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Ramén Jiménez Madrid NOVELISTAS MURCIANOS ACTUALES i Bey fi A i a i i : i . i i bitual en tantos y tantos narradores de los engloba- dos en este trabajo, puede, en algiin momento, deses- perar al més conspicuo lector. Hay que decir, siguiendo a J. Bloch-Michel, que de cesta literatura de Ja que vamos a hablar, no es com- ste y que no aporta al lector el tipo de satis acciones que acos encontrar en las otras no- velas: nada de libros bien escritos, nada de historias apasionantes, nada de personajes vivos, nada de aven- tara verosimiles, Lo que Ja nueva novela free ‘1 coliloguio alambicado de un personaje frecuente- mente fracasado que habla como los dementes, los débiles de espititu 0 los obsesos, con Ia imagen gla- cial de un mundo constituido tnicamente por suy ficies, poblado de seres que no para no decir nada. Lo cual no impide —y seguimos ‘con el mencionado critico en Nueva novela y cultura de masas— que esta nueva literatura, a despecho de su fate de complacenciss con el lestos, 4, despesho z ‘puesto en evitar las facilidades sentimentales o formales de la literatura tradicional, amplio» *. ‘Con, todo cuanto levamos dicho no es dificil asi- rilar las dos obras que vamos a comentar del escti- tor totaneto dentro de la linea de Ja «nueva novela», de la novela «experimental» y con una mayor preci- ‘siéa, hasta dentro de una corriente esencialmente euro- pea. A esta caracterizacion selehade atadir el alarde tipogrifico poco usual no sélo en lanarrativa de los esetitores nacidos en la provincia murciana, sino en ecole ee oy ea en » OD NEGO, aU ‘maydsculas y de comas en muchas parcelas, ast como ® Broci-Micurer, J.: La nueva novela, Guadarrama, Madeld, 1967, pg. 17 m4 esta obra primeriza del totanero la fortisima presen- cia del superrealismo —la imagen onirica es funda- mental en este desolado y poemitico libro— con lo 3 Lérmz Bsrmapa, F: Méirica espatiole del siglo XX, Gras, 1969. me Tonnes, G, pe: Histor literaturas onns, G. ms Historia de le de vangurdia, 215 cual las ramificaciones vanguardistas ganan tanto en riqueza como en Tgnacio Soldevila apunta acerca de esta obra: etext Gaited (n. 1942) y Juan Pe- relacién con Ia literatura europea preocupada por la Seepeciic epocalptca de le civlbeciéaoceideatal, inca que va del Céline de Voyage au bout de Béckett de Murphy 0 L'innomable, pasan- modo por La nausée de Sartre y L'étran- De la inmediata tradicién espatola, Oficio de tinieblas 5 podsla constituit si-no fuera porque, en rigor, su obra propia ‘como fue el proyecto de Mallarmé; critica radical de ‘cualquier finalismo consolador que reduzca Ja obra de arte a unas significaciones subsumidas en la estra- {gia de cualquier ciencia, en oposicién a una obra de arte que aspira a una subversi6n permanente y radical de los valores —morales y estéticos— en que reposan los cimientos de toda civilizacién». Esta subversién. permanente delimita claramente Ja rebeldia de un escritor incmodo, con aliento distin- t0 al resto de los integrados en este libro en donde ® Staxrox, Rosent: Introduccién a la narrativa, Catlos Pérez edit, Buenos Aires, 1968. 276 manera el capitulo de predilecciones del autor: De 0) ese ela ai baud (14), Quevedo (25), Marcel Duchamp (28), Ril- ke (31), Denne (33), Pavese (34), Prometeo y Ores- tes (45), Niezstche (49), Malcolm Lowry (51), Al. fonsina Storni (62), Hélderlin (69), Beckett (70-72), Maurice Blanchot (73), Borges (83-123), Dashiell Hammet (89), Octavio Paz, Cortézar, Onetti (115), ‘Valéry (91), Mallarmé (92-93), Faulkner (96), Virgi- nia Woolf (102), Pascal (113), Lewis Carroll (115), G. Bataille (133}, Baudelaire (143), etc. De esta in- conclusa lista cabe destacar 1a ausencia de espafoles, asi como la sélida cultura it dera enciclopedia cultural del si 10, que nos atreveriamos a calif ‘Como dice I. Soldevila, tinico critico que hasta 2m hora ha resefiado en manual esta primera obra’ de Quifionero, aparte una escudlida y raquitica nota de ‘Angel Basanta en Cuarenta aos de novela espaol, en donde Jo asimila a la corriente experimental de autores como Félix de Ania, Cargenio Tris, Vicente Molina Foix, Juan Cruz Ruiz, Jorge C. Aranguren, Manuel Vézquez Montalbén, Manuel Villar Raso. Tg nacio Soldevila, como dectamos, expresa que Ruinas es «una acumulacién ruinosa en donde estén incluidas Jas reminiscencias literarias, los héroes de la literata- ra contemporinea, todos ellos miserabilizados voluntad rasante del narrador, en una especie de dan- Sin embargo, y pese a las acertadas cuestiones que plantea y sugiere fen tomo a esta obra edi- tada por Barral, Hispénica Nova, al afio siguiente del masivo lanzamiento editorial que ha historiado Mar- ocalizar el otro ensayo que el autor tiene sobre 278 y- que posiblemente enriquecerfa desde otra perspec tiva 6u nove primero que nos lama la atencién del citado Pe eciserrie oboarrvniiene eg de Baroja y el suyo propio. La misma «cxpresién apo- %» que citaba Soldevila tiene que ver —apar- Jas siumerosas referencias que més tarde hare- ee Tapes con dicho movimiento vanguardista his- toriado por Guillermo de Torre. Quifionero cree que fue el surrealismo el que puso en tela de juicio la totalidad de la cultura. La desordenada y_castic Schein oda acing share oak dad escandalosa ¢ inconfesable, que constituyen una provocacién a las etiquetas del arte, que sélo son SGmpremibles Gomo-uniqullacon: de ts ideatdad. de los géneros literarios, son advertibles en esta obra de Quiftonero: «Sofiaba que tiré al agua la lombriz y corria a vi- sina cit del cae psi) a eal, fatiga 0 el dolor, = SS tein ek a pct NA pls ad wide; después excuché un timbre desde Ia alcoba'y pediste una mieva botella de Burdon's; el gusanito frrumpié feroz contra mi es6fago, pero los gusanitos posefan un tono deliciosamente rosa, aunque fer atrapados por los ojos, y en cualquier ofifcio de ‘a cocspo.ere ‘una ventana al. mon- Sree de repudio de "junto a concepto de repudio de una sociedad occidental marcada por el dolor, In sangre, Tn miseria'y la muerte: «Hoy el petisdico trafa sangre, lo mismo que los 279 —— ‘otros dias» (15), «charca inmunda» (24) y «muerte, muerte, muerte, al eee s bestias, dos y mierda, fichas personales» (15), y «todas neurosis de los SS pederastas homosexuales sublime ddas en perpetua inversién de valores» (17). Tiene raz6n_ Soldevila —al que volvemos mueva- mente— cuando afirma que «de la que, por Jo que os, textos beckettianos>. nombre de arte, ciencia 0 cultura...» (74-75) (En ‘sayo sobre Baroja). Renuncia Quifionero con ferocidad al. optimismo racionalista de las filantropias democristianas de la felicidad y se acomoda en el espanto, en el terror de tuna colectividad. asentada sobre los excrementos de una pocilga universal, en una orgia de vampirismo y desolacién: «la lujuria de las palabras en busca de tuna verdad imposible, el acarteo de escombros que 280 han sepultado y constituyen el rostro winico de nues- tra civilizién», lo evan a utilizar en su discurso todos los detritus inimaginables —a veces, como cocurre en las piginas 37-40, copiando el Casares— hasta el ‘de componer Ruinas como una sinfo- nfa de vocablos peyorativos, vos, de seméntica , incluso con més que Ja ya enunciada en la obta de Castillo Puche. creemos que Quifionero desorientacién, la huida de la sociedad deprimente, a la bisqueda de un paraiso —posiblemente utdpico— ‘con la carga implicta que legan de amargura, incer- tidumbre La contemplacién de la ‘odiada realidad opresiva y optesora. La metafisica queve- diana, el manejo estético —cuesta trabajo transcribir gst lara cn un autor como Quifonero— de lo co, de Jo desapradable — 0 mas que piltrafas de sentido; los signos eon bacines donde defecan los sapos y las hienas donde se alma- cenan lombrices y exerementos» (79)—, el lenguaje y su corrupcién, la defecacién como belleza —«el enguaje dinamita las convenciones porque aspira a realizatse en la fisiologlas— son como Ja bisqueda 281 4¥ al tiempo nos afirman en nuestra desesperan- Hi | j hay petsonsjes— que se debate —y son los términos més ut Gntre el dolor, el devorden, el mic do, la muerte, la desesperacién y el suftimiento. Al ‘mundo corresponde una sintaxis dis- locada, de escalas_ generalmente tes, con tica, en una atmésfera totalmente apsicolégica, en tatia, ‘Son frecuentes las alusiones al sexo 0 a Ia fisiolo- ‘ea, tan usuales por otra parte en Joyce o Beckett te sea su méximo mentor— en este po- deroso ejercicio de tantas resonancias. vanguardistas, © Vanaia Jacons, B: Renovacion de la novela en el si slo XX, Destino, 1967. 282 Serfa ingrato aludir a un posible argumento de la ido como instrumento para superar un mundo escatol6gico 0 excremental— en lun autor que luce sus mejores armas en la roy con lo racionalmente establecido y que wuelve la es- palda a la cultura, la ciencia y el arte. Podemos terminar manejando unas palabras —que a enin es oes Quifionero aplica a “«Como Baroja en el Hotel del Cisne, Quifionero, novela, culmina un proceso’ de demo- icién. 30 €3 un casi peculiar monélogo inte- rior y la materia novelada, el suefio; la historia ttada por cl texto es la historia de una descomy cién, No existen personajes sino involuciones del dis- ‘curso, La palabra no demarca, sino que sugiere ma- teriales.»

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