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aparecieron por ninguna parte; llamlas a todas por sus nombres, pero ninguna contest. Hasta que llegle la vez a la ltima, la cual, con vocecita queda, dijo: "Madre querida, estoy en la caja del reloj." Sacla la cabra, y entonces la pequea le explic que haba venido el lobo y se haba comido a las dems. Imaginad con qu desconsuelo lloraba la madre la prdida de sus hijitas! Cuando ya no le quedaban ms lgrimas, sali al campo en compaa de su pequea, y, al llegar al prado, vio al lobo dormido debajo del rbol, roncando tan fuertemente que haca temblar las ramas. Al observarlo de cerca, parecile que algo se mova y agitaba en su abultada barriga. Vlgame Dios! pens, si sern mis pobres hijitas, que se las ha merendado y que estn vivas an? Y envi a la pequea a casa, a toda prisa, en busca de tijeras, aguja e hilo. Abri la panza al monstruo, y apenas haba empezado a cortar cuando una de las cabritas asom la cabeza. Al seguir cortando saltaron las seis afuera, una tras otra, todas vivitas y sin dao alguno, pues la bestia, en su glotonera, las haba engullido enteras. All era de ver su regocijo! Con cunto cario abrazaron a su mamata, brincando como sastre en bodas! Pero la cabra dijo: "Traedme ahora piedras; llenaremos con ellas la panza de esta condenada bestia, aprovechando que duerme." Las siete cabritas corrieron en busca de piedras y las fueron metiendo en la barriga, hasta que ya no cupieron ms. La madre cosi la piel con tanta presteza y suavidad, que la fiera no se dio cuenta de nada ni hizo el menor movimiento. Terminada ya su siesta, el lobo se levant, y, como los guijarros que le llenaban el estmago le diesen mucha sed, encaminse a un pozo para beber. Mientras andaba, movindose de un lado a otro, los guijarros de su panza chocaban entre s con gran ruido, por lo que exclam: "Qu ser este ruido que suena en mi barriga? Cre que eran seis cabritas, mas ahora me parecen chinitas." Al llegar al pozo e inclinarse sobre el brocal, el peso de las piedras lo arrastr y lo hizo caer al fondo, donde se ahog miserablemente. Vindolo las cabritas, acudieron corriendo y gritando jubilosas: "Muerto est el lobo! Muerto est el lobo!" Y, con su madre, pusironse a bailar en corro en torno al pozo.
FIN
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