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Guión de William Wisher Jr. y Warren Lewis,
basado en la novela
de Michael Crichton,
Ahmed (en off): Soy Ahmed Ibn Fahdhan, Al Abbas, Ibn Rasid, Ibn
Hammad. Y las cosas no fueron siempre así.
Interior de un palacio. Una mujer con un velo transparente bajo los ojos,
y su séquito pasan por una sala.
Jinete: Vienen los tártaros, vienen los tártaros... Huid, salvad la vida.
Tras un recodo del río aparece un drakkar vikingo. Lleva la vela bajada,
por lo que es movido a remo.
Ahmed: Espera, Hosein. Eh, alto, espera. Los hombres de ese barco,
¿quiénes son?
Hosein: Hombres del norte. Seguid adelante y no habléis.
Hosein: Depende. Tal vez nos dejen ir o tal vez nos maten.
No recibe respuesta.
Se acercan.
Ibn Falan (en off): Nombrado ya un nuevo rey, los hombres del norte
se prepararan para el funeral del fallecido.
Murmullos de preocupación.
La vieja vacía una caja sobre una piel, donde cae un montón de
pequeños huesos.
Los trece jinetes, mas el hijo del rey, avanzan por un paraje nevado bajo
un cielo gris.
Fundido con otra escena similar. Esta vez bajo la lluvia. Ahora, repite en
voz baja algunas de las palabras que escucha.
Fundido con la siguiente escena. Ya puede comprender frases
completas.
Ahmed: ¡Escuchándoos!
Buliwyf: Enséñame.
Ahmed toma un palo, escribe sobre la tierra y dice: Hay un solo Dios, y
Mahoma es su profeta.
Helfdane: Toma.
Ahmed: No.
Herger: ¡Silencio!
Buliwyf: ¡Odín!
- Un heraldo.
Llegan ante la casa del rey. Tiene algunos gruesos postes a la entrada y
las puertas están labradas con imágenes de dragones. Desde allí se ve
un brazo de mar (tal vez un fiordo) y unas montañas al fondo.
Empiezan a discutir.
-Podemos construir una puerta.
Ahmed: ¡Caballeros!
Todos miran en la dirección que les indica. Suben a un tejado para ver
mejor. Es un niño que corre por el campo.
Van hacia él a caballo. Está desnudo y tiene sangre seca por el cuerpo.
Llora.
Wielew (la reina): Esperad. Yo le conozco. (Lo cubre con su capa) Vive
en una granja, en el valle. Yo os llevaré.
Buliwyf da el alto con una mano. Hace gestos para indicar lo que deben
hacer. Edgtho sigue adelante. Los demás bajan y se ponen en
movimiento.
Ven una casa al lado de un río. Está en una ladera y para salvar el
desnivel hay un camino de troncos a modo de puente. Se acercan
sigilosamente por varios lados. Dos de ellos entran.
Los que han entrado a la casa salen y hace señas de que no hay peligro.
-Iban a pie.
Llega Edgtho.
Buliwyf: ¿Y el rastro?
Edgtho: Desaparecerán.
Hrothgar: Ahora ellos nos dan caza dentro de nuestra propia tierra.
No siempre fue así. Al principio, pensamos en construir para dejar
granjas hasta donde alcanza el horizonte.
Se acerca una mujer rubia (Olga) para llenar los vasos. Herger tapa el
suyo con la mano.
En el interior.
Wigliff (hijo mayor del rey, con voz taimada): Este caballero tiene el
aspecto de un gran guerrero y sin duda es muy valiente. Pero para
luchar con los wen necesitará que le acompañe la suerte.
Wigliff se va.
El rey hace como que le han convencido. Atrancan la puerta. El rey, las
mujeres y los niños se refugian en el sótano.
Ragnar: ¡Muévete!
Skeld: No.
-Está igual.
-¿Qué?
-Yo tampoco.
-Ninguno.
-Son demonios.
Ahmed: Funciona.
Todos ríen.
Ahmed: ¿Aguamiel?
Olga: Agua
Ahmed: Gracias.
Le toca la herida y él se queja.
Olga: Te curarás.
Ahmed: ¿Qué?
Miran hacia la casa del rey. Este está en una especie de mirador con su
hijo. Al lado, hay dos hombres.
Angus: Tú no escuchas.
Herger: Sí.
Ahmed: Y más joven.
Comienza el duelo.
Buliwyf le ignora.
Herger: Sí.
Le echa la bolsa.
Ahmed: Va a llover.
Edghto: Ya la veo.
Se oye el toque de un cuerno a lo lejos. En una montaña se ve una línea
serpenteante de fuego.
-Huid.
-Empujad.
En el poblado.
Ahmed: Es caballería.
Herger: Preferiría un dragón.
Los jinetes llegan ante la empalizada. Dan una vuelta al foso. Empiezan
a tirar las antorchas por encima de la valla. Los arqueros vikingos
derriban a algunos.
Unas flechas de los wendols se clavan cerca de donde están Inb Fahdhan
y Herger.
Al árabe, cada vez le cuesta menos acabar con los que se le ponen
delante.
-Volved y luchad.
Buliwyf: ¡Árabe!
Un wendol cae sobre el árabe. Este le golpea repetidas veces hasta que
logra ponerse de pie.
Le pasa el cuerno.
Ahmed: No puedo, yo.. no pruebo la fermentación de la uva ni del
trigo.
Olga: Ven
Entra Edgtho. Deja caer el cadáver de un wendol que lleva sobre los
hombros. El perro de Buliwyf gruñe.
Ahmed: Es un hombre.
Wielew: Esta mujer ya era vieja cuando mi abuela era una niña. Está
algo loca.
Vieja: Mal, mal. Tengo a la reina Wielew delante de mi. ¿No es cierto?
Vieja: Tengo oídos. Guerrero, dice el viento. Jefe, dice la lluvia. ¿Por
qué acudes a mí? ¿Tienes un rival? ¿Tienes un rival en los
devoradores de cadáveres?
Ahmed: Sí.
El árabe saca la estatuilla negra. Se la da a Buliwyf y este a la vieja.
Buliwyf: ¿Cómo?
En el bosque.
El perro va con ellos.
Llegan a un lugar donde hay pieles extendidas sobre palos, con cráneos
de osos.
Ahmed: Las garras, los tocados. Osos. Creen que son osos. Quieren
que creamos que son osos. Eh, ¿cómo se caza a un oso?
Weath: En la tierra.
Dentro de la cueva.
Llevan antorchas.
Entran en una zona más amplia. Observan con atención. Hay una gran
estatua femenina, similar a la estatuilla que encontraron días antes.
Llegan a un lugar más amplio. A un lado hay una cascada. Desde allí se
ven a más wendols.
Herger le da un empujón.
Los guerreros salen del agua. Matan a todos los wendols, pero llegan
más.
Después ve a una mujer. No hay duda de quien es. Tiene sobre sus
hombros una serpiente. En una mano, una garra muy larga atada a un
dedo. La moja en un recipiente con veneno y se dispone a defenderse
con esa única arma.
Herger: ¡Malditos!
Buliwyf: Sí. (Ve como por la parte superior de la cueva siguen llegando
wendols y no va a ser posible regresar por el mismo sitio). No va a ser
fácil salir de aquí.
Herger: ¿Y Helfdane?
Herger: Estamos siguiendo el curso del agua. Tiene que salir por
algún sitio.
Herger: ¡Buliwyf!
Ahmed: Ya vienen.
Buliwyf: Intentémoslo.
Empiezan a sumergirse.
Bucean entre las rocas hasta que ven un agujero por donde entra la luz.
Finalmente salen al mar. En el salón del rey.
Ahmed: Tú no lo sabes.
Herger: Se terminó la madeja. Hace mucho que se urdió el hilo.
Buliwyf (sin mirar a nadie): Sólo tengo estas manos. Moriré pobre.
Le entrega su espada.
Afuera.
Ahmed: ¿Cuando?
Comienza a llover.
Herger (que parece haber asumido el mando): ¡Ten! (le entrega la cota
de malla a Ahmed) Estad preparados.
En el sótano.
-Ya vienen.
Ellos también saben que esa será la batalla definitiva y que su muerte es
muy probable.
Los muchos wendols que había a pie, y que estaban lejos, se retiran
también.
Ahmed: Se acabó.
El perro gime.