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Las Garzas

En el cielo, velado de improviso,


la banda fugitiva se disea
(Tal mi vida: crepsculo indeciso,
donde entre un fondo de dolor, diviso
alejarse una tmida cigea...)
Mralas... Su fatal melancola
se disuelve en el raso de los cielos,
y al verlas agitarse se dira
que son como fantsticos pauelos
con que al morir nos dice adis el da.
Las garzas me enamoran... Son lo que huye,
lo intocado, que vuela y se evapora;
y como tras su marcha soadora
un cansancio infinito se diluye,
el vuelo de las garzas me enamora...
En los lagos dormidos entre brumas,
cuando abre sus prpados la Aurora,
bajo la nieve casta de sus plumas
son el alma de luz de las espumas
y su blancor entonces me enamora...
Por no s qu lejano simbolismo
sobre el escombro que el verdn colora,
la garza, pensativa, rememora
el alma misteriosa del mutismo
y entonces su silencio me enamora...
Cuando al morir la tarde se derraman
mientras el Sol el infinito dora,
recuerda la bandada voladora
los sueos de las vrgenes que aman
y su inquietud entonces me enamora...
Las garzas me enloquecen... Su blancura,
su mudez, el dolor que las aqueja,
me empujan a quererlas con ternura...
Yo tengo la infinita desventura
de amar lo que se va, lo que se aleja...
Pero yo amo las garzas porque existe
un amable recuerdo en mi memoria...
Es el tuyo: t fuiste blanca y triste,
y volando, en silencio, te perdiste,
en el cielo sin nubes de mi historia.
Ricardo Mir
Panama.

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