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5 SALVADOR BENESDRA a | EI traductor Salvador Benesdra EL TRADUCTOR ry EDICIONES DE LA FLOR ‘Tapa: Santiago Fuentes, segin diseno original de Patricia Jastrecbski (© 1098 by Bilciones de la Flor SLL. Gorriti 3695, 1172 Buenos Aives, Argentina Hecho el depdsito que dispone la ley 11.723, Impreso en Argentina Printed in Argentina ISBN 950-515-164-0 Capirun ‘Me dije que tal vex era cierto después de todo que las ideologias estan muertas; me regodee mirando por la ven tana del har eémo el sl caliente de le primavera de Bue: hos Aires comenzaba a fundir todas las convieciones del Invierno, Sespechaba por primera vez que podia haber un placer en el vertige de otar en ese ealdo uniforme que se hhabia aduenado hacia tiempo de todos los espacios del planeta, El sol voleaba su fiesta de distinciones sobre to- {40s los objetos de esa exquina, pero yo sentia que por to- fdas partes estaba drenando una noche gris de gatos u vversalmente pardos, una apoteosis de la indiferenciacion ‘que por primera vez no lograba despertarme miedo, Bmpect a jagar con esas sensaciones. Me imaginaba que no s6lo habia eaido el Muro de Berlin, y podia desa- parecer la URSS, y con ella a izquierda viet y In iz ‘quierda verduga, sino que el sol mismo se habia puesto a transgredir sus propias normas. Se prende y se apaga, se prende y se apage, Ya titila come una limpara descom- puesta, como los juegos de luces de las diseotecas. Los cir- ‘uites del planeta se excitan eon la altornancia, se reea- Tientan. Batsn por reventar en una eyaculacién final ‘—Perdén, lo molesto? —Hstamos trayendo el mensaje del Sefior a todas las lmas que busean la salvacién Si no le molesta le aconsejaria que lea estos textos 1 sagrados, Sélo el Senor nos ayuda euando estatnas en un momento de angustia. Sélo cuando sus manos depositaron con wn gesto ines peradamente femenino lo felletos protestantes sobre la ‘mesa del bar me di venta de que era una mujer, Tal vez tuna adolescente, Sas rasgos ligeramente sindiados me {mpedian caleular su edad y el pelo vielentamente esti do hacia la cola de caballo remataba eon su traje de chi ppacrios de previneia una imagen tantas veces vista en Ia ‘area proseitista voleada por las geetas provestanter so bre la ciudad que no reparé en su femineidad cuando en {16 con otros eorreligionarios en el har. Ahora me miraba con el gesto severo de Tos predicadores. Si venta a eonso lar angustias, disimulaba muy bien su piedad. Tampoco tenia yo la desolacién que ella estaba buscando. Pero aho: ra que habia advertido que era una mujer, sabia que no na a poder evitar dedicerme concienzudamente ala tarea imposible de Tevantarmela, la misma tarea en la que fra ‘asaba metédicamente con todas las desconocidas que ‘ruzaban unas palabras conmigo en los lugares mas st rentes para el encuentro erotieo: Ia calle, el colectivo, las plazas, el bar. Busqué en los fellets alguna punta para ‘empezar a hablar. Pero no habia ni rastro de textos sar os. Sélo propaganda ramplona, pequenas frases sueltas, ‘lo sumo parrafos supuestamente extraidos de la Biblia, nero seguramente seleecionados por algin funcionario ‘igno de figurar en el staff del Readers Digest. Empece a sentir la deseompostura infaltable en esos easos. No podia Aecirle que esas frases eran soberanamente iiotas, que no revelaban nada de ninguna religién, que menos ain Inacian justicia a la Biblia, einvitarla traseartén a sentar~ se, a tomar algo y después a admirar de noche Tos trisos de'alguna iglesia, Me quedaba la opeién de ponerme a elo- iar Ia Biblia, ii Por qué, Dios, no me hieiste Teer en mis 436 infinitos anos el Iabro, por qué dejaste que pudiera Aapeabar Historia de primero en el colegio sdlo con un Pen tateuco leido a Tas apuradas??H| Si habia algo que Jamas 8 habia hecho en todas las partidas jugadas contra tantas apetecibles desconocidas, era darles en la apertura la Yentaja de conocer mit Iagunas intelectuales, Que yo no upiera manejar un auto podia exhibielo como un blasén Pero no haber leido la Biblia me equiparaba de pronto con los imbeeifes que habsan eterito esos flletos anodines, Que se entienda bien, no era un problema de ongullo, tii siquiera de saludable autocstima, Nadie se averguen: za de reconocer que no habla un idioma extranjero frente ‘un analfaboto. La Biblia no era aby un tema de cultura. Era el terreno mismo donde tendria lugar la batalla. No podia esperar atracr a una puritana encandilada por Ins divagaciones de algun guru protestante si no estaba en ‘condiciones de competir en el mismo terreno donde algiin ‘caradura pretendia hacer brillar su palabra iluminada Poro ademas estaba la euestidn de Ins armas, Jamas ha: bia hatallado por la conguista de una mujer usando otras armas que las de la seduceion intelectual, En realidad, hhunea habia bregado por nada que no pudiera —o pare ciera que no pudiera— conseguirse por la vin de la expo- Sieidn argumentativa, or el deslumbramiento de la pala bra, de los canocimientos a de Ia pura conviesion. La pro- pia vida me la ganaba con fa palabra, come traductor. Sa bia que habia otra via. Sabia que existia todo un mundo diferente donde los actos no cansultan a cada paso a los pensamientos para atroverse a oeurrir. Pero nunea habia Sido un hombre de aceisn y no podia pensar que iba a po der cambiar s6lo para poder acerearme a una mujer des: dle ese otro mundo deseonoride, dande enda objeto tiene toda Ta abramadora fuerza de la materia y ningun espa- tio para la duda en su interior, y donde los euerpos se © que cualquier eonviceidn. Sin las armas del pensamiento yo no era nada. Pero el tiempo se me iba y la evangelista estaba a punto de reeoger sus falletose ise a probar suerte a otra, ‘esa. Senti que me empezaba a faltar el aire, que la res 9 Bossi‘ Ss piracién se me aecleraba y la sangre me martillaba en Is fabeza, De pronto tuve la abeurda eonvieeién de que ese fencuentro seria crucial en mi vida, Un desvio en la ruta, ‘que me apartaria a una distancia infinita de la direecion ‘Que habia mantenido hasta entances, La evangelista reco {6 con silencio decepeionado sus flletos, yo me senti labismalmente estupido, avergonzado, despreviable, y a1- tne con toda esa escoria de sentimientas el valor para pre- sguntarle: ‘Sos evangelista? Me mire con reprobaeién, Yo no podia salir de mi sombre y tomi que en mi esfuerzo por ocultar mi ver fzuenza hobiera pasado por alto alge demasiado evidente, ‘Me pregunte si Te habia dicho efectivamente “evangelista” f habia hecho un Tapsus espantoso, como haberle dicho “comunista”, por ejemplo. Pero adoptando muy lentamen: te-una paciencia pedagogica, ella explis No, no somos evangelistas, Somos adventistas —y calls satisfecha de haber abundado en tantos detalles. {Cul es ta diferencia? Sills adventistas no son evangolistas? —insisti, y enti profundamente la ftilidad de la supuesta revela- ‘in que mie habia llevado @ pensar que estaba encontrén- dome con mi destino, La adventista parecia més tonta ‘gue una evangelista, Pero no se iba. No dio al fin ya casi ofendida—. Los evangelistas Inablan en lenguas, No respetan el sibado, —iNada mas? los ereen que hay una vida después de la muerte; que ol alma sigue viva, ={¥ ustedes no? —Empeeé a sentir un atisbo de ou riosidad teologien No. ay cud es el consuelo que da la religion de ustedes? Nosotros ereemos en la profecia {Qué dive la profecia? 10 —Que habri wn segundo advenimiento del Senor y re sueitaran los muertos ‘Obie, adventistas. Estaba por preguntarle por qué no hablaban en lenguas”. No ofa esa expresién desde los tiempos de la secundaria, en que me enfrascaba en el os- tudio de le Edad Media, Pero vi que sus ojos se habian puesto a brillar, los labios, gruesos, carnosos, a sobresalir ‘como en una mueca de desafio, y comprend simultane mente que era definitivamente hermosa y que estaba a punto de irse. Entonces subi la cima més alta de mi co taje y me laneé sin paracaidas + Yo no let la Biblia —empees, seedndome las eatara~ tas de sudor sobre Ia frente, As algo maravills, nosotros la Teemos todos los ‘Tene enseflanzas para todas las situaciones de la as vide SiLa len también en grupo? ‘tenemos escuela sabatica. Y ademas uno puede ir a 1a iglesia cuando quiere, Todos les dias hay seminarios. in esos folletos ests In direceiin. Puede venir cuando auiera, “No, a mf siempre me gusts estudiar solo. 0a To su- imo de a dos, Mas de dos ya no es un intercambio sino un tumulto. Se pierde mucho tiempo. Nunca falta el que ‘quiere sobresaliro el que necesita que Te expliquen hasta los nombres. "Entonces hable eon el pastor. Tal ver él leconsiga a alguien que se retina con usted. ‘Hable con ol pastor! "No me lo querria tomar tan formalmente, Preferiria hablar eon vos —los ojos e Te desvian hacia la ventana pero parecin més importunada que intimidada—, por ahi podriamos reunimnos una vee ala semana en un bar 0 en. {una plaza El tiempo se esta poniendo muy lindo, "No, yo no tengo tiempo. Trabajo y estudio y termino muy eansada todos los dias ay hey no trabajis? u —Hloy me dieron asueto porque la compatia est ha ciendo el balance. Por eso aprovechamos con Tos chicos para salir a difundir. Los adventistas no hacemos nunca bra misionera en los bares, pero nosotros. queriamos probar Tos otros miembros del grupo ya habsan terminado Ia revorrida por las mesas y la esperaban en Ta esquina, Po Gia sentir sus miradas de reprobacion elavadas como alli Teres de vudii en mi euerpo para exorcizar los mil demo: nios del atefsmo, Pero bien podia ser que fuera todo To oa: traro, que estuvieran festejando inocentemente el acerea miento de un nuevo cordero al rebar, Nunca se sabe has ti dénde la gente se toma en serio el lado generoso de sus onvieviones. Bs mds, a como estaban las eosas no me que- taba otra que apostar a la piedad eristiana, Otro salto sin paracaias w ruoge que te quedes a acompaiiarme un rato. Me acaba de pasar algo terrible en el trabajo —ments, {Mentia? Para lo que eran mis habitos de sinceridad Adogimatiea, si, come un descoside. Porque si habia algo de terrible en lo que me habia sucedido, yo era quien ms le- jor estaba de pereibirl, Nada demasiado terrible le pue- de pasar on el trabajo a un traductor. Tres dias ateas me Inabian encangado una traduceién que paresia de rating, pero qui estaba torminanda de remover las poeas corde. hada ideolégieas que todavia me ayudaban a orientarme ‘en el mundo, Bso era todo, Dudas sobre la editorial de iz ‘quierda, mi editorial, que me habia ordenado el trabajo. Dudas sobre mis propits ideas. Nada eapaz de impresio nar a una predicadora que esperaba un segundo advent ‘miento de Jesus. (Que tha a decirle? “Mamita, se me exe ln estanteria ideol6gica!” Miré a la mamita. No debia te ner menos de 24 ates, pero de galpe su rostro habia ad- ‘quirido la expresion atontada de los ereyentes y parecia ‘mucho més joven atin, y también mas fea. No me interro sgaba siquiera con el gesto, ni parecfa esperar una conti ‘huacidn. Simplemente no se iba. La opeign de la mentira ry ‘desembozada aparecié por primera vez en mi cabeza y se fue abriendo paso a codazos entre una multitad de impe- rativos morales y pavores hasta llegar a mi boca, “Soy traductor de una editorial. En Tes ultimos tiem, os empezaren a encargarme trabajos muy rares, medio fospechosos —su rostro permanecia impasible—, reo ‘que pueden tener que ver on el contrabando y hasta eon, Arogas. "Mi esfuerzo desorbitade para ocultar mi incomodidad por recurrir a un truco tan burdo parecié finalmente ser tomado como prucba de que estaba eonfesando un seereto muy importante, porque lentamente sus cejas comenza- ton a esbozar una interrogacion. Pero me le adelanté. No podia correr el riesge de que me pidiera alguna precision. —Estuve pensando en hablar de esto con alguien. Pe- +o antes quiero estar bien seguro, Hace muchos aios que trabajo ahi y no quiero tirar todo por la borda. La gente del trabajo ¥ mis amistades tienen muchos vases comuni- ‘antes, Creo que serias la més indicada para empezar fir de qué se tata, ‘Sentia que andaba en wn earruaje, tropezando a vio- lentas sacudones con los baches de un histrionismo deseo- nacido y fue entre esos bamboleos que soté la ultima fra 0, con la resignacign de quien quiere cumplir con el libre: to'aunque sus tarpezas aetorales ya han echado a perder Inobra, Por supuesta, dicho y no hecho. Sus ojos grandes, aborigenes, almendrados, no muy oseuros, emperaron & mostrar la urgeneia de la timider, y sent el vrtige de es tar empezando a ganar la batall Es que ahora no tengo tiempo. Tenemos que volver ‘on los chicos a la iglesia, porque ya terminamos la reco rida y queremos hacer una evaluacin. “Ite espero, entonces. Ya te dije que necesito hablar con alguien, Bueno, pero sino vongo hasta las seis es porque no hice a tiempo y no me espere més. “Entonces dame ta niimero de telefono 13 MO, ¥ decime cuando carajo me vas @tutear. No tengo telefono. El dete trabajo. ‘Ahi no puedo recibir Namadas, La paciencia se me escurria entre los labios y estaba a panto de soltar una puteada. ‘—Entonees voy a quedarme aqui hasta el sgundo advenimiento 'Rostro atontado de ereyente a punto de tornarse pre: dicadoramente admoniterio, Silencio. Nuevo intento del leo, “A propétite, jewsindo va a ser el segundo adveni- rienta? No sé siel bar aguantara hasta entonces, "Cuando legue el fin del mundo —dijo encrespando tuna ver mas el entrecejo, y fue caminando hacia Ia p ‘a, mientras su mano parecia intentar a sus espaldas el saludo que su duefa habia olvidado dirigirme antes de partir. del se Cuando se fue me quedé mirando hacia el punto exae to del espacio donde habia estado su cara mientras char- labamos, Trataba de evocarla, pero sabre todo de indagar- Ja, de descubrir en el fantasma conjurado por mi las cosas ‘ade no habia aleanzado a conocer de ella. Me preguntaba Thasta qué punto su belleza la haria inaecesible y eompen- saria en la imagen que ella tendria de si misma el efecto turualmente desvalorizador de una eara de india. Tampo- 0 e8 despampanante, me tranquilie. No podia tener una, fotizacion demasiado alta en el mereado del apareamien- to. g¥ que eotizacion tendria yo? ‘Desde que habia empezado a traducir a Ludwig Brockner todo se me aparecia por momentos bajo esas fr- ‘mas erudas y obscenamente simples. La eomplejidad ar boreseente de las ambiciones humanas, la diversidad de sus valores, podfa ser de golpe triturada en el orden unt ‘dimensional de mandar y ser mandado, de comprar y ser “ ‘omprado, Era una sensacién muy parecida a la que hi bia tend de chica al leer los anaisis de Marx sobre el ea pitolismo, Pero aquello habja sido un deslumbramiento, ‘Ahora la revelacion era un espanto, Marx me habia des: ceubierto Ia forma en que se generaba la riqueza, la plas- ‘valia, bajo un sistema de intereambio formalmente igua- Titario, de pago justo por eada mereancia, que reproducta, en realidad las diferencias de clases que la humanidad arrastraba desde el fondo de los tiempos. Lejos de negar ‘que el capitalismo funcionara asf, Brockner reconocia en {a forma mae perfeeta de perpetuacion de las diferen- ‘as de clase, las que su libro entronizaba como la quin- taesencia del progreso humano y defendia hasta su inson- dable carozo biolégico, alls onde la apologia dela supre- imacia de los superiores desemboca ineluetablemente en Ta afirmacién de In superioridad de alguna raza. Mare {queria superar el eapitalismo porque éste slo simulaba la igualdad esonémiea y politien, sin lograrla. Su comu- nismo era un llamado & la democratizacién radieal, ala realizacion de esa ilusién igualitaria, En cambio Brock: rer alababs la democracia porque era para él el sistema ‘nds seguro para garantizar el predominio de los superio: resy la subardinacién convencida de los inferiores. Era la primera ver que encontraba la defensa de capitalismo li beral en un racista, y leyéndolo me invadia la impresion ‘escalofriante de que todos los liberales tendrian en reali ddad esa misma conviesion en el rine mas intimo de sus tabezas, donde no liegan las piadosas correcciones del ‘ristianismo, Pero mas allé estaba el autentico horror: la posibilidad de que, después de todo, ésa fuera la verdad y Tas diferencias de clase no fuesen wna injustieia que sélo cl estado precario del desarrollo social podia explicar, si ho el orden adecuado en el que cada persona podia y de bia encontrar su justo lugar. Habla que admirarlos en tonces a los triunfadores, no a los obvies, a los genios, a ‘auienes despiertan la gratitud de todos los que disfrutan, sus ereaciones en el arte y en la cena, sino también a 16 BM los otros, a los que simplemente mandan, en las fabricas, Ins universidades, los elubes de barrio, el Estado? “Mire a los mozos. Las earas jovenes no me decian na- da, pero los vejos eran tna purialada, ;Como se puede le ‘zara los 60 afios come moz0? No como maitre, no como pe {quello mandamas de una mindseula jerarguia gastron6 mica, sino simplemente como mozo, Reeorde haber leido ‘due Tos salarios en las empresas japonesas aumentaban progresivamente con la edad, independientemente del ni vel jerarquico. Bra un eonsuelo para los mozos de 60. ‘Junto a las ventanas del bar que dabsin al sol dos th pos jovenes, con tada Ta apariencia de yuppies, diseutian on los gestas eeremoniosos de quien esta tomando dec ‘iones. Me acorde de pronto, tal vez por primera vex des dde que lo habia leido en la adolescencia, de Los eaminos dela libertad, de Sartre, Una escena de la Segunda Gue- ‘ra Mundial. El protagonista, un francés, esta por prime ra ver frente a frente con el enemigo. Solo los separan los, respeetivos refugios, De golpe ve salir a los alemanes de su eseandite camo ai fueran dioses, avanzando seguros de Ia invulnerabilidad que la propaganda nazi embutié en sus cabezas arias. Bl protagonista duda en disparar por ‘que sabe que es initl, pero finalmente cumple el tri te, acierta,y los ve eae, yno lo puede creer. Llega la eu foria por la ealvacién, pero también una decepcicn inespe rada porque los dioses puedan eaer camo ratas y el poder termine siendo un asunto tan banal come unas bal. ‘Tal ver fue roeordar a Sartre en 1990 To que hizo que ‘no me sorprendiera al verla entrar de nuevo en el bar Es taba ya tan sumengido en la atmésfera irreal de ese ana ‘ronismo existeneialista, que me parecié natural ver acer- ‘arse hacia un ex lrotskista a esa adventista acudida puestamente para air confesiones desgarradoras sobre las Fechorias narcotrafiqueras de una oscura banda interna- sional, Pero ademds habia algo en su regreso que parecia ubicar repentinamente tado en el orden indicado para que fonprimera ver Tas cosas devolvieran aunque fuera un te Pure refieo de To que a uno le pasaba por la cabeza. Esa Enders subrayada por la pollera negra y la blusa blanca fe saldaba de un fogonazo definitivamente hembruno to- das las dudas del caso podia ser obra de la easualidad? {Podia haberse sacado el saco de predicadora sélo por el falor. mezquino de na primavera incipiente? ¢Podia fvanzar hacia mi con esa mirada implacable de eirujana Sino estaba dispuesta a cortar de un solo tao todo Io que Se le interpusiera en el camino? Padia yo dudar de que por fin habia un eamine? Como una edseara seca, una piel le mis trece alles comenté a desprenderseme del cuerpo: "1966: leo por obligacion para el colegio Sin rambo, de Eugenio Cambaceres. El protagonista, Andrés, y el libro ime resultan incomprensibles,lejanos, arbitraris. Hasta ‘que llega cerca del finaly leo:"sCusndo era que habia vis- tol mas alls de sus nariees, cudndo haba atinado a pre: ver nada? Bastaba que en las mil vicisitudes, en las mil lllernativas de la existencia se antiipara a Tos sucesos, Dpredijera algo, un acontecimiento, un hecho cualquiera {del dominio fsico 0 moral, para que saliesen erradas las tconjeturas y resltase fo contrario de lo que habia pensa- do o caleulado, ;Teméa que su hija se muriera? No podia “adquirir mas seguro indicia de que ibaa viir sana largos tahoe.” Comoen una lamarada, fa historia de Andrés se Ine vuelve de golpe terriblemente familiar, se cuela en el reducto inexpugnable de mi pieza de los trece afos. Su profunda sensacion de derrota frente a la imprevisibil dad de los sucesosestablece inesperadamente entre él y 70 tun parentesco intimo que supera las distancias abismaies entre nuestros universes. Yo tambien he vivido con mis tre fr escusos afioe ese mismo extranamiento, y he quedado Imareado a fuego por el temor de una fuga repentina hacia lin mundo donde ni siquiera las mas naturales secuencias respetan el orden necesario para edificar sobre ellas un plan, un proyecto humano. Bt suicidio de Andrés al final, " con su furia occidental contra st mismo desbaratando et ‘orden ritual de un despanzurramiento a la japonesd, transforma el parenteseo conmigo en la inquietante post bilidad de una identidad fundamental. Siento en ese mo- mento que una mano oculta ha puesto a mi alcance ell bro para que yo una esos cabos y entienda la advertencia. ‘Tota una sucesion de sinsentidos cobra de pronto la fuer za apremiante de un destino prefiiado. La profesora de tastellano, que se atreve a prescribir a alumnos de trece ‘thos un texto apenas tolerado clandestinamente por las le tras naciomales como fundamento desafortunado, bastar- doy corrompido de nuestra literatura contempordnea. An- drs, exe artetoerata racistay diletante, que vag por la vi ‘da como por una pampa sin norte hasta que se inventa wn rumbo en la hija que te engendra a una eampesina de su ‘extancia, y ve derrumbarse todo con ta muerte de (as dos. Mi padre, esa figura exquiva que se la pasa prometiendo hhacer cosas de padre y falta indefectiblemente a cada cita con sus promesas. Tado el maldito entorno toma ta forma de una metafora de esa geografia sin coordenadas que es la Argentina en la que Juan Carlos Ongania acaba de dar fel enesima golpe militar pare poner orden. Pero me digo y Ime repito que 30 no soy de agut, que no me va a pasar to ‘mismo, que nd me voy a confundir con ese paisale donde tspacio¥ tiempo defraudan sistematieamente foda prome- ‘sade una direecisn, Que entiendo la advertencia, pero que fen mui caso esta de mds. Yo no soy un estanciero haragén, hho me voy @ tener que refugiar en los panates de una hija bara encontrar mis metas. Me sobran vocaciones, tengo ‘mis propias coordenadas interiore, las deta fisea, las de lax matematica, las perennes y wniversales que seguirdn existiendo aunque la pampa se trague al planeta. Me (o di zo y me lo repito, pero el calendario se pone en marcha y {ritura uno a uno los proyectos. Ano a ao voy descubrien ddo que no sere fsien, ni matematico, ni puedo siquiera auinar a prever nada’, y un dia pierdo (a verguenza inte Uectual y me encuentro leyendo humildemente el hordscopo 18 ‘para ver siesta vez si es el momento oportuno para acer {ors para poner la mira en unos ojos de mujer y decir esta serd mia, y que ea mia; para dar en et blanco de una vez ‘por todas con una sola flecha, en Lugar de pasar la vida t- rrando con perdigones a la manada y recugiendo la presa, Siempre fa mas inesperada, que cae en la volteada. La presa vino hacia mi esquivando a su paso las me- sas del bar, Of el redoble de los tambores del destino re tumbando entre eas maderas y estuve a punto de volver ‘ entrogar mi suerte come tantas veees en el pasado alo ‘que mandara un texto inaceosible eserito para mi desde al menos un tiempo antes de ese momento de vertigo total Pero me detuve a tiempo, dispuesto a pelear para inven- tar mi propia ruta. Hacia ya mucho tiempo que no lea ho- réscopes, pero no porque hubiera recuperado las eerti- ‘dumbres del racionalismo o las riendas de mi propio an- dda, sino por resignacidn, porque las promesas de los as tos se revelaron tan mentirosas como las de los hombres. ‘Ahora eentia en cambio un coaquillee de libertad reco rriéndome Ia piel. No sabia qué decian los astros ni los hombres, pere queria que todos anuneiaran un nuevo fra- ‘caso, para que fuera yo esta vez quien los defraudara. Porque ya los estaba defraudando. Aun asi mi vor tembl6 ‘un poco cuando tuve una vez mas a la adventista junto a “Llegaste antes del fin del mundo io una mueca que no pude descifrar si era de incom prensién o disgusto, “No, lo que pasa es que la evaluacién terminé en se- guida —dije finalmente con rostro serio y luego agrogs Sonriente—: 0 tuviste que esperar mucho? Tmposible saber a que se referia ese “no” inci, a no ser que sirviera para proteger su orgullo de mujer por ha ber Megado antes de lo previsible a una eta. Lo que que- Fits verdaderos que esas consiceiones eran sin dada un pardehechoscontandentes como lapis: sa. asombr 2 Pita de interes cats fo que yo le canta, que tSonaba inexplicable su permaneneia conmigo, el ent ‘Shue de gro cero que mostrd cuando lect beso, sa stthnae eoneitente cunndo Sntenté dale oro, su neat TEESGyalaren Ta despedia sn nuovo eneuenteo, Lo Un Sea aClinsorcieme de lento eran atisbo de fasts Satta a su rechao, como un acento, on alia de nna aren de emerge. que era una muestra slit Tira gue ella poo ena Iuehande conten alguna hea de pasion. ¥ nadn mn Ms tng de una noche sa smagen hain taeda mi ch tempotan emerger de Tn bruma de a silencio tenaz Gra moldears eon algo de retad gracies algunos da- Paryconcerantes que tn acres a al mundo > tio tangible do os pores Bran eset dats los. ave rested utsospecha de realiad yTaarraneaban de lt srntelea de chupacirios saltesaen Tague mi mentee ibio clasfado. Porque ra sltena y adventsta pero {bien bchller y emplead ainisteativa, al mas ‘Shane ane reatidades con que uno puede tropez col iE Boro to qu vavia erie que exstiera una art Sout ene y huevo ontre In etora abstract ei see ae se pratetantsme sindiado ¥ la mundanidad ents de ou empleo era la fuera, la convccon de #8 ts y el individuo Hitler tomé las cosas mas directamente fn Sus manos y ereé los eampos de cancentracién. Yo no te omparé nada eon nada. Pero por mas vuel tas que le des no me vas a convencer de que el ea0s €8 mas saludable que el orden, turee. Querés inventar Ta rueda cuadrada, “Bueno, jstamente, ahora se esta deseubriendo que hhay un orden dela gran puta en el caos. ida, jal Seguro, un orden de la gran puta! ie digo en serie. (No leiste el otro dia el suplemento ientfico de Diario Argentino? Bsta dedicado ala teoria del ‘aos. Empezé en metgorologia y mecénica clisica y ahora ‘std por todos lados. En medicina, en mecdnica cudntica, ‘en To que sea, Te ponen una pelotita rebotando adentro de tuna eaja hermétia irregular, sin rozamientos, y te dicen: 108 1 movimiento es rigurosamente determinado, ohodece a le _yes necesarias, pero sila dejésrebotar bastante tiempo no hay computadora ni dios que te pueda calevlardénde cara jo va a estar al eabo de un buen rato. El movimiento se ‘vuelve impredecible, O'més bien sblo predecible en termi. ‘os probabilisties, eomo el lima, y tenés que considerar la pelotita come si fuera una nube de gas, Ni qué hablar s fempezds a sumar mas pelotitas. Pero siempre se puede Aescubrir a large plazo un cierto orden, una ley del caos —Tureo, tureo.. Ya me lo imagino ese orden, No, te digo en serio, Mario. Te voy a conseguir ese suplemento, Bs una belleza. Trae fotos en colores de ali nos fractales, que son las figuras con Tas que se puede Te presentar ese orden que se manifesta a lo largo del tiem po en cualquier fendmeno caético, Ahora esta may de mo- da. ;No viste que todo el mundo rompe las bolas con la mariposa de Pekin? Ah, si, es0 lo lef varias veces. its por una frase que dijo un tipo para ilustrar emo ‘en un sistema que entra en un proceso de tipo eastico las pequetias eausas pueden resultar magnifieadas por la in- teraceisn can el resto de los componentas hasta generar ‘grandes efectos, El tipo dijo que el aleteo de una maripe- sa.en Pekin puede desencadenar mindseulas turbulencias {que terminen desatando por amplifieaciin un huraedn en San Francisco, Me gusta como sintesis superadara del in- divide y la masa: Sin aleteo no hay huraesn, Pero sélo a luna mariposa con delirios de grandeza paranoicos se le puede ocurrir que ella provoes el huracsn, “Turco, si seguis asi vas n terminar teniendo futuro fen Turba, Zqué te quejis? Cuando llegues arriba lo con- veneés a Gaitanes de que eambie el nombre de Turba por cle Turba Casticay ya esta. ;Qué mas querés? ¥ site da plenas libertades le ponés directamente Masas en Pleno Estado de Despelote... No te ris, no te ris... Yo también hhablo en serio, Bes que me encanté tu propuesta de Masas en Pleno 107 Estado de Despelote.. De veras que me gustaria ver al ‘menos un periddico con ese nombre. Pero Turba me pare ce mucho mejor. Sélo que en Turba el nombre es una po se, un camelo. ¥ no slo el nombre, Hasta la propia mil tancia de los que laburan ahi es un eamelo. Se supone que todos fueron grandes militantes, y por eso eurplen disc plinadamente el sacerdocio progresista, sin quejarse por el verticalisme o pedir aumento de salaries. Pero los uni 08 que parecen haber militado son urs dos o tres que no pinchan ni eortan, o los que terminaron yéndose. La ma- yoria de los que quedaron son demasiado pendejos para haber militado en nada. Yo oi siempre que eran mezcla de ex expios y maots- tas “No, es0 05 la mitologia, Hay dos o tres jefes que ha- ‘en todo lo posible por dar a entender que estuvieron en ‘alguna de ésas. Pero cuando lo oss hablar es evidente que ‘toean de oido. Como no tienen mucha idea del marxismo tienen que insinuar un pasado militante. Bs como eon Gaitanes Junior. Se supone que es brute porque have de- portes. En ellos se supone que no tuvieron tiempo para. Teer ni siquiera el Manifiesto Comunista porque mili ban mucho. El unico tipo que tiene idea de algo es Mea Un viejo euadso del PC, que pass después brevemente por 1 ERP. Sin 6! Turba no existiria. Pero lo puentean todo el tiempo. El que manda es Gaitanes... Mejia es una ra avis. Un ex profesor de historia, més frio que una daga, Medio aindiado, eon barba, que mira a tode el mundo no ‘con indiferencia sino con una especie de desprecio activo, Nadie lo quiere. Pero yo le tengo gran simpatia. Porque ‘me da una eierta garantia de cultura, y como de adulter, Hay otra gente eulta en Turba, pera en general con mucho ‘menos manija que él Lodavia —iPero la gente en general, en qué anda? nada. {Bn qué va andar, tano? Por el 82, cuan- do se funds In empresa, era ticte que todo el mundo que Jaburaba abi tenia que ser “revolucionario”. Sin militan- 108 ‘ia. pero leninista. La cara que me pusieron cuando les dije que yo era reformista y socialdemserata, que mi fdeal politico era una eruza de PSD aleman y los verdes! Me ompraron por trotsko, haciéndose los magndnimos, con indulgencia de stalinistas aggiornados, y les resulté un sucio reformista. Juraria que mas de uno pense que yo fra cana, Ahora hace aifos que son tades socialdemdera- tas de la primera hora. Y a mi me da ganas de ira labur rar con el martillo y la hoz en la solapa, como ibas vos al colegio en los tiempos de Ongania, Mario, —Pero, tureo. Bs justamente lo que te digo siempre. ‘Todo en los progresistas es una pose, or eso devaparecen del mundo. Hacés el mismo diagnestieo que yo, pero tere sistis a sacar las conclasiones, Ah, no, Ni mamado, No es el mismo diagnéstieo. —{Cémo que no? —Yo antes de quedarme sin nada, prefiero Ia pose. Profiero la pose progresista a la reaction, —Turco, ahi si que te desconazee. Prefers la hipoere siaa In verdad? Me hiciste pasar deeenas de noches en ve la cuando estsbamos en el Mitre dandome la lata sobre la autenticidad, la sinceridad, la ciencia, la verdad. ¥ hora {ecagis vos tambien en las patas. Ahora ya est, ya sen bbe qué es camelo y qué es verdad. Ahora podés optar por omar las cosas tal eomo son, Ya st experiments con els «ialismo y ya se sabe qué dio, —Mirs, dejame contarte algo sobre la hipocresia. Ha- ce un par de afos conoei en una festa a un brasilefo que estavo viviendo un tiempo por aca. Bl tipo era blanco, de ‘zquierda, may macanudo. Bn la festa la gente le pregun. 16 como se viva ali el tema racial, Bl tipo conteste que el ‘ema estaba totalmente “reprimide”. Que reinaba una bi pocresia total, porque todos trataban bien a los neros de Ja boca para afuera, pero en el fondo los despreciaban, Salvo una vez al ano cuando venia el carnaval. Entonces pasé algo muy raro, Unas minas bien ehetas, que seguro ‘que si ven a un morocho por aca salen corriendo, empeza- 109 ron a despotricar contra esa hipocresfa, Me dio una tre- rmenda verguenza ajena, Las chetas del barrio norte da: ‘ban desde Argentina catedra de erisol de razas a un pals {que mal que bien termino no sdlo dando mixturas de todo tipo sino gestando toda una cultura donde el elemento ne gro es el central. Yo le dijeentonces al brasileno que pre feria esa hipoeresia que habia en su pais que la costum: bbre que hubo durante décadas en Argentina de llamar ea becita negra a cualquiera que tuviera wna gota de sangre indigena iY exo a qué viene? A que también prefiero que por cualquier razén resin social los patrones se vean abligados « tratar bien a Ia gente, en Tugar de que se puedan eagar en ella en nombre de Ia frangueza... Pero ademas hay algo que no entiendo, Mario. No sé por qué si vos lo ves asi no lo ad- miras a Gaitanes. Tondria que ser tu idolo. Si puede co- rrar el kioscoy darle una patada en el eulo a todos os que es otro seguidor de la Thatcher. Ks un verdadero lider em- presario a tu gusta, iNi por asome! La Thateher siempre tavo las pelotas de decir agua va y te mandaba agua, urco, vos sabés que te mandaba agua. Te empapabe. Por es0 con ella Ia gente sabia a qué atenerse y todo marchabse bien. Tuvo legiones. de imitadores en todo el mundo. Gaitanes hace la guita vendiendo un vino edulterado que le nubla la eabeza ato do el mundo, poro en easa, si hace falta, los va a empapar ‘todos con agua de lacanilla sin decir ni mu. Un tipo ast no es un lider. Bs un Toeo, un peligea. Bse st que esta ju- kando al carnaval. Por eso, turco, hacéme caso, Quedate en el molde que te van a empapar. Segui si querés eon ta ‘mariposa y tu turba cadtiea, Pero ne hagas quilombo, Te le digo en serio 12 int ie que yo no me quedo en el mole? Yo "si, ya sé, s6lo puteds. Pero ya te veo venir, metién- ote en’un quilombo con la misma obstinacién con que 10 buseas hacer orgasmar al pescado eongelado que to en- sganchaste, ~Quedste tranquilo, tano. Yo las orgasmos los busco slo en Ta cama. Los de la revolucidn no me interesan, Pero es que es lo mismo. Los que tratan de sacarle eras al olmo la pasan mal, tanto en las barrieadas eomo fn la cama. Dejate de quijotadas horizontales y vertica, Tes. {Por qué mejor noe casas? “Contra quién, tan? —Con tu puritanita. {Con quién te vas a easar? Ahi si que la hiciste linda. Estuviste més de una ho- + tratando de eonvencerme de que la langue ahora que: és que me ease con ella —Casite o largila, tarco, da lo mismo. Pero no rom ‘pas mds las bolas eon el orgasmo porque van a terminar Tos dos en tun Toquere, at Wo CADITULO IV ‘Los meses que siguieron al despido de Barnes queda- fan mas tarde en mii memoria como un oasis de paz. El ‘mundo de Turba se habia Hamada nuevamente a sos, y fentre Romina y yo habiames terminado por labrar una 1. tina que tapaba ‘ean un manto piadoso de pequerias satis- facciones la angustia reeurrente de nuestro desencuentro fandamental. Habran sido como seis meses en los. que no ‘as lteralmente nada, ni para bien ni para mal, al menos fen To que hace al mundo real, Los dias se eanfundieran en luna sucosign apacible de saldas al cine o a cenar, de en: euentros on Tos amigos, que terminaran por conocer a Ro: ‘ina come mi presunta pareja definitiva, de paginas tradu: tidas eon el distanciamiento prafesianal de quien ha dejado dle ereer que un libre puede torer el rambo de alguna cos. Pero lo quo desde las turbulencias posteriores apare ceria en retrospectiva como una tregua, como un respiro capac de desatar la mayor nostalgia, evecs en su momen: to:més la inmutabilidad opresiva de una eareel que la me- notonia complaciente de una felicidad valgar. Fueron dias ‘de angustia, de ensayo y error, de husqueda desesperade, Queria lograr un cambio en mi situacion que me permitie a terminar de recoger una felicidad que asomabs prove- eativa al aleance de la mano y se retiraba indefectible mente cada vez que yo hacia un gesto para aleanzarla. Mi Vida hasta entonees no habia sido un reyuero de satisfac: ciones, pero tampoeo habia parecido ofrecerme mucho Ahora me afecia © simulaba ofrecerme casi tod To que ng mas habia deseado, y me hacta sentir ast por primera ver plenamente responsable de mi infolcidad, ‘Apremiado por ese sentimiento de culpa ante el propio fracaco y por la promesa de satisfaceign reluciendo en los 10s de Romina y en el puesto de lector inesperadamente ‘acante en Turha, estaba dispuesto a cualquier esfuerso y ‘cualquier cambio, A empezar desde cero para veconstruit ‘ni personalidad completamente si era eso lo que necesita- ba para aleanzar Ia paz. Ya no habia nada en mi personal ddad que me parecierairrenunciabe, Mi propia ideologa es- taba en suspenso desde hacfa bastante tiempo, habia empe- zado a estarlo aun mas desde que habia eonocide a Romina, y el entusiasmo sindieal en Turba se habia esfurado tan "pido como habia aparecido. Confiaha en que bastaria co seguir la orientacign de mi intuiei para evitar hacer algo de lo que luego pudiera arrepentirme demasiado, 0 que me resultara tan ajeno que silo pudiera realizar mal Pero pronta descubrt que no bastaba con mi disposi- cin, por mas osada que fuera, porque el sentido de los cambios necesarios no era tan evidente come habia pare- «id al comienzo, Adoptando una dureza agresiva que an- tes me hubiera resultado inconeebible habia logrado ents blar eon Romina, desde aquel domingo extrafo, una re: cian completamente diferente de las que habia tenido con tras mujeres. Bra una relacion mas direetamente sexual, de mayor atraccién mutua, y mucho menos parecida tuna mera amistad o 1 un companterismo con cama inclu a, Ella: misma contribuyé a subrayar ese cardeter al h cerse eoloear ya al poco tiempo un espiral, algo que su Iglesia no condenaba pero que para ellarepresentaba una ‘omplieacion que nunca habia pensado que iba a necesi tar resolver. Pero paradgjicamente esa relacicn tremen- ddamente sexualizada se daba con una muchacha que apa: rentemente nunea habia disfrutada del sexo y que aun conmigo sélelograba, entre eada periodo de frigid abso. lta, una excitacion exteana, distante, difundida en todo el euerpo, en los ojos, en los pechos, en agin rinedn in us i sondable de su alma, pero nunca suficientemente focli ada en su vagina eomo para acerearse al orzasmo, Dediqué semanas a explorar metodicamente la geo agrafia de su sensibilidad, e infinitas charlas a sondear el ‘undo de sus fantasias, y slo encontré desiertos o espe: jismos tan fugaces como su excitacion, Pero siempre que ‘ni deseo estaba a punto de morir de sed, volviamos a em harearnos en una danza excitante, de tigresa y domador, de esclava y amo. Intentaba hacerle una earicia, me re- chazaba. La traia hacia mi justo con la violencia necesa ria para sacarla del encierro de su terquedad, se plegaba atin arisca, indéci, reservandose en el entreeeo fruncido, tn las eomisuras despectivas de sus labios, el derecho luna protesta intima pero esencial. Debia esforzarme en ‘ver en es0s signos mudes de una protestalatente la seal ssuspiciadora de que habia logrado quebrar su indiferen: sia fundamental. ¥ muchas veces la esperanza se confir rmaba, Seguia forzandola, la besaba eon brusquedad, ti rrindole del pelo hacia atrés o con algun otro gesto de du- reza 0 desprecio, la protesta latente se convertia en ge ‘ido, el ritual del sexo podia empezar Al comienta fue eso todo lo que pude lograr. Pera con el pase de los meses, los gemidos fueron convirtiéndose en una répida intro dduceién que daba paso a las palabras. Romina, que habia astentado en un comienzo un ré- ‘cord imbatible de parquedad, se deshacia entonce labras, casi siempre las pronuineial sperada conviecin y ealentura que salian de su mutismo habitual ‘como rompiendo una edscara de simulacion para sacar @ Juz una verdad remota y deliciosamente bestia, “Qué macho sos!” *iQué hombre!" “Qué hien puestas tends las bolas, Ricardo!” Largos meses me Luvo sbmubila- do con esas frases, pronunciadas en los precaries pcos de ‘excitacion, entre bese y beco, entre eliry venir de nuestros ‘eos, con el asombro de un deseubrimiento, como si en 808 meses, esas semanas, esas horas, hubiera estado po. ‘iéndome s prueba con una frigid finda, para ver si yo m4 satisftciacifrados requisitos naturales que me abrivian las puertas de su verdadera sexualidad. Pero pese a la apro- Dacidn contundente de sus palabras, las puertas no termi ‘aban de abrirse jamas. Apenas se entreabrian, insim ban, hacian mas imaginar que vislumbrar. Y cuando uno se cansaba y empujaba ls portanes, deed a quebrantar de una ver la voluntad propia y la jena, la magia se que. brat como un juguete descompuesto, un mecanismo dei caudo al que no se habia sabido destrabar. Bordet la volen- cia verdadera, las bofetadas, las amenazas, ls eastigos en Ja frontora de lavirtualidad evdtie y la burda realidad, y si no ontré muy de lleno en el campo despojade de los ac- tos, si todo eabalgs en esa époea mas sobre la fantasia y las palabras que sobre la accidn, fue porque ya en el unbral de los hechos se veia que cada direeicn eonducia a un ea Nj sin salida, a poco que uno comenzara a transitala, ‘Creo haberlas transitade todas. Cuando el camino del ‘amo se me eerraba, no dudaba en recorrer el del eselavo. Yano la llamaba mi hembra, ni mi eselava, ni mi put, no tal como la sentfa en esa nueva sintonia: mi diosa, mi ‘ama, mi senora. Ya no Ia sometia a la ley de mi deseo si- nno que deseenclia a sus pies a buscar la dictadura de to- dos sus eaprichos, el gobierno de sus mas despectivasolo- es, el régimen implacable de sus ojes y su sangre. Si un Gesacverdo surgi a lo largo del camino, no hua hacia atras, sino hacia adelante, Me plantaba ante los ojos gla ciales que habian perdido la inspiracion de ka hora y los fexhortaba a buscar en el pasado la furia y el viento, a re sucitar la sed de venganza, a tomar el desquite por Ia hhombria que habia pasado aplastando voluntades por su cuerpo. ";Pegsime!", le decia, le imploraba, le ordenaha, Ponia mi euerpo, aun endurecide por Ia Tus de las pri- imeras palabras sumisas de ella, al servicio de su aroma. de hembra primordial, mi cabeza de macho alumbrady por sus primeros asombros se inelinaba ahora a merced ‘de lo que la duena quisiera mandar. Pero la orden no lle aba. BI ama no mandaba nada. La mano no levantaba us i ec velo, y la bofatada moria en un manotazo perezose. cachetaro > suspiro > beso > hielo > separacion > lagrimas > besa > suspiro > hielo, Al eomienzo, cada eslabsn de la cadena se las ingenié para intensiiearse un poco sin desmedro de los otros, e- ‘mo el espacio ereciendo simulténeamente entre todas las gzlaxias en las teorias de la expansion del universo, Pero basta contemplar esa secuencia para comprender que, an con un erecimiento generalizado, ala larga predominaba cl hielo, Por eso, entre los otros eslabones, el que le sigue ‘en crecimiento fue el que naeia del hastio: la separacien Como el eachetazo, la separacién dejé un dia de ser un cesbozo, y tuvo un desarrollo casi seabado, Ineluyendo el surgimiento de otra relacién, Nos separamos de verdad dos veces en ose periodo que podriamos llamar de nuestra prehistoria, ¥ en la segunda conoct « Bugenia, Bugenia McCaffrey signfieé para mi unas vacaciones ‘de Romina Sinehez tremendamente intensas, Pero ast eo ‘mo todas las vacaciones profandamente legradas generan ‘después de cierto tiempo una enorme necesidad de rer. har al trabajo, el paso de Eugenia por mi vida me dejé el lina limpia de dudas y dispuesta a recibir una vex mas y para siempre la presencia corrasiva de Romina, Bugenia eva ligeramente rubia, tirando a rojiza, un poco pecosa, de pic! leehosa y con un aroma entre de beba us y de adolescente que tal vez fue lo que termind deféndola fuera de juego. Al comionzo, todo eso jugé decisivamente 4 su favor. Todo en ella eva un deseanso de los intermina bles meses de esfuerzo que me habia levado establecer luna relacion minimamente vivible con Remina, Su cults. ra de hija de profesionales de elase media, Su freseura abierta al dilogo. Su capacidad de eseuchar desde el in. cio en una sintonia similar a lade las palabras que le lle. aban. Su disposicin natural al orgasmo, sin una inten. sidad partiular, pero tambien sin complicaciones que ex seran a su partenaire la adquisiién de un arte reeéndi- to, Su companerismo apenas matizade por diferencias ge neracionales, que la hacian partir inopinadamente en bbusea de su independeneia cada vez que la aproximacign lamenazaba con volvérsele excesivamente viseosa, ese ‘compatierismo insobornable que le permitia retomar répi ddamente para desmentir el distanciamiento con teraura @ flor de boca cuando mis 36 aries comenzaban a alarmarse Bugenia tenia veintid6s, dos menos que Romina, y yo tno dudaba de que si mis amigos la conocian la jusgarian ‘mucho mas linda que Romina. ¥ sin a menor duda, mu: cho mas “normal”. Porque, salvo su izquierdismo, desae: tualizado para ta déeada que comenzaba y que tal vez ex- Plicaba que hubiera atracado en mi, todos sus registros se daban siempre entre los valores medios de cada esca: Ja, Ni tan fra, nian ealiente, ni tan culta, ni tan ineut. ta, ni tan adulta, ni tan nina, Ni tan tan, ni muy muy en nada. Pero'ni mis amigos ni nadie de mi entorno pudo co- nocerla. Porque a los dos meses me eansé de sonar que eo agin eon Romina y de pensar en ella para poder coger can Eugenia, y la foi a busear, ‘Romina nunca fallaba cuando la tensién a su alrede- dor llegaba al maxime. Separaciones, tempestades, reen cuentros y otros eataclismos la arrancaban de su letargo. Me recibié con una alegria tan podticamente auténties fue me convenet de que alge mal tenia que andar en mi «abeza como para que hubierapensado en dejarla, Me fes- uo tes de separarnos, pero ahora lograba arranear de sus propios fundamentos infanties nuevos reyistros en la es sala de Ia ternura, registros eapaces de ablandar @ una roca, y no dejaba de repeti: “Papi, Papi, volviste” Ya me habia llamado papi" antes, peo silo cuando co ffamos, Entonces habia side una vertiente més de un mor ddeo sexual que ambos conaciamos. Pero en medio de ese reeneuentro tierno, festive y radiealmente inocente, el apelativo me impacts de manera muy diferente, eon una Fesomancia literal que me hizo pensar por primera ver que ‘aaiza mis esfuerz0s enceguecidos por despertar la sensi lida sexual de esa muchacha me habian abierto en sco. ‘axdn unt lugar mucho mis importante del que yo pensa- ba. Un lugar enorme que me aspiraba y daba vertigo, y que resultaba tanto mas ineémodo cuanto que pese al po. dlr inquietante que podia brindar no parecia servir en ab soluto a Tos fines que habsan presidide mis esfuerzon, Desconfe de ese lugar deade el inicio, y traté de recu- Derar a brazo partide la dizeceién que me habia fijado cuando decidi volver con ella. Cuando me pregunte por {ue haba vuelto, Ie dje la pura verdad, porgue era en esa verdad animal, y lejos de toda inocencis, donde buscaba mi orientacin, —Porque extraviaba ta olor ‘Me mir con cara divertiday ligeramente deseonfiada. Sospechaba que habia en mis palabras un halago, pero que estaba dicho en una lengua desconocida para ella. El elogio de su aroma salvaje se habia llevado siempre la parte del leén de mis tributos verbales sella, Pero sencl Hamente ta adventista no podia ereer que alguien se guia £2 por el olfato para elegir mujer, y menos para desandar el camino ya inieiado con otra ‘A decir verdad yo tampoco habia sabido que ése era por entonces mi norte, Lo descubri sencillamente cuando la ve de nuevo cerea de mi. Tal ver mi cerebro habia conver 120 fido ese olor eriollo en una metsfora de la densidad part. cular que Romina tenia para mi en comparacion eon Bags: nia, en un simbolo de la especial espesura psiologies te ella y de nuestra relacin, Pro en ese momento a mine ine interesaba para nada comprender es0, porque la eontars doneia de su olor eliminaba todas las derdas respecte del cierto de mi regreso a ella, y donde ya no hay dada todo conorimiento y toda explicacion se vuelven superflucs ‘Pero cémo transmitirle esa certeza inesperada a ella? =§Por mi olor? —insistie, Si. dor que te extrana tanto? También es porque 50s hermosa y porque me gusta como sos, ¥ site dieea {que es prineipalmente por eso vos pensarias que es mejor Pero el olor me parece mucho mas representative de una persona que st imagen visual, eambia menos que ta ima, fen, menos que las opiniones, menos que la personalidad. so lo pensé siempre, pero sdle eon vas descubrt que'n la hora de la eleceion el lfato estan importante para mi co mo para un perro, A comienzo de la relation ese tipo de conceptos se los Presentaba de a poco, se los tha insinuendo y justiReande ‘on referencia permanente a la antropologia 0 ta etclogia para que le resultaran mas digeribles y pudieran atraveay la cervada malla do su protestantismo norteamericano y antediluviano, en el que el abismo dela ereacién separaba inveduetiblemente la naturaleza humana de la animal, y convertin a ésta en Ia encarnacion del pecado, la mugre > last, Pero hacia tiempo me habia eonveneide de que esas referencias eran contraproducentes, porque ahadian la diferencia de sensibilidades una polémica cultural en la que yo no tenfa esperanza alguna de vencer y que slo crea be obstaculs suplementarios. Desde entonces me limitaba 8 persoverar en In afirmacign de mi idiosinerasa, y como ella pareeia no regstrarla, habia ido dndole una formula cin eada vez mas provocativa, Yo siempre habia despre ‘do a obsesion por la limpicza, Pero frente a ella podia con. Vertirme directamente en el trovador de la mugre. Quienes ra ‘menospreciaban su propia parte animal me habian pares do siempre despreciables, pero para dejérselo en claro @ ‘lla era capaz de transformarme en un verdadero perro De hecho haba vuelto a ella bajo el signo del perro, de un perro feroz excitado por el olor de sia hembra, Pero me hhabia encontrado con una ehihuaha alegre y saltarina que me llamaba papi y me festajaba eomo a an padre pr digo. Con el paso de los dias la adventista chihuahua fue arrancando uno a uno los dientes al perro feroa a fuerza dde morisquetas, mimos infantiles y mohines de nia adul- ta, Cuando me quise acordar estaba convertide en un pa dre protector, comprensive y compafero, que enconteaba tiempo para ensenarle el mitico inglés, que abre en la fan tasia de Tos pobres las puertas de tedos los rebusques, a nnadar, para que ereciera en Ia Tucha con el agua, y hasta jugar al ping-pong, para que compartiera conmigo el cultivo de los rflejos, la danza velog del cuerpo en su mas precisa expresién En ese periodo de ternura infantil pero infinita no pu- de dejar de ensenarle cosas sin interrupeién. La ensefan. za, el adiestramiento, los aprendizajes pasaron a. ser hhuestro tnieo verdadero intercambio, porque el sexo de Romina habia vuelto a su aridex inical y hasta tha lo sgrando superar sus propias mareas de frigidez a medida que ella se entregaba desde su postura infantil a nuestra, relacin de manera mis confiada e intima Yo debo haber puesto una tenacidad especial, y ade més sélo me laneé a ensenarle las cosas que deminaba, pero lo cierto es que Romina terminé sorprendiendome con su eapacidad para aprender todo lo que yo estaba en condiciones de ensefarle. Habia que verla nadando en el ‘mar, cuando su madre para dejarla partir de Salta a Tos peligros de a Capital y de la costa le habia hecho prome- ter que nunea se meteria al agua. Habia que verla sumer- ‘iéndose y emengiendo en estilo mariposa apenas tn mes ‘después de haber puesta su primer pie en un piscina, cuando aquel primer dedo gorda remajado temblorosa 122 mans ev ago abi oad hora ners dee {a alguna botnda ~porque cans ls anes no acaton ban los métodos reorriantados ls pasos que ta ay resultado habin dao on el sox, pere que Lan sami Samentefrutferon renultaron cen todas lt otas toy ate intents ensenale Pero donde sobre tado habia que vera era juga at ving pong con la detcadera do una bailar’ I agose ‘iad d'un boxeador,despuse de haber pasa ence ‘mienzes horas sin haber poi pearl una sola ves aa pelo. Bl ping pong fue durante en buen tempo cl sae Jorsimboo del eardter que estab tomando maces ee Gin, Parecarefejar sus covrentes mas profandas, Vio desde afuera, desde la ignorancia de sus secelosy soe Leica, o'a través del juga de ln inenperto, el ping, ong no's nds que un “ns de mesa un proleee oe Srogadoy rebajado de un deporte superior avistecraticg si version de sldn para los as de mel Geman ta plebeya Pera longolpes mo salles del tens protege nal son apenas burdos empujonessimieses emmaradoe ¢on los movinientos refinado, agile, miimetrcnmenta Autocnirladosofulinantementeagresive qe eg o bing-pengmininamenteslvonte ‘iendla‘avanzar a Romina en el dominio del ping- bongo podia dear de ponsaruna'y otra worn fas tess ae Brockner, coli habia queda en mi motes tn Culadodeun modo inguitante con Romina, pare! hecho de ‘qe loestaba traduciono justo cuando ln eno all Bee ‘ombraserevisinista dol contormiomo ae Ins as Dar sinetiar tas ls postrasreacconaias qe sa ediern alo lao de la historia en ua reivndeason tromariamonte eanservadora dela demeeraca moore Mehabiasorpendide como un alema coma ts au neo tra laren su Floste a itor pa ddr ale fos cruciales a roveluctonarimo eneinaro de Tos 2, loraba reservar tabi otro espace para encom de ws ‘su antipoda tradicionalista, la aristoeracia, y hasta alaba- tba su preservacisn en Gran Bretafa por medio de Ie esa. va de los lores. Sobre todo me habia intimidado la fuerza persussiva de su argumentacién, Ia extensa justifieaciin de las preerogativas de la aristroeracia por las virtudes troncales que ella debia supuestamente preservar para la sociedad, desl la osadsa inicial de In conguista del tervto to basco, hasta el refinamiento que se iba destilando can el paso de los siglos,y que segtin Brockner se infltraba mo: \dermamente en los productos industriales “nobles” de Ale: mania y de otra sociedad aun maa tradicionalista, Ia del Japén, y se plasmaba en su forma pura, gratuita, no wil tariay eercitativa, en los juegos y rit de la nobleza, ‘Ahora podia tomarme una revancha de esa suerte de sentimiento de inferioridad personal ¢ ideolégico que me hhabia asaltado al leerlo, Siaristoeracia era, como queria Brockner, destreza at viea en el manejo de las fuerzas mis impetuosas e incon trolables de los seresy las cosas, era el ping-pong.y no cual- quiera de los deportes considerados aristoerticos el mejor instrumento hidico para medir grado de nobleaa, ¥ si are tocracia era también, como él decia, ambicién, sed do con- ‘quista —y su instrumento— la agresion, el ping-pong pare- cia directamente su enearmacin, Bn tenis existe el juego fuerte como una Véeniea especial, pero aun para el princi piante os imposible agar al tenis sin pegare fuerte @ In pe Tota. La propia ragueta, com su peso sus dimensiones, la fancha con su extensin, definen al juego como vilento, arrancan a cada uno hasta sa altima reserva de agresién. En cambio en el ping-pong el juego violento no es la Liniea opeion, sino la ms arrieegada, La inercia que hay ‘que vencor para jugar fuerte noes I dela paleta, que con su peso exiguo no tiene easi ninguna, sino la de uno mis mo, la del propio temor. Tomor a marrar el tiro en un jue 0 dondo el estilo cobarde y defensive parece tener pre- ‘mio; temor a parecer demasiado ambicioso, temor a sen. tirse culpable por arriesgarlo todo cuando un golpe suave 14 ¥ conservador podria postergar Ia definicién siempre un Poco mas y darle otra oportunidad al azar para interven fen desmedro del contrario, que tal ver si esté dispucsto-a arriesgar y yerre el tro, Bl tenis tiene una opeign de jue, 0 uave, pero sdla el ping-pong tiene la del juego tonto, ‘que es la que elige invariablemente el prineipiante Sacaria a Romina del juego tonto, o mejor dicho, impe- dirlesiquiera entrar en él apelando sin cesar a la prove cacién y al atizamiento de su ira y su agresividad fue ex tremadamente costoso, me demands tardes enteras de es fuerzo, en las que mais de una ver senti que toda la situa cidn demostraba jrrefutablemente que yo estaba loco de ate. Pero a los pocos dias, euando ella comenzaba a reaccionar al pique de Ia pelotita en su campo soltando ‘automsticamente su remate como un arma eiega y eerte ra dedisparo automatic, senti que la micl de la revancha ‘deoligica subia por mis miembros profundamente flex. bes, agilizados por las largas jornadas de juego, hasta a: canzar el lobulo cerebral de Ta derrota, donde cada uno concentra todas sus humillaciones, para limpiarlo, de amargura hasta el fondo eirradiar desde all como un bale samo que le endulzaba a une toda el alma, ¥ mas tela en: ddulzaba euanto mas eostaba, —iVamos, vamos, eon mis odio, con mis bronea! Siem pre rotando el brazoy la paleta pero con mas energie =iPero si le estoy peyando con todo! —iCon todo, las pelatas! La pelotita me lega muerta, Mejor no trates de darle energia, poraue se ve que no te sale, te enduroee el brazo y ademas se te puede desviar el tiro. Dae odio. BI movimiento tiene que ser idéntien al de antes, circular, pero ean odio. Metéle bronea, ~iMis broneat jMas odio! Reventla, hat la pelota mierda "arajo! (Asi, mira? —y yo pasaba del tro fuerte al emate vilento, inatajable aun para un jugador experto 135 desprovenido, La ploita rezaba el campo de Romina co- ‘vo un suspir, deja fltando en el sien sonido di aco y esqive, te pera entre las maguinas de video. juegos, se y0 aboreta por su raido infernal y Romina Dor la seviiasuplementaria que atadian a i Ramil Ein de'su poraisis frente al rool ebligaria a buscar la Delotta entre sus carearas horendas, ante las qve chi fos, adolescents w hombres, sin low dias, saben 938 Hora abtrato como pve Hiboxqu rane mina do yor los videshuogos parcianegatrar el acercamien de fn inasual deportista con un temblor sat, ambigue, tue Lal vee ora percbide por el ‘Nun asi lograba qu Romina le pegara fuerte Pero ss rostro iba dlatand una acumulaconeada vee mas grande ‘Sadi n su intron y ovo mo sugeria y ol nuevo pass ~iRominn,Odidme,desprecime con ted ol ama, Ca sme a peotaos —Oudidme come me odids cuando me odds ‘Como si no supiera a qué me referia entonces, Romi- na seguia haciendo el torpe equlibrio del prineipiante en- tre la fuerza y I punteria, empecinada en demostrar con su inalterabitidad que mi alusion no habia existido. Yo tampoco iba a eruzar la barrera para decirle:“Odiame eo- mo cuando te pego", porque las eseasas bofetadas verda- dieras que le habia dado eran una Haga demasiado ardien- te como para que me atreviera a rozarla abiertamente con mis palabras, menos aun en publico. No me quedaba otra oncion que la insistencia, que el rodeo, para que aun sin roto abierto el ealor en tarno de Ta aga se volviera inso portable y la hiviera reaccionar. Bsperaba un poco més para ver si ella se deci por fin a rematar, y ante laine Vitable decepeién, valvia a la carga’ —Si nunca me ods, imaginate una situacion en ta que me odies tanto como para matarme y segui euidando {que et brazo y la paleta roten bien. "Alas dos otres frases como ésa el rostro de Romina se 136 parecia demasiado, come para que existeran dudas, al ‘que habia puesto un par de veees en que quiso comuntan, ‘me —eon holgado éxito en cuanto a detener mi propés), to— que si le pegaba otra ver estaba dispuesta a hacer al. ‘0 terrible, inconeebible. La alusin habia sido finalmen. te aceptada, Tras uno o dos tos mas dubitativos, Rom? ‘na empezaba sin transicion alguna (gpero habia duda de ‘que Ia transiciin tenia todos sus eslabones conseientes en su cabeza?) a rematar sin asco, con una violencia que yo alababa de inmediato y terminé envididndole, y sin ms yor punteria, como debe ser cuando un prineipiante oun ‘expertainician los remates de un peloteo y se concentean, ‘mas en aleanzar el nivel de energia y violencia que re- ‘quiere el juego que en poner Ia pelota con presisin en el otro lado de la mesa. La muchacha estaba logrando fren ‘te a una mesa de juego lo que jamds habia conseguida cuando yo la exhortaba a pegarme bofetad: Y pronto, asombresa y envidiablemente pronto, los ti 0s de Romina ge concentraban eada vex mas, ean ere ciente violencia, dentro de los bordes de mi campo. Otro ch. clo similar de apromios verbales se iniciaba entonees para ‘que pasara del remate aislado a responder con sus rem: tesa los mios y poder inieiar ast un juego rapido continuo, Mis instrueciones iban volviéndose eada ver més ais. ladas y del férrago de los ultimos sefialamientos y elogios surgi nitida, reeoncentrada y silencisa la imagen dan- ante, gil, fulminante, de una jugadora de ping-pong eon ‘una habitidad que yo jamas habia visto en una mujer Sus facsiones indigenas comenzaben a relucir alealor de un ‘orgullo cada vex mas afirmado. Los nudillos de su mano erecha, con el codo que tonia la costumbre de levantarse tun poco mits de lo onveniente, evocaban en el drive e los movimientos de un boxeador, desmentidos de inmedia to por Ia sutileza intelectual del revés agudo, violento, a ‘menudo ms certero que el mio, que ubicaba ton perfidia eliciosamente femenina la pelota justo en el vinein don «de mas me descolocaba 127 Romina, a quien cualquier porteno hubiera Hamado “la negra Romina” menos yo porque se habia ofendido eo- ‘mo nuns la uniea ver que lo hice eon intenciones atrodi siacas, durante un coito, la adventista de Salta que habia Teido poco més que la Biblia en teda su vida, la india de pelos gruesos, duros, hechos para soportar milenios de in- temperie que podian eondenaela en 1991 al papel de agra: able ebjeto de contemplacion folelorica y turistien que los racistas democraticos del primer mundo reservaban a quienes no estaban dispuestos a dejar pasar “en excesivo numero" sus fronteras, la eriolla vulgar para cualquiera ‘que no conociera sus berretines de reinaineaiea ni capt ra el refinamiento tormentoso de sus rasgos de cocktelera racial, aplastaba entonees gril eon sus pis (jParalelos 4 la mesa, dejé de adelantar el derecho!) a todes los Broekner y se levantaba por eneima de todos mis temores ‘2 5u altura de manojo de nervios prvilegiado, de hembra ‘sudorosa que dejaba sospechar entre remate y remate un crudo olor a vagina fltrandose entre sus piemas y espe ‘ado pacientemente en mas milenios que sus pelos para ‘marear a los machos mejor plantades, Diio particular, laerolla debutante de ojos inguietan ts y el judio experimentado de rostro timido enfraseados minutos interminables en el mudo didlogo danzante de re mates, eortadas, saques y efectos. Un ballet escandido por ritmo eranométrico del rebote blanco, puntual, sonore, {que acababa por llamar Ia atencidn de los postes humanos tstacionados en los videojuegos. Un pequetio basque demi radas, casi todas maseulinas, se arracimaba entonces en torno de la mesa de ping: pong, y In adventista comenzala a sospechar que existia un mundo donde Ia modestia im: puesta por los popes de su secta no era neeesaria, porque alli la ostentacion no era falsa, no fing To que no se tena, ‘sino que exhibia la verdad ineonfundible del propio goe. ‘Todo el placer que no habin podide hacerle sentir en jornadas ininterrumpidas de esfuerzo ertico parecia st birle entonces a las mejillas, que mostraban el preciso 128 grado de rubor de un gran tapujo moral euando est sien- do veneido por un deseo aun mayor. Asombrosamente diestra bajo las miradas que a eualquiera le hubieran he: cho marrar todos los tires, Romina emergia de esas prue- bas delatando en el rostro una nueva solvencia que pare. fia no estar de ningin modo dispuesta m agotarse en el ‘aplomo deportive. Yo exultaba, Era la aristocracin no del Tinaje sino del esfuerzo, la verdadera nobleza, Un di: ‘ante femenino preducido al ealor de un deseo inconteni bie: en primer lugar del mio, que me emprjaba # dedicar Te innumerables horas de mi vida con la esperanza, al lograda, de poner algo en movimiento detras de esos ajos aindiados que habian prometido huracanes de enengia y sélo habian brindado brisas pasajeras. En segundo lugar, tal vez alealor del deseo de el, que fnalmente pada es tar emengiendo, entrando en combustion como un grueso tronco al que se ha debido ealentar con enormes cantida- des de lens mas pequeios hasta que se decidiera a arder. Pero mas alla, ol fuego que estaba gestando eon st ea lor ese diamante podia ser tal vez también el de ls otros, cl de esos ojos que le brindaban la misma admiracion que yole habia prodigado muchas veces pero multiplicada por ‘su ndimero y por su anonimato, so, por supuesto, no me hacta exultar, me inguieta ba, Al comienzo fue incluso mucho mas que una inqui ‘ud. Fue pavor, Un terror basico a perder no a Romina, que a esa altura del partido ni siquiera sabia ya bien Guin era, ni qué podia darme, sino a perder ahi mismo todo, ol menos a perder algo que no sabia precisar qué cra pero que representaha mas que el propio todo, todo To que pudiera tener valor para mi, yen primer lugar la po: sibilidad de no tener minea ma una mujer, si Tos lazos con Romina, que pese a todas Ins frustraciones eran ya ‘muy profundos, podian tambalear por la experiencia rea- tivamente banal (y rigurosamente includible en mi con- cepeidn poscaneiliar de los derechos femeninos) de que al- sguno de sus talentos floreciera en pablico a la vista de 129 inevitables competidores sexuales, Pero luego me deci: “iaué varén no pasa periddicamente por la misma”, “quien no se deja llevar cada tanto por la propia insegu ridad y le en las mejillas sonrojadas de su mujer oen al ‘gana turbacion de sus gestos o sus miradas el deseo exci lado por la mirada de otros hombres, cuando sdlo se tra ta de una timidez o una incomodidad cualquiera?” ‘Mis propios celos no habian necesitade antes de tanta eseenografia para aduesarse de mi cabeza en una danza ‘macabra que me atormentaba, me azuzabs, me provoeaba ‘como provoca un rival, pero también la propia hembra, que tiene en el manejo osclatorio de su interés, de su mirada, de sus legadas tarde y otros sutiles dosplantes un garrote potentfsimo por si las moseas. Desde el inicio, desde su de- ‘mora de una hora en Ilegar a la primera eita, mi problema con Romina habia sido que eon ella las moseas'pareefan acechar permanentemente yel arrote pendia su efecto por abuso, Logré al comienzo que algunas veces me confessra ue estaba llegando tarde para vengarse de alguna infrae cin: alguna mencién de mi parte a una pareja anterior ‘mia (los eelas son mas sabrosamente morificantes a do), alguna demora mia que por mi puntualidad habitual ella cotizaba a una elevada tasa de eambio —una hora de re- ‘as0 en ella se intereambiaha aproximadamente por cinco ‘minutos de demora mies, pues es sabido cuanto mas caros son los bienes escasos—, alguna frialdad que yo le hubie +a mostrado anteriormente en el trato y a la que ella alu dia siempre con variaciones de la palabra “distante’, sin recurrir jams a la familia de palabras Vineulada eon et fro para no aparecor de manera demasiado evidente como espiando la paja en el ojo ajeno a través de las ranuras de Jn enorme viga que tenia en el suye, Pero con el tiempo, y mediando los interrogatorios ‘maratdnicos que su mutismo imponia a cualquier curios dad, pude conveneerme de que Ia gran mayoria de sus lle gadas tarde, de sus ataques de apatia, de sus retieencias iniciales a casi todas las propuestas de salida, » sus des 130 4 Dlantes més irritantes, como negarse a acompaftarme en. eseapadas que podriamos haber hecho juntors la cata ‘que a menutio yo terminaba haciendo de todos modes. se 10), no respendian a ningsin propésite consciente, sino que hhabian sido su “estilo” desde siempre, con todo el mundo, Quedaba una minoria de eatos, los menos banales en ts dos los aspestos, que ella si reconosia que obedecian a un ‘objetivo prefijado: “mantener su independencia” Por respets, por amor, por ideologia y por el nunca au sente “sano interés” (in alentar su independencia no exis: tia esperanza alguna de “ponerla en movimiento), no tba | ser yo quien frustrara tan legitime propdsitoni dejara de reconocer que en ciertos casos requeria de conductas como las que tanto me molestabsin. Pero por supuest, tampoco Aejé de indagar, con todas Ins armas de uso habitual en las parejas (dos alertas a las charlas tolefinicas con sus amigas, revisacion minueiosa de earteras, bolsllos, Hore tas) y hasta eon métodos supuestamente ajenos a tan ho norable escuela (apertura seereta de cartas), i "inde Dendencia” no escondia alguna necesidad menos casta, Pero no. La pesquisa implaeable de mis respetables ce los paranoides no pude detectar el menor indicio de infide- lidad. Ni ajo a forma de una inelinacin, de una eierta “reverie", de una ensotacién traviesa a la que las eneves. tas revelan desde hace dévadas que dedican buena parte de sus ocios las mujeres de todo Oceidente. No las pita. nas adventistas, Su religin, que equiparaba el peeado “en ‘bensamiento” con ol que era de veras cometido “en acta", pbareci blindar a Romina contra cualquier deseo inte. Faltaba saber si eso servia de algo, Pere al comienzo Yo no me lo pregunté demasiado —quién se hubieraatre- vido a hacerlo?—y opté por la respuesta més tranguiliza dora: que sf, que su aparentefidelidad de euerpo y alma ra util, que nos daria a ambos el marco mas seguro para, latrevernos a ealentarnos sin ponernos limites, sin temer ‘que el fuego tan largamente buseado fuera finalmente in controlable cuando apareciera y terminara caleinandole a 131 alla todos tos sustentos éico-rligiosos que formaban bue- nna parte de su igentidad y su orgllo, ya mi eae earoro vi Fil que temblaba por su pellajo cuando ella se demoraba demasiado en llegar a alguna cita, Pero después vino el ping-pong. ¥ esas mejillas sonro- judas como para hacerse mas de un pregunta, a uno mis ella, Yo jamais habia sido frontal con ninguna mu jer en esas cosas. Bra demasiado curioso como para espan tar al pajaro acercéndomele bruscamente y perder asi la ocasign de oir su canto, aunque mas no fuera para desea. brie que estaba dirigido a otro y hacerlo volar para sie: pre de mi lado. Pero sobre todo tena enormes tapujos mo rales, anto mis vigentes cuanta ms flexibles, que apenas si habian dejado pasar entre sus rendijas algunas impos tacionos machistas de pretendida funcién erétiea y numea ‘me hubieran permitido rozar el ejerceio de una presion verdaderamente inquisidora para satisfacer mi cuttosidad © calmar mis miedes, aunque fuera capaz de desarrollar una firmeza insospechada —aprendida sobre todo con Ro- ‘mina— y rayana en la violencia, ewando se trataba de en. sedar algo util a una muchacha empacada como una mula ‘Tonia ademas, menos elogantemente, un poco la tei ud del eterno postergado, del socialista demasiado conse: ‘uente o del nareisista soterrado que espera que los de. mas reeanorcan finalmente motu proprio los derechos y los méritos que le corresponden a l y siente que exigir su econoeimiento él mismo seria rebajarse o arrogéraclos de repo. Eso que un psicoanalista heteredoxo Uamaria un ‘mal amado... entiéndase, en los tiempos de la infancia, Alguien que sélo esté dispuesto a esperar que le den lo ‘que precisa de los otros, porque arrancarlo para sia la UUsanza occidental, cristiana, y tal ver inevitable, le pare

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