Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
No resulta fácil todavía hoy día imaginarse al El Padre Las Casas sin su
cabeza llena de episodios y recuerdos de las Indias, no solo los que
captó y vivió allí, sino de los que pudo almacenar desde su infancia. En
el libro “Fray Bartolomé de las Casas y su vinculación a Sevilla” se
recogen detalles de gran colorido y encanto, que no pueden pasarse
por alto.
Ciertamente que los recuerdos de esta época confiados a su pluma
cautivan aún hoy día, porque en cierto modo tienen la fuerza de un
reportaje de la época que, haciéndose eco del acontecer de la ciudad
que se abre a nuevos e insospechados horizontales, nos acerca al
mismo tiempo la imagen de un niño de nueve años que curiosea y
transita las calles de Sevilla sin miedo a perderse o que le atropelle un
coche. Después de muchos años, saturados sus ojos de páginas duras
y violentas, le debía servir de contrapeso evocar aquellas visiones
infantiles, que captaban la imagen de un superhombre, Cristóbal
Colón, que había descubierto al otro lado de la tierra otros mundos
insospechados, habitados por personas y poblados de muchas
especies de plantas y animales desconocidos. El portento de hombre
se encontraba de vuelta en Sevilla y ofrecía las muestras fehacientes y
contundentes de aquel singular Nuevo Orbe, las mismas que iba a
mostrar a los Reyes Fernando e Isabel que, por aquellos días, estaban
con la corte en Barcelona: "se partió de Sevilla, llevando consigo los
indios, que fueron siete los que le habían quedado de los trabajos
pasados, porque los demás se le habían muerto; los cuales yo vi
entonces en Sevilla, y posaban junto al arco que se dice de las imáge-
nes, a San Nicolás. Llevó papagayos verdes, muy hermosos y
colorados, y guiazas, que eran unas carátulas hechas de pedrería de
husos de pescado, a manera puesto de aljófar y oro, y unos cintos de
lo mismo, fabricado con artificio admirable, con mucha cantidad y
muestras de oro finísimo y otras muchas cosas, nunca otras antes
vistas en España ni oídas".
Pero para las creencias de “La raíz del odio contra España debe ser
entendida como el miedo a una poderosa nación que directa o
indirectamente obedecía órdenes de Roma”. Lógicamente, el mundo
protestante difícilmente podía ver bien el hecho que un país católico
con el historial militar más impecable de su tiempo amenazase al resto
de los países europeos con una conquista religiosa y militar. Esta
propaganda en contra de España no tendría la importancia que tiene
hoy si se limitase a algo del pasado, a un periodo histórico de
confrontaciones económico religiosas.