Carta a Pap Noel

Querido Papa Noel: te escribo, ante todo, para darte gracias.

Gracias por invadir la Navidad de mi pas con asquerosos renos, ridculos payasos ve
stidos de traje rojo con peluche blanco y botas negras, copos de nieve estrafala
rios y vitrinas plagadas de almibarada felicidad encapsulada en rojo/blanco/verd
e.
Gracias, estpido rechonchete, por quitarnos poco a poco costumbres que realmente
son nuestras, que vienen de muchos aos atrs, como armar pesebres, tomar ajiaco y c
omer tamal en Nochebuena, jugar aguinaldos, decorar las calles con banderines de
miles de colores, pintar los andenes con figuras alegres, preparar natilla y buu
elos, ir a la misa de gallo, comer galletas dulces con vino desde la noche de la
s velitas hasta el 24 gracias por el bombardeo de empalagosas pelculas a tu nombre
, que lo nico que hacen es vendernos el asqueroso estereotipo gringo del cual muc
hos estamos hastiados. Gracias por todos aquellos que dejaron de creer en el Nio
Dios, pues t te encargaste de usurpar su lugar, usando de manera fra y calculadora
herramientas como el merchandising y la publicidad para conseguirlo.
Gracias por convertir esta poca en un pretexto para el consumismo desmesurado, pu
es t, grandsimo y arrogante megalmano, no puedes darte el lujo de regalar cosas peq
ueas y significativas, no seor: tienes que llevar en tu bolsa todo lo que negocias
te con las grandes multinacionales, lo cual es lgico teniendo en cuenta que eres
la invencin de una de ellas. Gracias por acabar con el encanto que produca recibir
un juguete hecho a mano el 24 de diciembre a las 12 de la noche, trado por el Nio
Dios. Gracias por todo el ambiente de superficialidad que le has brindado a una
poca que muchos anhelamos prcticamente desde que comienza el nuevo ao, precisament
e porque es una de las pocas, por no decir la nica, en la cual todos dejamos de s
er superficiales por unos cuantos das.
Te escribo entonces, pequeo gran farsante, para pedirte por ltimo que por favor te
largues de una buena vez por todas para tu madriguera en el Polo Norte, o Sur,
donde la tengas, y dejes de lavarle el cerebro a las nuevas generaciones con tu
prefabricada apariencia, producto de la morbosa mente colectiva de la multinacio
nal que te invent.
Anhelando un delicioso pedazo de natilla con uvas pasas y salsa de mora, acompaad
a de un tostado y caliente buuelo, despus de rezar una novena casera, me suscribo.
John.
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