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As Pablo ha referido justamente a Cristo lo que haba sido dicho respecto a Adn, pro-

clamando con derecho que la Iglesia naci de sus huesos y de su carne. Por amor a ella, el Verbo,
dejando al Padre en los cielos, descendi a la tierra para acompaarla como a esposa (Eph. 5,31)
y dormir el xtasis del sufrimiento, muriendo gustoso por ella, a fin de presentarla gloriosa sin
arruga ni mancha, purificndola mediante el agua y el bautismo (Eph. 5,26-7), para hacerla capaz
de recibir el germen espiritual que el Verbo planta y hace germinar con sus inspiraciones en lo
ms profundo del alma; por su parte, la Iglesia, como una madre, da forma a aquella nueva
vida para engendrar y acrecentar la virtud. De este modo se cumple profticamente aquel
mandato: Creced y multiplicaos (Gen. 1,18), al aumentar la Iglesia cada da en masa, en pleni-
tud y belleza gracias a su unin e ntimas relaciones con el Verbo, que aun ahora desciende a
nosotros y se nos infunde mediante la conmemoracin de sus sufrimientos. Pues la Iglesia no
podra de otro modo concebir y regenerar a sus hijos los creyentes, por el agua del bautismo, si
Cristo no se hubiera anonadado de nuevo por ellos para ser retenido por la recopilacin de sus
sufrimientos, y no muriese otra vez descendiendo de los cielos y unindose a su esposa la Iglesia
a fin de proporcionarle un nuevo vigor de su propio costado, con el que puedan crecer y desarro-
llarse todos aquellos que han sido fundados en El, los que han renacido por las aguas del bautis-
mo y han recibido la vida comunicada de sus huesos y de su carne, es decir, de su santidad y de
su gloria (3,8,70: BAC45,1010s).

QUASTEN

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