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Paul Anthony Samuelson

(Gary, Indiana, 15 de mayo de 1915 - Belmont, Massachusetts, 13 de diciembre de


2009)

Hace apenas unos días fallecía, a los 94 años,


Paul Samuelson.
Este ilustre economista representa para la
Economía uno de sus nombres propios
fundamentales, un icono insoslayable para su
desarrollo científico y un referente ineludible en
la mayoría de sus actuales pensadores y
académicos. Muchos no dudan en situarlo como el
padre de la economía moderna.
En los últimos años, durante su lúcida ancianidad,
representaba una especie de “viejo sabio
maestro”, cuya palabra, aunque aguda y
polémica, gozaba la investidura de autoridad.
Éste es un compendio de frases, opiniones, anécdotas e historias acerca
de este querible personaje, que formó (y formará) parte de la vida de
todos aquellos que intentamos interpretar, comprender y desarrollar esta
“ciencia maldita”.

Si alguien ajeno al mundo de la Economía preguntara: “¿Quién era Paul


Samuelson?”, seguramente la respuesta resulta compleja o difícil de explicar.

Expresa el interesante blogista español Citoyen: “… fue el tipo que inventó la


economía tal y como la conocemos hoy. No hay una sola rama teórica que no lleve
su huella o no tenga una contribución fundamental. Él inventó el concepto de
bienes públicos que dio nacimiento a la teoría de la hacienda pública; retomó la
idea de Bachelier según la cuál los precios financieros siguen un paseo aleatorio;
formuló los dos teoremas más importantes en la teoría del comercio internacional;
inventó la teoría de la preferencia revelada; llegó a poner en forma, junto con
Hicks y Solow, la teoría keynesiana. Adicionalmente, es el autor del mejor y más
usado libro de texto de introducción de la economía. … Sin embargo, la
contribución más importante de Paul Samuelson fue su método que es el método,
hoy, de la ciencia económica. … Es probablemente el mejor economista del siglo
XX lo que viene a ser, en una ciencia tan joven como la economía, como el mejor
de la Historia.”

Hijo de un farmacéutico y una ama de casa, Paul Samuelson nació en 1915 en el


seno de una familia judía, y durante su adolescencia sufrió en carne propia las
consecuencias de la Gran Depresión. Justamente para comprender sus causas y
lograr evitarlas, decidió estudiar economía. Se graduó en la Universidad de
Chicago (muchos antes que ésta se convirtiera en el reducto neoliberal y
monetarista) y se doctoró en Harvard ante un tribunal del que formaban parte dos
de los más grandes economistas de la historia: Joseph Schumpeter y Wassily
Leontieff. Cuenta la leyenda que los miembros del tribunal quedaron tan
impresionados por la capacidad y brillantez del joven estudiante, que el genial
Schumpeter comentó abrumado: “¿Y, Wassily? ¿Te parece que lo aprobamos?”,
para luego decirle al resto de los examinadores: “Con nuestros conocimientos en
relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros?".

Robert Solow cuenta, un poco en broma, un poco en serio, que alguien inteligente,
judío o keynesiano nunca conseguiría trabajo en Harvard. Por el antisemitismo
prevaleciente allí, Samuelson se trasladó al MIT. A través de los años, Samuelson
supo seducir y atraer a una brillante lista de economistas para que enseñaran o
estudiaran en este instituto (hoy la meca en economía académica). Muchos de
ellos obtuvieron después el premio Nobel: Bob Solow, Franco Modigliani, George
Akerlof, Joseph Stiglitz, Robert Engle, Paul Krugman. Todos ellos hablan con
devoción de su brillante maestro.

En 1970, año en que se entregó por segunda vez el Premio Nobel de Economía, se
convirtió en el primer norteamericano en conseguirlo, “por el trabajo científico a
través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica, y
contribuido activamente a elevar el nivel del análisis en la ciencia económica”.
Entre las razones que esgrimieron para justificar su elección, La Real Academia
Sueca recalcó “por haber hecho más que cualquier otro economista
contemporáneo para aumentar el nivel del análisis científico en la teoría
económica. Ha reescrito una parte considerable de la teoría económica. También
ha mostrado la unidad fundamental tanto de los problemas como de las técnicas
analíticas en economía, parcialmente por una aplicación sistemática de la
metodología de maximización a un amplio conjunto de problemas”.

Se calificaba a sí mismo como el “último generalista” en una ciencia hoy


superespecializada. Fue un auténtico todoterreno, abarcando y haciendo aportes
fundamentales en todas las ramas de esta ciencia. Sólo por citar algunas de sus
contribuciones: En Economía de Bienestar, popularizó las condiciones Lindahl-
Bowen-Samuelson (criterios de decisión); en Finanzas Públicas, es particularmente
conocido por su trabajo de determinación del reparto óptimo de los recursos en
presencia tanto de los bienes públicos como de los bienes privados; en Economía
Internacional, desarrolló dos importantes modelos: el efecto Balassa-Samuelson y
el modelo Heckscher-Ohlin (con el teorema Stolper-Samuelson), como una manera
de analizar el comportamiento de los agentes económicos a través de múltiples
periodos de tiempo; en Teoría del Consumidor, fue el pionero en la teoría de la
preferencia revelada, método por el cual es posible discernir la mejor opción
posible y definir las funciones de utilidad observando el comportamiento del
consumidor.

Pero, más importante aún, Samuelson es considerado uno de los fundadores de la


economía neoclásica moderna. Ayudó decisivamente a crear lo que se conoce
como Síntesis Neoclásica, que consiste en incorporar y conjugar los principios
keynesianos con los neoclásicos, doctrina que actualmente domina el mainstream
económico.

Y todo esto lo hizo, tal como se lo reconocieron con el Nobel, al elevar el nivel
analítico y metodológico de la ciencia económica. Fue pionero en generalizar y
aplicar métodos matemáticos propios de la ingeniería, más precisamente de la
termodinámica, a la economía. Específicamente, aplicó el Principio de Le Châtelier
de termodinámica, estableciendo el método de estática comparativa en economía.
Este método explica los cambios en la solución de equilibrio de un problema de
maximización obligada (económica o termodinámica) cuando una de las
restricciones es marginalmente reforzada o relajada. Hasta ese entonces, la
Economía carecía de un método claro y preciso, sus teorías tenían un corte más
bien cualitativo, lo que la asemejaba a otras ciencias como la sociología, la
psicología y el derecho. En los años treinta, con el auge del positivismo, existía una
preocupación entre los economistas porque la mayor parte de las explicaciones del
comportamiento se basaban en la idea de “maximización de la utilidad”. Pero
como las funciones de utilidad no se pueden observar, Samuelson propuso lo
siguiente: observar el fenómeno, construir una función matemáticamente tratable
que describa ese comportamiento e intentar hacer predicciones. Para ello, el
método samuelsoniano primero reduce el número de variables y luego formula el
fenómeno como un problema de optimización matemática. Es decir, simplifica el
fenómeno modelizándolo matemáticamente.

El profesor de la Universidad de Chicago y ganador del Nobel en 1995, Robert


Lucas, quien no precisamente comulga ideológicamente con las doctrinas de
Samuelson, reconoce su aporte científico: “Cómo muchos otros de mi legión, hice
propia su visión de que si no podía formular matemáticamente un problema de
teoría económica, no podía saber qué estaba haciendo. Pienso que el análisis
matemático no es una de las muchas formas de hacer teoría económica: Es la
única forma. La teoría económica es análisis matemático. Todo lo demás es sólo
dibujos y habladurías”.

Estos métodos de la teoría económica, fueron primariamente divulgados en la


publicación de su tesis doctoral, titulada sin ninguna modestia “Fundamentos
del Análisis Económico”. Esta obra, que destrozó los parámetros establecidos
hasta entonces del estudio de la economía, resultaba demasiado especializada,
por lo que inicialmente no le permitió al joven Paul aumentar significativamente
sus ingresos. Para ese entonces ya se encontraba casado con Marion Crawford,
una ex alumna de la Universidad de Chicago, con la cual tenían tres hijos y
quedaron a la espera del nacimiento de trillizos. Para poder solucionar sus
problemas financieros, sus amigos le sugirieron que escribiera un texto simple y
básico de economía. Así surgió uno de los best-seller más grandes de la historia de
esta ciencia, llamado “Curso de Economía Moderna”, pero luego conocido
popularmente por millones de estudiantes de todo el mundo como “El
Samuelson”. Al día de hoy lleva más de 50 re-ediciones y fue traducido a más de
40 idiomas. Obviamente, hizo rico a Samuelson.

Con estos dos libros, Samuelson redefinió la economía moderna. "No me importa
quién escriba las leyes de una nación o conciba sus tratados complejos, mientras a
mí me dejen escribir sus manuales de economía", afirmó alguna vez.

Tal es así, que en más de una oportunidad rechazó propuestas para ocupar cargos
públicos, porque “no quiero dejar de escribir o decir lo que pienso”. Sin embargo
colaboró activamente e influyó decisivamente en John F. Kennedy. Antes de la
elección de 1960, Samuelson le brindó una clase de economía de 40 minutos,
sobre una roca en la playa en la propiedad familiar de los Kennedy de Hyannis
Port, Massachusetts. Antes de la clase, se realizó un almuerzo con políticos e
intelectuales de Cambridge en la cubierta de un velero, a mar abierto. "Yo me
esperaba una comida fastuosa", comentó Samuelson. "Nos sirvieron salchichas y
porotos". Luego de ese primer encuentro, el profesor Samuelson quedó a la cabeza
del equipo económico, pero rehusó a ocupar cualquier cargo de gobierno. En un
informe que envió a Kennedy en 1961 le afirmó que la reducción temporal de
impuestos sobre la renta individual podía ser un “arma poderosa para luchar
contra la recesión”. Kennedy quedó pasmado. "¿Acabo de hacer campaña con una
plataforma basada en la responsabilidad y el equilibrio fiscal, y usted me dice que
lo primero que debo hacer al llegar al gobierno es reducir los impuestos?",
recordaría más tarde Samuelson, al citar al entonces presidente. Éste finalmente
aceptó el consejo, pero fue asesinado antes de poder aprobar la medida. Su
sucesor, Lyndon Johnson, ejecutó luego el plan de Samuelson y la idea del
economista contribuyó en gran medida a impulsar el “boom” económico de los
años ‘60.

En referencia a Samuelson y la función pública, Lawrence Summers, actual director


del Consejo Económico de la Casa Blanca, ex Secretario del Tesoro y además
sobrino de Samuelson, cuenta: “Él solía remarcar orgullosamente que nunca había
pasado una semana entera en Washington. Pero a través de sus investigaciones,
enseñanzas y escritos ha tenido mayor impacto en la vida económica de éste país
y el mundo que cualquier funcionario económico y que muchos presidentes”.

En el aula, lugar que Samuelson amaba, era un docente fluido, vivaz y entretenido.
Espontáneamente sorprendía a su auditorio con alguna frase genial. Es famoso su
comentario acerca de las teorías que él y otros habían desarrollado sobre las
conexiones entre el mercado de capitales y la economía en general. Dijo: "Es
efectivamente cierto que el mercado de valores puede predecir el ciclo económico.
El mercado de valores ha llamado a nueve de las cinco últimas recesiones". Sus
discursos y su pródiga escritura tenían una lucidez y una chispa poco frecuente en
los técnicos de la academia. Siempre intentó dar a sus postulados económicos
"una vuelta de tuerca al final”. Cuando las mujeres comenzaron a quejarse de la
iniquidad salarial y profesional, por ejemplo, Samuelson salió en su defensa: "Las
mujeres son hombres sin dinero".

Ideológicamente se consideraba un “centrista” y hasta recomendó a Obama esa


posición para salir de la actual crisis. Como consecuencia de tal equidistancia
intelectual, fue atacado tanto por la izquierda como por la derecha. La izquierda
consideraba que con sus reflexiones había contribuido a domar la parte más
insurgente del pensamiento keynesiano, al insertarla en el análisis neoclásico. La
derecha lo criticó por su metodología y por difundir esas enseñanzas keynesianas.
Lo acusaba de haber pronosticado que la economía planificada de la Unión
Soviética superaría en riqueza a la economía de mercado de EE.UU. También se
ensañó con él por sus ataques implacables hacia Milton Friedman y Friedrich
Hayek, los padres del neoliberalismo, a los que consideraba los culpables de lo
ocurrido en los últimos años.

En un artículo titulado “Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek”, que escribió a


fines de 2008, fue severo: “en el fondo de este caos financiero, el peor en el siglo,
encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez faire que predicaban
Friedman y Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Esta es la
fuente primaria de nuestros problemas actuales. Hoy estos dos hombres están
muertos, pero sus envenenados legados continúan”. Sin embargo, no escatimaba
responsabilidad en su escuela y asumía su parte de culpa: "Fuimos nosotros,
fueron alumnos míos, los que desarrollamos teorías para la distribución del riesgo
que resultaron fatales, porque nadie tuvo en cuenta la insaciabilidad del género
humano”. También se opuso manifiestamente al gobierno de George W. Bush. En
el año 2000, ante la posibilidad de que Bush ganase las primeras elecciones
encabezó junto a Galbraith un grupo de tres centenares de economistas
norteamericanos que firmaron un manifiesto avisando de las desastrosas
consecuencias que tendría para que el bienestar llegase a la mayoría. Ante la
invasión de Irak, esos economistas volvieron a declararse en contra.

En sus últimos años, pese a su edad, sorprendentemente se mostraba lúcido,


también duro e inclemente en sus críticas y más comprometido socialmente que
nunca. Pronosticaba una nueva era mundial en la que el liderazgo de EE UU. se
vería amenazado por una cada vez más potente China. Pero indicaba: "Muchas
veces, a lo largo de siete décadas de enseñanza de la economía y creación de
libros de texto, me he equivocado. Aun así, recuerden dónde leyeron todo esto
antes. Como decían los griegos clásicos, no maten al mensajero que les trae malas
noticias". En uno de sus últimos artículos sentenciaba: "Los sistemas de mercado
no regulados tarde o temprano se suicidan".

Volviendo a las líneas iniciales, existe una respuesta más sencilla para explicar
quién era Paul Samuelson: Fue un MAESTRO, en todo el sentido de la palabra.

Luis Mauri.-

http://econoapuntes.blogspot.com
Enero de 2010

Fuentes: Blog “La ley de gravedad”, El Blog Salmón, Michael Weinstein (New York Times),
Joaquín Estefanía (Diario El País, España), M.Olivera (Diario Crítica), Wikipedia.

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