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TEMA 1.

- RAÍCES HISTÓRICAS DE LA ESPAÑA


CONTEMPORÁNEA P.A.U. 2009/2010

4.- MONARQUÍA HISPÁNICA: UNIÓN DINÁSTICA Y


MONARQUÍA AUTORITARIA BAJO LOS REYES CATÓLICOS.

La nueva monarquía de los Reyes Católicos sentó las bases para la creación de una
monarquía autoritaria. Aunque la unión de Isabel y Fernando fue sólo dinástica y no territorial,
los Reyes Católicos intentaron crear unos órganos de poder que dependieran de la monarquía y,
además, intentaron someter a las fuerzas que durante la Edad Media se habían opuesto a la
consolidación del poder de los reyes: la nobleza y el clero.

1.- La Unión Dinástica.


Tras la muerte de Juan II de Aragón (1479) y terminada la guerra de sucesión castellana
(1474-1479), el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, celebrado en 1469, dio
origen a una nueva entidad política: la monarquía hispánica. Los distintos territorios que la
integraban (Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia) sólo tenían en común la monarquía, ya que
cada reino conservaba sus leyes, instituciones y costumbres. Pero ambos monarcas coincidían en
la necesidad de completar la unificación territorial de los reinos hispánicos como base
indispensable para consolidar y estructurar un Estado fuerte y poderoso. Así, Castilla se
anexionó el reino de Granada en 1492. Asimismo, Fernando de Aragón, siendo regente de
Castilla tras la muerte de Isabel, incorporó Navarra en 1512.

La unión de las dos coronas, Castilla y Aragón, fue personal, no institucional, según lo
establecido entre ellos en la Concordia de Segovia, tras proclamarse reina Isabel, y nunca se
constituyó una unidad política y administrativa común a ambas, ya que las instituciones propias
de la Corona de Aragón se mantuvieron en su práctica totalidad.

Las fronteras entre reinos obligaban al pago de derechos sobre las mercancías, y las
Cortes de los diferentes reinos siguieron reuniéndose con independencia unas de otras. La
moneda era también distinta y las leyes e instituciones propias de cada reino permanecieron
diferenciadas. Los Reyes Católicos no se propusieron unificar la organización institucional de la
Corona de Aragón con la de Castilla, cuyo peso demográfico y económico era superior, pero el
proceso de consolidación de una monarquía unificada bajo la supremacía de Castilla conllevó
una creciente castellanización de todo el territorio.

Aunque con limitaciones, el reinado de los Reyes Católicos supuso una serie de cambios
importantes en la ampliación efectiva del poder de la Corona. La justicia se dispensaba
conjuntamente, las leyes y disposiciones reales eran firmadas por ambos y las instituciones de
los diferentes reinos juraron lealtad a los dos. El lema que adoptaron, “tanto monta, monta tanto
Isabel como Fernando” subraya el equilibrio de poder entre ambos soberanos.

2.- Monarquía Autoritaria.


Los Reyes Católicos pretendieron la creación de una monarquía autoritaria, que se
impusiese sobre las fuerzas que en la Edad Media habían disminuido el poder de la monarquía
(fundamentalmente nobleza y clero) y que dotase a la Corona de unos organismos o instituciones
de poder eficaces para afirmar la autoridad real y que permitiesen aumentar su control sobre el
Estado.

Una figura importante en este progresivo aumento del poder real en Castilla fueron los
corregidores, encargados de trasladar a las autoridades locales las órdenes de la Corte. Los
corregidores concentraban un gran poder ya que, al mismo tiempo, ostentaban la comandancia
militar del corregimiento, es decir, del territorio bajo su jurisdicción, y la presidencia del
ayuntamiento cabeza de partido; además ejercían las funciones judiciales y recaudaban tributos.

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TEMA 1.- RAÍCES HISTÓRICAS DE LA ESPAÑA
CONTEMPORÁNEA P.A.U. 2009/2010

En la Corona de Aragón se instituyó el cargo de virrey en cada uno de sus territorios, como
representante del monarca que, en su nombre, ejercía la plenitud de los atributos reales.

Las funciones de los corregidores o de los virreyes se completaron con un papel


creciente del Consejo Real de Castilla, cuya reorganización fue llevada a cabo en las Cortes de
Toledo de 1480, y que actuó siempre como órgano asesor de la autoridad absoluta de los reyes.
Aunque la creación del Consejo Real de Castilla fue anterior, sus atribuciones fueron ampliadas
dotándolo de capacidad de decisión sobre algunos temas judiciales y administrativos. Sus
consejeros fueron escrupulosamente escogidos por los reyes entre los hombres más destacados y
de absoluta confianza política. La pieza fundamental del Consejo Real la componían los
letrados, relegando a la alta nobleza a un papel consultivo. También se creó la figura de los
secretarios, procedentes la mayoría de la baja nobleza y de la burguesía; ello comportó una
pérdida de poder e influencia de la antigua nobleza cortesana.

La progresiva burocratización de la monarquía llevó a la creación de otros Consejos,


cada uno de ellos, con funciones específicas: el de Aragón, el de la Inquisición (instaurado en
Castilla, donde no existía, e independiente de la Santa Sede, era un instrumento para conseguir la
unidad religiosa amenazada por la herejía y la gran masa de judíos conversos acusados de
mantener sus antiguas prácticas, en este sentido la expulsión de los judíos en marzo de 1492 fue
el episodio final contra éstos), el de las Órdenes militares (Calatrava, Alcántara y Santiago),
Indias (tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492), etc.

En 1480 avanzó la creación de un embrión de administración de Justicia mediante la


reorganización de las Audiencias y la creación de la Cancillería como alto tribunal con dos
sedes, una en Valladolid y otra en Granada. En Aragón continuó actuando el Justicia Mayor,
cuya misión era ejercer como árbitro entre el rey y sus súbditos, y las instituciones judiciales
propias de Cataluña y Valencia continuaron funcionando.

El orden público contempló la creación de la Santa Hermandad (1476) con una


finalidad policial (persecución de los perturbadores del orden) y judicial.

La reforma de la Hacienda se inició con su reorganización mediante la creación, en


1476, de dos organismos: la Contaduría Mayor de Hacienda, dedicada a la recaudación de los
impuestos sobre los pecheros, es decir los individuos no nobles y la Contaduría general de
Cuentas y Resultas, encargada del control de ingresos y gastos.

Para paliar las dificultades en la articulación de una administración moderna, los Reyes
Católicos se desplazaban de manera prácticamente continua por el territorio para impartir
justicia y reforzar su autoridad. Pero, tanto el Consejo Real como los restantes Consejos poco a
poco iban asumiendo funciones legislativas, mientras las Cortes iban perdiendo su función y
cada vez se reunían menos.

La voluntad de construir una monarquía autoritaria comportó que los Reyes Católicos se
propusiesen imponer su potestad sobre las Cortes y los Concejos municipales, órganos que
mediatizaban el poder de los monarcas.

Las Cortes representaban a los grupos sociales más privilegiados y su atribución más
importante era tomar juramento al rey y aceptar nuevos impuestos, a lo que se añadía, en el caso
de Aragón, Cataluña y Valencia, el aprobar nuevas leyes y velar por los fueros. Las Cortes
mantuvieron sus prerrogativas tradicionales, pero los reyes prácticamente no las reunían, tan
sólo cuando necesitaban nuevos recursos financieros.

Los Reyes Católicos impulsaron la reducción y la independencia de los Concejos


municipales mediante el nombramiento directo de cargos, su venta, y sobre todo, la expansión

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del señorío. Éste consistía en que la monarquía delegaba el ejercicio del poder real sobre los
habitantes de un territorio a favor de una persona privada, a cambio de una contraprestación
monetaria o como recompensa de servicios prestados. El poder de los señoríos consiguió, no
pocas ocasiones, limitar el poder municipal.

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