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-Voy a darl e un cigarri l lo al cabal lero -expl ic.

I Si nt at e ah, t e digo.
Ret rocedi el l adrn, at urdi do y confuso. Yo qued
si l encioso, avergonzado por aquel hecho, doli ndome de que mi
cali dad de hombre honrado i mpi diera a ot ro I hombre acercarse
a m y convi darme un ci garri l lo,
i Pat rn, uno procede si empre por est ado de ni mo y
no por ideas fij as. A veces l es tengo rabi a a los l adrones;
ot ras l st ima. Por qu l os l adrones sern ladrones? Veo
que siempre andan pobres, persegui dos, miserabl es;
cuando no est n presos andan huyendo; l os t ratan mal,
l es pegan, nadie puede est ar cerca de el los si n sent i rse
deshonrado. Cuando le roban a uno, le da rabia con el l os;
cuando l os ve sufri r, compasin. Lo mi smo pasa con l os
pol ic as: cuando l o amparan y lo defienden a uno, les
t i ene simpat a y cario; cuando l o tratan inj us t ament e y
con vi olenci a, odi o. El ser humano es as , patrn; ti ene
buenos sent i mi ent os para con el prj imo, pero si empre
que ese prj i mo no le haga nada.
As nos quedamos, mi rndonos y sonri ndonos con
si mpat a. El, ent onces, sac un ci garri llo del paquet e y
me l o ti r por el ai re, y como le hi ci ese seas de que
t ampoco ten a con qu encenderl o, hi zo l o mi smo con una
caja de fsforos. Pi t , patrn, con ganas, gozando,
echando grandes bocanadas de humo, regocij ado,
agradeci do. Aquel ladrn era muy si mpt ico! Tan de
buen humor, tan atent o con l as personas, t an buen
compaero. Claro es que si me pi l lara desprevenido, me
robara hast a l a madre, y si yo l o pil l ara robndome, le
pegara y l o mandara preso, pero en aquel momento no
era ste el caso. Yo est aba al egre fumando y esa alegra se
l a deb a a l. Lo dems no me import aba.
Las cuatro. Y en el moment o en que el rel oj l as daba,
se sint i en l a cal le el paso de un caballo que se det uvo
ant e el port n. Abri eron y el caball o avanz por el
zagun, det enindose ant e la ofi ci na. Una voz gri t o:

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