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shandy

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DIRECTORIO
Director
Franco Félix

Consejo editorial
Gabriela Torres
Óscar David López
Edgar Bili Murillo
Elma Correa
Minerva Reynosa

Consejo Consultivo
Paco Inclán
David Miklos
Paola Tinoco
Enrique Vila-Matas
Rogelio Villarreal
Luigi Amara

Revista Shandy es una publicación trimestral independiente de IRIS


NEGRO EDICIONES. Leandro Valle 511. Colonia Jardines. C.P.
83113. Hermosillo, Sonora, México. Los artículos publicados son
responsabilidad exclusiva de sus autores. Su contenido no refleja ne-
cesariamente el punto de vista de esta editorial. Carajo. NO está prohi-
bida su reproducción total o parcial. Esta edición consta con un tiraje
Shandy 4. Abril de 2009. Hermosillo, de 2, 000 ejemplares y fue posible gracias al apoyo del Conaculta, ISC
Sonora, México. En Portada: Revolution y Alternativa Cultural por la Equidad de Género A.C. dentro del pro-
Part 5. De Rodolph Simeon. Agradece-
mos al ISC por el apoyo brindado en la
grama “Otro mundo es posible”. De la misma manera agradecemos a
obtención de esta fotografía. todos quienes aportaron un poco para lograr esta edición.
contacto: revistashandy@hotmail.com

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REVISTA SHANDY
EROTISMO+EROSIÓN

Contenido
Maletín Duchamp

Grandes Hits: Nueva generación de narradores mexicanos


Andrei Vásquez..............................................................................10
La jornada de la mona y el paciente
Óscar Grajeda...............................................................................12

09 Pétalos y otras historias incómodas


Edgar Bili Murillo............................................................................15
La hermana falsa
Vikram Dharma.............................................................................. 17
El libro perdido de Heinrich Böll
Claudia Apablaza.........................................................................21

Rayógrafo Man Ray

Littell en Estados Unidos.................................................................24


Bolaño gana el Critics Circle........................................................24

23
Sentido portátil: Vila-Matas al teatro....................................... 25
Otro libro perdido de Böll...........................................................25

4
Whiskey de Picabia
EROTISMO+EROSIÓN
El rectángulo ocre de Jakkalsdrif
Magdalena Frías.................................................................................. 28
El corazón de la piel
Mónica Lavín..........................................................................................30
El erotismo de la muerte o la erosión de la vida
Virginia Hernández Reta.................................................................... 34
Fifteen minutes of shame
Gabriela Torres.................................................................................... 38

27 Notas acerca de la fundación mítica de “Tajimara”


Manuel Llanes....................................................................................... 42
Desnudarse
Eve Gil.................................................................................................... 46
CUENTO Y ACTUALIDAD
Notas rápidas sobre el cuento
David Miklos.......................................................................................... 50
Cuentos mexicanos
Rogelio Villarreal..................................................................................52
Mito y realidad del cuento
Paola Tinoco.......................................................................................... 55
Más corto que el de Monterroso

49
Paco Inclán............................................................................................. 58
Entrevista con Antonio Ortuño............................................................ 60

Cajón Fitzgerald
David Foster Wallace
Sidharta Ochoa.................................................................................... 64

Botón Rigaut
Prima Ballerina Assoluta
Elma Correa...........................................................................................68
Motor 1
Óscar Benassini..................................................................................... 70

Máquina de Walter Benjamin

63 The M People de Rodolphe Simeon


Christian Cortés..................................................................................... 72
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COLABORADORES
Claudia Apablaza (Chile, 1978). Estudió psicología y Eve Gil (Hermosillo, 1968). Es narradora, ensayista y
literatura en la Universidad de Chile. Ha publicado el li- periodista cultural. Autora de diversas novelas, entre
bro de relatos Autoformato (2006), la novela Diario de las otras Réquiem por una muñeca rota (2000) y Virtus
especies (2008) y El fanzine S(s) y la no historia (2008). (2008). Tiene a su cargo la columna “Charlas de café”
Aparece incluida en distintas antologías de jóvenes cuen- en la revista Siempre! y ha ganado diversos premios es-
tistas. Es coeditora de la revista Dado Roto. tatales y nacionales, entre ellos el Efráin Huerta 2006
con el libro de relatos Sueños de Lot (2006).
Xóchitl Arellano Ter-veen (Ciudad de México, 1990).
Es traductora de Shandy. Actualmente estudia el bachi- Franco Félix (Hermosillo, 1981). Es narrador. Ha pu-
llerato y cursa talleres de danza contemporánea. blicado en revistas locales y nacionales como Nectar,
La Tempestad y Universidades.
Óscar Benassini (Ciudad de México, 1981). Es coor-
dinador editorial de la revista de artes La Tempestad. Magdalena Frías (Chihuahua, 1984). Estudió Le-
Produce exhibiciones para Preteen, un pequeño espacio tras Españolas. No tiene ninguna publicación pero
en Hermosillo dedicado al arte contemporáneo. actualmente trabaja en un libro de cuentos y otro de
poesía.
Elma Correa (Méxicali, 1980). Es estudiante de la Li-
cenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana Óscar Grajeda (Hermosillo, 1987). Forma parte del
de la UABC. Colaboró como actriz, dramaturga y asis- equipo editorial de Shandy. Ha publicado el libro Som-
tente de dirección con el grupo de Teatro Tercera Lla- brero de copa (2007)
mada. Imparte talleres de Teatro y Literatura.
Virginia Hernández Reta (Ciudad de México, 1966).
Christian Cortés (Ciudad de México, 1989). Nunca ha Estudió Comunicación. Algunos de sus cuentos se han
tenido una beca, ni obtenido ningún premio. Bueno, uno: publicado en el periódico Reforma, en las revistas Vo-
obtuvo gloriosamente el primer lugar en una competen- ces de la Primera Imprenta, Opción (ITAM), Camino
cia de natación cuando era apenas un mocoso. Estudia Blanco (Mérida), Cult (Brasil), Rio Grande Review
pintura con un irlandés. En su vida, lanzó una naranja al (Universidad de Texas). Ganó el Premio Nacional de
vitral de la iglesia de su pueblo pero no logró romperlo. Cuento Beatriz Espejo 2002, publicado por la Editorial
Ficticia en la antología El espejo de Beatriz. Su volu-
Vikram Dharma (Ciudad de México, 1980). Publicó men de cuentos Memorias de un desvelo ganó el Pre-
el libro de ensayos Nadie de este lado en 2000. Y tam- mio Latinoamericano Benemérito de América 2004,
bién las novelas Exorcismo kafkiano (2003) y Dolor de publicado bajo el sello de la Universidad Autónoma de
cabeza en Bagdad (2007). Oaxaca.
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Paco Inclán (Valencia, 1975). Es transeúnte. Escribió Sidharta Ochoa (Tecate, 1984). Es narradora y ensayista.
los ensayos “La solidaridad no era esto” y “El País Vas- Ha publicado reseñas para el periódico El Mexicano y en-
co no existe”. Es editor de la revista Bostezo. Colabora sayos para la revista Volante y la revista Espiral. El cuento
con Milenio y la revista Replicante. Acaba de publicar “The Bodiez” aparecerá próximamente en la Antología
La vida póstuma con FIDES Ediciones. Del Primer Concurso Internacional de Cuento Breve del
Salón Hispanoamericano de la Ciudad de México.
Mónica Lavín (Ciudad de México, 1955). Es autora de
varios libros de cuentos, entre ellos Nicolasa y los encajes Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976). Es autor de las
(1991), Ruby Tuesday no ha muerto (1998) que recibió novelas El buscador de cabezas (2006) y Recursos huma-
el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen, Uno nos (finalista del Premio Herralde de novela, Anagrama,
no sabe, finalista del premio Antonin Artaud y La corre- 2007), así como del libro de cuentos El jardín japonés
dora de Cuemanco y el aficionado a Schubert (2008); de (2007). El periódico Reforma eligió su primera novela
las novelas: La más faulera (1997), Tonada de un viejo como mejor debut en la literatura mexicana de 2006.
amor (1996), Café cortado, que en el año 2001 recibió el
Premio Narrativa de Colima para obra publicada, Desper- Paola Tinoco (Ciudad de México, 1974). Es narradora y
tar los apetitos (1995) y Hotel Limbo (2008). Sus cuen- socióloga, gerente de prensa y promoción de la distribui-
tos aparecen en antologías nacionales e internacionales. dora de editoriales españolas Colofón, jefa de prensa y
Pertenece al Sistema Nacional de Creadores. coordinadora editorial de Anagrama en México, ase-
sora de prensa y promoción de las editoriales Tumbona,
Manuel Llanes (Hermosillo, 1972). Es autor de la an- Textofilia y El billar de Lucrecia.
tología de cuentos Decir adiós de noche (2008) y de
los ensayos La verdad maltrecha (2006) y La puerta Gabriela Torres Olivares (Monterrey, 1982). Codirige
cerrada en Las hojas muertas de Bárbara Jacobs o el la editorial reciclada/orgánica/bilingüe: La Derrama-
testimonio de segunda mano (2008). Ha publicado en dora Press. Desde 2005 coordina el Encuentro de Escri-
El Imparcial y en La Jornada; también ha sido colabo- tores Jóvenes del Norte de México y Sur de USA. Tiene
rador de Primera Plana, Altanoche, Divergencias, Etel publicados los libros de cuentos Están Muertos (2004),
Magazine y La línea del cosmonauta. Como becario del Incompletario (2007) y Regiomonteses (2008). Actual-
Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en 2007, en la mente vive en Rosarito, B.C. y trabaja en su novela sobre
categoría creadores con trayectoria, concluyó su primera abducciones aliens.
novela, Perrolobo.
Andrei Vásquez (Oaxaca, 1982). Es diseñador gráfico,
David Miklos (San Antonio, 1970). Es escritor y editor. reseñista de libros y narrador. Su primera novela Los ele-
Autor de las novelas La piel muerta (2005), La gente ex- fantes del Kilimanjaro (2008) resultó finalista en el se-
traña (2006) y La hermana falsa (2008), trilogía pu-bli- gundo certamen Caza de Letras de la UNAM.
cada por Tusquets. Director de la extinta revista de crea-
ción y crítica literarias Cuaderno Salmón. En agosto de Rogelio Villarreal (Torreón, 1956). Es periodista, escri-
2008 ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte. tor y editor. Autor de Cuarenta y 20 (2000), El dilema de
Bukowski (2004) y El periodismo cultural en tiempos de
Edgar Murillo (Hermosillo, 1980). Es editor indepen- la globalifobia (2006). Colabora en Milenio Semanal y
diente y diseñador de algunas publicaciones en diversas varias revistas nacionales y extranjeras. Es editor de la
partes del país. Actualmente viaja. revista Replicante.

7
Valéry Larbaud dijo:
Correspondencia nula.
El buzón sigue con hambre. Hemos hecho una selección de textos en esta nueva
edición que se divide en dos portafolios, uno temático: erotismo+erosión, el otro
lateral se recarga en las perspectivas que tienen algunos amigos de la revista, editores
todos, sobre la actualidad del cuento en México. Este número -retrasado en tiempos-
ha tenido casi un par de meses en el cajón debido a complicaciones con las que se ha
enfrentado su publicación. Nada de activismo. Nada de represión. Mera depresión
económica. Letanías que no repetiremos aquí.

Los tres primeros números fueron impresos de manera clandestina en una institución
que antes fue autónoma y que se ha convertido en nada. Hoy, lejos de insoportables
lamentos, agradecemos a todos los buenos amigos, colaboradores y consejeros que
han hecho posible este proyecto editorial en el norte del país.
Mensaje leído.

Satam, en su primera carta nos alienta: Shandy hasta la victoria. Pensamos en otro texto
que nunca nos ha pertenecido: todo principio es la continuación de otro principio.

Enviándose mensaje:
Shandy hasta la victoria, Satam.

8
Maletín Duchamp
Grandes Hits: Nueva generación de narradores mexicanos
*
La jornada de la mona y el paciente
*
Pétalos y otras historias incómodas
*
La hermana falsa
*
El libro perdido de Henrich Böll

9
Grandes Hits: Nueva generación de narradores mexicanos
Tryno Maldonado. Editor.
Editorial Almadía. 331 páginas.

Y sin embargo no lo son. Ni “Reunión en la escalera” es el mejor cuento de Guadalupe Nettel, ni “Un
esclavo” el más leído por el público de Chimal. ¿Recomendaría Grandes Hits a todo aquél que quiera en-
trar en la narrativa contemporánea en México, inmediatamente, en una sola sentada? No, sinceramente.
Quizás recomendaría apuntar los nombres de su índice.
Ahora sí, fuera de las expectativas que genera el engañoso título, que no deja de ser una buena ocu-
rrencia mercadológica, estamos ante una edición bastante efectiva, un libro que redondea la discusión
en torno a la generación de los 70’s, una muestra clara del status quo de la nueva narrativa mexicana. En
mayor o menor grado de derroche espiritual y destreza narrativa, diecinueve relatos, algunos elaborados
específicamente para esta antología y otros, me da la impresión, sacados del cajón una noche antes de la
fecha de entrega.
En su prólogo, Tryno Maldonado (recientemente finalista del premio Herralde de novela) habla más de
sí mismo que del conjunto de escritores que ha seleccionado. Cuando justifica su selección, no hace más
que argumentar lo que para él debe ser la narrativa y cuando nombra a los escritores reconocidos que
aportaron su opinión, de nuevo, su punto de vista es subjetivo. Estamos pues, ante los valores literarios
de un lector nacido en los años 70’s. Y eso, lo sabemos, es natural y para nada podría recriminarse, toda
recopilación revela más de quien la realiza que de sus argumentos.
Son las reacciones las que han hablado más que el prólogo de Maldonado: en su encomiable intento por
aglomerar a todos los autores, las réplicas personales han dilucidado las verdaderas constantes. Ésta es
una generación de escritores que repugnan la colectividad, que se prefieren productos aislados, hechos a
sí mismos y con una legítima flojera para pensar en su origen. Se jactan de estar inmersos en una cultura
global, más allá de pertenecer o no a una tradición literaria mexicana. ¿Podríamos culparlos? No. Pero es
precisamente ese afán tan mexicano el que los identifica. Ese deseo de no ser confundido con el vecino.
Es cierto, los de la generación de los 70’s poseen una narrativa eficaz, una amplia cultura general, un des-
marque de la arrogancia erudita, una apertura a los demás medios de comunicación y, sobre todo, nada de
miedo a los subgéneros. Son la viva muestra de cómo la contracultura ha arribado, de cómo los valores
alternativos son ahora el establishment y, salvo algunas excepciones, de cómo adoramos a la literatura
norteame-ricana reciente.
Aún así, o por eso, esta antología debería servir como un detonador de lectores para la narrativa contem-
poránea que, sabemos, escasea. “La señora Ballard es la señora Ballard” es una buena introducción para
10
el mundo de Bernardo Esquinca, de igual forma que “Bajo un cielo ajeno” es una invitación honesta para
leer a Bernardo Fernández, Bef. Aunque “Mex (next) world” no proyecta toda la erudición de Heriberto
Yépez, ni “Carne” todas las vísceras de Antonio Ortuño, sí contienen las entelequias que los ocupan.
Aunque poco leídos por la vida cotidiana del país, todos los autores son visibles en la escena mexicana,
coincidiendo siempre en los eventos, intercomunicados a través de las mismas revistas y los blogs.
Del único autor del cual no tenía ninguna referencia ni había leído absolutamente nada, ni siquiera una
reseña, es de Alain-Paul Mallard, cuyo “Ameising” es curiosamente, a mi parecer, no sólo el cuento mejor
ejecutado -o el que más me asombró- sino el que más huele al mexicano. Lo cual me hace dudar: ¿cuántos
autores mexicanos que jamás he leído de la generación de los 70’s tienen tanta potencia en su voz o un
punto de vista verdaderamente desmarcado de los otros?, ¿cuántos Mallard están fuera de nuestro pano-
rama? Me pregunto si no estoy cegado también por el status quo. En este sentido, “Ameising” habla por sí
sólo; es la apuesta y al mismo tiempo la lección de la propia antología que lo contiene.
Hay que leer a esta generación, pero hay que cuestionar sus paradigmas. Las generaciones posteriores
tienen que dejar de aspirar a lo alternativo, buscar nuevas nociones de valor narrativo como sucede ya en
otras partes del mundo, de lo contrario, esto comenzará a ponerse aburrido. Andrei Vásquez

11
La jornada de la mona y el paciente
Mario Bellatín
Editorial Almadía. 54 páginas.

No he parado de hacer el mismo dibujo. Cada que cierro los ojos puedo ver claramente esta imagen: Un
hombre precipitándose al suelo mientras una mona da un salto olímpico de un tejado a otro. Un dibujo
que se antoja pueril, incluso divertido, como una ilustración para libro de cuentos infantil. Después pienso
en el ser patibulario que suele frecuentar la misma cantina que yo. Pienso en su cara. Su horrible rostro
me gusta para ese hombre enfermo recostado en un colchón rodeado de jaulas y salvajismo. Es una es-
cena corta con mucho ruido de pericos y otros animales exóticos, como un lémur o un simio capuchino.
Luego pienso en una anciana en silla de ruedas con un libro en su regazo –un cuadro mudo, serio y
sombrío– abandonada en una habitación pequeña y deprimente, panóptica: la cocina y la alcoba personal
sin paredes divisorias. La mujer vieja, leyendo, provoca una fotografía. Ergo imagino una sucesión de
dibujos, imágenes, fotografías, escenas cortas, La Jornada de la mona y el paciente (JMP desde ahora) lo
provoca. Me encantaría ver que los genios de Wes Anderson o Terry Gilliam trataran de adaptar esta
novela al cine. En sus manos resultaría un gran proyecto. Y es que este libro, es quizás la lectura más
ambigua en la que me haya sumergido. Cada línea del texto es como una isla capaz de susci-tar por sí
sola una idea o una imagen ajena e independiente. Cuando inicié la lectura de Flores (Anagrama, 2004)
descubrí el estilo inconfundible de Mario Bellatín (Ciudad de México, 1960), donde cada segmento se
consolida con la misma independencia, pero sin perder coherencia con el resto del texto. En JMP es
similar, pero magnificado al grado de que cada enunciado puede aislarse y jactarse de su valor creativo.
Puedo decir que después de haber leído este libro –alrededor de cinco o seis veces– no me sentí distinto,
al principio. La vorágine que suele ser mi cabeza no se había acrecentado ni mesurado. Sin embargo, creo
que el señor Bellatín me ha provocado una enfermedad a largo plazo. Algo similar al Síndrome de Mon-
tano de Vila-Matas, pero me temo que éste es un tanto más salvaje. Un poco animal. Quizás la mona sea
el génesis infeccioso, una invitación a caer profundamente.

¿Se puede comenzar a escribir?

Ser víctima de este brote –quizás viral– me ha costado un tremendo trabajo comenzar con esta revisión
de JMP. No sé si pueda concluirla realmente. Hubo un momento en el que me extravié entre imágenes,
voces, fotografías, y me preguntaba “¿Qué fue este libro?”, No entendía. ¿Sería quizás un ejercicio del
autor, o una válvula de escape, algunos cuestionamientos sobre su trabajo, o una trampa? Me vi perdido
12
Mario Bellatín por Gabriela León

13
varias veces en el relato, entre voces narrativas y desdoblamientos. Quise echarle la culpa de mi con-
fusión al texto, tacharlo de inconsistente. Qué ingenuo. Obviamente no lo logré, pero me sigue siendo
confuso. No digo que sea un libro mal logrado o una lectura tediosa, para nada, antes soy un mal lector.
No me di cuenta hasta después de la sexta lectura que la mona sólo era una cortina de humo. Una dis-
tracción. Al final, hallé a JMP como un li- bro muy personal para su propio autor,
un grito ahogado. La figura del analista, ésa era la clave. Dentro de las ca-
racterísticas de la narrativa de Bellatín, la ambigüedad, hablando de la
estructura, es una facultad. La ruptura de la linealidad es quizás lo
que hace tan exquisita su literatura, tan lograda: su estilo suscita
imágenes tan simples, tan bellas y ex- actas a la vez, que resultan
un trabajo limpio que alcanza su fuer- za final en el ordenamiento
del texto. JMP también presenta a un Mario Bellatín abierto,
que se sincera al cuestionarse el éxito o mérito de su trabajo,
o quizás es una burla, una sonrisa sardónica, una trampa. Caí
en la trampa. Contraje la enfermedad. Fui blanco de la mona que
salta por las azoteas propagando la epidemia, mientras un
hombre –ahora me antoja parecido a Dustin Hoff-
man– incapaz de salvar al mundo del virus, de la
mona, se precipita al vacío. Oscar Grajeda.

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Pétalos y otras historias incómodas
Guadalupe Nettel
Editorial Anagrama. 144 páginas.

1. Ponlo en N.
A mis espaldas, en “Estero Viejo”, las ruinas del sanatorio hablan de la noche sin límites. El reproductor
portátil expira el tufo a aguardiente, ahora Swordfishtrombones, de Tom Waits. De frente, esa bruma
abismal del horizonte me tiende una trampa. Ahora que me congelo en la melodía particular de la ca-
tástrofe, cedo un espacio entre tonos y líneas sostenidas por ese grave rumor en el que me dejo conducir
sobre ese sendero donde una especie de repliegue patológico finge un intento de apocalipsis psíquico.
Para estar con el oleaje, dejémosle así, más allá, fuera de aquí.
Creo haber soñado con seres deformados de expresión tristísima que intentaban lentamente concretar
un beso hasta desplomarse en algún cuarto de motel de periferia, seres como errores humanos y no de
ciencia ficción, pienso, luego de abordar una nave en forma de urinario que la Doctora N timonea con
rumbo incierto, esquivando sanitarios unisex, entre vaho y óxido y vírgenes de un oscuro continente...

2. Otear, arenas movedizas.


En este ir y venir de sombras no acabo por descubrir las pistas del incidente donde Guadalupe Nettel
(Ciudad de México, 1973) intercepta lo incómodo de sus focos narrativos. Seis relatos donde se revira
a diestra y siniestra sobre un campo resguardado por la mirada con rayos x, el desamor y otras porosi-
dades: en “Ptosis”, ansiedad y desesperanza recaen sobre un fotógrafo buscador de párpados en las calles
de París; en “Bezoar”, la “absurda bitácora” o el diario auscultado en psicoterapia de una chica adicta a
arrancarse el cabello; en “Bonsái”, el desplome matrimonial de dos japoneses ante la melancólica reve-
lación –a partir de las visitas al invernadero regentado por el señor Murakami– de que la esposa no es
más que una enredadera y él un simple cactus. Lo cierto, ahora que todavía llega el malestar, es some-
terme a la matemática de la desolación, producto de este continuo divagar sobre el nervio parapléjico de
la infelicidad.
Por qué entonces escudriñar Pétalos y otras historias incómodas (Anagrama, 2008) si no preveo este re-
conocimiento sórdido en lo cotidiano, para que se reconstruya una y otra vez esa “telaraña dura” que es
La Verdadera Soledad, ese “lugar privilegiado y caprichoso con leyes de acceso bastante arbitrarias”. No
debería, de este modo, permanecer a la expectativa desde los acantilados para intuir –a la deriva, como
echar un vistazo por las orillas– el peso necesario de un hastío monstruoso en los límites del párpado,
como al revelarse en una instantánea ciertos humores extravagantes e inesperados.
15
Guadalupe Nettel por Carles Mercader
3. Transpectivas.
El lente implícito de la perversidad me conmina a la intermitencia del escondite, al deseo de hacerme
invisible en ese mundo freak. Sobre todo, esa incomodidad indefinible –fiel a la queja de trasfondo– me
encamina hacia el desastre inminente, protagonizado por el acecho de la consecuencia inmediata, del
impulso primario o la excitación. Me inclino hacia la prontitud de movimiento al que se suscribe Nettel
en su espacio narrativo, al potencial de abertura para la catarsis: por las migajas de felicidad recolectadas
en el iris del otro.
Por ello el fastidio, la fragilidad de personificar el “inconveniente de haber nacido”, de encontrar el reme-
dio al mal de espíritu, a soportar el temblor del hastío. Edgar Bili Murillo.
16
La hermana falsa
David Miklos
Editorial Tusquets. 119 páginas.

La entrevista falsa de David Miklos


Dime, querido Vikram, ¿Qué es lo que más te gustó de mi novela?
Muy sencillo, David. Primero permíteme agradecerte por entrevistarme. Mira, Es obvio que la narra-
tiva fragmentaria, minimalista –si me permites llamarle así por definición- es lo tuyo. Las frases cortas,
efímeras, son imprescindibles para gente miserable como yo. En la actualidad, resulta un premio leerte.
El mundo está lleno de información. Las políticas internacionales, la nota roja, el diseño gráfico, el arte
incluso está dotado de una carga informativa engorrosa que nada más nos derrota, nos vence. Parece ser
que el contexto es fundamental para sobrevivir. El bombardeo en Gaza, por ejemplo, debe ser analizado
y discutido -en salas de juntas lejos del conflicto- por hombres con Armani sentados en mesas de cedro
y ébano. Hay burocracia en la muerte, hay un proceso, y en el proceso mueren niños, gente inocente (Si
acaso fuera posible darle la oportunidad a la raza humana de jactarse de ello. Mis padres son de la India
y me encanta el Karma). Todo un paquete de información se tiene que resolver antes de detener el ge-
nocidio, la mera matanza de niños per se no es suficiente para detener el bombardeo. Otro asunto. Una
relación amorosa sin contexto no tiene futuro, siempre hurgan los amantes en el pasado del otro, como
se hurga en los cajones de la ropa interior. Otro. Para hacer una lista de las necesidades del supermercado
parece necesario saber para qué necesitamos detergente y por qué de una marca determinada. Sin embar-
go, leerte, andar tu literatura es resignarse al pasado. La explicación, el antecedente, es un accesorio.

Sí. ¿Pero qué tiene que ver con mi pregunta anterior? Responde.
¿Respondo esta pregunta o la anterior? Está bien responderé las dos.
Respuesta uno. No lo sé. Creo que puede ser un comentario introductorio.
Respuesta dos que contesta tu primera pregunta. Me gustó bastante la temporalidad. La novela está
suspendida en la naturaleza de los recuerdos, de los lazos afectivos más íntimos: uno ante la otredad.
Aunque los narradores Nicolás Shul-Dunaluft, Lena Shul-Dunaluft, Lena Shul y Jan tienen su propio
tiempo marcado, su atmósfera tenue, están conectados por el deterioro de la memoria y la consumación del
tiempo mismo. La memoria es más importante, da paso al enlace, la búsqueda, la espera, un reloj detenido
a las 7:59 debajo del océano. Por eso los escenarios –aunque en tiempo presente (según su enunciación)-
están sostenidos en los recuerdos de sus personajes. Es como mirar una fotografía vieja, la historia detrás
17
David Miklos por sí mismo

de ella y el futuro que le precede son el complemento frágil de una memoria que se derrama entre las manos.
Como la arena. Como la arena de una bahía. Como la arena del reloj de arena borgiano. Inevitable. Quiero
confesarte algo: estoy dopado. Recién me comí un par de hongos alucinógenos. Espero no te moleste.

Hum. Para nada. ¿Cuál es tu personaje favorito?


Jan Shul-Dunaluft. Su testimonio es el más seductor. A través de su relato, de su perspectiva, construye la
historia del encuentro entre él y la otra mujer, y a partir de aquí logra la correspondencia entre las historias
de cada uno de los personajes, el ensamble, pues. Es el motivo conductor que vincula su pasado con el pasado
de Lena y de Nicolás por añadidura. La noche en el bar fue excepcional. Mientras busca entre sus recuerdos
a Petra, la mujer de su amigo, en el cuerpo de la otra mujer, la trama se concreta, toma el cuerpo de las voces
que hasta entonces estuvieron fragmentadas, sueltas en la cámara de conciertos. Jan es tan obsceno y tan
gentil que más de una vez he intentado llamar Petra a algunas de mis amantes falsas. La narración del en-
cuentro nocturno entre Petra y Jan, la delicadeza encarnada en visceralidad esconden la escena sexual con

18
la hermana real. El cuerpo de Petra, el coito con Petra en la habitación oscura, como en un sueño. Jan sale
de la habitación 808, así cierra ese capítulo con maestría. Espera, recuerdo un fragmento que realmente me
provocó una erección, si me permites decirlo:

Tres veces tocaron a la puerta.


Pase, dije o pensé que dije.
Y ella pasó, abrió y cerró la puerta tras de sí.
Su cuerpo, tal como lo había imaginado, estaba tibio, recién salido del cobijo del sueño.
Todo lo comprobé con el tacto.
El cuerpo se recostó a mi lado y me dio la espalda.
Su espalda desnuda, la amplia grupa descubierta.
Llevaba la cabellera suelta, larga y lacia, equina.
Alzó una pierna.
El cuerpo se abrió a mí.
Entré en ella sin más.
La penetré sin reparar en el resto del cuerpo.
Jalé su pelo cuando, más pronto de lo deseado, eyaculé sobre su espalda.
No quise hacerlo en su tibia entraña.
Presentí que ella tampoco quería que lo hiciera.
Solté su cabellera y bajé la mano hacia los pliegues de su centro, el puente abierto entre sus piernas, pero no me dejó
tocarla, sentir su humedad, terminar lo que había comenzado.
Acuné uno de sus senos, quise creer que nos quedaríamos dormidos, juntos, nada de espacio entre nuestros cuerpos.
Pasó un instante, entonces.
O discurrió el resto de la noche.

Es el ejemplo más claro. Y hay que decirlo, David, no lo memoricé. Aquí tengo el libro entre mis manos. Gentil
y visceral. Ése es Jan. Y ahí está la constancia del texto: el tiempo discurrido o no.

Parece que sí pusiste atención entonces, Vkram. Ahora dime. Qué querías decir con el parloteo con el
que iniciamos la entrevista. Es decir, ¿gustas llegar a alguna parte? Es opcional, claro.
Sí quiero llegar a alguna parte. Pienso que la narrativa actual está dividida entre escritores que buscan mejorar
la forma y los escritores que se concentran en el contenido. Cada vez que abres un libro, la trama es un ex-
perimento formal o un mamotreto complejo que trata de justificar cada uno de los pasos de quienes habitan el
universo narrativo (la novela negra, por ejemplo). Personajes en blanco vs personajes psicológicos. El binomio,
el contraste de estos dos campos de investigación (escritura) literaria no aparece en ninguno de los libros que
conforman la trilogía, David: La piel muerta, La gente extraña y ahora La hermana falsa. No estoy peleado con
la calistenia experimental de la narrativa contemporánea. Para nada, me encanta leer a los psicóticos de tu
generación también. Y tampoco tengo nada en contra de la novela negra. Leo a Elroy, a Mankell, aunque ellos
ya no son de tu generación. Pero bueno, eso de “gene-ración” es bastante ambiguo. Aquí estamos, los vivos,
construyendo o deconstruyendo la actualidad. Mis muertos -como Camus, Beckett, Walser, Kafka- son otra
generación. Los hongos.

19
¿Quieres comentar algo más sobre mi libro? Tengo que alimentar a Joe.
Sí. La hermana falsa es una tragedia contemporánea que puede ser visitada desde estadios muy precisos
en la historiografía de la Tragedia de la literatura universal. Los hermanos se encuentran en el mismo
sitio, uno frente al otro en una coincidencia fortuita –sin poder reconocer o reconocerse- y curiosamente
el incesto narrativo –un sino isabelino, shakespeariano o más anterior: clásico, griego- tras la cortina de
humo que supone Petra, el otro, el desconocido, la otra mujer, consumando el fenómeno de la escritura
entre el placer y el vacío, el olvido, lo ignoto. Está Nicolás, varado en el puerto, esperando encontrar el
rostro de Lena en cada uno de los que huyen de su tierra hacia el exilio, el síndrome del siglo xx. La tra-
gedia latinoamericana repitiéndose en Lena violada una y otra vez por militares. Esto es de lo más actual,
David. En los diarios apareció una nota desconsoladora: una anciana que violaron los milicos hace un
tiempo atrás en este país. Ahí está Lena, repetida, sostenida a las 7:59 en tus páginas y que se proyecta en
esta realidad. Por eso hablo de estas correspondencias, de esta información, porque tu literatura respira,
no porque está escrita hoy, sino porque está escrita desde la pesadumbre: un retrato fiel de la naturaleza
del hombre. Imagino a Lena, resistiendo, y no puedo evitar recordar a Alcira Soust, la mujer que también
resistió en los baños de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuando la ocupación militar en
la universidad. Soust no soportó violaciones carnales en su escenario, sin embargo, tuvo el otro castigo
irreversible -al igual que Lena la muerte-: la locura. Hablamos de Bolaño y su libro sobre este asunto:
Amuleto. Bolaño dista mucho del estilo frágil que contiene tu novela. Pero está eso, lo que embona, lo
que ensambla: la tragedia real. Así como menciono el libro del chileno, también está el otro exilio en la
propia tierra. Ciudad Juárez. Mujeres que resisten, que no tienen otra salida que esperar y rezar por no
ser la víctima número siguiente en las altas cifras del feminicidio. Y finalmente está lo que ajusta. Tus
personajes, como las personas aburridas de esta realidad, gente común que defeca todos los días y man-
tiene relaciones carnales con otros de su propia especia (o no), experimentan la vida de manera sórdida,
en silencio. Sin la pirotecnia, todos viven bajo el mismo silencio, el mismo tiempo que se bifurca y se
suspende en imágenes sucedidas en la memoria.

Bien. ¿Es todo? Joe aumentó sus maullidos.


No. No es todo. Hay muchas cosas que habría que decir. Por ejemplo. La violinista, quien cede la voz a los
demás para que cuenten la historia, es quien orquesta las voces y es ella la que permanece sola. La sole-
dad y la música son importantísimos tópicos en el relato. Pero lamentablemente soy un ser discapacitado,
agónico, en cuestiones musicales. No estoy seguro, pero tengo la sospecha de que si supiera un poco so-
bre esta disciplina podría identificar variaciones en la narración, como un melómano percibe los cambios
y las lecturas de partitura: niveles humanos de la interpretación del arte. Yo soy un ser fracturado. A
veces pienso que debería aprender a leer notas musicales. Quizá sería yo una mejor persona. Me encanta
la música. No puedo subsistir sin ponerle play al ipod. Pero no sé nada de variaciones. Tengo sangre de
la India, tú me entiendes. Me encanta el hip hop.

Pues gracias, Vikram, por concederme la entrevista a mí. Y por tus palabras también. Así las pa-
labras de Vikram Dharma. Así las cosas. Miau. Vikram Dharma.

20
El libro perdido de Henrich Böll
Liliana V. Blum
Editorial Jus. 86 páginas.

Hay una melancolía en este libro, es el gesto de dejar olvidado un objeto en un espacio abierto, vacío,
a plena luz, así como se deja olvidado un recuerdo, una inscripción, un muerto, un amor, una frase que
días, meses o años después podrá ser tejida, recordada, encontrada, vuelta a vivenciar, y se generará el
espacio del encuentro, del recuerdo, por lo tanto el espacio y el tiempo de la vida, finalmente el espacio
de la gestación de este libro: El libro perdido de Heinrich Boll, de Liliana V. Blum.
Seis historias de mujeres tristes conectadas todas por la lectura de un mismo libro: El honor perdido de
Katharina Blum, que va siendo encontrando por alguna de ellas, luego leído y finalmente abandonado
nuevamente para que otra de ellas lo lea, pero con una nueva historia a cuestas: la frase que van dejando
en el libro cada mujer que lo lee.
El libro es, en parte, la representación del gesto de la memoria, lo que el narrador no quiere olvidar, no
quiere dejar a la suerte de la nada y el olvido estas historias de mujeres tristes y mal tratadas por la vida,
las quiere reunir en un gesto o grito de malestar que las salve, para lo que sutilmente utilizará el libro
que reúne y traza: El honor perdido de Katherina Blum, generando este espacio de salvación y esperanza
para las protagonistas.
Nos queda claro en este libro de Liliana V. Blum que las palabras volverán una y otra vez a inaugurar encuentros
entre seres humanos, a acercarlos, a unirlos en una especie de historia universal tejida a mano o traspasada de
mano en mano.
El encuentro que resalta la autora es entre mujeres tremendamente entristecidas, cinco mujeres que quieren
olvidar por medio del gesto de la palabra, de la lectura y la escritura vidas y atropellos, dolores enquistados en
cuerpos físicos, psíquicos, cuerpos dolientes. Mujeres que van encontrando el libro perdido en parques, hospi-
tales, en la calle y que además le escriben una frase que las representa en sus estados, como Allison Moore o
la universitaria abandonada por su amante cuando se embaraza y que escribe sobre el libro encontrado: tengo
miedo, incertidumbre, frío.
Helen Han o la hija que siempre se sintió sola y abandonada por una madre enferma, escribe: Helen Han, triste,
no quiero hacer lo que tengo que hacer. Candelaria Piña, o la mujer violada por un cura, escribe: Candelaria Piña,
abandonada por el mundo. Ingrid Henkel, escribe: Ingrid Henkel, huérfana de planes. Por otro lado Anamari,
mujer a quien se le murió un hijo escribe en el libro: Anamari Sáenz: resignada a seguir viviendo. Finalmente
Tadeo, que recibe el libro de las manos de Anamari, y lo abre y lee la primera página, que es tal vez la página que
la misma Liliana V. Blum abrió para comenzar la escritura de su libro: Katherina Blum perdió su honor.
21
Así El libro perdido de Heinrich Boll de Liliana V. Blum es un libro de encuentros, jamás de desencuentros,
es el libro de la necesidad de la memoria urgente, de la capacidad de estas mujeres de transmitir sus
vidas, de transmitir sus firmas y el dolor que sienten cada una por sus recuerdos e historias cargadas
de tristeza. Así Liliana V. Blum configura un mundo en que el encuentro es el eje central. El encuentro
de un libro, el encuentro entre mujeres vía la palabra y el texto sobre todo, el cruce de todos los textos
e historias alguna vez narradas como una historia de la humanidad contada a través del texto que fue
traspasado de mano en mano. Claudia Apablaza.

22
Rayógrafo Man Ray

“Mother” por Rodolphe Simeon

23
www.revistashandy.blogspot.com

LITTELL EN ESTADOS UNIDOS.- Publi- BOLAÑO GANA EL CRITICS CIRCLE.-


cada en 2006 en Francia, Las benévolas (Les Considerado el premio más prestigioso de los
Bienvillantes) de Jonhatan Littel (Nueva York, Estados Unidos, The National Book Critics Cir-
1967), ganadora del Premio Goncourt y el de la cle fue otorgado al difunto escritor Roberto Bo-
Academia Francesa, llega a Estados Unidos di- laño (Santiago, 1953-2003) por su obra póstuma
rectamente al mercado editorial. La noticia ha 2666. La traducción de la novela -que pese a estar
generado opiniones encontradas, las más sobre- inconclusa y ni siquiera pulida- estuvo a cargo de
salientes: el texto de Michiko Kakutani del New Natasha Wimmer. La incursión del escritor chi-
York Times que -de entrada- acusa a los lec- leno a Norteamérica con Los Detectives Salvajes
tores que han aceptado esta obra de confundir causó gran simpatía en los lectores de este país.
osadía con perversidad y que la novela no es más También provocó grandes expectativas cuando
que una sucesión de escenas que proyectan la el New York Times ya adelantaba la noticia de la
perversidad de un personaje sádico. Por el otro próxima publicación de este enorme y pesado li-
lado, The Daily Beast publicó un texto de Mi- bro por parte de la editorial neoyorquina Farrar,
chel Korda que a su vez acusa a Kakutani de Straus and Giroux. El galardón obtenido, fun-
decir tonterías, pues según él, esta novela del dado en 1974, se concede tras el voto mayori-
francomericano será un clásico de la literatura tario de 700 especialistas. No tiene retribución
universal, junto a Moby Dick de Herman Mel- económica, pero sí un gran valor significativo.
ville y Crimen y castigo de Fiódor Dostoievski. La extraña conductora de televisión Oprah
Con la traducción de Charlotte Mendell, la casa Winfrey recomendó esta novela en su revista:
editorial Harper pagó un millón de dólares por “Sostener una copia de 2666 en público fue
los derechos de esta novela de 983 páginas y como tener un el último libro de Harry Potter
que alcanza los 30 dólares. Franco Félix en el patio del colegio” Óscar Grajeda

24
SHANDYS AL TEATRO EN LISBOA.- El pasado mes de marzo se estrenó en Lisboa la
puesta en escena de Sentido portátil -adaptación del texto de Vila-Matas Historia abreviada
de la literatura portátil- de Carla Bolito. Al igual que el libro, esta obra de teatro presenta el os-
curo rastro de una sociedad secreta: los shandys. Artistas que se caracterizaban por promover
el arte portátil. Sus preceptos más importantes: el arte debe caber en un maletín; los shandys
deben ser nómadas por excelencia, además de comportarse como unas máquinas de soltería;
deben tener simpatía por la negritud (el otro) y practicar la sexualidad extrema. Vila-Matas
enlista en su libro a varios shandys, entre ellos a Marcel Duchamp, F. Scott Fitzgerald, Walter
Benjamin, Francis Picabia, Georgia O’Keefe, Jaques Rigaut, entre otros. En esta adaptación
lusitana participan como actores Diogo Bento, Tiago Mateus y Rita Calçada Bastos, mientras
que la adaptación corrió a cargo de la misma directora y Ricardio Faria. Franco Félix

OTRO LIBRO PERDIDO DE BÖLL.- El


Archivo Histórico de Colonia podía presumir
entre sus nuevas adquisiciones la colección de
manuscritos del nobel alemán (1972) Heinrich
Böll (Colonia, 1917-1985). Desafortunadamente
estos textos fueron sepultados el pasado 3 de
marzo junto con miles de documentos más en
el derrumbe de dicho archivo. Entre otros docu-
mentos de incalculable valor, también se perdie-
ron originales de Karl Marx y Friedrich Engels.
Hacía menos del mes que se compró la colección
a la familia de Böll. Ahora éstos sólo conservan
una pequeña carpeta. Óscar Grajeda
25
El whiskey de Picabia

“Overkill” por Rodolphe Simeon

26
Erotismo y erosión
Magdalena Frías
*
Mónica Lavín
*
Virginia Hernández Reta
*
Gabriela Torres
*
Manuel Llanes
*
Eve Gil

27
El rectángulo ocre de Jakkalsdrif
.........................................
Magdalena Frías

He cerrado el libro de un fuerte golpe, casi lo- bable que sea bueno sentirse un sofá de tercio-
gro aplastar una mosca. Trata de un niño que pelo como me cuenta un amigo de otro de sus
hace espectáculo en las calles y logra atraer amigos, que no conocemos. El hombre se cree
a una gorda. Tenían sexo cada mañana antes sofá de terciopelo, ama serlo. Por eso digo que
de que ella fuese a trabajar a la carnicería. En nadie puede dejar de amar y las confusiones
su tiempo libre, ella volvía con él y juntos se son realmente un asco. Lo mejor de todo es
restregaban pedazos de carne en la piel hasta relajarse un poco.
lograr el orgasmo. La mosca se fue. Hay mucho ruido en esta
La verdad es que este protagonista es un poco calle, aunque he volteado a cada lado y sólo
excéntrico; me recuerda a Oligario Sant cuan- miro casas abandonadas, algunas apestan. “En
do tenía a su víctima en frente y le ponía una Lisboa, Oh!, meu amor além…”. Todo cam-
mordaza mientras pensaba en algún buen dis- bia, me digo, mientras sigo con esa frase en el
curso para la nota roja del periódico. Trabajaba pensamiento. Compro un periódico y leo: “El
de periodista. Vivió durante años con un pin- economista Pierr Salama hablará sobre la cri-
tor, buen pintor y para algunos excelente. Le sis mundial y la inutilidad de nuestro sistema
dio a Oligario cinco mil dólares por pasear con económico (soy un queso gruyer, pienso). Oli-
él a través de las vías del tren y platicar de por- gario tiene razón, el erotismo comercial ha
nografía. Lo importante del pintor es que tenía caducado. Hemos de crear nuevas patologías
un estilo sencillo y su-blime, como Oligario pero sin medicamento. La sola noción de ero-
cuando ponía la mordaza, ambos despedían sionar el desarrollo es erótica; los economistas
cierto perfume a muerte, pero eran muy pa- deberían de encontrar el sentido erótico de
sionales. Oligario acostumbraba a besarse las sentarse a mirar cómo las estadísticas descien-
manos cuando terminaba. den a números rojos sin que pase nada, como
A propósito, esta mañana he leído que el amor cuando los niños ven los calzones de las niñas
es el único que descubre la muerte. Tuve de sin que pase nada. Y todo lo demás viene por
pronto la inquietud de saber lo que sería de añadidura.
aquel que no lo sintiera. Si alguien más no En momentos como éste desearía que alguien
experimenta el amor es porque hay una con- escribiera de mí algo así como “Se entrega a
fusión entre conceptos. Por otra parte, es pro- divagar sobre el sentido oculto que nosotros
28
develamos porque, sencillamente, es la tarea cia nosotros una mujer; dijo algunas cosas. Se
de hacer más vivible el tiempo”, en cambio, quedó parada frente a nosotros diez minutos,
me quedo sentado en la banca y espero a que luego se volvió lentamente y se fue.
den las siete de la tarde. Tengo una cita con mi Me sentí tan árido, estéril, inútil. Me levan-
amigo Max Aub. Frente a mí hay un pedazo té con el pretexto de orinar y fui tras ella.
de cemento que se desmorona, erosionado; La llevé a una esquina y ahí mismo la pe-
tiene pequeños pliegues de textura porosa, netré. La levantaba fuerte desde las nalgas.
ha llovido y cada Me miraba, así
uno de sus reco- que le hablé de la
vecos guarda una conexión entre el
gota que más tarde eros y la erosión,
revienta y escurre. mientras le metía
Lo erótico es verlos, un dedo por la
sólo verlos. boca. Eros, dios
Me siento donde que te atrapa en
mismo. Pronto Max la distancia, diez
Aub y yo estamos minutos. Erosión
frente a frente. Habla- a causa de la fric-
mos de erosión y ero- ción del sexo, y
tismo. Él argumenta tocaba su seno.
que lo erótico es una Luego no pude
vía acua, viaje sub- más y le grité
terráneo y estilo de eros-erosión, eso-
los acueductos. Yo le térico, erosivo,
digo que no entien- erógeno, erópata,
do nada, que para erogar. Entonces,
mí el eros es esta vía me detuve, mien-
acua, tan descifrable tras me subía el
y continua; es una pantalón metí mi
línea en el espacio, mano en la bolsa.
un pedazo de la lo- Le di lo que traía y
cura del hombre, salí.
del pensamiento de He pensado
la historia, hasta que se divisa otra vía acua en esa noche toda la semana. Max Aub me
donde se bebe el insomnio y la memoria. acompaña, mira hacia el ventanal contiguo
Max Aub me mira como si todo lo supiese. y dice que la distancia entre ella y yo fue
“Nada hay que decir ya de lo que se sabe”, exacta. Luego habla de los dibujos que hizo
me dice sentencioso. “Todo exceso de sexo o esta tarde, a uno lo llamó El rectángulo ocre
placer que mata la ternura es pornografía”. de Jakkalsdrif. A mi me pareció desolado y
Quedamos en silencio un buen rato. Vino ha- sin ternura. ●
29
El corazón de la piel
........................
Mónica Lavín

1.- Hubo una edad (siglos atrás, ya nadie lo nan. El triángulo invertido que representa la
recuerda) -comienza un poema de José Emilio vulva de la diosa, el yoni, ha sido adorado
Pacheco- en que se honraba a las diosas de la desde la prehistoria. Es el útero mundo, la
fertilidad con el gozo amatorio y los templos vitalidad por excelencia. Por el yoni se nace,
no eran centros de perdón y temor. Hubo un remite a la madre y la pareja. El yoni es el vín-
espacio en las civilizaciones antiguas en que culo de las generaciones. El cuerpo, el deseo y
la sensualidad fue atributo de las diosas a el ritual de los placeres tuvieron su palacete en
quienes se veneró con el éxtasis de la carne tiempos donde el pecado no era palabra en la
(cuando carne y espíritu no tenían fronteras). agenda cotidiana. Entonces hubo prostitutas
Muchas civilizaciones antiguas refinaron y sagradas y un templo de vírgenes vestales que
practicaron las artes amatorias de tal manera en su contención esgrimían el poder. Pero el
que consideraron a la unión sexual como la poder también era de las adúlteras, presas del
expresión suprema de creatividad humana. placer, sedientas de hombres como Afrodita
Las fantasías fueron objeto del arte entre los con su nombre de espuma, espuma seminal,
hindúes y los sumerios. Los sumerios en par- quien gozaba a placer de los hombres de su
ticular consideraban a la cópula más allá del elección. Pero Hefesto, el herrero feo y noble,
mero placer carnal o la necesidad de perpetuar se cansó de las infidelidades de su mujer y la
a la especie y para ello erigieron una divini- atrapó en una red invisible mientras copulaba
dad femenina. con Ares a la vista del resto del panteón. De
El erotismo es una elevada manera de contra- esta unión nació Eros, fruto del placer prohi-
venir a la muerte, un delicado e imaginativo bido, del deseo de la diosa lujuria. Tal vez por
recurso para exprimir vida a la vida, en su eso lo erótico precisa de la trasgresión, de ro-
transitoria (trancetoria) esencia obliga a re- zar la prohibido, de explorar límites inéditos.
crear el éxtasis mítico, a incursionar en los te- Radha, presente en la poesía erótica de la In-
rrenos de lo íntimo y lo intenso, de lo privado dia, engañaba a su marido, un mortal común,
y lo compartido. Efímera cercanía de las pieles, para reunirse con Krisna. Redención y entre-
que en su arrebato inventan un territorio, ese ga, sublimación y paraíso, muerte y cenit son
que se da porque dos se palpan, se frotan, se las coordenadas de la pasión amorosa.
beben, ceden, objetan, bloquean, toleran, ema- Hubo una edad (siglos atrás, ya nadie lo re-
30
cuerda) en que la diosa azteca Xochiquetzal, como prueba contundente de la colonización
la madre-ramera, era la diosa del amor, patro- de geografías intactas de nuestro cuerpo. El
na de todos los oficios femeninos y también la cristianismo y judaísmo contribuyeron a ello,
diosa de las prostitutas y Tlazoltéotl era la la mujer era virtuosa si debutaba, si probaba
diosa de la inmundicia y del amor pecamino- las mieles del placer a través de su vocación
so. Pero ni la deidad sumeria Liliu, que los de servicio al hombre que la seguiría celando
textos sagrados hebreos como el padre antes. Ya
convirtieron en Lilith, las vestales de la Roma
sobrevivió al castigo imperial, al servicio de
después de ser consid- la diosa Vesta, fueron
erada como la esencia de obligadas a preser-
la sexualidad depravada var la virginidad por
y de insistir copular con decreto de Tarquino
Adán encima de él y no el Viejo en el siglo VI
debajo, porque marcaba antes de nuestra era,
su inferioridad. Eva no según lo señala el es-
pudo salvar nuestro nom- critor Robert Graves.
bre para considerarnos di- Fueron eternas niñas,
gnas depositarias del pla- mujeres-objeto que
cer y del deseo sexual. Se serían pasivo recep-
nos tachó de incitadoras táculo de los efluvios
al mal, en la manzana y viriles que las volve-
su rojez convidamos del rían madres cuando
pecado, de la perdición correspondiera. Lenta-
y nos ganamos la expul- mente las virtudes es-
sión del paraíso junto con pirituales de la cópula
el amado. El pecado y su se volvieron territorio
tentación se convirtieron de la degradación y de
en enemigos de la vir- la vejación del cuerpo.
tud que fue esencia de la Toda mujer virtuosa
mujer. Y del paraíso del se volvía ramera por
deseo y su “suciedad” cuanto demostraba los
imposible hacer mención. gestos del placer y así
Conquistamos el recato y se relegó la sexualidad
la sumisión: la función de de la mujer a la última
madres, hijas, esposas y de las cornisas en la
siervas del señor. alacena social, a la fun-
Hubo una edad (siglos atrás, ya nadie lo recuer- cionalidad pura, a tener hijos o cumplir con
da) en que fue nuestra virtud el ser vírgenes para el contentillo del marido o a ser prostitutas y
el matrimonio sea con Dios o con el marido a servir a los hombres que pagarían dispuestos
quien se ofrendaba el himen –oblea vaginal– por el dispendio de un cuerpo. Ese México del

31
Dibujos de Egon Schiele

pecado y la suciedad amamantó a legiones de 2.- La piel es el borde, el límite de las entrañas:
mujeres clase media y clase alta que siguie- nos guarda y nos contiene. Es circular, abso-
ron abanderando el valor de la virginidad, lo luta, llena de repliegues que apuntan al inte-
pecaminoso del placer y permitieron al sexo rior. “Tu más profunda piel”, la nombraría
explayarse sólo en la sacra unión matrimonial Cotázar. Es áspera en los codos y confusa en la
y en los expendios de servicios sexuales de nuca, caracolea en las orejas y es orografía en
otras, que bien lo sabían todas, tanto alegraban el torso y en el vientre. Un ombligo delimita el
y relajaban a los machos siempre voraces de origen, nos imanta con las madres progresivas,
la especie. Cuántos hombres no se iniciaron con la comunión de los cuerpos que nos en-
en las lides carnales con una visita cacareada gendraron. La piel cela su marca. Autoconteni-
al prostíbulo donde el mismo padre llegaba a da tiene la insalvable misión de no quebrarse
encargarse del trámite. para que nos derramemos sin sentido, cede al
Las poetas del siglo XX buscaron la desnu- tiempo fatigada pero sin reclamar su sed de
dez de la palabra para pregonar que el gozo, extensión, la imaginación táctil del otro que le
el deseo y la sensualidad eran orgullo y atri- recuerde que para ser es preciso extenderse,
buto de las virtuosas gozadoras, de las hijas inventar que hay otros horizontes más allá
de Eva y Lilith que no andan buscando cas- de estar ceñida para acuerpar, literalmente, a
tigo y que no están dispuestas a que la vida un ser. La piel es borde que debe desbordarse
las margine del corazón de la piel. Hoy que (bordarse en otro), explayarse y prolongarse
las últimas vírgenes agonizan, las pecadoras en los afanes de otra piel. Para asirse con fu-
vuelven templo el placer del tacto y las for- erza a la vida pasajera debe confirmar que no
mas: esa protesta vital es también territorio es sólo dermis utilitaria, que vibra y palpita,
nuestro. que se enrojece y retrae, que crece, bulle, ba-
32
bea, se inflama. Y reclama al otro. La piel tiene ajena. Piel con piel para ahuyentar el miedo y la
su corazón. Se disfraza de labios y lengua, de certeza de la muerte, piel con piel para amarrar
nalgas y pezones, de mano y de clítoris: es mul- un instante las soledades e insistir que la con-
tifacética y se manifiesta en tanto se le descu- quista y la rendición, que el poder y la vulnera-
bre. Es hermana de los espíritus exploradores bilidad de las pieles es infinito. Las formas de
y hasta colonizadores. Demanda la posesión la piel están hechas para mirarse y para olerse,
y en su vértigo la rechaza, ella es el reinado para inventarles usos ajenos y para inscribirles
de los sentidos. Gusta de quienes no le temen un mundo de rituales cómplices, la piel de la
a sus oscuros vericuetos ni a la claridad de su mujer asume su castidad renovada en cada
vientre. No se contenta con nada, su lasitud roce. La desnudez es la mirada del otro sobre
es aparente porque tiene el vicio del gozo, la sus redondeces y la sospecha de su cercanía. La
impronta del reinado, quiere ser paraíso, ped- desnudez es la intención del aliento y el recla-
azo de cielo, tierra conquistada y sin embar- mo de la piel.
go, mantener su misterio. Por ella escurren las La desnudez requiere un voyerista, aunque sea
lágrimas y la saliva, el semen ajeno, las ansias el espejo mismo. El otro que mira para descu-
propias. Es salvaje y delicada y herida por su brir un precipicio en la curva de los hombros y la
condición de frontera, de saco, de recipiente perdición en la brevedad de la cintura. La piel no
de un mundo de órganos enmarañados, de aprende ni tiene memoria, las cicatrices y los luna-
emociones y recuerdos en volutas cerebrales. res son lejanos aditamentos. ¿Será porque el gozo
Quiere suponer que la vida es más que sus es pasajero que a la piel no se le puede someter?
anatómicas funciones, que hay un mundo de La piel es nueva y siempre sedienta, por eso hay
fantasías donde la piel puede mostrar que sabe pies que lloran como decía Rilke al contemplar las
imaginar. Paradoja de paradojas, es el único esculturas de Rodin, hay torsos que gimen, escotes
órgano que requiere de la empatía de un simi- que naufragan, muslos que rabian su abandono.
lar. Puede ser autosuficiente pero autolimitada. ¡Ay! la piel que reclama otra piel para extender su
Su desparra-me por el mundo, su roce con las ansia de flotación por la insospechada exploración
nubes y con las tinieblas está en aras de la piel de su superficie sinfín. ●

33
El erotismo de la muerte o la erosión de la vida
.............................
la escritura de Yasunari Kawabata

virginia hernández reta

“No debía hacer nada de mal gusto, advirtió La casa de las bellas durmientes es una historia
al anciano Eguchi la mujer de la posada.” La extraña que sucede en una posada situada
línea con la que abre la novela La casa de las en las afueras de Tokio, pero que en realidad
bellas durmientes (1961) de Yasunari Kawabata pareciera acontecer al margen del tiempo y del
pareciera definir no sólo el tono del resto de la espacio, a un ritmo igualmente onírico, donde
historia, sino la misma sutileza de Kawabata todo simulara estar suspendido en el aire. En
ante la vida. Como si caminara de puntitas esta atmósfera de ingravidez, la liviandad de
por su propia existencia, este escritor japonés las cosas –por muy perturbadoras que puedan
cuida el buen gusto hasta el día de su muerte, ser bajo una visión desnuda– termina por afir-
el 16 de abril de 1972, cuando se suicida de mar lo que Calderón de la Barca, siglos antes
una manera callada: inhalando gas. Cuatro y en un continente completamente otro, había
años después de haber ganado el primer pre- establecido: la vida es sueño.
mio Nobel de Literatura concedido a un escri- A esta posada que plantea Kawabata como su
tor japonés -en 1968- y dos años después del etérea casa de las bellas durmientes, acuden
aparatoso suicidio ritual-performance de su con frecuencia ancianos que buscan disfrutar
alumno Yukio Mishima, Kawabata pareciera -o en el caso del personaje y quizá de todos,
establecer que la vida es la erosión misma de sufrir- con la compañía de jóvenes vírgenes
cualquier deseo, sobre todo del deseo de vi- que permanecen a su lado, durante toda una
vir. noche, desnudas y narcotizadas. El reglamento
Su etérea manera de conducirse por el mundo de la casa es implacable: los viejos no pueden
se explica por una infancia de orfandad y des- tener sexo con las jóvenes, no pueden pasar la
amparo. Yasunari nace el 11 de junio de 1899 noche dos veces con la misma chica y no de-
en Osaka, pero a los 3 años ya había perdido ben intentar despertarlas. Kawabata pereciera
a sus seres más queridos. Insomne perpetuo, plantear el erotismo de la decadencia o la de-
Yasunari toma para su novela La casa de las be- cadencia del erotismo. El voyerismo inicial de
llas durmientes, personajes que, irónicamente, los ancianos da paso a lo único a lo que real-
duermen todo el tiempo. Y lo hacen porque, mente pueden acceder: erotizar la memoria,
en el fondo, la vida pareciera demasiado triste invocar la excitación a fuerza de recuerdos o
como para afrontarla despierto. de analogías –en el mejor de los casos– entre
34
35
las mujeres que yacen al alcance de la mano permite a Eguchi evadir el temor de mostrar
pero no del deseo y las mujeres del pasado que su cuerpo decadente de sesenta y siete años
viven en recuerdos igualmente inaccesibles. –una edad que no llegó a cumplir Kawabata,
Eguchi recuerda a sus mujeres. Cuando se can- muerto a los 61, pero que llegó a intuir a través
sa, sueña o adormece el deseo. Pero más que de la soledad y la enfermedad–, por otro lado,
recordar mujeres, el viejo Eguchi recuerda lo no poder tocar el hermoso cuerpo de una mujer
que éstas hacían surgir en él. “Durante sus se- jovencísima no es más que la confirmación de
senta y siete años el viejo Eguchi había pasado la derrota: la abdicación al erotismo genuino.
noches ingratas con mujeres. De hecho, las El erotismo –el amor sensual exacerbado– no
noches ingratas eran las más difíciles de olvi- existe en una casa irreal donde está prohibido
dar. Lo desagradable no tenía nada que ver tocar, husmear, probar, oler, en resumen, “ha-
con el aspecto de las mujeres, sino con sus tra- cer cualquier cosa de mal gusto”. El erotismo
gedias, sus vidas frustradas.” Para Kawabata, se reduce a la vista; la vista, a la comparación;
la vida misma es, por un lado, un proceso de la comparación, a la memoria, y la memoria, a
des-erotización. Por otro, el recuerdo más per- la erosión.
durable del viejo Eguchi resulta perturbador Kawabata fue cineasta en su juventud, lector
–casi mórbido– por lo mismo: “(…) la mujer voraz tanto de los clásicos como de las van-
que había dormido como si estuviera muerta guardias europeas, pero ante todo, un solitario
se convirtió en una mujer inolvidable”. La se- empedernido. En 1920 ingresa a la Universi-
mejanza con la muerte hace erótica a la mujer dad de Tokio, en la carrera de Literatura en
de sus memorias. Lengua Inglesa, pero después de un año opta
Esta manera pasiva de sensualizar los recuer- por la literatura japonesa. Mientras cursa la
dos tiene sus ventajas: si tener al lado a una universidad pública algunos de sus trabajos
mujer permanentemente dormida le impide al y colabora en una revista que reúne a nuevos
viejo la comunicación personal sí le promete, a y prometedores escritores de la nueva escuela
cambio, el anonimato. Desde el inicio de la his- “de las sensaciones”. El estilo de estos jóvenes
toria, la mayor de las promesas es poder des- buscaba aprehender la realidad a través de los
nudarse ante un cuerpo nuevo sin tener que sentidos y lo que éstos evocan.
avergonzarse de la propia vejez. Pero es una La casa de las bellas durmientes no es otra cosa.
promesa tramposa, como irá descubriendo Eguchi llega a la reflexión a través de acotar
Eguchi. ciertas sensaciones y dar rienda suelta a otras.
Debajo de los recuerdos eróticos, el viejo carga La respiración de las mujeres le recuerda
consigo, en todo momento, la pesada loza de música. La iluminación del lugar la describe
la ancianidad como proximidad a la muerte: “extraña en el fondo de una profunda oscuri-
“(…) los viejos tienen la muerte, y los jóvenes dad”. El olor a leche acosa al viejo, que no sabe
el amor, y la muerte viene una sola vez y el si se trata del olor de su infancia o de las mu-
amor muchas”. Eguchi vuelve varias veces a jeres narcotizadas que yacen a su lado. Y este
la casa de las bellas durmientes y, si algo le olor le hace sentir la falta de lo entrañable, de
va quedando claro, es que un viejo “vive en cobijo, de abrigo, de familia, de pertenencia.
vecindad con la muerte.” Es un olor que Kawabata, en su novela, dice
Si por un lado la extraña situación de las bellas emanar “del propio corazón del viejo Eguchi,

36
atraído por una mujer dormida”. Eguchi se avergüenza de la vejez, y no sólo de
Pero, debajo de todo ese fino tejido de sensa- la suya, sino la de todos los que pasan por ahí,
ciones, se conjura la maldición que atormen- de todos los que envejecen dentro pero también
ta a Eguchi tanto como a Kawabata: la vejez fuera de la casa de las bellas durmientes. “La
como estado erosivo. A un par de páginas de repelente senilidad de los tristes hombres que
haber iniciado la lectura, Kawabata pone so- venían a esta casa no estaba a muchos años de
bre la mesa la pregunta de preguntas: “¿No la distancia del propio Eguchi”. La casa de las
habrá venido a esta casa buscando lo sumo en bellas durmientes extiende su manto de livian-
la fealdad de la vejez?”. En la página siguiente, dad. El mundo entero envejece, y en un mundo
vuelve a soltar: “La fealdad de la vejez le estaba donde la decadencia acaba con todo, “dormir
acosando”. Más abajo: “Su curiosidad distaba con una muchacha semejante era un consuelo
de ser fuerte, porque ya la tristeza de la vejez se efímero, la búsqueda de la desaparecida felici-
cernía también sobre él”. O en otro momento: dad de estar vivo… parecía haber una tristeza
“No conocería la respuesta, pero era pro-bable en el cuerpo de una muchacha que inspiraba a
que procediera de una hendidura dejada por un anciano la nostalgia de la muerte.”
un vacío repentino en su corazón. Sintió una Kawabata ha sido llamado el “maestro de la
oleada de soledad teñida de tristeza. Más que desilusión” de la literatura del siglo XX, no sólo
tristeza o soledad, lo que le atenazaba era la por esta novela, sino por sus cuentos y demás
desolación de la vejez.” obras donde los temas y obsesiones son los
El propio amigo que le recomienda al viejo mismos: la atracción por la muerte, la devoción
Eguchi asistir a esta casa le había advertido con por la belleza y el silencio como experiencias
anterioridad: él acudía ahí “cuando la deses- extremas, la fragilidad de los sentimientos, la
peración de la vejez le resultaba insoportable.” persistencia de la memoria y la naturaleza in-
Y enseguida, le había confesado: “Parece ha- trínsecamente contradictoria del ser humano.
ber pasado mucho tiempo desde que perdí la Congruente con la callada desilusión de su au-
esperanza en cualquier mujer.” tor, el final de la historia al personaje de Kawa-
La desesperación de la vejez es proporcional- bata sólo le resta preguntarse a dónde se llevan
mente inversa a la esperanza en la mujer, tam- a la muchacha que ha dejado de respirar. Porque
bién en el deseo y, por lo tanto, en la vida. La si la bella durmiente duerme para siempre, sólo
juventud es, entonces, sinónimo de erotismo: queda la vejez sobre la tierra. Pero en esa últi-
“(…) la exuberancia del cuerpo de una mucha- ma línea de la novela, la pregunta de Kawabata
cha no era algo que pudiera percibirse contem- que subyace no es a dónde se va la mujer, sino
plándola ni yaciendo en silencio junto a ella a dónde se va la vida. La respuesta se sostiene,
(…) Lo que fluía del brazo de la muchacha ha- ingrávida, en el aire. En algún momento de la
cia el profundo interior de sus párpados era la historia, Kawabata –en boca de Eguchi– se pre-
corriente de la vida, la melodía de la vida, el gunta si la piel y aroma suaves y jóvenes de las
hechizo de la vida, y para un anciano, la recu- muchachas no podrían significar el perdón por
peración de la vida.” el mal hecho en vida. Pero cuando la mujer
La erosión del erotismo, descubre Eguchi a deja de respirar, el perdón se escapa, sin sentir,
poco, se ha llevado incluso la posibilidad de dis- como un último aliento. ●
frutar no sólo del cuerpo ajeno, sino del propio. México, D.F., octubre 30, 2008

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Fifteen minutes of shame
.............................
(no es lo mismo Corn Pops que Porn Cops)

Gabriela Torres

Hace algunos años, Banksy, famoso personaje Atreverme a mencionar siquiera el ya lugar-
del arte urbano, sentenció en algún medio, el comunesco World Wide Web como medio para
efecto setentero del Pop y la fama: “En el futuro cualquier fin, me antepondría en una situación
todos tendremos derecho a nuestros quince de ingenua tecnológica, o tecnoingenua (¡ben-
minutos de anonimato” (o algo así); augurando dita sociología! -¿o tecnosociología?-); prefe
de esta manera el perenne y ya notorio boom rible reptar el cotidiano y experimentar nue-
del acceso a Internet; decir ¡agua! cuando la llu- vos espacios. El oximorónico anonimato main-
via es, de muchas maneras, re-crear la humedad stream es la buhardilla de donde se espera salir
con el significado. Pero inteligentemente fue el sólo hasta que se escucha el clap clap clap de
primero y al que se le debe tal síntesis del pro- los aplausos. Incongruente, sí. Funcional, ab-
ducto tecnomodernista –por más redundante solutamente.
que suene el término–. Refutar a Warhol es tan Pero no toda la sustancia del anonimato es va-
sencillo en la región 4 como no abrir una lata cuna del ego herido. Existen algunos seudóni-
de sopa Campbell y hervir el agua en olla de mos tan plausibles como clásicos. En el arte en-
peltre para una Maruchán. Asirse al anonimato contramos a un grupo ya veterano, las Guerrilla
cuando, precisamente, lo en boga es no ser fa- Girls que, ocultas tras máscaras de simios, han
moso, es un recurso de piece of cake para los mer- denunciado a través de intervenciones y per-
cadólogos. Seudonominar la delgadez autoril, formances la carencia de oportunidades a las
escondidos tras una bola de nieve, nos coloca en mujeres en el arte. Sesentero, dirán unos, obso-
la comodidad de las gradas, donde la perspec- leto, mencionarán otros; pero tan tristemente
tiva permite la pronta huída si nuestro equipo cierto. Quizá uno de los más loables ejemplos
no gana, pues tampoco traemos la camiseta. del anonimato femenino en el arte y la literatu-
Nadie finge que esto es efecto de la sentencia ra contemporánea, se encuentre en el nombre
de Banksy, mucho menos el parricidio que ya Laura Albert, autora de uno de los libros más
la contemporaneidad ha aplicado a Warhol. vendidos no sólo en Estados Unidos, sino en
Esto del pseudónimo literario es tan antiguo y el planeta. Esta best seller neoyorquina, sedujo
normativo como las dinosáuricas políticas cul- al mundo oculta tras el personaje del escritor
turales; una ludocracia bastante pertinente para JT LeRoy, un joven andrógino, víctima de los
estos tiempos de fama desbocada. abusos de su madre y curado mila grosamente
38
por la catarsis de la creación literaria, gracias sible, de tan obvio, lanzar la cuestión: ¿no es la
al sabio consejo de su psicólogo: escribir todas obra lo que importa en la literatura? Aunada a
las vivencias y avatares al lado de su madre Sa- la bastante trillada sentencia maquiavélica de
rah. La mentira anónima de Albert, conmovió el fin justifica los medios. ¿Acaso no dijo Hitch-
a toda la nación norteamericana (por no men- cock que no importa la historia sino la man-
cionar que a todos los continentes al ser tradu- era en que ésta sea contada? La forma de los
cida a distintas lenguas). Como aquel clásico estructuralistas por encima del fondo román-
episodio de Los Simpsons en el cual Bart, por tico de una falsa compasión. Sólo conozco tres
medio de un walkie talkie, historias originales en la
finge la caída al pozo de literatura, lo demás es in-
un niño llamado Timmy tertexto (o algo así), diría
O’Tool; Springfield, otrora Borges. Sin embargo, el
mezquino, se unifica y so- trabajo artístico se vuelve
lidariza para ayudar a esta minúsculo ante el culto
falsa víctima; mas cuando de la mediocridad lectora
la verdad sale a flote, junto con tendencias fanáti-
con su autor intelectual, el cas (oh, c’mon, para eso
pueblo vuelve todo ese existen las tarifas en la
sentimiento de apoyo a pizarra de los consulto-
la otredad en un enojo rios de psicólogos, no las
desenfrenado por aquel librerías) hacia una per-
que les mintió y revivió sona que no un personaje.
en ellos su efímera sen- Esto sin sumarle el esta-
sación de ayuda. Cuando tus de amistades famosas
un reportero del New York (escritores, directores de
Times se dedicó a hurgar cine, actrices, rockstars,
en el personaje de LeRoy etc.), pues no es lo mismo
para sacarlo del pozo, en- decir mi compasión que
contró tras el sospechoso la de Winona Ryder.
escritor a una escritora, cuya artística vida frus- Aunque Laura Albert ha desatado las opi-
trada estaba lejana del interés que suscitaba la niones más encontradas por su obra, fue de-
de aquel adolescente prostituto. Laura Albert, clarada culpable en un juicio bastante pelícu-
al verse descubierta como el verdadero Le- lesco, su ficción superando su realidad, es
Roy, declaró en su defensa que se vio obli- decir, aquí el fin no es el justificante, sino son
gada a crear un narrador-personaje-escritor, sus medios, aquellos que han justificado el fin.
puesto que la vida y el personaje-escritor de Asida a una filosofía duchampiana, donde
una cuarentona no le interesaría a nadie. Al- cualquier acto realizado por un artista es arte
bert, como Bart Simpson, fue sentenciada al (piezas vitales), afirmo que la saga de JT Le-
juicio de los decepcionados: el linchamiento Roy es toda la actuación de Albert; desde el
visceral de sus lectores. nacimiento mental de este personaje, las falsas
En el caso de Laura Albert vs JT LeRoy es ri- llamadas a un psicólogo, la tridimensionalidad

39
de pasear a tu personaje frente a la cámaras de lectura con la lectura biográfica de quien es-
televisión, fotografiarlo en los periódicos y lo cribe. Interesante, claro, pero un tanto impo-
mejor… el personaje mismo dedicando firmas sible a la hora del análisis literario o la lectura
en la primera página de los libros. El personaje puntillosa de un trabajo. Menciono interesante
que produce películas dirigidas por Gus Van pues cuántas críticas o análisis hemos leído
Sant, el personaje gastando horas de su tiempo que parecen producto más de un diván que de
de personaje hablando por teléfono con Denis un ensayo sobre las técnicas narrativas o poé-
Cooper. ¿Acaso no sobraría resaltar que ésta ticas. En la mayoría de los casos, los analistas
ha sido una de las mejores y más grandes fic- o intelectuales se pasan justificando a los per-
ciones de nuestro tiempo? Un anonimato sólo sonajes o situaciones literarias porque el autor
sostenido unos cuantos años, bien moldeado, era así o asá. Rabelais era escatológico porque
cavilado infinitamente. No me sorprendería estudió medicina: great! Mishima era una jota
que su perspicacia haya llevado a LeRoy a oprimida en el oriente a la que le gustaba ver
pagar impuestos con su nombre, comprar un los cuerpos bien torneados de los samuráis y
boleto de avión o un mayúsculo etcétera. De se puso a leer todo el Hagakuré para reprimir
no haber existido el sospechosismo de aquel sus deseos sexuales: bingo! ¿Y? Con todo esto,
reportero del New York Times, quién sabe por cabe señalar que la Literatura Budista no es
cuántos años más se habría prolongado la his- una propuesta tan loca, sino un extremismo
toria de Jeremiah Terminator LeRoy. Pues es que se puede bien encausar y que plurifica la
obvio que a Laura Albert no le interesaba jac- propuesta de lectura y escritura. Aquí el ano-
tarse de la autoría de las novelas, sino escribir nimato es filosóficamente plausible, claro, con
ante la comodidad de sus regalías y la ganancia moderación.
de más lectores: punto. La saga sigue. Desde Ahora, con este aguacero que se pronosticó
su juicio hasta sus declaraciones, el postre- lluvia tropical, han aparecido otras muchas
ro publicar bajo su nombre real, el ceder propuestas que van más allá de la coautoría.
los derechos para una película en la cual se O la tetrautoría. O la poliautoría. Frente a la
contarán los pasos para realizar su mentira, ma-sificación y la posibilidad de la escritura
mientras el jovenzuelo rubio y andrógino se Wiki, nació, gracias a la editorial gringa Pen-
queda sólo como una parte, quizá la más im- guin Books, la idea de la novela multitudina-
portante, en la vida artística de la escritora, ria: A million penguins. Una novela escrita por
la que la convirtió en un clásico instantáneo más de un millar de autores (anónimos) y que
de nuestra época, la eliminación de Laura tra- obviamente es ilegible por su sintaxis y cambio
vestida en LeRoy. constante de ideas. La escritura, muchos dicen,
El término de Literatura Budista no se refiere, es cosa personal. Quizá en el orden morfosin-
en estos tiempos, a la escritura pedagógica de táctico, pero no en el caos que nos lleva a es-
la filosofía oriental, sino a la eliminación del cribir una obra. Ya lo dijo Barthes: escribir es,
Yo autor. Si bien una de las propuestas del bu- en cierto modo, fracturar el mundo (caos) y
dismo (si no la más importante) es la de elimi- rehacerlo (orden). La escritura colectiva debe
nar el Yo para encontrar la esencia real del ser, seguir ciertas normas y reglas, no es un riot so-
la propuesta de la Literatura Budista señala la cialista. Y sobra mencionar que, para romper
eliminación del Yo autor para dejar la esencia las reglas, hay primero que conocerlas. Y lo
del texto y así no interrumpir la verdadera digo con gran apostura pues ninguno estamos
40
Laura Albert con Rufus Wainwright y otro tipo/ Cortesía de Laura Albert

ajenos de las llamadas nuevas literaturas. Que Cuidado, que no digo que el escritor debe
en paz descanse entonces este primer ciberin- tachar su nombre en los libros publicados.
tento: A Million Penguins. Pero parece que el medioevo returns, pues la
La sentencia de Banksy, acerca del anonimato obra anónima que conocemos de esa época era
como convicción y lujo, nos acerca a un para- anónima por condición. Aquí la condición es
noico deseo: el ocultamiento. ¿Cuántos de no- la fama y el anonimato una causa inteligente.
sotros, creadores o no, tenemos una cuenta en Sí, que todo el mundo sepa (porque el mundo
Facebook? ¿Cuántos de nosotros a pesar de sabe) que Alonso de Ercilla escribió La Arau-
no tener una imagen en nuestro perfil, hemos cana (1569) detrás de una piedra. Yo (cómo
sido taggeados en los álbumes fotográficos de eliminar mi pronombre si soy tan singular),
otros ciberfriends? El anonimato hoy en día es bellatinesca recito: En ese momento surgió,
un lujo, absolutamente. Incluso nuestros más nuevamente, la escritura como el punto más
veteranos amigos, enajenados de cualquier importante de la existencia. Como si su ser
relación con el Internet, han sido expuestos fuera sólo un pretexto para que esta escritura
en la Web. La información es poder, Sartori pudiera existir. Eso significa tal vez que la
dixit, y conforme los años y la mediaticidad única misión y lo único verdaderamente im-
y lo inmediato del presente, el concepto fama portante es la escritura que soy capaz de ge-
se vuelve cuasi sinónimo de vulnerabilidad. nerar. Y juro que así debe de ser. ●

41
Notas acerca de la fundación mítica de “Tajimara”
........................................................
manuel Llanes

La mano del narrador acaricia el sexo de una no puede afirmarse sin más que el autor haya
muchacha hasta que la superficie se humedece. sido un defensor a ultranza de un discurso
El hombre retuerce uno de los pezones de la más accesible, más propio de los textos de di-
joven, para luego quitarle el vestido. Hay otros vulgación. Sin embargo sólo hay que leer sus
detalles, no menos interesantes, pero luego, colaboraciones para la revista Letras Libres (la
cuando ella finalmente se rinde, después de serie “Biografías”, por ejemplo), para descubrir
una tibia resistencia, el protagonista interrum- que también era capaz de transmitir su cono-
pe el relato de ese día lluvioso, cuando acarició cimiento enciclopédico de una forma mucho
a Cecilia en el interior de un automóvil con los más accesible. Así que García Ponce resulta ser
cristales empañados: “ésta no es la historia que una suerte de pornógrafo erudito, entregado a
quiero contar”. la prosa de la vida (como los grandes novelis-
Pienso en esa escena mientras leo un artículo tas) y al mismo tiempo un acabado buzo del
académico, “‘Tajimara’: historias en espejo”, metalenguaje.
de Magda Díaz y Morales, que analiza el relato Literatura y fracaso: el narrador de “Tajimara”
en cuestión. Los datos de rigor: “Tajimara” es da cuenta de una derrota. El cuento es la his-
un cuento de Juan García Ponce (Mérida, Yu- toria de su fallido amor con Cecilia (“ella no
catán, 1932-2003) incluido en su libro La noche, se llama Cecilia”), una mujer que se niega
de 1963. El artículo revisa, por medio de una a estar con él y en cambio se entrega a otro,
metodología llena de términos abstractos, un Guillermo, por motivos que no quedan claros:
texto erótico (algo recurrente en la poética del “Me vengo en él directamente”. O bien: “Tal
autor). Un relato que habla de una muchacha vez esté todavía enamorada de él”. Por cier-
muy difícil de penetrar es abordado por medio to, hay un error en la síntesis de la historia
de verbos como “figurativiza” “performancia que hace Díaz y Morales: Cecilia no se casa
transformadora” y “focalización externa”. con Guillermo para luego divorciarse, sino
García Ponce no es ajeno a ese lenguaje, como que se casa con alguien cuyo nombre no se
se puede comprobar en su libro La errancia sin menciona en el cuento. El narrador sólo men-
fin: Musil, Borges, Klossowski (1981), con todo y ciona el hecho y se sugiere que el esposo es
que no se trata, en sentido estricto, de un en- un personaje anodino. Es en el presente del re-
sayo académico. Después de la lectura de éste lato (“presente enunciativo”, como dice Díaz
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43
tuyen un enlace recíproco donde la importancia de
estar unidos debe fundamentarse en la necesidad de
“redescubrir no lo más lejano sino lo más íntimo y
diario: el misterio que es cada uno de nosotros”.
Hasta donde entiendo la primera cita es de
una obra ensayística de García Ponce, Imágenes
y visiones (1988); la segunda, de La llama doble
(1993), de Octavio Paz. Estamos ante el uso
político de “Tajimara”, su fundación mítica,
que para Díaz y Morales denunciaría el efecto
de la “ética tradicional” y sus “convenciones”.
Pero eso implicaría obtener una verdad tras-
cendental de un cuento, que así pasaría a ser
bastión de una ideología libertaria: las “con-
venciones […] que no sirven más que para
enrevesar, complicar y reprimir el cambio”.
Bueno sí, ojalá que los seres humanos se ama-
ran con libertad, pero de eso a hacer proseli-
tismo por medio de “Tajimara” hay un gran
trecho. Claro que en la vida cotidiana muchas
veces no se hace otra cosa: los lectores aplican la
crítica temático-moral o el impresionismo para
convertir un texto literario en una vía aleccio-
y Morales), cuando Cecilia le dice al narrador nadora.
que va a casarse con Guillermo. La relación de la literatura con la vida no es
El conflicto existencial de la protagonista es in- sólo necesaria: también es ineludible. La lite-
dudable, pero el problema es que Díaz y Mo- ratura es posible porque existe la vida, de ahí
rales quiere ver en la separación del narrador que los textos de García Ponce no sean la des-
y Cecilia (que ocurre a instancias de ésta) la cripción de una forma fantasmal y hueca. Al
obediencia ante lo establecido, un rendirse a la contrario: lo que “Tajimara” relata es tan real
voluntad de una sociedad dominante: que entra en conflicto precisamente con esos
Las exigencias de la ética tradicional obstaculiza, en- convencionalismos que Díaz y Morales alude.
tre otras cosas, la realización de la pareja en un nuevo La ficción es un estatuto de lo real, dice Juan
espacio: el de la identidad donde vida y cuerpo son José Saer, como puede verse en El concepto
sinónimos, romperlas es casi imposible en una so- de ficción (1997); o bien en la obra de Jesús G.
ciedad donde existe una red de convenciones siem- Maestro. De ahí que sea legítimo contrastar la
pre iguales que no sirven más que para enrevesar, versión de García Ponce con el lado represor
complicar y reprimir el cambio; “apenas pensamos de la sociedad donde su literatura se inscribe.
en la naturaleza del hombre, en esa vida que descan- Pero lo que se vuelve problemático es no acla-
sa en el cuerpo, la legitimidad de la cultura puede rar que el cuento “Tajimara” no es una forma
ponerse en duda”. Mujer, hombre y mundo consti- de la propaganda, por mucho que correspon-

44
da ésta con una idea libertaria. “Tajimara” no
es un panfleto.
Las ideas de García Ponce bien pueden coin-
cidir con el juicio de la autora, pero resulta
problemático extraer una filosofía coherente
del cuento, porque no estamos ante uno de
esos escritores del realismo socialista. La lite-
ratura difunde ideas, desde luego, pero ¿cuál
es la naturaleza de esas ideas? Una cita más:
“Por desgracia para la moral y el orden y por for-
tuna para el arte, no hay una verdad, sino distintas
verdades, que cambian, se transforman y se con-
tradicen a su vez sin obligarnos a abandonar ese
propósito de llegar a una sola y definitiva, sino, al
contrario, alimentándolo con su variedad y riqueza.
¿Cómo enfrentar entonces la necesidad de comuni-
car una verdad única, íntima y personal, cuando es
muy posible que se haya escogido la tarea de escri-
tor con la esperanza de llegar a ella sólo a través de
otra, general y colectiva?”.
Lo anterior puede leerse en la Autobiografía pre-
coz (2000) de cierto escritor mexicano. Trans-
cribo no sin el recelo de que no se trata de
un texto proveniente de uno de sus ensayos, Propongo un juego: hay una escena de “Taji-
sino de una obra que por su naturaleza igual mara”, en la cual Cecilia relata uno de los des-
y debe ser leída con todas las precauciones del aires de Guillermo: “¿Sabes lo que me hizo el
caso. El narrador de “Tajimara”, traductor de día que cumplí quince años? Nunca se lo he
literatura policiaca, tal vez estaría de acuerdo: contado a nadie antes. Había estrenado vesti-
“en todo lo que he dicho hasta ahora hay algo do y lo estuve esperando toda la tarde, pero no
falso, aunque los sucesos sean verdaderos”. llegó”. ¿“Tajimara” denuncia los convenciona-
Porque igual alguien podría decir que Cecilia lismos sociales que obligan a una muchacha a
es la manifestación de un espíritu libre ante celebrar sus quince? “Entra. Pero salte antes.
los chantajes del narrador, indefenso ante No quiero que pase nada”, dice la muchacha.
la inexistencia de cualquier justicia poética. ¿“Tajimara” denuncia la interrupción del coito
Cecilia puede ser un ejemplo de una fuer- como método anticonceptivo? Hagan el suyo.
za liberada, la encarnación de una neurosis No se trata de renunciar a la interpretación,
ejemplar que se mantiene hasta las últimas desde luego, sino de entender que es hora
consecuencias. (¿Puede decirse eso?) Díaz y de reinventarla, porque perspectivismo no es
Morales aclara que la suya es una propuesta, la fiesta del desorden en la cual todas las in-
“una dirección posible de lectura”, lo cual es terpretaciones son válidas, sino desconfianza
prudente; pero esa actitud es sólo temporal. ante el dogma. ●

45
Desnudarse
......................
eve gil

La alusión a la ropa interior en el título del nue- ista para los jóvenes. Ropa interior reproduce
vo poemario de la cubana Wendy Guerra (La un par de poemas que acompañan a la novela,
Habana, 1970), refiere a algo más abstracto que como “Nieve en la Habana”, en la que se alude
lo que llamamos “alma”. Menos aún tiene que a un imposible, metafórico invierno en una isla
ver con la lencería. Como la foto de la portada, donde no existe el paisaje navideño ni la Navi-
la poesía de esta joven autora cubana sugiere dad misma: “Zambullo el cuerpo en la clarivi-
más que sensualidad: inocencia, melancolía, dencia de la playa/ Rompo la inmovilidad del
represión, soledad, etcétera. miedo haciendo equilibrios/ en la punta./ Un
Ropa interior (2008), según Wendy Guerra, es malecón nevado un espacio inundado por la
aquella que nos arropa por dentro, que nos de- duda.”
vuelve inviernos en pleno trópico, a voluntad de Para los enamorados y enamoradas de la citada
la nostalgia que a su vez produce luces de ben- novela de Wendy Guerra, Ropa interior repre-
gala. Ropa interior es el otro nombre del silencio. sentará el retorno a aquel mundo de secretos, de
Lo que callamos, del mismo modo que insisti- gritos ahogados, de diversiones y abrazos clan-
mos en disfrazar nuestros complejos con pren- destinos, a través de la complicidad de la poesía
das estratégicas. En ese sentido la escritura es el que admite todavía menos caretas que la novela.
striptease, por así decir, que termina por lograr En este caso la desnudez es total. Wendy no es
la verdadera desnudez sólo posible mediante el Nieve sino la joven del sombrero rojo que ha de-
acto de impudor por antonomasia: escribir. cidido permanecer en la isla –el suyo, de hecho,
Wendy Guerra se dio a conocer internacional- es un caso casi único en este sentido–, lo que
mente gracias a su espléndida novela Todos se no le ha impedido viajar y ejercer, en cada des-
van (2006), Premio Bruguera de Novela, donde tino, esa clase de observación propia de quienes
a través de un alter ego de nombre Nieve, nos sienten gula por el conocimiento, por paisajes
lleva de la mano por una experiencia común a y climas, circunstancias asociadas, invariable-
los jóvenes de la generación de la autora: naci- mente, al cuerpo y sus emociones: “Deportes de
dos en una Cuba desencantada de la revolución, invierno/ Juegos de la nieve que nunca conocí
a un tiempo familiarizados con la carencia y la hasta tragar la tuya/ Cacería que termina en un
promiscuidad y no obstante curiosos respecto hambre de fieras tirados por/ trineos arrastrada
a las “delicias” que ofrece el mundo capital- por tu sexo/ Sin más vencedor que mi cuerpo en
46
Imagen tomada de www.havana-cultura.com/ES-literatura-cubana/wendy-guerra/poesía#1379

tu cuerpo/ resguardado/ Deportes de invierno mortales ni giros abruptos, al compás de la san-


en que somos/ La gloria de nuestros propios te- gre que hace palpitar el pulso de quien escribe:
rritorios derretidos.” “De Rusia/ De Viena/ De los montes Cárpatos/
Aunque por momentos se advierte el discurso De qué sitio remoto viene George Sand huyen-
de la niña narradora de Todos se van, se palpa do en su/ caballo/ Perseguida por dos pianistas
también el proceso de madurez entre uno y otro locos deshechos en sus / libros Desatados.”
libro. El lenguaje suyo, desenvuelto, confor- Wendy Guerra colabora para publicaciones de
table, ágil sin ser gimnástico propio de esta au- todo el mundo, entre ellas la revista Nexos y el
tora, adquiere un tono ligeramente más alto: el suplemento “Laberinto”, de Milenio. Tiene inédi-
de la mujer que escapa de su cuerpo de niña y ta una novela cuyo solo título hace agua la boca:
habla desde un cuerpo maduro que contempla a Posar desnuda en la Habana. Diario apócrifo de
aquella niña que intenta jugar “con muñecas tan Anäis Nin, autora presente, por cierto, tanto en
frías como comprarse un hijo”, con una mezcla el epígrafe del libro como en uno de los poemas
de ternura y compasión. De ahí que la escritura mejor logrados de este libro titulado “Lo peor
de Wendy Guerra fluya naturalmente, sin saltos del incesto”. ●
47
“A sweet taste in the mouth” por Rodolphe Simeon

48
Actualidad del cuento
David Miklos
*
Rogelio Villarreal
*
Paola Tinoco
*
Paco Inclán
*
Entrevista con Antonio Ortuño

49
Notas rápidas sobre el cuento
..................................
David Miklos

Esto comienza, de pronto. y es necia. Así que regresemos a la fábula en-


Le ha pasado a todo el mundo. Pensemos, por carnada por Salinger: el cuentista que es obli-
ejemplo, en J. D. Salinger. Cuentista de origen, gado a escribir una novela y, de la noche a la
acudió a un editor cuando su nombre pasó de mañana, se convierte en un clásico, gracias al
boca en boca hasta quedar grabado en las pá- consejo editorial que rechazó The Catcher in the
ginas de The New Yorker. Llevaba consigo un Rye, no quiso sus cuentos y lo obligó a bus-
volumen de cuentos. No, cuentos no, le dijo su carse otro sello para su obra.
editor, mejor tráigame una novela. Salinger re-
gresó a su casa y volvió tiempo después con la Una cosa es clara y se desprende de la leyenda
versión mecanografiada de The Catcher in the anterior: la novela es un fenómeno incitado
Rye (El guardían entre el centeno, 1951). El editor por el mercado, seductor de los consumidores.
pasó el manuscrito a consejo. No, dijo el con- Allí está Dickens para comprobarlo, novelista
sejo, esta novela no es la primera novela que de folletín, el más exitoso de su época en In-
esperamos, no es una primera novela adulta. glaterra y luego en la otra costa del Atlántico.
Algo así. El caso es que el editor al que acudió Y acá tenemos, décadas después, a nuestros
Salinger tuvo que decirle que no, que no publi- autores del Boom, muchos de ellos cuentistas
carían ni esa novela ni sus cuentos. Y el resto es obligados a escribir novelas para figurar no
historia. Salinger publicó una sola novela, mis- sólo en el mercado, sino en las aulas y en los
ma que se estudia en las escuelas de su país, cubiles de los académicos dedicados a la buo-
un libro de cuentos y un par de volúmenes yante narrativa latinoamericana de mediados
de prosa narrativa variopinta y breve. En ese del siglo XX. Pero pongámosle una lupa a una
sentido, el americano se parece a nuestro Juan de esas novelas: Rayuela (1963), de Julio Cor-
Rulfo, al que le bastaron una novela y un libro tázar, el otro cuentista excelso de nuestras le-
de cuentos para consagrarse como un clásico tras continentales (el primero es Borges, ajeno
nunca superado en nuestro terruño. Aquí la a la novela). ¿Qué es Rayuela sino la suma de
pregunta es la siguiente: ¿Rulfo sería Rulfo si fragmentos, la reunión de narraciones breves,
no hubiera publicado Pedro Páramo (1955), si unidas por el capricho y los puentes que juntan
su única obra hubiera sido El Llano en llamas sendas orillas del río Sena? Rayuela, sí, es un
(1953)? La pregunta, claro, no tiene respuesta libro de cuentos y prosas variadas disfrazado
50
J. D. Salinger. Archivo El País

de novela. ¿No pasa lo mismo, digamos, con del mercado, apostada en cada esquina de las
Los detectives salvajes (1998), del sobrevalorado librerías-tianguis macro de hoy. Ser cuentista
Roberto Bolaño, Cortázar de hoy para nues- es heroico. Ser novelista es sucumbir ante el
tros jóvenes lectores? ¿No es Bolaño un mejor canto de las sirenas lanzadas al mar por los
cuentista que el novelista que nunca terminó mercachifles. Y acomodarse. Pero no nos en-
de ser? ¿No es 2666 (2004), mamotreto infu- gañemos. Confesémoslo. Las novelas actuales
mable, una estrategia más de mercado del aba- que nos gustan, es decir, las novelas actuales
rrotero catalán Jordi Herralde, fundador del que se escriben en nuestra patria chica, son to-
otrora cuidado –e intransigente en su calidad– das obra de cuentistas cada vez más consuma-
sello editorial independiente Anagrama? dos, que esconden entre las páginas de sus
obras de “largo aliento” cuentos perfectos.
Demasiadas preguntas, de pronto. A lo que va-
mos, ya para concluir: el cuento, desde las tradi- Y esto, sin más, se acaba.
ciones y leyendas orales convertidas en fábulas Así la brevedad, así las cosas. ●
y relatos, hasta Raymond Carver, pasando por
su máximo representante Chéjov, es el género 11 de noviembre de 2008,
narrativo por excelencia, es decir, la narrativa en entre las 7.44 y las 8.13 de la mañana,
estado puro. La novela, por su parte, es la puta Centro de Tlalpan, México DF.

51
Cuentos mexicanos
........................
Rogelio Villarreal

“Soy homosexual, soy drogadicto, soy al- escritores que transitan con solvencia de un
cohólico, soy un genio”, declaró Truman Ca- género a otro, como lo han hecho con suficien-
pote, el celebrado y vanidoso autor de Otras cia desde el vasto Balzac hasta el parco Rulfo
voces, otros ámbitos (1948) y Música para cama- —para arribar a territorio mexicano— y tantos
leones (1980), entre varias obras más de grueso autores más antologados en pujantes compila-
calibre. También afirmó en muchas ocasiones ciones regionales y nacionales de la variopinta
que el género que mejor conocía era el cuento; narrativa del siglo XX, y hasta del XXI, como
en suma, en el que más se acomodaba y el que las de Christopher Domínguez (Antología de la
más le interesaba. Sin embargo, su megalo- narrativa mexicana del siglo XX, Vol. II, Fondo
manía le hizo apostar todo a una gran novela de Cultura Económica, 1991), Leonardo da
—A sangre fría (1966)—, lo cual lo sumió en una Jandra y Roberto Max (Dispersión multitudinaria,
angustiosa crisis creativa que duró dos déca- Joaquín Mortiz, 1997), Bárbara Jacobs y Eduar-
das, prácticamente hasta su muerte en 1984. do Antonio Parra (Los mejores cuentos mexica-
No es necesario hablar de los grandes cuentis- nos, ediciones 2001 y 2004, respectivamente,
tas de la literatura mundial —de la Rusia zarista Joaquín Mortiz), Martín Solares (Nuevas líneas
a la América sajona e ibérica, del África negra de investigación, Era, 2003) y las descuidadas
y sahariana a China y las ignotas islas del Pací- recopilaciones anuales que hace el Fonca con
fico— para asentar una vez más que el cuento sus precoces becarios —prestos para tomar
no es un género menor ni la hermanita fea de por asalto el cielo de las estrellas literarias—,
la novela, como tampoco hace falta apelar a los por hablar sólo de unas cuantas de las decenas
analistas de las letras universales para enten- disponibles, al menos en teoría, en las 380 libre-
der las particularidades de uno y otro ni al ago- rías —sin contar los Sanborns— de todo el país
bio existencial por el cual atraviesan algunos [según Luis Gómez Hernández, miembro ac-
escritores que quieren convencerse de que el tivo de la Asociación de Libreros de México,
cuento es un mero ejercicio de estilo, una eta- “cifra realmente ínfima para una población de
pa necesaria de ardua preparación mientras más 120 millones de mexicanos. Por cada libre-
conciben y paren la gran novela que habrá de ría hay hasta dos mil 500 cantinas”, Milenio
consagrarlos de una vez y para siempre. Para Diario, 13 de enero de 2004].
demostrar que esto último es una falacia hay El catedrático madrileño Eduardo Becerra in-
52
Guillermo Fadanelli Cortesía Archivo Anagrama

cluye en Líneas aéreas (Lengua de Trapo, 1999) marcas históricas y referentes generaciona-
a trece mexicanos entre un total de setenta les de carácter global; como consecuencia de
noveles escritores iberoamericanos. Si algo esta fragmentación del imaginario narrativo
caracteriza a esta horda de tundemáquinas se facilita el viaje hacia el individuo, hacia una
—escribe en el prólogo de su voluminosa an- experiencia del mundo que se asume desde el
tología—, a pesar de sus peculiaridades, es comienzo como parcial”.
que “el rechazo al realismo mágico merece He aquí una de las claves de las nuevas na-
para ellos, entre otros calificativos, el de su- rrativas hispanoamericanas y, en particular, de
perstición decorativa, truco localista y falsa- las mexicanas. Un universo ancho y complejo
mente folclórico o narrativa para grandes al- donde caben la tradición y lo que se llamó
macenes”. Añade: “Su rechazo a las etiquetas posmodernidad, donde se desgranan diver-
homogeneizadoras es conciencia de la falta de sas y contradictorias maneras de explicarse la
principios aglutinadores de lo americano, de existencia y el mundo mismo, de abordar his-

53
torias y anécdotas, fantasías y perversiones, hace treinta años Emmanuel Carballo y Hu-
complacencias e impertinencias, desde el in- berto Batis —dos de nuestros críticos literarios
volucramiento psicótico hasta la distancia más más persistentes— ya se habrían vuelto locos.
glacial. Uno quisiera detenerse parsimoniosamente en
Desde la frontera norte hasta los estados del cada libro, en cada revista, en cada una de sus
sureste, pasando por el altiplano, nombres páginas, en cada biografía. Imposible. ¿Qué
como los de Cristina Rivera Garza, Heriberto hacer? Rastrear. Husmear. Escoger cuidadosa-
Yépez, Rafa Saavedra, Luis Humberto Crosth- mente. Discriminar. Tuvo que venir de Austra-
waite, Daniel Sada, Alberto Chimal, Patricia lia la sobresaliente crítica Diana Palaversich
Laurent Kullick, Enrique Serna, Guillermo para hacerme descubrir a la tamaulipeca Patri-
Fadanelli, Sergio González Rodríguez, Jaime cia Laurent. Guillermo Fadanelli debió fundar
Muñoz, Jorge Volpi, Naief Yehya, Mauricio la revista Moho y la editorial del mismo nom-
Carrera, Pepe Rojo, Élmer Mendoza, Mario bre para que algunos lectores pudieran leer los
González Suárez, Eduardo Antonio Parra, ácidos y desencantados relatos de Wenceslao
Juan Manuel Servín, Vivian Abenshushan, Bruciaga (de Torreón), Alejandra Maldonado
Mauricio Montiel y decenas o centenas más (de Pachuca), Constanza Rojas (de Mazatlán),
que descuellan con mayor o menor fulgor y Ari Volovich (de Ashdod, Israel), Tanya Sandler
glamour en el espinoso y abigarrado paisaje y Guadamur (chilangos estos dos) y hasta las
de las letras impresas (de la novela al cuento fugaces road movies de papel del tapatío En-
al ensayo y viceversa; de las grandes editoras rique Blanc. A veces uno quisiera que, al igual
transnacionales a las austeras independientes; que el atribulado Capote, el noventa por ciento
de las metrópolis a las rancherías; del anoni- de los escritores sufrieran prolongadas crisis
mato infame al apadrinamiento más descarado de creatividad, que tuvieran el extraño pudor
por los jerarcas de la República de las Letras), de Rulfo, que antes de sentarse a escribir re-
y cientos o miles más que han decidido, ¿por pasaran algunos capítulos de la historia de la
qué no?, autopublicarse en el ciberespacio, literatura —por lo menos la de los últimos de-
contribuyendo al auge inusitado de los blogs, cenios. Con todo, siempre hay sorpresas que
alacenas virtuales donde caben confesiones, complacerían a los editores más exigentes si
diarios, diatribas, conjeturas, pensamientos y éstos no estuvieran más ocupados en buscar
hasta, con cierta saludable frecuencia, sorpren- al autor de la gran novela anual que ganará el
dentes dosis de creación literaria refrescante y excelso premio que debe llenar arcas y bolsillos
novedosa. de billetes y lucir por el mundo su flamante pres-
Pero es imposible leerlo todo. De haber nacido tigio, tan dudoso como fugaz. ●

54
Mito y realidad del cuento
...............................
Paola Tinoco

Mito: El cuento está en vías de extinción. A serven cantidades de libros que no será posi-
nadie le gusta leerlo y en breve dejará de pu- ble colocar en librerías a corto plazo. La razón
blicarse. Realidad: Se han publicado más an- es que hace pocos años se aprobó un impuesto
tologías de cuento en México y el extranjero para la mercancía acumulada en bodegas que
en los últimos veinte años que en los cincuenta va desde un 17 hasta un 33% de acuerdo a la
años anteriores. cantidad de mercancía almacenada, e incluye
Hace ya bastante tiempo se habla de la difi- a los libros como si se tratara de zapatos o bi-
cultad para comercializar los libros de cuen- cicletas.
tos, sin embargo, es un rumor tan viejo que los Los directores de grandes sellos editoriales
abuelos aún lo recuerdan. Lo cierto es que la por su parte, se ven obligados a responder a la
industria editorial actúa en función de la lógi- lógica del mercado y ordenan que se produzca
ca del mercado y de acuerdo a esto, lo que más lo que tiene mayor demanda. Las editoriales
se consume es la novela histórica y los diccio- que publican libros de cuentos lo hacen con
narios. A pesar de ello, el cuento se sigue escri- poca regularidad o sencillamente los sacan
biendo y leyendo, aún no da señales de estar de su plan anual de publicaciones hoy en día.
en vías de extinción, sino todo lo contrario. Un ejemplo claro es el caso de Planeta, donde
Los libros de cuentos, como producto edito- el cuento dejó de existir al mismo tiempo que
rial vendible, están considerados en un rango desapareció la editorial Joaquín Mortiz, de la
menor: no se vende igual que la novela, pero es misma forma que la antología de los mejores
menos complicada su comercialización com- cuentos mexicanos que publicaban cada año.
parada con los libros de poesía. El punto de Sobre este género, Alfaguara publica cuentos
vista de los libreros es que su desplazamiento completos de Sergio Pitol, Carlos Fuentes, Ju-
es lento, razón por la cuál la importación de lio Cortázar, Francis Scott Fitzgerald, Leopoldo
los mismos no es mayor a 50 ejemplares por Alas “Clarín”, José María Merino, Guillermo
título, o entre 500 y 1, 000 si se trata de autores Cabrera Infante, es decir, apuestas sin pér-
consagrados. Este es el motivo por el que los dida. Tusquets, sin contar con una colección
distribuidores hacen pedidos en cantidades dedicada al cuento, mezcla en algunas de sus
semejantes, ya que el ámbito editorial, perma- colecciones libros de relatos, con la contraindi-
nentemente en crisis, no permite que se con- cación de que los cuentos publicados en países
55
Sergio Pitol por Aberto Ibáñez “El Negro”

56
de Latinoamérica pocas veces son editados en quienes con su actividad se enfrentan a la cen-
España, con lo cuál, los cuentos producidos sura comercial (de modo semejante a cómo en
en nuestro continente se topan con un límite, los años 60’s otros editores lo hicieron frente
y esta historia se repite en Planeta y en Alfa- a la dictadura franquista). Nuestra elección
guara en cuanto a la publicación de escritores es el género del cuento, ya que no había nin-
mexicanos. guna editorial especializada en un género de
A finales del 2008 vimos que son las editoriales tradición y presencia real tan importante en
independientes y pequeñas quienes arriesgan las letras en castellano a finales del siglo XX”.
su capital para apoyar este género literario, Opina, respecto a la situación actual del cuen-
como ejemplo, Páginas de espuma, sello que to, que en su décimo aniversario, a cumplirse
se dedica a publicar únicamente cuento y en- en este año (2009), su editorial ha registrado
sayo. Siruela Ediciones, que conserva, a pesar ciertos síntomas que hablan de la vitalidad
de los cambios de dirección editorial (de Jaco- del género: “Uno, hay toda una generación de
bo Siruela a Ofelia Grande) la serie de cuentos nuevos escritores españoles y latinoamerica-
populares que incluye relatos de diferentes países nos nacidos después del año 60 que están es-
y culturas: Cuentos populares italianos, Cuen- cribiendo muy buenos libros de cuentos; hay
tos populares gitanos, Cuentos populares de un crecimiento sostenido de lectores, lo que
China, Irlanda, Alemania, etcétera. Editorial no supone un boom ya que, en palabras de Fer-
Anagrama promueve también el género pu- nando Iwasaki, ni todo lo que es oro reluce,
blicando no solamente los cuentos completos ni todo lo que es boom explota; y por último,
de escritores consagrados como Sergio Pitol o la existencia en España de tres proyectos edi-
Truman Capote sino apostando por los cuen- toriales que giran todos en torno al cuento,
tistas más jóvenes, como Guadalupe Nettel con el nuestro como el más antiguo, el mayor
por ejemplo. La editorial oaxaqueña Almadía número de ediciones de libros de cuentos, en-
también apuesta por este género: en sus ini- tre los que se halla algún best seller como Los
cios publicaba a los 15 finalistas del concurso girasoles ciegos (Anagrama), o una librería, Tres
Relato breve, convocado en Oaxaca, y después rosas amarillas, en Madrid que sólo vende li-
siguió el camino haciendo sus propias an- bros de cuentos, hacen que de la lúgubre máxi-
tologías y libros de autores poco conocidos en ma de “el cuento no vende” hayamos pasado
nuestro país. a proyectos que pueden hacer gala del lema
“vivir del cuento”.
Un editor que vive del cuento Ante todo esto, podemos ver que si bien el
Con tan poca expectativa económica en torno cuento no es un género literario de altos vue-
al género del cuento, uno pensaría que nadie los comerciales, no estamos ante el momento
puede vivir de eso, sin embargo, Juan Casa- de su extinción sino todo lo contrario, si con-
mayor asegura lo contrario cuando dice “Yo sideramos (y las grandes casas editoriales y
puedo vivir del cuento. A finales de los 90’s, los libreros deberían hacer lo mismo) que el
coincidiendo con una concentración de grandes cuento puede estar a la alza en el sentido en
grupos editoriales, la especialización es una al- que pertenece a la tendencia de la brevedad, en
ternativa en el panorama de la edición espa- sincronía con lo contemporáneo: zapping, e-mail,
ñola. Surgen así lo que el editor Jorge Herralde posts, blogs, es decir, narrativas episódicas que
denominó los “nuevos insumisos”, aquellos van de la mano de las nuevas generaciones. ●

57
Más corto que el de Monterroso
.....................................
Paco Inclán

En la cultura del youtube y el zapping lo hiper- más instantánea- está desbancando a la escrita,
breve está de moda. Abandonar un producto que se tiene que adaptar a este ritmo acelerado,
cultural para pasar a otro –sin aguantar el sin excesivas descripciones. Abundan las an-
primer fallo de ritmo o la primera sensación tologías y concursos de micro-poemas, minific-
de aburrimiento- nos convierte en consumi- ciones, relatos hiperbreves y sucedáneos. Con
dores caprichosos; antes, si una película de cien tantas prisas, temo que al presente texto, aca-
minutos flaqueaba en su primer tercio todavía bado este párrafo, ya no le queden lectores. Ni
le dabas una oportunidad que resurgiera el in- modo, prosigo.
terés de la trama. Ahora ya no, cualquier obra Llevo ya un tiempo (años ha) preguntándome
debe ofrecernos todas sus virtudes en el primer por qué el cuento “El dinosaurio” del escritor
impacto. Esta manera de relacionarnos con el guatemalteco, nacido en Honduras, Augusto
consumo de cultura ha afectado igualmente a Monterroso es considerado el relato más breve
la literatura; no corren buenos tiempos para de la literatura hispana (algunos incluso afir-
mazacotes ni mamotretos cuyo entendimiento man que de la literatura universal). Seguro que
requiera esfuerzo. En las sociedades occiden- lo conocen: “Cuando despertó, el dinosaurio
tales, los espacios de lectura quedan reservados seguía allí”, un relato de siete palabras que ha
a efímeros momentos tales como el trayecto en sido interpretado desde una infinidad de pun-
el metro o la siempre relajante visita al baño tos de vista (la que más me gusta: es esa que
para defecar. Nos hemos acostumbrado al con- afirma que el dinosaurio es una metáfora de lo
sumo acelerado y frenético (no sólo de cultura, que fue el Partido Revolucionario Institucio-
también de sexo, ropa, zapatos, emociones)… nal). Y es que lo enriquecedor de un relato breve
rápido, rápido, que si me aburro en veinte se- es que deja la posibilidad a la imaginación del
gundos me busco otra cosa (en forma de pareja, lector para que le dé el sentido que considere
película o mejor me hago una chaqueta a mi pertinente. No en vano, “El dinosaurio” es
ritmo y como a mí me gusta). Pasa también con también uno de los relatos más estudiados de
los cuentos: mejor si nos los cuentan con pocas la literatura universal; ha sido objeto de nu-
palabras, que no hay tiempo para cultivar la merosas investigaciones y tesis doctorales que
mente de manera sosegada. Vamos corriendo le han otorgado un significado incluso mucho
de aquí para allá. La cultura visual –mucho mayor que el que quizás Monterroso pensó al
58
concebirlo. En este caso, hay un parangón con lato hiperbreve? Al contrario que sucede con la
las obras artísticas de carácter abstracto que ad- antológica primera frase que sirve de entrada
quieren mayor significación a través de la mirada a La Metamorfosis de Kafka: «Cuando Gregorio
del espectador que la de su creador. Samsa se despertó una mañana después de un
Intentado rebelarme contra los ‘dinosaurios’ de sueño intranquilo, se encontró sobre su cama
la literatura hispana –y universal– hace un tiem- convertido en un monstruoso insecto». ¿No es
po escribí un relato más breve que el de Monte- el micro-relato de Monterroso una libre versión
rroso al que titulé precisamente así. Decía: “Me apocopada de la frase que abre la novela corta
multaron en la calle Libertad” (seis palabras). de Kafka? Todo lo que sigue a esa obra ya está
La historia estaba basada en hechos reales, un implícito en su primera línea. ¿Qué diferencia
suceso que me había ocurrido tiem-po atrás en hay entonces en el proceso de construcción de
una calle con nombre tan poco dado a penas y una novela inacabada y un relato hiperbreve?
castigos. Me pareció una contradicción digna Cuando viví en México intenté escribir mi opera
de ser relatada. Pecaría de soberbio si dijese que prima, una novela que, llegada a la página 235,
me parece mejor que el de Monterroso, pero en decidí abandonar al verme enredado en una
mi defensa alego que el concepto “breve” hace trama imposible. No había por dónde atra-
alusión a una cuestión de cantidad no necesaria- parla. La revisé a fondo, borré los párrafos que
mente cualitativa. Lo presenté a varios agentes entorpecían el ritmo narrativo y, finalmente, la
literarios, concursos, editores, escritores con in- dejé así: “Llamaron a la puerta, fui a abrir. Era
tención de desbancar al cuento de Monterroso yo”. A simple vista pudiera parecer un relato
como relato más breve de la historia. No hubo breve, pero en realidad la historia está conce-
manera (bueno, gané un premio de la chinga- bida como una novela larga después de haber
da convocado por una pequeña editorial que sido eliminadas las partes que consideré insus-
quebró antes de poder publicarlo). He de decir tanciales.
en mi deshonra, que posteriormente encontré No puedo reprimir acabar este texto sin refe-
otro relato todavía más corto. Un tal Alfredo rirme al, esta vez sí, ensayo (o quizás sea un cuen-
de Hoces aseguraba que el suyo –titulado “De to) más breve de la historia. Lo firmó el escritor y
la inmortalidad a través de la voluntad”- era el psiquiatra chileno Sergio Pesutic. No contiene ni
más breve de la historia. Puede que esté en lo una sola palabra y aún así fue censurado por la
cierto pues sólo tiene cuatro palabras: “Sí -dijo dictadura de Pinochet. ¿Por qué? Porque al autor
y renació”. Interpreté entonces que, en el cuen- se le ocurrió titularlo “La Hinteligencia militar”
to de Monterroso, el que se despertaba era un (así, con hache). Hacer alusión en un texto blan-
escritorzuelo y que el dinosaurio representaba quecino a la falta de neuronas en el ejército fue
a los autores consagrados que cierran su círculo suficiente para que la obra fuese perseguida y
literario para impedir que otros los desbanquen prohibida. Por suerte, Pesutic pudo sacar clan-
de su pedestal. No pasa nada, seguí mi camino destinamente el manu(no)escrito de su país. El
como si nada. No corren buenos tiempos para éxito fue tan mayúsculo que todavía hoy es re-
la cólera. Otra cuestión: ¿Qué pasaría si en lugar editado y ha sido “traducido” a varias lenguas
de un relato breve “El dinosaurio” fuese la pri- (yo tengo la versión en vasco). En su contra-
mera frase de una novela que Monterroso deja- portada una frase resume el libro: “Nunca se
ra inacababa porque no supo cómo continuarla dijo tanto con tan poco”. Y contra esto no tengo
y, sólo entonces, decidiera presentarla como re- nada más que decir. ●
59
Entrevista con Antonio Ortuño
.......................................

A propósito de Recursos Humanos (2008), novela finalista del Premio Herralde 2007, platicamos
con su autor, Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), de quien Rafael Lemus dijera “Es el autor más
vital -y, de paso, vitalista- de su generación. Su noción de la novela es básica y casi física: el género
-piensa- debe comunicar el vacío”. Aprovechamos esta entrevista hecha por la redacción de Shandy
para conversar sin enfado sobre una de las novelas más reconocidas de uno de los autores de esta
polémica generación de los 70’s.

-¿Tu gorra, Antonio, es un homenaje a Witold -¿Tú crees que Barak Obama podría ser el nom-
Gombrowicz? bre de un personaje de Mortal Kombat?

Ya no utilizo gorras. Y mal podría homenajear a No conozco el Mortal Combat más que por refe-
Gombrowicz, porque no me causa la menor sim- rencias de un vecino retardado que lo jugaba.
patía.
-Dice la solapa de Anagrama de Recursos Hu-
-¿Es cierto que tienes un tatuaje en letra gótica manos que fuiste empleado en una empresa
en el vientre que reza: ORTUÑO de efectos especiales. ¿Qué hacías? ¿Matabas
personajes? ¿Bañabas cuerpos con sangre? ¿Ex-
No. Eso lo tatúo en el vientre de mis enemigos, plotaste algún automóvil como en la novela?
cuando doy cuenta de ellos.
Nada de eso. Fui obrero batidor de látex y niño
-Naciste en los setentas, por lo que tuviste un de los recados. Y ya.
mejor ojo crítico sobre las series ochenteras.
-Hablando de incendios. En la portada de Re-
En mi casa nunca hubo televisión. Bueno, sí, cursos Humanos aparece un tipo, ¿se parece a tu
pero era pequeña, a blanco y negro y para uso Gabriel Lynch ese pirómano?
de mi madre. Alguna vez vi esos programas, sin
embargo. Me parecieron nauseabundos. Quizá. Pero tiene el cabello más largo de lo con-
veniente.

60
EFE. Archivo Anagrama

-Cuando le el nombre de Gabriel Lynch no dejo recuerdo). Qué personaje tan bello el de Carla. Me
de pensar en Peter Gabriel y David Lynch. ¿Hay dieron muchas ganas de visitar a mi tía. Bueno,
alguna relación? pero nada más para platicar con ella. ¿Quieres que
te la presente?
Sí: odio a Gabriel Lynch como odio a Peter Gabriel
y a David Lynch. No. Gracias.

-”Hay -son varios, en realidad- un problema esen- -Recuerdo una presentación en el Centro Cultural
cial con la propiedad, que es por supuesto, care- España. Nicolás Cabral comentaba que tu libro
cer de ella. Uno debe poseer algo, lo que sea, para estaba bien alimentado de teorías socioeconómi-
ser capaz de mostrar benevolencia hacia la vida.” cas, creo que hasta marxismo mencionó. Esto de
¿Qué posee Antonio Ortuño? la conciencia de clases. Cuando veo a Gabriel
Lynch y su resentimiento social pienso en Nico-
Libros. Una computadora. lás. Es decir, no porque Nicolás esté resentido sino
porque él lo dijo. Me pareció un gran texto crítico.
-Antonio. Yo sí tuve una tía puta (aunque no sé ¿Sigues inconforme con eso? Recuerdo que dijiste
si todavía es puta, bueno tengo dos, ahora que lo que no lo habías escrito con esa intención.

61
Rafael del Río. ArchivoAnagrama

Son dos momentos distintos de la reflexión. Mis -Una vez pasamos una velada metalera en el
preocupaciones al escribir son fundamental- hotel donde vivíamos. ¿Sigues siendo bien
mente estéticas y las teorías sociales sólo entran metalero?
en segundo plano. Pero entiendo que la propor-
ción puede invertirse en un trabajo crítico. Coin- Nunca he sido metalero. Me gusta el rock rui-
cido en que es un gran texto. doso, especialmente el punk, y el metal puede
ser un sucedáneo cuando uno bebe. Pero escu-
Antonio. Está David Miklos conmigo. Quiso cho poco metal.
intervenir. Te pego su pregunta.
-En la dedicatoria del libro, mencionas a Mari-
-”Antonio, ¿por qué una “polémica de señori- ño, ¿se trata de Mariño González? Cuéntanos
tos? ¿Por qué crees que los escritores no salen a de la Old School Punks.
golpearse o a discutir frontalmente?”
Así es: Mariño González. Se les suele decir Old
Porque es más cómodo, mental y físicamente, School Punks a los punketos de camadas ante-
conspirar que discutir. El mayor grado de “va- riores a la actual. Es decir, chicos y chicas que
lentía” de algunos es formarse a pedirte la firma ya tienen pelo en el pubis y cambiaron de voz.
del libro y luego decir en su blog que eres un Aunque parezca mentira a estas alturas, el punk
idiota que firma libros. era respetable todavía en los noventa.

-Si tuvieras que romperle las piernas a alguien. -Antonio, ¿tú eres shandy?
¿Qué herramienta utilizarías? (Éste soy yo)
Sólo a Vila-Matas le está dado serlo.
Si hiciera esas cosas, sería un habitante del siglo V. Y
entonces usaría una espada para cortar piernas. - (carita triste)...

62
“Madame” por Rodolphe Simeon

Cajón Fitzgerald 63
Foster Wallace
el último metaficcionario

David Foster Wallace nació en Ithaca, Nueva York, el 21 de febrero de 1962. Es autor de las novelas
The Broom of the System (1987) Infinite Jest (1996) traducido al español por Mondadori en 2002,
La niña del pelo raro (1989), Entrevistas breves con hombres repulsivos (1999), Oblivion: Stories
(2004) traducidos también al español por la editorial mencionada atrás. Se quitó la vida en su casa, en
Claremont, el pasado 12 de septiembre de 2008. Se trata quizá del primer escritor que ha recibido el
diagnóstico: muerte por depresión clínica. Víctima de una enfermedad: metástasis depresiva.

Cómo no leer a David Foster Wallace.


La primera lectura de David Foster Wallace es propiamente mediática, lo compruebo en las reseñas y
obituarios que leo. Mediática en tanto que la inteligentsia hip neoyorkina nos presenta un Foster Wallace
de una intimidad que nos sobrepasa, que no deseamos saber, quizá. Wallace escribiría un artículo titulado
“Borges on the couch”, (Borges en el sillón) una reseña sobre el libro de Edwin Williamson, Borges: A
Life (2004), donde es posible apreciar su animadversión a las biografías hechas sobre grandes autores. La
razón: muchas veces la vida personal no tiene nada que ver con la obra que escriben sus autores. “Cómo
-ni remotamente- esa persona que se nos muestra por el biógrafo pudo haber escrito los obras que admi-
ramos”.
En la entrevista que da a Mark Costello, que fuera su compañero de cuarto durante sus estudios en Am-
herst y con quien escribió Signifying Rappers: Rap and Race in the urban present (1990), se exhibe un Wa-
llace siempre al borde de la crisis, una figura patética que dependía de la aprobación y el reto constante a
su profesores y que pasaba sus noches encerrado viendo la televisión, sobre todo a su regreso a Amherst
después de su caída. En varias entrevistas hechas a Dave se hace referencia a esta “caída”, una amenaza
constante de suicidio durante sus años en la universidad. La marca de la opinión omnipresente. También
sería gracias a Costello que Wallace pasó una noche en guardia psiquiátrica ya que existe todo un pro-
cedimiento en las universidades norteamericanas por si alguien hace alusión al suicidio. Costello aparece
en el reportaje que hace la revista Rolling Stone como el amigo que interviene para salvarlo, toda la saña
disfrazada de crónica de la bondad.
En otro tono, Elizabeth Wurtzel autora de Prozac Nation: Young and depressed in America: A Memoir
(1994) y Bitch: In Praise of Difficult Women (1999) se une a la larga lista de escritores que se quejan de
la depresión, una característica de los autores que se encuentran en la cima, y que parecen decir: “Se los

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dije, estamos tan llenos de insatisfacción que la vía ética es el la muerte”. Estos autores así como Wallace
son parte de este grupo que se encuentra en sus cuarentas y que escriben en NY Times, NY magazine o
Harper´s, y que el mismo Foster llamaría: la generación de los escritores ridículamente bien educados.

¿Cómo no leer a David Foster Wallace? En su lectura mediática. Uno de los personajes de Entrevistas con
Hombres Repulsivos, concluye que el mal está encarnado por los medios: The media, el responsable de
todos nuestros males sociales y personales, por ejemplo, el de la condición ambivalente de la mujer en el
mundo moderno. Los personajes no tienen “responsabilidad” alguna.

E: Even if modernity itself is a historical phenomenon, Foucault would say.


K: I’m just pointing out that nobody can honor two logically incompatible sets of perceived responsibilities.
This has nothing to do with history, this is pure logic.
E: Personally, I blame the media.

Sobre la traducción de Wallace.


A pesar de que he leído la traducción española de Wallace no me imagino cómo sería una verdadera
traducción; el autor es esencialmente un escritor norteamericano, debe ser leído en su idioma original,
el intercambio de signos publicitarios no puede ser entendido en un contexto de traducción europea.
Aunque sepamos a qué marcas se refiere, cuáles son los días que se celebran, el tono extendido es el de un
adolescente norteamericano, su huella: el consumo.

El último metaficcionario.
David Foster Wallace durante la década de los noventa había ya previsto el fin del posmodernismo en las
letras, el exceso de formas que hipertrofiaba a la literatura norteamericana y su enfoque absurdo, una metafí-
sica del vacío. Y es que David Foster Wallace fue precedido por el boom posmoderno, el boom que rompe la
narración lineal, pues “la realidad es más compleja para ser abordada por los recursos tradicionales. Infinite
Jest está compuesta en gran parte por pies de página que se desdoblan ante el lector para darle la sensación de
mera dificultad o de un mal chiste. Abismos de supuesta autoconciencia desplegados por una nota al final de
la página. Experimentación que se agota a sí misma.
Los recursos de la posmodernidad –recordemos que Norteamérica es su principal exportador– estaban aca-
bados para la vanguardia estadounidense desde la década de los 90’s. Infinite Jest cumplió con este trabajo, los
redujo al absurdo. No hablo de un absurdo kafkiano sino de un absurdo de índole estilística.
¿Cuánto tiempo más se puede hacer parodia de las limitaciones del realismo? ¿Qué importa que una escritura sea rea-
lista o no lo sea? ¿Esto la hace en verdad más conservadora? Estas preguntas parecen ser respondidas por Wallace.

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D. F. W. Por Steve Rhodes

El chiste que no fue.


El siguiente rebelde, el rebelde que Wallace propone es en realidad uno que muere al instante, uno que se
acaba con el primer uso. Es el rebelde que en el fondo es un conservador. ¿Hasta qué punto Wallace fue
un rebelde de la escritura? Sus precursores fueron los escritores que llevaron teorías posmodernas al texto
literario y que él mismo llevó al extremo. El rebelde de Wallace es un Óscar Wilde, un esteta sin auto-
parodia. La posmodernidad anuncia la unificación estética de la literatura, el pie de página como Brand.
La experimentación como conditio sine qua non de la escritura. ¿La propuesta es entonces el regreso al
realismo? Tampoco se trata de eso. Wallace no quería ser celebrado por posmo, o por hip, “quería ser ver-
daderamente triste”, comenta en una entrevista con Charlie Rose.

Wallace siempre fue un cómico sin intenciones de serlo. En una lectura que hace en el Museo de Arte
Contemporáneo de San Diego la gente ríe, y ríe de la historia que está narrando, entonces Wallace levanta
la vista y haciendo referencia a su personaje, hace una pausa a la lectura, desconcertado agrega mirando al
público, “no era chistoso para él”. Wallace es así un síntoma de las formas.

Sidharta Ochoa
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Botón Rigaut
Elma Correa
*
Óscar Benassini

67
Prima Ballerina Assoluta
Elma Correa

Por eso decidí poner fin a la amargura de mi padre. danza: absoluta falta de flexibilidad, coordinación y
Porque por las noches podía escucharlo gemir durante ritmo musical. Tropezabas a cada momento andando
minutos y después de una pausa, si ponía atención, con paso torpe y desenfadado por más que se em-
algo similar a un sollozo. Además, cuando encontré peñaba en obligarte a caminar con garbo. Sumir la
la caja sobre mi cama, supe que debía pasar los días barriga, enderezar la espalda, sacar el pecho, tensar
realizando mis actividades disfrazada de Prima Ba- los hombros, soltar los brazos.
llerina Assoluta.
Me esforzaba, pero solamente conseguía pellizcos y
Siempre fuiste demasiado regordeta como para enfun- manotazos por no ser capaz de mantener la postura
darte un tutú. Ese delicado faldellín que con tanta gra- más de unos minutos.
cia y majestad portan las invariablemente escuálidas
bailarinas. Etéreas gasas y tules que no encontraron En clase eras la típica alumna a la que la instructora
jamás un sitio en tu cintura de pre púber. Lo mismo las no ponía atención, ni linda ni espigada ni talentosa
inoportunas zapatillas, con sus lazos de seda llenos de para asumir con orgullo la tarea de hacer de ti una
afectación rodeando entretejidos tus pantorrillas, y su verdadera bailarina, ni lo suficientemente inepta para
punta, la suprema inquisidora de tus piececillos, torci- tomarse la molestia de echarte del grupo.
dos sin remedio después de varios años bajo su yugo.
Así que mientras la miss se esmeraba con las chicas
Los callos en esos tiernos dedos de ninfa eran trofeos que parecían tener futuro, yo me dedicaba a colgar
para mi madre, los exhibía a cuanto familiar o extraño de cabeza en la barra o patinar en la duela dándole un
se atravesara en nuestro camino, me sacaba las cal- mejor uso a las vadanas.
cetas y mostraba los enrojecidos tumores, para ella
constancia irrefutable de mis avances en el arte de la La mayor parte del tiempo llevabas dulces dentro
línea, las cabriolas, adagios, arabescos, pliés, brisés del leotardo, los escondías en las mangas y comías
y demás técnica de terminología francesa o italiana gomitas azucaradas, mazapanes o pastillas de menta
mientras se regodeaba en la ilusión de verme como mientras tus compañeras se desgarraban los liga-
solista en cualquier cosa que sonara un poco a ruso. mentos en el tendré.

A nadie engañaba, todos podían notar tus nulas ap- Aún en esa época de tortura y aburrimiento, no odié
titudes no sólo para el ballet, sino para toda clase de a mi madre. Yo era una niña comprensiva, entendía
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que la mayoría de las mamás tratan de culminar a La segunda esposa estaba encinta. Nenúfar, lla-
través de los hijos por lo menos una de tantas frustra- maba a su vientre hinchado y te tomaba las manos
ciones que arrastran. para que lo acariciaras. El nenúfar pateaba bajo la
piel tirante cuando le agitaban una sonaja o entona-
También comprendías a tu papá, ¿quién querría pasar ban una melosa canción de cuna; tu papá sonreía
tiempo con una mujer amargada e hipócrita?, los benévolo ante la escena y tú te retirabas resignada
ataques de celos, el rictus acartonado y su pedantería a la habi-tación de huéspedes, con una mezcla de
sin escrúpulos eran patéticos incluso para ti. pena y nauseas, a pensar en el sino de tu padre, con-
denado sin remedio a la cursilería y a la simpleza.
No es que no amara a mi madre, sólo quizá, la com-
padecía un poco. Era realmente insulsa, de un vulgar Fue cuando el nenúfar se transformó en cardo y los
insoportable. Nunca me quedó claro cómo papá se médicos condenaron a la segunda esposa a pasar
había relacionado con alguien así. Por eso no me ex- los meses restantes de la gestación recluida en una
trañó que la dejara. clínica, que empecé a notar ciertas manías en papá.

No lloraste cuando se fue, no te resentiste con él, no Cuando dormías la siesta, se acercaba y ponía sus
trataste de consolarla. Seguiste chupando caramelos labios muy cerca de los tuyos, respiraba tu aliento
a escondidas en la eterna clase de ballet hasta el día unos segundos, y en ocasiones le gustaba detenerse
feliz en que tu madre perdió el interés por todo lo un poco más en el aroma de tus senos incipientes
relacionado contigo. mientras observaba las fotos de tus actuaciones de
ballet.
Al principio mi madre pasó por una etapa de preo-
cupación encarnizada acerca de mi estado emocio- Una tarde, después de la siesta, desperté con la sen-
nal: volcando todas sus empalagosas atenciones en sación de haber tenido un sueño extraño, papá es-
mí pretendía que había una conexión profunda entre taba frente a mí, con un tutú rosa en la mano.
nosotras. Me abrazaba sin razón, sollozaba un poco
mojándome las mejillas de saliva espesa, repetía con No volvió a sonreír. Aparecía en cualquier parte arras-
voz fangosa que todo estaría bien y se arrojaba en un trando el tutú; mientras te duchabas podías sentirlo
sillón llorando arrebatadamente. Agradezco que sólo en el pasillo, esperando; durante el desayuno, es-
haya durado algunos meses. cuchabas el rumor de los encajes frotados contra la
tela de su pantalón; si salías al jardín, aparecía de
Con tu papá mantuviste una correspondencia cordial y repente para podar los arbustos o regar las plantas,
mesurada donde narrabas anécdotas banales, no hacías y un trozo de tul rosa asomaba de sus bolsillos.
mención del estado nervioso de tu madre y procurabas
terminar siempre con un, te quiero papi, antes de la firma. Cuando encontré la caja sobre mi cama, supe que
El día de tu cumpleaños pediste como regalo un boleto debía pasar los días realizando mis actividades dis-
sólo de ida a la ciudad donde tu papá había encontrado frazada de Prima Ballerina Assoluta.
un nuevo empleo y una nueva esposa.
Por las noches tomaba tu vestuario y ponía llave
En una pequeña maleta cargué algunos vestigios de mi a su habitación. Podías escucharlo gemir durante
infancia reciente, moños para mis coletas, calcetines minutos y después de una pausa, si ponías atención,
de colores, un paquete de bombones para el viaje y fo- algo similar a un sollozo. Por eso decidiste poner
tografías del último recital de ballet que tuve que sufrir. fin a la amargura de tu padre.
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Motor 1
Óscar Benassini

A continuación reproduzco un par de fragmentos del último


libro de Ilmar Laaban titulado El amor es la vida.

Nota 266

Y yo, he besado a diosas de aireadas y desnudas axilas


y desnudo agua y cielo y cielo y el aire Higiene acuidad Ella ha comprado héroes
unos edenes energía nervioso y encarga unos esmaltes.
yo voy allí unas ayuda idea ateo Ella ha cagado en el país
¿Es para comprar? ¿Está comprado? Ellas compraban ocas y sólo le gusta bajar el culo
está petrificado cedido fallecido y las nalgas
he sido he tenido tengo unos a ella le gusta errar ella erró
he ido a compra unos ella me tuvo y me engañó
he secado he intentado es ella
ella tenía ella hace
he pagado ella obedeció
y aquí yacen huesos y nalgas y la efigie a ella le gusta
Ella tiene calor en las axilas a ella le gusta atrapar bruscamente
Axila tiene calor con agudeza
y chica ha caído aireado y su
de cuidadosa elección compra
Alto y cae unas compras
en el país de los héroes espada
unas cucharas Eiffel
ayer Pederasta
crié en el culo
oise y d agitar
efebo y
efímero
a gato compra
hay

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Nota 267

agua y cielo
chica ha caído
ella obedeció
aquí yacen huesos y nalgas
emocionado
y la Higiene.
ayudado
y la energía.
oca
y la efigie.
Héroe
y la agudeza
veló
y chica ha caído aquí yacen huesos y nalgas con agudeza
auer
ella obedeció y le gusta atrapar bruscamente
limpiar
Agua y cielo con aspecto nervioso fui
a escoger
a comprar ocas al país de los
alto y
héroes
actúas actúa
y La efigie de los edenes
mamar
Probar
y hace
Higiene agua y cielo
con efecto
unas cucharas
y el abate
agudeza enérgica con higiene agua y cielo
ipecacuana
efigie
especular
y es la higiene de los edenes
a efigie
agua y cielo
con agudeza
ayer sequé cucharas
voy con agudeza y chica ha caído con
agudeza aquí yacen huesos y nalgas
Ella cagó con agudeza (?) y sólo le gusta bajar el culo y las nalgas

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La máquina de Walter Benjamin
Presenta la exposición de Rudolph Simone (Vancouver. 1970) en el interior de las páginas y portada
de esta edición dedicada al Erotismo y la Erosión. A continuación un texto de Christian Cortés sobre
esta obra titulada The M People del artista canadiense que busca analizar y hacer suya la interpre-
tación para luego reflejarse en los rostros de esta gente misteriosa.

Cuando veo las fotografías de “The M-People” veo a dos fotógrafos distintos. Paralelos en su grito silen-
cioso, pero dos Yo expresivos nontheless. Uno, el más salvaje, es el fotógrafo de “Madame” o “Mother”,
fotografías donde hay referencialidad mezclada con el metalenguaje propio de la pintura. Es en este Yo
fotográfico en el que la convergencia entre la pintura y la fotografía, que pretende la alteración digital,
alcanza su homogeneidad.
Lo violento de las miradas calmadas, las posiciones rígidas, la indiferencia de la cámara. Todo eso atina
hacia un signo abstracto de humanidad. Signo que intentan expresar tanto la pintura como la fotografía.
Una con una valoración o desvaloración proveniente del artista, la otra con la representación visual del
elemento.
En la mayoría de las imágenes, el valor del color es superior al del humano como elemento. Los magentas
son los que dominan sobre el blanco común de los modelos, quedando estos relegados a segundo plano
visual. Eso parece en la primera mirada. Sin embargo, en varias ocasiones Rodolphe Simeon, utiliza esto
para resaltar a la empobrecida figura humana. El color en las piezas hacen de las personas sentimientos.
El blanco mata al modelo, el magenta le da vida artificial. Lo que queda es un signo deshumanizado de
sentimiento. El otro fotógrafo, el más domado, es el autor del resto de las fotografías. La manera en la que
se nos presenta este trabajo es a través de imágenes que intentan expresar sentimientos vagos, indefini-
dos. Sentimientos propios de la música, no del visual. Ver fotografías como “A sweet taste in the mouth” o
“Scissor brothers” me hacen pensar en bares del high street, alguna calle de alternativos en Nueva Zelanda.
Son imágenes demasiado limpias, demasiado cuidadas. La imagen contrasta entonces con el signo. Se pelan.
Mickey mouse nos mira, amenazando con saltar hacia nosotros: nadie le quite su manzana. Pero no está
lo suficientemente sucio. Aun cuando sangre le escurre por el rostro, está demasiado pulido, demasiado
limpio. Sin embargo, hay algo de interesante en esta imagen. ¿Es Mickey mouse el héroe que ha robado la
manzana o es él y todos sus secuaces los monstruos protectores de las manzanas doradas?
No me agrandan las referencias en las artes visuales. Mucho plástico. Fotografías al plástico. Demasiada
cultura. Aun así, se puede percibir una calidad estética en cada una de las fotos. Una idea de espacios y
elementos complementarios. El conocimiento de la perspectiva de el, la tercera persona. El artista. Otra
persona M mas importante que sus objetos de estudio, al dar el clic.

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