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LA LECCIÓN

La letra con sangre entra

Cortometraje original escrito por:

Catalina Arjona Arciniegas

© 2007
FADE IN:

INT. SÓTANO - DÍA

El SEÑOR MARTÍNEZ (54), vestido de gris y con corbatín,


escribe con tiza blanca sobre un tablero verde clásico:
“SEÑOR MARTÏNEZ”, en una caligrafía hermosa. Se voltea y
sonríe amablemente.

SEÑOR MARTINEZ
Buenos días. Mi nombre es señor
Martínez y hoy voy a ser su
profesor.

El señor Martínez acerca una mesa con ruedas sobre la que hay
un televisor viejo y un VHS. Enciende ambos.

En la pantalla se ve parte de un sótano húmedo y sucio, lleno


de cosas viejas. De repente, aparece el señor Martínez, quien
cuadra la posición de la cámara y se quita. Al retirarse, en
cuadro se ve un HOMBRE (25) aterrado, amarrado a un pupitre,
con cinta para conductos sobre la boca, la cual ahoga sus
gritos desesperados.

El señor Martínez mira el televisor y luego hacia el frente.

SEÑOR MARTINEZ
Este es mi último pupilo.

En la pantalla, se ve que el señor Martínez se para al frente


del hombre amarrado y mira a la cámara.

SEÑOR MARTÍNEZ
El no aprendió la lección.

En la pantalla, el señor Martínez le dispara al hombre,


certero, sin titubear. En el fondo se oyen los gritos
ahogados de tres personas, entre ellos una mujer.

MARIA (37), maquillaje excesivo y una marquilla con su nombre


en el pecho; LUCAS (19) pelo parado y jeans desteñidos; y
ALFREDO (54), saco y corbata de cuarta categoría, también
están amarrados a tres pupitres. Todos amordazados. Sobre
cada pupitre cuelga una horca hecha con soga.

El señor Martínez corre la mesa del televisor y se sienta en


una mesa que hay frente al tablero, sobre la que hay varias
armas y herramientas de tortura, dispuestas organizadamente.
Impecables.
2

SEÑOR MARTÍNEZ
Antes de empezar quiero establecer
tres reglas que ustedes deben
seguir al pie de la letra. Regla
número uno: cuando les quite la
cinta de la boca, no pueden hablar
a menos que yo les dé la palabra.

El señor Martínez se para detrás de María y le arranca la


cinta de la boca rápidamente. Ella llora y se queja de dolor.

SEÑOR MARTINEZ
Si lo hacen... les va a doler.

El señor Martínez da dos pasos hasta el pupitre de Alfredo.

SEÑOR MARTÍNEZ
Regla número dos: deben llamarme
Señor Martínez, únicamente. Si me
llaman por cualquier otro
nombre....

El señor Martínez le arranca la cinta a Alfredo, que se


muerde los labios para no gritar.

SEÑOR MARTÍNEZ
Les va a doler.

El señor Martínez se ubica detrás de Lucas y le pone las


manos en los hombros. Lucas, furioso, intenta soltarse
violentamente.

SEÑOR MARTINEZ
Y por último, regla número tres.
Esta es la más importante, así que
presten mucha atención. Cuando
hablen, no deben usar muletillas.
Si oigo un “mmm” o un “eee”...
definitivamente les va a doler.

Le arranca la cinta a Lucas.

SEÑOR MARTINEZ
Y esa, mis queridos pupilos, es la
primera lección del día.

El señor Martínez va al tablero. escribe “PALABRAS” y se


voltea.

SEÑOR MARTINEZ
Las palabras son fuertes. No
necesitan apoyarse en sus
debilidades. ¿Está claro?
3

María y Alfredo lo miran, nerviosos. Lucas sigue intentando


soltarse.

El señor Martínez sonríe y se sienta al borde de la mesa.

SEÑOR MARTINEZ
Perfecto. Podemos empezar. Antes
que nada, cada uno se va a
presentar diciendo su nombre
completo.
(A María)
Primero las damas.

María mira a Alfredo y luego al señor Martínez.

MARIA
María.

El señor Martínez pone expresión de pensamiento profundo.

SEÑOR MARTINEZ
María. ¿Sólo María? Eso me parece
algo... curioso. El hecho de que
estés aquí, viva, me hace pensar
que tienes un padre, y por ende, un
apellido, ¿no es así, María?

María tiembla y tiene la respiración entrecortada.

MARIA
Rodríguez. María Rodríguez.

El señor Martínez la mira, insatisfecho.

SEÑOR MARTINEZ
Eso está mejor. Aunque... la
próxima vez trata de contestar en
oraciones completas. Eso va para
todos. Cuéntanos, ¿a qué se dedica
María Rodríguez?

MARIA
Mmm... soy vendedora en un almacén
de cosméticos.

El señor Martínez se arregla el corbatín, coge un stungun de


la mesa y se acerca a María.

SEÑOR MARTINEZ
Te dije que si no me hacías caso,
te iba a doler.

El señor Martínez electrocuta a María.


4

SEÑOR MARTÍNEZ
Nada de muletillas.

María grita, mientras el señor Martínez vuelve a su puesto,


inafectado, y se guarda el stungun en el bolsillo del saco.

SEÑOR MARTÍNEZ
Vendedora de cosméticos. Es
perfecto. ¿Cuántos años tienes,
María?

María pasa saliva, aún temblando, y respira profundo. Suda


profusamente.

MARIA
37. Tengo, tengo 37 años.

SEÑOR MARTINEZ
¿Estás casada, María?

MARIA
Divorciada.

El señor Martinez se arregla el corbatín.

SEÑOR MARTINEZ
María, no me gusta repetirme, así
que lo voy a decir una vez más y si
no me obedeces... te va a doler
más. Por segunda y última vez:
responde en oraciones completas.

María llora sin esfuerzo.

MARIA
Perdón, no, no va a volver a pasar.
Estoy... soy divorciada.

El señor Martínez se ríe, burlón, y se acerca a María.

SEÑOR MARTINEZ
Por supuesto. Tienes casi cuarenta
años, vendes cosméticos, y te
llamas María. Dime una cosa, ¿así
imaginabas tu vida?

El señor Martínez le aprieta los cachetes a María con fuerza.


Ella cierra los ojos, aterrada.

SEÑOR MARTINEZ
Cuando eras una niña y tus tías te
cogían los cachetes y te
preguntaban: “¿qué quieres ser
cuando grande?” ¿Tú respondías:
(MÁS)
5
SEÑOR MARTINEZ (CONT)
(Imitando a una niña)
“quiero vender coloretes en el
centro comercial”?
(Silencio)
Te hice una pregunta, María. ¿Es
esta la vida que soñabas?

MARIA
¡No! No es la vida que soñaba.

El señor Martínez le suelta los cachetes a María, pero se


queda muy cerca.

SEÑOR MARTINEZ
¿Qué soñabas entonces?

MARIA
Quería ser abogada. Ir a juicios y
eso, como en las películas.

El señor Martínez se devuelve a la mesa y se sienta.

SEÑOR MARTINEZ
¿Y por qué no eres abogada, María
Rodríguez?

María respira profundo y se calma un poco.

MARIA
Mi mamá no me pudo pagar la
universidad. Apenas salí del
colegio empecé a trabajar.

El señor Martínez la mira moviendo la cabeza negativamente,


decepcionado.

SEÑOR MARTINEZ
Muchachos, saludemos a María.
Todos: buenas tardes María
Rodríguez.
(Silencio)
Muchachos, conmigo esta vez. Y...
buenas tardes, María Rodríguez.

Lucas se mueve violentamente, hasta donde se lo permiten las


sogas. María llora. Alfredo la mira.

ALFREDO
Buenas tardes, María Rodríguez.

SEÑOR MARTINEZ
Eso estuvo mejor.
(A Lucas)
(MÁS)
6
SEÑOR MARTINEZ (CONT)
Tu turno. Dinos, si eres tan
amable, tu nombre completo.

Lucas mira al señor Martínez mira con rabia.

LUCAS
Coma mierda, hijueputa.

El señor Martínez se arregla el corbatín, mira las


herramientas y escoge unos alicates.

SEÑOR MARTINEZ
Algo me dice que ese no es tu
nombre. Y el mío, claramente, no es
hijueputa. Es señor Martínez.
Acabas de violar la regla número
dos. Eso... no puede pasar. Las
reglas, mis reglas, son para
cumplirlas. Me... ofusco, cuando
mis pupilos no me hacen caso. El
único remedio es castigarlos....

El señor Martínez se acerca a Lucas y le aprieta la oreja a


Lucas con el alicate.

SEÑOR MARTÍNEZ
Castigarlos con dolor, que parece
ser la forma más efectiva para
hacerlos entender. Ahora, si eres
tan amable, dinos tu nombre
completo.

LUCAS
(Gritando)
¡Lucas Robledo! ¡Lucas Robledo!

El señor Martínez le suelta la oreja y apoya su mano sobre el


hombro de Lucas, que lo mueve para que no lo toque.

SEÑOR MARTINEZ
¿Te das cuenta, Lucas? No es tan
difícil seguir mis reglas. No
seguirlas, en cambio... duele.
Todos conmigo: buenas tardes, Lucas
Robledo.

María y Alfredo miran a Lucas, consternados.

MARÍA/ALFREDO
Buenas tardes, Lucas Robledo.

Frente a Lucas, el señor Martínez juega con los alicates.


7

SEÑOR MARTINEZ
Lucas Robledo. Eres inmaduro.
Tienes la rebeldía de un
adolescente. Y la actitud, eso está
claro. ¿Cuántos años tienes?

Lucas mira al señor Martínez retador y él le vuelve a apretar


la oreja.

SEÑOR MARTINEZ
Te pregunté, ¿cuántos años tienes?

LUCAS
Diecinueve.

El señor Martínez suelta la oreja de Lucas, lo mira y se la


vuelve a apretar. Lucas grita de dolor.

SEÑOR MARTINEZ
Lucas... ¿por qué acabo de hacer
eso?

LUCAS
Porque no le respondí... en una...
puta... oración completa.

SEÑOR MARTINEZ
¡Muy bien! Con grosería incluida y
todo, señoras y señores. La verdad
no me importa que digas groserías.
Algunas veces son... necesarias.
Enfatizan la emoción. Y más cuando
se trata de un adolescente tardío.
¿Qué estudias, Lucas?

Lucas trata de contener el dolor apretando lo dientes.

LUCAS
No estudio.

SEÑOR MARTINEZ
¿Por qué?

LUCAS
Esa no fue una pregunta muy
específica, señor Martínez. ¿Por
qué no me pregunta otra vez,
pero... utilizando una oración
completa?

El señor Martínez sonríe y asiente aprobatorio. Vuelve a la


mesa y cambia los alicates por unas pinzas de odontólogo.
8

SEÑOR MARTINEZ
Estamos aprendiendo. Me corrijo,
¿por qué no estudias, Lucas
Robledo?

LUCAS
Porque no necesito estudiar.

SEÑOR MARTINEZ
Lucas... eres joven, no estúpido.
Creo que me puedes dar una mejor
respuesta.

Lucas sube la cabeza y mira hacia arriba, como pensando


profundamente.

LUCAS
A ver... no estudio porque
vendiendo pepas me pongo más de lo
que mi hermano se gana al mes. Y
eso que él es ingeniero. Además, no
tengo que hacer tareas, ni
aguantarme profesores
desequilibrados, y de vez en
cuando, alguna zorrita me lo da
para que le haga un descuento. ¿Si
ve? Se lo dije. No estudio porque
no necesito estudiar.

El señor Martínez se rasca la cabeza con las pinzas.

SEÑOR MARTINEZ
Eres tan cínico. Quisiera....

Hace el ademán de sacar una muela.

SEÑOR MARTINEZ
Removerte esa característica. Por
ahora vamos a continuar.
(A Alfredo)
Creo que ya sabe qué tiene que
decir.

Alfredo respira profundo, nervioso.

ALFREDO
Mi nombre es Alfredo Romero. Soy
agente de bienes raíces. Yo... yo
le ayudo a la gente a encontrar su
hogar. Mi trabajo es muy
importante.
9

El señor Martínez se acerca a Alfredo y con las pinzas le


retuerce el labio inferior. Alfredo grita de dolor. María
también grita.

SEÑOR MARTINEZ
Sólo quería saber su nombre. Yo
decido qué es importante y qué no.
¿Está claro? Perfecto. Ahora, una
vez más... buenos días, Alfredo
Romero.

MARÍA
Buenos días, Alfredo Romero.

SEÑOR MARTINEZ
Muy bien. Ahora sí estamos listos
para empezar con el primer
ejercicio del día. María, ¿con qué
mano escribes?

MARIA
Con la derecha. Escribo con la mano
derecha.

El señor Martínez suelta a María, la toma de la mano derecha


y la lleva al tablero.

SEÑOR MARTINEZ
Por supuesto. Ahora, te portas
bien. No intentes hacer nada...
atrevido con esta manita. Si no..
voy a tener que cortártela. Y eso
duele. Créeme. El ejercicio es el
siguiente: voy a decir una palabra
y tú vas a dibujar lo primero que
se te venga a la cabeza. ¿Está
claro? Perfecto. La palabra es...
felicidad.

María, con la mano temblorosa, pinta unos columpios en el


tablero.

El señor Martínez mira al tablero y luego a María.

SEÑOR MARTINEZ
¿Por qué pintaste eso, María?

María sonríe, casi imperceptiblemente, mirando su dibujo.

MARIA
Cuando cumplí siete años, mi papá
me llevó a un parque de
diversiones.
(MÁS)
10
MARIA (CONT)
Y me acuerdo que me montó en unos
columpios altísimos que había, y
empezó a empujarme muy duro y yo no
podía parar de reírme, como de los
nervios. Ese fue mi último
cumpleaños con mi papá. Es la
última vez que me acuerdo de haber
estado feliz.

El señor Martínez la mira complacido y la vuelve a amarrar.

El señor Martínez coge un diccionario de la mesa, busca una


palabra y lee.

SEÑOR MARTINEZ
Felicidad. Estado del ánimo que se
complace en la posesión de un bien.
Satisfacción, gusto, contento.
(A sus pupilos)
Todas estas son sólo... palabras. Y
las palabras, queridos pupilos...
presten atención porque esta es la
segunda lección del día... las
palabras no tienen significado real
a menos que les demos una historia,
a menos que las hagamos nuestras.
Justo como su compañera acaba de
hacerlo.
(A María)
Eso estuvo muy bien María, tienes
un cinco aclamado.

El señor Martínez deja el diccionario, se sienta y empieza a


reorganizar las herramientas.

SEÑOR MARTINEZ
Podemos pasar al segundo ejercicio.
Yo creo que les va a gustar.
Alfredo, ¿cuántos años tiene?

Alfredo se aclara la garganta.

ALFREDO
Tengo cincuenta y cuatro años.

Sorprendido, el señor Martínez voltea a mirar a Alfredo.

SEÑOR MARTINEZ
¿En serio? Yo también. ¿Quién lo
iba a pensar? ¿Está casado,
Alfredo?
11

ALFREDO
Soy viudo. Mi esposa murió hace
diez años.

SEÑOR MARTINEZ
¿Cómo murió su esposa, Alfredo?

ALFREDO
Pues... un día estaba bien y al
otro fue a firmar un recibo y no
pudo. Fuimos al doctor pensando que
seguro no era nada grave. Le
sacaron unas radiografías y ahí
estaba. Una mancha blanca. Como si
un niño le hubiera pintado un
mamarracho encima. Era un tumor que
supuestamente le venía creciendo
hacía cuatro años. ¡Cuatro años! Y
se la llevó en cuatro meses. ¿Que
cómo murió mi esposa? De repente.
Se murió de repente.

El señor Martínez se acerca a Alfredo, parsimonioso, con un


martillo en la mano y le pega en el brazo.

SEÑOR MARTINEZ
Eso fue por decir “pues” al empezar
a hablar. Recuerden la tercera
regla muchachos. Detesto las
muletillas. Cuénteme Alfredo, ¿fue
una muerte dolorosa la de su
esposa?

Alfredo llora, tembloroso.

ALFREDO
Fue... fue muy dolorosa.

El señor Martínez camina alrededor de Alfredo, mirándolo


fijamente y golpeando su mano suavemente con el martillo.

SEÑOR MARTINEZ
Su esposa murió hace varios años.
Si no me equivoco, usted tendría
unos cuarenta y tres o cuareta y
cuatro. Áún estaba muy joven. ¿Se
volvió a casar, Alfredo?

ALFREDO
No. Traté de salir con un par de
amigas, pero... la verdad es que
todavía me duele el corazón al
pensar en Amalita.
12

El señor Martínez para de caminar abruptamente y mira a


Alfredo, ofendido.

SEÑOR MARTINEZ
No, no, no, no, no. No se
equivoque, Alfredo. Los corazones
sólo duelen cuando están a punto de
detenerse.

El señor Martínez deja el martillo, coge el diccionario,


busca una palabra, dibuja un “CORAZÓN” en el tablero y lee.

SEÑOR MARTINEZ
El corazón es un músculo estríado,
hueco, que actúa como una bomba
aspirante e impelente, que aspira
hacia las aurículas la sangre que
circula por las venas, y la impulsa
desde los ventrículos hacia las
arterias.
(A los pupilos)
Nada más. El corazón no llora, no
ríe, no extraña. Cuando se siente
un vacío entre el pecho y la
espalda, no es dolor, es hambre o
gastritis.

El señor Martínez deja el diccionario sobre la mesa y se


acerca a Alfredo.

SEÑOR MARTINEZ
Una de las cosas que más desprecio
me causa, es la mediocridad. A mi
no me engaña, Alfredo. Si usted no
reinventó su vida después de la
pérdida de su esposa fue por
pereza, no por dolor. Ésto es
dolor.

Saca el stungun del bolsillo de su saco y lo electrocuta.

SEÑOR MARTINEZ
¿Lo siente Alfredo? Dígame, ¿le
duele el corazón?
(Silencio)
¡Respóndame!

ALFREDO
¡No! No es... no... por favor, no
más. Por favor, ¡no más!

LUCAS
¡Ya no más, granhijueputa! ¡Lo va a
matar!
13

El señor Martínez para de electrocutar a Alfredo y mira a


Lucas, sonriente.

SEÑOR MARTINEZ
Créeme Lucas, así no es como va a
morir. O por lo menos espero que
no. Simplemente estaba tratando de
ilustrar mi punto. Para poder
enseñarles la siguiente lección.

El señor Martínez escribe la palabra “SENTIMIENTOS” en el


tablero.

SEÑOR MARTINEZ
Los sentimientos son estados
afectivos de la conciencia,
detonados por información del mundo
físico. No son... fantasmas etéreos
que poseen la voluntad. No nacen ni
residen en el corazón. El alma es
un invento de poetas y religiosos.
Quiero que entiendan eso para que
empiecen a sentir de verdad. Sus
cuerpos. Es ahí donde suceden los
sentimientos.

Lucas trata de soltarse con fuerza.

LUCAS
Maldito loco, ¡suélteme!

SEÑOR MARTINEZ
Me caes bien, Lucas. Por eso te
dejé para el último ejercicio.
Respóndeme una cosa, ¿te alteras
fácilmente?

Lucas exagera un gesto de pensamiento profundo.

LUCAS
A ver... déjeme pensar. Sabe que sí
me da como rabia cada vez que un
sicópata me secuestra, me amarra a
un pupitre en un sótano de mierda y
me tortura por no responderle en
oraciones completas.

El señor Martínez mira a Lucas con una leve sonrisa, coge el


diccionario, busca una palabra y lee.

SEÑOR MARTINEZ
Sarcasmo: burla malintencionada y
descaradamente disfrazada.
(MÁS)
14
SEÑOR MARTINEZ (CONT)
Ironía mordaz y cruel con que se
ofende o maltrata a alguien o algo.
(A Lucas)
Eres bueno para eso, Lucas. Pero
estoy divagando. Lo que quiero es
que recuerdes el primer momento en
que sentiste rabia. Rabia pura. Y
después, quiero que nos narres ese
momento.

Lucas lo mira, subiendo las cejas, retador.

LUCAS
¿Este cuenta?

El señor Martínez le muestra el stungun y lo activa un par de


veces, amenazante.

Lucas aprieta los labios de rabia y exhala derrotado.

LUCAS
Un día mi hermanita estaba jugando
con Lucas. El perro de la casa. Le
puso mi nombre porque disque lo
quería igual que a mí. El caso es
que seguro lo estaba molestando
porque la mordió. Sarita pegó un
grito que... no parecía de una niña
de cinco años. Yo bajé de una y vi
a Lucas prendido de la pierna de
Sara. No la soltaba y ella no
paraba de gritar. Entonces... fui
y cojí una palo de golf de mi papá
y le pegué en la cabeza. A Lucas.
Él la soltó al primer golpe pero...
yo no paré de pegarle. Sentía
como... como un ardor por dentro. Y
le pegué y le pegué... hasta que
lo maté.

El señor Martínez sonríe, complacido.

SEÑOR MARTINEZ
Es un hecho. Eres mi favorito. Te
tengo otra pregunta. Si tuvieras la
oportunidad de matarme, ahora
mismo, ¿lo harías?

Lucas lo mira fijamente, desafiante.

LUCAS
Depende. ¿usted estaría tratando de
matarme a mí?
15

El señor Martínez se acerca a Lucas y lo mira frente a


frente.

SEÑOR MARTINEZ
¿Por qué depende de eso?

LUCAS
Porque si se trata de su vida o la
mía, pues prefiero la mía. Si se
trata simplemente de matarlo
pues....

SEÑOR MARTINEZ
Pues... ¿qué? Ya lo has hecho
antes. Tú no tenías que matar a ese
pobre perro, pero sentiste algo
después de ese primer golpe. Algo
que te gustó, ¿no es así, Lucas?

LUCAS
¡No! Si yo maté a Lucas fue porque
estaba mordiendo a mi hermanita,
por nada más.

El señor Martínez se para detrás de Lucas, le pone las manos


sobre los hombros y lo masajea.

SEÑOR MARTINEZ
Está bien, Lucas. No hay de qué
avergonzarse. Conozco a la
perfección ese ardor que se siente
en la boca del estómago antes de
matar. Tú y yo somos de la misma
especie, Lucas.

Lucas le muerde la mano al señor Martínez, que se aleja de


inmediato.

LUCAS
Usted y yo no somos nada,
granmalparido.

El señor Martínez se mira la mano riendo. De repente, se pone


serio y le da una cachetada de mano abierta a Lucas. Toma un
tarro de alcohol de la mesa, saca un pañuelo del bolsillo del
pantalón, lo moja y se limpia la mano.

SEÑOR MARTINEZ
Creo que es hora de contarles una
pequeña historia. Había una vez, un
hombre gris. Igual a ustedes. Sus
sueños de una mejor vida se habían
perdido en el abismo sin fondo del
tedio cotidiano. Se habían...
(MÁS)
16
SEÑOR MARTINEZ (CONT)
sofocado, entre cuatro paredes
demasiado estrechas. Pero una
noche, gemela idéntica de la noche
anterior, algo cambió. Iba para su
casa y vio a un hombre caminando
por la acera. Un hombre gris, como
él. Otro sonánbulo. Un zombie. Como
él. Y lo odió. Lo quería ver muerto
porque él quería estar muerto.
Entonces, lo siguió hasta su
casa... y lo mató. Y ahí, mientras
le ahogaba la vida, entendió lo que
había estado haciendo mal todo el
tiempo. Se había dedicado a no
tomar decisiones relevantes. A
evitarlas a toda costa. Y entendió
que era su deber enseñar esa
lección a todos aquellos que, como
él, estuvieran cometiendo semejante
error. Por eso hoy, mis queridos
pupilos, hoy, van a tomar la
decisión más relevante de sus
vidas.
(A María)
María, dinos, ¿cómo crees que
Alfredo debería morir?

María frunce el ceño, confundida.

MARIA
¿Qué?

El señor Martínez escribe “DECISIONES RELEVANTES” en el


tablero y se voltea.

SEÑOR MARTINEZ
Este es el examen final. Cada uno
va a decidir cómo va a morir uno de
sus compañeros. No podemos decidir
cómo nacer, ni en dónde, cómo morir
en cambio... así que responde
María, ¿cómo quieres que muera
Alfredo?

Alfredo mira a María, desesperado.

ALFREDO
¡No diga nada, por favor, no diga
nada!

El señor Martínez mira a Alfredo, amenzante, poniendo su


índice derecho sobre la boca, y luego mira a María.
17

SEÑOR MARTINEZ
Estoy esperando.

MARIA
Por favor, no me haga hacer esto.
Yo voy a cambiar. ¡Se lo juro!

SEÑOR MARTINEZ
María, ¿estás segura de que quieres
gastar el poco tiempo que le queda
a Alfredo, haciendo peticiones
desesperadas y promesas vacías? No
tienes que hacer nada más que
decirme cómo quieres que muera tu
compañero y ya. No es tan difícil.
El trabajo duro lo hago yo.

MARIA
No puedo. Por favor no me haga
hacer esto.

SEÑOR MARTINEZ
María, si no respondes a las
buenas, entonces... tendrá que ser
a las malas.

Se acerca a María y la electrocuta con el stungun.

MARÍA
¡No! ¡Por favor! Ya no más. Yo le
digo. Perdóneme Alfredo. Perdóneme.
Perdóneme. Ahórquelo.

ALFREDO
No... por favor. Por favor no.
Señor Martínez, ¡se lo ruego!

SEÑOR MARTINEZ
Alfredo. ¡Qué elocuecia! Apuesto a
que se lo dicen todo el tiempo. Tal
vez sea por lo que la gente lo
recuerde. Y María... por favor,
acabas de tomar una decisión de
vida o muerte. Bueno, de muerte...
aprópiate de ella. Dila como si la
sintieras.

María llora, nerviosa.

El señor Martínez se pone las manos en la cintura y ladea la


cabeza.

SEÑOR MARTINEZ
María....
18

María baja la cabeza.

MARIA
Ahórquelo.

El señor Martínez se arregla el corbatín.

SEÑOR MARTINEZ
No me convences. Y sabes que
prefiero las frases completas. Tal
vez no me estoy haciendo entender.
Lo que quiero es... que rompas
vidrios. Quiero que agrietes estas
paredes. ¡Quiero que me hagas
temblar el alma!

María llora desconsolada. Lucas la mira, impaciente.

LUCAS
(Gritando)
Le dijo que lo ahorcara. ¡Ya! ¿Así?
¿Así era que lo quería? ¿Le tembló
su hijueputa alma?

El señor Martínez mira a Lucas y sonríe.

SEÑOR MARTINEZ
Yo no tengo alma. Y María, estás
escogiendo la opción que crees le
va a inflingir el menor dolor a
nuestro querido Alfredo. No estás
aprovechando esta oportunidad. Si
yo fuera tú, trataría de hacer que
su muerte fuera... épica. No
simplemente memorable. Pero eso soy
yo. En fin... Lucas, ya que estás
tan ávido por participar, sigue tú.
Dinos, ¿cómo quieres que muera
María?

Lucas y María se miran fijamente. Lucas baja la cabeza.

LUCAS
Péguele un tiro.

MARIA
Por favor, yo no me quiero morir.
Yo hago lo que sea señor
Martínez... lo que sea.

El señor Martínez se para frente a María y la mira burlón.


19

SEÑOR MARTINEZ
Tu argumento no es muy convincente.
(Imitándola)
“Yo no me quiero morir”.

El señor Martínez le consiente el muslo y mete su mano bajo


la minifalda.

SEÑOR MARTINEZ
Y María, ¿en realidad quieres que
la última impresión que tengamos de
ti sea la de una... cualquiera?
¿Es... tu patética existencia...
más valiosa que tu dignidad?

El señor Martínez se para abruptamente y mira a María con


desprecio.

SEÑOR MARTÍNEZ
Lo dudo. Lo dudo y mucho.

El señor Martínez se para frente a Alfredo.

SEÑOR MARTÍNEZ
Ahora sí, Alfredo, su turno. Ya
sabe lo que tiene que hacer. Espero
que escoja algo más... poético, que
sus compañeros.

ALFREDO
Sí... sí. Quiero que lo envenene.
Con algo que lo mate lentamente...
con dolor. Eso es lo que quiero.

El señor Martínez mira a Alfredo, indignado.

SEÑOR MARTINEZ
Cree que me está complaciendo. ¿No
es así, Alfredo? Cree que le voy a
perdonar la vida por decir eso.
Usted, cree que puede engañarme...
¡a mí! Debería darle verguenza.
Sólo por eso, usted va a ser el
primero.

El señor Martínez desamarra los pies de Alfredo del pupitre.

SEÑOR MARTINEZ
Párese.

ALFREDO
Por favor, señor Martínez.
20

SEÑOR MARTINEZ
Si no se para en el pupitre
Alfredo, voy a tener que ahorcarlo
con las manos. Y así es más lento.
Créame.

Alfredo se para en el pupitre, tembloroso.

El señor Martínez pone una banca al lado de Afredo, se para


encima y le pone la soga al cuello.

ALFREDO
Por favor, si quiere le doy toda mi
plata, mi apartamento, mi carro, lo
que quiera, pero por favor no me
mate.

SEÑOR MARTINEZ
Yo no necesito su dinero. Además,
dejarlo vivir entraría en
contradicción con todo lo que les
he enseñado hoy.

El señor Martínez se baja de la banca y lentamente empieza a


mover el pupitre sobre el que estaba parado Alfredo.

ALFREDO
Padre nuestro, que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre,
hágase tu voluntad....

El señor Martínez termina de correr el asiento. Alfredo queda


colgando, sus pies balanceándose de un lado a otro.

María grita y se desmaya.

El señor Martínez sonríe mirando a Alfredo. Luego mira a


María y suspira.

SEÑOR MARTINEZ
Mujeres. Siempre se desmayan.

Lucas mira a María, pensativo.

LUCAS
Dispárele.

SEÑOR MARTINEZ
¿Perdón?

LUCAS
¡Dispárele ya! El punto era que yo
decidiera cómo se va a morir ¿no?
No le tiene que doler también.
21

El señor Martínez moja su pañuelo en alcohol de nuevo, se lo


pasa a María por la nariz y ella empieza a volver en sí.

SEÑOR MARTINEZ
El punto Lucas, también es que vean
venir la muerte. Algunos dicen que
se ve una luz al final de un túnel.
O que la vida pasa frente a los
ojos como una película. ¿Quién
sabe? Pero sea lo que sea, debe
ser... espectacular. Jamás privaría
a mis pupilos de eso.

LUCAS
¿Por qué? ¿Por qué nosotros?

SEÑOR MARTINEZ
Excelente pregunta, Lucas. ¿Por qué
ustedes? Simplemente escojo a las
personas menos especiales del
montón. Las que tienen un aire
de... consuetudinariedad. Es como
una infección. Afecta hasta la
manera en que caminan. Es
asqueroso. Ni siquiera debes saber
qué significa consuetudinario, ¿o
sí?

Lucas mueve la cabeza negativamente, altanero.

SEÑOR MARTINEZ
Ves, eso te pasa por no ir a
estudiar. Significa ordinario,
común. Es la palabra que mejor
define su especie.

LUCAS
Tan raro. Pensé que usted y yo
éramos de la misma especie.

El señor Martínez lo mira con desdén, coge la pistola y le


dispara a María en el pecho.

Lucas mira a María y después al señor Martínez, nervioso,


respirando agitadamente, por la nariz.

El señor Martínez deja la pistola y empieza a llenar una


inyección con un líquido viscoso. Cuando termina, se voltea y
se la muestra a Lucas.

SEÑOR MARTINEZ
¿Estás listo?

Lucas le sostiene la mirada sin decir nada.


22

El señor Martínez se le acerca, sonriendo, y lo inyecta en el


cuello. Lucas pierde el conocimiento.

SEÑOR MARTINEZ
Buen viaje Lucas. Espero que sea...
espectacular.

FADE TO BLACK.

SEÑOR MARTINEZ (OFF)


¿Qué creíste?

FADE IN:

INT. SÓTANO - DÍA

Lucas abre los ojos, sobresaltado, se incorpora y mira a


todos lados. Está desamarrado.

SEÑOR MARTINEZ (OFF)


¿Que te iba a matar?

Lucas se para lentamente, desconfiado. María, Alfredo y el


primer pupilo ya no están.

El tablero está borrado y no hay nada sobre la mesa.

Lucas se queda quieto y empieza a llorar.

SEÑOR MARTINEZ (OFF)


Si te mato... la lección se muere
contigo. Así que espero que la
hayas aprendido muy bien. Porque si
no... te va a doler.

INT. EDIFICIO DE OFICINAS - ASCENSOR - DÍA

Un EJECUTIVO (30) se para frente al ascensor y oprime un


botón.

Las puertas del ascensor se abren. Adentro hay muchas


personas.

EJECUTIVO
Al 15, por favor.

El señor Martínez, vestido con uniforme de ascensorista,


oprime un botón.

SEÑOR MARTINEZ
Con mucho gusto.
23

El señor Martínez sonríe levemente y las puertas del ascensor


se cierran.

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