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CORNELIUS CASTORIADIS
1) IMAGINACION Y REFLEXION
I. Freud y la Imaginación
El aporte de Freud con respecto a la cuestión de la relación de la
imaginación con el pensamiento reflexivo o reflexión es
profundamente antinómico. Aquello que llamamos imaginación se
encuentra así privado de estatuto psíquico, llevado a una actividad
derivada y secundaria. Hay aquí una enorme paradoja porque, por
otra parte, podría decirse que la totalidad de la obra de Freud no
trata sino de la imaginación.
Ciertamente, podría escribirse un libro acerca de esta antinomia
en el pensamiento de Freud y acerca de la historia de la batalla que
allí se libra entre, por un lado, esos términos que le parecen fuera de
toda duda al principio y que se van problematizando con el tiempo,
esa especie de trinidad o de trinomio: realidad, placer, lógica, el
Nota (1): Noto, una vez más que el término representación, Vorstellung, es
absolutamente cardinal en Freud; no hay página escrita por Freud donde uno no lo
encuentre, lo cual ubica en su justo lugar a los psico-heideggerianos franceses que
han pasado el último cuarto de siglo burlándose de él.
Nota (2): En su raíz, la imaginación de la capacidad de producir una imagen,
simplemente a partir de un choque y aún -es aquí donde nos separamos de Fichte,
y es lo más importante- a partir de nada: porque después de todo, el choque
concierne nuestras relaciones con "algo" ya dado "externo" cuando hay un
movimiento autónomo de la imaginación. Pero realmente es necesario no refle-
xionar para decir que esta capacidad es simplemente producción de una imagen.
Una imagen debe mantenerse armada, ella reúne elementos "deterrninados",
elementos presentables; y estos elementos se encuentran siempre tomados en una
cierta organización y en un cierto orden, de otro modo no habría imagen, habría
simplemente caos.
(1) L'Institution Imaginaire de la societé. ob. cit., págs. 138-146; Les Carre-
fours du labyrinthe, ob. cit., págs. 29-122. La frase discutida de Freud está en
Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933). En otros lugares y
frecuentemente, Freud habla de amansamiento o domesticación (Bandigung) de las
pulsiones.
(2) Es evidente que Freud sabía esto perfectamente, como lo demuestran
varias formulaciones en "Análisis terminable e interminable" .