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304 ies 5 NUEVAS FORMAS DE EXPLOTACION ECONOMICA DEL CUERPO El modelo hegeménico de la investigacién biomédica Silvia Rivera, Alejandro Margetic Universidad Nacional de Laniis A medida ge disminuye regularmente el nimero de magnates del capital que usurpan v monopolizan todos los beneficios de ese proveso de muacién continua, crece el peso de la miseria, de la opresion, de la servidumbre de la degeneraciin, de la exploiacin (Mars, 1903, Cap. XXIV §7 pays 855-857) Michel Foucault, en su libro La verdad y las formas juridicas, mantiene didlogos cruza- dos con tradiciones filoséficas de diferentes grados de generalidad, algunas mas amplias, otras més puntuales. Entre las ultimas se destaca el didlogo con lo que Foucault Ilama “una cierta concepcién del marxismo muy difundida en los medios académicos” (Fou- cault, 1995 32s.) Este didlogo, iniciado ya en la primera conferencia en relacién a ios efectos del uso del concepto de “ideologia”, culmina en la conferencia nimero cinco, con la afirmacién de que en la sociedad capitalista, el sub-poder se presenta como condicién de posibilidad de la plus-ganancia. Sub-poder articulado en complejas redes que. al entrar en funcionamento, detona la emergencia de una serie de saberes, a los que se cal fica como “cientificos” (Foucault, 1995 138s.). Este sub-poder, que se nutre de los saberes que ayuda a consolidar, es el que domestica el cuerpo de los hombres al uempo que se apropia de su tiempo, haciendo que estos se conviertan en fuerza y tiempo de trabajo, para transformarse efectivamente en plus-valor Es asi que el sistema capitalista penetra pro- fundamente en nuestras vidas. Sin embargo, y desplazando el eje de la estr cta polémica, lo importante aqui es destacar que saber y poder aparecen arraigados en la trama misma de las relaciones de produccién capitalista. Saber y poder sosteniendo esta trama y estrechando al mismo tiempo un vincu- Jo que parece asumir formas diversas en funcién de la perspectiva. de la mirada que releva y acentia elementos, rasgos, conexiones. Por una parte, entonces, se despliega ante nosotros un poder multifucético, econdmico pero también epistemolégico, con modalidades de accién suttles 0 no tanto, pero conver- giendo siempre en una igual consecuencia que desemboca de un modo y otro en el fend- meno de la explotaci6n. Por otra parte. los saberes que denominamos cientificos, dejan de pertenecer a un supuesto nivel superestructural para insertarse en la base efectiva de las relaciones productivas, que convierten al cuerpo del hombre en fuerza de trabajo, al traba- jo en trabajo asalariado y a este -en funcién del plus-valor- en fuente de incremento del capital Ahora bien, gde que modo pueden ayudarnos estas reflexiones a comprender a Iégica que rige el modelo hegem6nico de !a investigacién biomédica? Iluminar esta cuestiGn es de la mayor importancia, considerando Ia fue'te expansién del citado modelo en las diltr- mas décadas, la sofisticacién de su metodologia, el caudal de inversiones que pone en in de discursos legitimadores. que circulan en dmbitos politicos, 305 académicos, de divulgacién y también burocrético-administrativos. Con el objetivo de responder a la pregunta planteada, destacamcs -en primer lugar- la $mportancia de reubi-e car como eje de andlisis la categoria de “explotaci6n” Reubicarla, frente a la proliferacién de discursos que consideran que los cambios en el proceso dé desarrollo social acontecido en Jas dltimas décadas, no s6lo desplazan, sino que ain “reemplazan” las relaciones de explotaci6n por las de “exclusion” “La exclusién ende, de esta manera, a reemplazar la relaci6n de explotaci6n” (Tedesco, 2000: 19) Los excluidos. definidos como aquellos que no pueden insertarse en ningiin lugar del ciclo productivo, modificarian de modo radical la estructura de la sociedad, tanto en lo que se refiere a forma de organizacién del trabajo (dentro del marco del llamado “capitalismo financiero”), como a la constitucién de las identidades de los sujetos involucrados en este proceso. Sin embargo, la categorfa de “exclusién” no resulta adecuada para dar cuenta de las des- igualdades que se producen en el interior de! proceso de produccién de conocimiento que se presenta como “investigacién biomédica” Proceso de produccién del conocimiento impulsado por empresas que adhieren francamente a la légica de incremento del capital a cualquier precio, sin escatrmar recursos para el logro de este objetivo. En efecto, bajo el rétulo de “protocolos multicéntricos” se propicia una nueva modali- dad de explotacion de! cuerpo, destinada a producir riqueza para los grandes monopolios farmacéuticos, que s6lo buscan extender la indicacién de sus productos, ampliando los mercados alli donde el poder adquisitivo es mayor, y no precisamente donde més se nece- sitan. Un protocolo multicéntrico es un proyecto de mvestigacién generado en algin cen- tro de alta complejidad de los paises mas ricos que busca conformar cquipos trasnaciona- les, interesando investigadores de paises periféricos a través de beneficios ya profesiona- les, ya econémicos. Los investigadores de los paises periféricos funcionan como recolec- tores, de cuerpos y también de datos, en tanto se ocupan del “‘reclutamiento” y seguimien- to de los sujetos de experimentacién, pero sin participacién activa en la elaboraciOn de las hipétesis, tampoco en el procesamiento y difusién de los resultados, y mucho menos en la distribucién de los beneficios que de la investigacién pudieran redundar Estos investiga- dores, en ocasiones, Ilegan a firmar contratos personales con los patrocinantes, sin inter- venci6n de la institucién en la que desarrollan su trabajo. En ocasiones también reciben recompensas econémicas por su trabajo de “recolectores”, recompensan que Hlegan al extremo de computarse por “paciente reclutado”, tal como se acostumbra Hamar a las personas convencidas de participar en los protocolos en cuestién: Pero si los mvestigadores reciben una retribucién por su tiempo y su trabajo, nada reci- ben los sujetos que ademés del tiempo ponen su cuerpo para que sobre ellos se extraiga un saber tecnocientifico que incrementard los fondos de las grandes empresas farmacéuticas. Esto se debe a que no se considera “moralmente adecuado” estimular la venta de! propio cuerpo en situaciones econémicas desesperadcs. Sin duda es mejor obtenerlo gratis, apro- vechando otras desesperaciones, aquellas que nos enfrentan con la enfermedad y la muer- te. El andlisis de los elementos que entran en juego en los lamados “protocolos multicén- tricos” nos muestra el vinculo entre la gestién de la ciencia y Ia \6gica empresarial Nos muestra también el rol de la tecnociencia, que se entrelaza en este modelo, sosteniendo con su logica 0 “metodoldgica de la nvestigacién” una nueva forma de explotacién eco- némica del cuerpo, quizds més sut!l pero ro menos cruel que la denunciada por el marxismo clésico. Examinemos todavia algunos elementos de la metodologia sefialada. La investigacién biomédica tiene como objetivo comprobar Ia eficacia de drogas que deben ser probadas administréndose a un grupo de sujetos que retinan las caracterfsticas requeridas. Estos sujetos, a su vez, son enfrentados a un grupo “control”, es decir a personas a quienes se 306 administran o bien drogas probadas y existentes hasta el momento. o bien simplemente Placebo, es decir que en realidad no se les admimstra nada porque se los mantiene sin # medicaci6n. Ademds, estas investigaciones suelen estrycturarse en base al lamado “doble ciego”, esto es, a la reserva de la identidad de los sujetos que reciben la medicacién a probar por una parte, y aquellos que reciben placebo por lu otra. Reserva que. por lo gene- ral, no puede ser puesta al descubierto hasta Jas fases finales de la investigacién, y esto con independencia de las consecuencius que esto pueda tener en la salud de los sujetos involucrados. Los defensores del placebo como elemento control, argumentan que esta comparacién es preferible a la que se realiza frente a la admimstraci6n de un avente activo a las perso- hnas que integran el grupo control, en tanto nos ofrece un punto de referencia mucho mas fijo y confiable. Por otro lado, los ensayos contra placebo requieren menos sujetos de investigacién y pueden ser completados en menos tiempo. Sin embargo. el uso del place- bo no resiste un andlisis ético mguroso. Esto es asi a pesar de que la Declaracién de Hel- sinki, mantiene una cierta ambigiiedad en su § 29 La Declaracién de Helsinki admite el uuso de placebo, pero sélo en los casos “en gue no existan procedimientos preventivos, diagnésticos o terapéuticos probados” (Declaracién de Helsinki de la Declaracién Médica, Mundial, § 29) Esta ambigtiedad es capitalizada por los inversores y patrocinantes de las investigacio- Tes, en tanto sostienen que la existencia deb: medirse en funcién de estindares estricta- mente locales. Esto significa que si en algin lugar de Africa no hubiera tratamiento dispo- nible para la infeccién por HIV o si carecieran ain de antibiéuicos para el tratamiento de la sffilis, por ejemplo, podrian sin problemas estudiarse el desarrollo natural de estas enfer- medades por una parte, en tanto que por la otra podrian probarse drogus experimentales en grupos de sujetos frente a otros incluidos en grupos control a Jos que no se administraria medicaci6n alguna, por no encontrarse disponible en el lugar elegido para desarrollar el ensayo. Por este motivo la investigaci6n en paises empobrecidos resulta atractiva, ya que permite sortear exigencias que precisamente se imponen en aquellos paises que impulsan y finan- cian los proyectos. (Lurie, P_y Wolfe, S , 19$7) Esto es parte de lo que se esconde detras de la proliferacién de “protocolos multicéntricos” Para sobrevivir. los grandes grupos econémicos necesitan realizar el trabajo en el menor tiempo posible y sorteando la mayor cantidad de obstéculos. Y los paises empobrecidos ofrecen cuerpos para ser utilizados sin costo alguno, ya que nada reciben los sujetos de la investigacién y profesionales que reali- zan su trabajo por pagas minimas en relacién a los salarios_nternacionales, pero suficien- tes para que se animen en ciertas ocasiones, a sortear principios éticos bajo la creencia de que el progreso de la ciencia tradicionalmente se sosiuvo en base al sacrificio de algunos para el bien de la mayoria, sin puntualizar a qué clase social pertenecen esos “algunos” y sin ponderar que la supuesta mayoria potencia mente beneficiaria reduce su extensién a un estricto sector de la poblacién con un cierto acceso a la adquisicién de bienes y servicios. Es importante tener en cuenta que, en la mayoria de los casos. la sujetos de experiments cién provienen de las clases mis bajas de pobladores de paises del tercer mundo y mas escasamente de habitantes de las clases altas de estos paises.) Si entendemos que, en términos generales, ¢! concepto de “explotacisn” indica la posi- bilidad de hacer uso de cierta vulnerabilidad de otro sujeto, en funcién de obtener algin beneficio a sus expensas, no cabe duda que es explotacién lo que se encuentra en la base del descripto modelo de gesti6n de la investigacién biomédica Pero adems en segundo lugar y siguiendo la secuencia de lus calegorias basicas de andlisis marxista que refiere su andlisis a a esfera econémicu- vemos emerger ef poder econémico en la I6gica empresarial que dirige la investigacién en el campo de las ciencias 307 médicas. Los sujetos de experimentacién son explotados por el capital, al tiempo que tanto ellos como su comumdad de pertenencia son énajenados de! producto que generan, Porque resulta que la mayorfa de las veces, las drogag que résultan efectivamente probadas No serdn comercializadas en los pafses que ofrecieron cuerpos para posibilitar su produc- cion. En tercer lugar, si definimos la tasa de plusvalor como la porcién de trabajo no remune- tado, es decir como el plus de trabajo que un obrero realiza para su empleador, excedien- do el trabajo necesano que se necesita como equivalente para generar el salario por el que €s pagado, advertimos que en el modelc sefialado este se incrementa hasta limites incalcu- lables en funcién de la completa falta de retribucién para los sujetos involucrados, a quie- nes ni siquiera se garantiza de modo‘concluyente la provision continua de los medicamen- fos probados una vez terminado el estudio. Este es otro de los puntos conflictivos de la Declaraci6n de Helsinki.. Es evidente, pues, que el beneficio del que se apropian las em- Presas patrocinantes a partir de la explotacién del cuerpo de sujetos que no reciben com- Pensacién alguna es obtenido injustamente. Por supuesto que, llegados a este punto, se impone la revisién del concepto “justicia” Un recorrido por los textos clasicos de la bioética nos permite advertir en su interior una Gierta degradacién del concepto de justicia, que se limita a lo estrictamente formal, dejan- do de lado toda sustancialidad © materialidad en a determinacién de valores y sentidos socialmente construidos. (Rivera, S. y Matera, F , s.f) En efecto, la justicia aparece tanto en la enunciacién de los clasicos principios de la bioética (Beauchamp, Ty Childress, J., 1994) como en el interior de las eélebres Declaraciones Universales de Principios -como |a de Helsinki, por ejemplo- como un principio a ser abordado desde una perspectiva de- ontolégica. La perspectiva deontolégica prescribe deberes, obligaciones y responsabilida- des, pero descuida la determinacién de objetivos socialmonte relevantes Ext el campo Propio de la ética de la investigaci6n, este es sin duda el espiritu que impregna la Declara- cién de Helsinki, cuyo conocimiento se exige a los nvestigadores considerando que es condicién necesaria para garantizar un comportamiento ético La justicia se presenta entonces bajo la mascara de un fetichismo moral y juridico de las “personas”, que resulta equiparable al fetichismo econémico de las cosas, ya que tal como destaca Benne Balibar en su lectura de EY Capital (Balibar, 2000: 81) ambos se presupo- nen mutuamente. Fetichismo que logra su maxima expresién en la nocién de “contralto”, concebido como el instrumento que reglamenta tanto la circulacién de bienes como de Obligaciones. Un contrato, precisamente, es el tan mentado “consentimiento’ informado” que deben firmar los sujetos participantes en investigaciones biomédicus. Contrato que los fija a un sistema de deberes y obligaciones, y que bajo la apariencia de una supuesta ‘'pro- teccign de estos sujetos se constituye en un instrumento de sujecién de los participantes al aparato productivo Llegados a este punto, y a modo de conclusiGn, queremos reafirmar la pertinencia de la aplicacién de categorias marxistas al anilisis del modelo hegeménico de investigacion biomédica. Retomando el diélogo de Foucault con el marxismo académico -con el que comenzamos este trabajo- y después de haber realizado un recorrido por algunos de los Puntos centrales del citado modelo de gestién, destacamos el estrecho lazo entre saber y poder, al igual que el carécter multifacético de Ja red de poderes que realiza la sintesis historica entre el sujeto “hombre” y el precicado “trabajo” en la sociedad capttalista. Y sin bien todo indica que Ia clisica relacién entre “base” y “‘superestructura” debe ser reelabo- rado, queda claro que en un dmbito de fuerte seszo epistemoldgico, como es el de la in- vestigacién cientifica, es el poder econémico el que gufa e! proceso

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