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LA CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO FEMINISTA EN LA PROPUESTA DE CHANDRA

MOHANTY: BAJO LOS OJOS DE OCCIDENTE. ACADEMIA FEMINISTA Y


DISCURSO COLONIAL. 1

Marcela Laguna Morales. 2

Palabras clave: feminismo, otredad, postcolonialismo, feminismo occidental.

Presentación

En este trabajo me propongo exponer algunas ideas relacionadas con la construcción


del sujeto feminista y trasladarlo a la discusión sobre estrategias y agenda de género
para mujeres que vivimos en contextos no europeos. Baso mi análisis en el que
Chandra Mohanty realiza en términos de la construcción del sujeto de la teoría y
práctica feminista. La vigencia del artículo de Mohanty, es notable, no obstante
haberse escrito en 1984, ya que aún está en discusión el problema del sujeto
femenino en la investigación y práctica feminista y sin embargo la realidad apremia en
la búsqueda de estrategias en los contextos en donde las mujeres ni siquiera gozan de
pisos mínimos de derechos humanos. Sin embargo, persiste una discusión teórica de
fondo: ¿cómo abordamos en términos políticos y de estrategia la necesidad de
transformación de sus condiciones de vida? ¿Cuáles son las teorías feministas que
permitan identificar su posición y apuntar sobre todo a transformarla? ¿Son las teorías
feministas elaboradas en contextos completamente distintos, viables para explicar la
situación de las mujeres en países no occidentales?, ¿Solamente el feminismo “desde
la subalteridad” podrá explicar la problemática de las mujeres no occidentales? Y
¿cómo las propias mujeres en estos contextos pueden participar activamente en los
cambios de su propia vida?
El artículo de Mohanty sitúa nuevamente la discusión sobre los feminismos para
comprender la situación de millones de mujeres indígenas, migrantes,
indocumentadas, refugiadas, desplazadas y todas aquellas que viven en situaciones
de vulnerabilidad específica en las guerras internas, ocupaciones, pandemias,
feminicidio, prostitución y otras formas de violencia extrema, pero también nos

1
Mohanty, C.T. Bajo los ojos de occidente. Academia Feminista y discurso colonial. A publicarse en
Liliana Suárez Navaz y Aída Hernández (Ed). Descolonizar el feminismo: teorías y prácticas desde los
márgenes.
2
Estudiante Master Europeo en Género y Estudios de las Mujeres Febrero de 2008. Curso Historiografía
Feminista. Profra. Margarita Birriel Salcedo. Instituto de Estudios de las Mujeres. Universidad de
Granada, España.
referimos a la mitad de la humanidad que habita en países pobres en donde el
desarrollo no ha beneficiado equitativamente a hombres y a mujeres. Esta discusión
es necesaria para militantes e investigadoras cuyo quehacer es la investigación, la
política y la militancia para transformar las condiciones de vida desde la investigación,
la política y la militancia feminista.
El Contexto de los estudios postcoloniales y la crítica a la teoría del sujeto.

Para comprender la propuesta y la crítica de Mohanty, me parece fundamental


comprender el contexto histórico específico en que esta autora desarrolla un conjunto
de planteamientos que tienen que ver con la crítica a lo que ella denomina el
“feminismo occidental”. Me parece también sustantivo discutir las políticas de alianzas
entre mujeres de diversos continentes y posiciones sociales, en tanto que para
Mohanty, este punto representa un ámbito problemático, y que expresa más
claramente en Feminist Encounters: Locating the Politics of Experience 3 cuestionando
la llamada “hermandad universal” al considerar que esta es una nueva forma de
universalizar las diferencias y desigualdades entre las mujeres de diversos contextos.

Sin embargo, también para autoras como Marcela Lagarde, (2007) quien habla de la
necesidad de los pactos entre las mujeres señala: “Sólo en condiciones de
modernidad las mujeres hemos pactado. La agenda y la ciudadanía no han sido
indumentaria tradicional de género para las mujeres. Por el contrario, la práctica de
agendar es subsidiaria al reconocimiento de la otra y la ciudadanía implica la
pertenencia. Más aún, como lo explica tan bien Celia Amorós, el pacto entre los
hombres que se reconocen interlocutores y sujetos políticos, ha implicado la exclusión
de las mujeres y, su agenda incluye cómo organizar el mundo, definir hacia dónde
vamos y otras delicadezas, así como las formas sutiles y perversas de mantener a las
mujeres quietecitas”. 4

Bajo esta óptica, estamos de acuerdo en la necesidad de construir alianzas y pactos


entre mujeres y en Mohanty la propuesta para construir estas políticas de “coalición”
tiene con la construcción de nuevos sujetos sociales dadas por su diversidad
contextual y cultural que en ocasiones, provoca que las mujeres presenten más
diferencias que semejanzas y por tanto, la “agenda” no puede ser la misma para
todas.

Aunque por sus orígenes sociales, culturales, y sobre todo, políticos, el feminismo
postcolonial tiene un camino propio, en gran medida presente puntos de confluencia
3
Este texto básicamente es una crítica a la propuesta de Robin Morgan sobre Feminismo planetario
cuestionando lo que Morgan llama la hermandad universal o global, por considerar que parte de una
universalización de las necesidades de las mujeres, obviando los contextos por lo que esta visión puede
ser una forma de universalizar y reproducir dichas diferencias y desigualdades. Ver. Mohanty, C.T.
(1998) A feminist and Politics. Feminis Encounters: locating the politics of experience.
4
Lagarde y de los Ríos. M. Ponencia. Pacto entre mujeres. Sororidad. Madrid, 10 de Octubre, 2006.
Coordinadora Española para el Lobby Europeo de Mujeres. Doc. Internet.
con los feminismos posmodernos en virtud de que parten de una crisis en la teoría del
sujeto, tanto en el ámbito de los estudios de género como en el movimiento feminista y
en general, de la crítica a la sociedad en el contexto del desarrollo del capitalismo, la
globalización y la especificidad de la época histórica marcada por el crecimiento de
grandes desigualdades sociales cuando ya las colonias han sido liberadas de los
países colonizadores. Tal como lo señala Isabel Carrera (s/a) : “Lo que hoy se conoce
como “teoría postcolonial” se consolidó formalmente como área de investigación y
teorización dentro del mundo anglófono, principalmente en la zona geográfica que
constituyó el último gran imperio occidental, el imperio británico. El estudio de las
literaturas y culturas de la Commonwealth fue estructurando un campo teórico que
comenzó de modo disperso, tanto en la geografía internacional como en los conceptos
teóricos básicos. Si bien podría decirse que el estudio del (post)colonialismo es tan
antiguo como el hecho mismo que lo provoca, y se ha teorizado por lo tanto desde
hace varios siglos y en ámbitos culturales y nacionales diferentes, el vertiginoso
desarrollo de la teoría cultural y literaria de la segunda mitad de este siglo incluye la
teoría postcolonial a partir de los años sesenta, década en que se produce el
desmembramiento final del imperio británico, con la independencia de las colonias
caribeñas y africanas” 5.

Es importante señalar que esta antesala del feminismo postcolonial se sitúa en lo que
6
se ha llamado en términos generales, estudios postcoloniales y subalternos . Sobre
esto Bhabba (1994) señala que “los discursos postcoloniales son transnacionales
porque están enraizados en historias culturales específicas de desplazamiento,
migración y reacomodamiento territorial, con circulación de significados y resistencias
a formas holísticas de explicación de lo social. De este modo, se favorecen nuevos
actos de enunciación cultural que favorece la reconceptualización de la cultura, la
resignificación de la otredad, y la posibilidad de repensarse como sujeto autónomo.” 7

5
Carrera Suárez, I. Feminismo y postcolonialismo: estrategias de subversión. Universidad de Oviedo
6
Los estudios subalternos hacen referencia al grupo de historiadores indios en la década de los 80´s.
adoptan el término subalterno propuesto por Gramsci volviéndolo al subalterno, un sujeto histórico que
responde también a la categoría de género y etnicidad a diferencia de “clase” y adoptan además las
propuestas posmodernas y postestructurales en su historiografía. Para este grupo, los subalternos se
refieren prácticamente a los que no tienen voz, a los grupos oprimidos como las mujeres, el proletariado,
los campesinos y aquellos grupos que permanecen en la dominación. La crítica que Gayatry Spivak
realiza a los estudios “subalternos”, es precisamente que los peligros del trabajo intelectual puede actuar
conciente o inconcientemente a favor de silenciar nuevamente a los oprimidos al hablar por ellos. Véase:
Gayatri Spivak. ¿Puede hablar el subalterno? Revista colombiana de antropología. Vol 30. 2008 pp 297
7
Babha, H. 1994. The location of Culture, Londres, Rotlede, pp 171 (Cit por Femenías, M. 2005)
El sujeto postcolonial en ese sentido, surgirá producto de una múltiple inscripción,
tanto como subalterno como híbrido.

El concepto de culturas localizadas también es importante para comprender las bases


de los planteamientos que Mohanty propone en un bao una posición política que
pudiera resultar poco esperanzadora en términos de formar pactos y alianzas entre
mujeres. Sin embargo, la redefinición de las culturas localizadas permite entender la
propuesta como producto de la experiencia de la marginalidad, en donde el sujeto
atraviesa variables como sexo, etnia, clase, religión, opción sexual, etc. Pero también
ofrece una visión alterna sobre el colonizado y enfatiza el cambio social. Femenías
(2005) menciona que “los estudios postcoloniales, en oposición a los modelos de
autoctonía racial y cultural, sostienen que en una era de constantes migraciones, de
globalización de los mass-media y de continuo flujo transnacional de la información, la
distinción colonial-postcolonial pura es imposible de sostener”.8 La dificultad de
concebir “espacios homogéneos”, sujetos homogéneos y esta ruptura con las
estructuras tradicionales de concebir a los sujetos, con base a la otredad androcéntrica
y en el caso de la crítica que se hace al feminismo occidental, con base a la otredad
femenina eurocéntrica, es que la propuesta del feminismo postcolonial se produce en
la búsqueda de resignificación del sujeto con base a nuevos lugares de experiencia y a
la imposibilidad de espacios y sujetos homogéneos.

Es interesante hacer notar que las posturas del feminismo postcolonial en Mohanti,
coincide con las críticas que los feminismo posmodernos en sus diversas vertientes,
han realizado contra los postulados fundamentales del feminismo de la igualdad.

Mientras que “para las teóricas de la diferencia sexual la neutralización de la diferencia


postulada por el feminismo igualitarista no sirve para nada, excepto para favorecer un
nuevo tipo de colonización, de sometimiento de los sexos, las razas o las generaciones a
un modelo único de identidad humana, de cultura, de civilización. Hacer a la mujer igual
al hombre, o al negro igual al blanco, es partir de una actitud paternalista, de sumisión a
los modelos definidos por el hombre occidental que no acepta cohabitar con otros. Si se
quiere repudiar el sexismo, el racismo etc., es preciso aceptar las diferencias no sólo en
términos legales o formales sino también en el reconocimiento más profundo de que

8
Femenías, M. L. 2005. El feminismo postcolonial y sus límites. en Celia Amorós y Ana de Miguel Eds.
Teoría femnista: de la ilustración a la globalización. De los debates sobre el género al multiculturalismo.
Vol. 3. Minerva Ediciones.
únicamente la multiplicidad, la complejidad y la diversidad pueden ayudarnos a enfrentar
los retos de nuestro tiempo.” 9

Por su parte Quezada, (2007) considera que “el poscolonialismo se desarrolla, así, en
el marco de las mismas condiciones de posibilidad que la posmodernidad, y en
estrecha relación con el profundo “giro cultural” de las ciencias sociales y humanas. De
allí la lectura del discurso poscolonial entendido como una modalidad académica del
posmodernismo, y también sus estrechas relaciones con otras corrientes de reflexión
anti-hegemónica como los “estudios culturales”, los “estudios subalternos” y el
“multiculturalismo”.10

Pos su parte, Carrera (S/A ) señala que postcolonialismo y feminismo han utilizado
conceptos comunes para el análisis y de/construcción de las metanarrativas
dominantes. Comparten la posición de alteridad con respecto a estas, y por lo tanto la
posición de Otro, colonizado o femenino; la jerarquía implícita en el binomio
mismo/otro constituye un objetivo a la vez que un instrumento de análisis. Las formas
de opresión y represión, la utilización necesaria de la lengua de los opresores, los
conceptos teóricos de voz, lenguaje, mimesis, representación, son preocupaciones
compartidas, como lo son la defensa de la especificidad histórica y cultural frente a
conceptos falsamente “universales” y el interés por la diferencia, con sus
intersecciones de clase, raza, género, etnia, cultura, edad.11

Por ello, Mohanty señala que la colonización se ha utilizado para caracterizar todo,
desde las más evidentes jerarquías económicas y políticas hasta la producción de un
discurso cultural particular sobre lo que se llama “tercer mundo”.

La crítica de Mohanty al Feminismo Occidental.

9
Mayorbe Rodríguez, P. La formación de la Identidad de Género Una mirada desde la filosofía
.Universidad de Vigo. Galicia. España. Correo: pmayobre@uvigo.es
10
Quezada, Freddy. (agosto de 2007) Doc. Internet. Fuente:
http://www.geocities.com/Athens/Pantheon/4255/postco.html Artículo publicado en Esteve Zarazaga,
J.M. y Vera Vila, Julio. Educación Social e Igualdad de Género. Págs. 21 a 59. Edita Ayuntamiento de
Málaga. Málaga, 2006. 320 págs. ISBN: 84-689-9770-6.
11
Carrera Suárez, Isabel (S/ A) Feminismo y postcolonialismo: estrategias de subversión. Universidad de
Oviedo
Es en la propuesta de Mohanty, donde puede notarse una relación y una conexión
necesaria e integral entre la academia feminista y la práctica política, en este sentido
plantea que existen limitaciones para la construcción de temas alrededor de los
cuales aparentemente se pudiera esperar que todas las mujeres se organicen.

Se basa en la crítica de la construcción de la otredad en el discurso feminista,


señalando que es fundamental reconstruir en la medida en que el otro, ha sido
construido en función del sujeto androcéntrico y hegemónico y equipara esta
construcción del discurso sobre las mujeres con base a la otredad androcéntrica, al
mismo tiempo que la construcción de las mujeres del “tercer mundo” se realiza con
relación o en contraposición a las mujeres del “primer mundo”.

Señala entonces que bajo este universalismo etnocéntrico, dentro de un sistema


mundial dominado por el occidente, caracterizan parte de la obra escrita por feministas
occidentales sobre las mujeres del llamado “tercer mundo”. 12

Mohanty critica los principios teóricos del discurso feminista occidental con los que se
estudia a las mujeres del tercer mundo, porque sus marcos de análisis nos presentan
la imagen de una mujer promedio del tercer mundo como ignorante, pobre, tradicional,
víctima, orientada a la familia y por tanto sexualmente restringida. Esta concepción,
también se ha empleado para analizar la condición de las mujeres de otras razas, las
negras o latinas en países como Estados Unidos: las mujeres blancas con familias
matrifocales son vistas como mujeres independientes, modernas que tienen control
sobre sus cuerpos y su sexualidad, así como libertad para tomar sus propias
decisiones, sin embargo, las mujeres negras en la misma situación son victimizadas y
vistas como mujeres marginadas y abandonadas por el hombre.

Otro de los aspectos a los que Mohanty llama fuertemente la atención es que “Es en la
producción de esta “diferencia del tercer mundo” que los feminismos occidentales se
apropian colonizan la complejidad constitutiva que caracteriza la vida de las mujeres
en estos países. Es en este proceso de homogeneización y sistematización del
discurso sobre la opresión de la mujer en el tercer mundo donde se ejerce poder en
gran parte del discurso feminista reciente, y este poder requiere ser definido y
nombrado” 13

12
Mohanty señala que usa el término tercer mundo, entre comillas, toda vez que es la única terminologías
esta a disposición con un cuestionamiento constante de es designación por lo que siempre le da un uso
crítico.
13
Mohanty, pp 8
Sin embargo, la crítica que se describe, también puede referirse a los estudios
realizados en países como México en donde para el estudio de las mujeres indígenas,
rurales y campesinas, predomina el "etnocentrismo universalista" que señala Mohanty.

Ramos (2000) señaló que: “Uno de los aspectos en donde más frecuentemente se
refleja este etnocentrismo, es en la tendencia a analizar la situación de la mujer
campesina a partir de las interpretaciones que proponen las teorías estructuralistas y
marxistas, las cuales asocian la subordinación femenina a la separación de la
sociedad en esferas pública y privada por la división sexual del trabajo y en donde, el
papel de las mujeres se limita a la esfera doméstica. Para las estructuralistas, la
oposición mujer-naturaleza/hombre-cultura da sustento a esta división entre lo público
y lo privado. La asociación de la mujer con la naturaleza debido al tipo de actividades
que ésta desempeña, resulta en una desvalorización social de la mujer y sus
actividades y por tanto, en la consecuente subordinación manifestada principalmente
14
en su exclusión de los procesos de toma de decisiones de los grupos sociales.”

Por tanto, este texto de Mohanty se convierte de un alto valor para tratar de
complejizar y a su vez entender la situación de las mujeres de contextos de países en
pobreza o en desarrollo y la necesidad de construir categorías de estas
especificidades locales, más allá de la simplificación de la articulación etnia, clase
social y género.

Estas formas que Mohanty considera nuevas estrategias de colonización o al menos


de que los estudios académicos del feminismo forman parte de particulares relaciones
de poder y de lucha, presentan un marco de análisis para situar estos conocimientos
ya que como señala Mohanty: “El feminismo de occidente no puede evadir el reto de
situarse y examinar su papel en este marco económico y político global. No hacerlo
sería ignorar las complejas interconexiones entre las economías del primer y tercer
mundo y sus profundos efectos en la vida de las mujeres en todo el mundo” 15

La crítica de Mohanty se base en el análisis de tres principios básicos que ella


considera, están presentes en el discuros feminista (occidental) sobre las mujeres del
tercer mundo.
14
Ramos Maza, Teresa. Género e identidades femeninas: mujeres de los Altos de Chiapas. Publication:
Anuario del Centro de Estudios Superiores de México and Centro América Publication Date: 01-JAN-00.
Author: Ramos Maza, Teresa
15
Mohanty. Pp 9
Mohanty aclara que su crítica no parte de un argumento “culturalista sobre el
etnocentrismo”, sino que busca desenmascarar la forma en que su contraparte, el
universalismo eurocéntrico, se produce y reproduce.

Estos elementos son, a saber:

1.- La presuposición analítica de la categoría “mujeres” vis-avis el contexto de análisis,


con intereses y deseos idénticos, sin considerar la clase social, contradicciones
raciales o étnicas y la implicación d la noción de diferencia sexual o género y como
puede aplicarle la noción de patriarcado en todas las clases sociales y culturales.

En este punto Mohanty cuestiona el término “mujeres” en donde se parte de que todos
los miembros del género femenino están constituidos como un grupo homogéneo
identificado de forma previa al proceso de análisis como parte fundante del discurso
feminista occidental.

La diferencia entre la universalización de las mujeres, dada al escencialismo biológico


que el feminismo cuestiona, en la posición del “feminismo occidental”, Mohanty critica
que ese nuevo escencialismo se basa en conceptos sociológicos y antropólogos lo que
lleva a considerar a las mujeres como grupos “sin poder”, “sexualmente acosados” y
por tanto, mujeres que no pueden ser sujetos de su propia historia.

Las formas que Mohanty describe bajo este primer punto crítico de la construcción de
las mujeres del tercer mundo como grupo homogéneo y sin poder y por tanto como
víctima, citando ejemplos de la investigación: las mujeres como víctimas de la violencia
masculina, cómo víctimas del proceso colonial, del sistema familiar árabe y del
proceso de desarrollo económico y del código islámico. Con base a tales
interpelaciones, Mohanty, rescatando a Rosaldo concluye que la distinción entre el rol
o la función que las mujeres asumen en determinada sociedad, deberán enunciarse y
analizarse de forma contextual y del significado que adquieren dichas actividades a
través de interacciones sociales concretas. Esta crítica nos permite necesariamente
configurar por ejemplo diferente mirada lo que se ha adjudicado el trabajo o las
actividades de las mujeres en una sociedad determinada y por tanto una valoración
distinta del trabajo de las mujeres y de sus propias percepciones, confiriendo así
elementos identitarios distintos a las cualidades tradicionalmente consideradas como
femeninas y que pueden ser factores de poder para las mujeres en un contexto dado,
mientras que en otros revelan su opresión.
16
En este sentido De Lauretis,(2000) considera que existen varios ejes a lo largo de
los cuales las diferencias entre mujeres (y, con ellas, la opresión, la identidad y la
16
Lauretis, T., 2000 Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo. Horas y Horas, Madrid,
2000.
subjetividad) pueden ser organizadas y jerarquizadas; así se habla de género, raza,
clase y orientación sexual. Pero se volvería a cometer un error si se consideraran
estos ejes como paralelos y coexistentes, porque el hecho es que están en
intersección constante y se implican mutuamente, posibilitando que cada una de las
diferencias citadas pueda afectar a las otras en el plano subjetivo.

2.- La segunda presuposición versa sobre el aspecto metodológico y cómo hay una
carencia crítica en la “validez” de los presupuestos que sustenta la extrapolación y
universalización a otras culturas.

Mohanty cuestiona el uso de métodos llamados numéricos o aritméticos para el


análisis y extrapolación matemática de ciertos presupuestos como si a mayor número
de mujeres que realizan tales actividades, entonces se proyectan a variables como
segregación, opresión, etc. Esto puede ser referido a la vestimenta, lenguaje,
tradiciones, etc. Que desde una mirada occidental pueden ser vistas como “resabios”
de otras épocas o aún como signos de la opresión. Este es uno de los aspectos que
ha llamado la atención del movimiento de mujeres zapatistas en Chiapas, en donde
por ejemplo, las comandantas utilizan símbolos del vestuario tradicional y sin embargo,
también utilizan el paliacate o la capucha que les identifica como población rebelde,
por lo que Mohanty considera que algunos aspectos de la cultura bajo esta visión se
anulan sean real o potencialmente subversivos.

Otro elemento cuestionado es el uso de categorías como producción, reproducción,


división sexual del trabajo, etc. Que fuera de su especificidad, al querer dar cuenta de
la subordinación de las mujeres no dan contenido a dichas categorías cuando cambian
de un contexto histórico o de una realidad cultural a otra. Particularmente yo encontré
que dentro de la distribución de funciones y roles de mujeres refugiadas guatemaltecas
en Chiapas, un elemento que tradicionalmente pudiera ser asignado como femenino y
sin ningún potencial de empoderamiento fue el caso de la crianza de animales en el
17
traspatio. En dicho estudio encontré que las mujeres que poseían un traspatio
mayor diversificado en cantidad y calidad, aunque en registraran mayores horas de
trabajo, podían ser factores de empoderamiento muy importantes al controlar la
compra y venta de insumos y el mercado de los animales pues eran ámbitos
importantes de decisión y por otra parte, el traspatio con mayores niveles de

17
Laguna Morales, Marcela; Zapata M., Emma; Martínez Corona, B.; Velásquez Gómez, Margarita.
(2004) "Política de equidad de género del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en población
guatemalteca refugiada en el estado de Chiapas (1966-1999). En Series del ISEI. Colegio de
Postgraduados. Vol. 8, núm. 2 pp. 55-94
http://www.isei.colpos.mx/portal/downloads/revistas/0308022004.pdf
tecnología (tradicional o moderna) suponen un mayor nivel de producción de granos y
aunque le reporte mayor trabajo a las mujeres, también les reporta un mayor status en
la familia y en la comunidad.

3.- El modelo de poder subyacente y lucha que sugieren. Finalmente Mohanty hace
una severa crítica al tema el poder y la conformación de coaliciones estratégicas con
base a identidades políticas, resaltando el carácter eminentemente político de los
trabajos académicos feministas. Uno de los aspectos sobre los cuales reflexiona es
sobre la noción general de opresión y el carácter binario del concepto de género en
donde las mujeres siempre se perciben en oposición a los hombres y en donde se
asume implícitamente el carácter androcéntrico de todos los sistemas religiosos,
legales, económicos y familiares. Esta concepción que es en lo personal, aunque parte
desde mi punto de vista, desde una visión real del carácter universal del patriarcado,
es necesario situar la experiencia de mujeres y hombres desde las modalidades que
éste adquiera,. Sin embargo Mohanty señala que el poder no es unilateral y que puede
ser más dinámico en términos de la posibilidad de posicionamiento de las mujeres
como poseedoras de poder y de recursos.

En este sentido estamos de acuerdo en que como lo señala Batliwala (1997) “las
mujeres siempre han procurado, desde sus posiciones tradicionales como
trabajadoras, madres y esposas, no solo influenciar sus circunstancias inmediatas,
sino también ampliar sus espacios.” 18

Por tanto, la suposición exante de las mujeres como grupo oprimido y carente de
poder, en la práctica podría caer en una negación o como señala Mohanty,
expropiación de la capacidad de agencia de las mujeres por el “feminismo occidental”.
Al negar el poder desde las mujeres y la constitución de éstas en sujetos sociales,
según Mohanty, puede hacerles robar su capacidad de agencia, ya que como señala la
autora: “Aunque las suposiciones de los feminismos radical y liberal que constituyen a
las mujeres como una clase sexual puedan dilucidar (aún inadecuadamente) la
autonomía de luchas particulares de mujeres en Occidente, la aplicación de la noción
de mujeres como categoría homogénea a las mujeres en el tercer mundo coloniza y
apropia las pluralidades de la ubicación simultánea de diferentes grupos de mujeres en

18
Batliwala. Srilata. 1997. El significado del empoderamiento de las mujeres: nuevos conceptos desde la
acción. En Magdalena León, Poder y empoderamiento d las mujeres. T/M Editores, Santa Fe de Bogotá,
1997 pp 187-211
marcos de referencia de clase y étnicos y al hacerlo finalmente les roba su agencia
histórica y política”. 19

Esta visión que podría expresarse como “paternalismo” o “asistencialismo”, tiene que
vercon las políticas de coalición estratégicas que en un momento pueden realizar
mujeres de diversos contextos socioculturales y que considero que aún con todo lo
anterior, no está cerrado desde la perspectiva de Chandra Mohanty.

Al finalizar, Mohanty presenta el esquema binario en relación a esta relación que ella
ve entre el oriente y el occidente, colonizando a la otredad supuestamente minotitario y
al definir a los otros como los periféricos, en este caso, las mujeres de los países del
tercer mundo.

Siu propuesta coincide con el proyecto deconstructivista de las teorías del sujeto y
nombra al menos a pensadoras como Irigaray, Kristeva y Cixoous y de acuerdo a
Mohanty, así como estas pensadoras: “deconstruyen el antropomorfismo latente en el
discurso occidental, yo he sugerido una estrategia paralela en este ensayo para
desvelar el etnocentrismo que sostiene a la otra” y termina señalando que “Ha llegado
la hora de ir más allá del Marx que supuso posible decir: No pueden representarse a sí
mismos; deben de ser representados.

¿Que nos pudiera decir esta reflexión de Mohanty a tantos años después de que este
texto fue escrito?

En primer término, considero que la práctica y teoría del feminismo en los países de
llamado tercer mundo ha tenido ya un desarrollo propio, no son ya las mujeres
representantes de feminismo occidental quienes “estudian” o dan orientaciones
estratégicas al feminismo por ejemplo latinoamericano. Sin negar los aportes teóricos y
metodológicos, y a través de una historia propia de hacer ya más de 4 décadas, el
feminismo en los llamados países en desarrollo está aportando al feminismo desde su
especificidad cultural, social y económica. Esto se puede ver en la confluencia
temática en algunos puntos de las agendas internacionales poniendo como central
algunos temas como la pobreza, la educación y la violencia de género.

No obstante, serán las propias mujeres en los diversos contextos culturales, quienes
tendrán los roles claves en ese camino de conquista de derechos. En este camino,
serán necesario hacer alianzas y pactos de género entre mujeres. Se han señalado

19
Mohanty, pp49
varios caminos, uno de ellos, la construcción de la sororidad, que bajo la perspectiva
de feministas latinoamericanas como Marcela Lagarde, señala: “Llevamos tres siglos
construyendo la igualdad entre mujeres y hombres. Magnífico. Nos esforzamos
además para lograr para todas un puñado de derechos humanos y libertades. Esos
derechos tan preciados son un piso para nuestro despliegue y sólo son vigentes de
manera parcial para unos cuantos millones de mujeres en el mundo, por estamentos,
clases, castas, grupos, naciones. La desigualdad en el desarrollo y la prevalencia de
formas aberrantes de opresión vital de las mujeres son enormes. Constatarlo hace
ineludible priorizar también la construcción de la igualdad entre mujeres. No me refiero
a eliminar las diferencias como signos positivos de identidad cultural, sino a las que
son marca de discriminación, explotación y violencia. Entre las contemporáneas hay
quienes sobreviven en la línea del hambre y quienes tienen una historia de buena
alimentación por generaciones, quienes no saben escribir su nombre y quienes
acumulan títulos y obras, quienes nunca han tenido voz en su comunidad y quienes,
aún excepcionalmente, gobiernan pequeñas comunidades y naciones. Aún en los
países de más alto desarrollo perviven desigualdades entre mujeres y hombres, y hay
mujeres que no acceden a las condiciones que otras ejercen como derechos.

Por su parte, Mohanty propugna las coaliciones estratégicas que construyan


identidades políticas de oposición, basadas en la generalización y en unidades
provisionales, pero el análisis de estas identidades de grupo nunca puede basarse en
categorías ahistóricas, universalistas20. Si consideramos a las mujeres del Tercer
Mundo como oprimidas, hacemos que las mujeres del Primero sean los sujetos de una
historia en la que las mujeres tercermundistas tendrían el estatus de objeto. Esta no es
más que una forma de colonizar y apropiarse de la pluralidad de diferentes grupos de
mujeres situadas en diferentes clases sociales y étnicas. Así el universalismo
etnocéntrico feminista tiende a juzgar las estructuras económicas, legales, familiares y
religiosas tomando como referencia los estándares occidentales, y definiendo estas
estructuras como subdesarrolladas o “en desarrollo”, con lo que el único desarrollo
posible parece ser el del Primer Mundo, invisibilizando así todas las experiencias de
resistencia, que se consideran marginales. De este modo, nosotras somos el centro y
ellas están en los márgenes, pero no es el centro el que determina los márgenes, sino
éstos los que determinan con sus límites, el centro” 21

20
C. T. Mohanty, “Cartographies of Struggle: Third World Women and The Politics of Feminism”, en
Mohanty, C.T., Russo, A., y Torres, L., Third World Women and the Politics of Feminism, Bloomington
and Indianapolis, Indiana University Press, 1991, p. 69.
21
Ibidem, p. 73
En conclusión podemos rescatar algunos elementos propositivos en el pensamiento de
Mohanty:

a) Reconocer la confluencia de opresiones para situar la experiencia de


marginalidad política y social incluyendo la que la opresión específica que el
imperialismo y el racismo.
b) Visibilizar el significado de la memoria colectiva de las mujeres de contextos de
países tercermundistas como posibilidad de construir oposiciones activas y
reconocer sus aportes al movimiento feminista internacional.
c) Reconocer las diferencias, conflictos y contradicciones internas a las
organizaciones y comunidades de mujeres de diversos contextos culturales y
desvelar al afán aún colonizante de algunos de sus postulados.
d) Reconocer que existen interrelaciones complejas entre las diversas formas de
luchas de las mujeres desde lo étnico, racial, nacional y desde el género.

BIBLIOGRAFIA CITADA

Babha, H. 1994. The location of Culture, Londres, Rotlede, pp 171 (Cit por Femenías,
M. 2005)

Batliwala. Srilata. 1997. El significado del empoderamiento de las mujeres: nuevos


conceptos desde la acción. En Magdalena León, Poder y empoderamiento d las
mujeres. T/M Editores, Santa Fe de Bogotá, 1997 pp 187-211

Carrera Suárez, I. Feminismo y postcolonialismo: estrategias de subversión.


Universidad de Oviedo

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