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Las invenciones de Bioy Casares’ por Jaime Rest Al examinar la produccién de Adolfo Bioy Casares, hay por lo menos dos razones fundamentales para inscribir en el co- mienzo el nombre de Jorge Luis Borges. La primera es de in- dole general, por cuanto alcanza a un sector bastante extenso y muy representativo de la literatura de ficci6n argentina (y aun hispanoamericana) de los Ultimos cuarenta afios. La pro- sa de Borges ha significado, por igual, una superacidén de los * El critico, profesor universitario y traductor Jaime Rest nacié en 1927 y munié en 1979. En los textos sobre literatura argentina de Jaime Rest siempre aparece entramado el saber de las literaturas extranjeras, especialmente la inglesa. Con esa enciclopedia, e instalado en un marco conceptual que es el del comparatismo en literatura, Rest lee cruces 9 convergencias, expuestos en una prosa elegante y clara, por momentos didde- tica, que no condesciende jamds a la inclusion gratuita de saberes de moda. En “Las invenciones de Bioy Casares”, articulo sobre La invencién de Morel y Plan de eva- sién publicado originalmente en la seccién “Literatura argentina” de la revista Los libros (azio 1, ntimero 2, agosto de 1969), Rest establece para esos textos de Bioy aunque el comentario puede hacerse extensivo al resto de su produccién ficcional-, una filiacién fuerte: la de Borges. La impronta de Borges que Rest detecta en Bioy an- ticipa algunas de las hipotesis que desarrollard en su notable libro sobre la literatura borgeana, El laberinto del universo (1976): la conciencia de la centralidad de los recursos lingriisticos en todo texto literario, una ética de escritor que consiste principal- mente en dar consistencia y verosimilitud a las invenciones de la fantasia. A pesar de las similitudes, Rest se detiene especialmente en sefialar aquello que permite distinguir el fantistico de Bioy del fantastico borgeano. En efecto, Rest encuentra en el primero una “densidad vital concreta” ausente en Borges, “un elemento humano —hasta turbia- mente liumano, si se quiere”, formulas que demuestran que las intervenciones criticas perduran gracias a su capacidad de condensar una tépica o una modalidad genérica pro- pias de un escritor P. W. 117 FICGIONES ARGENTINAS procedimientos expositivos que se limitaban simplemente al ingenuo registro de los hechos y un abandono del lenguaje empleado como instrumento puramente ornamental; en su reemplazo, el ejemplo proporcionado por libros como Histo- ria universal de la infamia y Ficciones contribuy6 de manera de- cisiva a formar una conciencia clara de la funcién organica que deben poseer los recursos lingitisticos en su eficaz aprove- chamiento literario, a esclarecer la condicién del escritor, cu- ya tarea consiste en el manejo de una sustancia de palabras que esta destinada a dar consistencia y plausibilidad a las in- venciones de la fantasia. La segunda razén reviste un caracter personal y deriva de la estrecha amistad que existe entre am- bos autores y que los ha inducido, con frecuencia, a ensayar labores compartidas, a subsumir las individualidades respecti- vas en la ficticia existencia de H. Bustos Domecq, de B. Lynch Davis y de B. Suarez Lynch o inclusive a urdir una especie de juego de escondite con el lector, orientado al intercambio ~o a simular el intercambio- de estilos y temperamentos. La ac- cién conjunta de ese influjo general y de esta relacién perso- nal ha desconcertado a los criticos, en cuyas observaciones se suele reconocer la validez poética de Bioy Casares pero a me- nudo se desdibuja su originalidad narrativa, transformada en epigono de las fantasias borgianas. Al llegar a este punto convie- ne senalar que tanto Julio Cortazar cuanto Adolfo Bioy Casares —quiza los creadores mas significativos en quienes se puede trazar la impronta Borges— dejan entrever que han trascendido los recursos propuestos por el maestro de sus ficciones. Entién- dase que, cuando se habla de trascender un esquema artistico 0 filos6fico, no se quiere significar en absoluto -como en el progreso cientifico— un perfeccionamiento que de algtin modo abroga la validez de Ja etapa precedente, ello solamente entrafia, por el contrario, la modificacién novedosa de una retérica o de un sistema que confiere al discipulo una razon de ser propia, cierta dimension personal que le otorga valores inconfundibles e independientes, sin desconocer en modo alguno la actualidad y mérito de la pauta que le sirvié de trampolin. 118 Sobre Adolfo Bioy Casares Uno de los rasgos en que Bioy Casares se diferencia cabal- mente de Borges (y acaso lo mismo pueda decirse de Cortazar, en una direccidén muy diferente) es en la bGsqueda constante ~ya sea espontanea o deliberada— de una densidad concreta. Borges, segtin afirma el mismo Bioy Casares, pertenece a la gran tradici6n de contadores de cuentos, en quienes la rama argumental prevalece por encima de la minuciosa explora- cién de caracteres. Tal actitud, junto con el incesante juego verbal y con un trasfondo de alusién erudita o filoséfica ~a me- dias fraguada, a medias aut€éntica, a propdésito nunca deslin- da-, otorga a sus invenciones una tesitura especulativa, una at- mésfera escrupulosamente calculada de abstraccién intelec- tual que ha sido concebida al nivel de un puro nominalismo. En buena medida, el encanto y la validez de sus narraciones ra- dican en esta estrategia, que empero posterga o disminuye el significado de Ja presencia humana: la relacién de Borges con, sus personajes —inclusive cuando se presenta como interlocutor de ellos~ es mas bien distante e impersonal, es la mirada de una divinidad que contempla a sus criaturas como si fueran piezas de una compleja partida de ajedrez en la que se enfren- ta consigo mismo, su unico adversario posible. Por contraste, en Bioy Casares se desliza un elemento humano —hasta turbia- mente humano, si se quiere- que es presentado con singular comprensién y dramatica ironia: nunca estan ausentes el amor, el deseo, la angustia ante las asechanzas del destino y de la muer- te. Al igual que Borges, suele emplear la exposici6n en primera persona e inclusive ~al aplicar este procedimiento— no desdena el efecto sorpresa; en cambio sus relatos no tienden a simular oralidad, sino que adoptan el aspecto de observaciones escritas, extrafdas de diarios, cartas, informes o testamentos; por ana- didura, los narradores imaginarios proporcionan, en sus tes- timonios, algo mas que los instrumentos para estructurar e inter- pretar la trama ficticia, ya que la entrecruzan con preocupacio- nes o emociones personales: al supuesto autor de los apuntes que constituyen La invencién de Morel es imposible desvincularlo de su pasada fuga, y todavia menos de los sentimientos por 119 FICCIONES ARGENTINAS Faustina, que lo llevan a modificar el mundo de ilusiones sensorias que lo circundan en la isla aun cuando sabe que al incorporarse a las imagenes —como parte de la incierta € ines- crutable “existencia” de su amada-— debera afrontar a breve pla- zo la extincidn de aquello que todo mortal entiende por “vi- da”; a Nevers, casi protagonista de Plan de evasién, no podemos desligarlo de los recuerdos de Irene y del creciente desasosie- go -cargado de premoniciones~ que trasunta su experiencia carcelaria. Los personajes son, en consecuencia, mucho mas que vehiculos para confirmar situaciones 0 acicates para la especulaci6n metafisica; el desenlace de La invencién de Morel nos induce a sospechar que quiza la realidad humana es vale- deramente sustituible por una pura apariencia (y acaso no sea mas consistente que una ilusién fantasmal); pero, como quiera que sea, en Bioy Casares esta realidad plena de incerti- dumbres es vivida por seres andlogos a nosotros mismos, en lu- gar de imaginada por la conciencia de una divinidad que ob- serva su creacién como, pasatiempo intelectual de un ocio sin término. A causa de ello, hasta la dimensi6n estrictamente fantastica de los relatos adquiere una peculiar tensién existen- cial. Cuando Morel resuelve disefiar su extrana maquinaria, en verdad esta librando una lucha desigual con el tiempo, que no es maleable como lo concibe Hiadik en “E1 milagro secreto” de Borges, sino que es el inexorable transcurrir de que nos habla Donne —tell me, where all past years are-, el verdadero gusano que corroe la vida, segtin la predilecta imagen manierista. A su vez, lo que conduce a Castel, en Plan de evasion, hacia sus experimen- tos alucinantes —dignos de Frankenstein o del doctor Moreau-~ es, paraddjicamente, una estremecida compasi6n, un deseo casi morboso de que los reclusos recobren esa libertad de la cual se vieron privados, de que el hombre pueda quebrar su prisién y tenga acceso a aquello que Blake describié como el “inmenso mundo de delicia cerrado por nuestros cinco sentidos”. Al mismo tiempo, presumiblemente atraido por las hipé- tesis de J. W. Dunne acerca de las series temporales simulta- neas, Bioy Casares ha demostrado principal predileccién por 120 Sobre Adolfo Bioy Casares dramatizar la existencia de planos simétricos o paralelos, en los que se van reflejando o repitiendo andlogas secuencias de su- cesos, si bien inevitables perturbaciones en el aspecto o la pe- riodicidad de los ciclos acaban por desbaratar toda la teoria de un ordenamiente circular gobernado por un “eterno re- torno”. En el cuento titulado “La trama celeste” hal'amos una serie de procesos césmicos similares que s6lo se diferen- cian entre si a causa de ligeras variantes. En La invenciin de Morel descubrimos la periddica reiteraci6n de las imagenes co- rrespondientes a los acontecimientos de una semana. En “El perjurio de la nieve” otro relato breve, nos enteramos de que Ja estricta regularidad observada en un ambito cerrado logra obstaculizar la accién del tiempo y de la muerte, hasta que el ardid se quiebra por la intromisién de una presencia extrana al mecanismo. Puesto que las situaciones en lineas generales tienden a repetirse, un observador que no esta sometido a ellas puede contemplarlas desde distintos angulos, circuns- tancia que le confiere una especie de ubicuidad espacial, una visi6n calidoscépica de los acontecimientos muy parecida a la que recientemente ensayé el grabador holandés M. C. Es- cher en algunas litografias (Macizo y hueco, Belvedere), que a juicio de Ernst Gombrich -en el ultimo ensayo de sus Medita- tions on a Hobby Horse-, revela “la oculta complejidad de toda lectura de imagenes”. Esta técnica ha seducido sobremanera a Alain Robbe-Grillet, quien no s6lo declaré su admiraci6n por Bioy Casares sino que ademas evidentemente utilizd el ejemplo ofrecido para elaborar los enfoques experimentales que desa- rrollé en su novela Dans le labyrinthe y en el guion de Lannée derniéve & Marienbad. Existe, empero, otro nivel en el que Bioy Casares utiliza la acumulacién de planos paralelos, con resul- tados atin mas intrincados y fascinantes; éste ya no corresponde a las situaciones referidas en los relatos sino a la presentaci6n misma de la narracién. Mediante la introduccion de diversos narradores que se superponen en la redaccidn 0 comentario de un mismo texto, el autor logra un efecto de sugestiva am- bigtedad que nos hace sospechar inexactitudes deliberadas 0 121 FICCIONES ARGENTINAS quiza accidentales de los testigos imaginarios e inclusive la existencia de diferentes lecturas que podrian intercambiarse, hasta lograr una pluralidad de dimensiones en la trama ficti- cia. En La invencién de Morel, por ejemplo, la narraci6n nos ex- pone simultaneamente los temores de un préfugo, el funcio- namiento de un mecanismo insdlito y sus posibles consecuen- cias, la introduccion del narrador en la actividad de la maqui- na de impresiones sensorias, las observaciones aparentemente triviales del editor. En “El perjurio de la nieve”, Villafaiie omi- te decirnos que Oribe plagié la aventura que él mismo no confiesa, actitud que trata de esclarecer Alfonso Berger Car- denas —cuyas iniciales no en vano coinciden con las del autor real-, un albacea literario que Nega a resultarnos desconfia- ble. Por su parte, en “La trama celeste” conocemos lo sucedi- do al capitan Ireneo Morris a través del testimonio que el dac- tor Carlos Alberto Servian, un home6pata armenio nacido en Rauch que declara su inveterado odio por los turcos ha en- viado a una anénimo autor, junto con las obras completas de Blanqui y “un anillo de escaso valor” en el fondo de cuya pie- dra “se vefa una diosa con cabeza de caballo”. Por ultimo, co- rresponde senalar que el texto mds complejo quizd sea el de Plan de evasién: el material original se compone de la corres- pondencia enviada por Nevers, la exactitud de cuyas aprecia- ciones ignoramos; a ellos se agrega un par de cartas de Xavier Brissac, en transcripcion fragmentaria; pero la version de es- tas fuentes no es directa, pues han sido reelaboradas por una tercera persona que tiene un interés directo en desdibujar su responsabilidad en un asunto de familia que sdlo se presenta en forma incidental. Lo notable es el hecho de que, a partir de una composicién tan intrincada, Bioy Casares logre como re- sultado narraciones absolutamente coherentes y claras, pese a la dosis intencional de equivocos aparentes. En las observaciones precedentes, hemos utilizado pocas ilustraciones de la narrativa de Bioy Casares. Excluidos algu- nos escritos juveniles y varias obras en colaboraci6n, al co- mienzo de La otra aventura—su reciente volumen de ensayos— 122 Sobre Adolfo Bioy Casares este autor reconoce la paternidad de otros nueve libros, pro- duccién que esta muy lejos de resultar abultada si se piensa que abarca unos treinta anos de labor. Al resistir la tentacién de una facil prodigalidad, Bioy Casares ha logrado, en cam- bio, un dificil y casi perfecto equilibrio, una rica y laberintica concentraci6n, que pocas veces se ha dado tan venturosamente en la literatura hispanoamericana. 123

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