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t c u a d e r n o s

ábano
Revista trimestral de literatura Año III Nº12 2’50 a
d e l

Entrevista
a Daniel
Viglietti

Tony
Borrego
(poeta
cubano)
“USA: donde la libertad es una estatua”
Nicanor Parra

Ediciones del Tábano c/Pozo 94 (bajo), Alicante c.p.03004 e-mail: editabano@hotmail.com


INDICE
Editorial _________________________________________________ pág. 1
Poesía __________________________________________________ págs. 2-11
Cuento__________________________________________________ págs.12-13
Ensayo __________________________________________________ págs.14-15
A pie de escena ___________________________________________ págs. 16-18
Reseñas _________________________________________________ págs. 20-22
El Sótano: Tony Borrego ____________________________________ págs. 23-30

La tirada inicial de este número es limitada:


guarde celosamente su ejemplar,
en el futuro será pieza de coleccionista.

Redacción: Nelo Curti, Juanma Agulles, Las posibles colaboraciones deberán ser
Paco Alonso, Quirón Herrador, , Sebastián enviadas a editabano@hotmail.com,
Miras, Pedro Coiro y Alfonso Rodríguez. en formato word o a la dirección postal
Ilustración portada:
Leo Sarralde (SAR)
C/ del Pozo, 94 (bajo). 03004
Ilustraciones interior: Alicante
Leo Sarralde (SAR), Quirón Herrador y
Lalo Cappelletti
Maquetación y diseño:
Maricarmen Grau y Nadia Yujnovsky
Militante del PC (el suyo):
Boris Windows Garcés
Agente inmobiliario: Cuadernos del Tábano es una revis-
Pedro Coiro ta independiente. Y , ¿ qué quiere
Colaboran en este número: decir eso exactamente?, se preguntará
Ángel Balzarino y Ladislao Masztalerz alguien. Pues quiere decir que no res-
Fotografía: pondemos a ningún interés comercial
Pablo Valero y Crazy o editorial y que cualquier colabora-
ción en este sentido (venga desde el
Edita:A.J. «El tábano» ámbito público o privado), será exclu-
Depósito Legal: A-571-2004 sivamente como aportación desintere-
ISSN: 1698-4706 sada al desarrollo de nuestro proyecto.
Imprime: CEE Limencop S.L. Y punto.
Editorial
Esta hoja suelta, incómoda, detrás de la puerta prin-
cipal, exigiendo que se la rellene con bocetos de inten-
ciones, a veces dispuesta a ser un índice con alguna anéc-
dota de contrabando. Y encima vamos ya por la docena,
son tres años y hay que decir algo, cualquier cosa que no
suene a balance o frase hecha.
Seremos sinceros: costó sacar este número.
La habitual lluvia de textos nos dio esta vez unos
relámpagos y se fue a jugar con otros ríos; los entrevista-
dos se equivocaron de estación y nos quedamos esperan-
do; alguno de los de siempre nos abrazó con una carta y
se hizo adiós.
Pero bueno, a pesar de todo pudimos charlar un rato
con Daniel Viglietti sobre los fundamentos de su canción
y el largo trayecto que ha recorrido entrevistando a músi-
cos y escritores, con quienes, según nos dijo, sólo busca
conversar.
Ángel Balzarino lanzó desde la otra orilla del mar
una botella con la historia de un acecho que, cómo no,
gira alrededor de una mujer, dibujándole un suburbio de
deseo y ansiedad.
En La Habana conocimos a un hermano de delirio,
Tony Borrego, a quien después de tantas noches de
verso, ron y carcajadas decidimos alquilarle nuestro
Sótano para que ustedes vayan al encuentro de sus pala-
bras y su sueño, que son tal vez las dos caras de una
misma quimera.
En fin, lo nombrado y algunas cosas más engordan-
do el Tábano que se extiende tras esta hoja suelta, imper-
tinente, que por tradición debe decir algo, aunque lo con-
veniente sería dejarla en silencio: antesala muda, lustrosa,
de la bacanal de voces que le sigue.
poesía
Textos vagabundos, por Nelo Curti

Nota

Hace unos días, leyendo a Girondo, tropecé con esta frase: "un libro, y sobre todo un libro de
poemas, debe justificarse por sí mismo, sin prólogos que lo defiendan o lo expliquen". Creo que
tiene razón; por eso, no voy a hacerle mucho caso.
Los poemas que siguen se acercan bastante a lo que se llama "diario de viaje", y esa mezcla de
camino y verso genera un ritmo, una manera de decir más despeinada, que uno jamás consigue
sobre el escritorio, aunque este sea la mesa de un bar, la madrugada.
Hay además otra cuestión: el viaje del que hablo me devolvió durante meses a esa Latinoamérica
entreverada y contundente en la que crecí, donde el abrazo se enreda con la bronca y en las
esquinas charlan la risa y la miseria.
Entonces digo que más que poemas traigo la crónica del reencuentro con esa realidad, con un
golpe que creí dormido, casi ajeno, y del que sin embargo nunca me fui.
No sé, ni me importa, si agradables o patéticos, exactos o sucios: son, simplemente, y ya no
podré mirarlos separados de su historia.

Las casitas de las afueras, adonde no llega el ruido de las monedas ni la gente, allá me gusta
estar; tomando café con Don Nelson y Doña Sunilda, charlando del hambre que se viene
comiendo las paredes.
Las chapas jugando al equilibrio, los techos... una duda, y el Escambray saltando de verde en
verde con sus múltiples hocicos.
Vamos a contarnos, a vivirnos un rato antes de que el sol asome la cabeza y los agujeros sean
más grandes en la ropa y la soledad se vuelva toda un agujero.
Mosquitos y cigarros, ojos en fuga, alguna puteada por lo bajo para replicar a esa miseria que
ronda como una polilla que no se cansa de morir, que de hecho nunca muere y da vueltas y vuel-
tas hasta que Don Nelson casi se la traga en un bostezo.
Es tan triste, que desde hace un tiempo me río.
Los tres sabemos lo que viene a decir su risa, por eso quedamos flotando en un silencio que los
grillos no tardan en pinchar y caemos en un charco de sombra.
De repente parece que la casa se va más hacia los montes; desde adentro, mudos, vemos pasar
las ramas enormes de los árboles y buitres y alacranes se desgajan en los vidrios rotos; nadie
quiere pensar, es mejor no darse cuenta, perderse sin dolor.
No se puede regresar de algunos sitios, no se quiere, así que nos inventamos que las tazas están
preñadas de café y dejamos que la oscuridad nos vaya devorando, acercándonos. El sol no nos
preocupa, aunque estire el pescuezo hasta quebrarse no podrá mirarnos, la casa nos dejó en los
límites del fuego, en los suburbios negros de la luz.

página 2
poesía

El mármol derrotado.
La escalera me deja en el primero
y sigue y el humo lentamente
-anciana, indecisa- la va rodeando
hacia la oscuridad y la roza
que irradian y al final la saca de su silla
los bombillos fundidos. y se la lleva a la cama
El 1 en la puerta haciéndole el amor.
como un lagrimón
indiferente, -La Tiíta bebe mucho, me informa el Viejo,
cayendo desde hace un siglo, pero para entonces
secándose de a poco. ya cayeron
demasiados vasos de mi lado
Entramos. y el humo
empieza a rodearme
-Arroz y ron, ¿sirvió? y me separa.

Se mezclan las cucharadas y los vasos,


todo tiene un ruido,
un color lejano,
la Tiíta ya no puede caminar
y habla como si las sílabas
fuesen escalones.
Cuando se duerme
-la cabeza contra el plato-
nos ponemos a fumar,
diciendo estupideces,
risas,
filosofía de entrenoche,

A Ofelia le brotaron, a veces solos, a veces dos, le salieron como sin querer, unos vivos, otros no, fluviales, y de
algunos no se dio ni cuenta.
Mujer semilla, pechos nube, nido, territorio de chispas, surco, ombligo abierto hacia las ropas que el día pierde en
la luna.
No le preguntes, no busques saber más que lo que da su cara casi rota, no seas el que asalta con un sonido de
alambre el zaguán de los silencios; es cuestión de verla, nomás, y dejar que vaya cerrándose de a poco para encon-
trar el sueño donde su Dios la recupera y parece agradecerle.
Ofelia dormida, Ofelia caudal, se le fugó la leche por la sierra, se le fueron los brotes mar afuera y por las lomas;
ya no quiere despertarse, dejó lo que tenía y algo más, tal vez su Dios mañana se dé cuenta y exista para ella, soli-
tario amante, esperándola en las puertas de la noche.

página 3
poesía

Café,
los ojos del viejo Pedro,
Gardel saliendo de los altavoces
y el Caribe pensativo
atrás de la arboleda.
Las iguanas que se trepan
a los mangos
están buscando
las sílabas más altas
del aire,
quieren llegar al sol
para amarrarlo con sus colas
y dejarlo ahí como cometa,
prisionero eterno del árbol.
"Acaricia mi ensueño"
murmura Pedro,
y los ojos se le desparraman
por el verde
que resbala el caserío
hacia la costa.
La sombra de un pájaro
a veces
va de mi cara a la suya
llevando un mensaje imposible,
callado
para que el tango
acabe su cuento
entre el nerviosismo
de las lagartijas
que miran al sol
reclinando la cabeza.
Pedro tiene unos granos de café
y un poco de Gardel,
el mar lo está llenando de viento,
de los mangos
bajan las sombras invisibles,
ansiosas,
de otra utopía gastada.

página 4
poesía
Cuando llevas un tiempo
alejándote del parque
-sudor en los zapatos,
sol carnívoro-
cuando los muros señoriales
quedan tan atrás
que se evaporan,
ahí,
entonces,
como por descuido,
-mosca testaruda-
comienza la verdad,
los techos de cartón,
perros brumosos,
gente escuchando en la vereda
el mensaje solitario,
polvoriento,
de la brisa,
la tarde
que se va embarrando los tobillos.
Hay que caminarla
con los ojos bien abiertos,
aunque se te haga lágrima la cara,
aunque la fe bostece,
descoserle el dobladillo
para seguir entrando
y ver qué tachonaban
los bombillos rotos,
las ojeras sin disfraz de la ciudad.
Allí comienza
lo que resbaló de los periódicos,
las rodillas temblorosas de Porfirio,
el bastón quebrado,
la niña que juega
y que no sabe,
los tambores
y los Santos que se niegan a gritar,
el sol bebiendo las goteras,
ratas funámbulas,
allí las sobras
de una mala digestión,
la pereza de los ángeles,
la luz pudriéndose en un charco,
los árboles subiendo
hacia un cielo
cada vez más extraño
y el invierno
arremolinándose en el humo,
allí
lo que los pinceles
olvidaron,
el dolor en bicicleta,
la niña
que aún se salva,
las canteras del abrazo,
las oxidadas sílabas
de la verdad.

página 5
poesía

Para Tony y Claudia:


nos debemos otra noche,
más Habana.

Como si para esa noche sólo


hubiésemos dado con la tierra,
como si un dedo hubiese escrito
en las ventanas del futuro "clausurado",
como si estuviésemos lloviendo.
La luna un agujero
por donde escapaba el humo del cigarro,
tu cara
-¿o era el mar?-
llena de pájaros y puertas,
la danza de una vela,
la soledad quitándose la ropa.
Debajo de un bigote
brotaban niñas,
y ángeles,
y hambre,
debajo del reloj Nos basta para llorar
no estaba el tiempo, que la mañana
porque para esa noche sólo no se haya quitado
habíamos dado con la tierra, su pijama
y lo demás al venir a despertarnos,
era un camino que en el almanaque
que unos llaman azar sea siempre fin de mes,
y otros espejismo. que 4 + 4 dé 2
y los periódicos hablen del río
y no de los ahogados.
Nos basta
con el perro de la esquina,
la tristeza del café,
el rumbo vago de las bicicletas,
con las flores
fingiendo en un jarrón
la primavera,
con que nunca abran la puerta
para ir a jugar.
Nos basta esta tremenda
manera de mirarnos
sin poder disfrazar el presagio
de que en la pagina siguiente
no habrá nadie,
de que nos iremos secando
a lo largo del pasillo
y cruzaremos las ventanas
antes
de aprender a volar.

Cuba, México. Primeros meses de 2006

página 6
poesía

Naturaleza, de Alfonso Rodriguez

La luna va cayendo sobre los matorrales y parece una escavadora que recoge tierra, luz, una
follada como temblor, como un todo moviéndose en dirección a un cuerpo sumergido.

Sin piedad su rayo va midiendo nuestra ascensión. Las nubes son un ocaso de huérfanas pala-
bras.

Fluyen ríos de granizo, y si uno llega a dar con el mar, ve la explosión, el crujir de dientes de
lo que hay más allá.

Pero uno no puede alcanzarlo. Se queda colgado, interrumpido por telarañas y nidos de
cemento.

Aunque siempre se puede recurrir a la violencia. Lo aconseja el viento que sacude las entra-
ñas, el despertar de los gorriones y los cantos de unos borrachos que se sacuden el barro rese-
co. Ellos te dicen: bajo el cielo sólo estás tu.

Acomódate sobre el pedregal, disfruta de esta vista que te permite husmear la ruta de los
topos, la neblina que desciende sobre un infinito -a partir de ahora- incierto. Vacas mecánicas
dan leche como poción, arderá todo lo que puedes ver; de momento, todo cuanto suspira es
tuyo.

Agasájanos con tu canto, calma. Devuélvenos al lecho a acariciar la humedad.

Pintada y dispuesta a correrse una juerga, jirones de ropa azules y naranjas, ella está espe-
rando. No le puedes dar la mano, te lo impide tu sobriedad. Bebe, muchacho, bebe, pero
recuerda: algún día tiene que haber un final.

Os descubrieron en el acto. Tu eras tan precabida, y el tan imprudente. Os confundisteis en


un solo anillo. Mi ceguera prueba que yo también os vi.

Exhala, nube, todo cuanto ha dormido en la sombra y detrás de las cortinas.

No me hacen falta trucos ni incentivos. Ando ebrio buscándote y le quito la migraña al árbol
solitario. No te encontré allí. De hecho no te encontré hasta que descendí a las bocas del tran-
vía.

Y la vida no estaba allí. Me equivoqué. Roto está el cielo, despedazado como en un sueño.

Pesadilla de no existir, de ser alguien menos que la pupila del catatónico. Sin embargo deli-
cia de poder callarse ya, a la intemperie, abandonado el fuego y poder andar nuevamente por
nostalgias sin futuro.

Adiós ruinas y escombros de la voz deseada

página 7
poesía
Todas l as c alles, de Paco Alonso
Dentro de las marchitas estancias y escaleras
Todas las calles son la misma calle hay otras escaleras hacia los laberintos,
y desembocan en igual silencio. hay huecos sin un gesto ni un hábito ni un roce,
Puertas que se suceden en transcurso hay un frío latente que sigue goteando.
de aceras y de pasos.
Todas las casas tienen su fatiga, Todo se advierte muerto: los lavabos,
un cansancio de muros y paredes, los espejos que quedan sin azogue,
algún remordimiento. intratables vajillas, cornucopias
o pianos dormidos.
Hay puertas que se abren a una fiesta
de pan y de costumbre y de familia, Y los rostros sin ojos y sin boca,
pero otras muchas tienen un resabio y las gélidas manos y la piel que no besa.
de piedra rígida o de vidrio oscuro… Todo se hace de musgo y decadencia y daño,
Todo se va cambiando por distancia y vacío.
Y éstas son las puertas de las casas sin alma,
los ámbitos mojados por el odio, Todas las calles son las mismas calles,
el aire irrespirable de los sitios enfermos. pero ya es otro hombre el que camina.

Según una vecina del B. San Antón, los viernes, a partir de las 19:00 hs. en el número 94 de la Calle
del Pozo, tienen lugar raros sucesos. Discusiones interminables, canciones intempestivas, y algún
libro que se precipita desde una azotea donde muchas veces quedan poetas, botellas, vasos y otros
desperdicios tendidos a la intemperie.

E sta viñeta es una aproxima- adelante esta revista. LLeva- tos. También i n v i tamos a
ción bastante fiel al ambien- mos nuestros t r a b a j o s pero escritores, músicos y dibujan-
te de nuestras reuniones. tambien nuestro hastío sema- tes con ganas de participar en
Cada viernes, en nuestro local, nal. Se buscan víctimas propi- un proyecto t a n descabella-
nos vemos con el fin de sacar ciatorias o ejecutores resuel- do como cierto.

página 8
poesía
Plenilunio, de Paco Alonso

Luna de agua: qué playa,


qué noche es tuya.
Llena toda pareces
arcana y fría.
Inquieta sombra
que nos llama y rinde,
convoca y vence.

Luna que llama,


despierta el grito
y arde en la noche.
Sombra profunda,
reminiscencia, surco,
temblor humano
de los cinco sentidos,
manos de ángel
que acarician y saben
y aman las cosas.
Ojos, labios de luna,
pozo de luz, Estremece el deseo
útero mágico, con sus hallazgos,
piel encendida, osamentas y límites,
todo se nos revela gotas, palabras,
como en un aire orígenes nocturnos,
turbio de alma y desvelo, sueño y olvido. caminos, trenes,
Roce de luna, y palabras que nadie
brisa en la huella, pronunció nunca.
cuerpo entregado, Ardiente y seco
amor igual a luna en sed se precipita,
plena y exacta. muerde y devora
los últimos vestigios
de la caricia,
crece el afán, el hambre,
salta el deseo,
como mar insaciado,
boca de sexo y muerte
y amor o llanto.
Luna entera: qué espejo
líquido y grande,
de qué promesa
o mañana, qué día
de oscura alquimia
cual pasión de sus hojas,
qué aurora o cuando
nos hará tu membrana
o cavidad o piedra,
infinitos, efímeros,
transitorios,
nocturnos,
diurnos,
transcendentes.

página 9
poesía
Batalla d el á rbol

Idea de barro,
cubierta de manos,
sin peso,
atraviesa las cosas pesadas,
pervierte los días,
la idea,
de barro.

El árbol,
con voz de pariente olvidado,
amasijo de tierra,
no es barro,
ni idea,
es árbol.

El pleno baldío,
la orilla de trapos mojándose en luz, La n oche s e v uelve p úrpura e n m i a liento…
en lengua mordida
ahoga la grava, No te pienses,
si dicen un hombre o palabra entrase. ni te olvides.
Imagína que eres
La idea, al baldío, viento, Cristo y agua.
de barro lo ahuyenta, Que las mariposas vuelan al filo de la catástrofe y el instinto,
no nace la rama, que las cebras emigran contigo a Madagascar,
del otro paisaje que en la penumbra de la tarde
prefiere la orilla. danzas con mil luciérnagas ebrias.

La hoja inunda su cuenco Algo viene a los molinos de nuestra mente sudada,
de vírgenes claras, algo de arena hecho a mano,
es néctar sin boca, con cuerpo de ave.
paciencia de nube,
la grieta se escapa. La gitana sabe de nuestras alquimias,
abre el caleidoscopio del destino:
Pedro Coiro
a lluvia y mar,
a clavo y canela,
Gabriela ¿dónde estas?

Estas velas abren caminos de agua dulce,


esto es arena y desierto.

Esto somos al borde,


un lago que se descubre en lo profundo,
el color del instante.

Por eso siempre imagino…

Que la noche se vuelve púrpura en mi aliento.

Ladislao Masztalerz

página 10
cotidianidad oblicua
Calidoscopio

En algún momento de la noche me supe dentro de un sueño, y por eso empecé a querer memorizarlo.
Después tenía que despertarme a voluntad de un salto hasta este otro lado y anotar rápidamente todo ese mate-
rial en mi cuaderno; como poco saldría de ahí el esqueleto de un buen relato, algo que -estuve seguro hasta la
médula- merecía ser contado.
En horas de vigilia suelo actuar (sin darme cuenta) como si estuviese soñando y nada importase; lo que suce-
dió mientras dormía fue, exactamente, lo contrario. Fue porque supe que estaba soñando por lo que comprendí
claramente el significado de cada símbolo y el porqué de los nombres, las relaciones entre las imágenes y lo que
decía cada uno justo en ese preciso instante, después de aquel grito y antes de que el mar brotase pausadamente,
gota a gota, desde debajo de la tierra (justo en ese preciso instante); después de las risas y antes del miedo, cuan-
do vimos que lo que se derramaba desde las nubes era cenizas y arena (justo en ese preciso instante); y el zambu-
llirnos en ese océano recién surgido de debajo de las planicies.
Quizá el suceso tiene lugar todas las noches; quién sabe: al otro lado las cosas funcionan de otro modo, la his-
toria de la humanidad es otra, yo soy otro, y nada de aquello tiene que ver con este mundo salvo por esos peque-
ños puentes, resquicios en donde la memoria ensancha puertas para concederle a la imaginación más universo del
que debiera corresponderle.
Y sin embargo no recuerdo casi nada. Fragmentos, eso sí, pero vete tú a saber de dónde, de qué; quizá ni
siquiera son míos y lo poco que recuerdo pertenece al sueño de algún otro. Lo que sí que recuerdo es que yo que-
ría recordar; eso cómo olvidarlo, porque todo el fracaso es culpa de aquel empeño.
Dejé que la codicia venciera sobre mis intenciones: fui retrasando el despertar una y otra vez para registrar
mejor cada detalle, para recordarlo todo minuciosamente; quise apurar con los ojos y la memoria cada recoveco
de lo que ese otro mundo me estaba contando... y por no saber despertar a tiempo -supongo- la consciencia se
me fue diluyendo poco a poco, hasta que volvió a ser el sueño el que me soñara a mí.
Recuerdo tan sólo aquella presencia vertical y extraña del cocodrilo, pero no lo que significaba. No se lo lle-
gaba a ver salir nunca entero de debajo de las aguas, tan opacas por el verdor del fango; únicamente su largo hoci-
co iba emergiendo lento y cerrado de entre el silencio de su sepulcro subacuático, como si fuera el
mástil de algún cadáver aún vivo amenazando con regresar de donde nadie
sabe. Ya digo que no recuerdo qué significa; quizá era que por
su manera de permanecer semioculto
me sugería algo que tenía que
ver contigo.
No sé si lo entiendes -yo
tampoco-: todo era así de
absurdo, pero en el sueño
tenía un significado. Yo allí
decía tu nombre y tú igual con-
migo, y eso sí que lo recuerdo:
tu nombre, tu cara, y que sabía-
mos decirnos casi todo sin necesi-
dad de palabras. Sí, tú estabas allí
-tan cierto como que ahora estás aquí
leyendo- aunque en este otro lado no
nos conozcamos de nada.
Desgraciadamente, de todo lo que
me empeñé en arrastrar hasta aquí con la
memoria sólo pude salvar lo del cocodrilo, lo
mucho que nos conocíamos y algo que tú dijiste:
"Son pedacitos de cristal al fondo de un calidosco-
pio; embrujo de luz y de colores con que derramar una
mirada turbia sobre la otra forma de las cosas, sobre el
otro paisaje que podría alzarse de entre estas mismas som-
bras". El resto de lo que soñé -seguramente lo más importante-
naufragó en la noche y ya no lo recuerdo.

Quirón Herrador

página 11
cuento
iluminación, donde, luego de una espera en la que se
mezclaban el deseo, la ansiedad y el miedo, se encon-
tró a solas con la mujer en el cuarto saturado de olor
a tabaco y perfume. Vamos, no puedo estar con vos
toda la noche. Impaciente al notarlo tan indeciso y
avergonzado, lo ayudó a desvestirse y después lo guió
Ellos, al acecho en el acto breve, arrebatador, que no llegó a depa-
rarle el anhelado placer sino más bien una sensación de
tristeza y extrema laxitud. Fue similar las veces siguien-
de Ángel Balzarino tes. Sin poder definir si era por el clima casi asfixiante
o la voz plena de urgencia o la piel sudorosa y arruga-
da por la caricia de tantas otras manos. Para conseguir
Sí. Como si fuera la única que estoy aquí. Tuvo la mujeres hermosas y un auto y cualquier cosa que te
repentina certeza de ser el centro de la atracción de guste, se necesita plata. Mucha plata. El Fito insistía
ellos. Traspasada por las miradas lacerantes. Vos tenés con el único medio que iba a liberarlo no sólo de la
la culpa. Usás la ropa tan ajustada que volvés locos a frustración y desesperanza que ya habían comenzado a
los hombres. Aunque era justificado el reproche de su gobernarlo al recorrer todos los días la ciudad buscan-
madre, le causaba regocijo el hecho de despertar inte- do y vendiendo cartones y botellas para ayudar a su
rés, admiración, envidia, cada vez que marchaba por la madre en los gastos, sino también permitirle abando-
calle o entraba a cualquier sitio. Creo que ésa puede ser. nar alguna vez el mísero reducto de madera donde
Vigilala bien. Comprendió que resultaba innecesario el vivían amontonados como ratas y tener dinero para
consejo del Fito. Apenas ascendieron al vagón ella disfrutar las mujeres más atractivas. Si querés, puedo
tuvo la virtud de destacarse entre los otros pasajeros. ayudarte a vivir de otra manera. De vos depende. La
Alta, tensos y grandes los pechos, exhibiendo provo- propuesta llevaba implícita una seductora promesa de
cativa las piernas desnudas. Como si se tratara de un poder y esplendor. Presintió la oportunidad tan anhe-
desafío, no bajó la cabeza ante la fijeza con que se lada. Sobre todo por comprobar encandilado cómo el
dedicaban a observarla los dos muchachos apostados Fito había dejado atrás el estado de pena e indigencia
junto a una de las puertas. Sí. Todos quieren obtener que compartieron en el barrio y podía andar orgulloso
una sola cosa. Pero debió admitir que ninguno como en una moto reluciente, estar acompañado por una
ellos se había atrevido a revelarle su propósito tan mujer distinta cada semana, disponer siempre de un
abiertamente, sin disimulo. Si Ezequiel estuviera aquí abultado fajo de billetes, como si fueran las cosas más
ya les hubiera dado una trompada. Sería la conse- naturales del mundo. Entonces no dudó. Estoy decidi-
cuencia lógica del malhumor y furia que siem- do. Decime lo que tengo que hacer. Al notar que el
pre experimentaba por las palabras insinuantes y las tren aminoraba la marcha no pudo definir si experi-
miradas procaces de quienes pasaban a su lado, tras- mentaba alivio por librarse del feroz acecho de ellos o
tornado por unos celos casi enfermizos que, si bien le cierta desazón al concluir esa especie de juego cargado
conferían el halago de saber cuánto la amaba, por de sugerencias, gestos contenidos, miradas que parecí-
momentos le otorgaban el carácter de una prisionera, an trasuntar turbios secretos, del cual resultaba la prin-
sin el menor asomo de libertad. Si te molesta tanto cipal protagonista. Excitada. Gozosa. Como si hubiera
cómo me visto y lo que me dicen por la calle, será estado haciendo el amor. Le resultó fácil imaginar la
mejor que busques otra compañía. La amenaza solía reacción entre sorprendida y horrorizada de su madre
contenerlo, indicarle que el amor no le daba derecho a y, sobre todo, de Ezequiel, si les confesara lo que había
utilizarla como propiedad privada, sujeta a sus gustos y llegado a sentir durante el viaje. Tené mucho cuidado
caprichos. Blanca y limpia y perfumada. Era fácil ima- ahora. No la pierdas de vista. Y conservá la calma.
ginarla así, cuando sus ojos voraces ya habían logrado Desde que habían comenzado a trabajar juntos, casi
despojarla de la diminuta pollera y la blusa fina y esco- un mes atrás, resultaban rutinarias las palabras del Fito
tada. Conocer algo nuevo. Mejor. Esa fascinante pers- cuando llegaba el momento de actuar. Pero ahora
pectiva le produjo no sólo un repentino hormigueo en eran inútiles. No sólo porque ya había aprendido todos
todo el cuerpo, sino también, de pronto, lo llenó de los trucos del engaño y la sagacidad para obtener
bronca y desazón al considerar que siempre había teni- con éxito el botín apetecido, sino más bien porque
do que sacarse las ganas con la Graciela o la Turca ninguna presa logró despertarle tanto interés y
Zamaro, pues nunca tuvo dinero para aspirar a otra codicia como esa muchacha. Tenerla. Sólo para mí. El
cosa. Casi acostumbrándose a eso. Por necesidad único anhelo, el trofeo que hubiera compensado tan-
o desesperación. Desde aquel atardecer en que, junto tos años de tristeza y desolación y, sobre todo, borra-
al Cholo Lamberti y los hermanos Piacenza, había do el sabor amargo que casi siempre le dejaba cada
penetrado sigilosamente en la casa vieja y con escasa fugaz encuentro con la Turca o la Graciela. Sí. Ahora

página 12
cuento
empezaré a tener lo que siempre fueron sólo sueños. tuno. Entonces tendió una mano hasta el bolso de la
Al lado del Fito pudo adquirir un reconfortante senti- muchacha. Un gesto ágil. Violento. Y, como tantas
miento de fuerza y seguridad, cada vez más dispuesto otras veces, no necesitó volver la cabeza para adivinar
a conquistar cualquier objetivo, sin temor, como si le el empujón del Fito y la caída de ella. El grito
bastara tender la mano para lograrlo. Aferrando el desesperado fue suficientemente revelador. Y tanto
bolso, marchó presurosa hacia una de las puertas. para dejar de oírlo como para ponerse a salvo, aceleró
Sofocada. Impaciente por respirar aire puro. Debía la marcha. El único objetivo después de concretar el
tener enrojecida la cara, reflejando la ráfaga de excita- asalto. Correr.
ción y goce que la había arrebatado. Desvió la mirada
hacia los causantes de ese estado. No.
Nunca llegarán a saber lo que me hicie-
ron sentir. Luego desaparecieron de su
visión, cubiertos por los hombres y
mujeres que, como si hubieran recibi-
do una orden, se movilizaron con pre-
mura al detenerse el tren. Más que por
propia voluntad, traspuso la puerta por
la presión de los otros cuerpos. Vamos.
No hay que perder tiempo. La voz del
Fito sonó seca y perentoria. La orden que
no admitía réplica. Sí. Para eso
estamos aquí. Para trabajar.
Procuró desplazar el
hecho de haberse dejado
embargar por el deslum-
brante placer de quitarle la
ropa a la muchacha y sentir
la suave tibieza de su piel y
poseerla sin apuro, olvidado
de todo, con el deseo de prolon-
gar indefinidamente ese
momento. Apurate. El grito del
Fito y la mano imperiosa sobre un
hombro le hicieron avanzar entre
la gente, forcejeando con rudeza
por abrirse paso, los ojos clava-
dos en la presa elegida. Al
descender del tren la vio ale-
jarse por el andén. Debés
actuar con serenidad y
rapidez. Tomar el objeto
deseado y disparar a toda
carrera. La reiterada reco-
mendación le martilleó la
cabeza cuando la tuvo a
escasos metros, tentado-
ramente deseada en el
zigzagueante movimien-
to de su cuerpo. Ahora.
Ahora. No logró definir si
el mandato prove-
nía de la voz del
Fito a sus espaldas
o por comprender
que había llegado
el momento opor-

página 13
ensayo

¿Un Sísifo feliz?


por Juanma Agulles

“...los dioses que condenaron


a Sísifo exísten y por sus actos
se delatan cada día”

En algún lugar he leído que en la obra de Camus Albert Camus


había algo como de cartón piedra. Es cierto que, aten-
diendo a lo "teatral" de buena parte de su escritura, de la obra de Camus. Representa el límite del nihilismo,
puede parecer que hay un decorado artificioso sobre el el absurdo que, como proponía en "El míto de Sísifo"
que se mueven sus personajes. Sin embargo, creo que no pretendía explicar sino describir, captando el
esa artificiosidad pasa por ser en algunos momentos ambiente, mostrándolo en su dialéctica interna, en
auténtica (y aquí me permito una de esas contradiccio- marcha. Para ello Camus necesita del "artificio": para
nes de términos camusianas). Cuando digo que me llevar algo al límite es necesario que ese límite exista; y
parece auténtica es porque en el Camus de las novelas, en Camus, ese límite es moral. Sartre dijo -tal vez exa-
las obras de teatro e incluso los relatos, siempre se gerando- que "El extranjero", al fin y al cabo, se pare-
encuentra sublimado, como observando tras el decora- cía mucho a un cuento de Voltaire.
do, al Camus de los ensayos, de "El hombre rebelde" Para mí Camus es un escritor netamente conscien-
y, sobre todo, de "El mito de Sísifo". te de su tarea. La sola conciencia, la formulación de
La imposición consciente de una definición ética una "poética", podría limitarlo sin su consentimiento,
que traspasa toda la estética, lleva a que ambos térmi- lo hemos visto en otros. Pero saber que él también es
nos se fusionen con distinta suerte según la obra. Por parte de su artificio, lo acerca por un lado a cierta "tea-
ejemplo, en "El malentendido", se me aparece quizá un tralidad" donde casi ejerce de actor (ver, por ejemplo,
Camus demasiado condicionado por la finalidad de "La caída"), y por otro, lo hace trascender, por vía de
toda la obra. Y "finalidad" se puede entender aquí de una lógica ilógica, de una razón limitada en los bordes
manera litearal: por el final de esa obra. En el encon- de la racionalidad. Sigue siendo, por ello, un moralista
tronazo de los dos personajes femeninos creo que está de rara especie.
toda la tensión dramática entre el nihilismo y el vitalis- Digamos que Camus dice lo que puede y debe
mo narcisista que hay en el mejor Camus. Pero es exa- decir, pero de alguna forma nos advierte de aquello
gerado en todos sus gestos, se acartona, hay algo a lo que no ha dicho; porque no quiere o porque no puede.
que no se deja respirar, aplastado por las ideas. Ese Sólo encuentro en Camus algo que me incomoda.
enfrentamiento que se ofrece como conclusión, casi al Su límite se le vuelve en contra y le atrapa cuando, aun-
modo de un relato moral, en "Calígula" es exactamen- que no lo haga explícito en la ficción, propone una res-
te el punto de partida. Ahí cabe llevar el enfrentamien- puesta al absurdo. En "El hombre rebelde" hay una
to entre el suicidio y el apego a la vida hasta sus lími- apuesta por una especie de republicanismo anarqui-
tes, de forma violenta, llegando a presentar el absurdo zante, que podría oler a Proudhon, pero que no se sale
en la figura de un hombre que ha entendido demasia- casi del terreno de la poesía. Los ideales del republica-
do bien la vida y la desprecia con tal pasión que sólo nismo ilustrado están ahí, con una pátina de descrei-
su aniquilación tiene ya sentido. Es más, el suicidio no miento profundo, pero sólidos. Es cómico, cierto, que
entra en sus planes, para que el círculo se cierre la enciclopedia de la URRSS lo catalogase como un
Calígula debe hacerse matar. autor reaccionario. Pero igual de ridículo como que los
Calígula es, claramente, Stravogin. Bajo la sombra neoliberales de última hora traten de apropiarse de su
de aquel personaje de Dostoievski se mueve gran parte figura, reduciendo su propuesta a un pretendido anti-

página 14
ensayo
comunismo, y escamoteando la crítica que ejerció con- da carga, feliz como lo reclamaba él, la carcajada de los
tra los mecanismos del poder y la divinización de la dioses retumbaba en todo el Universo.
Historia que trataba de aplastar la existencia humana. ¿Que los dioses no existían? Sea, pero entonces
Sin embargo, para mí, el despegue verdadero de la Sísifo tampoco estaba castigado y no había por qué
moral burguesa -que Camús a no llegó a completar-, reclamarlo para la vida. Ese es el meollo de la cuestión:
hubiese estado en reconocer que, a pesar de todo, "hay que los dioses que condenaron a Sísifo exísten y por
hombres de los que no me gustaría ser hermano", sus actos se delatan cada día, y sobre la base de esa cer-
como dijo un economísta alemán en un ataque de mal teza, la felicidad de Sísifo puede convertirse en una
humor. Camus, no puede decir eso, nos lo advierte, renuncia o una mezquindad o una cobardía. Porque
prefiere ir a nadar al mar cualquier mediodía. Y, para él, Sísifo puede y debe volverse contra los dioses, aunque
está bien así. le cueste la vida. Si esa posibilidad queda excluída, a
De otra forma, habría que aceptar que, en ese priori, la existencia quedaría reducida a la condición de
camino hacia la media noche emprendido por la huma- una esclavitud sonriente; a la interpretación de una
nidad, hay quienes rechazan de plano la vuelta al medio comedia que, a fuerza de repetirse, ha perdido toda
día. Que mientras Sísifo bajaba de nuevo a por su pesa- gracia.

página 15
a pie de escena

Encuentro con Daniel Viglietti

A Daniel lo tomé prestado, me acuerdo, mientras las piernas colgaban en


una rambla cualquiera. Todo estaba coloreado de un amarillo gélido, toda la
imagen con tantos años encima. Una piedra sepia húmeda, según Daniel, alcan-
zaba los cuarenta, esas lomas que fueran verdes cuando las deslizaba en un car-
tón gastado, rozaban los setenta y cinco; yo, que tamborileaba con dedos de
pies y manos sobre el cemento, procuré alzar las cejas y asentir cuando dijo que
mi pasividad a los noventa le preocupaba. Y así muchos días, escarbando. Tan
sonrientes y nostálgicos, despejando los ojos de arena cuando traíamos otro
nombre a la charla. El se quitaría la gorra, susurrando una protesta porque el
pasado no emergía violento desde la arena para romper con arboleda, lomas y
tanto viento frío del sur remontando la madrugada.
Me pidió la grabación de la entrevista que mantendríamos tiempo después.
La guardó dentro de la guitarra para hacerme entender que su experiencia latía
con sombras agrietadas, unos recovecos perdidos donde meter la mano de vez
en cuando, saludar, una gran reverencia tan llena de entusiasmo; y sin embargo
él estaba conmigo, olvidando con prudencia subir escaleras de espalda, si te
digo que un par de veces hasta habló de proyectos, pero todo terminaba con
una pirueta, encaramarse en el busto de un prócer y... zás, picardía con algún
amigo.
Y era tan distinto ahora, el estaba sentado solo, yo de lejos deseando que no
fueran esos días todo lo que cantara su guitarra. A la salida lo encontré luchan-
do por meter unas plantas, con tierra y todo, dentro de la gorra. Tantos años,
me dijo.
Sebastián Miras

Cuadernos del Tábano: ¿Cómo vive este regreso a ratura, en algunos casos de las artes pláticas, esporádi-
un sitio donde se proyectan actividades que tanto tie- camente puede haber referencias al psicoanálisis o al
nen que ver con usted y su entorno? deporte. Este proyecto se pone en marcha con una
Daniel Viglietti: Si, es cierto, es muy emocionante ini- página web.
ciar este encuentro con ustedes en el centro Mario Otra sensación fuerte es la de venir a actuar como
Benedetti de Estudios Iberoamericanos. Este proyecto solista, me había acostumbrado a venir con mi amigo
que cuando yo estuve la última vez se llamaba "sueño" Mario Benedetti. En el ámbito de la Universidad esta-
y ahora se llama "realidad". También en lo que con- ba acostumbrado a actuar con Mario.
cierne a lo que ha dicho la directora de este centro, C.delT: ¿Qué es lo que va a presentar esta noche?
Carmen Alemany, con respecto al Archivo de la D.V: Voy a hacer un recorrido por la discografía hasta
Memoria, que es, como toda articulación de la memo- llegar al último trabajo que se llama Devenir, título que
ria, una proyección hacia lo que viene, para reflexionar representa un sentimiento interno de evolución, de
en la búsqueda de todos los puertos futuros que se una trasformación, que en mi caso, ha tenido un meta-
puedan dar en el camino cultural. Este archivo está bolismo yupanquiano. Yo no creo en los grandes sacu-
formado por diversas entrevistas acumuladas a través dimientos de obras, sino que hay un proceso creativo
de décadas; yo comencé a hacer esto en el año 67, 68. lento. En este trabajo se da esa característica, aparecen
Y a exigido una selección, obviamente difícil. Se mez- canciones nuevas y otras veces re-visito algunos temas.
clan diferentes disciplinas, y como es de suponer, hay Es el cuarto, quinto disco que grabo en vivo; siento
predominio de la música. También presencia de la lite- que uno canta o interpreta de otra manera cuando

página 16
a pie de escena
tautor le tira de las orejas al
investigador, al que va a hacer
un programa de radio, como yo
hago todas las semanas. Hice
un programa en Argentina y
ahora empecé un ciclo en
México, y estoy estudiando a
ver si lo retomo en España,
donde hace un tiempo lo hice
en Radio 3. Mi programa de
tiene esa suerte de imán que es el público, hay una televisión "Párpado" ahora va a empezar a salir por
complicidad muy particular. En este disco aparezco Telesur, que es un emprendimiento que se da desde
con varios músicos, lo que podría ser un anuncio para Venezuela, que plantea alternativas de información,
futuras visitas, lo que yo llamo “semibanda”, que son una visión del mundo que no tenga que ser necesaria-
cuatro músicos. Como dije, hago un recorrido a través mente global, unívoca... y bueno, ese es mi reparto del
de todas mis canciones, desde las más representativas, tiempo entre el músico y el curioso.
y otras que es interesante rescatar. Se olvida que hay C.delT: Mencionó hace algún tiempo que la cinema-
una serie de canciones, de amor, de cuna, de paisajes, tografía, también la escritura, eran lugares que le gus-
en los discos, que acompañan a temas muy conocidos taría recorrer.
como A Desalambrar, que es un poco mi tarjeta de D.V: Es cierto, hice una experiencia con la imagen con
identidad. una serie de 17 programas donde abordé este medio,
C.delT: ¿Ha editado anteriormente discos en España? creando también el guión y empezando a pensar en
D.V: He editado discos en Barcelona, en DiscMedi, otros términos. De modo que esa aproximación la he
uno que se llama Desalambrar, Esdrújulo, que es el tenido, y ahora empiezo un segundo ciclo que se va a
penúltimo; y hay uno que es un disco atípico mío, llamar "Yo pregunto a los presentes". En cuanto a
donde canto la nueva trova cubana, que entonces era escribir... sí, es un panorama que tengo más cerca de
poco conocida, a los más jóvenes, Silvio Rodríguez, realizar, quiero hacer un disco nuevo este año y
Pablo Milanés, Noel Nicola, que se habrán enterado comenzar el trabajo sobre el libro. Ahora estoy toman-
que lo perdimos ahora en Noviembre, un autor tan do apetito a eso porque estoy embarcado en el ajuste a
valioso como Pablo y Silvio. Ese disco Trópicos, tenía nivel de lo que yo tengo que aportar como informa-
dos partes, una con la trova, y otro con Chico Buarque ción a un libro sobre mí que escribió Mario Benedetti
traducido, en un intento de hacer llegar la letra. en el 74, que se va a actualizar porque terminaba cuan-
C.delT: ¿Qué clase de entrevistas son las que forman do yo empezaba el exilio, y llegará hasta la actualidad,
el Archivo de la Palabra? en que Uruguay vive un cambio de signo político muy
D.V: Bueno, hay muchas, de momento en la página importante, histórico, después de siglos con un cierto
web incluiremos cuarenta, entre las que cuentan las tipo de gobiernos hay un cambio de timón.
hechas a Atahualpa Yupanqui, Joan Manuel Serrat, Luego de que salga ese libro llegará el momento de que
Chico Buarque, Nicolás Guillén... aunque también me ponga a escribir yo, no quisiera que fuera sólo un
entrevisto muchas veces a personajes anónimos, y el libro de memorias, testimonio, sino que me gustaría
trabajo como entrevistador no se detiene, ahora viajo a también imaginar un poco, por lo que va a ser un libro
Barcelona, donde programé algún encuentro; la tarea mestizo.
continúa. Yo la llamo una suerte de curiosidad hacia
los que son compañeros de camino. No es un trabajo
fácil en muchas ocasiones, me tengo que desdoblar,
estoy haciendo la gira como cantante y me tengo que
escapar para programar una entrevista grabada, ahora
empiezo también a filmarlas, porque estoy haciendo
televisión y necesito el registro de imagen. Son entre-
vistas totalmente abiertas. Hay una actitud de sentarse,
mirarse a los ojos y empezar a hablar, no tengo ningún
esquema previo, siempre he funcionado de la manera
más abierta posible. En general trato de que las pre-
guntas tengan menos cantidad de palabras que las res-
puestas, no hace mucho no se quién me hizo una pre-
gunta larguísima y yo contesté "Si, claro".
A veces tengo un poquito el conflicto de que el can-

página 17
a pie de escena
Algunos dicen haberse dado cuenta del comienzo,
otros, por miedo, para no opinar, prefieren preguntarse
cómo pudo suceder. Los que vieron el principio hablan de
una gota brotando de una de las uñas de su mano dere-
Hadir en el Tábano cha, que brilló un momento y creció hasta anegar el dedo
y después la mano, mientras las cuerdas traían el ritmo de
Candiles bajo el agua un continente que bailaba al sur de nuestra noche.
Luego la gota, ya charco en la mano, trepó el brazo y
una señora murmuró madre mía, me vine sin paraguas,
pero nadie la escuchó. Tres cuerdas y diez dedos multipli-
cándose, chapoteando, recientes, ancestrales, y en las
mesas no podíamos entender cómo el agua se arremoli-
naba en su cara, ni de dónde traía tanto calor.
Ese hombre se está ahogando, quiso advertir la misma
mujer, pero era fácil comprender que estaba acostumbra-
do a que lo visiten las corrientes y casi nadie hubiese
huido si de una canción saltaba un pez, o un ángel, o un
animal con treinta bocas.
El sur se fue de a poco acercando, con las caderas
rojas, sedientas, rodeándonos en una danza que no para-
ba de nacer.
La señora buscó con el codo a su compañero y lo
encontró empapado.
Aquel hombre, el aire, la música, se habían hecho río;
y algunos, sin asombro, encendían cigarrillos y brillaban
bajo el agua.

Nelo Curti

página 18
humor
reseñas
tud si viajó por un cuento o un poema, ni hallará un
nombre para ponerle de sombrero a esa travesía entre
lo imposible y lo real... lo "real maravilloso", que decía
Lezama.
Cuando le preguntaron acerca de la relación entre
Paradiso y su obra previa, contestó: "Para llegar a mi
novela hubo necesidad de escribir mis ensayos y de
Un pez fuera del agua escribir mis poemas".
Su hermana, Eloísa Lezama Lima, deduce de esta
por Nelo Curti frase la sugerencia de seguir la misma trayectoria, leer
sus poemas, sus ensayos, y desembocar en Paradiso.
Creo que más bien la respuesta hace alusión al proce-
Cada instante so que le permitió alcanzar la dimensión de su gran
lleva un pez fuera del agua obra, y reunir allí, como animales dóciles, la nitidez y la
y lo único que me interesa demencia de sus trabajos anteriores.
es atraparlo En fin, que son recomendables unas vacaciones
J. L. Lima por Lezama, para volver a la rutina sin comprender la
simetría de los pasos, esperando que de los bolsillos
salgan golpes de viento y se despeinen los relojes.
¿Cómo diablos empiezo esto?
Datos biográficos
En 1966 Lezama publica... ¿no debería escribir
LEZAMA? Nació el 19 de diciembre de 1910 en el
Campamento de Columbia, en las proximidades de La
Paradiso es una novela en la que... ¿novela? Habana, donde su padre era coronel. Ya en la capital,
participa en los alzamientos estudiantiles contra la dic-
Llevo una hora ante el papel; de vez en cuando tadura de Machado y se matricula en Derecho. Desde
alargo el brazo, recojo el libro, lo hojeo, miro hacia 1929 hasta su muerte vive -primero con su madre y
otro lado, y lo escucho caer sobre la mesa. más tarde con su esposa- en una casa de la parte vieja
Afuera ya casi es verano, aunque ese es otro tema. de la ciudad. Tolerado a duras penas por el régimen,
sólo abandona la isla durante dos breves estancias en
Lo intento de nuevo: México y Jamaica. Poeta, ensayista y novelista. Fundó
Antes se absorbernos con su Paradiso, Lezama la revista Verbum y estuvo al frente de Orígenes, la
Lima advierte: "Digo esto para que los jóvenes insistan más importante de las revistas cubanas de literatura.
en lo que no comprenden, que vuelvan sobre lo que Murió el 9 de agosto de 1976.
no entienden, porque al final los ojos se abrirán ante
un mundo maravilloso". Es cierto. Al principio uno
entra en el libro de puntillas, tanteando entre los per-
sonajes y el delirio para evitar que la "realidad" -tan
terca, cumplidora- lo aleje para siempre de él. Luego, y
no me pregunten por qué, los lugares donde Cemí se
va chocando con la vida se tornan lo único posible.
No es una obra que se saque de la estantería y al
primer vistazo te clave el anzuelo. Hace falta, aunque
asuste a más de uno, dedicarle un tiempo, quitarle las
espinas, comerlas, abrir sus mil ventanas y dejar que
entre el sol, lo que haya de tormenta, y el mar golpe-
ando el malecón de La Habana donde los personajes
divagan a menudo.
Esa vuelta atrás sobre lo incomprendido se da más
de una vez, y en el "retroceso" se rescata siempre una
frase, alguna hebra de ese lenguaje selvático que en la
primera lectura quedó suelta.
Y es que Paradiso se pasea por los géneros, los
funde, y nadie al acabar un capítulo sabrá con exacti-

página 20
reseñas
Bibliografía

Poesía
Muerte de Narciso, La Habana, 1937.
Enemigo del rumor, La Habana, 1945.
Aventuras sigilosas, La Habana, 1949.
La fijeza, La Habana, 1949.
Dador, La Habana, 1960.
Fragmentos a su imán, La Habana, 1977.

Novelas
Paradiso, La Habana, 1966.
Oppiano Licario, La Habana, 1977.

Ensayos
Analecta en el reloj, La Habana, 1953.
La expresión americana, La Habana, 1957.
Tratados en La Habana, 1958.
La cantidad hechizada, La Habana, 1970.
Las eras imaginarias, Madrid, 1971.
Introducción a los vasos órficos, Barcelona, 1971.

página 21
reseñas

La batalla de Argel
por Juanma Agulles

Para conmemorar el 11 de septiembre de otra


manera, más allá de la morbosidad estúpida y apes-
tantemente ideológica de los medios de comunica-
ción, tuvimos la idea de juntar a algunos especimenes
del entorno tabanístico para ver La batalla de Argel.
Película de Gillo Pontecorvo, que en 1966, daba
cuenta de la lucha iniciada casi una década antes por
el FLN argelino contra el colonialismo francés.
Retrato de un tiempo convulso que aborda el
tema de la violencia política y el terrorismo con gran
profundidad y multitud de matices. Pontecorvo, acor-
damos, confirmaba algo que venimos sosteniendo
hace tiempo: la ficción (en este caso cinematográfica)
no está reñida con el testimonio histórico y, en último
término, con la toma de una postura política ante Sería imposible que alguna cadena de televisión
determinados acontecimientos. "occidental" hubiese programado La batalla de Argel
Las referencias literarias en este caso, fueron las precisamente en estas fechas. Y, sin embargo, nos
dos monumentales novelas de André Malraux: La con- pareció que era un muy buen comienzo para abordar
dición humana y La esperanza. Y, mucho más explícita, la discusión sobre la utilización de la violencia con
mucho más terrible, la obra de Frantz Fanon: Los fines políticos, los precios que se está dispuesto a
condenados de la tierra; libro que cualquier occidental pagar, si merece la pena perder la vida por una idea o
hoy no soportaría leer, al encontrar en sus páginas la matar por ella. Si el terrorismo no debiera ser única y
apología del atentado contra el colonizador y una jus- exclusivamente una opción radicalmente individual,
tificación lúcida y exhaustiva de la violencia política al estilo de Mateo Morral, por ejemplo; o si sólo el
del FLN en el contexto histórico en que nació. argumento de la fuerza -la progresión de un nuevo
¿Donde están este tipo de testimonios hoy? Hoy que imperialismo- define qué tipo de violencia es legítima.
el planeta sigue jalonado con guerras sangrientas. Tantas cosas que tienen que ver con esa "condi-
ción humana" de Malraux y que es a un tiempo his-
toria política y cosmovisión abarcadora de lo huma-
no.
La tarde de este once de septiembre, gracias a la
película de Pontecorvo, se nos fue en esas reflexio-
nes, y así, de alguna manera, escapamos a la retórica
patrioterista e imperial que masacraba desde cual-
quier poltrona mediática.
Al salir de un bar donde habíamos continuado la
charla, el camarero que barría el suelo -condicionado
por las imágenes de televisión que minutos antes
mostraban a Bush, en sobreactuado duelo, escuchan-
do su himno patrio- silbaba las notas de Barras y
estrellas con una inocencia tragicómica, mientras la
escoba seguía nuestros pasos al salir. Nos miramos ya
en la puerta: "…lo que íbamos diciendo: ¿no hay
atentados justificables?".
Gillo Pontecorvo

página 22
El Sótano

Tony Borrego
sótano
esquivando bocinas, gritos, la tarde huele, silba / pasa
sin mirarme al rostro, en la noche, que nos trajo vien-
to y aceras dormidas, siguió al otro día, en su casa, mi
país es un granizo inevitable, entre los juguetes de
Indira, en tus ojos, un bote sin remos, siguió, siguió,
siguió.
Así nos dimos cuenta, tras cuatro o cinco días con-
Charla en las esquinas, versando, riendo, de que nos habíamos encontrado; y
continuamos un rato, hasta que él se detuvo a comprar
por Nelo Curti una caja de cigarros y yo, distraído, di unos pasos de
más y cuando quise acordar ya estaba al otro lado, con
el mar golpeándome la espalda.
A esta casa le hace falta
un disparo de sol que desempolve el techo Tendría ahora que decir algo sobre su poesía; pero
Tony Borrego no, uno está ya tan cansado de palabrerías torpes -pre-
carias balanzas- persiguiendo la obra de cualquier tipo
Uno, dos, tres… seis meses queriendo decir algo, para colgarse de ella y justificar así el derroche de adje-
arrugando encabezamientos lamentables, y hasta ahora tivos estrambóticos tras los que se oculta -eso dicen-
nada. Porque hablar de Tony es hablar de La Habana, un hombre: un académico, para ser precisos.
y hablar de La Habana es hablar de tantas cosas. Allá De manera que vamos a dejar que los versos
parece que uno, más que conocerse con alguien, se hablen por su cuenta y volvamos al amigo, el que una
reencuentra, y el tipo al que preguntas al azar por algu- vez me dijo que si no fuera por la poesía se hubiese
na avenida se convierte en un segundo en el cómplice suicidado desde niño.
perfecto para combatir el eterno verano de la isla con Ya expliqué que el mar creció entre nuestra charla
ron y cigarros a la sombra de una nube. y ni siquiera pudimos -no supimos- inventar un adiós.
A Tony lo conocí en un balcón, charlando. Soltó Pero ahora, hace unos meses, un viento vino sucio
primero él unos versos, después yo otros, y él siguió, diciendo que él ya confundía lo amarillo con el barro,
como si recordase más de los que ha escrito, siguió y andaba por ahí, contándole a las calles lo que los
mientras el mediodía nos echaba del balcón, los pája- hombres se negaban a escuchar.
ros vuelan / cuando recuerdan la jaula, en el café, como Acá debo callarme. Dejo unos versos de camino
azogue, ciudad, ya te repartes, en medio de las avenidas, hacia los suyos.

no da sombra
Y no poder darle un manotazo al mar, porque se la comió
y alargar el brazo un insecto que pasaba,
y que el filo de los dedos llegue pero es triste
a la distancia de siempre, no saber darle un manotazo al mar
y entender y sumarnos a la charla de esos árboles,
que no alcanza. y convidarles un cigarro,
Ahora que me dicen duro parecer de espaldas
no los diarios, y quedarse horas mirando la corriente,
ni los altavoces y no poder gritar.
que te creció un mal pájaro en la frente Ahora que me cuentan
y vas confundiendo el desorden de tus cejas,
con serpientes las calles que se alargan. los cuadernos de cal,
Y acaso sea cierto tus pasos persiguiendo
que el árbol de ahí esas serpientes
es un niño despeinado que cambian de nombre
y el de más allá y no te quieren alejar.

página 24
sótano
Poemas

De Ovejas y D emonios

Decursar en utopías

Hay que llenar el tiempo (...)


Envejecemos más que nuestra cara
JLB

A veces miro al niño de ayer tarde


en la foto comida por ratones.
La impudicia me sube a borbotones
al silencio que trago por cobarde.

Cómo ser para siempre paso y huella


sin robarle al espejo una sonrisa.
Cómo después burlarme de la prisa
si se me va la vida en una estrella.

Pasé la adolescencia sin morada


y el viento me robó la candidez.
En el espejo escondo la vejez

y vivo sin mirarme en el espejo.


Quizás mi tiempo no se ponga viejo.
La vida es una muerte demorada.

Claustrofobia

Cuatro paredes y un fósforo.


Un hombre ya no sabe
si derrumbar las paredes
o soportar el fuego.

Mensaje II

Lo difícil no es que falte una puerta


una aldaba un lejano timbre
que denuncie los interiores

Malgastarse nervio a nervio no es lo difícil


pulmón al cuello contra los ecos de la vastedad
contra la propia carne. Lo difícil es
que no toquen a la puerta
o simplemente el eco no responda.

página 25
sótano
I
Como el guerrero que la noche amansa
así mi mano buscará su pecho,
su rincón oscuro.
Yo la miro doblarse sobre el campo,
pastorear la niebla de la incertidumbre.
La he visto yo medirse los tobillos
con sus lágrimas.
Para qué paz he dado yo este brazo,
de qué me sirven laureles o fanfarrias.
Ella no está, no sabe que he vencido
para que otros beban de mis odres.
Mi única victoria es que se acerque,
que olerla pueda yo en mi noche pálida,
que al solo hecho de tocar su rostro,
la guerra no sea cierta.

II
La tradición exige una ventana,
quizás tus manos sobre el picaporte,
un fondo que a lo lejos pudiera ser azul...
La realidad exige que no estás,
que de existir tus manos
no habría ventana, ni picaporte,
ni fondo parecido al mundo.
Eres de gris, de azogue, de lealtades.
Tu casa enfurecida no es la misma.
Tendremos que inventarle un patio, una ventana
para que viajes mientras vuelvo.
No eres de nadie. Cuando regrese
no estarás de gris, ni de violeta.
Todo lo que fuiste se fue con el verano.
Tus pies de musgos cubrirán los míos
y ya seremos el verde que faltaba,
la humedad propicia. La tradición
extiende su follaje
convirtiéndonos en otra realidad.

III
Si conociera quién te odia
o qué perfil oscuro te hace guiños
la puerta de tu casa haría pedazos,
La palabra familia, haría pedazos,
dolor, ausencia, todo y como naipes los pedazos sobre el aire.
Lluvia que no cura, pero alivia.
Contra la luz el vidrio es otra cosa,
la transparencia engaña, pero tú estás
del otro lado del cristal y no me ves.
Soy quien hace que camines, te detengas,
te zumben los oídos, yo, quien teme
a los tropiezos, a la victoria
de un día sobre otro.

página 26
sótano
De Últimas l etanías

Urdimbres a tu imagen

...y yo que no te vi de niña


y tú que de ágil pergamino
te desprendes, hasta mi techo.

Coronado, entonces, de cartón,


con trompetas de juguetes, rotas ya
porque la infancia rompe con violencia
las eternidades nimias. Hago de tu vuelo
una minucia de papel
cortado, para que sangre yo
de pulcro invierno, así te visten,
así perplejo por tu cercanía
sin acudir a jueces ni razones,
yo...

Ay niña que no tuve en la casa de los juegos,


cuánto de sal hubiese yo buscado
para tu cena de hojas. Árbol yo,
que te abrazaba en sombras
y me regaba en frutos, sobres los paños
que tú, entre cazuelas infantiles
darías a los tiznes que inventabas.

Aquel fuego aún burbuja cuando ansío


haber estado en su peligro leve.

En este fuego algo ardió que todavía humea


y no es el recuerdo de sus lenguas,
las amarillas y rojas,
las de cálido alzarse por la piel que fuimos.

Qué cercanía cuando añoro


la fiesta de tu nacimiento.

Qué sano aparece tu rostro en esas fotos


y qué insensible el fotógrafo de paso,
cuando te vio surgir desde la oscuridad del agua
y te miró con precios ya, porque valías
desde que el mundo es mundo
entre los hombres.

página 27
sótano
Arte pobre

Una pared, perdón, un túnel,


después un vecindario cruza el mar:
_ A-la-mar,
_ Al-amar { Voces que el océano confunde.
_ Ala-mar
Una pared, decía, redes sin peces
por donde vemos cómo crece el vecindario.
Al sur ya no se sabe, una pared, otra pared y otra
conforman un cuadrado.

II

Los comediantes comen, antes, bebían.


Disipan la humildad con su arrogancia, digamos
que juegan a ser pobres
y el hombre pobre, pobre, pobre... La oscuridad,
la raza que no entiendo, a veces, entiendo, a medias...
Lo que dicen viene envuelto en un papel mojado
que ya no es limpio, digamos, fue un mantel
donde otra raza comió sin entender la noche.

III

Los comediantes hablan


y el mundo afuera se congela. Parece
que hace frío. Se miran, te miran con palabras,
con qué silencios flotan.

IV

He visto un corcho navegar sin rumbo,


lo he visto y eso basta. Floto,
con la vergüenza de vivir me hago una barca
y al-mar, grito: Ala, mar, ala es lo que pido.
El alambrado público me tienta a imaginar
la muerte. ¿Sabrán los comediantes de
la muerte?

Cuando crezcan, es decir,


cuando sean más pobres, el túnel será ancho
y las paredes más gruesas y el cuadrado perfecto.
Si renuncian al mar, a-la-mar,
con qué se quedan, con qué flotan,
con qué silencio has de mirarlos,
con qué asombro, con qué azul.

página 28
sótano
Lápida

Soy un hombre solo


un solo infierno.

De mí parten los ríos,


los cauces que dividen
las manos de los hombres.

Soy yo la soledad,
el efecto casual del abandono.

Ante un ojo fui nacido


y mi atributo es la carne.

Yo, el juicio, la penumbra y mi futuro.

Me juzgaré en silencio,
en tal mutismo
que ni mis huesos conocerán el veredicto.

Ah, cuerpo, patria de códigos y sangre,


andamio de pobreza inaccesible.

Llévame tú a figurar entre inmortales,


esta es la geografía de mis venas, èste
el mapa de mis ambiciones.

Tú y yo vislumbraremos tierra,
tierra firme y sin idiomas todavía,
la tierra prometida de los hombres.

Más allá de la tristeza está el exilio.


Ah, cuerpo, exiliado cuerpo,
que tu destino sea
la cuantía menor de soledad.

Si me desprendo, si alguna vez


profanan nuestra alianza
te buscaré en el polvo de los días,
revisaré miseria por miseria,
calenda por calenda
y en un pequeño claro
haré que te levantes, que te despegues de los muertos,
que te sacudas aquel gusano que te calla.

Ah, carne, cáscara legada a los insectos,


aún me sirves cuando siento ese puñal
o aquella lejanía.

Aún me pertenecen tus acciones


sabiendo que después seré un enigma
y tú la soledad, tu propio exilio. Tony Borrego con Nelo Curti en la Habana

página 29
sótano
Conversación con uno

A Lino Verdecia

Sangra el mar por una herida azul


y uno maniatado, viendo cómo sangra el mar
con esa lenta procesión de espumas.

Y se detiene uno frente al mar


y contenido por el miedo
le da la espalda.

Detrás quedó su sangre,


extinta sangre que nos llama.

Y uno siente al mar, quejarse,


y se retuerce uno
y no se vuelve.

De estos tiempos (Versión)

Qué diferente el corazón del pan


aunque sangre de un horno los anime.

La harina en su tersura canta y gime


como polvo de osarios. Hallarán
entre la masa inerte, cierto afán
como una vieja alianza que redime
la mano y el aceite, los exime
de bondades, horrores que vendrán :

Horror de la migaja en ojo ajeno


que te alienta y alivia y aligera
la angustia que germina en el centeno.

Trigales y centenos, amasijos


del corazón expuesto en la vidriera,
a la intemperie de mis ojos fijos. Tony Borrego con Nelo Curti
unas horas más tarde

Antonio Rogelio Borrego Aguilera. Las Tunas, Cuba. 1962.


Licenciado en Dirección Artística de los Medios Audiovisuales en el Instituto Superior de Arte
de La Habana. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. (UNEAC)
Ha publicado: Doy gracias a Dios de ser ateo, Terrenal, Diapositivas, Juegos lunares y Juanillo.
Actualmente reside en La Habana, donde está por publicar De ovejas y demonios.

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Literatura de altos vuelos

Soy copista, reviso textos, los modifico, aconsejo


imágenes novedosas a los incautos que se acercan.
Mire, ahí tengo la oficina, la puerta rasguñada, la ve?
Claro, la veía, si hace unos meses fui yo uno de esos
incautos. El no parecía recordarlo, tal vez lo haría si
dejara de mirar por la ventana y nos encontráramos las
caras. Pero cuando dejaba el paisaje a través de la
pequeña transparencia, sólo atendía con paciencia a su
boleto; después de mojar la pluma con la lengua, gara-
batos donde le entraban letras a esa pobre autoridad de
nuestro transporte urbano.
Sabe, hace un tiempo vino un muchacho con este cirulitos?,a mí se
libro; leyó una frase estupenda, le recomendé un cam- me caen las lágrimas,
bio imposible y lo seguí, no sé por qué, me produjo es tan hermoso; y no
curiosidad. No lo va a creer, se subió a un ómnibus y se piense que cualquier
recorridas unas cuantas calles tira el libro por la puer- cosa me humedece la jeta,
ta. Me bajé y allá me fui a buscarlo. Mire, el título lo no señor, a mí los cinco
dice todo: Arráncame la vida. metros cuadrados de oficina
No me dice demasiado. y oscuridad me han apaleado
Bueno, tal vez no. Pero lo que hace Mastretta es genial; de lo lindo.
pone a una muchacha oprimida por un marido de mu- No lo sé señor, no toque, no toque. Para empezar
cho poder, le hace decir barbaridades por dentro y le voy a decir que no fue ese el libro que tiré, y usted
tener alguna aventurita que su opresor sutilmente fina- lo sabe. Con qué derecho viene a restregarme las lec-
liza con un soberano asesinato, mientras tanto ella turas en que estoy metido.
esconde mucho, y lo curioso es que no sé que escon- Me está confundiendo con otro, buen hombre,
de, porque lo que es pensar, no piensa nada. Después pero si tiene la culpa tan metida, como copista que
de lo que hizo por la literatura una Woolf, vienen estas ejerce le puedo confiar esto: doña Mastretta es buena,
feministas con la careta torcida y nos hacen volver cien y a usted lo quiere, insista por ese lado. ¿Me hace un
años atrás. ¿A usted no le emociona presenciar estos favor? Dígale al conductor que pare.

Frases que nos ayudan a seguir viviendo


"Perdona, yo no soy inculto, soy ignorante"
(Germán Yujnovsky, pintor figurativo)

"¿Por qué hacemos todo esto?"


(Nahuel ,4 años; durante el parto de éste número)

"Falta una frase ingeniosa para cerrar el número: ahora invento una"
(Pedro Coiro, redactor en servicios mínimos)

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