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Santiago del Estero. To- se al pueblito de Mailin selebracién de la Fiesta resentes son santiague- | 81 ncomtin haber emigra- as nunca habian vuelto | CT ente para ver a sus fa- jales que de una u otra 1mos. Todos comparten por algunas horas, pe- ‘or la ruta, el silencio o | 01 azado pavlatinamente ue Volvfan, que nueva- 2s eran a su manera pe- amino, esta vez de re- 9, el micro continda su arse los dilogos y las rte... tengo tantos re- | C2 nada que ver con lo ella y fa hermana), ha- rabajébamos [..] has- ami maméy yo venia | C3 fe b2 Cuadro 3.2 Registro: Viaje a Mailin Habfa una impresién generalizada de que la Fiesta habia ter- ado, © que al menos lo que quedaba de ella era muy poco. Co- 10 siempre, como en todo momento, pero mucho mas ahora, se fan abrazos, apretones de mano, saludos, besos acompafiados por €l “hasta el affo que viene si Dios quiere...”, “hasta la proxima”. El reencuentro se traducfa répicamente en despedida. “Cada afio digo | H 3 ilo mismo, Dios diré... por mi vendria siempre... pero Dios dirs..." El | C10 Pbarro en las calles, por la lluvia de la vispera, dificultaba enormemen- #Ye las maniobras de los grandes micros y camiones para salir de la E Villa. Uno a uno, los puestos se fueron desarmando y un paisaje de | 16 'cajones rotos, papeles tirados y basura, apareci6 dominando la estre- | D8 [Pechez de la Villa. Entre risas y bromas que intentaban trastocar un sen- stiniento de tristeza y melancola, se afirmé el adiés de muchos pere- ¢grinos. Una larga fila de vehiculos se fue formando para poder salir | V2 de la Villa, ecorrer los 10 km que fa separan de la ruta principal y re~ {tomar el camino decidido del regreso. Por las ventanillas del colecti- J5,yo la imagen que permanece es fa de desolacién... los mailineros re- | L7 sidentes miran desde el costado de la calle, al margen del colosal | 3 Ef desorden de las bocinas, los motores y los gritos. Un viento que re- volea papeles por la calle preanuncia que las nubes comienzan tam- bién a dispersarse. Sobre la tarde de Mailin, asoma finalmente el sol “Cuesta irse”, le comento a un compafiero de viaje. “Cuesta vol- ver", me contesta.» a una madrugada grisé- | )'5 imos nuestro ingreso a Registro etnogréfico: viaje a Malin. Registro vinculado al texto «Para tras de una gran cara- | D9 una hermenéutica de la peregrinacién» (Ameigeiras, 2000). aban también entrar logramos colocarnos habia sido preparado, | 47 ‘esidencia forzosa..."» Aclaracién registro de notas sihubiera sentido una 'é hasta que un dia lo (or estar presente en la e decidié asf empeza- ada aio. Se pueden elegir distintas formas de llevar a cabo el registro en las no- tas. En general se plantea un espacio dedicado a la descripcién y otro espa- cio vinculado con las observaciones, comentarios, codificaciones, llamados, etc, Lo importante es diferenciar en el registro los distintos niveles en juego respecto de interpretaciones personales, expresiones del entrevistado, cate- -gorias propias, etc. En algunos casos esto requiere de ciertas anotaciones es- Peciales que permitan distinguirlos, en otras se prefiere su identificacién al Margen. Por otro lado, algunos optan por llevar a cabo sus notas en un cua- demo, utilizando solamente la pagina izquierda y dejando la pagina dere- vender para la fiesta ante el afio pero hoy ‘naci6n) con migran- ccha libre, para codificar y realizar anotaciones en general. Otros prefieren ; Gran Buenos Aires. utilizar todas las hojas dejando solamente, en cada una de ellas, un margen 5 € a peregrinaciéns lo suficientemente amplio como para las anotaciones. Por ditimo, estén | ‘quienes utilizando todas las paginas prefieren colocar comentarios, obser- vaciones y otros aspectos a continua oes seeeeeece eee ta En el ejemplo planteado se ha utilizado el margen para plantear la co- dificacién, Se han identificado y/o seleccionado temas, se han adoptado ca- tegorfas y se ha pasado a asigniar una letra a cada categorfa de codificacion, Los niimeros que acompafian a las mismas nos indican su ubicacién en el texto (como también pueden hacer referencia a distintas relaciones o mo- dalidades). El diario de campo Es un registro clave de la investigacién. En él se vuelcan espe- cialmente vivencias y experiencias generadas en el trabajo de campo. Se trata de un recurso que permite explicitar por escrito cierto tipo de observaciones a la vez que dar visibilidad a emociones, como senti- mientos que se despliogan y transforman en el curso de la investiga- cion. El diario constituye el émbito fundamental para organizar la ex- periencia de la investigacién, para exponer nuestras intuiciones a partir de los referentes empiricos que uno ha relevado en el campo. Poro, también, el diario conforma un espacio propicio para Ja explici- tacién de los cambios y de las transformaciones sentidas que acompa- fian el trabajo, desde el momento que lo comenzamos. Una oportuni- dad para detectar sesgos personales, situaciones 0 vivencias que pueden, de una u otra forma, incidir en el mismo, La relacién entre lo personal,, lo emocional y lo intelectual se transforma mediante el «anélisis reflexivo» que encuentra en el «diario de campo» el espacio + propicio de manifestacién (Hammersley y Atkinson, 1994: 183). Para algunos investigadores el diario representa el registro fundamental de la investigacion etnogréfica, «en el que se inscriben paso a paso y desde los primeros momentos del proyecto las actividades del etné- grafo» e implica desde ol registro diario de actividades y aconteci- mientos, pasando por registros de entrevistas 0 comentarios de lectu- ras, hasta hipétesis surgidas en ¢l desarrollo del trabajo de campo (Welasco y Diaz de Rada, 1997: 96). Es en esta instancia en la que se hace expiicita la necesidad de tener en cuenta que el instrumento bi- sico de investigacién on la etnografia es el propio investigador, sus apreciaciones y experiencias, lo que siente y le pasa, distintas situa- ciones y acontecimientos vividos que confluyen en el proceso de cons- truecién social del conocimiento. «Después de lapena, con rias c08as, C hora de lleg mezcla de s bién de ans fue un dia ¢ tun moment [..Jel micre mente a co ‘luego me Ic peregrinos a presentar Diao: via la peregrin. Desde « flan cada un ones, inter jeancias te tennaticas,c Bagion en et esta maneré yrogantes © se nuevas it cidn en el ce gravitando « PB adecua cir lap [1 Sis das hig tos de \ cias, n¢ ‘margen para plantearlaco- | 34 Cuadro 3.3 temas, sean adoptado ca. | 3 la categoria de codificacion. : pia ae Aue! Inaican su ybicacin ene Bespuss de tanto tiempo pude concretar el viaje [...] Fue largo pero vali intas relaciones 0 mo- peha, conoci a varias personas con las que compari estos das. Sentiva~ fas cosas, cansancio, el viaje por momentos se me hizo pesado y no vefa la on fra de llegar, tuve por otro lado un sentimiento que no puedo precisar, ; fezcla de satisfaccién por el tipo de viaje que estoy realizando pero tam- in de ansiedad y una cosa rara, me acordé mucho de mi abuela que se ‘ Ge un dia de Espana acompafando a una tia y nunca pudo volver [...] en in. En él se vuelean espe jin momento pensé, algo de esa migrante debe estar presente hoy en mi as en el trabajo de campo, ..] el micro parece un conventillo con ruedas y “miiltiples olores” especial- w por eserito cierto tipo de mente a comidas [...] Mafiana iré temprano al templete a ver la “cola” y a emociones, como senti- Bluego me lo tomaré para recorrer el pueblo. Quedé con Pedro, unos de los nel curso de la investiga- japeregrinos que viene todos los afios, de ir a comer juntos a un lugar, me va mntal para organizar la ex- ' presentar a unos amigos...» ar nuestras intuici 7 Sana ‘Diario: viaje a Mailin. Registro vinculado al texto «Para una hermenéutica de "a peregrinacién» (Ameigeltas, 2000). © propicio para la explici- nes sentidas que acomp: beara peas P° Desde esta perspectiva, los comentarios en el diario que acompa- ismo, La relaeién entre lo -eada una de las notas de campo (que conitiene impresiones, asocia- transforma mediante el nes, interrogantes), las anotaciones complementarias sobre las im- ario de campor el espacio fcancias tedricas de ios temas relevados, mo la realizacién de fichas Tae oon 135 ea? A PBlusticas, conforman elementos que fecundan el proceso de la investi- ‘el registro fundamental sign en curso y consolidan el andlisis «preliminar» de los datos. De w insestben poco nent JF esta mancra se comionzan a reformular problemas que produeen inte tae etiadedes el ak _grogantes e hipstesis de trabajo, a partir de las cuales pueden generar- i aetividades'y scariest! fe nuevas instancias de relevamiento y profundizacién de la informa eo conentci gs tee JT gion en el campo, marcando, de alguna manera, los pasos a transitar y Tlo del trabate de cea Yea. gravitando en la focalizacién de las observaciones futuras. ita instancia en la que se q i ta que el instrumento ba. Pero el etnégrafy no solo tiene que tender las redes en el lugar propio investigador, sus adeeuado y esperar a ver lo que cae, Debe ser un eszador activo, ondu- 7 cir la pieza a la trampa y perseguirla en sus mas inaccesibles guaridas | re pasa, distintas situa- i alguien ande un: lici6n, de determina- ven ex'el prueeae de cane Si alguien emprei 1a expedicién, decidido a probar determina- hipétesis y es incapaz de cambiar en cualquier momento sus pun- tos de vista y de desecharlos de buena gana bajo el peso de las eviden- cias, no hace falta decir que su trabajo no tiene ningin valor. Cuantos mas problemas se planteen sobre la marcha, cuanto mas se acostumbre a amoldar sus teorias a los hechos y a ver a los datos como capaces de configurar una teorfa, mejor equipado estard para su trabajo (Mali- noweki, 1995: 26). Notas de andlisis ¢ interpretacién Asi, las distintas apreciaciones e informaciones registradas deben dar lugar a un andlisis que permita comenzar a «desbrozar» la madeja de relaciones y de significados en cuestién. Al respecto, debemos tener en cuenta que en etnografia «e] andlisis de la informacién no es un pro- ceso diferente al de la investigacién» (Hammersley y Atkinson, 1994: 191). Un tipo de anéliisis que se despliega a lo largo de todo el trabajo y que va transitando y replanteando problemas a la vez que apelando a distintas apreciaciones teéricas. El tema del andlisis de los datos con- lleva la necesidad tanto de una reflexién acerca de las modalidades del mismo, como también respecto de las vinculaciones‘entre la teorfa y la descripeién etnografica. En Io que hace al primero es necesario aclarar que la descripeién realizada de lo sucedido y acontecido en el campo ya posee una instan- cia interpretativa implicita, a partir de la cual se ha de profundizar ol andlisis. Esto requiere de una lectura minuciosa del registro que per- mita recuperar para su realizacién, junto a las apreciaciones, la exis- tencia de impresiones, sentimientos e intuiciones que acompafiaron las anotaciones provisorias realizadas in situ. Una lectura a partir de la cual encontrar que plantea Ja «formulacién de relaciones y definicio, nes teéricas precisas, explicitas, previa a la observaciéne, y una tercera, con la que coincide Ia autora, que sostiene que «durante el trabajo da. campo y el andlisis es necesaria la construccién teérica: la construceién, de categorfas y de relaciones conceptuales que permiten articular la descripcién de determinada realidad» (Rockwell, 1985: 4). Desde otra perspectiva, Snow y Morrill (2003) insisten tanto en plantear una ten- dencia presente en muchos etndgrafos, que consiste en «descuidar la importancia teérica», como en sefialar a la vez que proponen distintos caminos que permiten, precisamente, realzar «la importancia tedrica y Potencial de la investigacién ctnogréficay. A partir del enfoque de la lla- mada o no explicitar adecuadamente los procedimientos de anslisis de los datos para presentar posteriormente tres caminos pa- ta profundizar y encarar el desarrollo teérico: lo que denominan como «descubrimiento teérico» enmareado en los planteos del «descubrimien- to de teorfa a partir de los datos» (Glaser y Strauss, 1967); el proceso de sextensiGn tedrica», donde se camplia la preexistencia de formulaciones te6ricas o'conceptuales a otros grupos o agregados, a otros contextos -] 0 a otros dominios socioculturales»; y en tercer lugar el llamado «tefinamiento teérico» consistente en la modificacién de la existencia de perspectivas tedricas por la extensién o por la inspeceién cereana de una proposicién particular con el nuevo material de caso» (Snow y Mor- Till, 2008: 4-7). De lo que se trata finalmente es de aprovechar y profun- dizar el potencial teGrico de la etnografia. ‘Cuadro 3.5 Nota analitica Aspectos vinculados con el «volver» ‘Aparecen distintos ignificados asoctados al volver (véase A1/4/6/7/10). Se destacan especialmente el volver en cuanto sentimiento (C1/C3/ C5), el volver en cuanto transitorio pero permanente (C2/C3/C10), el vol ver vinculado con encuentros de distinto tipo (H1/H3/H4) y el volver vincu- lado con un compromiso que demanda estar (2/15/17). Podemos hablar de una polisemia o es conveniente hacerlo en térmi- Nos de la «densidad simbélica> que acompafa en los informantes la expli- citacién del término? (1985) al distinguir, con relacién a la misma, tres posiciones: la del «ent Rinisifio radical», «que propone un acceso ateGrico, directo a la realidad», Aspec Hay v «volver» es distintas ap primer luga ta de incurs Al respecto migrante ir da», la pos necesariam los». Al resp entre la par afirmacion. contra el f una pregur tar? (véase es solo pars informant: venir a Mai volviendo. otro lado, « vimiento px rnémica del retorno? ¢C zPodr volver es u de la partid ¢Podemos hablar de dicha densidad simbética como de la instancia ‘lave que alude a, como diria Ricoeur, las miitiples posibilidades de ser im- plicitas en el «volvers? gla negativa a establecer un volver que se traduzca en un permanecer "alli definitivo puede ser lelda como parte de una dindmica de ir y volver, de in movimiento que simboliza el gran movimiento y circulacién de la vida fel migrante? (Véanse la ficha de Reboratti [«Se fue a volver] y la del texto de An- tlzian, Catani y otros [ (Geertz, 24). Un tipo de «desentrafiamientor que constituye el sentido damental de la descripcién etnogréfica, especialmente en la pers- tiva denominada por el mismo Geertz como «descripcién densa», Puede uno (y en verdad esa es la manera en que nuestro campo pro- gresa conceptualmente) adoptar una linea de ataque teérico desarrolla- da en el gjercicio de una interpretacién etnogréfica y emplearla en otra, procurando lograr mayor precisién y amplitud, pero uno no puede eseri- bir una Teorfa General de la Interpretacién cultural. Es decir, uno puede hacerlo, solo que no se ve gran ventaja en ello, porque la tarea esencial en Ia elaboracién de una teoria es, no codificar regularidades abstractas, si- no hacer posible la descripcién densa, no generalizar a través de casos Particulares, sino generalizar dentro de estos (Geertz, 1995: 36). Es un tipo de-descripeién fundamentalmente «mictosocials'é «in: @tpretativar, donde parte del desafio del etnégrafo pasa por «captar la | Yariedad de significados y hacerlos accesibles situdndose en el punto Ge vista de los actores» (Velasco y Diaz de Rada, 1997: 49). El desafio "interpretative constituye, desde esta perspectiva, el eje vertebrador 7 del andlisis. Una instancia de «desciframiento» que supone una rigu- _ Yosa tarea de relevamiento y andlisis, de conjeturas ¢ hipétesis de tra- bajo que serdn, una y otra vez, contrastadas en el trabajo de campo, Pe- to es una biisqueda de sentido que exige un esfuerzo hermenéutico a partir del cual es posible la comprensidn del «otro», el relevamiento de su punto de vista. Se trata de un tipo de Morntulacién de las ideas teérieas que deseamos desarvollar, el proceso de generacién teérica se estimula en contacto con el material nuevo. De esta forma se maximiza la fertilidad de la imaginacién tedrica (Ham- mersley y Atkinson, 1994: 194), La escritura final del texto etnogréfico implica as{ diversas deci- siones de carécter tedrico-metodol6gico, vineuladas tanto con la organi- zacién del material y de la informacién en general como con el «ordena- miento y despliegue» de temas, subtemas, acontecimientos, testimonios y argumentaciones en general. La redaceién de la etnografia La redaecién de 1a etnografia supone en primer lugar la eleccién acerca del tipo de monografia a escribir, lo cual siempre implica una decisién del etnégrafo acorde con su perspectiva, objetivos, estilo y, fun« damentalmente, con su capacidad creativa. Sin embargo, quiero hacer alusién a la existencia de tres formas monogréficas predominantes: la de historia natural, la biogréfica y la temética, En el primer caso se trata de un tipo de exposicién etnografica que explicita una «seeuencia selectiva de los hechos més significativos», En el segundo se trata del «aodelo biografico» que abarca a su vez un amplio espectro de mani- festaciones (estudios de biogratias, de familia, de comunidades); el ter- cero, finalmente, implica un abordaje de temas con una perspectiva més académica (Castro, 1995: 227). Ast, el desafio de escribir coloca al etnégrafo ante la necesidad de elaborar una con el material nuevo, De imagination teériea (Ham- implica ast diversas deci- Jadas tanto con la ongani- reral eomo con el «ordena- ntecimientos, testimonios primer lugar la eleccién ual siempre implica una va, objetivos, estilo y, fan- in embargo, quiero hacer ficas predominantes: la ca. En el primer caso se explicita una «secuencia rel segundo se trata del mplio espectro de mani- de comunidades); el ter- las con una perspectiva afio de escribir coloca al strategia textual» que lo ‘texto. La utilizacién de ajo con «diferentes nive- ién la apelacion a moda- aélisis» (Hammersley y sponibles para llevar 2 raciendo alusién, hemos cin que respetara la se- 1 analizando los mismos “eflexiva general relacio- res, lugar de partida de sMos). Abordamos ast: ailinera / La celebracién ‘émeno. inero. Cuadro 3.7 Texto «Las migraciones aparecen en gran medida, pero en el caso de los santiaguefios muy especialmente, fundadas en motivos ciertos y entendi- bles de falta de trabajo o busqueda de mejores motivos y condiciones de [¢ vida, sin embargo, el cambio y las transformaciones que suponen el pasaje {f la vida urbana involucran un costo de enormes consecuencias personales |} Y familiares. No se trata solo de emprender un traslado desde lo rural alo 7}, urbano con todas las consecuencias personales y familiares que ello tiene, _ Esté en juego algo més y ese adicional'no es otro que un compromiso con- trafdo intimamente de regreso, de resquardo firme de lo vivido, de afinca- F* miento definitivo en un lugar y espacio determinado, Porque de lo que se trata es precisamente de desentrafiar el sentido, de descender hasta la com- | prensién profunda de una decisién que no resulta exclusivamente desde la oportunidad del tiempo o la posibilidad de un recurso. El volver supone en- tonces para quien emigré un nuevo movimiento. Por un lado un retorno a }» si mismo, hacia la fuente de la interioridad de sus vivencias, pero también b» hacia el reencuentro con “el suelo” donde crecid, donde cultiv6 sus prime- ros vinculos. Por otro lado una buisqueda de los “otros”, concretizados en la presencia de “sus parientes", sus co-provincianos, sus amigos [...] Recorri- dos impresos en la memoria de muchos santiaguefos [...] pero recorridos plenos de tensiones y conflictos que conforman verdaderos laberintos de nostalgia y crisis de identidad, frente a los cuales la vuelta significa siempre tun desafio. El desaffo de encontrar |...] que no es otra cosa que la necesidad de encontrarse...» (Ameigelras, 2000: 139), Las caracteristicas del estilo etnogréfico también han sido motivo de una profunda reflexién en el marco de una preocupacién generaliza- da en los tiltimos tiempos por la eseritura ctnografica. Al respecto, Van ‘Maanen, (1988: 45-101) presenta una tipologia de estilos de escribir monografias que pondera la significacién de la creatividad implicita en la tarea del escritor. Manifiesta, asi, la existencia de tres estilos: realis: ‘tg, comfesidrial ¢ impresionista. Un primer tipo, en el que el etndgrafo intenta reflejar «lo que ve y oye», conservando una cierta distancia; un segundo tipo que permite visualizar la presencia de un « impreseindible para el 1 perfodo, en el contexto lanteos tedricos y meto- isciplinar hacia ‘nuevas 08 por procesos de desco- srcicio del oficio antropo- sstionamientos, sino que € los procesos de globali- Jocado sobre 1a mesa de ecesidad de redefinicién larelevancia de la «des- a de los «textos» y de los algunos autores deseri- quo, en términos genera- ssentacién y los «géneros la reflexién eritica sobre aacer etnografia (Garefa ten un periodo de crisis lios adecuados para des- slazamiento de los deba- sla interpretacion y las atacién» (Velasco y Diaz esta la relevancia del in- -ceso de campo sino en el figura del etnégrafo co- cautorizacién de los tex- de a la explicitacion de de dicha relevancia del Ja primacta del cardcter fia, sobre el objetivo de en la que se enfatiza, a ocial que incluya a ese 2a cacofonfa de voces» y © periodistico, de género ‘| & las preocupaciones y como con relacién a un. del «estar alli» como del «estar aqui», a la vez que se advierte acer- de los riesgos de una «wentriloquia etnografica», de la «autoria difu- 1050 (1992: 28), analizando el desarrollo de la Hamada antropolo- posmoderna plantea que es posible distinguir tres lineas claramen- marcadas. Una primera linea meta-etnografica, «cuyo objeto de es- dio no es ya la cultura etnogréfica sino la etnografia como género iterario, por un lado, y el antrop6logé como escritor por el otro», fuerte- ente sustentada por autores como J. Clifford, G. Marcus y M. Fischer ‘en la que puede incorporarse en los tiltimos tiempos a C. Geertz); segunda linea denominada como de etnografia-experimental, que lantea la necesidad de llevar a cabo la bisqueda de nuevas formas y orrientes de escritura etnogréfica, en donde se destacan autores como /, Crapanzano y P. Rabinow; y, finalmente, una tercera Ifnea denomi- ada de vanguardia, cuyas figuras centrales son 8. Tyler y M. Taussig, jue ponen en cuestién el mismo conocimiento cientifico antropolégico ero que, a su vez, avanza en lo que denomina «el estallido de los géne- 8 literarios académicos>. Como podemos observar, no solo est en juego el reconocimiento de la «autoridad etnogréfica», o la necesidad de reconsideracién de las ‘précticas antropolégicas, sino toda una concepcién de la antropologia ‘que habfa marcado claramente los desarrollos de la misma desde sus comienzos cientificos. Frente a la vigencia del llamado «realismo etno- gréfico», que supuso una visién consolidada en cl tiempo de cardeter ontolégico y tedrico-metodolégico, han emergido nuevas perspectivas y enfoques que, desde la insistencia en la necesidad de reconocimiento de la presencia y subjetividad del etndgrafo en el texto, hasta la biis- © queda de nuevas formas en las précticas antropol6gicas, han generado un profundo y fecundo debate, Sin embargo, es necesario analizar o6- mo, més allé de algunas propuestas y afirmaciones que ponen en dis- cusién los fundamentos mismos del conocimiento antropolégico, las | reflexiones generadas contribuyen a reconsiderar la relacién de la etnografia con la escritura, la singularidad del texto etnogréfico, el lu- gar del etnégrafo en el mismo, como también la relevancia del didlogo en la antropologia. Asf, la busqueda de nuevas formas de escritura ex- plicitadas a través de multiples estilos narrativos tanto como la consi- deracién de las subjetividades intervinientes en el proceso de investi- gacién y-escritura, a la vez que incrementan el desafio etnografico, abren un campo de nuevas posibilidades de conocimiento. Un conoci- miento etnogréfico que posee limitaciones, pero, también, enormes po- tencialidades, que permiten tanto el despliegue fecundo de su planteo jaci6n cualitativa is de investi te6rico-metodolégico, como su articulacién con otras formas de aborda- je de la realidad, en la investigacién social. Anexo: Fichas tematicas Tema: «volver» Texto 1: Reboratti, C. (comp. Cenep. Carlos Reboratti, en una recopilacin de estudios acerca de la proble- matica de la migraci6n, logra sintetizar en el titulo una apreciacién de pro- funda significacién. Asume el titulo del trabajo de Simén Pachano «Se fue a volver», en donde plantea cémo dicho giro idiomético es més que eso. Di- ce textualmente: «Es la consideracién de la ausencia como algo temporal. EI viaje, la ida y fa vuelta, no importan mayormente, fo que interesa mayor- mente es el volver. Irse a volver. Asi decimos en la sierra, As! lo planteamos. silo planteamos cuando sabemos que nuestro lugar no esté en donde va- ‘mos sino de donde salimos» (p. 20). Destacar la relacién ida / vuelta como parte integrante del viaje. Otros aspectos: Significacién de elugaro/ «viajes. Da para profundizar. ‘Véase el tema de lugar con lo de M. Augé y M. de Certeau. (Fuente: Fichas teméticas. Registros viaje a Mailin, A. Ameigeiras.) 1986. Se fue a volver. México, Pispal- ‘Tema: «movimiento» (migracién / movimiento) Tedto 2: Chambers, lain. 1995. Migracién, cultura, identidad. Buenos Aires, Amorrortu. El autor trabaja el tema de los «paisajes migrantes» (cap. 2) donde analiza el tema de la «partida». Dice: «Podria comenzar por considerar al movimiento no como un ineémodo intervalo entre un punto de partida y de llegada establecidos, sino como un modo de ser en ef mundo» (p. 71). Destacar: El concepto de movimiento como parte integrante del tema de la migracién, (Fuente: Fichas teméticas. Registros viaje a Mailin, A. Ameigeiras.) Bibliografia recomendada Aguirre Baztén, A. (ed.). 1995. Hinografia. Barcelona, Boixareu Universitaria, Marcombo. Denzin, N. K. 1997. Interpretative Ethnography. Ethnographic Practices for the 21" Century. Thousand Oaks, California, Sage. Guber, R. 2001. La etnografia. Buenos Aires, Norma, Hammersley, M. y Atkinson, P. 1994. Einografia. Barcelona, Paidés. Laplantine, F. 1996. La description ethnographique. Paris, Nathan, Spradley, J. 1979. The Hvnographic Interview. Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, Referencis Agar, M. 1992. B gimiento ¢ via, Mare , 1995b, «Btn Edit. Boix 560, pp. . 2001. «Con « guefios en ° mericanos Eprborio, A. 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