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Todas las noches recogan el roco en unos grandes pauelos que extendan
sobre el suelo. Con el roco y la poca agua que an sala de la fuente regaban
con cuidado los jvenes arbolitos de su jardn.
En el lugar en donde antes creca el bosque, ahora el suelo estaba rido. Y si
alguna vez llova, el agua se evaporaba enseguida. Los pjaros no
encontraban sombra alguna y caan extenuados al suelo. Pero la gente segua
cortando madera Un da, todos se encontraron alrededor de un gran rbol.
Iban a empezar con sus sierras y sus hachas, cuando se dieron cuenta de que
se trataba del viejo cedro.
El bosque que antes lo rodeaba haba desaparecido por completo. El gran
cedro era el ltimo rbol que les quedaba. Las colinas se erguan peladas.
Detrs se divisaba el desierto.
La gente se asust.
Hemos acabado con nuestro bosque! gritaron. Qu vamos a hacer
ahora?
Pero nadie saba la respuesta. La tierra se haba secado y estaba cuarteada.
Un suave vientecillo trajo granos de arena. Las arenas se acercaban cada vez
ms. Se extendan por todos los alrededores. Se apilaban al pie del cedro.
Amenazaban con invadir la ciudad. Las gentes se arrancaron los collares de
perlas de sus cuellos: eran bolas de cristal! Abrieron los cofres: el oro se
haba convertido en metal corriente; la plata, en mica! Todos estaban rabiosos.
Esperaron a que volvieran los extranjeros, pero stos no regresaron. A lo lejos,
los mercaderes contemplaban lo que quedaba del bosque. Se rean. Tenan la
madera y con ella podran construir muchos barcos. No les importaba que la
ciudad se hundiera en la arena. Volvieron la espalda y empezaron a huir. Pero
eso no fue fcil: haba arena por todas partes.
De repente empezaron a hundirse en una duna. Cada vez se hundan ms. Y
pronto no qued de ellos ms que un sombrero.