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La proliferación excesiva de niños ”llamados” hiperactivos ha puesto de actualidad una

preocupación importante de padres y educadores sobre este tema, de tal manera que un trastorno
como es la hiperactividad se ha socializado y se ha convertido en un comentario de corrillo, en un
tema de fácil valoración y una forma de poner un cartelito de definición personal a aquellos niños
que no entendemos.

En mi opinión, todo ello es consecuencia de un fenómeno social ampliamente extendido entre la


población del que no escapamos ni los padres ni los educadores. Cada vez soportamos menos la
conducta irregular. Nos gustan los niños despiertos, curiosos, experimentadores del universo que
les rodea, pero eso sí... hasta un cierto límite, fuera del cual nos incomodan y nos hacen sentir
insatisfechos.

Cuando el niño no se ajusta a nuestras expectativas, al no entender lo que está ocurriendo,


definimos al hijo o al alumno con palabras (más bien conceptos) que nos ayudan a encuadrar la
situación y nos dan una falsa sensación de tranquilidad.

Más que definir una entidad clínica, cuando a veces hablamos de que un niño es hiperactivo
hablamos de nuestro estado anímico personal, de lo que nos cuesta soportar al hijo inquieto que
llama constantemente la atención o al alumno que nos obliga a dedicarle más tiempo. Podemos
olvidar que los motivos por los que un niño no atiende o no se concentra son muchos: cansancio,
aburrimiento, tareas demasiado largas para su edad, inmadurez... Y que su desobediencia puede
ser debida también a que no entiende las instrucciones.

Los padres en general no estamos preparados para contener un hijo inquieto. Los horarios
laborales, las prisas, la escasa tolerancia a la conducta desobediente fomenta en muchos casos
una ruptura emotiva de las relaciones padres-hijos, creando un círculo vicioso de nervios e
irritación que refuerza precisamente las conductas que queremos evitar.

Muchos niños medicados y tratados como hiperactivos en realidad lo son porque entran en este
perfil de niño inquieto, distraído, que nos obliga, que nos hace sentir la necesidad de implicarnos y
de gastar energía, que nos complica la vida cuanto queremos que ésta, tanto en el ámbito familiar
como escolar, sea tranquila. Quizás deberíamos reflexionar más sobre las dificultades para educar
en el día a día, la falta de pautas claras en la educación familiar, la pérdida de valores en la
formación académica antes que proyectar sobre los niños nuestro propio cansancio o ignorancia.

Muchas veces tenemos en casa un niño sobreactivo (no hiperactivo), es decir, con exceso de
movimiento pero que con una adecuada contención es capaz de controlarse, atender y seguir las
pautas y hábitos de los padres y del colegio. La enseñanza del autocontrol en nuestros hijos es un
objetivo de los primeros años de vida en la familia; de ahí que estén apareciendo en estos últimos
años niños con falta de hábitos y de ritmos estables de vida, que pasan por hiperactivos cuando en
realidad son fruto de una escasa atención a sus necesidades educativas y afectivas.

Podemos considerar entonces la aparición de niños con hiperactividad ambiental, que no es lo


mismo que la hiperactividad clínicamente hablando.

¿ Y en la escuela?.

Hoy en día la escuela no responde generalmente a las necesidades educativas y de crecimiento de


los alumnos. Para dar clase necesitamos niños sentados, escuchando largas explicaciones, con
objetivos académicos densos, dando escasa importancia a la vivencia, experimentación y tiempo
de descubrimiento donde el alumno sea el objetivo no los contenidos.

Muchos alumnos no encajan en este perfil, se cansan, se aburren y una forma de manifestarlo
sobre todo en edades tempranas ( hasta los 8 años) es moverse, distraerse y llamar la atención.

No todos estos niños son hiperactivos y con déficit de atención. Simplemente reflejan una forma de
“dar las clases”, una pedagogía que no estimula ni activa la atención selectiva de los alumnos y en
consecuencia se mueven demasiado, hablan, creando conflictos entre ellos. El maestro con gran
número de niños en la clase y con la presión de cumplir la programación pierde su capacidad
perceptiva y de selección de aquellos alumnos con necesidades educativas especiales, metiendo
en el mismo saco al niño hiperactivo y a aquel que no lo es.

Ser sobreactivo es una situación muy corriente que solo nos dice que existe un exceso de
movimiento, diferente del fenómeno hiperactivo, que es una entidad clínica, un trastorno grave,
con múltiples repercusiones en todos los ámbitos donde se mueve el niño.

En esta situación, a muchas familias se les abre la esperanza a través de una pócima maravillosa
que lo cura todo. Es la famosa pastillita que, dada a un determinado número de niños y en
situaciones concretas, permiten solucionar la conducta de un niño inquieto.

Es cierto que esta medicación ha ayudado a muchos niños, clínicamente diagnosticados como
hiperactivos, a superar las barreras que le separaban de una relación normal con sus padres, con
sus compañeros de clase, con su maestros y consigo mismos, teniendo al mismo tiempo una
atención personalizada y un seguimiento multiprofesional adecuado.

Pero hay que ir con cuidado. El abuso indiscriminado de esta medicación, sin pruebas clínicas
adecuadas (electroencefalograma, mapa de actividad cerebral, cartografía...) junto con un escaso
seguimiento individual, familiar y escolar, la han convertido para muchos padres y maestros en una
pócima mágica que libera de las tensiones y de la responsabilidad de implicarnos y de buscar otras
soluciones que no sean las de dar solo una medicación.

Por ello, lo primero y más importante es saber si existen unos determinantes, unos signos que nos
puedan acercar a una detección precoz, una orientación especializada en estos temas antes de
que denominemos a nuestro hijo con tanta ligereza de hiperactivo.

La hiperactividad ambiental se trata de forma educativa, la hiperactividad clínica, la verdadera


hiperactividad, exige un diagnóstico neurológico, psicológico y escolar y por tanto una intervención
en todos los ámbitos donde el niño vive y se desarrolla diariamente.

Todos los que estamos en la Educación Universitaria, debemos considerar los siguientes
principios:

1. El ser humano es un ente pedagógico (andragógico), por ser el único capaz de aprender y
enseñar, expresado en su capacidad de saber conocer, de saber hacer, saber aprender, de
emprender, de vivir juntos y aprender a ser, comprendiendo, sistematizando, construyendo e
innovando

2. El fin último de todo proceso educativo es el Desarrollo Humano. De la totalidad del ser. Visión
holística.

3. Todo Desarrollo Humano o aprendizaje es un proceso pedagógico y no un producto,

4. Para la educación universitaria el Ser Humano es su principal ocupación y el entorno los


intermediarios e instrumentos para su desarrollo.

5. La educación debe facilitar la sistematización y la comprensión del entorno concreto y abstracto.

6. Aprender implica un proceso de interacción, reconstrucción, comprensión, innovación,


sistematización, operativización y transferencia de la información.

7. Cada ser humano aprende en forma singular o particular.

8. Toda experiencia sistemática de enseñanza – aprendizaje es una acción educativa.

9. Toda acción educativa es siempre una acción terapéutica.

10. A mayor calidad y cantidad de experiencias de aprendizaje del estudiante, mayor y mejor la
calidad del desarrollo humano.

11. El desarrollo humano, en su crecimiento y evolución, interactúa permanentemente con las


experiencias de aprendizaje y con las estructuras pedagógicas.

12. En cada experiencia de aprendizaje el ser humano se desarrolla globalmente (visión holística),
reconstruyendo, recomponiendo, evolucionando, reorganizando y creciendo en todas las
subestructuras pedagógicas, expuestas en la acción, como el cognitivo (pensamiento lógico
matemático), el social (relación interpersonal), el afectivo, el lenguaje (verbal-lingüístico), el
psicomotriz (corporal-cinético), el volitivo, el valorativo, el creativo, musical-rítmico, el
neuropedagógico, que interactúan permanentemente y orientan globalmente la acción humana.

13. En todo proceso de aprendizaje la persona interviene con la totalidad de sus estructuras
pedagógicas de forma global u holística. Enfatizándose en estructuras funcionalmente relevantes.

14. Cada etapa (momento) o edad pedagógica contiene estructuras y subestructuras pedagógicas
que orientan la forma y nivel de interacción con su entorno, permitiendo la persona entender,
comprender, innovar, aprender de una manera particular, al mismo tiempo es influido por las
experiencias, posibilitando su complejización, crecimiento y desarrollo humano.

15. La edad pedagógica es el criterio científico que permite establecer el nivel de capacidad de
procesamiento de la información, su comprensión, calidad de aprendizaje y forma de interacción
del ser humano con su entorno, en un momento determinado de su vida. Es el criterio fundamental
de carácter pedagógico cuando ingresa al sistema educativo y no la edad cronológica.

16. Cada experiencia de aprendizaje permite que la intervención de las estructuras pedagógicas
estén expuestas para interaccionar internamente y externamente, generando reestructuraciones
complejas hacia el desarrollo pedagógico (humano) de la persona.

17. Cada estudiante aprende conforme a su ritmo de aprendizaje, lo que le permite entender,
interactuar, aprender y reconstruir de forma autorregulada en el tiempo y automodulada en su
intensidad.

18. El ritmo de aprendizaje está determinado por la calidad y cantidad de interacción de las
estructuras pedagógicas y la información expuestas y procesadas en las experiencias educativas.

19. A mayor y mejor interacción didáctica de la persona con su entorno concreto y abstracto, mayor
y mejor el ritmo de aprendizaje.

20. Es posible incrementar el ritmo de aprendizaje generando más interacciones, con mejores
experiencias de aprendizaje, construidas conjuntamente por el educador y los universitarios.

21. Todo estudiante aprende mejor en interacción total con su entorno: con sus pares
(compañeros), con el educador (expertos), con el objeto de estudio (contenidos curriculares), con la
sociedad (instituciones) y en su cultura (valores).

22. Cada estudiante rinde académicamente de acuerdo a su comprensión, orientado por la edad
pedagógica, su ritmo de aprendizaje y modalidad de interacción educativa.

23. En educación el desarrollo humano, mediatizado por las estructuras pedagógicas, en una
acción educativa puede ser acelerada, pero no pueden ser obviadas ninguna de sus etapas
pedagógicas.

24. La persona aprende mejor cuando el reconoce su capacidad y es reconocido por su capacidad.

25. El aprendizaje y el desarrollo de las estructuras pedagógicas son óptimas cuando las
experiencias y los espacios de aprendizaje son significativos, relevantes y tienen sentido.

26. Son significativas y relevantes las experiencias de aprendizaje cuando responden a su cultura,
necesidades de formación, intereses de aprendizaje y permiten el crecimiento o desarrollo de las
estructuras pedagógicas.

27. Todo espacio de aprendizaje debe tener el marco de una pedagogía no traumática y cada
experiencia de aprendizaje debe ser dentro de un ambiente y clima de emociones positivas.
Espacio de aprendizaje es todo (cualquier) lugar donde el estudiante pueda interactuar y procesar
información como parte de una actividad educativa.

28. Se interfiere con el aprendizaje cuando alguien impide la interacción de los estudiantes con su
entorno.

29. Los procesos sistemáticos y permanentes de autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación


de los estudiantes son siempre acciones educativas.

30. La excelencia y calidad de los recursos humanos formados (profesionales), está sustentada
prioritariamente en el proceso de formación y no exclusivamente en el proceso de evaluación.

31. Las competencias profesionales: actitudes positivas, valores humanizados, voluntades


orientadas, conocimientos sistematizados, habilidades psicomotoras, relaciones sociales, lenguaje
semantizado y creatividad; son manifestaciones del proceso de la educación permanente y
continua.
32. La educación universitaria como sistema, debe desarrollar la totalidad de las estructuras
pedagógicas, principalmente la creatividad, mediatizados por la innovación e imaginación, dirigidos
a la resolución de problemas nuevos.

33. La educación universitaria como “fenómeno pedagógico” permite y facilita que el estudiante
procese y reconstruya la información, culminando en su organización, sistematización y
operativización. El aprendizaje es mediatizado por la interacción de las estructuras pedagógicas en
un proceso interpersonal e intrapersonal.

34. La totalidad de la Organización Pedagógica Universitaria responde a la epistemología


pedagógica que manejamos y al modelo de Desarrollo Humano que buscamos.

35. Los contenidos curriculares son determinados por el sentido de la cultura, los fines de la
sociedad, necesidades e intereses de aprendizaje, el perfil profesional y el desarrollo de las
estructuras pedagógicas de los estudiantes.

36. El proceso educativo no sistemático y no intencional (incidental), es siempre un fenómeno


social, por estar determinado por el libre albedrío de las personas y orientado por la dinámica social
y sus leyes sociales.

37. La educación como fenómeno social o no científica dilata la sistematización de la información


producida por la comunidad.

38. El proceso educativo sistemático e intencional es siempre un fenómeno Pedagógico, científico


y consciente, por ejecutarse en base a criterios y leyes de las ciencias de la educación y está
mediado por una relación humana.

39. Cada estudiante debe ser evaluado dentro del mismo marco didáctico-metodológico de sus
experiencias de aprendizaje; lo contrario es antipedagógico y va en detrimento de él.

40. En todo proceso educativo se debe evaluar en el estudiante lo que se desarrolla de las
estructuras pedagógicas, observable en el procesamiento de la información, la forma de
sistematización, su operativización y forma de transferencia del aprendizaje.

41. En educación todo error didáctico o metodológico genera secuelas pedagógicas a corto o
mediano plazo, expresadas en un bajo rendimiento de la persona, ya sea en el ámbito académico
(o escolar), familiar, social o laboral, que puede ser de carácter general o específico, temporal o
permanente.

42. En Pedagogía Clínica la terapia o intervención en los trastornos del desarrollo, disfunciones,
dificultades de aprendizaje debe estar dirigida a las estructuras pedagógicas con el fin de posibilitar
y habilitar su desarrollo humano autónomo.

43. Los trastornos del desarrollo, disfunciones, dificultades de aprendizaje deben estar orientados y
tratados por el equipo profesional multidisciplinario dentro del modelo pedagógico

44. Es “educador interino” quien no utiliza las leyes de las ciencias de la educación para producir
aprendizaje y para desarrollar las estructuras pedagógicas de la persona.

Información para padres y maestros


Problemas de aprendizaje
por Adriana Angilella de Hernández

1. ¿QUÉ ES O QUÉ PASA CON LOS NIÑOS? :


En muchísimas ocasiones escuchamos que se describe a los niños como: "muy inquieto", "se
distrae fácilmente", "no pone atención", "no estudia lo suficiente", "no se concentra"; o incluso
expresiones más fuertes como: "es muy burro", "es flojo" o bien "la maestra no le hace caso", "la
maestra no sabe enseñar", "es demasiado estricta", "le tiene mala voluntad" y así por el estilo.

Los padres de los niños que tienen problemas escolares se sienten extremadamente preocupados
y desilusionados. Los médicos, terapeutas y maestros saben que hay muchas causas para los
fracasos académicos y que una de las más comunes son los trastornos del aprendizaje. Un niño
con un problema en el aprendizaje es por lo general muy inteligente, que trata de seguir las
instrucciones, de concentrarse y de tener buen comportamiento en la casa y la escuela. Sin
embargo, no domina las tareas escolares y comienza a rezagarse.

Algunos de estos niños tienen dificultad en permanecer quietos o prestar atención. La incapacidad
para concentrarse o un problema de hiperquinesia (están en movimiento continuo, mueven pies,
brazos, cabeza constantemente, se levantan continuamente de su lugar, etc.), o algún tipo de
dislexia: dislalia, disgrafia, discalculia... le impiden realizar correctamente ciertas funciones del
lenguaje verbal, escrito o matemático y les están provocando un bajo rendimiento escolar.

Recientemente se ha encontrado que la dislexia no es más que un leve "corto circuito" dentro del
cerebro. En los Estados Unidos, se realizaron investigaciones y llegaron a la conclusión de que "la
porción del cerebro necesaria para la lectura, no funciona apropiadamente en los niños con
dislexia". Básicamente, los disléxicos tienen problemas para relacionar las palabras escritas y los
sonidos.

Se considera que los problemas de aprendizaje son causados por una dificultad del sistema
nervioso que afecta la captación, elaboración o comunicación de información. Algunos de estos
niños son hiperactivos y distraídos con un lapso de atención corto.

Estos niños pueden ser ayudados, pero que si su condición no se detecta y se trata a tiempo, el
problema puede aumentar y complicarse rápidamente. Un niño que en la escuela primaria y no
aprende a sumar, al llegar a la escuela superior, no podrá entender álgebra. El niño que trata de
aprender con gran esfuerzo se frustrará progresivamente y desarrollará problemas emocionales
como una pobre autoestima, resultado de los fracasos repetidos.

Algunos niños con problemas de aprendizaje pueden presentar también problemas de conducta, ya
que prefieren lucir "malos" en vez de "estúpidos o brutos". Los padres deben de conocer las
señales que con mayor frecuencia indican problemas de aprendizaje en su niño.

2. PASOS A SEGUIR Y UN BUEN TRATAMIENTO:

Lo primero es DETECTAR EL PROBLEMA. Si el niño no rinde en la escuela, si tiene bajas


calificaciones o no aprende al ritmo normal del grupo, es importante observar su conducta y eso lo
detecta generalmente el maestro que es quien lo observa durante las horas de clase. También los
padres DEBEN OBSERVAR al niño en su comportamiento general cuando hace la tarea, en sus
relaciones con los hermanos o con otros niños, etc. No debemos pensar que son cosas que se
quitan con el tiempo o que "yo también a su edad..." o "es igualito a su papá...". Es importante tener
una impresión diagnóstica y tomar las medidas necesarias.

Las razones del bajo rendimiento escolar, son muy numerosas y van desde problemas de visión,
que se corrigen con una visita al oftalmólogo y un par de anteojos, pasando por problemas
auditivos hasta problemas de índole neurológica o psicológica de mayor o menor intensidad.

Si el niño no ve bien, no es fácil que él se dé cuenta del problema porque puede creer que todo
mundo ve igual que él. ¿Cómo hacer entonces? Pues observando si se acerca mucho al papel al
escribir o si no distingue con claridad los letreros en la calle. Llevarlo al médico para una revisión
puede eliminar el problema. Si es del oído, observar si le sube mucho el volumen a la T.V. o al
radio, si parece no escuchar bien lo que le decimos o si no entiende claramente lo que se le indica.
Una audiometría puede decirnos lo que pasa.

Por otro lado, si vemos que el niño no logra leer correctamente, que invierte las letras o las sílabas,
que escribe la /d/ como /b/ la /p/ como /q/ o la /m/ como /n/; confunde 25 con 52, "la" por "al" u, "on"
por "no". Tiene dificultad en distinguir entre la derecha y la izquierda. Si tiene problemas en la
pronunciación de ciertos fonemas como la /r/, /s/, /l/; si no hace las pausas de la lectura en el lugar
correcto; si empieza a leer bien pero a medida que sigue leyendo, se empieza a equivocar cada
vez más, el problema puede tener los más diversos orígenes, algunos tan sencillos como el no
saber respirar correctamente: al respirar mal, el niño va entrando en ansiedad y el temor que siente
a equivocarse, lo hace cometer más errores lo cual aumenta la ansiedad. La inseguridad o una
baja autoestima también causan ansiedad y uno de los síntomas de esa ansiedad en una mala
respiración.

Todos estos problemas han existido siempre pero antes no se conocían bien y simplemente a los
niños, se les regañaba y se les etiquetaba como "burros". Actualmente existen estas
especialidades como la Neurolingüística que nos ayuda a detectar estos problemas, a
diagnosticarlos y a proporcionar la terapia adecuada para su solución.

Básicamente debe prestarse atención a los siguientes puntos clave:

Dificultad en atender o seguir instrucciones.


Incapacidad para recordar lo que se le acaba de decir.
Fracasos académicos como consecuencia del poco dominio de destrezas de la lectura, escritura y
aritmética.
Dificultad en distinguir cuestiones de lateralidad y algunas letras.
Defectos en coordinación: cuando camina, en los deportes, en actividades manuales sencillas
como sostener un lápiz, amarrarse los zapatos o hacer un lazo.
Pierde o se extravían sus tareas, libros, cuadernos y otros materiales.

3. VALORACIONES: apoyos de otros especialistas

El diagnóstico de éstos problemas de aprendizaje se lleva a cabo mediante una VALORACIÓN que
consiste en una serie de pruebas para determinar tanto la capacidad intelectual como el grado de
madurez neurológica. Hay pruebas para conocer la coordinación viso-motora, la coordinación fina y
gruesa, la percepción visual y auditiva, las relaciones espaciales, la constancia perceptual etc. La
realización de estas pruebas se lleva a cabo en varias sesiones, lo que depende también de la
velocidad con que el niño las realice, pues en general, los niños pequeños o los hiperactivos no se
logran concentrar más que nos pocos minutos. Ya con todos los resultados, se elabora una
impresión diagnóstica y se sugiere la o las terapias que serán necesarias.

Si los problemas tienen un origen neurológico por daño cerebral se menciona esto para que el niño
sea atendido por un NEURÓLOGO que determine la dimensión del daño y de su diagnóstico. Él
indicará qué áreas son susceptibles de mejorar y hasta qué punto y entonces, ya en conjunto se
podrá proporcionar la terapia más adecuada. En ciertas ocasiones, recetará medicamentos cuando
es necesario controlar la impulsividad o hiperactividad.

Es también importante mencionar que muchos de estos problemas de aprendizaje tienen un origen
psicológico: niños que viven bajo tensiones psicológicas fuerte como los hijos de padres
divorciados, o niños maltratados, agredidos física o verbalmente o con cualquier tipo de problemas
emocionales que están afectando su rendimiento escolar. En estos casos es necesario recurrir al
psicólogo, porque nosotros, como terapeutas de lenguaje no podemos proporcionar toda la ayuda
que estos niños necesitan pero si junto con el Psicólogo que atiende los problemas emocionales, la
contribución de nosotros es importante en el área del rendimiento y ambas cosas se complementan
pues la ayuda de PSICÓLOGOS o PSIQUIATRAS con medicamentos específicos y también
neurológica, mejora la situación emocional y la terapia de aprendizaje mejora el rendimiento, lo que
contribuye también a una sensación general de mejoría y a la estabilidad emocional del niño.

4. IMPORTANTE DETECCIÓN A TIEMPO: el papel de los maestros

Lo más importante en esto es la detección temprana del problema. Mientras más pequeño sea el
niño, mejores son las posibilidades de recuperación. Si se deja pasar el tiempo pensando que va a
mejora cuando sea mayor, cometemos un grave error porque estos problemas se acentúan en
años posteriores. NO MEJORAN CON LA EDAD, al contrario. En cambio, tratados a tiempo, los
resultados son excelentes y se obtienen más rápidamente.

Los problemas de aprendizaje se van a reflejar en la conducta general del niño: se puede volver
retraído, introvertido, tímido, inseguro, agresivo. El bajo rendimiento escolar lo hará sentir incapaz,
tonto, en desventaja ante los compañeros que parecen aprender más fácilmente o que parecen, no
son, más inteligentes. El niño causará problemas en el grupo y pondrá a prueba la paciencia del
maestro que tiene que atender a 20 o 30 o más niños y no puede proporcionarle atención especial.
El niño reprobará una o más materias o tal vez incluso el año porque no lee o escribe bien o no se
concentra lo suficiente y eso afectará su personalidad en forma determinante.

Por el contrario, la atención de estos problemas y la terapia adecuada se reflejarán en una mejor
conducta personal y de grupo. El niño adquirirá seguridad, se reforzará su autoestima, mejorarán
las relaciones con sus compañeros y esto redundará en un progreso general. Los resultados de
una buena terapia son realmente notables.

Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que la terapia no es magia. La mejoría no se da
de la noche a la mañana y la COLABORACIÓN de padres, médicos y maestros junto con el
terapeuta es indispensable. No se trata de llevar al niño 2 o 3 veces a la terapia y pensar que ahí
se resuelve todo. Al aceptar que el niño asista a la terapia, es necesario confiar que el terapeuta
hará lo más conveniente para el niño pero también hay que colaborar con las indicaciones que éste
les dé para trabajar en la casa o en la escuela reforzando así lo que se hace en la terapia.
5. DE QUÉ SE TRATA UNA TERAPIA:

La terapia consiste básicamente en JUEGOS porque el juego es la forma en que el niño aprende
más fácilmente. A veces los padres desconfían de estas terapias y de los resultados pero con
juegos programados, ejercicios específicos, estableciendo premios y recompensas (estrellitas,
puntos,...) es como se van reforzando las conductas positivas. A veces los padres consideran que
la terapia es muy larga, les cansa tener que llevar a los niños 2 o más veces por semana a la
terapia, ésta interfiere con sus actividades personales, en fin, hay todo tipo de objeciones pero a
esto hay que responder que el resultado final va a reflejarse en toda la vida del niño, en su juventud
en su edad adulta.
Las terapias le facilitarán las cosas cuando llegue a la secundaria y a los estudios superiores; le
ayudarán y mejorarán también su vida emocional y sus relaciones interpersonales.

UN NIÑO SEGURO DE SÍ MISMO, CON BUENA AUTOESTIMA ES SIEMPRE UN TRIUNFADOR


Y ES TAREA DE LOS PADRES HACER QUE LOS HIJOS SEAN TRIUNFADORES EN SU VIDA,
EN SU PROFESIÓN EN SU ACTITUD ANTE EL MUNDO.

Nuestro trabajo como Terapeutas de Aprendizaje y Lenguaje Infantil es contribuir con nuestros
conocimientos a este resultado final de los chicos. Ayudar a los padres y maestros a obtener lo
mejor de sus hijos y alumnos; a maximizar el rendimiento de cada niño y ayudarlos a descubrir y a
ejercitar su potencial en la forma más positiva.

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