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“caballo en cxs- -mgrafosfrancamen- que concluyé con un concluyent te guasones,llevaditos y -que se sepa vo 5 Rose Bush Perot y Refel Marcel Bie: “The long-distance thinker’ lonely nis’, American J. of Pycbr and Serngling 3, 1, 1024-1046, Memphis Tenn, 1962. Ver también Cale, L, Pell, L., Di Tella, L., Gambardel, Ly Colabella,L. (eds), On Belldone, Maradona ¢ Colona Anthonys Hopkins Univ. Press, Torocto (Ont), 1962. © Conocida desde entonces como “Teorema de Stanton sobre la invarian- ‘ade la mortandad filodéxea’,dicha demostracion es hoy un pequeto superado capftulo de la historia de la demografia. i pons 7 Atl coo halen ol wera dmg nl confracia le prensa que dio In afar desu boda con Bago Guillem, el 12 de se tubre de ese mismo afo. a e TA FUSION COMIENZA . CUANDO USTED LLEGA Pierre Menard (1941), Georges Lapalissade (1946) y la se- rnimemente, precursores de esta variante del quehacer cien- tifico social. Cierto es que sus precursores remotos, y por supuesto implicitos, se miden ventajosamente con los pri- ‘meros: verbigracia, un Aristételes, un Vico, dos Mill. Qcu- la variante de marras, aun a pesar de lo que podria- ‘mos lamar -si un acaso las tuviera~ sus falencias, tiene el corajudo mérito de cuerpear sin tapujos con uno de los in- terrogantes m: inguibles del pensamiento no sblo so- ciolégico, sino también, por ejemplo, filosdfico. Me conmino a ir al grano, para no incursionar en tesi- turas para las que sinceramente no estoy preparado. Dis- tinguidos pensadotes sostienen que sdlo se conoce lo que se objetiva. Asi, la ciencia de la astronomia seria posible por- los astros quedan lejos y nos resultan de ese modo més ajenos, mis apartados, mas “otros”. Ahora, asi como digo astronomia digo psicologia. La ma to, no deja de tener sus bemoles. * de acuerdo, pero es conéce... t), jewintos problemas revelan, cudntos escon- den! ister a s{ mismo ¢s, en el fondo, conocer al otro que uno es sin saberlo} Y, seamos francos, nada més enig- ‘mitico que ese prijimo a la vex tan familiar y tan extrafio ‘Como ya dije, esos interrogantes que problematizan la relacién entre distancias tedricas cambiantes y modalidades cognitivas diferenciadas han preocupado desde hace mucho alos pensadores. Incapaces de madurar, siempre en pafiales, fantes a pesar desu proverbial facundia, las ciencias socia- y humanas topéronse de entrada con el susodicho int gulis y nunca salieron de él, salvo excepciones notables y otras, menos notables quiza, pero dignas con todo de una indulgente arencién. Tal la que en esta nota nos ocupa. se acuerda de Walter Clotario Perdomo, aquel peculiarisimo socislogo uruguayo de origen miskito que, abandonado a pocos dias de nacer, fue recogido y adoptado por una pareja de politélogos tacuaremboenses (Nelson y Mercedes Perdomo), entonces de vacaciones en Central, quienes le dieron hogar, educacién y justamente de sus padres adoptivos aprendié el amor por la ciencia politica y la ciencia social. A ellas ha- bria de dedicar su accidentada vida. El puré cultural producto de lo miskito de su condicién nativa? y lo urbano-oriental-occidental de su patria de adopeién tuvo para mi mucho que ver con la indole de su curiosidad, con lat preocupaciones que serfan la materia nuttitiva de su obra y que, en sno de acento inde- finible, ya de muy joven me confiara, Me confiara ;cuindo? Cuando, novel universitario, no tuvo més remedio que cur- sar mi asignatura “El esparcimiento entre los buzos de la Armada uruguaya’, por entonces obligatoria.

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