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J.L. GARCIA DELGADO (dir.): Lecciones de economt: anole 54 od. Ba. Civitas mere CAPITULO 1 ETAPAS ¥ RASGOS DEFINIDORES DE LA INDUSTRIALIZACION ESPANOLA José Luis Garcia Delgado SUMARIO: 1. Inteopucci6n, 2. PeRsPECTIVA HISTORICA COMPARADA. 3, PRINCIPALES ETA- pas. 4. COMPONENTES Y RASGOS FUNDAMENTALBS: #1 SiGLO XIX. 5. COMPONENTES Y RASGOS FUN- DAMENTALES: EL SIGLO XX. 6, RECAPITULACION. ORIENTACION BIBLIOGRAFICA. LECTURAS RECOMEN. DADAS. CUESTIONARIO. 1. Introduccién Como el resto de los paises de Europa occidental, desde el Artico al Mediterraneo, Espafia ha conocido a lo largo de los dos tiltimos siglos y al compas de la afirmaci6n del capitalismo como orden social y econé- mico, un vasto proceso de crecimiento y cambio. Frente a situaciones anteriores con perfil mas estacionario, donde los incrementos de la pro- duccién eran no sdlo menores sino también mas discontinuos, con cam- bios mas lentos y graduales, la singularidad de la historia econédmica contempordnea europea proviene, tanto del cardcter sostenido, a largo plazo, del movimiento ascendente de Ja renta real por habitante, como de las hondas transformaciones inherentes a la sustitucion de la base agraria de las sociedades tradicionales por otra nueva de corte indus- trial y, en etapas avanzadas, también de servicios; todo ello en paralelo al reconocimiento pleno de la propiedad privada y del creciente papel del mercado en la asignacién de bienes, servicios y factores de produc- cién (tierra, trabajo y capital). Crecimiento econdmico moderno (esto es, incremento mantenido a largo plazo del preducto por persona y por trabajador, acompafiado de cambios estructurales, segiin la ya univer- salmente aceptada formulacién de Kuznets), industrializacién y conso- lidacién del capitalismo resultan en este sentido sinénimos, y asi se entender4 aqui, dejando ahora a un lado distinciones y matices que des- de otras perspectivas puedan hacerse. En el arranque de dicho proceso de plural significacién se sitta la re- volucién industrial, entendiendo por tal un conjunto de innovaciones mecdnicas y de organizacién de la produccién (esto es, tecnolégicas en un sentido amplio), que, unidas a otras sociales e institucionales, pro- mueven la ampliacién de Jas capacidades productivas y la emergencia de las categorias propias del primer capitalismo industrial: el creciente 22 LECCIONES DE ECONOMIA ESPAROLA uso de mAquinas (en particular en les dos sectores inicialmente més re- presentativos: el textil algodonero y el siderometalurgico), e] empleo asalariado de hombres y mujeres en fabricas, la produccién en serie de articulos que se destinan al mercado, la constitucion de sociedades mer- cantiles de nuevo cuiio.., Lo acontecido en determinados nicleos de la economia de Gran Bretafia a partir de la segunda mitad de] siglo XVIII y, en particular, a partir de] decenio de 1780, se ha considerado a estos efectos como pro- totipico, adoptandose por ello el caso inglés —primero en acontecer, pero también el mejor estudiado por teéricos e historiadores— como «modelo». Un modelo que ha servido para ordenar en el eje del tiempo al resto de las experiencias industrializadoras del continente, distin- guiendo, con unas u otras sutilezas diferenciadoras, entre los pafses que se incorporan pronto al nuevo orden econdmico y social (first co- mers, early starters: por ejemplo, Francia, Bélgica, Suiza y, al otro lado del Atlantico, Estados Unidos) y los que se rezagan o de industrializa- cién tardia (late comers, late joiners: Alemania, Italia y la propia Espa- fia, por ejemplo, asi como también, al este del continente, Rusia y, ya en el Pacifico, Japén). Mas dificil que precisar ese orden —aunque no sea desde luego tarea sencilla ni sustrafble al debate cientifico en muchos casos determinar la cronologfa de los comienzos de la industrializacién, como la propia histo- ria espafiola demuestra—, mas dificil es, de cualquier modo, analizar los factores y condiciones de todo tipo que explican no sdlo el despuntar de las sociedades industriales, sino también el propio curso del desarrollo econémico moderno. La variedad de elementos causales y la complejidad de las relaciones que entre ellos se establecen hacen arduo el trabajo ana- litico. Los intentos de cuantificacion en este terreno chocan, ademas, con la doble dificultad que supone la reconstruccién de series fiables y ho- mogéneas de datos para un periodo de tiempo tan dilatado, y la propia naturaleza institucional e ideolégica —reacia al c6mputo estadistico y a la ponderacién numérica— de componentes basicos en cualquier es- quema causal con ambicion de totalidad. Aconsejable es, en todo caso, proceder con prudencia, lo que no debe ser obice para ofrecer medicio- nes ajustadas y para disciplinar e] estudio del crecimiento econémico con planteamientos analiticos adecuados. A esa doble exigencia quisie- ran responder también, como el resto de los trabajos que integran esta misma obra, las paginas que siguen, cuya finalidad es proporcionar la perspectiva historica imprescindible para encuadrar adecuadamente las realizaciones y los problemas de la econom{a espafiola de nuestro tiempo. Cuatro epigrafes centrales agruparan el contenido del capitulo. Prime- ro se ofrece una visi6n comparada a largo plazo del crecimiento econémi- JOSE LUIS GARCIA DELGADO 23 co espafiol. Después se aportan algunas claves para la distincion de las principales etapas. Luego, en los dos epigrafes siguientes, se entresacan los rasgos y hechos definidores que, bien en el curso del ochocientos, bien en el siglo XX, han acompajiado a la mejora de las condiciones de trabajo y vida en la Espafia contempordnea. E] capftulo se cierra, en fin, con un apéndice que, a modo de cronologia fundamental, detalla las fechas y los acontecimientos claves de la construccién de la Europa unida desde el arranque de la segunda mitad del siglo XX, anotando la participacién de Espafia en ese proceso que ha devenido decisivo para la propia evolucién de la economia espafiola. 2. Perspectiva hist6rica comparada En coherencia con el concepto de crecimiento econémico moderno del que se parte, «la renta nacional real y monetaria, y las (...) causas que determinan sus movimientos, no como conceptos teéricos, sino en cuanto hechos observables», constituyen un objeto esencial del andlisis econémico aplicado, como escribiera Colin Ciarxk en las paginas prolo- gales a la segunda edicién (1947; la primera data de 1939) de su obra Las condiciones del progreso econdmico, Un libro sin duda adelantado en el esfuerzo que, algo después, con las aportaciones de Simon Kuznets, condensadas en su Modern economic growth: rate, structure and spread (1966), acabaré por dibujar las coordenadas bdsicas para la medicién de la actividad econémica de cada pais, facilitando con ello los estudios comparados a partir de magnitudes homogéneas. Multiplicadas compa- raciones que van alcanzando una amplia perspectiva histérica, gracias a Ja proliferacién en los ultimes decenios de estimaciones y cdlculos de series largas, arrancando en muchos casos desde fechas tempranas del siglo XIX. Para la economia espafiola, también los tiempos recientes han sido fructiferos en esas tareas. Y tanto en cl plano de los trabajos efectua- dos por organismos oficiales (primero el Consejo de Economia Nacio- nal y después el Instituto Nacional de Estadistica), como en el de los estudios debidos a iniciativas de investigadores, con o sin respaldo institucional (incluyendo ahi los originales y copiosos aportes de las ultimas hornadas generacionales de historiadores econédmicos espatto- les). Se dispone hoy, en consecuencia, de una aceptable cobertura esta- distica para captar, en una visi6n comparada a largo plazo, la posicién espafiola en el concierto del crecimiento econémico europeo de las dos ultimas centurias. El indicador fundamental que deberé manejar- se, consecuentemente con lo antedicho, es la evolucién de la renta (0 producto) real per cApita, toda vez que e! calculo del producto real por trabajador ofrece datos menos consistentes para series histéricas ex- tensas (Recuapro 1), El cuadro 1 ofrece los resultados del mas reciente ejercicio de este tipo publicado: la evolucién comparada durante los dos ultimos siglos del pro- ducto real por habitante en Espafia, en otros paises europeos occidentales y en Estados Unidos, siempre con Gran Bretafia como referencia ', llegan- ' Una ventaja de utilizar el producto real per c4pita inglés como término de referencia —expresando el de cada uno de los demas como parcentaje del briténico— es que, al estar JOSE LUIS GARCIA DELGADO 25 CuapRo 1.—Comparacién internacional de los niveles relativos del producto real per cdpita, 1820-2000, seguin paridades de poder adguisitivo * (producto real per capita de Gran Bretafia = 100) Atos | {stados Ben, | Francia | Alemania | Italia Portugal | Espana 1820 nd. 100 73,0 64,0 nd. nd, nd. 1850 | 84,3 100 632 | 545 nd. 343 48,7 1860 | 82,1 100 568 } 508 840% ) 311 45,6 1870 B16 1900 57.4 | 50,8 50,8 28,5 4s 1880 | 973 100 39,3 | 50,6 48,9 26,5 48,7 1890 89.8 100 57.8 | 53,7 44,8 24.8 419 1900 96,7 100 62,4 581 4ug9 25,4 41,2 1910 | 114.3 100 62.7 | 649 a2 259 418 1920 | 129,6 100 695 35,7 59,1 26.1 46,9 1930 | 1289 100 874 | 708 60,1 26,3 52,0 1940 | 1153 100 618 | 80,7 58,4 24,5 35,5 1950 | 149.2 100 771 63,8 55,1 23,2 348 1960 135,4 100 86,5 98,9 70,1 28,1 38,3 1970 | 139.6 100 107.2 | 1118 90,6 46,1 61,0 1980 137,7 100 116,2 120,4 104,3 544 75,6 1993 | 135.4 100 1110 | 116,8¢ | 1033 60,8 715 2000 | _150,5 100 990 | 1040 96.7 74,0 80,3 Noias: (a) Expresadas en délares de 1990, excepto en el caso de Portugal (en délares de 1970, a partir de 1970, con los datos homogéneos de Eurepean Economy, que son también los de referencia para el resto de los paises en 1998). (b) Afio 1861. (c) No se incluye ain la antigua Alemania del Este. Fuentes: De 1820 a 1993, elaboraci6n propia con los datos de L. PRav0s DELA Escosuxs, Spain's gross do- mestic product, 1850-1990: a new series, Ministerio de Economfa y Hacienda, Secretaria de Estado de Ha- cienda, Documento de Trabajo D-930002, 1993, y, del mismo autor, Spain's gross domestic product 1850-1993 quantitative conjectures. Appendix, Universidad Carlas II de Madrid, Working Paper 95-06, febre- ro, 1995, Para Portugal, con las series de G. Torretes, Ef desarrollo de la Espana coniempordnea, Alianza, Ma- drid, 1994, Los cotientes de 2000, sobre uma base metodologica distinta, se ham obtenide a partic de European Economy. do hasta el umbral de la actualidad desde un punto de arranque situado en la primera mitad del siglo XIX (desde el afio para el que se cuenta en cada caso de una serie homogénea; y téngase en cuenta que para afios anterio- res a 1820 los datos, cuando existen, no son muy significativos, dado que el proceso que tratan de reflejar, el crecimiento econémico impulsado por la industrializacién, no esta atin mfnimamente generalizado). Informacién numérica y gréfica de la que se desprenden, cuando menos, tres claves in- terpretativas, no por obvias menos importantes. Convendré exponerlas or- denadamente. 1." Ante todo, la situacién comparativamente retrasada de la economia espafiola en relacién con los otros grandes paises europeos occidentales, en el curso del proceso histérico de industrializacién. Esa desfavorable muy préxima desde el decenio de 1980 la renta per cépita inglesa de la media de los paises de la Unién Europea, los datos aqui expuestos enlazan y est4n en [inca con los ofrecidos en otras partes de la obra, que utilizan, siguiendo Ja pauta hoy més comin, ese valor medio (pondera- do con los indices de paridad de poder de compra) caleulade por Eurostat. 26 LECCIONES DE ECONOMIA ESPANOLA comparaci6n se refleja en la distancia existente entre las condiciones mate- tiales de vida en Espafia y las prevalecientes en Gran Bretafia, Alemania y Francia. El alejamiento respecto del primero de esos paises es muy acusa- do, situdndose la renta per c4pita espafiola casi siempre por debajo de la mitad de la inglesa hasta el decenio de 1960. También de Francia la distan- cia es desde el principio apreciable, haciéndose mayor durante el siglo XX, lo que también ocurre en comparacién con Alemania, cuya potencia pro- ductiva conseguird sobreponerse repetidamente en este siglo a las inte- rrupciones que en su trayectoria ascendente han provocado las consecuen- cias de los dos conflictos bélicos mundiales. Incluso respecto de Italia se retrasar4 Espafia en el curso del siglo XX, abriéndose una brecha notable, desde la segunda mitad del decenio de 1930, entre los niveles de renta por habitante de ambos pafses, lo que encontrard un reflejo con tintes simbéli- cos en las décadas mas recientes, al conseguir el pais alpino alcanzar 0 es- tar muy cerca del nivel inglés y mantenerse Espafia todavia por debajo (casi un 20 por 100 inferior). Lo que equivale a decir —dada la similitud del promedio de la Europa unida y de la media inglesa— que la distancia que separa a Espaiia de la renta media por habitante de los quince pafses que forman parte de la Unién Europea al iniciarse el siglo XXI es atin no- toriamente apreciable (en el afio 2000, Ja renta espafiola sélo supone el 82,1 de ese valor medio europeo). En suma, la convergencia real —esto es, en términos de niveles de bien- estar expresados en renta por habitante-- de Espafia con Europa ha sido en el curso del tiempo «tardfa» y sigue siendo ain «incompleta» (Comin), si bien el balance de los tltimos decenios es netamente esperanzador, si- tudndose la consecucién de los valores medios europeos de renta como un objetivo alcanzable para los espafoles durante los primeros lustros del siglo XXI, al compés de la plena participacién de Espajia en las fases avan- zadas de la construcci6n de una Europa unida, recuperando as{ —después de largas etapas de relativo orillamiento— creciente presencia e interlocu- cién en foros internacionales. 2 La evolucién temporal de los niveles comparados de renta por ha- bitante situan a Espafia, a su vez, entre otros dos paises meridional-perifé- ricos europeos: Italia y Portugal, formando con ellos un subcenjunto que permite hablar de una variante mediterranea de industrializacion. Por supuesto que las particularidades de cada caso no son desdibuja- bles. En el de Italia destaca tanto el brioso comienzo del siglo XX como la brillante segunda mitad de esta centuria, hasta sobrepasar, ya se ha dejado apuntado, en torno a 1980 el nivel britdnico de renta per cdpita (j«il sor- passo»!, se dijo, en la senda del crecimiento econémico). De la evolucién espafiola resalta, sobre todo, el mAs prolongado hundimiento que se inicia entrados los afios treinta de este siglo y que no toca fondo sino al final del largo decenio posterior a la Guerra Civil. De Portugal, en fin, quiz4 tan a- mativo resulte lo plano de su linea evolutiva durante bastante mas de cien anos, desde 1830 (aunque esta imagen se deba también en parte a la natu- JOSE LUIS GARCIA DELGADO a7 raleza decenal de los datos utilizados para un amplio perfodo), cuanto su resuelta, aunque algo morosa, incorporacién a la senda de fuerte creci- miento econdémico de la segunda mitad del siglo XX. Pero més que esos elementos diferenciadores, sobresalen pautas comu- nes en la trayectoria de los tres paises del Sur de Europa que ahora se estan considerando. Los tres han presentado, a lo largo de la industrializa- cién, niveles de renta por habitante inferiores a la media de ese otro con- junto de paises formado por Alemania, Francia y Gran Bretafia. Para los tres el siglo XTX es, a grandes trazos, un siglo desaprovechado para reducir distancias respecto de los paises mAs adelantados en el despliegue de la modernizacién econémica. Y los tres —Espafia, Italia y Portugal— se su- maran con fuerza a la enérgica onda expansiva posterior a la Segunda Guerra Mundial, con un escalonamiento entre ellos que no hace sino re- producir la graduacién en los respectivos niveles de crecimiento; es decir, Italia es el primero en participar de esa expansién posbélica, Espafia sigue después, con un decenio de 1960 que reproduce en muchos aspectos el ita- liano de 1950, y Portugal cierra la marcha. Suficientes similitudes, en resu- men, como para abonar la consideracién de una variante mediterranea sudoccidental o meridional-periférica de industrializacién —por utilizar los términos equivalentes empleados por unos u otros autores—, dentro del patrén gencral de desarrollo ccondédmico europeo. Tema este que suscita creciente interés, pues a las coincidencias evolu- tivas detectadas se superponen otras como ya se ha apuntado més arri- ba— que subrayan factores comunes de atraso, en unas épocas, y también condiciones semejantes en etapas de rapidos progresos. Asi, cuando se tra- ta de detectar causas comunes de la més lenta modernizacién de los paises mediterréneos europeos durante el siglo XIX, sin olvidar o subestimar es- peciales condicionamientos geograficos y hechos distintivos de su respecti- va historia politica y militar, se apunta hacia la mas desigual distribuci6n de la propiedad agraria y las més ineficientes practicas productivas que en parte ello determina; hacia la inadecuada organizacién financiera del Esta- do, incapaz de responder a las necesidades del cambio econémico y social; hacia la falta de tradicién empresarial en determinados circulos y regiones, y —compendio y efecto, hasta cierto punto, de todo lo anterior— hacia la escasa inversién en capital fisico, tecnolégico y humano (con tasas de anal- fabetismo que doblaban las de Francia 0 Bélgica, todavia al terminar el ochocientos). Y asi, también, a la vista del fuerte tir6n de la segunda mitad del siglo XX, se subraya la compartida capacidad para asimilar los impul- sos al crecimiento provenientes del exterior (flujos comerciales y capitales y tecnologia extranjeros, ademds de corrientes masivas de emigrantes ha- cia los mercados de trabajo centroeuropeos y de turistas provenientes ma- yoritariamente de esa misma Europa occidental-atlantica). 3° La tercera clave interpretativa que debe extraerse del panorama comparado expuesto es, una vez considerado todo lo anterior, la imposibi- lidad de tener a la experiencia espafiola por at{pica en el marco europeo. 28 LECCIONES DE ECONOMIA ESPANOLA La trayectoria espafiola es, dicho de otra forma, una trayectoria plenamente europea, y su «normalidad» (CarRERAaS) hay que subrayarla frente a cual- quier pretensién de encontrar supuestos elementos radicalmente especifi- cos 0 del todo singulares. También a estos efectos, en suma, Espafia, que es un pais de la Europa mediterranea, comparte —y ha contribuido a mo- delar— las principales sefias de identidad del conjunto continental. Como el resto de los paises europeos (cuadro 1), la economfa espafiola no podra registrar durante los dltimos decenios del siglo XVII y la prime- ra mitad del XIX tasas de crecimiento equiparables a las de Gran Bretafa, donde antes y con més fuerza prende la revolucién industrial; un retraso inicial que en Espafia y en otros patses del Sur de Europa se agranda al menos durante los dos primeros tercios del ochocientos, en el contexto de una inestabilidad politica y social también mas marcada en ellos. Luego, y conforme el crecimiento inglés pierde impulso, conociendo un largo «cli- materio», la Espaiia de los decenios interseculares, al igual que muchos paises europeos, ya no se descolgara de los ritmos de progreso que marca la referencia inglesa, recuperando incluso posiciones entre la Primera Gue- tra Mundial y la década de 1930. Recuperacién que se interrumpe durante los decenios siguientes, acentuandose de nuevo entonces el distanciamien- to espafiol del nivel de Ja renta real per cApita de Gran Bretafia; un aleja- miento mas intenso que el de otras economias europeas, y no tanto por la pendiente de la caida cuanto por lo prolongado del perfodo posterior, aun- que el sentido del movimiento sea también muy compartido. En fin, a partir de 1950, Espafia vuelve a reproducir, con modulaciones propias que munca desdicen el tone europeo mas generalizado, los tramos diferenciados de esta segunda mitad del siglo: primero el fuerte auge hasta el comienzo de los anos setenta; luego la etapa de crisis econémica y politi- cas de ajuste a caballo entre los decenios de 1970 y 1980; mas tarde, el ci- clo decenal que desde entonces han dibujado casi todas las economias eu- ropeas, con las sucesivas fases de recuperacién, expansidén, desaceleraci6n y recesin, estas dos ultimas ya en los primeros afios noventa; finalmente, otro compartido ciclo econémico, el que cierra el siglo XX ¢ inaugura la nueva centuria, con un crecimiento notable en toda Europa occidental —y sobresaliente en Estados Unidos—, cuando también se generaliza una re- novada apuesta a favor de la estabilidad (y de la «cultura de la estabilidad» econémica). 3. Principales etapas Los acentos propios del crecimiento espafio! dentro de las tendencias generales a escala europea se destacan mds nitidamente al distinguir eta- pas en su secuencia temporal, que es, en todo caso, un continuum de dificil parcelacién. Etapas que ya aparecen dibujadas de algtin modo en el epigra- fe anterior, en el que se ha ofrecido una perspectiva comparada del desa- JOSE LUIS GARCIA DELGADO ww trollo espafiol, pero que conviene concretar con alguna mayor precisién, puesto que deben servir de gufa en los dos epigrafes que siguen a éste. La subdivision histérica de procesos tan complejos y prolongados como el que se estudia en este capitulo es siempre un ejercicio algo arbitra- rio, y ni siquiera coincide con las divisiones que pudieran hacerse desde Angulos m4s concretos, como puedan ser, a modo de simple ejemplo, el agrario o el monetario y financiero. Sin otras pretensiones que las pura- mente didécticas, se ofrece aqui una delimitacién de etapas que, con todas las cautelas, responde a un doble criterio, uno interno, el de la marcha ge- neral de la economia espafiola, y otro externo, al compararse ésta con los patrones europeos. El resultado de tal ejercicio de periodificaci6n, que huye de aritméticas precisiones (las fechas deben tomarse en el comin de los casos como orientativas, prefiriéndose siempre las que abren o cierran decenios, salvo cuando coinciden con acontecimientos hist6ricos que marcan claramente rupturas de tendencias: 1913, antesala de la Primera Guerra Mundial; 1935, vispera de la Guerra Civil), es la distincion de seis grandes pericdos entre 1830 y el final del siglo XX, Tal fecha de partida, adviértase, deja fue- ra, por no disponer de suficiente informacidén estadistica, las cuatro déca- das —1790-1830— que enmarcan la crisis del Antiguo régimen en Espafia, cuando se encadenan, con penoso quebranto econémico, las guerras exte- riores, la ocupacién francesa, la pérdida de las colonias continentales ame- ricanas y la inestabilidad politica del reinado fernandino; perfodo que dejé, entre otros lasires, un inc6modo legado de rigideces institucionales y de estorbos —«morales y politicos», llamé JoveLLanos a los que frenaban el progreso agrario— luego muy dificiles de remover. He aqui, en definitiva, la propuesta de etapas que, con voluntad de sin- tesis, se propone: *® 1830-1850: Arranque de la revolucion industrial en Catalu- fia y creacién de «precondiciones institucionales. © 1850-1890: Equipamiento industrial y mantenimiento de los ritmos europeos de crecimiento, con especial intensidad a partir del decenio de 1870. * 1890-1913: Proteccionismo y moderacién del crecimiento. © 1913-1935: Diversificacion industrial y crecimiento mds in- tenso. Puede advertirse en el cuadro 2 la cesura temporal que se establece en 1929. © 1935-1950: Autarquia y distanciamiento con Europa. © Desde 1950: Apertura y convergencia. Bajo esta doble eti- queta se considera de modo unitario un perfodo que encierra claras subfases: cl «decenio bisagra» de 1950, los «dorados se- 30 LECCIONES DE ECONOMIA ESPAROLA senta» (y primeros setenta), los afios de crisis y ajuste (la segun- da mitad de la década de 1970 y la primera de 1980), el ciclo de- cenal posterior, sin duda ¢l mas sincronizado con Europa de la historia espafiola contemporanea, seguido, desde mediados de los afios noventa, por un nuevo ciclo de crecimiento en un clima de marcada estabilidad. Cuapro 2.—Evolucién del producto real per cdpita. Comparacion internacional, 1850-2000 (tasas medias anuales acumulativas) Anos Barnes | Gran | Francia | Alemania | Talia Espafia 1850-1900 1,6 14 13 18 0,56 1,0 1900-1935 0,8 0,5 1,0 10 17 Al (1913-1929) (1,7) (6,3) 9) {0,8} a8) (1,8) 1935-1950 38 14 17 09 05 09 1950-2000 1,9 24 28 ase 33 38 (7960-1975) 20 (2) (3.8) (2,9) (4,0) (6,7) 1850-2000 4.8 La 18 1,98 18% 18 Notas: (@) Hasta 1951, los datos no incluyen a la Alemania del Este. (b) En ambos casos, el perfode de referencia se inicia en 1861. Fuentes: Hasta 1993, elaboracin propia con datos de L. Prapos ve 1a Escosura (1995); desde 1993, (1991, enel ceso de Alemania), se enlazan esas tasas de crecimiento con las obtcnidas a partir de las scries de European Economy. Las distintas etapas responden —incluso en los rétulos que aqui se oftecen, excepto en la primera etapa— al entrecruzamiento de las dos coordenadas arriba expuestas: la situaci6n interior de la economfa espatio- la y la comparacién con el resto de Europa, sobre todo de sus naciones més présperas (véase de nuevo el cuadro 2). No resulta extrafio, por otro Jado, que estas etapas se correspondan, en sus grandes trazos, con el calen- dario internacional formulado por Mappison al distinguir, contemplada la evolucién de un conjunto amplio de paises capitalistas «avanzados», cua- tro grandes fases: 1870-1913, 1913-1950, 1950-1973, y de 1973 en adelante; fases justificables no sélo por los diferentes ritmos de crecimiento alcanza- dos en cada periodo, sino también por las distintas pautas que rigen en el ambito de las relaciones econémicas internacionales, Ala vista de todo ello, pueden obtenerse nuevos elementos explicativos de las vicisitudes del desarrollo industria! en Espafia, abundande en algu- nos de los trazos fundamentales ya reiteradamente anotados en estas pagi- nas, y sobre los que ha de volverse en los dos epigrafes siguicnies. (OSE LUIS GARCIA DELGADO a 4, Componentes y rasgos fundamentales: el siglo KIX Los dos segundos tercios del ochocientos no son, consecuentemente con todo lo hasta aqui visto, un periode perdido para la modernizacién econémica en Espafia. No lo son desde la éptica del crecimiento, aunque ste fuera insuficiente para compensar las distancias que con anterioridad se habian marcado respecto a Gran Bretatia y Francia, entre los grandes paises europens occidentales. No lo son tampoco desde la perspectiva de preparar o edespejar el camino de la industrializacién del siglo XX» (TorTewa}, eliminando obstaculos y creando las condiciones necesarias para facilitar en éste una mayor extensién e intensidad del fendmeno in- dustrializador en Espaiia. Tres hechos de especial trascendencia pueden destacarse aqui, en correspondencia con las elapas antes distinguidas. 1° Pieza fundamental al comenzar el segundo tercio del ochocientos ¢s la creacién de lo que algdin autor ha llamado precondiciones institucio- wales para el surgimiento del capitalismo, Ello exige toda una amplia serie de disposiciones y actuaciones legales: desde las desamortizadoras y las que ponen fin al régimen sefiorial y liberan los bienes vinculados, hasta las que decretan Ja abolicién de la Mesta; desde las que eliminan aduanas inte- Tiores y privilegios gremiales, hasta las que ponen los jalones iniciales del sistema bancario y societario moderno, o las que unifican el sistema tribu- tario. Todas apuntan, por unos u otros derroteros, a ganar cierto campo de maniobra para la libre circulacién de propiedades risticas ¢ inmobiliarias, de trabajo, de capital, de productos y servicios de diversa naturaleza; es de- cir, de Factores y bienes que pueden adquirir asi la condicién en sentide es- tricto de mercancias, incorporadas al mercado, categoria esencial de la so- ciedad capitalista. Puede ser cierto que cl cambio institucional que implica ese conjunte de actuaciones no se consumara con plenitud durante el periodo aludido, recortando sus consecuencias positivas sobre el crecimiento y cl cambio econémico, propiamente dicho, De forma que el atraso relative de la eco- nomfa espafiola durante el siglo XIX encuentre también elementos explica- tivos en «causas institucionales» (Tepper); es decir, en una modernizacién inconclusa del marco institucional, entendiendo por tal desde la reforma liberal del Estado y la simplificacién de la administracién de justicia, hasta la delimitacién clara de los derechos de propiedad y el predominio del mercado. Con todo, la amplitud de la remocidn que en todos esos ambitos st Consuma entonces, sobre todo en los decenios de 1830 y¥ 1840, es incues- tionable, y constituye sin duda uno de los pasajes sobresalientes de la his- toria espaficla contemporinea. 2° En los decenios de 1850, 1860 y, aun, 1870, decisiva resulta la con- formacién de algunas de las bases materiales, por asi decirlo, que permiti- rin la ampliacién de las capacidades productivas de la economia espaiiola. Algo inseparable en esos aos de la entrada de capitales, teécricas y proyece tos empresariales procedentes del extranjero (de Francia e Inglaterra, mayo- 32 LECCIONES DE ECONOMIA ESPAROLA ritariamente). Recursos financieros y tecnoldgicos e iniciativas empresa- riales que impulsan la construccién de la infraestructura ferroviaria, la ex- ploiaci6n a gran escala de recursos del subsuelo, la formaci6n de una red de entidades bancarias sensibles a la inversién industrial y ciertas innova- ciones también en ¢l campo de la gestién y la organizacién de empresas. Otra extensa revisién del marco jurfdico-mercantil animara tanto los movimientos de los inversores extranjeros como las propias iniciativas do- miésticas: la ley de Ferrocarriles (1855), la de Sociedades Anénimas de Cré- dito (1856), la de Bancos de Emisién (1856); hasta enlazar con las noveda- des legislativas de la revolucién septembrina: ley de Bases de la Mineria de 1868 y Arancel Figuerola en 1869, otorgandose también entonces a la pese- ta su condicién de moneda nacional de curso legal. Se ha insistido siempre en las costosas contrapartidas que impusieron los inversores extranjeros. De manera particularmente sugestiva se ha puesto en relacién Jas condiciones exigidas por el capital foraneo con la «quiebra de las arcas publicas» (Nana); esto es, con la escudlida y sin cesar apremiada Hacienda espafiola, que no dudaré en compensar indirecta- mente a los acreedores extranjeros que acuden en su auxilio, franquedndo- les la entrada que conduce a la toma de posiciones dominantes 0 privile- giadas en los ferrocarriles, en las sociedades de crédito, en la mineria. Pero lo que no conviene olvidar nunca es que una parte sustancial del capital so- cial fijo y del equipamiento industrial del pafs, en la segunda mitad del ochocientos, no habria sido factible sin el concurso de capitales extranje- Tos (Vices, Sarv4). Y es diffcilmente rebatible esta afirmacion, por mas que pueda argumentarse (SANCHEz-ALBORNOZ, TORTELLA, NADAL) la parvedad de les efectos en una u otra direccién («efectos de arrastre» y «efectos ha- cia adelante») de la construccién de la infraestructura ferroviaria y de la expoliacién de las reservas metaliferas de Espafia, al considerar la escasez de pedidos a las plantas fabriles nacionales, la casi nula transformacién de los minerales o la reducida demanda de transporte afios después de haber- se completado los primeros ejes radiales ferroviarios. Como quiera que sea, con el tendido ferroviario se abrira definitiva- mente un capitulo crucial en la formacion del mercado nacional en el terri- torio peninsular espafiol. No es hiperbélico, desde luego, atribuir esa im- portancia al ferrocarril en Espafia: mientras no se dispuso de ese medio de transporte, teniendo el trdfico comercial terrestre que depender del trans- porte tradicional (carreterfa y arrierfa por los «caminos de rueda»), el relie- ve y los accidentes geogrdficos imponian la division del mercado interior en compartimentos mds o menos estancos: «una agregaci6n de células ru- rales aisladas, con un trafico insignificante entre ellas» (FoNTANA). Dicho de otro modo: més que en casi ningtin otro pais europeo, o como en Rusia y en ciertas zonas del territorio alemdn, la red ferroviaria en Espafia —con el cambio revolucionario que trae consigo en la relacién de tiempos, distancias y costes de transporte— acabé siendo una condicién JOSE LUIS GARCIA DELGADO 33 necesaria, aunque no suficiente, para la efectiva articulacién unitaria del mercado nacional. No fue, desde luego, Ja panacea que algunos contemmpo- raneos pensaron, pero su contribucién resulté trascendente (Gomez Menvoza); sicndo desde luego muy apreciable el «ahorro social» que repo! 16 al sistema econémico ese nuevo medio de transporte (la cantidad equi valente al coste extraordinario de movilizar el trafico ferroviario de un afio por los medios alternativos entonces disponibles, manteniendo invariables vohimenes y distribucién geogr4fica). 3° La marcha hacia el proteccionismo que en los dltimos lustros del siglo queda ya claramente delineada (1890), terminar4 situando en primer plano la conquista por parte de la produccién espafiola de ese mercado na- cional con ampliadas posibilidades de comunicaci6n interior (10.000 km de via ferroviaria y también ya tendida la red telegrfica). El revulsivo de partida en esa direccién proteccionista lo proporciona la crisis agraria que desatan las importaciones masivas de cereales americanos y rusos, hun- diendo los precios y Jas rentas de los agricultores europeos occidentales. La extensién de las superficies de cultivo en Estados Unidos y Rusia, y las revolucionarias innovaciones en los transportes {por tierra y por mar, por ferrocarril y por un transporte marftimo que incorpora el vapor y la guilla de metal), sumar4n sus efectos competitivos frente a los bajos niveles de rendimiento de una agricultura, como la castellana, que ha aumentado las roturaciones a lo largo de Ja centuria hasta afectar a tierras marginales. La reaccién proteccionista que ello suscita no se demora, como tampo- co la peticién de que las medidas defensivas cubran también a otros secto- res (textil, siderurgico, hullcro...). Asf, en un caldo de cultivo especialmente propicio, como respuesta a la situacién previa de dominio foraneo sobre recursos y actividades econdmicas interiores, la demanda patronal y social de proteccién (VELARDE) iré ganando adeptos e intensidad en la Espafia in- tersecular. Movimiento defensivo para reservar el mercado nacional a las empresas y a los productos aqui producides, que no ¢s, por lo demas, sino Ja versin espafiola de una tendencia de alcance europeo. Extreme este til- timo que tampoco conviene olvidar, pues con ese «viraje proteccionista en la Restauraci6n» (Serrano Sanz) Espajia lo que hace es participar de un movimiento general, en igual sentido, debiéndose descartar, en consecuen- cia, cualquier consideracién de la politica comercial espafiola de la época como «exdtica», esto es, insélita o al margen del rambo mas compartido a escala continental europea. La via nacionalista del capitalismo espanol quedara en todo caso ya afirmada desde los tiltimos compases del siglo XIX, restando probabie- mente capacidad de crecimiento —al mantener muy reducida, en contraste con Italia, la integraci6n de la industria en los mercados exteriores—, aun- que tal vez también aportande un cierto componente de estabilidad gene- ral, con el apoyo de determinadas actividades industriales. 34 LECCIONES DE ECONOMIA ESPANOLA 5. Componentes y rasgos fundameniales: el siglo XX Con un procedimiento andlogo al del anterior ep{grafe, al hilo también ahora de las etapas mds arriba enunciadas, otros tres puntos serviran para destacar los hechos mds sobresalientes en el itinerario de la modernizaci6n econémica de Espafia durante la centuria del novecientos. 1° La extension y diversificacién del tejido industrial es un primer ras- go novedoso que acompaiia al crecimiento econdémico espafiol desde los comienzos del siglo XX. Responde, por una parte, a la inicial difusién de las innovaciones técnicas que, fruto de una ampliacién ya mas sistematica de la ciencia a la produccién fabril, son propias de la denominada «segun- da revolucién industrial»: teenologias eléctrica, quimica y las derivadas del motor de combustién interna, junto a nuevos procedimientos en la side- rurgia y en algunas otras industrias con larga tradicién. Responde asimis- mo a la ampliada capacidad inversora que proporcionan, en un primer momento, la repatriacién de los capitales formados en las colonias ultra- marinas que se independizan al terminar el ochocientos, asf como la reno- vada intensidad del flujo de capitales franceses, belgas, ihgleses y alemanes hasta la Primera Guerra Mundial; después, los beneficios extraordinarios derivados de la neutralidad espafiola durante ese conflicto. Responde tam- bien a la mayor movilidad de los recursos de capital nacionales que facilita Ja formacion de una gran Banca privada, que va a mantener fuertes y dura- deras relaciones con las empresas industriales. Y responde también, final- menie, a la mas decidida voluntad del Estado de «fomentar» ta producci6n nacional, estimulando la sustitucién de importaciones a través de medidas que, més alld de la proteccidn dispensada por los aranceles aduaneros, si- tien en condiciones ventajosas —crediticias, fiscales, administrativas— a las industrias propias, esto es, a las empresas espafiolas. La suma de los efectos que provienen de todo ello se traduce, ya se ha dicho, en un tejido industrial que no sélo agranda sus proporciones, sine también su densidad y diversificacion. Tanto sectorial como ierritorialmente y desde la dptica de las iniciativas empresariales, el fenémeno es bien perceptible ya a lo largo de los primeros decenios del siglo XX. Se afianzan, crecen o se renuevan, segiin los casos, las empresas eléctricas, quimicas, de automocién, de construccién de bu- ques, de construccién residencial y de obras publicas, asi como de una am- plia gama de industrias transformadoras, desde las de maquinaria a las de reparaciones y construcciones metalicas; todo, al tiempo que también se modernizan las empresas de seguros, telecomunicaciones, hostelerfa y transportes por carretera, entre otras del sector servicios. Desde la perspectiva territorial, la difusién de la actividad productiva es también muy notable: Madrid, probablemente la ciudad mds representati- va de esa segunda oleada de innovaciones fabriles en Espafia, se afirma en su condicién de capital industrial, ademas de adrinistrativa y financiera y como centro de las nuevas redes de transporte; la industria valenciana de- JOSE LUIS GARCIA DELGADO 35 muestra asimismo renovado vigor, con una variedad grande de produccio- nes; cobrando simultaéneamente mayor fuerza los mucleos industriales de Guiptizcoa, Santander, Zaragoza o Valladolid, entre otros. Desde el punto de vista, en fin, de los proyectos de inversién, de la crea- cién de empresas y del movimiento asociativo patronal, el panorama ofre- ce igualmente mas variedad e intensidad: la tasa general de inversién —y con ella la destinada a actividades directamente productivas— crece hasta cifras préximas a los niveles medios europeos; se multiplican las iniciati- vas fundacionales de sociedades mercantiles con predominio ya de las sociedades anénimas; se intensifican las relaciones interempresariales a través de vinculos personales o institucionales (integraciones verticales y horizontales, consorcios, cdrteles, grupos de empresas...) y se aviva el pro- ceso de asociacionismo patronal, tanto con base sectorial como por raz6én del domicilio social. Espafia, en suma, no parece llegar tarde a la cita de la segunda revolu- cién tecnolégica (Carreras): todo lo anterior contribuye a pensar de este modo, argumento que encuentra también otro punto de apoyo en [a acelera- cién del ritmo de crecimiento econémico a medida que se avanza en el pri- mer tercio del siglo XX, con apreciable reducci6n, hasta mediado el decenio de 1930, de la distancia respecto de los estandares europeos occidentales. 2.° El corte que en esas tendencias provocan la Guerra Civil (1936- 1939) y los dos lustros posteriores, es tajante. Como ya se ha visto en pagi- nas precedentes, el colapso econémico de esos afios pone fin al apreciable incremento de la renta por habitante que, por encima de fluctuaciones mas © menos pronunciadas a corto plazo, caracteriza la evolucién de la econo- mia espafiola durante los decenios anteriores. Y de nuevo se ensanchara la brecha que nos separa de otros paises europeos en términos de bienestar econémico. Repdsense, a estos efectos, los datos antes ofrecidos (cua- dro 1), y el muy negativo balance final que expresan. Sera entonces, en los quinquenios posteriores a la Guerra Civil, cuando se pongan mds palmariamente de manifiesto las limitaciones ultimas de esa variedad de nacionalismo econdémico que acaba conformando en Espa- fia la superposicién de medidas frente a la competencia exterior, politicas de apoyo o auxilio a la industria nacional, y disposiciones reguladoras y de ordenacién sectorial o gencral de los mercados. Un sistema de proteccién e intervencién que aspirard, en el limite, al autoabastecimiento nacional. Pretensién que, si bien viene de atrds, quizd desde Canovas mismo, sélo pasa a escribirse con mayuscula (la Auéarquta de que hablaré con ironia Estaré) precisamente durante el primer franquismo, maniatado entonces el régimen por condicionamientos externos (la Segunda Guerra Mundial, la marginacién politica y diplomatica de Espafia) y por sus propios postu- lados doctrinales. Todos los inconvenientes y disfuncionalidades del ya bastante antes de- semmascarado proieccionismo integral (FLORES pe Lemus, Bernis, Perris), 36 LECCIONES DE ECONOMIA ESFANOLA alcanzan asf maxima expresion. Las consecuencias negativas de su intensi- dad y prolijidad; de su cardcter escasamente coordinado, fruto de conce- siones hechas a un grupo de interés tras otro, con neutralizacién final de los resultados perseguidos. Las limitaciones que se derivan de producir sélo para un reducido mercado interior, con baja densidad demografica y escasa capacidad de compra, desaprovechando muchas de las ventajas de la produccién en gran escala y de Ja especializacién. Los costes que para todo el sistema generan las tensiones inflacionistas asf alimentadas, y el sa- crificio que ello comporta para las empresas exportadoras. Las consecuen- cias perversas, en fin, que para la actuacién de la Administracién y de los empresarios tiene un sistema generalizado de autorizaciones previas y dis- crecionalidad interventora. No se exagera, por consiguiente, al situar en ese periodo que va desde la mitad del decenio de 1930 hasta el final de los afios cuarenta el pasaje mas negativo, también en el plano econdémico y social, de nuestra historia contemporénea. La Guerra Civil sumé a sus propios efectos distorsionado- res y destructivos el impedir que la economfa espafiola pudiera sumarse a la recuperacién que entonces conocian la mayor parte de los paises euro- peos, tras los afios de aguda crisis que siguen al «crac del 29»; y luego, du- rante la década de 1940, con una situacién politica interna que impide aprovechar tanto los posibles beneficios de la neutralidad como los del programa paneuropeo de reactivacién posbélica (Plan Marshall), el estan- camiento econdmico corrié paralelo al cercenamiento de las libertades y a la pérdida de un capital humano irrecuperable. 3.° Frente a esa imagen global de penuria, marginacién e intervencio- nismo extremos, el decenio siguiente, el de 1950, presenta ya un rostro mis aliviado. Es, por muchos conceptos, un «decenio bisagra> entre la si- tuacién que acaba de dibujarse y el conjunto de notorios impulses y cam- bios que se van a registrar a partir de la década de 1960, cuando se abre un tercio de siglo —que Hega hasta hoy— durante el cual se ha registrado un crecimiento econémico mayor que el de ningdn perfodo semejante anterior, dejando muy atras aquellos afios en que parecié como si se bloqueara o coagulase, y dramaticamente, el avance histérico. Baste con recordar aho- ra las fechas y los acontecimientos que jalonan esta segunda lograda mitad del siglo XX: 1959 es el afio del Plan de Estabilizacién y Liberalizacién, que simbélicamente cierra toda una época de intervencionismo, escasa re- lacién con el exterior y falta de disciplina en las finanzas publicas; en 1970 se firmaré el Acuerdo Comercial Preferencial con la entonces Comunidad Econémica Europea; quince afios después, en 1985, y cuando la transicién a la democracia puede decirse que esta definitivamente consumada, tras iniciarse un decenio antes, se firma el Tratado de Adhesién de Espafia (y Portugal} con la Comunidad, justo cuando ésta recupera un pulso mas vivo de avance y construcci6n institucional, preparando el Acta Unica Europea; en junio de 1989 Espafia se integra en el Sistema Monetario Europco; en fin, el siglo XX termina formando parte Esparia de! primer grupo de pafses que, cumpliendo los «criterios de convergencia», inician desde el comienzo JOS4 LUIS GARCIA DELGADO 37 de 1999 el efectivo establecimiento de la moneda nica, el euro, siendo su generalizada y exclusiva circulacién una realidad desde el comienzo del afio 2002 en los doce primeros pafses que forman la llamada zona etro (para mayor detalle de todo lo relacionado con el calendario de Ja Unién Europea, véase el apéndice que cierra este capitulo). No hay que olvidar que ello se produce en el marco de una etapa tam- bién no poco excepcional de la historia europea occidental, la etapa que se abre con las tareas de reconstruccién una vez finalizada la Segunda Gue- tra Mundial y recorre luego todo el calendario de la unién continental. Un apretado medio siglo que ha desparramado por la geografia occidental de Europa progreso material y estabilidad politica, mejoras sociales y el com- partido empefio de establecer una duradera estructura unitaria suprana- cional, haciendo prevalecer con recuperada fuerza lo que, en ultima ins- tancia, constituye el nticleo mas valioso del patrimonio espiritual del viejo continente: esos valores que se expresan en el cultivo de la razén y el exa- men critico de los hechos, en la libertad de conciencia y en el respeto a la diversidad cultural. Como fuere, lo acontecido en Espana durante los tiltimos decenios del siglo XX tiene particular relieve incluso en términos comparados con otros pueblos de la Europa del Sur como Italia, Grecia o Portugal, que también han avivado sus respectivos ritmos de evolucién para conseguir niveles de convergencia nunca antes alcanzados respecto de los niveles medios eu- ropeos. Tres son Jos procesos que, sin ser los unicos mencionables, mejor expresan y resumen el enorme cambio de la economia y la sociedad espa- fiolas de este tiempo mAs cercano: el proceso de desagrarizacién, la apertu- ra exterior y la ampliacién de la capacidad econdmica del sector publico. A cada uno de ellos conviene dedicar unos parrafos como anticipo de lo que se expondra en el capitulo siguiente, adoptando ahora un criterio mas ge- neralista que el que ahi se sigue. E] primero de esos procesos se pone de manifiesto en el abrupto descenso de la poblacién activa agraria y del mundo rural, en general. Lo que en la ma- yor parte de Europa occidental constituye una disminucién mds gradual y pausada, que ya desde la Primera Guerra Mundial comienza a reflejarse en muy apreciables reducciones del numero total de campesinos, en Espafia aca- bara siendo luego una caida rapidisima y brusca a partir de 1950. Desde en- tonces, la poblacion activa agraria se ha reducido en no menos de cuatro mi- llones de personas, pasando de la mitad del total a situarse por debajo de una décima parte. Supone ello una profunda mutacién en diversos planos de Ja estructura productiva, de ja estructura social y de la estructura territorial de todo el pais, dadas tas plurales ramificaciones de ese fenémeno de desagrari- zacion. Desagrarizacién que significa el final histérico del campesinado, pero también un rapido proceso de urbanizacion y mas extenso tejido productivo de empresas industriales y de empresas de servicios; que significa el adiés ala agricultura tradicional, pero también una modificada distribucién territorial de la poblacion y de los recursos materiales, asf como el predominio de nue- 38 LECCIONES PE ECONOMIA ESPANOLA vas formas y organizacién de la familia, y de pautas de comportamiento indi- vidual y colectivo también distintas. Otro de los cambios socicecondmicos que reflejan la sincronizacién de la hora de Esparia con la de Europa en el curso de los ultimos decenios del siglo XX ha sido la apertura de \as fronteras exteriores. Tanto de las comer- ciales, tecnolégicas y financieras, como de las fronteras que han de salvar jos desplazamientos masivos de trabajadores y de turistas; tanto las que se- paran las sedes originarias de los proyectos inversores, como las que agrandan las distancias entre diferentes culturas empresariales. Cambio este también sustancial, pues, mds acentuadamente que en la mayor parte de los paises occidentales europeos, Espafia deja atras una larga tradicién de proteccionismo, de repliegue sobre sus propios recursos y su propio mercado interior, como ya se ha apuntado, Ademas, no es sélo que en ape- nas un tercio de siglo la apertura de la economfa espafiola y su interdepen- dencia con los mercados exteriores de bienes, servicios, capitales y divisas hayan acabado por acompasar el ciclo espafiol al ciclo europeo; es que Espajia, de ni siquiera ser considerada en los proyectos germinales de coo- peracién econémica a escala europea, a mediados del siglo XX, es hoy un miembro activo y con peso de la Unién Europea. La tiltima gran novedad en la economfa espafiola es la anpliacién de los recursos ptiblicos, Aqui el escenario temporal todavia se ha recortado més, duplicdndose en veinte afios la proporcidn que supone el total de los gastos publicos sobre el PIB espafiol. Y, en términos comparados, otra vez el tempo cspafiol vuelve a mostrar en el marco de la Europa occidental del ultimo medio siglo una repetida regla: se acometen con cierto retraso pro- cesos comunes de transformacién para, quemando etapas, precipitar hiego su ejecucién. Dicho con brevedad: el aumento absoluto y relativo de las fi- nanzas publicas que se registra en un considerable ntimero de paises euro- peos occidentales desde los atios de la Segunda Guerra Mundial hasta cl umbral del presente, en Espafia se gana desde el final del franquismo hasta hoy. Consolidacién del actual régimen constitucional y edificacién del Estado de Bienestar son, en consecuencia, procesos paralelos en la historia espafiola mas reciente. Eso permite entender tanto el rapido incremento de la presién fiscal, como la modificada composicién del gasto ptblico. Permite comprender, en suma, la amiplia redisiribucién de la renta que se ha consumado en muy poco tiempo, lo que no es independiente, a su vez, de la répida mejoria del nivel educativo de la poblacién espatiola y de su cualificacion laboral. Terminese contemplando panoramicamente el siglo XX. E) perfil que describe la evolucién de la renta por habitante en Espafia se adapta en li- neas generales al del conjunto de los patses europeos que sirven de referen- cia, si bien con tendencia a acentuar la intensidad de los grandes movi- mientos al alza y a la baja, ganando posiciones a escala continental, como otros pafses mediterraneos, a partir de la segunda mitad del siglo XX, re- cuperando asi parte del tiempo perdido anteriormente. JOSE LUIS GARCTA DELGADO 39 En efecto, desde los afios cincuenta, pero sobre todo durante los sesen- ta y aun primeros setenta, en el marco de una larga fase excepcional de crecimiento de los paises capitalistas desarrollados —excepcional por su intensidad, duracién y estabilidad, digase una vez mds—, Espafia se colo- card entre las economias que consiguen mayores tasas de crecimiento; lue- g0, al compés de mds cortas ondulaciones ciclicas, se mantendré en niveles muy préximos a los que, en promedio, ofrecen los paises de la Unién Euro- pea. Una segunda mitad del siglo, en todo caso, en la que sobresalen muy hondas transformaciones, acelerdndose el curso de lo acontecido desde 1960, Con el resultado global de hacer de una economia que hasta hace slo un tercio de siglo estaba subordinada a las fluctuaciones agrarias, otra con una estructura productiva propia ya de una industrializacién avanza- da o madura. De una economia que exhibfa un alto grado de aislamiento e intervencionismo, otra integrada en Europa, crecientemente liberalizada y con muy altas inversiones en el exterior (al iniciarse el siglo XXI, Espafia es cl sexto pais del mundo con mayores inversiones directas en el extranje- ro, muy principalmente en Iberoamérica). De una econom{a que no podia disimular muy graves insuficiencias en prestaciones sociales, bienes prefe- rentes y equipamientos colectivos, otra con un Estado dotado de recursos para atender multiplicadas exigencias de gastos sociales y econdémicos. Cambios todos ellos que se solapan con esas paginas cruciales de la histo- ria espafiola de este tiempo que son la recuperacién de la democracia y el ingreso en la érbita institucional de la Europa comunitaria. 6. Recapitulacién En este capitulo se ha intentado ofrecer una visién comparada y a largo plazo del crecimiento econémico moderno en Espafia. Se parte para ello de precisar qué debe entenderse por tal fenémeno y los problemas que comporta su medicién y, més atm, la determinacién de los factores o cau- sas que lo explican. En el segundo eptgrafe se ofrecen datos significativos de la posicién es- pafiola en el marco del desarrollo econédmico contemporaneo de los paises occidentales, destacando tres notas: la condicién de pais de segundo orden que ahi tiene Espana, las concordancias que presenta su evolucién con la de otros pafses mediterrancos del continente, asi como su plena equipara- ci6n al que pudiera considerarse como genérico patrén europeo de creci- miento econémico moderno. En el tercer epigrafe se presenta una periodificacion del curso de la in- dustrializacién espafola, distinguiendo seis grandes etapas, manejando un doble criterio: la evolucién de la economia espafiola y su distancia, mayor © menor, de los niveles europeos de prosperidad. Los dos siguientes apartados estén dedicados a subrayar los rasgos y hechos mas sobresalientes de dicho proceso durante los siglos XIX y XX, 40 LECCIONES DE ECONOMIA ESPANOLA respectivamente. De la centuria decimonénica, en la que Espafia se man- tiene muy alejada del nivel de desarrollo alcanzado por Gran Bretafa, des- tacan tres fenémenos: creacién de las precondiciones institucionales para el surgimiento del capitalismo; el papel de la inversi6n extranjera en el equipamiento industrial y la importancia del ferrocarril para la articula- cién unitaria del mercado nacional, poniéndose las bases materiales para la ampliaci6n de la capacidad productiva de la economfa espanola; final- mente, los ingredientes bdsicos de la marcha hacia el proteccionismo con que termina el siglo. Por su parte, en el siglo XX, con un ritmo de crecimiento que, como media, es superior al decimonénico y que permite a Espaiia recuperar po- siciones relativas, tres son también los hechos més descollantes: el fortale- cimiento y diversificacién del tejido industrial; la abrupta interrupcién que en la senda de crecimiento afianzada durante los primeros decenios del si- glo provocan los hechos que se suceden desde la Guerra Civil hasta el final de los afios cuarenta, cuando se ponen de manifiesto todas las consecuen- cias negativas de un proteccionismo ¢ intervencionismo extremos; y, por ultimo, los profundos cambios estructurales que acompafian a la muy fuerte expansién de la segunda mitad de la centuria, consiguiendo niveles nunca antes alcanzados en el grado de su apertura externa y en el de con- vergencia a escala europea. Orientacién bibliogréfica Como obra complementaria a la que contiene estas paginas, en parte ampliato- ria, en parte punto de referencia por temas abordados, sistemética y autores, hay que recomendar la dirigida por J. L. Garcia Detcano, Espafia, economia: ante el si- glo XXI, Espasa Calpe, Madrid, 1999. Para una visién panordmica de todo el si- glo XX, debe remitirse igualmente a la también reciente de J. L. Garcia Detcavo y J. C, Jusinez, Un siglo de Espaia. La economta, Marcial Pons, Ediciones de Historia, Madrid, 1999. Se dispone en castellano de las obras de C. Cuarx, Las condiciones del progreso econdémico, Alianza, Madrid, 1967 (versién espafiola de la 3.* ed. inglesa), y de S. Kuznets, Crecimiento econdmice modemo, Aguilar, Madrid, 1973, ademas de la obra, m4s reciente, de A. Mappison, Historia del desarrollo capitalista. Sus fuerzas di- ndmicas, Ariel, Barcelona, 1991. La mayor y més ambiciosa reconstruccién de series histéricas sobre la econo- mia espafiola de las dos dltimas centurias es la que brinda el volumen coordinado por A. Carreras, Estadisticas histéricas de Espafia, siglos XIX-XX, Fundacién Banco Eaterior, Madrid, 1989. Entre las actualizaciones posteriores de esas series mere- cen especial menci6n, por su cardcter global y también por cotejarse con las de otros pafses europeos, las realizadas por L. Panos pe La Escosura —citadas al pie de Jos cuadros del texto—, que abarcan el cdlculo del PIB espafiol desde el primer ter- cio del ochocientos hasta la actualidad. Tres obras, aparecidas originariamente hace ya més de un cuarto de siglo, mar- can un antes y un después en el estudio de la industrializacién de Espafia. Por or- den cronolégico de sus primeras versiones, son éstas: N. SANCHEZ-ALBORNOZ, Espavia JOSE LUIS GARCIA DELGADO 41 hace un siglo: una economta dual, nuevo texto, revisado y ampliado, Alianza, Ma- drid, 1977 (la 14 ed. es de 1968); G. Torretta, Los origenes del capitalismo en Espa- fia. Banca, industria y ferrocarriles en el siglo XIX, 2.* ed., Tecnos, Madrid, 1982 (la 1 ed. es de 1973), y lade J. Napa, El fracaso de la revolucién industrial en Espaita, 1814-1913, Aviel, Barcelona, 1975, con muchas reimpresiones desde entonces. Los trabajos de J. Vicens, J. Fontana, J. Sarp4, A. Flores oe Lemus, F. Beanis, R. Perris, F, Estaré y J. Vetarpe que se utilizan en las paginas de este capitulo pueden encontrarse adecuadamente citados en J. L. Garcia Detcavo, «La industrializacién espafiola en el primer tercio del siglo XX», en Historia de Espatia de Menéndez Pi- dal, dirigida por J. M. Jover Zamora, tomo XXXVIT, Espasa Calpe, Madrid, 1984. Por otro lado, de los numerosos titulos de A. Gomez Menpoza sobre el papel de los ferrocarriles en el desarrollo econémico espaiiol, puede escogerse el libro Ferroca- rril, industria y mercado en la modernizacion de Espafta, Espasa Calpe, Madrid, 1989, Sobre el tema crucial de la politica comercial espafiola en la Espatia contem- porénea, véase J. M.* Srreano Sanz, «Un siglo de politica comercial espafiola en perspectiva», en J. Velarde, J. L. Garcia Delgado y A. Pedrefio (dirs.), El sector exte- rior de la economia espanola. Doce estudios, Colegio de Economistas de Madrid, Madrid, 1988. Y acerca del alcance de las transformaciones institucionales del siglo pasado y de su influencia sobre el crecimiento econémico, P. Teppe, «Cambio insti- tucional y cambio econémico en la Espafia del siglo XIX», Revista de Historia Eco- némica, aio XII, nim. 3 (1994), Cuatro obras colectivas contienen muchos trabajos de interés sobre el tema es- tudiado en este capitulo: N. SAxcrez-ALpornoz (comp.), La modernizacién econdmica de Espafia, 1830-1930, Alianza, Madrid, 1985; J. Napav, A. Carreras y C. Supria (comps.), La economia espaiiola en el siglo XX. Una perspectiva histérica, Ariel, Bar- celona, 1987; J. Napa y A. Carreras (dir. y coord.), Pautas regionales de la industria- lizacién espafiola (siglos XIX y XX), Ariel, Barcelona, 1990; y, por ultimo, L, Prapos De 1a Escosuaa y V. Zamacnt (eds.), El desarrollo econdmica en la Europa del Sur: Espafa e Italia en perspectiva historica, Alianza, Madrid, 1992. Y una de autoria sin- gular: la de G. Tortet.s, El desarrollo de la Espavia contempordnea. Historia econd- mica de los siglos XIX y XX, Alianza, Madrid, 1994, Lecturas recomendadas Carreras, A, «La industrializacién espafola en el marco de la historia econémica europea: ritmos y caracteres comparados», en J. L. Garcia Delgado (dir.), Espa- fa, economia. Edicién aumentada y actualizada, Espasa Calpe, Madrid, 1993. Comix, F., «La dificil convergencia de la economia espafiola: un problema histéri- co», Papeles de Economia Espaftola, udm. 63 (1995). Garcia Dexcano, J. L, y Jumévez, J, C., «El proceso de modernizacion econémica: perspectiva histérica y comparada», en J. L. Garcia Delgado (dir.), Espaiia, eco- nomta: ante el siglo XXI, Espasa Calpe, Madrid, 1999. Cuestionario 1. ¢Qué rasgos comparten Espafia, Italia y Portugal en sus respectivas experien- cias de industrializacién? ¢Puede hablarse, a tenor de ello, de una variante me- diterrénea dentro del patron general europeo de industrializacion? az LECCIONES DE ECONOMIA ESPANOLA 2. Qué ctapas, desde una perspectiva comparada con el resto de Europa, pueden distinguirse en la trayectoria del desarrollo econdmico espatiot a lo largo de los dos altimos sigios? 3. Qué factor resulté decisivo en la articulacién del mercado nacional en el si- glo XIX? 4. (A qué factores se debi6 la extensién y la diversificacién del tejido industrial es- Pafiol en las primeras décadas del siglo XX? 5. Qué supuso, en términos de convergencia con Europa, el corte de las tenden- cias de crecimiento de los decenios de 1930 y 1940? ¢Qué circunstancia econé- mica devino finalmente inviable la politica autarquica? & {Qué cambics han acompatiado al intenso proceso de crecimiento de la renta experimentado en Espafia en la segunda mitad del siglo XX? 7. ¢Cufles son las fechas —y las medidas— claves de la apertura y de la incorpo- tacion espatiola a la Unién Europea?

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