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Capitulo I

Se habla de que antes no había nada en la tierra, solo existía el Creador, el formador,
tepeu, gucumatz, los progenitores. Gucumatz y Tepeu decidieron crear al hombre, asi,
primero hicieron los árboles y bejucos.
Corazon del cielo (cuculha huracán, raxa cuculha y chipi cuculha) y los progenitores
Hicieron que el aguase retirara y que surgiera la tierra y se afirmara.
¡Tierra!, dijeron, e instantáneamente fue hecha. Surgieron las montañas, brotaron los
árboles, se dividieron las corrientes de agua.Así fue la creación de la Tierra, que fue
formada por el Corazón del Cielo.

Capitulo II
Los Progenitores hablaron y acordaron crear a los animales. Así lo hicieron, y al mismo
tiempo les asignaron su lugar para vivir a cada especie.
A los animales les fue ordenado que hicieran lo que debían hacer. Que emitieran el sonido
respectivo de cada especie. Después les ordenaron que invocaran y adoraran a los
Progenitores, pero esto no fue posible pues solo chillaban, cacareaban y graznaban. Todos
gritaban de manera diferente.
Cuando vieron que no era posible que hablaran, se dieron cuenta que no estaban bien,
entonces les dijeron a los animales que se fueran a los barrancos y bosques por no
poderlos adorar. Y acordaron hacer otros seres obedientes que sí pudieran hacerlo.
Decidieron entonces probar otra vez. Crear seres que los invocaran para ser recordados
sobre la tierra. Entonces de lodo hicieron la carne del hombre, se deshacía, estaba blando,
sin movimiento, sin fuerza; no movía la cabeza. Entonces deschicieron su obra.
Consultaron nuevamente ahora con los abuelos Ixpiyacoc e Ixmucané y acordaron hacer
muñecos de madera.
Así lo hicieron, podían hablar y poblaron la tierra. Pero no tenían alma y no se acordaron
del Creador, del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia.
Estos fueron los primeros hombres que existieron en gran número sobre la tierra.

Capitulo III
( La ruina de los hombres de palo).
Los hombres de palo fueron destruidos, recibieron la muerte con una inundación que
envió Corazón del Cielo.
Xecotcovach les vació los ojos, camalotz les corto la cabeza y cotzbalam les devoró sus
carnes. Tucumbalam magullo sus huesos, todo como castigo por olvidarse de Corazón del
Cielo.
Entonces, los animales pequeños y grandes, palos y piedras los golpeaban y les
reclamaban por maltratarlos. Sus comales y ollas les reclamaban por quemarlos, y entre
todos destrozaron sus caras.
Desesperados, los muñecos de palo querían subirse sobre las casas, pero éstas se caían y
los tiraban al suelo. Querían subirse a los árboles, pero éstos los lanzaban lejos. Querían
entrar en las cuevas pero éstas se cerraban.
Dicen que la descendencia de estos muñecos de palo son los monos de los bosques. Por
eso el mono se parece al hombre.
CAPÍTULO IV
(Vucub-Caquix se engrandecía).

Había entonces muy poca claridad sobre la tierra. Aún no existía el sol. Pero había un ser
muy vanidoso, se llamaba Vucub-Caquix.

Él decía: “yo seré grande sobre todos los seres creados. Soy el sol, soy la claridad, la luna”
“mis ojos son de plata, resplandecientes como piedras preciosas, como esmeraldas, mis
dientes brillan como piedras finas, semejantes a la faz del cielo, mi nariz brilla de lejos
como la luna” pero en realidad no era cierto, y, como el sol y la luna aún no habían
manifestado su claridad, por eso Vucub-Caquix se engrandecía y quería dominar.

CAPÍTULO V
(Inicio de la derrota de Vucub- Caquix).

La derrota y ruina de Vucub-Caquix fue causada por dos muchachos que eran dioses, se
llamaban Hunahpú e Ixbalanqué. Ellos pensaron que no estaba bien que Vucub-Caquix
fuera tan malo y soberbio. Sus hijos de vacub Caquix se llamaban zipacná y cabracán y su
mujer chimalmat

CAPÍTULO VI
(Muerte de Vucub-Caquix).

Vucub-Caquix cada día iba a un gran árbol de nance, esta fruta era su comida. Así que
Hunahpú e Ixbalanqué lo esperaron al pie del árbol, escondidos entre las hojas.
Cuando Vucub-Caquix subió a lo alto del árbol, Hunahpú disparó un tiro con su cerbatana
hiriéndole en la quijada, y dando gritos Vucub-Caquix se fue hacia abajo, directo al suelo.
Entonces, cuando Hunahpú intentó apoderarse de Vucub-Caquix, éste le arrancó el brazo
y se lo llevó a su casa. Él esperaba que los dos muchachos fueran a buscar el brazo.
Hunahpú e Ixbalanqué fueron a hablar con una anciana y un anciano, humildes, y les
pidieron que les acompañaran a traer el brazo a casa de Vucub-Caquix fingiendo ser sus
abuelos. Se fueron y encontraron a Vucub-Caquix con un inmenso dolor de muelas a causa
del disparo con cerbatana. Los ancianos fingieron ser curanderos y Vucub-Caquix aceptó
que le sacaran todos los dientes, y en vez de éstos le pusieron granos de maíz blancos y no
dientes de hueso molido como le habían dicho que le pondrían.
Por último fingieron curarle los ojos reventándole las niñas de los ojos. Así le quitaron sus
riquezas que tanto le enorgullecían. Luego recuperaron el brazo y lo colocaron
nuevamente en su lugar.
Así perdió Vucub-Caquix sus riquezas y murió, también su mujer Chimalmat.
Hunahpú e Ixbalanqué se marcharon cumpliendo antes la orden del Corazón del Cielo.
de maíz blancos y no dientes de hueso molido como le habían dicho que le pondrían.
Hunahpú e Ixbalanqué se marcharon cumpliendo antes la orden del Corazón del Cielo.
CAPÍTULO VII
(Zipacná da muerte a los cuatrocientos muchachos).

Zipacná, el primer hijo de Vucub-Caquix, decía ser el creador de las montañas.


Se estaba bañando en un río cuando pasaron cuatrocientos muchachos que arrastraban
un gran árbol para sostén de su casa, pero no lo podían levantar y llevarlo en hombros, así
que Zipacná se ofreció a llevarlo. Él solo, se lo llevó al hombro hasta la casa, entonces los
muchachos le pidieron que se quedara con ellos para que les ayudara, pero en realidad
querían matarlo.

Planearon hacerlo cavar un profundo hoyo para después dejarle caer un gran palo.
Zipacná sospechó sus intenciones, así que cuando cavó el profundo hoyo, también cavó
otro a un lado para protegerse. Le lanzaron el palo y él por tres días fingió estar muerto.
Los cuatrocientos muchachos así lo creyeron, pues las hormigas llevaban pedazos de uñas
y cabellos que él mismos se cortó. Los muchachos se emborracharon, entonces Zipacná
dejó caer la casa sobre sus cabezas.

Así fue la muerte de los cuatrocientos muchachos y se cuenta que entraron en un grupo
de estrellas llamado Motz.

CAPÍTULO VIII
(Derrota e Zipacná).
Hunahpú e Ixbalanqué estaban llenos de rencor porque Zipacná había matado a los
cuatrocientos muchachos. Entonces, ya que Zipacná se alimentaba solo de pescado y
cangrejos a la orilla de los ríos, Hunahpú e Ixbalanqué decidieron tenderle una trampa:
Hicieron una figura a imitación de un cangrejo muy grande, le hicieron las patas y le
pusieron una concha de piedra que le cubrió la espalda al cangrejo.
Luego lo pusieron al pie de un gran cerro, para vencer a Zipacná. Después se ganaron su
confianza y como Zipacná tenía mucha hambre y andaba buscando comida, le contaron
del cangrejo tan grande, pero le dijeron también que a ellos los había mordido y que no
querían ir tras él. Así que Zipacná les pidió que lo llevaran hasta allá. Así lo hicieron.
Llegaron al fondo del barranco, y allí tendido sobre el costado estaba el cangrejo
mostrando su concha colorada. Zipacná se estaba muriendo de hambre, se metió en una
especie de túnel bajo el cerro y cuando ya casi había acabado de entrar y solo mostraba la
punta de los pies, el gran cerro Meauán se derrumbó y le cayó sobre el pecho.

Nunca más lo volvieron a ver. Así fue vencido por Hunahpú e Ixbalanqué.
CAPÍTULO IX
(Derrota de Cabracán).

Cabracán era el segundo hijo de Vucub-Caquix y también, al igual que Zipacná y su padre,
era muy soberbio.
-¡Yo derribo las montañas!, decía.
Huracán envió a Hunahpú e Ixbalanqué a vencer a Cabracán porque éste se vanagloriaba
de su grandeza y su poder.
Encontraron a Cabracán sacudiendo las montañas y los dos jóvenes empezaron a
conversar con él. Le dijeron que habían visto una gran montaña que dominaba sobre
todos los cerros. Entonces Cabracán les pidió que le enseñaran el lugar para ir y derribarla.
Iban alegres y cazando pájaros con sus cerbatanas. Hicieron un fuego para asar a los
pájaros, pero a uno de ellos le untaron tizate (yeso blanco), y al asarlo olía delicioso.
Cabracán les pidió un pedacito y le dieron el ave con tizate. Se la comió toda y
continuaron su camino. Cuando llegaron a la gran montaña, Cabracán ya no tenía fuerzas,
enseguida lo amarraron y lo enterraron.
Así fue vencido Cabracán, también por Hunahpú e Ixbalanqué.

SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO I
( Origen de Hun- Hunahpú y Vucub-Hunahpú ).

Hun-Hunahpú, así llamado. Sus padres eran Ixpicoyac e Ixmucané. De ellos nacieron Hun-
Hunahpú y Vucub-Hunahpú.
Hun-Hunahpú tuvo dos hijos: Hunbatz y Hunchouén. La madre de ellos, la mujer de Hun-
Hunahpú se llamaba Ixbaquiyalo. Vucub-Hunahpú era soltero.
Los hijos de Hun-Hunahpú eran sabios, adivinos y de buenas costumbres. Todas las artes
les fueron enseñadas.
Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú solo jugaban a los dados y a la pelota, allí venía a verlos
el Voc (el mensajero de Huracán).
Estaban todavía en la tierra cuando murió la mujer de Hun-Hunahpú.
Un día, los señores de Xibalbá Hun-Camé y Vucub-Camé oyeron a Hun-Hunahpú y Vucub-
Hunahpú y los mandaron a llamar para vencerlos en el juego de la pelota
Xiquiripat y Cuchumaquic, los que causan los derrames de sangre de los hombres
Ahalpuh y Ahalganá, su oficio era hinchar a los hombres, hacerle brotar pus de las piernas
y teñirles de amarillo la cara(Chuganal)
Chamiabac y Chamiaholom, enflaquecer a los hombres
Ahalmez y Ahaltacob, hacer que los hombres les sucediera alguna desgracia
Xic y Patán, causar la muerta a los hombres en los caminos.
Luego entraron todos en consejo y decidieron la manera de atormentar a Hun-Hunahpú y
su hermano porque querían sus instrumentos de juego y sus cueros, sus anillos y guantes,
la corona y la máscara que eran sus adornos.
CAPÍTULO II
(Muerte de Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú).

Los cuatro búhos mensajeros de Xibalbá llevaron el mensaje a Hun-Hunahpú y Vucub-


Hunahpú, que los señores de Xibalbá los mandaban a llamar para el juego de la pelota. Eso
le dijeron a los jóvenes, ellos aceptaron, pero antes fueron a despedirse de madre, pues su
padre ya había muerto. Se despidieron también de los hijos de Hun-Hunahpú, Hunbatz y
Hunchouén.
Enseguida se fueron con los mensajeros de Xibalbá. Llegaron a la sala del consejo de los
Señores de Xibalbá, pero éstos solo se burlaban de ellos y se reían. Les pidieron que
prepararan sus instrumentos para jugar.
Los mandaron a descansar a una casa oscura y les dieron una raja de ocote y cigarros y les
pidieron que al día siguiente los devolvieran enteros, pero el ocote y los cigarros se
consumieron.
Los castigos de Xilbabá eran numerosos:
La casa oscura, Quequme-ha, solo había tinieblas
La casa de donde tiritaban, Xuxulim-ha, dentro de la cual hacia mucho frio.
La casa de los tigres, Balami-ha
La casa de los murciélagos, Zotzi-ha
La casa de las navajas, Chayin-ha
Al día siguiente, cuando les dijeron que el ocote y los cigarros se habían consumido, los de
Xibalbá los sacrificaron y enterraron, pero a Hun-Hunahpú le cortaron la cabeza y la
colocaron en un árbol que nunca antes había dado fruto, y al instante se llenó de frutos y
la cabeza ya no se distinguía y nunca volvió a aparecer.
Los señores de Xibalbá prohibieron coger las frutas de ese árbol.

CAPÍTULO III
( Hunahpú e Ixbalanqué son concebidos).

Había una doncella cuyo nombre era Ixquic. Cuando ella escuchó la historia de los frutos
del árbol que fue contada por su propio padre Cuchumaquic, quedó admirada. Decidió
entonces ir al árbol, y así lo hizo.
Cuando llegó, la calavera de Hun-Hunahpú le habló y le preguntó qué quería, ella le
respondió que deseaba el fruto del árbol, entonces la calavera le pidió que extendiera su
mano derecha y le lanzó saliva en la mano que al instante desapareció. Así Hun-Hunahpú
le dio su descendencia a la doncella.
La doncella volvió a su casa con dos hijos en su vientre: Hunahpú e Ixbalanqué . Pero al
darse cuenta su padre Cuchumaquic que su hija estaba embarazada fue a reunirse con los
jefes de Xibalbá Hun-Camé y Vucub-Camé, y decidieron sacrificar a la doncella por estar
embarazada y no saber quién era el padre. Entonces mandaron a la doncella con los
cuatro búhos mensajeros de Xibalbá y ordenaron que al regresar trajeran el corazón de la
doncella en una jícara. Pero la doncella les dijo la verdad a los mensajeros y los convenció
de que entregaran un falso corazón formado por la savia roja de un árbol. Ella se fue y los
búhos llevaron el falso corazón a Xibalbá, en donde fue quemado. Así fueron engañados.
los búhos regresaron con la doncella y se volvieron sus sirvientes.

CAPÍTULO IV
(Ixquic conoce a Ixmucané, la abuela).

Llegó Ixquic y encontró a Hunbatz y Hunchouén con Ixmucané, la abuela. Ixquic le contó a
Ixmucané que en su vientre tenía la descendencia de Hun-Hunahpú, pero la abuela no le
creyó. Aún así, la muchacha insistió.

Entonces, la abuela la mandó a cortar el maíz, y le dijo que trajera una red llena.

La muchacha se fue a buscar la milpa, pero solo había una mata, angustiada invocó al
Chahal, el guardián de la comida para que la ayudara, luego cogió los pelos rojos de la
mazorca, los puso en la red y ésta se llenó completamente.

Cuando volvió con Ixmucané, al ver esto sí le creyó que decía la verdad sobre su
embarazo.

CAPÍTULO V
(Nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué).

La joven Ixquic dió a luz en el monte. Allí nacieron Hunahpú e Ixbalanqué.


Ixmucané no los vió al nacer. Pero ni Ixmucané ni los hermanos Hunbatz y Hunchouén los
querían, pues sus corazones estaban llenos de mala voluntad para Hunahpú e
Ixbalanqué. No les daban de comer, nada más les daban lo que sobraba, pero éstos ni se
encolerizaban ni reclamaban.
Hunbatz y Hunchouén se ensoberbercieron y maltrataron a sus hermanos. Por eso,
Hunahpú e Ixbalanqué acordaron cambiarles su naturaleza, su apariencia. Los llevaron al
bosque y los hicieron subir a un gran árbol del cual ya no pudieron bajar. Les salieron
colas y se convirtieron en monos.
Hunahpú e Ixbalanqué regresaron con la abuela y le contaron lo sucedido. Con la flauta
tocaron una canción para que Hunbatz y Hunchouén regresaran. Sólo tenían cuatro
oportunidades. Advirtieron a la abuela de que no se riera para que los monos no se fueran
otra vez al bosque. La primera vez la abuela se puso a reír al verles las caras y los monos
se fueron. Intentaron dos veces más, pero la abuela no podía aguantarse la risa. La
cuarta vez, que era la última oportunidad, volvieron a tocar la flauta, pero Hunbatz y
Hunchouén ya no volvieron. Se volvieron animales.

CAPÍTULO VI
(Hunahpú e Ixbalanqué encuentran la pelota).

Hunahpú e Ixbalanqué comenzaron a trabajar para que la abuela los conociera y los
quisiera.
Fueron al campo a sembrar milpa y la abuela les llevaba la comida. Ellos realmente no
hacían ningún trabajo, pues sus instrumentos trabajaban solos.
Un día, un ratón les contó que la abuela escondía los instrumentos que se utilizaban en el
juego de la pelota. Llevaron al ratón a la casa para que les mostrara el lugar donde se
encontraban.
Para distraer a la abuela y a la madre las enviaron al río a traer agua.
Encontraron la pelota, el anillo, los guantes y los cueros. Se apoderaron de ellos y
corrieron a esconderlos.
Así fue el hallazgo de la pelota.

CAPÍTULO VII
(Hunahpú e Ixbalanqué son llamados para ir a Xibalbá).

Hunahpú e Ixbalanqué muy contentos se fueron a jugar al patio del juego de pelota, lo
limpiaron y jugaron mucho tiempo.
Los señores de Xibalbá los oyeron y ordenaron que los mandaran a llamar al instante
para que llegaran a Xibalbá dentro de siete días para jugar al juego de la pelota.
El mensaje le fue dado a Ixmucané, la abuela de Hunahpú e Ixbalanqué. Ella mandó a un
piojo que le cayó en la falda para que les llevara el mensaje a sus nietos. El piojo se fue y
en el camino encontró a un sapo(Tamazul) que se ofreció a llevarlo en su vientre para que
llegara más rápido y se lo tragó. El sapo encontró a una culebra(Zaquicaz) que se lo tragó
también. La culebra fue encontrada por un gavilán(Vac) que también se la tragó. El
gavilán llegó al juego de pelota, vomitó a la culebra, la culebra vomitó al sapo, y el sapo
intentaba vomitar al piojo pero no salía. Luego se dieron cuenta que estaba pegado a los
dientes del sapo. El piojo dio el mandado de los Señores de Xibalbá.
Los muchachos fueron con la abuela y con su madre para despedirse. Sembraron dos
cañas en medio de la casa, indicándoles que si las cañas se secaban era señal de que
habían muerto, pero que si retoñaban, era señal de que estaban vivos.

CAPÍTULO VIII
(Hunahpú e Ixbalanqué llegan a Xibalbá).

Se fueron a Xibalbá Hunahpú e Ixbalanqué llevando sus cerbatanas. Ya conocían bien el


camino. Mandaron a Xan, el mosquito, a picar a todos los Señores de Xibalbá para que
dijeran sus nombres, y así ellos los supieran. El mosquito se fue y al llegar los picó a
todos, uno por uno, y al hacerlo cada uno decía su nombre. Fue así como Hunahpú e
Ixbalanqué conocieron sus nombres antes de llegar a Xibalbá.
Cuando llegaron los saludaron a todos por sus nombres.
Los Señores de Xibalbá los quisieron sentar en un banco ardiente, pero ellos se dieron
cuenta antes y no se dejaron engañar.
Entonces los enviaron a la casa oscura, pero allí tampoco fueron vencidos.

CAPÍTULO IX
(Hun-Camé y Vucub-Camé son vencidos).

La primera prueba de Xibalbá era la casa oscura. Allí les llevaron unas rajas de pino
encendida y cigarros a cada uno. Y les indicaron que al día siguiente debían entregarlos
enteros. Ellos aceptaron, pero no los encendieron, en su lugar pusieron plumas rojas de la
guacamaya, así parecía que continuaban encendidos. A los cigarros les pusieron
luciérnagas en la punta.
Al día siguiente mostraron todo entero. Los Señores de Xibalbá estaban muy extrañados y
enojados, pues no pudieron vencerlos.
Luego decidieron ir a jugar pelota. Tampoco allí los vencieron. Fueron vencidos los
Señores de Xibalbá en el juego de la pelota.
Ya cansados por no poder vencerlos, les pidieron que la mañana siguiente trajeran cuatro
jícaras con flores: chipilín blanco, colorado y amarillo y un ramo de carinimac. Pero los
Señores de Xibalbá ordenaron a los guardianes de las flores que no les permitieran
cortarlas.
Hunahpú e Ixbalanqué enviaron a las hormigas que sigilosamente las cortaron y trajeron
todas.
Palidecieron los de Xibalbá al ver las flores.
Así fueron vencidos Hun-Camé y Vucub-Camé.

CAPÍTULO X
(Hunahpú e Ixbalanqué engañan a los Señores de Xibalbá).

Después Hunahpú e Ixbalanqué fueron a la casa del frío. Hacía demasiado frío, pero con
troncos viejos ellos hicieron que el frío desapareciera. Así no murieron esa noche. Los
Señores de Xibalbá no podían creerlo.
Enseguida entraron a la casa de los tigres, estaba llena de tigres. Hunahpú e Ixbalanqué
les arrojaron huesos de animales y les ordenaron que no los mordieran a ellos.
Así fue que no murieron.
Entonces los pusieron en medio del fuego en una casa de fuego, donde solo fuego había
pero no se quemaron.
Entonces los pusieron en la casa de los murciélagos. Había allí adentro muchos
instrumentos filosos y puntiagudos, por eso ellos durmieron dentro de sus cerbatanas.
Pero Hunahpú sacó la cabeza de la cerbatana para ver si ya había amanecido y entonces
Camazotz le cortó la cabeza. Enseguida, los de Xibalbá colgaron la cabeza sobre el juego
de pelota, así lo quiso Hun-Camé y Vucub-Camé.
Los Señores de Xibalbá estuvieron muy contentos.

CAPÍTULO XI
(Hunahpú recupera su cabeza).

Ixbalanqué llamó a los animales del bosque. La tortuga se puso en el extremo de la cabeza
de Hunahpú e inmediatamente tomó la forma de Hunahpú. Huracán vino a ayudar. Y así al
amanecer estuvo listo.

Fueron al juego de la pelota con los Señores de Xibalbá. Ixbalanqué se apoderó de la


verdadera cabeza de su hermano que colgaba sobre el juego de la pelota y puso en su
lugar a la tortuga. Ahora sí en verdad era Hunahpú.

Así fueron vencidos los Señores de Xibalbá por Hunahpú e Ixbalanqué.


CAPÍTULO XII
(Hunapú e Ixbalanqué mueren en la hoguera).

Hunahpú e Ixbalanqué tenían el presentimiento de que los Señores de Xibalbá iban a usar
la hoguera para darles muerte. Así que se adelantaron a hablar con dos adivinos para
decirles lo que les debían decir a los Señores de Xibalbá cundo éstos vinieran a
consultarles sobre la muerte de ellos.

Entonces le pidieron a los adivinos que les dijeran a los Señores de Xibalbá que molieran
los huesos de Hunahpú e Ixbalanqué y que lanzaran el polvo de los huesos al río.

Después, en Xibalbá hicieron una gran hoguera, fueron a buscar a los muchachos, ellos
aceptaron su muerte y se pusieron juntos en la hoguera.

Así murieron Hunahpú e Ixbalanqué y en Xibalbá todos se llenaron de alegría.

Luego fueron con los adivinos y éstos les dijeron lo que habían acordado con los
muchachos. Entonces molieron los huesos y los lanzaron al río. Los huesos molidos se
asentaron en el fondo del agua y se convirtieron nuevamente en
los dos muchachos. Tenían sus mismas caras.

CAPÍTULO XIII
(Muerte del Rey de Xibalbá)

Al quinto día volvieron a aparecer Hunahpú e Ixbalanqué y fueron vistos en el agua por la
gente.

Se hicieron famosos en Xibalbá por sus bailes y por las cosas admirables que hacían.
Los Señores de Xibalbá los mandaron a llamar pero Hunahpú e Ixbalanqué no quisieron
ir, pero los mensajeros de Xibalbá los obligaron. Llegaron ante los señores, se veían muy
cansados y parecían vagabundos.
Hun-Camé y Vucub-Camé les pidieron que bailaran y cantaran y así lo hicieron. Les
pidieron luego que mataran y resucitaran a un hombre y así lo hicieron. Luego les pidieron
sacrificarse a ellos mismos, entonces Ixbalanqué despedazó a Hunahpú y luego lo
resucitó.
Entonces los Señores de Xibalbá les pidieron sacrificarlos a ellos uno por uno para
después resucitarlos. Así que sacrificaron primero a Hun-Camé, rey de Xibalbá y a Vucub-
Camé, pero no los resucitaron.
Los demás de Xibalbá al ver esto se fugaron, huyeron a un gran barranco; pero las
hormigas los encontraron y los obligaron a salir.
Regresaron y se entregaron humillados.
Así fueron vencidos los Jefes de Xibalbá.

CAPÍTULO XIV
(Hunahpú e Ixbalanqué se convierten en el sol y la luna).

Cuando se entregaron todos los de Xibalbá al morir sus jefes, Hunahpú e Ixbalanqué les
revelaron sus nombres. Les dijeron que habían llegado a vengar la muerte de sus padres
causada por ellos. Todos les pidieron misericordia.
Hunahpú e Ixbalanqué los condenaron a vivir humildemente, les quitaron su poder.
Ésta fue la decadencia de su imperio.
Mientras tanto, la abuela lloraba frente a las cañas, las cuales retoñaron, se secaron
cuando los quemaron en la hoguera, luego retoñaron otra vez. Las cañas fueron adoradas
por la abuela.
Hunahpú e Ixbalanqué honraron e invocaron el nombre de sus padres antes de dejar
Xibalbá.
Luego subieron al cielo, uno se convirtió en el sol y el otro en la luna.
Después subieron al cielo también los cuatrocientos muchachos a quienes mató Zipacná
y se convirtieron en estrellas.

TERCERA PARTE
CAPÍTULO I
(El principio de cuando se dispuso hacer al hombre).

Dijeron los Progenitores que se llaman Tepeu y Gucumatz que había llegado el tiempo de
que aparezca el hombre, la humanidad sobre la superficie de la tierra.
Celebraron consejo en la oscuridad y descubrieron de qué harían la carne del hombre.
Cuatro animales: el gato de monte, el coyote, la cotorra y el cuervo les dieron la noticia de
las mazorcas blancas y amarillas. De esto se hizo la sangre del hombre, obra de los
Progenitores.
Los Progenitores se alegraron pues habían encontrado una hermosa tierra llena de
abundantes y sabrosos alimentos.
Ixmucané molió las mazorcas blancas y amarillas y preparó nueve bebidas que le dieron
la fuerza y la gordura, los músculos y el vigor del hombre.
De maíz amarillo y blanco se hizo su carne, de masa de maíz se hicieron los brazos y
piernas del hombre.

CAPÍTULO II
(Son creados los primeros hombres).

Los primeros hombres que fueron creados fueron: Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah
y el último Iqui-Balam.
Ellos solo fueron hechos, no tuvieron padres. Eran hombres buenos y hermosos y su
figura era de varón. Eran inteligentes, eran sabios y admirables.
Al ver todas sus cualidades, los cuatro hombres agradecieron al Creador y al Formador
por haberlos creado y por todas las cualidades que les habían dado. Pero el Creador y el
Formador no estuvieron contentos pues vieron que sus nuevas criaturas ya lo conocían
todo, y eran muy sabios. Así que se reunieron nuevamente pues no querían que fueran
como dioses.
Entonces les echaron un vaho sobre los ojos, que se empañaron , así ya no podían ver
tan lejos, solo lo que estaba cerca. Así fue destruida su sabiduría.
Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros padres por el Corazón del
Cielo.
CAPÍTULO III
(Creación de las esposas de los primeros hombres ).

Dios hizo cuidadosamente a las cuatro mujeres que serían las esposas de los primeros
hombres: Cahá-Paluna, Chomihá, Tzununihá y Caquixahá. Estas cuatro parejas fueron
los progenitores de la gente del Quiché.
Se multiplicaron en la oscuridad, pues no había nacido ni el sol ni la luz. Vivían todos
juntos en el Oriente.
Sin embargo, no sustentaban ni mantenían a su dios, solo alzaban las caras al cielo y no
sabían qué habían venido a hacer tan lejos.
Invocaban a Corazón del Cielo, pidiéndole descendencia, paz, felicidad. Pedían a los
Progenitores, al Creador y al Formador que amaneciera y que llegara la aurora.

CAPÍTULO IV
(Los cuatro primeros hombres fueron a buscar a sus dioses: Tohil, Avilix, Hacavitz y
Nicahtacah).

Los cuatro primeros hombres acordaron ir a buscar sus símbolos o ídolos. A sus oídos
había llegado la noticia de una ciudad y se dirigieron hacia allá.
Así llegaron todos a Tulán, eran incontables hombres los que fueron.
Se alegraron porque hallaron lo que buscaban. Así salieron sus dioses: Tohil salió
primero, después sacaron al dios Avilix, luego al dios Hacavitz y por último al dios
Nicahtacah. Grande era la naturaleza de estos dioses.
Llegaron todos los pueblos, los de Rabinal, los Cakchiqueles, los de Tziquinahá y los
Yaquis. Allí nacieron las diferentes lenguas.

CAPÍTULO V
(Las tribus reciben el fuego de Tohil).

Las tribus del dios Tohil tenían fuego porque su dios fue el primero en crearlo.
Las tribus se alegraron a causa del fuego pues tenían mucho frío, pero enseguida
comenzó a caer un gran aguacero que apagó el fuego, pero Tohil instantáneamente volvió
a encenderlo.
El fuego de los demás pueblos se había apagado, así que Balam- Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam llegaron a pedir fuego porque ya no soportaban el frío. No fueron
bien recibidos y sus corazones se llenaron de tristeza.
No perecieron las tribus aunque no aguantaban el frío, había granizo, lluvia y neblina.
Suplicaron que les dieran el fuego para calentarse, entonces Balam- Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam fueron a preguntar a Tohil qué quería que las tribus le dieran
para a cambio darles el fuego. Tohil respondió que quería que llegaran las tribus a unir
sus pechos y sus sobacos.
Así lo aceptaron las tribus y lo hicieron, enseguida recibieron el fuego y se calentaron.

CAPÍTULO VI
( La tribu llora la salida de Tulán).
Una tribu robó el fuego, los de la casa de Zotzil. Fueron los cakchiqueles, porque no
quisieron entregarse como vencidos como las demás tribus cuando ofrecieron su pecho y
su sobaco y así les arrancaron el corazón del pecho.
La tribu de Tulán tenía gran sabiduría, pero tuvieron que abandonar Oriente, lloraron en
sus cantos por la salida de Tulán .
Cada una de las tribus se levantaba continuamente para ver la estrella precursora del sol.
CAPÍTULO VII
(El pueblo quiché y las tribus atraviesan el mar).

Todo el pueblo quiché y las tribus se reunieron en la cumbre de una montaña para
celebrar consejo.
Se ensalzaron a sí mismos, eran tres pueblos, los del Quiché, los de Tamub y los de
Ilocab.
Se reunieron a esperar que amaneciera y a esperar la salida de la estrella que sale
primero. Estaban afligidos, con grandes sufrimientos pues no tenían comida.
No se sabe cómo pero pasaron por el mar cuando se dividieron las aguas.
Allí estaban las cuatro parejas progenitoras de la raza quiché con Tohil, Avilitz y Hacavitz.
Grande era su tristeza.

CAPÍTULO VIII
(Avilix, Tohil y Hacavitz encuentran su refugio).

Tohil, Avilitz y Hacavitz le pidieron a Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam


que se fueran a buscarles a ellos un lugar seguro pues temían que los enemigos los
aprisionaran.
Entonces cada uno se echó a cuestas a su dios. A Avilix lo llevaron a un barranco y allí lo
dejaron.
A Hacavitz lo dejaron sobre una gran pirámide colorada, allí fue fundado su pueblo.
Balam-Quitzé llevó a un gran bosque a para esconder a Tohil.
Hasta allí habían llegado todos los pueblos y deseaban ver el nacimiento del sol. Solo
Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam estaban tranquilos al respecto.
Entonces amaneció y brilló la aurora.

CAPÍTULO IX
(Nacimiento del sol).

Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam se alegraron cuando vieron salir la


estrella de la mañana , traían tres presentes para ofrecer a sus dioses, eran tres clases de
incienso, lo quemaron y bailaron, mientras lloraban de alegría, pero el sol que tanto
esperaban no salía.
Todos los animales, los sacerdotes y sacrificadores, y todos los pueblos se llenaron de
alegría cuando alumbró la aurora a todas las tribus.
Enseguida se secó la superficie de la tierra a causa del sol, antes estaba fangosa y
húmeda. No era el mismo sol que nosotros vemos. Este fue el nacimiento del sol.
Después de esto, Tohil, Avilitz y Hacavitz se convirtieron en piedra.
Estando juntas les amaneció y brilló la aurora a todas las tribus.

CAPÍTULO X

Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam llegaron a la presencia de Tohil y


Avilitz, fueron a darles gracias por la llegada dela aurora. Por arte de magia Tohil habló,
dio sus consejos a los Sacerdotes y sacrificadores.
Les pidieron que no los mostraran ante las tribus cuando estuvieran enojados por su
comportamiento. Les pidieron sacrificios, la piel del venado sería su símbolo.
Les dijeron además que ellos dominarían sobre las demás tribus.
Cuando les llevaban sangre y los dioses se la bebían, hablaba la piedra cuando iban a
llevarles sus ofrendas.
CUARTA PARTE
CAPÍTULO I

Se fundaron muchos pueblos, uno por uno junto a los caminos que se habían abierto.
De Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, no se sabía dónde estaban,
solo se sabía que se escondían en las montañas y al ver pasar a las tribus, gritaban como
animales.
Los de las tribus pensaban que ellos hacían eso para engañarlos y que querían acabar
con ellos.
Cada día ante Tohil, Avilix y Hacavitz les ofrecían la sangre de los venados, también los
sacerdotes y sacrificadores se sacaban sangre de las orejas y de los brazos. Los dioses
se alegraban mucho.

CAPÍTULO II

Luego vino una matanza de las tribus, para ofrecerlos en sacrificio ante Tohil y Avilix.
Después regaban la sangre en el camino y ponían por separado la cabeza. Las tribus
pensaban que el tigre se los había comido por las pisadas que encontraban.
Los pueblos preocupados celebraron consejo y decidieron seguir las pisadas de los
sacerdotes y sacrificadores, pero las huellas no eran claras. Se cansaban de buscarlos y
perseguirlos por los caminos.
Tohil, Avilix y Hacavitz tenían la apariencia de tres muchachos pero desaparecían
inmediatamente cuando eran vistos por los pueblos.
Las tribus tuvieron noticias sobre dónde se encontraban Balam- Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam y se reunieron para decidir la manera de darles muerte.
Querían vencer a los tres dioses porque ya eran demasiados los hombres de sus tribus
que habían sido raptados y sacrificados.
Así mandaron dos doncellas hermosas al río donde se bañaban los tres dioses para que
los sedujeran y se quedaran con una prenda de los tres dioses. Si no se entregaban a
ellos amenazaron con matarlas. Las doncellas se fueron al río y cuando estaban
desnudas, aparecieron los tres dioses, ellas les dijeron el motivo por el que estaban ellas
allí, entonces ellos mandaron a Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam a
pintar un dibujo en una manta cada uno: en una un tigre, en otra un águila y en la otra
abejorros y avispas.
Cuando las doncellas regresaron, entregaron las mantas, en seguida los señores se las
pusieron, y al ponerse la tercera manta, las avispas cobraron vida y picaron sus carnes.
Así fueron vencidos todos los pueblos.

CAPÍTULO III

Todas las tribus nuevamente celebraron consejo para decidir cómo los matarían. Se
armaron todos los pueblos para darles muerte.
En el monte Hacavitz estaban Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam con
su gente que no era mucha.
Querían hacer prisionero a Tohil para hacerlo su dios. Pero Tohil lo sabía todo.
Cuando todos se quedaron dormidos Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah les
arrancaron las cejas y las barbas, también les quitaron los adornos de sus cuerpos.
Cuando despertaron no tenían sus riquezas y se enojaron.
Mientras tanto, Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam construyeron una
muralla a orillas de su ciudad y le pusieron tablas y aguijones. Pusieron muñecos con
forma de hombres en fila sobre la muralla con escudos, flechas y adornos de metal, los
mismos que les habían robado.
Tohil les dijo que encerraran zánganos y avispas dentro de cuatro calabazas y que las
pusieran alrededor de la ciudad. Así lo hicieron

CAPÍTULO IV
(Derrota de todas las tribus).
Estaban juntos Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam con sus mujeres y
sus hijos en la montaña cuando llegó el ejército de las tribus con sus armas. Querían
pelear, pero los sacerdotes y sacrificadores no tenían miedo.
Cuando ya faltaba poco para que llegaran a la entrada de la ciudad, abrieron las cuatro
calabazas que habían colocado alrededor de la ciudad, entonces salieron los zánganos y
las avispas, les mordieron las niñas de los ojos, la nariz, la boca, las piernas y los brazos.
Zumbaban en bandadas. Los guerreros no pudieron empuñar sus escudos ni sus arcos.
Cuando los guerreros cayeron al suelo por las picaduras, Balam-Quitzé y Balam-Acab
junto con sus mujeres los mataron con palos sin punta. Murieron muchos hombres y se
rindieron todas las tribus y pidieron piedad.
Así fue la derrota de todas las tribus por nuestros primeros padres y madres en el monte
Hacavitz.

CAPÍTULO V
(Desaparición de Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam ).

Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam ya presentían su muerte y su fin, así


que aconsejaron a sus hijos. Solo Iqui-Balam no tenía hijos.
Así pues, se despidieron de sus hijos y se sintieron muy tristes.
Lloraron también por sus esposas y se despidieron de ellas. Antes de irse, dejaron un
recuerdo a sus hijos, un envoltorio cerrado.
Luego desaparecieron en la cima del monte Hacavitz.
Ellos no fueron enterrados por sus mujeres ni por sus hijos porque no supieron qué se
hicieron cuando desaparecieron.
Entonces fueron creados los hombres que sucedieron a Balam- Quitzé.
Así fue la desaparición de Balam- Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.

CAPÍTULO VI
(Las tribus se dispersan).

Entonces los hijos de Balam- Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah se fueron a Oriente para
cumplir la recomendación de sus padres. Hacía mucho que ellos habían muerto, se fueron
al otro lado del mar. Se despidieron de sus hermanos y parientes y se marcharon
prometiendo volver los tres hijos de Balam- Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah .
Llegaron ante el Rey del Oriente, él era el gran Señor de todos los reinos. Él les dio las
insignias del reino y sus distintivos.
Después de esto, regresaron al monte Hacavitz y tomaron nuevamente el gobierno de las
tribus.
Allí también murieron las mujeres de Balam- Quitzé, Balam-Acab, y Mahucutah .
Luego abandonaron el monte Hacavitz y se dispersaron las tribus por muchos lugares.
Fundaron otra ciudad llamada Chi-Quix. Allí estuvieron mucho tiempo y se multiplicaron.
Se iban a diferentes ciudades que encontraban ya deshabitadas porque ellos eran muy
numerosos.
CAPÍTULO VII
(Los de Ilocab pierden la guerra en Chi-Izmachí).

Fundaron una ciudad llamada Chi-Izmachí, y allí se establecieron y fueron poderosos.


Eran una hermosa ciudad.
Existieron en esta ciudad solo tres casas con un solo pensamiento.
Al ver esto, los de Ilocab, comenzó la guerra. Porque quisieron ir a matar al rey. Primero
atacaron la ciudad y llegaron los guerreros porque querían la ruina de la raza quiché; pero
solo llegaron a morir, fueron capturados y cayeron cautivos. No muchos lograron escapar.
Los de Ilocab fueron sacrificados ante el dios. Muchos también cayeron en esclavitud y
servidumbre.
Así fue como nacieron los sacrificios de los hombres ante los dioses.
Solo tres ramas de la familia quiché estuvieron allí en Izmachí. Por largo tiempo
estuvieron allí.

CAPÍTULO VIII
(Formación de las veinticuatro Casas grandes).
Era ya la quinta generación de hombres desde el principio de la civilización. Entonces
vinieron a la ciudad de Gumarcaah. Allí pues hicieron muchos sus casas y un templo para
el dios, en el centro de la parte alta.
Creció su imperio y eran numerosos. Pero se dividieron porque existían celos entre ellos.
Entonces se volvieron unos contra otros.
Así se dividieron en nueve familias y también el reino en veinticuatro Casas grandes.
Posteriormente la ciudad fue abandonada.

CAPÍTULO XI
(Gucumatz daba muestras de su poder).

Al formarse las veinticuatro Casas grandes creció la grandeza y el poderío del Quiché.
Los pueblos pequeños vinieron ante el rey. Se engrandeció el Quiché.
Siete días subía al cielo Gucumatz y siete días caminaba para descender a Xibalbá; siete
días se convertía en culebra, siete días se convertía en águila, siete días en tigre. Otros
siete días se convertía en sangre coagulada.
Todos los demás Señores se llenaban de espanto ante él. Así se engrandeció el Quiché,
al mostrar el rey Gucumatz su poder.
Fue la cuarta generación de reyes, la de Gucumatz.
Cada una de las generaciones de estos Señores tuvo sucesión.

CAPÍTULO X
(Generación de los reyes Quicab y Cavizimah).

En la sexta generación hubieron dos grandes reyes: Gag-Quicab y Cavizimah, hicieron


grandes cosas.
Habían varios pueblos que aborrecían a Quicab. Así que él les hizo la guerra y conquistó
y destruyó sus campos y ciudades. Las tribus les daban tributo.
Se convirtieron en sus esclavos.
Utilizaban las ciudades abandonadas como fortalezas, para que las tribus no volvieran a
ocuparlas. Así fortificaron sus ciudades.
Fueron enviados para vigilar a los enemigos de Quicab y Cavizimah. Enseguida trajeron
prisioneros a sus reyes, entonces éstos les dieron premios por ser héroes.
CAPÍTULO XI
(Engrandecimiento del Quiché).

El gran Edificio de Tohil era el nombre del templo de Tohil, de los de Cavec. Avilix se
llamaba el templo de Avilix de los de Nihaib y Hacavitz era el nombre del templo del dios
de los Ahau-Quiché.
Los pueblos hacían sacrificios ante Tohil y al rey le llevaban ricas plumas.
Gucumatz y Cotuhá eran portentosos así como los reyes Quicab y Cavizimah. Todo lo
adivinaban.
Ayunaban y ofrecían sacrificios ante Tohil. Tampoco dormían con las mujeres, solo
ayunaban. Todo el día en oración.
No derrochaban los dones que se les había dado.
Todos los pueblos les llevaban tributo como pago de rescates.
Gucumatz fue quien dio principio al engrandecimiento del reino del Quiché.

CAPÍTULO XII
(Generaciones de Reyes quichés).

Este capítulo habla de todas las generaciones y el orden de todos los reinados que
nacieron con los primeros abuelos y los primeros padres Balam- Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam, cuando apareció el sol, la luna y las estrellas.

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