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relato ya que Layachi - Ahmed relata sin interpretaciones psicolgicas, inflexiones o altibajos. El
continuo del relato se mantiene en el placer de estar siendo, de estar sucediendo, ajeno tal vez a la
reflexividad o elipsis de la novela contempornea.
Destaca tambin la particular concepcin del tiempo y del destino, propia tal vez de las culturas
orientales o de los pueblos de religiosidad profunda, donde nada parece urgente y no existe accidente
porque todo sucede por voluntad de Dios -Al para nuestro hroe- . Esto aparece en el relato con una
fina claridad. Pasajes del captulo El Pastor:
La vida del pastor es buena vida, me dijo.
Buena o no buena, ya soy pastor, le dije yo.
Te quedaste dormido?
Bueno, me dorm un poco.
Por qu? Te tengo dicho que no duermas nunca. Quin te dijo que te durmieras?
No saba que me iba a dormir hasta que me despert.
Estbamos all sentados. El me miraba y yo lo miraba. Esperaba a que el dijera algo, pero ya no dijo
nada ms. Y yo no quera hablar solo
Benjamin nos habla que el arte de la narracin est tocando a su fin, que la facultad de intercambiar
experiencias nos est siendo retirada. Hoy predomina la informacin, lo verificable y explicable pero
queda poco para lo memorable. Precisamente el no explicar entrega las condiciones para la sorpresa y la
reflexin, siendo esto una de las gracias a celebrar en Una vida llena de agujeros. El lector, sin buscar el
sentido ltimo del texto, presta voz al protagonista y reinstala la experiencia de Ahmed Layachi para
un goce que se transmite en el tiempo.