómplice”. Fue en
aquel momento, cuando decidí sacar a la luz, la expe-
riencia de Angelique.
Son muchos los niños y niñas, jóvenes y adoles-
centes, de nuestro tiempo, que son sexualmente abusa-
dos. Sin embargo, en la mayoría de los casos impera el
silencio, un silencio por temor, impuesto con amena-
zas… un grito de silencio que lacera y corroe la estima
de las víctimas.
Me comuniqué con Angelique, para pedir su opi-
nión; con la actitud franca y libre de prejuicios que la
caracteriza, me contestó: “¡Caramba sí… creo que es
una gran idea y quiero hacerlo!”
“¿Estás segura…?” le pregunté, al notar que se
quedó pensativa un momento, algunas partes pueden
resultar fuertes. La firmeza de su respuesta me sorpren-
dió: “Así bien crudas, como sucedieron en la realidad,
es que las quiero”.
ii
Inmediatamente comencé a bosquejar el libro; es-
cribí la introducción y la cité para que lo leyera y me
dijera si quería continuar. Por el mucho trabajo que te-
nía acumulado, en aquel momento, fue imposible pa-
sarlo en la computadora y lo llevé en manuscrito.
Cuando llegué, Angelique, me estaba esperando
en un cuarto cerrado y me invitó a entrar. Me sorpren-
dí cuando vi que estaba acompañada de su mamá y
su asistente. Bastante cohibida, porque esperaba que
estuviera sola, hablamos de cosas triviales hasta que
me preguntó: “¿Lo trajiste…?” Afirmé un poco dudosa
y le pregunté si podía leerlo. “¡Claro que sí… dale!”
contestó, sentándose en cuclillas y prestando toda su
atención.
Comencé a leer la introducción, ya que era impo-
sible que alguien entendiera aquellos trazos y cuando
terminé, me encontré rodeada de un pesado silencio,
que sólo interrumpía el llanto de las tres mujeres.
Capítulo cerrado, pensé; sin embargo, fue todo lo
contrario, a pesar del dolor que Angelique experimen-
tó, al revivir aquellos recuerdos, estaba decidida a se-
guir adelante para llevar una voz de alerta a los padres
y madres, que se ven en la obligación de dejar a sus
hijos en manos ajenas. Un llamado a todas las personas
que han sido víctimas de algún tipo de abuso sexual, a
que rompan el silencio, que hablen y lo denuncien, hay
leyes que les protegen.
Han pasado muchos años, desde que sucedieron
los hechos que leerán a continuación. Muchos años
de silencio, donde un delincuente pensó que sus ac-
tos nunca saldrían a la luz. Lamentablemente ante la
justicia humana ya no es posible hacer denuncias, ni
formular cargos; sin embargo, para la justicia divina la
dimensión tiempo no existe.
En la actualidad aquel depredador sexual juvenil,
aparenta ser un “respetable” padre de familia, que cree
olvidado el vergonzoso acto que cometió contra una
indefensa niña de cuatro años.
El juicio lo dejamos en las manos de Dios.

Gloria Vidal de Albó


INTRODUCCIÓN
La pequeña Maryangeli, encogió los hombros y se
deslizó contra la pared. Su frágil cuerpo, quedó conver-
tido en un ovillo en una esquina del cuarto. Una madeja
de rizos dorados, resbaló sobre su frente y ocultó el
gesto de angustia que había aparecido en sus grandes
ojos verdes. Extendió la mirada, con desesperación,
buscando un rincón donde esconderse. La orden de Jo-
sefa a su hijo adolescente, la paralizó de terror.
— ¡Cuídalos bien… que yo vengo enseguida!
— ¡Clack…!
El ruido ahogado, de la puerta al cerrarse, repicó
como un eco en la mente infantil y activó el botón del
pánico. Como un animalillo acorralado, cerró los ojos
inundados de lágrimas. Abrió la boca tratando de gritar,
pero la voz se negaba a salir; su cuerpo se estremeció,
sacudido por un temblor incontrolable.
Más que ver, sintió la presencia… la pesadilla se
repetía.

iii

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