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Por Juan Duarte y Benjamin Correa

Sumido en nocturnas meditaciones, caminaba por la oscura y fra calle, una ventisca invernal
sacudi mi larga y descuidada cabellera cana. Mis pasos interrumpan precipitadamente la
tranquilidad nocturna. La visin de la calle, silenciosa pero no confiable, me haca divisar algo de lo
que sucedera.
Extraos sonidos me invadan, como si una sigilosa criatura me persiguiera en la penumbra de la
noche, extraas sombras cruzaban de un lado a otro por la inhspita calle. Apresur el paso,
decidido a escapar de las negras figuras que se escabullan tras mi rastro.
Mi caminata se haca cada vez ms rpida, pero en un momento ces para voltear a ver.
Instantneamente una forma se materializ frente a m, era una criatura de un grave tono gris, la
inmensa bestia dejaba ver sus caninos superiores mientras grua amenazadoramente, su nariz se
dilataba trayendo mas oxgeno a s mismo, como preparndose a atacar, mientras sus rojizos ojos
me avisaban su iracundo estado, como si ah se encontrasen las ms poderosas llamas del infierno.
Empec a temblar mientras simulaba agacharme, pero, como si hubiese visto un espectro
mortfero, la bestia se calm, retrocedi y solo se conform con seguirme, como si me guiara con
sus ojos an rabiosos hacia mi fatal desenlace.
Mientras caminaba esclavizado por el engendro aqul, bajo la brillante luna, not que era un
esplndido perro siberiano, su imagen demostraba un estado salvaje puro. La inmisericorde bestia
dirigi mi camino a la vieja estacin de ferrocarriles, donde me vi aprisionado, mis nervios con
suerte me dejaban caminar, me arrinconaron a tal punto que solo poda avanzar de espaldas,
cuidando que no me fuesen a traicionar.
Mi cuerpo me traiciona y caigo, en un momentneo cambio termin como un animal lacerado que
arrastra toda su existencia por el desnivelado piso, llego a cruzar las vas para detenerme en estas.
Contemplando a aquella amenazante criatura que me atrapa en el ltimo titubeo de mi cuerpo, el
cual tiembla de horror. Me inmoviliza para lograr escuchar ese molesto ruido del tren, que,
imparable, se acerca para darnos el fin a nosotros, eternos combatientes.

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