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Robert Solow cuenta, un poco en broma, un poco en serio, que alguien inteligente,
judío o keynesiano nunca conseguiría trabajo en Harvard. Por el antisemitismo
prevaleciente allí, Samuelson se trasladó al MIT. A través de los años, Samuelson
supo seducir y atraer a una brillante lista de economistas para que enseñaran o
estudiaran en este instituto (hoy la meca en economía académica). Muchos de
ellos obtuvieron después el premio Nobel: Bob Solow, Franco Modigliani, George
Akerlof, Joseph Stiglitz, Robert Engle, Paul Krugman. Todos ellos hablan con
devoción de su brillante maestro.
En 1970, año en que se entregó por segunda vez el Premio Nobel de Economía, se
convirtió en el primer norteamericano en conseguirlo, “por el trabajo científico a
través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica, y
contribuido activamente a elevar el nivel del análisis en la ciencia económica”.
Entre las razones que esgrimieron para justificar su elección, La Real Academia
Sueca recalcó “por haber hecho más que cualquier otro economista
contemporáneo para aumentar el nivel del análisis científico en la teoría
económica. Ha reescrito una parte considerable de la teoría económica. También
ha mostrado la unidad fundamental tanto de los problemas como de las técnicas
analíticas en economía, parcialmente por una aplicación sistemática de la
metodología de maximización a un amplio conjunto de problemas”.
Y todo esto lo hizo, tal como se lo reconocieron con el Nobel, al elevar el nivel
analítico y metodológico de la ciencia económica. Fue pionero en generalizar y
aplicar métodos matemáticos propios de la ingeniería, más precisamente de la
termodinámica, a la economía. Específicamente, aplicó el Principio de Le Châtelier
de termodinámica, estableciendo el método de estática comparativa en economía.
Este método explica los cambios en la solución de equilibrio de un problema de
maximización obligada (económica o termodinámica) cuando una de las
restricciones es marginalmente reforzada o relajada. Hasta ese entonces, la
Economía carecía de un método claro y preciso, sus teorías tenían un corte más
bien cualitativo, lo que la asemejaba a otras ciencias como la sociología, la
psicología y el derecho. En los años treinta, con el auge del positivismo, existía una
preocupación entre los economistas porque la mayor parte de las explicaciones del
comportamiento se basaban en la idea de “maximización de la utilidad”. Pero
como las funciones de utilidad no se pueden observar, Samuelson propuso lo
siguiente: observar el fenómeno, construir una función matemáticamente tratable
que describa ese comportamiento e intentar hacer predicciones. Para ello, el
método samuelsoniano primero reduce el número de variables y luego formula el
fenómeno como un problema de optimización matemática. Es decir, simplifica el
fenómeno modelizándolo matemáticamente.
Con estos dos libros, Samuelson redefinió la economía moderna. "No me importa
quién escriba las leyes de una nación o conciba sus tratados complejos, mientras a
mí me dejen escribir sus manuales de economía", afirmó alguna vez.
Tal es así, que en más de una oportunidad rechazó propuestas para ocupar cargos
públicos, porque “no quiero dejar de escribir o decir lo que pienso”. Sin embargo
colaboró activamente e influyó decisivamente en John F. Kennedy. Antes de la
elección de 1960, Samuelson le brindó una clase de economía de 40 minutos,
sobre una roca en la playa en la propiedad familiar de los Kennedy de Hyannis
Port, Massachusetts. Antes de la clase, se realizó un almuerzo con políticos e
intelectuales de Cambridge en la cubierta de un velero, a mar abierto. "Yo me
esperaba una comida fastuosa", comentó Samuelson. "Nos sirvieron salchichas y
porotos". Luego de ese primer encuentro, el profesor Samuelson quedó a la cabeza
del equipo económico, pero rehusó a ocupar cualquier cargo de gobierno. En un
informe que envió a Kennedy en 1961 le afirmó que la reducción temporal de
impuestos sobre la renta individual podía ser un “arma poderosa para luchar
contra la recesión”. Kennedy quedó pasmado. "¿Acabo de hacer campaña con una
plataforma basada en la responsabilidad y el equilibrio fiscal, y usted me dice que
lo primero que debo hacer al llegar al gobierno es reducir los impuestos?",
recordaría más tarde Samuelson, al citar al entonces presidente. Éste finalmente
aceptó el consejo, pero fue asesinado antes de poder aprobar la medida. Su
sucesor, Lyndon Johnson, ejecutó luego el plan de Samuelson y la idea del
economista contribuyó en gran medida a impulsar el “boom” económico de los
años ‘60.
En el aula, lugar que Samuelson amaba, era un docente fluido, vivaz y entretenido.
Espontáneamente sorprendía a su auditorio con alguna frase genial. Es famoso su
comentario acerca de las teorías que él y otros habían desarrollado sobre las
conexiones entre el mercado de capitales y la economía en general. Dijo: "Es
efectivamente cierto que el mercado de valores puede predecir el ciclo económico.
El mercado de valores ha llamado a nueve de las cinco últimas recesiones". Sus
discursos y su pródiga escritura tenían una lucidez y una chispa poco frecuente en
los técnicos de la academia. Siempre intentó dar a sus postulados económicos
"una vuelta de tuerca al final”. Cuando las mujeres comenzaron a quejarse de la
iniquidad salarial y profesional, por ejemplo, Samuelson salió en su defensa: "Las
mujeres son hombres sin dinero".
Volviendo a las líneas iniciales, existe una respuesta más sencilla para explicar
quién era Paul Samuelson: Fue un MAESTRO, en todo el sentido de la palabra.
Luis Mauri.-
http://econoapuntes.blogspot.com
Enero de 2010
Fuentes: Blog “La ley de gravedad”, El Blog Salmón, Michael Weinstein (New York Times),
Joaquín Estefanía (Diario El País, España), M.Olivera (Diario Crítica), Wikipedia.