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Tratado teológico-político. B. Spinoza. 1670. Resumido por E. Cerezo.

PUCE, Mzo-09
TABLA CRONOLÓGICA y ANÁLISIS (Francisco Larroyo)
1632-XI-24 nace Spin.: Amsterdam. / 1641 Descartes: Meditaciones metafísicas. / 1651 Hobbes: Leviathan.
1660 inicia la Ética. / 1665 Tratado teológico-político, que en 1670 aparece como anónimo.
1672 Asesinato de Jan Witt. En 1675 termina la Ética. 1677-II-21 muere S; pronto se publican sus obras.
En el prefacio de la Ética va su meta: la libertad en religión y filosofía es pieza clave del desarrollo del
Estado. En carta a Oldenbourg (X-1665) dice las razones de un Tratado de la Sgda. Escritura: liberar a hombres
cultivados de prejuicios de los teólogos; 2) porque el vulgo me acusa de ateísmo; 3) defender la libertad de
pensar y hablar, amenazada por el poder de los eclesiásticos. Tiene 3 PARTES: 1) interpretación bíblica (I-
XII); 2) bases de la religión natural (XIII-XV); 3. Relaciones Estado-Iglesia (XVI-XX).
Insiste en 3 ideas: a) la autoridad y valor histórico de la Biblia, b) El derecho natural en su vínculo con
el de la Iglesia, c) la esencia, funciones y límites del poder político de la Iglesia. De la Biblia critica: inexactitud
de los relatos, revelaciones infundadas; es moralizadora en tanto promueve y mantiene los lazos sociales de los
hombres con preceptos, ceremonias; trae revelación de Dios a Moisés y los Profetas, superior a la razón; contie-
ne la ciencia universal e ideas de estilo e inspiración incongruentes, a menudo alejados de los sucesos; los redac-
tores no miran por la verdad objetiva, pues no hablan el lenguaje del entendimiento, sino el de la imagina-
ción y se dirigen a gente sencilla, a la que hay que conmover con medios apropiados a sus facultades.
Temas por capítulos.- I y II: diferencias teología-filosofía; III: en talentos y virtud, todas las naciones son
iguales: Dios no prefiere a ninguna; IV: la ley divina es universal, los ritos cambian de un pueblo a otro; V:
sentido de las ceremonias religiosas y valor de las creencias en la tradición; VI: el milagro contrario al orden de
la naturaleza es imposible: fue mal observado o ignoramos su causa; si se produjera, el orden natural cambiaría
y la esencia de Dios no sería inmutable; VII: método filológico histórico para interpretación de las Escrituras;
VIII: libros Pentateuco, Josué, Jueces, Ruth, Samuel, los Reyes no son auténticos en su autoría; IX: intervención
de Hezra en ella; X: sigue el análisis exegético del Antiguo Testamento; XI: sobre los apóstoles; XII: la
verdadera religión está grabada en el espíritu del hombre. Fin: construir filosofía política.- XIII: todo hombre
puede confirmar cuanto enseña la Biblia, viviendo según cierta ley; XIV: la fe universal y cuanto enseña la
Escritura emanan del principio: existe un Ser Supremo que ama la justicia y la caridad, a quien todos
debemos obediencia para lograr la salvación, al que se debe adorar por la práctica de la justicia y la caridad;
así trata de fundar filosóficamente la religión natural; XV: teología y razón no deben someterse una a la otra;
caen en grave error tanto los escépticos, que tienen la 2.ª tesis, como los dogmáticos, con la 1.ª; XVI: el derecho
natural (reglas de cada individuo con las cuales existe y obra) se extiende hasta donde llega su poder;
también por naturaleza se quiere vivir en común, y esta es la fuente del derecho civil: tal comunidad lleva al
Estado, poder al cual el ciudadano cede facultades y comunidad política en que arraiga el derecho del gobernante;
XVII: no es posible que el ciudadano ceda todos sus derechos; XVIII: la justificación del poder político es la
vigencia de los derechos naturales, la historia política de los hebreos explica que la época y condiciones sociales
de un pueblo determinan la forma de gobierno y principios políticos generales; XIX: sin el Estado no es dable la
vida humana, que es en comunidad; su forma puede variar, pero jamás desaparece, a diferencia de las otras
asociaciones humanas; le compete regular el culto exterior de la religión que, en aras de la paz, debe ser
acorde con la voluntad de Dios; el hombre jamás somete a otro su inteligencia y en esto se basan sus derechos
naturales; XX: en un Estado libre cada uno tiene derecho de pensar y decir lo que quiera.
PREFACIO del autor {Los números entre corchetes son divisiones de la ed. francesa de Apuhn}
[1] Los hombres casi siempre fluctúan entre el temor y la esperanza por bienes que no saben desear
moderadamente, y sus espíritus están siempre abiertos a la más exagerada credulidad. Mas en otras
situaciones se les ve confiados en el porvenir, llenos de orgullo y jactanciosos…
[2] Suelen vivir ignorantes de sí mismos: cuando prósperos se jactan de su sabiduría; pero,
sorpréndeles la adversidad, y piden consejo a cualquiera y, por irracional que sea, le siguen
ciegamente. Al menor indicio vuelven a esperar mejor porvenir o a temer mayores males {constante
fluctuación por el zarandeo de los afectos}. Ignoran lo que es religión; quieren que la naturaleza sea
cómplice de su delirio y, fecundos en ficciones, la interpretan de mil maravillosos modos.
[3] Los más dados a la superstición son quienes más excesivamente apetecen bienes inseguros si
vislumbran un peligro. El temor lanza a los hombres a tal exceso de delirio. / [4] Los adivinos solo gozan
de crédito durante las grandes calamidades, siendo entonces especialmente temibles para los reyes.
[5] Solo esperanza, odio, cólera, fraude pueden hacer subsistir la superstición, pues viene de las pasio-
nes más fuertes. Es difícil tener una sola superstición: el vulgo siempre corre a cosas nuevas que aún no le
han engañado; esa inconstancia ha causado guerras, tumultos. Es el medio más eficaz para gobernar a la
muchedumbre bajo apariencias de religión, y lleva a los pueblos a adorar o detestar a los reyes. / [6]
Para obviar ese mal se rodea a la religión de aparato y culto pomposo {infra: ceremonias} para producir
en todos un respeto que llena el espíritu de tantas preocupaciones que no dejan sitio a la razón ni a la duda.
[7] Si el secreto del régimen monárquico consiste en engañar a los hombres disfrazando bajo la
religión el temor que se necesita para mantenerlos en la servidumbre {v. 8E. Calvino}, nada hay más
contrario a la libertad que cohibir con prejuicios el libre ejercicio de la razón individual. Las sediciones bajo
pretexto de religión proceden de mirar las opiniones como crímenes; mas, si el derecho del Estado se
limitase a reprimir los actos dejando impunes las palabras, las controversias no llegarían a sediciones.
[8] La libertad de pensar puede conciliarse con la paz y la salud del Estado, y no puede destruirse sin
destruir esa paz y la piedad. Este principio trato de fundar. Para ello juzgo necesario disipar unos
prejuicios fundados en la religión, y otros en el derecho soberano. Ciertos hombres maniobran para
apropiarse ese derecho y bajo el velo de religión extraviar al pueblo, a fin de sumergirle en la esclavitud.
[9] Motivos.- Nadie puede distinguir un cristiano, un turco, un judío y un pagano si no es por seguir la
opinión de tal o cual maestro. La causa procede de mirar como ventajas materiales las dignidades de la
iglesia, y de que el pueblo cree que la religión estriba en los honores a sus ministros. El celo por la fe se
convierte en ambición y avaricia, y el templo en teatro donde se oye a oradores que se cuidan poco de
instruir al pueblo y mucho de hacerse aplaudir por él enseñándole cosas que sorprenden su
admiración. La fe es hoy credulidades, prejuicios que privan de discernir lo falso de lo verdadero {v.
Supra 1 y 6. Zeitgeist: F. Bacon}. Quienes se dicen más iluminados por la luz divina, si tuvieran un atisbo
de ella se distinguieran por amor, no perseguirían a quienes no participan de sus opiniones; además,
parten de que la Escritura es divina, pero esto debiera resultar del examen de ella, bien comprendida.
[10] Haré un nuevo examen de la Escritura con cuidado de no reconocer como doctrina santa sino lo
que la Escritura claramente enseña. Con esta regla he creado un método para interpretarla. Propongo que:
A.- (III) Los profetas (interpretes para el pueblo de la revelación divina hecha exclusivamente a ellos)
solo son autoridad {confianza que inspiran por su honradez, veracidad y coherencia vital testimoniales} en
cuanto a la virtud; (III-IV) las leyes de Moisés son solo el derecho particular hebraico; (IV, XIV y XIX)
la religión católica, ley divina revelada a todo el género humano, nos descubre la ley natural {objeto de
la ciencia. / En su mestizaje cultural, S probablemente poseía el resultado de siglos de esfuerzo por unir fe y
razón, sobre todo en la línea de T. De Aquino}; (V) como los milagros de la Escritura están acordes con
la razón y los profetas no han referido sino cosas al alcance de todo el mundo, la Escritura nada tiene de
común con la filosofía, por eso el conocimiento que da de las cosas espirituales debe estar en ella misma
y no en la razón natural; (XIX-XX) el Verbo de Dios solo ha revelado que hay que obedecer a Dios con
corazón puro: practicando la caridad y la justicia; [11] en fin, (XIII-XV) la revelación tiene como
objeto la obediencia, así es distinta del conocimiento natural; luego ambos son mutuamente indepen-
dientes y cada uno puede reconocer los derechos del otro sin que por eso sea su dueño ni su siervo.
[12] Debe dejarse el juicio individual en libertad para que cada uno entienda la religión como le
plazca y no juzgue la impiedad o piedad de los demás sino por sus obras. Así, solo la caridad y la
justicia tendrán valor {base de la ética de mínimos}.
B.- [13] El derecho natural de cada uno no tiene más límites que los de sus deseos y su poder. Nadie
puede ceder este derecho a no ser que transfiera a otro el poder de defenderse, y así pase a manos suyas.
Luego quienes ocupan el poder son los únicos depositarios del Derecho y la libertad; los demás deben obrar
por las voluntades de aquellos {hasta aquí la tesis de Hobbes}. Mas como nadie puede privarse del poder
de defenderse so pena de abdicar de su dignidad, los súbditos conservan siempre ciertos derechos que
no pueden quitárseles sin gravísimo peligro para el Estado {base de la actual doctrina de los DDHH}.
Los soberanos son los depositarios e intérpretes del derecho civil y sagrado {esto cambia en la democracia};
a ellos compete decidir lo que es justicia e injusticia, piedad o impiedad y, para conservar la tranquilidad del
Estado, deben permitir a cada uno que piense lo que quiera y diga lo que piense. Me entiendo con los
filósofos pues es tan imposible librar al vulgo de la superstición como del miedo, y el regulador de las
alabanzas y desprecios del vulgo es la pasión arrebatada. [No se han resumido los caps. I-II y VIII-XII]
Cap. III: De la vocación de los hebreos y de si el don de profecía fue propio de ellos.
[3] Gobierno de Dios es el orden inmutable de la naturaleza, el encadenamiento causal de las cosas
naturales: las leyes universales de la naturaleza son los eternos decretos, las verdades eternas de absoluta
necesidad; socorro interno de Dios es lo que la naturaleza humana hace por su solo poder para
conservar su ser, socorro externo es todo lo útil al hombre que procede de causas exteriores; y fortuna,
el gobierno de Dios en tanto que dirige las cosas por causas exteriores {v. IV, 4E y 12}.
[5] 3 objetos podemos desear honestamente: 1) conocer las cosas por sus causas primeras, 2) sujetar
nuestras pasiones o adquirir el hábito de la virtud, y 3) vivir seguros y sanos. Los medios para adquirir 1.
y 2. dependen principalmente de nuestro poder: de las leyes comunes al género humano {énfasis en las del
pensamiento: del alma}. Los de vivir con seguridad y salud están principalmente en la naturaleza
externa, porque dependen de las causas segundas que ignoramos {los orígenes de las afecciones; aunque
en la sociedad actual, la mente conoce cada día más sobre las leyes de estas y de los afectos (hoy, mapeo del
cerebro) y, así, irá logrando más control sobre la naturaleza y sobre la sociedad: la construcción de la acción
en esta sigue siendo el eslabón más débil de la acción humana (en la acepción de Hanna Arendt)}; bajo este
respecto el sabio y el ignorante son igualmente felices o desventurados {esto sería así en el estadio de la
naturaleza pre-social; pero, ya en la sociedad: SÍ ante una catástrofe cósmica que afecte a la Tierra; pero NO
ante las que son habituales: atraco, enfermedad, inundación, terremoto, tornado; pues frente a ellas está, por
lo general, más preparado y protegido el más consciente (shamán o científico) y pudiera estarlo el más rico.
El mismo S abre puertas enseguida a posibilidades de este género; v.:}. La conducta {sobre todo la buena:
la racional, o coherente con las leyes naturales y la obediencia a la ley} y su vigilancia pueden contribuir
muchísimo a la seguridad y a preservar al hombre de los ataques de sus semejantes y de los de los
animales. El medio más seguro es una sociedad en que las fuerzas individuales se congreguen como en
un solo cuerpo {v. V, 7}. Ella es más segura y duradera y menos sujeta a la fortuna {el zarandeo de las
afecciones-afectos se ubica en la línea del determinismo (o potencia general de la naturaleza); y se minimiza
en el ámbito de la libertad (razón), que es la potencia más específica humana}: cuanto más sabios y celosos
{potencia del afecto} sean sus fundadores y directores; si una sociedad con hombres de carácter grosero
dura mucho lo deberá a otro poder y le será imposible no adorar a Dios {v. Ética} en tanto que obra por
causas exteriores ocultas y no por la naturaleza y el alma humanas, pues nada espera de cuanto le
ocurre, todo colma sus esperanzas y, así, ello puede pasar por un milagro {mayor seguridad de la certeza
científica, por basarse en la experimentación y comprobación cruzada que permiten pronosticar catástrofes;
mas en casi toda cosmovisión mítica, las lagunas del saber de la naturaleza las llenan los sabios, que se basan
en la experiencia socio-histórica acumulada, pero que, con menos certezas sobre las leyes naturales, generan
acciones sociales que garantizan una seguridad comunitaria menos fiable que la sociedad tecno-científica}.
[6] Las naciones se distinguen por la clase de sociedad que une a los ciudadanos y por las leyes bajo las
que viven. El fin de toda sociedad y gobierno es la seguridad y comodidad de la vida, pero el Estado no
puede conservarse sino por leyes, que todo ciudadano debe obedecer: la única recompensa que pudo
prometerse a los hebreos por su constante obediencia a las leyes, fue la seguridad y demás ventajas de la
vida; y como castigo de su desobediencia, la ruina del imperio y los males consiguientes {Marcos X, 21:
para lograr la vida eterna no basta la observancia de los mandamientos del Antiguo Testamento}.
[7] La Escritura enseña que las demás naciones tenían también un imperio y leyes. Los judíos no eran
más caros a Dios que las demás naciones, Dios dotó a todo hombre de igual inteligencia: “...formó su
corazón de la misma manera” (Salmo XXXIII, 1 / v. infra 13) y dio una misma ley a todo el género
humano: la de hacer el bien o abstenerse de acciones malas {beneficencia y no maleficencia}.
[8] Y, supuesto que la misión de los profetas fue la de moralistas, toda nación tuvo sus profetas
{personas que apelan al ideal, a la convicción}. / [9] Un espíritu únicamente inclinado al bien y a la
equidad les da a los profetas la seguridad de sus predicaciones; los adivinos o augures {con ese talante}
eran verdaderos profetas, y los falsos adivinos eran como los falsos profetas que engañaban a los judíos.
[10] {Spinoza prefiere el Nuevo Testamento y lo cita para corroborar sus ideas: Jesús como paradigma
de vida humana justa y unida a las leyes más hondas del universo (IV, 10; V, 3 y XII, 7) y, sobre todo, frases
de Pablo de Tarso, que sistemáticamente retoma a inicios de tres capítulos (IV, 2; XIII, 3 y XVI, 2) o en uno
de los parágrafos finales de otros tres (aquí: III, 10; IV, 12 y V, 20).} Pablo indica que todos los hombres
están en pecado, y no hay pecado allí donde no hay ley: habiendo recibido igualmente todos los hombres
la ley y el pecado, Dios envió a su Cristo para librar a todos de la servidumbre de la ley y hacerles
practicar el bien por la resolución de su espíritu. {espíritu del Concilio Vaticano II}.
[11] Dios rechazó a los hebreos en cuanto se sumieron en el lujo, los placeres y la idolatría. Él solo
atiende a los justos, pues esta eterna alianza de conocimiento y amor es universal.
[12] Los judíos han subsistido por separarse de los demás pueblos y provocar su odio: una
garantía para su conservación como pueblo {: un bucle de retroalimentación. Ellos, al enfatizar su
diferencia ante otros pueblos, aprovechan el odio que con tal actitud provocan en ellos para, por oposición,
conservar su unión y aumentar así su potencia. La arqueología/génesis personal de esta postura sería tal vez
que los judíos holandeses, por vías indirectas (afectos) rechazaron a S por no ser creyente fiel de esa
comunidad. El TTP sería su respuesta, construida con los dos ingredientes: razón y afecto}.
[13] Las naciones solo difieren por sus ventajas temporales y su imperio {su poder}; mas, respecto
a la inteligencia y a la virtud, todas son iguales {base de la igualdad de derechos. Esta es una aplicación de
la ley del conatus a cuerpos colectivos}.
IV: La ley divina.
[1] La ley resulta de la naturaleza o de la definición de las cosas; y si se la establece para comodidad
y seguridad de la vida o por razones análogas, de la voluntad del hombre: en este caso, constituye el
derecho. Por ej., es ley de la naturaleza humana que el recuerdo de un objeto traiga al espíritu otro
semejante o percibido simultáneamente con el primero. Depende de la voluntad del hombre todo lo que
resulta de la naturaleza humana (de la naturaleza en tanto que determinada por él). Ignoramos el
encadenamiento real de las causas y los efectos; por lo tanto, es preferible para la vida no considerar
las cosas como necesarias, sino como posibles {aquí S privilegia la inducción por sobre la deducción}.
[2] La ley es una regla de conducta para conseguir un fin determinado. Como la mayoría es
incapaz de seguir su vida por la razón, los legisladores han propuesto un fin distinto a la naturaleza de
las leyes, prometiendo a quienes las observen los bienes más apreciados por el vulgo {esperanza}, y
amenazando a los que se atrevan a violarlas con castigos {temor}. Quien conociendo la razón de las
leyes y su necesidad da a cada uno su derecho, procede por voluntad propia y merece que se le llame
justo. Según Pablo (Romanos III, 20) la justicia es voluntad constante de dar a cada uno lo suyo.
[3] La regla humana de conducta es útil para la seguridad de la vida y se refiere solo al Estado; la
divina se refiere al bien supremo: al conocimiento verdadero y al amor de Dios.
[4] Nuestra mejor parte es el entendimiento, y el bien supremo consiste en su perfección, ya que
toda la naturaleza supone el concepto de Dios {v. 5 infra}: a medida que conocemos más las cosas más
perfecto conocimiento adquirimos de Dios (pues conocer el efecto por la causa es conocer una propiedad
de tal causa) y con mayor perfección conocemos la esencia de Dios, que es causa de todo; por tanto, el
conocimiento humano, bien supremo del hombre, en Dios se contiene. La perfección del hombre crece en
razón de la del objeto que quiere por encima de todos, y recíprocamente. Se sigue que quien quiere sobre
todas las cosas el conocimiento intelectual del ser más perfecto (Dios) es más perfecto y participa más de la
suprema beatitud. Los medios para alcanzar a Dios son preceptos divinos, pues su empleo nos fue
prescrito por Dios, existente en nuestro espíritu; y la regla de conducta que a este fin se refiere es la ley
divina. ¿Cuál es y cómo puede apoyarse en ella el Estado? Cuestiones así comprenden toda la moral.
[5] El único que observa la ley divina es quien ama a Dios por saber que el conocimiento y el amor
de Dios son el bien supremo. La ley divina se contiene en el precepto: Amad a Dios como a vuestro bien
supremo, porque el conocimiento y el amor de Dios son el fin último de nuestros actos. El hombre carnal
no puede comprender esto, porque nada palpable hay en este bien supremo que se le impone {v. Ética}
[6] La ley divina natural: 1.° es común a todos los hombres; 2.° se deduce de la sola consideración
de la naturaleza humana y puede concebirse en el alma de cualquiera {v. supra 4E}, en las nociones
universales que se revelan por sí mismas y engendran inmediata certeza. Las narraciones históricas nos
son muy útiles, pues cuanto más conozcamos las costumbres retratadas en ellas más fácil nos será
acomodar nuestra vida y conducta a su carácter {se trata de conocer las leyes de comportamiento
humanas y poder planificar en base a ellas mi vida individual (aun por egoísmo), sobre todo en vistas a la
maximización de mi potencia, mediante su composición social efectiva}; 3.° esas acciones solo se llaman
buenas cuando sirven a una institución o representan algún bien necesario; mas las que solo son buenas
cuando una institución las impone, o por su simbolismo {v. infra 10}, son distantes de los frutos naturales de
un alma sana; 4.° el premio de la observancia de la ley divina es conocer a Dios, amarle con espíritu
libre, amor puro y durable, y el castigo de los que la infringen es un espíritu siempre vacilante y
alterado {estoicismo que se puede coordinar bien con el funcionamiento del cerebro hoy conocido}.
[7] 1.° ¿Podemos por la luz natural concebir a Dios como legislador que dicta leyes a los hombres?
¿Qué enseña la Sgda. Escritura sobre las leyes naturales?
[9] 1.° Adán comprendió la revelación como un mandato seguido de premio o castigo; por lo tanto,
Dios tuvo el carácter de legislador para Adán, por imperfección de su conocimiento. Moisés comprendió las
cosas, no como verdades eternas {conocimiento}, sino como preceptos {voluntad}; por eso presentó a
Dios como legislador y rey, atributos que solo correspondan a la naturaleza humana.
[10] Cristo {lo toma como símbolo, como el nuevo Adán: la nueva humanidad.} fue enviado para todo
el género humano y comprendió las cosas reveladas en su verdad, porque comprender una cosa es
concebirla por la sola fuerza del espíritu puro, más allá de palabras e imágenes. Nadie puede ser
completamente feliz si no tiene el espíritu de Cristo: si no comprende las leyes de Dios como verdades
eternas. Dios obra por la sola necesidad de su naturaleza y sus voluntades son verdades eternas.
[11] Quien practica el bien por conocimiento verdadero y por amor del bien, procede del espíritu libre, y
el que lo hace movido por temor al mal está como dominado por una fuerza extraña.
[12] Si os sometéis a la inteligencia hallaréis la ciencia de Dios (o el amor de Dios, pues Jadah tiene
ambos sentidos) {Clave: razón /afecto+}. La inteligencia es lo único que nos enseña a temer a Dios racio-
nalmente: a rendirle culto verdaderamente religioso. La ciencia de Dios contiene la vida moral y la
vida política, que son una misma: solo tras conocer la naturaleza de las cosas se puede establecer las
bases de la moral y comprender la verdadera virtud. Según Salomón, la dicha y tranquilidad del
hombre dependen menos de la fortuna (auxilio externo de Dios) que de su virtud interior (socorro
interno): por la vigilancia, la actividad y el buen consejo se logra la conservación {v. III, 3: ahonda línea de
Aristót.}. Pablo a los romanos (I, 20): “El poder y divinidad de Dios son visibles en sus criaturas”, es decir
todo hombre comprende por la luz natural la fuerza de Dios, y de este conocimiento debe deducir qué hacer
y evitar. Luego la Sgda. Escritura reconoce la luz natural y el conocimiento que nos da de la ley divina.
V: A.- Con qué fin se erigieron las ceremonias religiosas. B.- Cómo y para quiénes es necesaria
la creencia en narraciones históricas {afinidad Biblia-Aristóteles en la relación ley natural-virtud
natural/comunitaria: realismo político que adapta la utopía al contexto del estado, la historia}
A.- [2] La ley divina consiste en purificar el alma, practicar la virtud y la caridad con los desgraciados
(Isaías I, 16-17). “No quisisteis sacrificios porque vuestra ley está en mis entrañas” (Salmo XIV: 7, 9). / [1]
En el Ant. Testam., las ceremonias refieren al bienestar material y a la tranquilidad pública de los hebreos.
[3] En los cinco libros de Moisés las ceremonias Son reglas de conducta que se refieren a la
prosperidad del Imperio. Jesucristo tuvo por misión, no conservar tal o cual imperio, sino únicamente
enseñar a los hombres la ley moral universal. Y no trató de introducir nuevas leyes. Los fariseos ignoran
que la ley de Moisés sirvió menos para ilustrar a los hebreos que para sujetarlos por la fuerza.
[4] Isaías, por una vida libre y caritativa promete la salud del alma y la del cuerpo y, por las
ceremonias, la prosperidad del Estado y la felicidad corporal individual.
[5] En el Evangelio, los apóstoles renunciaron a las ceremonias. En la primera destrucción de
Jerusalén y cautiverio de Babilonia, los judíos las suspendieron y, dejando la legislación de su patria,
comenzaron a mezclarse con las demás naciones.
[7] {Antropología:} La sociedad es útil a los hombres para la seguridad de la vida, pues si no se
auxiliasen mutuamente les faltaría arte y tiempo para sustentar la existencia; por eso los hombres que viven
en la barbarie arrastran una vida miserable y casi brutal.
[8] Si los deseos estuvieran guiados por la razón, la sociedad no necesitaría leyes y los hombres, sin
coacción hicieran lo verdaderamente útil; pero cada uno procura sus intereses y la razón no decide sobre
la utilidad de las cosas, sino las ciegas afecciones del espíritu {los afectos de la Ética} que nos unen a lo
presente sin cuidarse del porvenir. De aquí que ninguna sociedad puede subsistir sin fuerza, sin leyes
que contengan el desenfreno de las pasiones, cuando solo la moderación da estabilidad. Quien solo
actúa por temor no obra por su voluntad y no piensa sino en librarse de lo que le amenaza. Nada hay
tan insoportable como verse sometido a los semejantes
[9] Una vez dada la libertad a los hombres {del esclavismo, la servidumbre, la monarquía…} es muy
difícil recogerla. 1) El poder debe estar en manos de toda la sociedad, para que cada cual se obedezca a
sí mismo; si se entrega a unos cuantos o a uno solo, este debe poseer algo que le eleve por sobre la
naturaleza humana, o al menos aparentarlo ante el vulgo {Maquiavelo}. 2) En un Estado, las leyes
deben ser tales que los hombres se comporten, no tanto por el temor al castigo como por la esperanza
de los bienes que desean {como consecuencia de la mayor potencia de los afectos + respecto a los –}; así el
deber de cada uno estará de acuerdo con sus deseos. 3) la obediencia consiste en conformarse con
cierta orden únicamente en virtud del poder de quien la da; allí donde el poder esté en manos de todos
y las leyes se hagan con el universal consentimiento nadie está sujeto a la obediencia y el pueblo es
libre, pues obra por su sola voluntad y no por el temor de autoridad extraña {: esencia de la democracia}. En
un gobierno absoluto, los ciudadanos obran por la autoridad de uno solo.
[10] Cuando los hebreos salieron de Egipto, por ser incapaces de gobernarse fue preciso uno solo que
los hiciera obedecer a la fuerza {hay que adaptar la forma de poder según el nivel de madurez de un pueblo.
La monarquía, que debe ser provisional (un tránsito), tiene que ser propedéutica: una escuela preparatoria de
la democracia estructural y permanente del futuro. A la base de esta idea está el poder como servicio a la
comunidad y el alejarse en lo posible de su abuso}: Moisés, superior en virtud divina, cuidó que el pueblo
cumpliera su deber espontáneamente y no por miedo. Le aconsejaban esta conducta la obstinación del
pueblo (ante la cual la fuerza es mala) y la guerra siempre amenazadora; ya que, para triunfar en ella,
hay que animar a los soldados más que aterrarlos con amenazas, pues más celo se pone para superar a
los demás en valor que para evitar un castigo {la competencia como motor de la conducta. V. Aristóteles
y Maquiavelo: el ejército de ciudadanos es un meme que es legado constante de la cultura occidental}.
[11] Por eso Moisés introdujo la religión en el gobierno, de modo que el pueblo cumpliera su
deber por devoción {v. supra 10M} y no por temor, y les hizo en nombre de Dios brillantes promesas para
el porvenir {papel histórico de la religión como ayuda a la composición social de potencias}. / [12] El objeto
de las ceremonias era que siguiesen la voluntad ajena, mientras que [13] las del cristianismo son signos
de la Iglesia universal, y su objeto mantener la integridad de la sociedad cristiana. En el Japón, los
holandeses renuncian a la profesión externa de su culto {un ej. de prudencia para evitar incomodar al
pueblo anfitrión con prácticas que les resulten repulsivas}.
B.- [14] Quien quiera persuadir a sus congéneres de una idea que no es evidente, debe deducir su
aserto a partir de las evidencias que ellos tienen y convencerles ya por los hechos de la experiencia ya
por el razonamiento, apelando a axiomas autoevidentes. Con la experiencia y sin inteligencia clara y
distinta de los hechos será imposible iluminar los axiomas; mas, como para deducir es necesario
encadenar percepciones, prudencia, penetración de espíritu y sabiduría, los hombres prefieren la
experiencia {mayor facilidad de la inducción frente a lo complejo de la deducción}. De aquí que convenga
establecer la idea por la experiencia, y poner sus razones al alcance del pueblo {pragmatismo político};
pues al encadenar las ideas en una rigurosa trabazón escribirá para los doctos, que son un reducido número. /
[15] Por eso la Escritura debió poner las verdades al alcance del vulgo y fundarlas en la experiencia.
[16] Esta es trasmitida por narraciones, que no pueden brindar un claro conocimiento aunque sí
hacer a los hombres obedientes y devotos. {v. VI-1}; pero quien sabe por la luz natural que hay un
Dios, si lleva una vida arreglada racionalmente es más feliz que el vulgo, pues posee una creencia
verdadera y una concepción clara y distinta de su creencia. La excelencia de las narraciones bíblicas
aumenta según se pueden sacar de ellas creencias más saludables. La tesis de que Aristóteles no pudo
salvarse porque no conoció las enseñanzas divinas sino como dictados de la razón es pura ilusión sin
fundamento, pues un conocimiento superior a la razón es una quimera irracional.
[20] De quien es rico en frutos de caridad, alegría, bondad, fe, digo con Pablo (Gálatas V, 22) que,
sea que le instruya la sola razón o la Escritura, Dios le instruye y le da felicidad.
VI: Los milagros.
[1] Los hombres hallan la mano de Dios en todo fenómeno cuya causa es ignorada u opuesta a las
ideas aceptadas, sobre todo cuando resulta de utilidad. {Explicación sicológica:} Mientras la naturaleza
sigue su curso nos imaginamos que Dios está ocioso; y cuando obra, el poder natural parece quedar en
suspenso y se establecen así dos potencias distintas, la divina y la natural. Para el vulgo, Dios es la
autoridad real y la naturaleza una fuerza ciega: suprime las causas naturales y se representa el poder
de la naturaleza como encadenado por el de Dios; así confunde las voliciones divinas con los deseos
humanos y representa una naturaleza tan limitada, que el hombre es en ella la parte principal.
[2] Demostraré 4 principios: 1° el orden natural sigue su curso eterno inmutable; 2° la esencia de
Dios se capta mejor por el orden constante de la naturaleza {Ecologismo científ. actual}; 3° la Escritura
entiende por voluntad de Dios el orden de la natura que resulta de sus leyes; 4° la narración de los milagros.
1.° [3] Las leyes univ. de la natura son los decretos de Dios: el poder natural es el suyo; / [4] son
apropiadas a todos fin posible: se extienden a todo lo que la inteligencia es capaz de comprender {Ética,
I}. / [5] Un milagro es un fenómeno cuya causa natural no pueden explicar los hombres por analogía
con los habituales, pues el vulgo cree comprender bien algo cuando ya no le causa admiración {sicol.}.
2.° [6] Si se produce una cosa contraria a la naturaleza: será preciso concebirla como opuesta a las
nociones primeras, lo cual es absurdo; o dudar de estas, y así de la existencia de Dios, ya que tendríamos
naturaleza sin orden inmutable. / [7] Conocemos más a Dios cuanto más ahondamos en las cosas naturales;
así, los fenómenos que comprendemos clara y distintamente merecen mejor que se los llame obras de
Dios que los milagros, los cuales nos dejan en la ignorancia absoluta aunque ocupen la imaginación de la
gente. / [8] Milagro es lo que parece exceder el alcance de la inteligencia humana. / [9] De verificase un
fenómeno de la naturaleza no conforme con sus leyes, sería opuesto a ellas, y por tanto la creencia en los
milagros lleva a la duda universal y al ateísmo; luego son un absurdo, y los de la Escritura son fenómenos
naturales real o aparentemente superiores a la inteligencia humana. / [10] Para los profetas ha sido
oscuro el acuerdo entre la providencia, el orden natural y la vida humana; mas fue visible para los
filósofos que se esfuerzan por comprender las cosas por nociones claras, para los que hacen consistir la
felicidad solo en la virtud y tranquilidad espiritual y para los que no quieren violentar la naturaleza;
pues saben que Dios la dirige según leyes universales, no según las especiales de la naturaleza humana.
3.° [12] En la Escritura, los decretos de Dios {su voluntad; v. supra 2 y 3 / III, 1} son el orden
natural {que resulta de las leyes de la naturaleza (ídem)} cuyo objeto no es explicar las cosas por sus causas
naturales. / [13] Cuando Dios se manifiesta en la nube (Génesis IX) se trata de la refracción del sol a
través las gotas de agua de las nubes y, en el Salmo CIV, al viento y al frío se los llama enviados de Dios,
y así sucesivamente; pues la Escritura hace un cuadro de los hechos que más impresionan la
imaginación y excitan a la devoción. / [14] Los milagros obedecieron a causas naturales.
4.° [15] Si en la Escritura ocurre algún suceso contrario a las leyes naturales fue agregado por una mano
sacrílega; porque lo contrario a la naturaleza es opuesto a la razón, y debe desecharse.
[17] {Debido a los afectos:} Es muy raro que los hombres refieran los sucesos tal como pasaron,
más aún cuando son inesperados, cosas superiores a quien las refiere o escucha y, sobre todo, si el que
narra o atiende tienen algún interés {v. supra 1A}; por eso en las historias se ven más opiniones que
sucesos y es fácil determinar, por el carácter de una historia, las opiniones del historiador.
[18] Por su religión y por sus prejuicios, los hebreos llegaron a describir un acontecimiento de modo
muy diferente a como efectivamente había pasado.
[19] Para interpretar los milagros hay que conocer la opinión de los testigos y distinguir las
opiniones del testigo o escritor de los hechos tales como pudieron presentarse. Todo espíritu un poco
elevado sabe que Dios no tiene izquierda ni derecha, ni está en tal o cual parte, cuando regula los juicios por
la inteligencia, y no por el sentido o la imaginación como el vulgo, que se representa a Dios sobre un trono
en la bóveda celeste, sin que se aleje de la tierra. / [20] Para saber cómo pasaron los milagros importa
conocer el lenguaje hebreo. Cuando se dice que Dios sacó agua de la roca significa que los judíos
hallaron fuentes en el desierto. Muchos milagros aparentes son figuras hebraicas y sirvieron para dar a la
narración un carácter religioso. Por ej., que Dios había “endurecido el corazón del Faraón” significa que
su carácter era tenaz, y cuando Dios “abrió las ventanas del cielo” es que llovió mucho.
[22] La Escritura dice que la naturaleza sigue un orden inmutable. En Eclesiastés III se declara que lo
hecho por Dios debe subsistir eternamente y que los milagros lo son solo para la ignorancia de los
hombres; suponen causas y circunstancias que se derivan de las leyes y el orden natural.
VII. La interpretación de la Sagrada Escritura .
[1] Bajo el pretexto celo religioso {familiar, institucional, político, ecológico, nacional…} se trata de
imponer a los demás la opinión propia. Fue constante objeto de los teólogos el de arrancar a los libros
santos {o a otra fuente ilustre} la conformación de sus sueños y sistemas para encubrirlos con la autoridad de
Dios {u otra}; y su temor, que sus rivales mostraran su error, y ver así la autoridad de su palabra despreciada.
Debido a la ambición y la audacia, la religión ahora consiste en sostener quiméricas opiniones y no en
practicar la caridad, sino en difundir el odio y la discordia, encubiertos bajo el disfraz del celo por las
cosas de Dios. Lo que halaga la delirante imaginación es considerado inspiración del Espíritu Santo.
[2] Nos toca trazar un MÉTODO seguro de conocimiento cierto del pensamiento del Espíritu
Santo; y el QUE INTERPRETA la naturaleza está en conformidad con él: trazar una historia fiel de los
fenómenos para llegar a definiciones exactas de las cosas. El de LA ESCRITURA debe hacer una
historia fiel de ella, y formar así un fondo de datos y principios seguros de donde pueda deducirse el
verdadero pensamiento de sus autores. Y si no intervienen otros datos ni principios que los contenidos
en su historia, hay seguridad de estar a cubierto de todo error y de poder discutir sobre los objetos
superiores a la inteligencia humana con igual seguridad que sobre las cosas del dominio de la razón.
[4] Solo hay un medio para comprobar la divinidad de la Escritura: hacer ver que enseña la
verdadera virtud. / [5] La regla general para interpretar es no atribuir a la Escritura ninguna doctrina
que no resulte de su historia. ¿Qué narraciones tomar?.- / I. Explicar la naturaleza del idioma en que
fueron escritas. / II. Reducir las sentencias de cada libro a las principales. Se trata del sentido de las
palabras sagradas y no de su verdad: aunque un pasaje esté en abierta contradicción con la luz natural
debe aceptarse si no contradice el espíritu de la Escritura {coherencia interna del relato}; y si está en
oposición con la Escritura, sería preciso interpretarlo en sentido metafórico. Nada nos autoriza a
alterar la Escritura para acomodarla con los principios de la razón y con nuestros prejuicios
{tolerancia democrática de las sanas creencias}.
III. [6] Así como en el estudio de la naturaleza se comienza por lo común a todo, en la historia de la
Escritura debe buscarse primero la base de todo lo demás: lo que explica la doctrina de los profetas por
los intereses de todo el género humano; estos son los principios que la Escritura proclama sin cesar
{esta óptica universal es la base hermenéutica que permite ahondar en Buda, Aristóteles, Jesús…, que hoy
son paradigmas para la humanidad, y es condición necesaria para ir creando el sentido de una vida humana
futura que sea justa y permita el máximo desarrollo de las potencias individuales, colectivas y global}.
[7] Detalles más enlazados con la vida debe explicárselos por la doctrina general de los libros
santos. Por ej., Jesucristo quería reformar no los actos externos sino el fondo de los corazones; además
se dirigía a hombres oprimidos por un Estado corrompido {apela a la esperanza universal}.
[8] Es más difícil indagar asuntos especulativos, pues los profetas acomodan sus narraciones a la índole
del tiempo qué vivió cada uno. Hay que aprender en los pasajes más claros lo que es profecía y luego
descender {deductivamente} al sentido de cada revelación o profecía.
[9] El pensamiento de un escrito ha podido alterarse y darle una interpretación falsa.
[10] Dificultades de este método.- / [11] Carecemos de diccionario de retórica hebrea y [12] son
frecuentes las ambigüedades. Las causas son que: 1) se permutan las letras articuladas por un mismo
órgano, 2) conjunciones y adverbios tienen varios significados, y 3) los verbos en indicativo carecen de
presente, imperfecto y de los tiempos más usados en los demás idiomas; además, los escritores más antiguos
usan indistintamente el futuro por presente y por pretérito {al no reconocer que el valor lo da el
contexto, queda atrapado en estas dificultades léxico-estructurales}; / [13] 4) no hay vocales, 5) ni ningún
signo para separar las frases: puntos y acentos fueron introducidos posteriormente. / [15] Es frecuente
leer narraciones análogas en diferentes obras y no sería posible discernir cuáles son las verdaderas.
[17] Euclides, que trató de cosas perfectamente inteligibles, se entiende en todo idioma y no se
necesita conocer sus hábitos o preocupaciones. En conclusión, es fácil comprender la Escritura en lo
tocante a las verdades morales porque, siendo comunes a los principios de la piedad, se expresan en
términos familiares a todos. Además, la salvación y la verdadera beatitud consisten en la paz del alma,
que solo se aquieta en la clara inteligencia de las cosas; se sigue que podemos llegar al sentido de la
Escritura en cuanto se refiere a la salvación y beatitud
[19] Opiniones contrarias a la nuestra.- A) Es necesaria una luz sobrenatural para comprender los
libros santos que solo a los fieles se otorga. Crítica: pero los profetas se dirigían a fieles, infieles y a los
malvados, que según eso no hubieran podido comprender.
[20] B) Maimónides.- Si el sentido literal choca contra la razón debe abandonarse por otro. Crítica:
como en la Biblia no hay casi nada que pueda deducirse de principios racionales, la razón no puede sernos de
utilidad; así el vulgo, que ignora la demostración, no podrá conocer la Sgda. Escritura sino por la autoridad
de los filósofos. Pero el pueblo entiende lo concerniente a la salvación sin acudir a la razón {científica}
de las cosas, pues estas tienen un carácter tan general y una relación tan continua con la vida común,
que por sí mismas se dan a comprender, independientemente del testimonio de los intérpretes. / [21]
Maimónides supone: a) que los profetas están acordes entre sí, pues se fundan en la verdad; b) que en la
Escritura no debe buscarse la verdad; c) que nos es permitido sustituir su sentido literal por otro. Concluyo
que quita al pueblo toda la certeza que puede sacar de una lectura hecha con sinceridad.
[22] Como el objeto de los asuntos religiosos es la acción interna, ellos no exigen la protección de
ninguna autoridad pública. Nadie puede ser impelido a la beatitud a la fuerza; los consejos fraternales,
la buena educación y ante todo el libre juicio de cada quien son los únicos medios que conducen a ella.
Cada cual dispone de un derecho absoluto para opinar en materia religiosa e interpretarla, porque
esto cae en el derecho particular. Para interpretar la Escritura, la única regla aceptable es la luz natural,
común a todos los hombres, y por ello son innecesarias toda luz sobrenatural y toda autoridad extraña.
XIII: (1) La Escritura solo exige obediencia. Enseña cosas muy sencillas y (2) sobre la
naturaleza divina, solo lo que los hombres pueden imitar arreglando su vida según una cierta ley.
[1] Dios no había revelado a los profetas sino las cosas más sencillas, adaptándose a sus sentimientos y
prejuicios (cap. II). La Escritura confirma las ideas que contiene solo por la experiencia: por milagros y
relatos históricos en lenguaje popular (VI). No contiene especulaciones filosóficas sino cosas que la más
limitada inteligencia puede hacer suyas. / [2] Como {debido a sus pasiones} quienes han metido en la
religión tanta especulación se envanecen de poseer una luz sobrenatural, los misterios que ven en la Escritura
reproducen ficciones. / [3] La Escritura (cap. XII) no tiene por objeto la enseñanza científica; en
conclusión, no exige más que obediencia, y no condena la ignorancia sino la obstinación, pues la
obediencia a Dios solo consiste en el amor al prójimo y, como dice Pablo (Romanos, XIII), quien ama a
su prójimo cumple la ley. Las especulaciones que no tienden a este fin deben separarse de la religión
revelada {para Benedicto XVI, San Pablo insistía en que el hombre no puede hacerse justo con sus acciones,
lo es sólo porque Dios le confiere su justicia uniéndole a Cristo a través de la fe (Lutero); mas esta fe no es
una idea, sino comunión con Cristo, vida según Él: si la fe es verdad se hace amor y expresa en la caridad.
En Santiago, la fe sin obras está muerta; se baja en Jesús “por sus obras les conoceréis”. Papa: la confusión
entre ambos extremos, la justificación por la fe y la necesaria traducción en obras de caridad, ha causado
malentendidos en la cristiandad; y las secuelas de una fe no encarnada en el amor son pésimas, pues se
reduce al arbitrio y al subjetivismo más nocivo para nosotros y los hermanos; ¿A qué se reduciría una
liturgia que se dirigiera solo al Señor y no se convirtiera en servicio a los hermanos? La ética cristiana no
nace de un sistema de normas; es consecuencia de nuestra amistad con Cristo, que influencia a la vida: si es
verdadera, se encarna y se realiza en el amor al prójimo (26-XI-08. ZENIT.org/a). En este punto coinciden
las tesis del cristianismo y la de la ciencia moderna empírica, que era el horizonte en que S se movía}.
[4] 1) El conocimiento intelectual o profundo de Dios no es, como la obediencia, un don común a
todos los fieles. / [5] {Base bíblico-filológica de la distinción natura naturans/naturata} “Yo me revelé a
Abraham, Isaac y a Jacob en cuanto Sadaï, no con el nombre de Jehovah” (Éxodo, VI). Sadaï quiere
decir Dios que da a cada uno lo bastante para sus necesidades; Jehovah, la esencia absoluta de Dios sin
relación a las cosas creadas {v. Ética, I}, y los demás atributos convienen a Dios nada más en relación con
las criaturas, en cuanto le sirven de manifestación. Los patriarcas le conocieron solo en sus efectos y
poder, en tanto se manifestaba en las cosas visibles, y creyeron ciegamente en sus promesas mejor que
Moisés, que le hizo reproche de que los judíos habían visto reinar toda clase de males {es probable que
S se esté identificando aquí con Moisés; es el problema filosófico-teológico del mal en el mundo}.
[8] 2) Dios no exige a los hombres otro conocimiento de sí mismo que el de su divina justicia y su
caridad: el de los atributos que todo hombre puede imitar arreglando su vida según una cierta ley
{preconcebida. Título d’ este cap.}; “…tu padre ha dado su derecho al pobre y al indigente” (Jeremías XIII).
Concluimos que el conocimiento que tenemos de Dios por el entendimiento, que considera la naturaleza
tal como es en sí {el de la filosofía (o la ciencia)}, la cual los hombres no pueden tomar como ejemplo para
regular su vida, no corresponde únicamente a la religión revelada; luego, los hombres pueden errar en
este punto, sin que por esto resulte ningún mal. {enfoque de una ética de mínimos} / [9] Así, no es
extraño que los fieles hayan tenido diversas opiniones acerca de Dios (cap. II) ni que los libros sagrados
hablen de Dios con un lenguaje inadecuado, pero apropiado a la inteligencia del vulgo, a quien la
Escritura se esfuerza en dar el espíritu de obediencia y humildad. Los teólogos dan a estas expresiones
un sentido metafórico, toda vez que, gracias a la luz natural, han podido reconocer que no convienen a la
naturaleza divina y no han tomado al pie de la letra sino los pasajes al alcance de su inteligencia {puede
que D. Bonhöffer haya leído estas ideas de S}.
XIV: La naturaleza de la fe y qué es ser fiel: los fundamentos de la fe y su separación de la filosofía.
[2] El objeto primordial de esta obra es separar la fe de la filosofía.
[3] Toda la ley consiste solo en amar al prójimo como a sí mismo, que -según Dios ordena- es
obedecer y ser dichoso según la ley; y desdeñarle es caer en rebeldía.
[5] La fe es saber de Dios lo que no puede ignorarse sin perder el sentimiento de obediencia a sus
decretos y lo que puede saberse por solo este. / [6] Consecuencias: 1.ª la fe no salva por sí misma, sino solo
en razón de la obediencia; y sin las buenas obras es fe muerta (Santiago XI).
[7] 2.ª Quien es obediente tiene la fe verdadera, porque el espíritu de obediencia implica el espíritu de
fe: Dios es la caridad (Juan, Epístola I, IV, 7-8). Luego, aquel cuyas obras son buenas no deja de ser fiel,
aunque difiera por sus doctrinas de los demás fieles, y aquel cuyas obras son malas es infiel, aunque
profese la opinión aceptada. Son anticristos quienes persiguen al amante de la justicia, por disentir de ellos
[8] Se sigue que la fe no exige tanto la verdad en las doctrinas cuanto la piedad que conduce a la
obediencia {base de la ética de mínimos}; dado que los hombres pueden errar por sencillez de espíritu,
y la Escritura no condena la ignorancia { v. Aristot.  la disolución} sino solo la obstinación.
[9] De aquí que los dogmas que pueden dar lugar a controversia entre los hombres honestos no
pertenecen a la fe católica o universal; porque pueden ser buenos para unos y malos para otros, pues se les
debe juzgar por las obras que de ellos resultan. Luego, la fe católica debe abarcar solo los puntos
necesarios para producir la obediencia a Dios y aquellos cuya ignorancia conduce al espíritu de
rebelión {sostienen el cuerpo común}; de los otros, cada cual pensará lo que le parezca. Este es el medio
de alejar toda controversia del seno de la Iglesia.
[10] Los dogmas de la fe universal, o los fundamentales de la Escritura {desde una ética de mín. }
deben converger en este punto: existe un Ser Supremo que ama la justicia y caridad, a quien todos debemos
obedecer para alcanzar la salvación y adorar por la práctica de la justicia y de la caridad para con el prójimo:
1ª hay un Dios modelo de la verdadera vida {Esta y el resto de verdades van enfocadas al orden social.}…
4.ª tiene autoridad suprema sobre todo 5.ª el culto y obediencia que se le deben consisten solo en la justicia y
caridad: el amor al prójimo. 6.ª quien obedezca así a Dios se salvará; quien viva dominado por sus pasiones-
vicios se perderá. 7.ª Dios perdona los pecados a los que de ellos se arrepienten, porque no hay hombre que
no peque; si no, todos desesperarían de su salvación y no habría razón para creer en la misericordia de Dios.
[11] Que Dios sea fuego, espíritu, luz, idea… no afecta a la fe; ni saber porqué es el modelo de vida
verdadera: Cada uno debe interpretar los dogmas de la fe del modo más favorable para abrazarlos con una
adhesión plena, de modo que pueda así obedecer a Dios de todo corazón. Porque hoy cada uno debe unir la
fe a sus opiniones, pues ella no exige tanto la verdad como la piedad, y no es piadosa sino en razón de
la obediencia. Por eso, quien demuestra mayor fe no el que aduce mejores razones, sino el que realiza
más obras de justicia y de misericordia. Esta doctrina es necesaria en un Estado para que vivan en él
los hombres en la mayor paz y concordia, y destruye innumerables crímenes en su germen.
[12] Dios al hablar a los israelitas desde el Sinaí no pretendía instruirlos sino reducir su ánimo indócil a
la obediencia; así no les dirigió razones, sino ruido de trompetas y del trueno, y el resplandor del relámpago.
[13] La fe tiene por objeto la obediencia y la piedad; la filosofía solo la verdad, además sus
fundamentos son nociones comunes y solo se puede basar en la naturaleza; mas los fundamentos de la
fe son las historias, y nada mas debe cimentarse en la Escritura y la revelación. Así, la fe da a todos la
libertad plena de filosofar, solo condena como herejes a quienes enseñan opiniones capaces de incitar a
la rebelión, a las disputas, y tiene por fieles solo a quienes se consagran con toda su razón y facultades a la
justicia y a la caridad. Hemos escrito con la intención de destruir abusos {CLAVE}.
XV: Teología y razón no son siervas la una de la otra, y razón de la autoridad de la Escritura
La revelación enseña que la mera obediencia es el camino de la salvación, que se da por una gracia de
Dios que la razón no puede comprender; de aquí que la Escritura haya dado un gran consuelo a los mortales,
pues todo hombre puede obedecer pero hay pocos que adquieran la virtud sin seguir los consejos de la
razón, a tal extremo que, sin el testimonio de la Escritura, dudaríamos de la salvación del género humano.
XVI: El fundamento del Estado; derecho natural y civil del individuo, y derecho del soberano
[2] El derecho natural consiste en las leyes de la naturaleza individual; la naturaleza tiene derecho
soberano sobre todo lo que está bajo su dominio. El poder de la naturaleza es el de todos los individuos
reunidos: el derecho de cada uno se extiende hasta donde alcanza su poder. Y como es ley general de la
naturaleza que cada cosa se esfuerce por mantenerse en su estado no teniendo en cuenta sino su propia
conservación {conatus}, cada individuo tiene el derecho absoluto de vivir y obrar según es
determinado por su naturaleza. En este punto no hay diferencia alguna entre los hombres y los demás
individuos de la naturaleza, ni entre hombres locos y sensatos lo que hace uno en virtud de las leyes
naturales lo hace de modo inconsciente, pues es llevado a obrar por su naturaleza. Por esto, así como el
varón prudente y sabio tiene el derecho de vivir según las leyes racionales, el ignorante o insensato el
de hacer lo que le exige su apetito {v. infra 3E}. Pablo no reconoce pecado alguno anterior a la ley: el
tiempo en que los hombres viven solo bajo el imperio de la naturaleza (Romanos. VII) {v. infra 19E}.
[3] El hombre nace en la ignorancia de todas las cosas {en un ámbito ajeno de facto al universo
simbólico-cultural; aunque, como conatus, sean ya humanos ab ovo} y pasa gran parte de su vida antes de
poder conocer la verdadera manera de vivir y adquirir la virtud {hasta ir logrando los patrones del
cerebro izquierdo}. Así, cualquiera tiene el derecho de realizar lo que juzga útil, llevado por la razón, o
por la violencia de sus pasiones. {A partir de aquí, S sigue a Hobbes en muchas ideas}Tiene el derecho de
apropiarse, por todos los medios por fuerza, astucia, súplicas, lo necesario para la satisfacción de sus
deseos, y a tener por enemigo al que se lo estorbe.
[4] Así, el derecho de la naturaleza bajo el que vive la inmensa mayoría de humanos les impide solo
lo que escape a sus medios de acción y la naturaleza no se encierra en los límites de la razón humana; está
subordinada a leyes que abarcan el orden eterno de el mundo, del que el hombre es una pequeña parte
{supera el enfoque clásico-medieval del deber ser; es tesis intermediaria entre Maquiavelo y Darwin-Marx-
Nietsche-Freud}. Lo que nos parece en la naturaleza ridículo, absurdo o malo procede de que desconocemos,
en su mayor parte, el orden y enlace de la naturaleza entera. Quisiéramos hacer reflejar sus leyes por las de
nuestra razón, y, por lo tanto, lo que esta nos dice ser un mal lo es solo en relación a nuestra naturaleza.
[5] Es en extremo útil a los hombres vivir según la razón, la cual no tiene otro objeto que la utilidad
de los hombres. Es imposible vivir en seguridad y al abrigo de la maldad mientras cada cual pueda
hacer el bien o el mal a su antojo, porque entonces todos viven en la enemistad, la envidia, la cólera y
demás furores, y malgastan sus esfuerzos en parar sus golpes {párrs. 5-7 son hobbsianos}. Para gozar de
una vida dichosa y tranquila, los hombres han debido entenderse entre sí y ejercitar comunalmente el
derecho sobre las cosas que cada uno recibió de la naturaleza (cap. V): han debido someter la violencia de
sus apetitos individuales a la voluntad y al poder de todos los hombres reunidos. Debieron CONVENIR:
en seguir los consejos de la razón, a lo cual nadie osa resistir abiertamente por no parecer insensato
{fuerza mental colectiva que está a la base de mecanismo sicosocial ad verecundiam}; en domar el apetito
en cuanto pudiera aconsejar hacer algo funesto al prójimo; en no hacer a nadie lo que no querían que se
les hiciera {la antigua regla de oro}, y en defender los derechos de los demás como los suyos.
[6] Es ley de la naturaleza humana no descuidar lo que juzga un bien sino por la esperanza de un
bien mayor o por el temor de un mal mayor, y no sufrir un mal sino para evitar otro mayor o por la
esperanza de un bien superior a la privación del mal temido: entre dos bienes, escogemos el que nos parece
mayor; y entre dos males, el más llevadero. De esta ley o verdad eterna resulta que nadie prometerá
sinceramente renunciar al derecho natural que tiene sobre todas las cosas, sin ser determinado por el
miedo de un mal mayor o la esperanza de un mayor bien. Me es permitido, por el derecho natural,
consentir fraudulentamente a toda clase de pactos, por ej., escapar de un ladrón por la astucia prometiéndole
que le daré mis bienes cuando y cuanto él quiera; o si veo que he hecho una estúpida promesa y que no
puedo cumplirla sin grave perjuicio, tengo el derecho de considerar mi palabra como si no hubiese sido dada.
[7] Concluimos que ningún pacto tiene valor sino en razón de su utilidad; y si esta desaparece, el
pacto pierde su autoridad. Es, pues, una locura pretender encadenar siempre a alguno a su palabra, a menos
que se haga de tal suerte, que la ruptura del pacto entrañe para el violador de su promesa, más daño que
provecho {sentido de las cláusulas punitivas de los acuerdos}. Esto es lo que debe suceder sobre todo en la
formación de un Estado. En tanto los hombres sean esclavos de sus pasiones, si se os promete con todas
las pruebas mayores de sinceridad y luego las palabras pueden o no cumplirse, haréis mal en dispensar
a estas palabras una confianza ciega, pues en virtud del derecho natural cada cual puede astutamente
despreciar sus promesas. Mas cuanto se cede a otro el poder, este tiene un soberano derecho sobre todos a
quienes puede compeler por la fuerza, y lo conservará mientras tenga suficiente poder para hacer
ejecutar su voluntad; de otro modo, su autoridad será precaria y el que sea más fuerte que su soberano
no será obligado a prestarle obediencia.
[8] Cada individuo transfiere su poder a la sociedad, la cual, por esto tendrá sobre todas las cosas el
derecho absoluto de la naturaleza: la soberanía; cada uno estará obligado a obedecerla, ya de un modo
libre ya por el temor del suplicio. La sociedad en que domina este derecho se llama democracia, o asamblea
general que posee comunalmente su derecho soberano sobre todo lo que cae en la esfera de su poder.
Luego el soberano no está limitado por ley alguna y todos están obligados a obedecerle, por acuerdo tácito o
expreso, cuando le han transferido el poder de defenderse: todo su derecho; no hubieran podido reservarse
algún otro sin arruinar el Estado. Estamos obligados a cumplir las leyes, aun las más absurdas, porque la
razón nos prescribe escoger de dos males el menor {así ha sido antes de la vigencia de los DDHH.}.
[9] Rara vez se ve dictar a los soberanos órdenes absurdas, pues para conservar el poder, les importa
velar por el bien público por la razón. {: V. Maquiavelo. Se deslinda de Hobbes:} En democracia hay
menos leyes absurdas que bajo las demás formas de gobierno, por ser casi imposible que la mayoría de la
asamblea sancione un absurdo y el fin de este gobierno es contener los desarreglos del apetito y
mantener a los hombres en los límites de la razón. El velar por los intereses públicos corresponde al
soberano, y a los súbditos la obediencia.
[10] Esclavo {a nivel individual} es quien está sujeto a sus pasiones y es incapaz de ver y hacer lo
útil, y libre aquel cuya alma es sana y cuya razón le sirve de guía. En un Estado donde la suprema ley es
el bienestar del pueblo y no el del que manda, el que obedece al soberano poder no debe considerarse
esclavo sino súbdito. La república más libre es aquella cuyas leyes se fundan en la sana razón, porque
cada cual puede elegir ser libre: seguir en su conducta la equidad {que posibilita la libertad común}. Los
niños, aunque obligados a obedecer órdenes, no son esclavos, porque todas van encaminadas a su
mayor bien. Esclavo {en el plano social} es quien obedece órdenes dictadas en provecho de quien las
da, y el súbdito cumple lo que es útil a la comunidad, y por tanto, a sí mismo.
[11] La democracia es la forma de gobierno más propia a la libertad, porque el derecho natural se
cede en favor de la mayoría y todos vienen a ser iguales, como antes en el estado natural. [13] El
derecho civil privado es la libertad que cada uno tiene de conservarse en su estado {seguir su conatus}
garantizada por el soberano. 14] Hay vejación cuando un ciudadano se ve obligado a sufrir un daño por
otro, en menosprecio del derecho civil; pero no puede provenir del soberano, que tiene derecho a hacer a
sus súbditos lo que crea más conveniente. [15] Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde según el
derecho civil; injusticia, quitar lo que debe dársele según las leyes.
[16] Aliados son hombres de ciudades diferentes que convienen en no molestarse y socorrerse, y cada
uno conserva sus derechos y autoridad. Este contrato será válido en tanto subsista su base: un peligro o
mutuo interés. La religión, la piedad dirán que el depositario del poder no puede sin crimen guardar sus
promesas {norma subordinada en la escala de valores: 6.º estadio de Kohlberg}, si su cumplimiento ha de
ocasionar la ruina del Estado; de otro modo viola su primer deber, y comete traición a la fe de sus súbditos.
[17] Enemigo es quien vive fuera del Estado y no reconoce su autoridad; el Estado tiene el derecho de
obligarle a someterse o contraer alianza.
[18] Un súbdito cometió crimen de lesa majestad cuando ha intentado apropiarse el derecho absoluto
del soberano. Por ej., si un soldado contraviniendo órdenes ataca al enemigo, merece la muerte, por faltar a la
disciplina; a quien intenta, a despecho del jefe del Estado, emprender un asunto en interés de la sociedad.
[19] El estado natural prima sobre la religión. Ya que la naturaleza no ha enseñado a ningún hombre
que debe a Dios obediencia, nadie puede llegar a esta idea por la sola razón sino por una revelación
confirmada por signos exteriores {v. infra 20E}. Así, antes de la revelación, ningún hombre está obliga-
do a obedecer el derecho divino que desconoce. El estado natural debe concebirse sin religión ni ley;
luego sin pecado y sin injusticia. {Sin cultura no habría éthos ni nociones que lo guían: virtud, justicia…}
el derecho divino surge cuando los hombres prometieron obedecer a Dios por un pacto expreso.
[20] El derecho del soberano es vivir sin someterse a la voluntad de otro; él puede consultar a los
hombres, pero no está obligado a reconocer otro árbitro de derecho que el profeta enviado por Dios por
signos indubitables {materiales que expresan un poder cierto}.
[21] Como en la religión los hombres caen ordinariamente en grandes errores y según su carácter
imaginan quimeras, si nadie estuviese obligado a obedecer al soberano en cuanto a la religión, por ej.
Cuando diese un mandamiento contrario a ella, el derecho público dependería de la fantasía de cada uno,
nadie estaría obligado a someterse a un derecho que juzgase contra su fe y cada cual tomaría esto por
pretexto para cometer abusos. Pues tal licencia amenazaría gravemente al derecho público, el sobera-
no, a quien corresponde proteger los derechos del Estado, tiene derecho a estatuir en materia de religión
cuanto juzgue conveniente: todos están obligados a obedecer por la fe a la cual Dios les prescribe ser fiel.
[22] Si los que tienen el soberano poder son paganos y el derecho natural se ha transferido, se está
obligado a obedecerle. Los principios que hemos establecido se confirmados por la experiencia. Así, los
príncipes cristianos no vacilan, en interés de la seguridad personal, en hacer alianza con turcos o paganos, y
ordenan a sus súbditos que quieren habitar en estos pueblos no usar más libertad que la que dan los tratados.
XVII: No es posible ceder todo derecho al soberano. La divina república de los hebreos en vida
de Moisés, tras su muerte y antes de la elección de los reyes; su excelencia. Causas que pudieron
generar su ruina y libertarla, en su historia de continuas sediciones.
[1] Jamás los hombres han dejado de ser objeto de temor para aquellos a quienes han transferido su
poder; el gobierno tiene tanto que temer de los ciudadanos como de los enemigos {v. 4E}.
[2] El derecho del gobierno sobre los súbditos se extiende a todos los motivos que pueden
determinar a la obediencia; por lo tanto, todos los actos de los súbditos conformes con los decretos del
soberano, dictados más frecuentemente por la esperanza y el temor a la vez, o por el respeto, mezcla de
terror y admiración, deben considerarse pruebas de sumisión al gobierno. No repugna a la inteligencia
concebir a los hombres recibiendo del gobierno sus creencias y pasiones
[3] El gobierno nunca podrá ser lo bastante fuerte para extenderse sobre todas las cosas. La constitución
de un gobierno que quiera obtener seguridad y duración:
[4] No es fácil mantener en los súbditos la fidelidad y las virtudes. Gobernantes y gobernados son
hombres, y por lo tanto naturalmente inclinados a las malas pasiones, que arrastran los vicios. Cada hombre
imagina saberlo todo y quiere gobernar todo según su inspiración, y decidir acerca de la justicia e
injusticia, del bien y del mal, según su provecho o daño; el ambicioso desprecia a sus iguales y no puede
soportar ser dirigido por ellos; el celoso de la estima o la fortuna desea el mal del prójimo y se regocija de
él. El disgusto del estado presente, la cólera mal reprimida y la pobreza puesta en menosprecio
inspiran con frecuencia crímenes a los hombres, les agitan y torturan. {Luego} Constituir el gobierno de
modo que no quede lugar para el fraude y que todos sacrifiquen sus intereses al bien público; esta es la
verdadera misión del poder. Mil indagaciones y combinaciones no han impedido que {v. 1E} ??
[5] Cuántas veces más han muerto reyes en manos de sus súbditos que en las de sus adversarios (Quinto
Curcio, IX, 6); [6] por {eso} los reyes que habían usurpado el poder se esforzaron en persuadir a los hombres
de que eran dioses inmortales; p. ej. Augusto, de que descendía de Eneas, hijo de Venus. El renombre suele
decidir el éxito de las batallas, y con frecuencia una creencia errónea ha hecho el papel de verdad.” (Ibíd.
VIII, 8) {este es un ej. Del poder social de los afectos}. También por prudencia, los persas colocan a sus
reyes en el rango de los dioses (Ibíd. Cap. 5.°). Pero no hay súbditos que consientan en convertirse en
esclavos. Así los monarcas han provisto a su seguridad. Qué disposiciones reveló Dios a Moisés:
[7] Los hebreos, una vez oído el consejo de Moisés en quien tenía fe el pueblo, en virtud de un pacto
(Éxodo, XXIV, 7), libremente transfirieron a Dios sus derechos naturales. / [8] Así, el derecho civil y la
religión, que consiste en la simple obediencia a la voluntad divina, eran una misma cosa: los dogmas eran
prescripciones; la piedad era la justicia, la impiedad el crimen. El que renunciaba a la religión cesaba de
ser ciudadano y este gobierno teocrático no reconoce a los ciudadanos más derecho que el revelado. Mas, los
hebreos conservaron un derecho político independiente: [9] ya que cedieron una parte igual de sus
derechos, como en una democracia, cada cual tuvo el derecho interpretar las leyes, y la administración
del Estado residió igualmente en manos de todos. Pero abandonaron el derecho que tenían de consultar a
Dios y desde entonces obedecieron a Moisés, único juez soberano: a él solo, pertenecía el derecho de
consultar a Dios, de transmitir las órdenes al pueblo y exigirle su ejecución {referencia implícita a 6E}.
[10] Que él fuera el único iniciado en los decretos de Dios acrecienta el poder del soberano. En las
monarquías el pueblo es ignorante de los decretos divinos y del soberano aprende el bien y el mal. Pero
Moisés atribuyó el derecho de interpretar las leyes a un poder, y a otro el de administrar el Estado.
[11] Se construyó un palacio de Dios, soberana majestad del Estado, a fin de que el lugar en que
Dios debía ser consultado perteneciese por igual a todos. Tuvo a los levitas de administradores y la tribu
de Leví no recibió como las demás tierra, pues Moisés quiso que el pueblo contribuyese a su alimentación.
[12] Josué fue elegido jefe supremo del ejército: a él solo fue conferido el derecho de ejecutar y hacer
respetar por el pueblo las órdenes de Dios. / [14] Estas disposiciones de Moisés demuestran que quiso dar a
su pueblo administradores y no tiranos: a nadie dio un poder absoluto. Los hombres de las diferentes tribus
eran conciudadanos respecto a la religión; y en cuanto a los derechos, aliados {defensa de una especie
de federalismo}. Moisés quiso que cada jefe velase por los suyos. / [15] Cada tribu estaba dividida en
familias, los jefes de cada familia eran elegidos entre los ancianos y el más anciano sucedía al jefe de la
tribu. Entre los ancianos escogió Moisés 70 consejeros que constituían la asamblea suprema: los jueces.
[17] Quien administra el Estado se esfuerza en revestir sus actos con apariencia de justicia y en
persuadir al pueblo de que obra con un fin laudable, lo que es fácil cuando la interpretación de las leyes
está en sus manos. Su libertad de abandonarse a los caprichos y pasiones se reprimiría: 1/ si el derecho
de interpretar las leyes estuviese en manos de otro; y como entre los hebreos era así, sus jefes tuvieron
muchas menos ocasiones de cometer crímenes en su propio interés.
[20] 3/ Un profeta irreprochable {hoy, un nuevo político con carisma} sería poseedor del derecho
soberano de mandar, se haría con partidarios en un pueblo oprimido y con la ayuda de algunos signos
exteriores dispondría de su confianza a su antojo. Pero si el Estado estuviera bien administrado, el jefe
podría disponer las cosas de suerte que el profeta debiera someterse a su autoridad, en caso que las
señales de sumisión fueran ciertas y lo que venía a anunciar estaba en armonía con las leyes de la patria; en
caso contrario, podría condenar a muerte al profeta.
[21] 4/ El jefe debía su autoridad a su edad y virtud. / [22] 5/ Jefe y ejército preferían la paz a la guerra.
El soldado era ciudadano; así, nadie deseaba la guerra sino en vista de defender la paz y la libertad.
[23] Tales razones mantenían la autoridad de los jefes en sus justos límites. Lo que retenía al
pueblo: 1. dispuesto a sufrirlo todo antes que someterse a una dominación extranjera. 2. Fijar su
domicilio fuera de la patria era vergonzoso, pues solo estaba permitido rendir culto a Dios bajo el sol
patrio, siendo esta una tierra santa y todo otro país tierra profana {visión que ha reinado en casi toda
comunidad histórica, y que es la base de una ética de máximos}. 3. Su amor a la patria era religión y
estaba renovado por el culto de cada día, así como su odio a las demás naciones (el más violento por ser
considerado piadoso), que se inflamaba debido a esa causa general que es la reciprocidad con que las
demás naciones debieron sentir odio hacia él {v. infra 25, 4.E. Ética}.
[25] {: motivos ideológicos. Razones económicas y ético-morales (costumbres.:} 4. los ciudadanos
poseían una porción de tierra igual a la del jefe. Si alguno por la necesidad vendía sus bienes revertían
a él en el año del jubileo y nadie podía enajenar sus propiedades, de modo que la pobreza podía ser fácil
de soportar porque, además, la caridad debía ser practicada como el único medio de tener a Dios
propicio. Lo más apropiado para poner a los ciudadanos al abrigo de discordias reconocer por
soberano a Dios y considerar acto de soberana piedad el amor entre ciudadanos, que se alimentaba
con el odio que profesaban a las demás naciones y que estas les devolvían. 5. Era vital la obediencia a la
ley; por ej., sembrar, moler… de cierto modo y en determinadas épocas {prácticas culturales rituales}. Su
vida era perpetua obediencia y, para obedecer a Dios, la ley les obligaba a entregarse al descanso el 7.° día
de la semana y a la alegría de los placeres honestos y los festines en otras épocas del año {norma social
para obligar a cargarse de potencia o afecto +}. Así estaban libres del hastío que trae el prolongado goce de
los mismos placeres, por la rareza y variedad de ceremonias de los días festivos.
Ventajas de la constitución hebrea.- [26] ¿Por qué los hebreos han solido ser infieles a la ley y
reducidos a la servidumbre? {hoy, debido como entonces a la dialógica del poder con la razón asociada a
los afectos-intereses, pudieran hallarse razones análogas a estas:} si las leyes y costumbres se derivan para
cada nación un carácter, un modo de ser y unos prejuicios particulares. Por los pagos y presentes que los
ciudadanos debían hacer a los levitas y porque entre estos había muchos intolerables, nació rencor hacia
ellos. El pueblo comenzó a alejarse de un culto que le era ignominioso, y sus jefes, para atraerse al pueblo
y destrozar a los pontífices, fueron haciéndole concesiones e introduciendo nuevos cultos.
[27] Todas las tribus hubiesen estado estrechamente unidas si hubiesen ejercido por igual el derecho de
administrar las cosas sagradas. / [29] Las licencias, el lujo y la pereza llevaban a la ruina, hasta que el
pueblo, muchas veces reducido a la servidumbre, reclamó un rey mortal, queriendo fundar la confederación
de las tribus, no sobre el derecho divino y el pontificado, sino sobre el poder real. Pero este nuevo gobierno
abrió la puerta a nuevas sediciones que ocasionaron la ruina del Estado. Los hijos de los reyes fueron
modificando las instituciones a fin de apropiarse de todo el poder, y se hallaban a merced del capricho del
que se hiciese reconocer por profeta. Cuando los profetas arrojaban del Estado a un tirano, las causas de
la tiranía quedaban subsistentes: De este modo no tenían término los desórdenes y las guerras civiles.
[30] En el II. Imperio, los pontífices se apoderaron del poder ejecutivo. / [31] También el derecho
religioso se funda en un pacto; y los hebreos no estaban obligados por la religión a amar a las otras na-
ciones, que no habían tomado parte en ese pacto: la caridad no era un deber sino entre conciudadanos.
XVIII: Principios políticos deducidos del examen de la república de los hebreos y de su historia
[1] Dios ha declarado por los apóstoles que, en adelante, la alianza con el hombre no sería escrita con
tinta ni en piedra sino en el corazón de cada cual por el Espíritu divino; con todo, en la constitución hebrai-
ca hay puntos que podrían imitarse con gran utilidad. / [3] Algunas de sus instituciones políticas.-
[4] I. No se ven sectas hasta que los pontífices dirigen el Estado. Cada cual se creyó obligado a
arreglar todo dando nuevos decretos; de aquí que la religión fuera inclinándose a la superstición: a fin de
atraerse al pueblo daban su aprobación a todos los actos de la multitud, acomodando la Escritura a las
costumbres más disolutas. La adulación al pueblo, la corrupción de la religión y las leyes, y el gran
aumento de estas fueron ocasión de querellas imposibles de apaciguar. Cuando hombres dominados
por la superstición luchan entre sí apoyados por la autoridad pública forman sectas distintas.
II. Los consejos y reproches de un profeta irritaban más que corregían al pueblo. De esa libertad de
hablar de los profetas, la religión sobre todo sufrió daño, y el exceso de sus derechos originó guerras civiles.
III. Mientras el pueblo tuvo el poder solo hubo una guerra civil, mas cuando cambió al gobierno
monárquico, las guerras no tuvieron término.
[5] El pueblo se corregía en la adversidad y así escapaba al peligro, en tanto que los reyes, cuyo
espíritu era de orgullo, quedaron aferrados a sus vicios hasta la ruina de Jerusalén.
[6] I. Nada hay más funesto a la religión y al Estado que confiar a los ministros del culto el derecho de
administrar lo público, y todo va bien si restringen sus enseñanzas y actos a las cosas consagradas por el uso.
II. Nada es tan peligroso como imponer leyes a las opiniones discutibles; en efecto, el gobierno es
violento allí donde las opiniones, que son propiedad de cada cual, son imputadas como crímenes, y es
juguete del furor del pueblo. A los ojos del pueblo la autoridad religiosa de los doctores es poderosísima,
pues se cree que los reyes deben someterse a sus interpretaciones. {Argumento clave:} Para poner a los
Estados al abrigo de estos males, lo mejor es hacer consistir la piedad y el culto en las buenas obras: el
ejercicio de la caridad y la justicia, y dejar al juicio de cada uno todo lo demás.
[7] Es peligroso condenar a muerte al rey porque el pueblo puede cambiar de tirano, pero no
liberarse de la tiranía ni sustituir a la monarquía por otra forma de gobierno. / [10] Los Estados
confederados de Holanda Se reservaron el derecho de recordar a los condes su deber y, si estos degeneraban
en tiranos, el de vengarse de ellos y el de moderar tan bien su poder que no pudiesen hacer cosa alguna sino
con su aprobación. Estos ejemplos confirman que debe conservarse la forma de gobierno existente y no se
la puede cambiar sin riesgo de una ruina total {v. Maquiavelo}.
XIX: El derecho de regular las cosas sagradas corresponde al soberano; para que el culto exte-
rior de la religión sea acorde con la voluntad de Dios, debe arreglarse en vistas a la paz del Estado
[1] Quienes tienen el poder poseen un derecho absoluto, civil y sagrado, del que son intérpretes y
sostén. Muchos rehúsan reconocerles como intérpretes del derecho divino, así se introduce en el Estado un
principio de división {visión monolítica del poder}.
[2] Dios no puede fundar su reino entre los hombres sino mediante los soberanos {el reino
mundano es el poder efectivo}. El culto y el ejercicio de la piedad deben estar acordes con la
tranquilidad y utilidad públicas {la religión: potencia humana al servicio del bien del todo social: Tesis}.
[3] El culto interior a la Divinidad (los medios por los cuales el espíritu se dispone a honrar a Dios en
la conciencia) y la piedad, pertenecen a cada cual (fin de VII). El reino de Dios es aquel en que se
practica la justicia y la caridad {= el amor}; luego él {encarnado: base de la teología de la liberación}
existe allí donde la justicia se impone a título de ley. Poco importa que Dios enseñe y mande el culto de la
justicia y de la caridad por la luz natural o por la revelación.
[4] Quien vive bajo la pasión o la razón tiene igual derecho sobre lo que está en su poder; por eso
en el estado natural no había pecado, ni Dios juez que castiga y no se distinguía entre justo y impío,
puro y impuro, por no haber en él caridad ni justicia. Para que las enseñanzas de la razón (IV: las de la
divinidad) tengan fuerza de derecho, ha sido preciso que cada uno renuncie a su derecho natural en
favor de todos; ahí se ha empezado a entender lo que es justicia, injusticia, equidad e iniquidad.
[5] La justicia y toda enseñanza de la razón no pueden recibir fuerza de ley sino del derecho del
gobierno: como el reino de Dios consiste en el derecho aplicado a la justicia y a la caridad o verdadera
religión {interpretación muy contemporánea de la proyección de una moral de máximos en el ámbito
político}, no puede existir entre los hombres sino mediante sus legítimos gobernantes; si se piensa que
la religión es igualmente revelada por Dios, sin importar por qué vía lleguen a conocerla los hombres.
[6] La religión logró entre los hebreos fuerza de derecho apoyándose en el del Estado y, arruinado
este, dejó de ser propiedad de un Estado particular y no fue más que un dogma universal de la razón,
aunque aún no estaba revelada la religión católica. / [7] En suma {Tesis general del TTP:} la religión no
puede adquirir fuerza de ley sino en virtud de un decreto de los que tienen el derecho de mandar, y
que Dios no puede tener un reino particular entre los hombres sino mediante un soberano.
[8] Cap. IV.- Dios: todo decreto suyo es eternamente verdadero, necesario, y no puede concebírsele
como rey que dicta leyes a los hombres; luego ni las divinas enseñanzas de la luz natural ni las revela-
ciones logran fuerza de ley sino por la voluntad de quienes tienen el derecho de mandar. Sin su inter-
mediación, no podemos concebir que Dios reine sobre los hombres y gobierne las cosas humanas según las
leyes de la justicia y equidad; lo que está confirmado por la experiencia: en efecto, solo vemos huellas de
la justicia divina allí donde los justos mandan; por las demás partes vemos al justo y al injusto, al puro
y al impuro tratados del mismo modo por la fortuna; y esto ha dado lugar a que muchos, pensando que
Dios reina inmediatamente sobre los hombres y la naturaleza entera, hayan dudado de su providencia.
[9] Al demostrar que el culto exterior de la religión y el ejercicio de la piedad deben estar de
acuerdo con la tranquilidad y la conservación del Estado {v. 2E} si queremos que estén conformes a la
voluntad de Dios, habremos probado que el soberano debe ser el intérprete de la religión, de la piedad.
[10] La piedad para con la patria es el más alto grado de piedad {en una ética de máximos; y en la de
mínimos a nivel del cuerpo-nación}. En efecto, una vez trastornado el gobierno, huyen la justicia y el
bien, y la impiedad y el terror reinan; por lo tanto, no hay acto piadoso para con el prójimo que no
venga a ser impío si lleva tras sí la ruina del Estado, y no hay acto impío para con el prójimo, que no
sea reputado piadoso si tiene por fin la salvación de aquel. Se sigue {CLAVE:} que el bienestar del
pueblo es la suprema ley a que deben sujetarse todas las leyes divinas y humanas. Y como solo al soberano
corresponde determinar lo necesario al bienestar del pueblo y a la tranquilidad del Estado, y ordenar lo
que a este fin le parezca conducente, a él toca determinar cómo debe cada cual {en cuanto ciudadano}
practicar la piedad para con el prójimo: cómo debe obedecer a Dios.
[11] Ya que estamos obligados a practicar la piedad y a evitar todo daño a nuestros semejantes, se
sigue que no es permitido socorrer a uno en gran perjuicio de otro, y menos en perjuicio del Estado
entero, y que, sin acomodar la piedad y la religión a la utilidad pública, no pueden practicarse según los
deseos de Dios. Pero nadie puede saber lo que es útil al Estado más que por los decretos del soberano
que dirige los negocios públicos; luego, nadie puede practicar verdaderamente la piedad ni obedecer a
Dios sin someterse a todos los decretos del soberano.
[13] (XVI-E:) Es un deber para todos permanecer fieles incluso a un tirano, a menos que, contra él,
Dios haya prometido a un ciudadano un socorro especial {ej. gran carisma profetico}, por una
revelación indudable {: que posea mayor poder social que aquél}.Mas si la frase de Cristo a sus discípulos:
No temáis a los que matan los cuerpos (Mateo, XVI) se dirigiese a todo el mundo, sería imposible todo
gobierno; luego la autoridad con que los invistió fue dada solo a ellos {contra la justificación religiosa de una
revolución}.
[14] Moisés distribuyó las varias funciones de modo que el derecho pontifical permaneció bajo la sobe-
rana autoridad. El derecho relativo a lo sagrado correspondía a los reyes, con la excepción de que no les era
permitido poner mano en las ceremonias del templo; pero nada de esto se ha conservado en el cristianismo.
[16] {BASE}: Dado que el derecho y la autoridad sobre las cosas sagradas se imponen al pueblo
con facilidad y cada cual acoge con respeto las palabras del que se halla revestido de este derecho, quien
dispone de ella reina en los espíritus; y querer privar de él al soberano es querer introducir la división
en el Estado, que es fuente de querellas y discordias sin fin. Si al soberano se le rehúsa este derecho no
podrá dictar ningún decreto, pues se le obliga a aconsejarse de otra autoridad y a saber de sus labios si
la medida juzgada útil es piadosa o no {se cortó el problema al secularizar el poder; pero sigue el conflicto y
la mente de los ciudadanos aún es un terreno memético que se disputan los diferentes poderes}.
[19] Las gentes de Iglesia son hombres, y por tanto puede que se preocupen solo de sus intereses.
Si quienes tienen el poder quieren impulsar sus pasiones, posean o no el gobierno de las cosas sagradas, estas
no se precipitarán por eso menos a su ruina, y lo harán más rápido si los sediciosos quieren reivindicar el
derecho divino; nada se adelanta negando este al soberano. También los reyes caen en la impiedad. Así,
miremos la seguridad del Estado o el interés de la religión, estamos obligados a fijar que el derecho
sobre las cosas sagradas depende de los decretos del soberano, que solo a él corresponde interpretarle y
hacer que se lo respete. Luego solo son ministros de la palabra de Dios quienes, sometidos a la autori-
dad soberana, enseñan al pueblo la religión del Estado apropiada por el soberano a la utilidad pública.
[20] {Historia:} Pero en ningún Estado cristiano el soberano ha ejercitado este derecho sin ocasionar
grave daño a la religión. La causa es que los primeros que enseñaron la religión cristiana eran particulares
que regularon el culto sin contar con el gobierno ni la Iglesia, y enseñaron a los emperadores una religión
constituida por ellos y a hacerse reconocer por vicarios de Dios sobre la tierra. Además, para impedir a
los reyes cristianos apoderarse de esta autoridad, los sacerdotes prohibieron el matrimonio a los
ministros supremos de la Iglesia, y aumentaron tanto el número de dogmas religiosos y los confundieron
tan bien con la filosofía, que el soberano intérprete de la religión necesitó ser gran filósofo y teólogo, y
ocuparse en mil especulaciones estériles, cosas todas solo posibles a hombres particulares que
dispusieran de tiempo suficiente. / [22] Los cabezas de gobierno de hoy ejercen el derecho divino, cuando
no dejan crecer desmesuradamente los dogmas de la religión ni confundirse con las ciencias.
XX: En un Estado libre, cada cual tiene derecho de pensar lo que quiere y decir lo que piensa
[1] Se considera violento al gobierno que pretende prescribir a cada uno las creencias; porque estas
son un derecho del individuo que, aunque quisiera enajenar, no podría. / [2] Un poder será democrático
si la mayor parte de los ciudadanos administra colectivamente los negocios públicos. / [3] El soberano no
podría tomar medidas violentas sin poner al Estado en gran peligro, porque sus derechos se miden por su
poder {: Tesis}. / [5] Habría gran peligro en dejar libertad de expresión sin reserva; el principal objeto
de nuestras indagaciones consiste en qué límites debe ponérsele {equilibrio: 1. – 5.}.
[6] Fin último del Estado es permitir a cada uno vivir en seguridad y sin perjuicio, hacer que los
ciudadanos desarrollen su cuerpo y espíritu, hagan libre uso de su razón, no se profesen odio, no se
miren con envidia: el fin del Estado es la libertad.
[7] Para vivir en paz cada uno debe renunciar a obrar como le parece {= pacto}. {v. Prefacio, 13}
El que respeta el soberano no obra contra sus decretos, pero puede pensar y hablar con libertad si no
se deja dominar de la cólera, el odio y no procura alterar el Estado. Quien demuestra que una ley
repugna a la razón y debe derogarse; si somete su opinión al soberano y no obra contra la ley es el mejor
ciudadano; mas si procura hacerle odioso a la multitud o con ánimo sedicioso se esfuerza en derogar la
ley contra el magistrado, es un perturbador del orden público{v. 9}.
[8] Ya que la justicia depende de los decretos del soberano {sobre él están los DDHH}, nadie podrá
ser justo sin conformar su vida a ellos. La piedad suprema (cap. XIX, 9-11) tiene por objeto la paz del
Estado, pues no hay paz ni seguridad si cada uno vive a su arbitrio. {Para no caer en auto-contradicción,}
Un ciudadano no puede obrar contra su razón conforme a las órdenes de su soberano, porque en
razón resolvió transferir al soberano el derecho de vivir a su antojo. En los consejos es rara una medida
unánime y, sin embargo, es decretada por todos, lo mismo por los que votan en contra que a favor.
[9] Son sediciosas las opiniones que destruyen el pacto; el juicio “uno no está obligado a cumplir sus
promesas” quebranta la fe dada* al soberano poder, mas no las opiniones que no llevan a la ruptura del
pacto, a la venganza, etc., a no ser en un Estado corrompido o en que prevalga la autoridad de los
enemigos de la libertad sobre la del soberano. Si la fidelidad al Estado se juzga por la caridad con el
prójimo, un Estado excelente no concede al individuo más libertad de filosofar que la fe.
[10] Querer someter todo a las leyes es irritar al vicio más que corregirle. Lo que no puede
impedirse debe permitirse, a pesar de los abusos que de ello nazcan {a veces la prohibición se impone
manipuladoramente para hacer aumentar las ganancias del negocio proscrito, como cuando se puso la ley
seca en tiempo de Al Capone}. Si se soportan las malas pasiones porque las leyes no poseen medios de
reprimirlas, con mayor motivo debe permitirse la libertad de pensamiento, que es una virtud, no se
podría sofocar y es necesaria al desarrollo de las ciencias y artes.
[11] Nada soportan los hombres con más impaciencia que ver reprochar opiniones que juzgan
verdaderas o sostienen su piedad. Las leyes que conciernen a las opiniones se dirigen a los hombres
libres, y en vez de castigar a los malvados irritan a las personas honradas; / [12] y son inútiles. La
experiencia histórica prueba que han sido constituidas en provecho de algunos ciudadanos, o para
conjurar la cólera de los que no pueden soportar la libertad de pensamiento y que, gracias a su funesta
autoridad, pueden cambiar en furor la devoción de un populacho y dirigir tal cólera a su antojo.
[13] Lo más funesto para un Estado es desterrar como a malvados a ciudadanos que no participan
de la opinión general y no saben mentir; que piensan con independencia. El ciudadano honrado que no
está torturado por el remordimiento de una acción vergonzosa se gloría de morir por la libertad.
[14] Si se pretende no obediencia forzada sino una fidelidad sincera, se debe gobernar a los
hombres de manera que, siendo opuestos en pensamientos, vivan en concordia en el gobierno
democrático (el más cercano al estado de naturaleza). Los ciudadanos se obligan por un pacto a
conformar sus actos a la voluntad común, pero no sus juicios y sentimientos; con todo, adquirirá fuerza de
ley la medida que tenga la mayoría {v. 8E}. Así pues, cuanto menos libertad de pensamiento se concede a
los hombres más se les aleja del estado más natural, y más violento es el gobierno.
[15] El soberano poder es capaz de mantener a hombres de opiniones opuestas en un respeto
recíproco de sus derechos. Así en Ámsterdam, hombres de cualquier nación y secta viven en concordia
{Introd.: este es el modelo real de que parte S para su estudio. Es uno de los primeros ejemplos vivos de
ética de mínimos funcional entre culturas europeas diferentes}. Cuando la cuestión religiosa penetró en el
orden político se vio a la religión devorada por cismas {ruptura de la composición de potencias social}.
[16] Allí donde se procura quitar esta libertad a los adversarios: se hace proceso a las opiniones
disidentes y, ya que se corrompen las sanas prácticas y la buena fe, prospera el engaño y los enemigos de
las víctimas triunfan viendo al poder hacer concesiones a su furor {11E}. Estos enemigos se declaran
elegidos de Dios, proclaman divinos sus decretos y humanos los que emanan del gobierno, a fin de
someterles a los divinos, es decir, a sus propios decretos {uso político de la religión o la idea dominante}.
[17] Concluyo que nada hay más seguro para el Estado que encerrar la religión y la piedad en el
ejercicio de la caridad y de la equidad, restringir la autoridad del soberano a los solos actos y permitir,
en lo restante, pensar y expresar libremente el pensamiento.

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