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La entrega sacrificial en Telarafias (1977) de Eduardo Pavlovsky ia Verénica Fischer (GETEA-UBA-CONICET) Introduccién El 24 de marzo de 1976 el gobierno constitucional de Isabel Perén (Maria Estela Martinez de Perén) fue derrocado por un golpe militar, perpetudndose las fuerzas armadas en el poder hasta 1983, afio en que se restituy6 la democracia en nuestro pais, con las elecciones presidenciales y la consecuente asuncién de Ratil Alfonsin. Asi, el justicialismo, que hab{fa sido elegido democraticamente con casi el cincuenta por ciento de los votes, era desalojado del poder por los militares sin oposiciones manifiestas por parte de la sociedad civil. Los motivos de la falta de resistencia -que permitieron la apertura del denominado “Proceso de Reorganizacién Nacional”, sucediéndose en el poder Jorge Rafael Videla (1976-1981), Roberto E. Viola (1981), Leopoldo F. Galtieri (1981-1982), y, finalmente, Reynaldo B. Bignone (1982-1983)- fueron, entre otros, la debacle econémica, la crisis social, la violencia generalizada de diversos grupos privados, la represi6n oficial,’ la debilidad del Parlamento, la incompetencia de los partidos politicos (Quiroga, 2005: 36 y 39) que devinieron en el descrédito de las instituciones democraticas y en la deslegitimacién de la figura presidencial. La presencia de las Fuerzas Armadas en el gobierno de la Naci6n se auto-justificé, discursivamente, en la “Proclama del Proceso de Reorganizacién Nacional”.? Intentaron legitimar la dictatorial toma del poder avalando la asuncién de una “obligacién irrenunciable” que las Fuerzas Armadas -representadas por el Ejército (en la persona de Videla), la Armada (Emilio Eduardo Massera) y la Fuerza Aérea (Orlando Ramén Agosti)- tenian hacia la Patria y la Nacién argentinas ante el inminente “vacio del poder” y posible “anarquia” y en vistas a la recuperacién del “Ser Nacional”. A través de un “proceso de reparaci6n” se proponian: “terminar con el desgobierno, la corrupcién y el flagelo subversivo” (cf. nota 1). En vistas a lograr estos objetivos, avalaron el terrorismo de Estado encubriéndolo positivamente como una medida patristica, incuestionable y necesaria para “erradicar definitivamente los vicios que afectan al pais”. Los tres poderes fueron desarticulados: 1) no s6lo se dio fin al mandato del presidente constitucional sino también al de los gobernadores, 2) el Congreso Nacional fue disuelto, como asi también lo fueron 168 PATRICIA VERONICA FISCHER Jas legislaturas provinciales, y 3) los miembros de la Corte Suprema de Justicia fueron depuestos de sus cargos. El poder quedé en manos de la Junta Militar -integrada por las tres fuerzas-, 6rgano supremo del Estado; el presidente de la Nacién; y la Comisién de Asesoramiento Legislativo (CAL). Se prohibieron las actividades de los partidos politicos y gremiales; se intervinieron la CGT (Confederacién General del Trabajo) y la CGE (Confederacion General de la Empresa); la economia sufrié una reestructuraci6n liberal que devino en el aumento de la brecha de las clases econémicas, la especulacién financiera, el retraimiento del mercado interno, la inestabilidad, el aumento indiscriminado de la deuda externa y el descontento social; se puso en marcha un sistema represivo contra la subversién —que fue aplicado sin distincién a la sociedad en general- cimentado en los secuestros perpetuados por los grupos operacionales secretos, el interrogatorio, la tortura -llevados a cabo en centros clandestinos de detencién- y la posterior muerte y desaparicién de miles de argentinos, junto con un plan consecuente de apropiacién de menores; se declaré Estado de Sitio; se prohibié cualquier tipo de manifestacién ptiblica; y se impuls6 en el ‘82 la Guerra de las Malvinas. Estos atropellos y violaciones ala condicién humana resultaron en el desgaste institucional, en el desprestigio politico, la deslegitimacién y muerte del régimen militar -en el que ya internamente se habia ido plasmando una crisis interna e innumerables desavenencias entre las diversas fuerzas armadas-. Eduardo Pavlovsky, a través de Telararias (1977), denuncia a la sociedad pretoriana que permite la intervencién de los militares en la vida politico- institucional del pais. Sin ese apoyo no hubiera sido posible un golpe que no fue s6lo militar sino también civico. Asi como la sociedad mediante su silencio/ pasividad -victima del miedo, de la inseguridad, de su impotencia, y de su incertidumbre ante la crisis socio-econémica y politico-institucional- se convirtié en cémplice del sistema represivo instaurado por los militares, para Pavlovsky también cumplié un papel reproductor y propagador de la metodologia del terror, al repetir relaciones violentas a nivel familiar. La institucién de la familia conformaria un su interior un microsociedad fascista, creadora de torturadores. Para Pavlovsky, hay un guifio entre lo familiar y el contexto social, “los pequefios ‘videlitas’ surgieron en las mejores familias. (...) En Telaranias, donde el padre se comporta como un torturador y la madre es incestuosa, el problema de los vinculos familiares estaba patetizado, siniestrado, fascistizado. (...) La tortura se volvia familiar y eso era lo intolerable: el fascismo en la propia familia” (2001: 77-78). Si bien son numerosos los lazos que Pavlovsky establece entre el texto y el contexto social de la época en que escribié (en 1976) y puso en escena la obra (en 1977), en el presente trabajo analizamos la entrega sacrificial del hijo en Telarafas que se vincula al tema de la busqueda de identidad del personaje del Pibe ya su anhelo parricida que se concreta, paradéjicamente, hacia el final dela obra cuando “accede” al acto filicida de sus progenitores. En este recorrido hacia la muerte, los padres intentan institucionalizar la violencia familiar a través de diversos rituales en los que se introduce al Pibe en areas de aprendizaje. El fascismo y la intimidacién aparecen en las diversas actividades y practicas cotidianas, en el espacio privado como en el ptiblico. El hijo debe, por un lado, LA ENTREGA SACRIFICIAL EN TELARANAS (1977) DE EDUARDO PAVLOVSKY, 169 “hacerse hombre a los golpes” -sometiéndose pasivamente a los maltratos mas brutales- y, por otro, dejarse “infantilizar” por los padres quienes detentan la autoridad y en quienes recae también la responsabilidad de sociabilizar al hijo en la violencia. El hogar se convierte, asi, en una sala de tortura donde el padre se instaura como el lider y profesional de dicha violencia ~secundado por su esposa- y el hijo como victima y futuro victimario -en caso de ser un buen aprendiz- en la genealogja del terror. En este andlisis, partimos de la hipétesis de que el hijo da-su-muerte-al-otro en sacrificio dando, a su vez, muerte al padre. Siguiendo a Derrida “Esta muerte [la posibilidad de morir del otro o de morir por el otro] no se da (...) como aniquilamiento. Instituye la responsabilidad como un darse-(la)-muerte u ofrecer mi muerte, es decir mi vida, en la dimensién ética del sacrificio” (2000: 52). El camino hacia la muerte La divisién del texto en varios subtitulos que indican diferentes situaciones — “Escena fascista”, “Comida”, “Ico”, “Ruleta”, “Cumplearios”, etc. que se interrelacionan -no sélo por el hilo argumental que contiene una violencia “in crescendo”, sino también, en algunos casos, mediante la reproduccién de unas escenas en otras- més la ausencia de una prehistoria que dé cuenta del motivo de la violencia familiar, otorgan una idea alienante de recursividad y gratuidad de los actos salvajes quiada por un animalizado concepto conductista del aprendizaje. En la primera escena, “Obertura. Escena Fascista”, el hijo internaliza los signos identificatorios del Club Deportivo Lantis -el escudo, la bandera, la vestimenta- y el discurso lanusense mediante la lectura de una carta, que no ha sido escrita por él,* desarrollando involuntariamente un sentido de pertenencia, simpatia y fidelidad hacia dicha institucién, y que luego se convertiré en militancia trasladada hacia el partido fascista hitleriano, en el que el padre ocuparé la figura lider de Adolfo Hitler -caracterizado por el disfraz y la lectura de un discurso ininteligible- y él la figura de un representante de la juventud nazi, secundados fervientemente por el delirio del griterio y la ovacién de la masa de la tribuna transformada luego en la masa hitleriana. Mediante la ficci6n y la traslacién de ese imaginario futbolistico al imaginario de la Alemania nazi durante la segunda guerra mundial, el padre tiende a vincular a su primogénito con signos, comportamientos e ideales fascistas, a automatizar sus respuestas, contribuyendo a ordenar su experiencia y a interpretar la realidad segtin dichos parémetros que promueven una obediencia masiva, ciega, irreflexiva e incuestionable. Asi, el fitbol y, luego, el partido fascista aparecen en el texto como un lugar de hombres, como el espacio donde “uno aprende a ser macho” mediante actos que no deben ser racionalizados sino asumidos con orgullo; y en estos juegos —que estardn atravesados por la violencia— el hijo aprende a secundar automaticamente al padre quien busca fundar una psicologia y genealogja de la violencia y del terror. La profesionalidad de la violencia se inculca al hijo apelando, asimismo, a juegos infantiles -propios de los primeros estadios del desarrollo del nifio- a situaciones comunicativas y de sociabilidad primarias e incluso a la comunicacién mas primigenia y fisiolégica madre-hijo que determinan a futuro 170 PATRICIA VERONICA FISCHER normas y patrones de comportamiento. En estos espacios de infantilizacion ~-en los cuales el Pibe de diecisiete afios hace uso de la pelela, juguetea con el burbujero, toma el pecho, anda en ico, le animan su fiestita de cumpleafios, recibe la comida en la boca, etc.— el hijo es degradado, violentado, ridiculizado, humillado. Consecuentemente, el hijo deberd en el futuro -siquiendo el ideario de los padres~ degradar, violentar, ridiculizar y humillar. El hijo no se resiste. Calla y se integra a toda clase de juegos salvajes, infantiles, perversos y regresivos que forman parte de lo cotidiano. El silencio no implica complicidad sino entrega en sacrificio, para desviar o encubrir el anhelo parricida. Aparece la cara perversa, embrutecida del padre, un padre que psicopatea y goza con la tortura del hijo, y la cara del hijo transformado en cordero que por temor, culpa y por desear un padre consistente asiente a su agonia. Cuanto mas terrible es su padre, mas se somete y asiente. El sistema que se ha intentado hacer funcionar no es el de la ley -y el del lenguaje- sino el de la violencia. Los padres no s6lo han imposibilitado su predisposici6n y su capacidad para expresarse de forma independiente tanto en actos como en palabras sino que también han limitado su mundo de referencia, el cual sdlo esta apegado a la reiteraci6n de comportamientos fisicos y a la repeticién de mondlogos, frases y vocabularios concomitantes con el aprendizaje de la tortura. El hijo recurre a actos y palabras aprendidas y automatizadas por las regularidades del juego, sin realizar reflexiones conscientes. Pero también, cuando es objeto de los ultrajes paternos, nos encontramos con su mudez. El silencio del hijo responde a una actitud dual: su deseo de resistencia contrasta con su anhelo parricida. Derrida (2000) compara la figura de Bartleby el escribiente, de Melville, con la figura biblica de Abraham quienes responden que “si” cuando preferirian decir que “no”. Si bien, como sefiala Derrida, el “preferiria no hacerlo” de Bartleby es “una pasi6n sacrificial que lo conduciré a la muerte, una muerte dada (...) por la sociedad que no sabe siquiera por qué acttia asi” (2000: 76), en Telarafias el tratamiento y sometimiento del hijo a su propia muerte no sélo obedece el mandato paterno y alimenta el sistema social —cuyo claro anclaje histérico es el Proceso de Reorganizacién Nacional- sino que también favorece al derrumbamiento y vaciamiento de dicho sistema. Asi como el padre pierde su condicién paterna mediante este mecanismo, la sociedad pierde una generacién y corta su genealogia con la muerte de los hijos. La mudez del hijo y la repeticion automatica de palabras aprendidas se quiebra en cuanto se encuentra en soledad y quiere expresarse auténomamente. En “Tarzan en la selva” “(El Pibe atraviesa el cuarto colgado de una soga 0 dos (tipo Tarzan), expresando gritos guturales y primitivos)” (126). La expresion del Pibe se remonta, por lo tanto, a una fase o comunicacion prelingiiistica en la que a través del balbuceo y de los gritos vocifera su dolor. La imposibilidad de elaborar el trauma le impide comprender y poner en palabras lo vivido diariamente. Junto a la voz gutural del hijo podriamos pensar que se oye, a su vez, la voz gozosa del padre sanguinario, la voz del “urvater”, padre primordial de la horda. Lo tinico que puede internalizar es lo primitivo, lo salvaje, lo inhumano del padre que lo goza. Junto a este lenguaje que transmite un sentimiento no expresable en palabras, este convencional, se expresa el gozo de ese padre que atrapa al hijo con el discurso hitleriano caracterizado por lo ininteligible, lo irracional. La expresién del hijo queda atrapada en ese grito sin sonidos propios. La voz es, finalmente, la voz lastimera y salvaje, evocadora de la presencia omnipresente del “urvater”. Paraddjicamente, estas escenas preludian la de la “Invasién”. Los golpes a la puerta de los invasores Beto y Pepe no perturban a la familia. Comprendemos, entonces, la naturalidad con que se vive la violencia tanto en la casa como en el exterior donde también hay un orden jerarquico, teniendo estos nuevos personajes una psicologia afin a la de los padres. Pavlovsky (1998) ha serialado que aunque en la obra no se hablaba de politica, el sdlo hecho de que Beto y Pepe entraran a la casa para hacer un interrogatorio, le daba un sentido politico inmediato al texto. Los torturadores no sélo maltratan al hijo aunque el mayor torturador es el padre quien corta al Pibe con un cortaplumas hasta hacerlo desfallecer- sino que encontrandose en un émbito violentamente familiar se integran a la familia. Este clima “onirico” -como aparece en las didascalias-, en el que Beto y Pepe participan de los juegos familiares, se rompe cuando Beto recibe un radio llamado y esto los vuelve al sistema, retornando abruptamente al espacio ptiblico, espacio al cual ingresard el hijo en la escena catorce “La vuelta” (147). A partir de su primer contacto con el mundo exterior -en el que se pone a prueba el aprendizaje del ambito privado- el hijo comienza a rebelarse, revirtiendo las situaciones anteriores: grita el gol de Racing con un birrete celeste y blanco en su cabeza -haciendo que él y su padre sean escupidos, golpeados y vociferados por su propia tribuna-, le gana al padre en el juego de la ruleta y se resiste a ser alimentado, escupiendo violentamente el puré. Todos los rituales paternos son desarticulados mediante la resistencia inesperada del Pibe. El hijo -representante de otra generacién- se resiste a integrarse a ese sistema social que es alimentado por la violencia inculcada desde el ambito familiar y que, a su vez, incide y retroalimenta con su violencia al espacio privado. Esta rebeldia lleva a los padres a matar al hijo mediante el uso de la horca: “Padre y Madre: iA la una, a las dos, y a... las tres! (La Madre le saca la silla violentamente en el mismo momento que el Padre le da por detrs un violento empuj6n. El cuerpo del Pibe se bambolea por todo el cuarto. Se oyen gemidos y convulsiones. En uno de los vaivenes rompe el espejo, que queda en forma de telaranas)”. (1998: 151) Asi, el espejo donde el Pibe se miraba continuamente entre juego y juego, entre disfraz y disfraz, buscando su identidad, se quiebra y esta ruptura simboliza la destruccién psicoldgica de su subjetividad. A lo largo del texto dramatico, existe una doble entrega por parte del Pibe: la entrega simbélica el sacrificio como don— ylaentrega de la sangre -el sacrificio como suplicio-. En el primero, el Pibe forma parte del universo ficcional a través del disfraz, del rol asumido en el juego de ruleta, de la repeticién automatica de palabras. En el segundo caso, a través de su participacién pasiva en la horca que sus padres le ofrendan. Por medio de esta entrega corporal -siendo el filicidio consentido-, el hijo busca preservar al padre -y, aparentemente, el anhelo parricida queda en el ambito sdlo del deseo-, 172 Patricia VERONICA FISCHER entregdndose él mismo y haciéndolo consistente. Es decir, para no matar al padre se ofrece el suplicio sacrificial. Pero éste es un acto engafioso. La paradoja reside en que haciendo entrega de su sangre, mata a sus padres: ellos se quedan sin discurso, sin descendencia y, por ende, sin dominio. En el texto esta presente la idea de hacer crecer al adolescente, hacerlo hombre a los golpes, para integrarlo al sistema y, por ende, también hacer crecer el sistema. Como esto fracasa, los padres terminan asesinando a su propio hijo. A través de esta muerte, no hay continuidad. El sistema se llena de sangre y se desangra por la falta de dones simbélicos (y de cuerpos). La obra termina con el siguiente didlogo: (En la escena aparece una fotografia del PIBE a un costado del cuerpo que sigue colgado. El PADRE y la MADRE estén sentados en la mesa que aparece por delante de la foto). Madre: Pudimos preguntarle algo. Padre: No hubiera hablado. Siempre fue reservado. Madre: De todos modos no lo intentamos. baal Madre: No entiendo la juventud. Son tan distintos a nosotros. Padre: Es verdad... son distintos... pero mejores. ) Madre: Pero esté muerto, y el mundo no va a cambiar. Padre: Si, el mundo va a cambiar. Madre: No, no va a cambiar. Padre: Si, va a cambiar. (Comienza a comer). * (Apagén). (Paviovsky, 1998: 152) El pibe es victima de sus progenitores y, a modo de imitacién forzosa, se convierte en victimario de sus padres y, a su vez, de un sistema desangrado. Los padres comprenden, hacia el final, que han cortado el lazo de su descendencia y la preocupaci6n por el hijo pasa a ser la preocupacién por la juventud, una juventud diferente a la de los padres, quienes le han dado muerte imposibilitando que el mundo cambie. Conclusiones El hijo sabe que cumpliendo el pedido paterno desmantela el goce del padre, quien ya no puede seguir gozando con la sangre derramada porque el acto gozoso se acaba en cuanto es ejecutado. La entrega sacrificial se une, entonces, a su anhelo parricida que se materializa cuando acepta el filicidio. El pago por su liberacién es alto, aunque efectivo. “El ofrecimiento sacrificial del hijo no es sino una celada al padre, pues implica cesién de responsabilidad en el asesinato: es el Otro el que lo pide, lo ordena 0 lo exige. Por eso, en la alianza culposa, los hijos han quedado libres OSVALDO PELLETTIERI (ED.) Galerna Fundaci6n Roberto Arit Texto y contexto teatral / dirigido por Osvaldo Pellettieri - 1* ed. - Buenos Aires : Galerna, 2006. 320 p. ; 22x15 cm. ISBN 950-556-495-3 1. Teatro-Teoria. I. Osvaldo Pellettieri, dir. CDD 792.01 ISBN-13: 978-950-556-495-8 Foto de tapa: El capote (1985) de Ana Itelman, Grupo de Danza Contempordnea, foto Carlos Furman. ©2006, Editorial Galerna Lambaré 893, Buenos Aires, Argentina Hecho el depésito que prevé la ley 11.723 Impreso en la Argentina Tirada de esta edicién: 1.000 ejemplares. Este libro se termino de imprimir en el mes de agosto del ahio 2006 enlos Talleres Graficos DEL S.R.L. E. Fernandez 271/75, Pifieyro, Avellaneda. Tel: 4222-2121 + 4222-5467 Ninguna parte de esta publicacién, incluido el disefio de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningtin medio, ya sea eléctrico, quimico, mecanico, dptico, de grabacién o fotocopia, sin permiso previo del editor y/o autor. GETEA (Area de Investigacion Teatral del Instituto de Historia del Arte Argentino y Latinoamericano de la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA), consecuente con su propésito de integrar el quehacer teatral yla meditacion sobre ese quehacer, continua reuniendo ajio a afio a investi- gadores, estudiosos y teatristas en los congresos que organiza, persis- tiendo en su intento de continuar y fortalecer el dialogo ya iniciado y de abrir nuevos caminos que nos permitan establecer relaciones de inter- cambio que sélo pueden lograrse mediante el mutuo conocimiento. Hace quince afios iniciamos esta tarea que, pensamos, ya ha brindado algunos resultados significativos. No ha sido facil, pero tenemos la certeza de que el esfuerzo no ha sido vano. Esperamos contribuir a profundizar ese did- logo también mediante las publicaciones de la Coleccién Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano. Los presentes trabajos fueron presentados como Ponencias en el XIV Congreso Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino, organizado por GETEA (Grupo de Estudios de Teatro Argentino e !beroamericano) y realizado en el Instituto Nacional de Estudios de Teatro y la Fundacién Konex. en Buenos Aires durante agosto de 2005. Wil Gj 917895051564958I zq Galerna Fundaci6n Roberto Arlt

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