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Hay cierta nocin sobre la enajenacin entre las izquierdas: hay una buena y una mala fe, una

buena y una mala consciencia; la consciencia se confunde con la consciencia moral (de esa cuando se dice sea ms consciente, etc); la buena fe es la consciencia no enajenada, la consciencia lcida (esencial, profunda); la mala fe es la consciencia inconsciente (?), la consciencia superficial (no-profunda, inspida). As se supone que una mesa de tragos donde se hable de la enajenacin (como este mismo escrito) es mucho menos enajenada que una mesa de tragos donde se hable sobre ftbol, por ms que una est a la par de la otra, o que uno muera sin salir de la mesa de tragos (muera enajenado). De esta misma tendencia se confunde la industria cultural con la sociedad del espectculo y la enajenacin marxiana: se hacen analogas cuando ni Debord, ni Adorno (ni Sartre) son exactamente Marx: son incluso opuestos, Debord critica la representacin por lo directo, la industria cultural de Frankfurt por lo indirecto (las mediaciones), etc. Marx est y no est con ninguno de ellos. En Marx toda consciencia es enajenacin (desde el captulo sobre Hegel de los Manuscritos de 1844), y por eso las Tesis sobre Feuerbach hablan en contra de toda filosofa; no hacen ningn tipo de excepcin, ningn tipo de anexo, ni ningn tipo de nota al pie para una filosofa materialista dialctica o marxista: toda filosofa, por y para s misma, es enajenacin. La autoconsciencia hegeliana es opuesta y diferente de la realidad de la que ella es autoconsciencia (Marx, Manuscritos de 1844). Por ello se puede morir tambin en la mesa de tragos hablando de Marx o diciendo muchas veces Marx, Marx! (con Marx mismo, incluso) sin cambiar nada de lo que se supone que Marx predicaba cambiar (o sea, morir enajenado, como muri Marx). Toda filosofa, toda fe, toda ideologa (incluso de izquierda) en Marx, es espectculo, es mala fe (porque no hay ninguna consciencia, ninguna filosofa, que no sea mala ante la praxis). La poca irona de esto es que esas lecturas sobre la enajenacin no existan ni siquiera en el autor sobre la enajenacin, y que esto suceda as desde hace ms de dos siglos, que exista un Lukcs intercambiando a Marx por un aristotelismo por ms de un siglo, que este ejercicio sea precisamente lo que esos autores critican como enajenacin (producir un discurso o un escrito como ste sobre la enajenacin, y morir).

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