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ere ie oe v ALEJANDRO DUMAS EL REINADO DEL TERROR BARCELONA red i HB G9} 901 EL REINADO DEL TERROR, CONTINUACION HISTORIA DELUIS XVIY DE MARIA ANTONIBEA . Alejandro Dumas. TRADUCIDA POR D.'F. ¥. BARCELONA. IMPRENTA DE EL PORVENIR, DE BUENAVENTURA BASSAS, colle de Tellers, wimero 51 y D3. 5 1080. : HL REINADO DEL TERROR. C—O CAPITULO I. ed E191 de enero de 1793.—Muerte de Luis XVI.—Aspecto do Paris.~Dudas del pueblo.— Varias opiniones acerca de la muerte del rey.—jTenia a nacion derecho de jargar come teibucal lage ordinario# Laie XVI?—jTenia ol de jargarle por un proceso de Es~ tado?—,Qu¢ pens podia imponérsele?—Apreciacion de la condactade Luis XVI. —La piedad.—jLa muerte del rey era necessria como medida de salud pablicat— Com ‘secaencias de ella.—Lo que indajo 4 los cqnveacionales & votarla. 1 24 de enero de 1793 Luis XVI espié en el cadalso las agenas culpas y su propia debilidad. En cuanto uno de los ejecutores hubo enseijado al pueblo la cabeza de aquel des- dichado monarca, las salvas de artilleria hicieron saber en los mas apartados ar— sea rabales que el trono habia sido ajusticiado con al rey. La muchedumbre se deslizé en silencio. Las calles que- daron desiertas. Bandas de confederados armados recorrieron los barrios de Paris anunciando la muerte del tirano y cantando el sanguinario estribillo de la Marsellesa; pero ningun entusiasmo 1 6 EL REINADO DEL TERROR. les respondié; la cindad permanecié muda, pues el pueblo no con- fundia un suplicio con una victoria. La consteraacionhabia entrado con la libertad en la morada de los ciudadanos, y el cuerpo del rey no se habia enfriado aun sobre el cadalso, cuando el pueblo dudaba ya del acto que acababa de realizar y se preguntaba, con una ansiedad que casi rayaba en re- mordimiento, si la sangre queacababa de derramar erauna mancha sobre la gloria de Francia 6 el sello de la libertad. La concienciade los mismos republicanos se turbé en presencia de aquel cadalso. La muerte del rey dejaba un problema que resolver 4 Francia. Sesenta y seis afios han transcurrido desde aquel dia, y semejan- te problema agita aun la conciencia del _género humano y divide 4 la misma historia en dos partidos: crimen 6 estoicismo, segun el punto de vista en que se coloquen los que quieren examinarle, aquel acto es un parricidio 4 los ojos de unos, 4 los de los otros una justicia que la libertad se hizo herdicamente 4 si misma, un acto politico que escribid con la sangre de un rey los derechos del pueblo, que debia hacer irreconciliables para siempre el trono y la “Francia y que, dejando 4 esta comprometida y-sin mas alternativa que sufrir la venganza de los déspotas 6 vencerlos, condenaba d la nacion 4 la victoria por la enormidad del ultraje y la imposibilidad del perdon. En cuanto 4 nosotros, que debemos justicia y piedad 4 la victi- ma, pero que tambien debemos justicia 4 los jueces, nos pregun— tamos é quien se debe acusar y 4 quien absolver, si al rey, sus | jneces, 4 la nacion 6 al destino. Y si es posible ser imparcial cuan- do se esté enternecido, formulamos en los siguientes términos 1a terrible cuestion que hace vacilar ala historia, dudar 4 la justicia, temblar 41a humanidad: . i Tenia la nacion derecho de juzgar como tribunal legal y ordi nario 4 Luis XVI? No: porque para ser juez es necesario ser im- parcial y desinteresado, y la nacion no era nilo uno ni lo otro. En el combate terrible, pero inevitable, que bajo el ngmbrede Revo- lucion se habia trabado entre el tronoy la libertad para lograr la esclavitud 6 la emancipacion de los ciudadanos, Luis XVI perso— nificaba el trono y la nacion la libertad, lo cual dependia de su REL REINADO DEL TERROR. - 7 propia neturaleza. Toda tentativa de transaccion era inutil, por- que tas naturalezas se combatian 4 despecho de las voluntades. Entre estos dos adversarios, et rey y el pueblo, de los cuales por instinto debia querer uno retener y el otro arrancar los derechos de ta nacion, no habia otre tribunal que el combate, ni mas juez que la victoria. No pretendemos decir con esto que no hubiese una moralidad de la causa y de los actos, superior 4 ambos partidos, que juzga hasta dla misma victoria, pues esta justicia no perece ntnca en el eclipse de las leyes y en Ia ruina de los imperios, so~ lamente que no tiene tribunal ante el cual pueda citar legalmente 4 sus aeusados: es la justieia de Estado, la justicia que no tiene jueces constituidos ni leyes escritas, pero que pronuncia sua fallos en la conciencia, y cuyo cédigo es la equidad. Lais XVI no podia ser juzgado en justicia yen equidad mas que por un proceso de Estado. iTenia la nacion derecho de juzgarle de este modo? Esto es pfre- guntar si tenia derecho de combatirle y de vencerle, 6 en otros términos, si el despotismo es inviolable, si ta libertad es una rebe— lion, si en ta tierra solo hay justicia para los reyes, si para los pue-’ blos ng hay otro derecho que el de servir y obedecer. La duda sola’ 8 una impiedad para los pueblos. Teniendo la nacion en si la inenajenable soberanfa que descansa en la razon, en el derecho y en la voluntad de cada uno de los cit- dadanos, cuya reunion forma el pueblo, tenia ciertamente la facul- tad de modificar la.forma esterior de su soberania, de nivelar su aristocracia, de desposeer su iglesia, de rebjar y hasta suprimir gu trono para reinar ella misma por medio de sus propias magis~ traturas, Ahora bien, desde el momento en que la nacion tenia el derecho de combatir y de conquistar su libertad, tenia tambien el de velar y consolidar los resultados de su victoria. Si pues Luis XVI, rey demasiado recientemente desposeido del sumo po~ der, ‘rey 4 quien toda restitucion de poder at pueblo debia parecer una destitucion, rey poco satisfech de la parte dereinado que le quedaba, aspirando 4 reconquistar la otra, acosado por una parte por una asamblea usurpadora y por la otra por una reina inquieta, por una nobleza hamillada, por un clero que hacia intervenir ef ac. BL REINADO DBL TERROR, cielo en: au causa, por una emigracion implacabie, por sus hermar os que recorrian en su nombre toda la Eurepa para buscar enemi— gos 4 la Revolucion; si Luis XVI, decimos, aparecia & la nacion co- mo una conspiracion viva contra gu libertad, si la nacion sospecha- ba que interiormente echaba de menos el poder supremo, que vo— luntariamente ponia obstéculos 4 la nueva constitacion para apro— vecharse de sus caidas, que tendia lazos 4 la libertad, que se alegra- ba de la anarquia, que desarmaba 4 la patria, que le deseaba secre- tamente reveses y que se hallaba en correspondencia con sus ene— migos, tenia derecho de citarle hasta sobre su trono, de hacerle bajar de él, de llamarle 4 su barra y de deponerle en nombre de su dictadura y de su propia salvacion, Si la nacion no hubiera tenido este derecho, el de hacer traicion impunemente 4 los pueblos hu— biera sido en la nueva constitucion una de las prerogativas de los reyes. Acabamos de ver que ninguna ley escrita podia ser aplicada al rey y.que siendo sus jueces sus enemigos, su fallg no podia ser una sentencia legal, sino una gran medida de Estado, de la cual solo la equidad debia discutir los motivos y dictar e} decreto. Qué decia la equidad, y qué’ pena podria imponer, si es que el vencador tiene derecho de aplicar alguna al vencido? Luis XVI, degradado de la majestad, desarmado y prisionero, culpable acaso en la letra jlo era en el espiritu, si se considera la couccion moral y fisica de su deplorable situacion? ;Era un tira- no? No. ,Un opresor del pueblo? No. ;Un fautor de la aristocra- cia? No. ;Un enemigo-de la libertad? No. Todo su reinado pro— testaba, desde su advenimiento al trono, de la tendencia filosdfica de su espiritu y de los instintos populares de su corazon, dirigidos 4 fortalecer la monarqufa contra las tentativas del despotismo, 4 hacer subir las leyes al trono, 4 pedir consejos 4 la nacian, 4 hacer reinar por él y en él los derechos y los intereses del pueblo. Prin- cipe revolucionario, habia llamado 6! mismo 4 la Revolucion en su socorro; habia querido darle mucho, y ella quiso arrancarle mas: de aqui la lucha, Sin embargo, politicamente hablando, no dejaba de haber algo reprensible por parte del rey en aquella lucha. La incoherencia y el EL REINADO DEL TERROR. 9 arrepentimiento de las medidas revelaban debitidad y babian ser- vido muchas veces de pretesto 4 las violencias y atentados del pue- blo. Asi es queLuis XVI habia convocado los Estados generules, y queriendo demasiado tarde circunscribir el derecho de deliberacion, tuvoque rendirse 4 la jnsurreccion moral del juramento del Juego de pelota;quiso intimidar 4 la Asamblea constituyente con una reunion de tropas en Versalles, y el pueblo de Paris se-apoderd de la Bastilla ysoborné 4 los gurdias franceses ; pensé en alejar de la capital 4 la Asamblea, y el populacho de Paris marché sobre Versalles, forzé su Palacio, asesind 4 sus guardias yaprisioné su familia en las Tulle- vias; intepto fugarse para reunirse con su ejército y tal vez con un ejéreito enemigo, y la nacionle habia vuelto 4conducir encadenado al trono, imponiéndole la constitucion de 1794 ; parlamenté con la -emigracion y los reyes, sus vengadores, y el populacho de,Paris hizo el 20 de junio; para obedecer 4 su conciencia negé su san— cion 4 leyes decretadas por la voluntad del pueblo, y los Girondi— nos unidos con los Jacobinos hicieron el 10 de agosto. Segun el modo como se mirasen estas vicisitddes de su reinadu, desde el principio de la Revolucion, habia motivo para acusarle 6 paracom- padecerle. No era ni del todo inocente, ni del todo culpable; era desgraciado! Si el pueblo podia echar en cara al rey debilidades y disimutaciones, el rey podia en cambio echar en cara al pueblo crueles violencias. Le accion y la reaccion, el golpe y el rechazo se habian sucedido por una y otra parte con tal rapidez, que era di- ficil decir quien habia herido primero, como sucede en una refriega. Las faltaseran reciprocas, mutuos los recelos, iguales los peligros. ;Quién tenia, pues, el derecho de condenar al otrs, y de decirle con just imparcialidad : Morirds? Ninguno de los dos. El rey, quedando vencedor, uo podia juzgar al pueblo, como el pueblo no podia juzgur al rey. Nada habia alli de justiciable; lo Unico que habia era un vencido. El proceso legal era una hipocresia de justicia; solo el hacha era légica. Robespierre lo habia dicho; pero el hacha despues del combate ¢ hiriendo en nombre de sus ene+ migos 4 uo hombre desarmado jqué es en todos los idiomas? Un asesinato 4 sangre fria; inescusable deade el momento en que no es necesarjo, en una palabra, una inmolacion. 10 EL REINADO DEL TERROR. Deponer 4 Luis XVI, echarle del suelo nacional 6 retenerle’ en él privado de conspirar y de hacer dafio, hé aqui lo que exigian de los Convencionales la salud de la Reptiblica y la seguridad -de la Revolucion. La inmolacion de un hombre cautivo y desarmado era Solo una concesion 4 la célera 6 al miedo; venganza aqui, cobar- dia alli, crueldad en todas partes. Inmolar 4 un vencido cinco me- ses despues de la'victoria, pot mas que fuese culpable 6 peligroso, era un acto sin piedad, y esta no es una palabra vana entre los hombres; es un instinto que advierte dla fuerza que ablande su mano en proporcion dé la debilidad y adversidad de las victi- mas; es una justicia generosa del corazon humano, mas perspicaz y mas infalible que la justicia inflexible del espiritu. Por eso to- dos los pueblos la han considerado como una virtud. Si la absolu- ta carencia de piedad es un crimen en el despotismo, por qué ha de ser una virtud en las republicas? , El vicio y la yirtud cambian acaso de nombre al cambiar de partido? ,Estdn dispensados los pueblos de ser magnanimos? Solo sus enemigos se atreverian 4 pretenderlo, porque querrian deshonrarles. Su misma fuerza les obliga 4 ser mas generosos que sus tiranos. En fin, gla muerte del rey era necesaria como medida de salud piiblica? Nosotros preguntariamos primeramente si era justa, por- que nada injusto en si puede ser necesario 4 la causa de las na— ciones. Lo que constituye el derecho, la bondad y la santidad de Ja causa de los pueblos es la perfecta moralidad de sus actos; si abdican la justicia, pierden su bandera y no son mas que unos li- bertos del despotismo imitando todos los vicios de sus sefiores. La vida 6 la muerte de Luis K-VI, destronado 6 prisionero, no afiadia ni quitaba ni el peso de una bayoneta en la balanza de los destinos de la Republica. Su sangre era una declaracion de guerra mas cierta que su deposicion. Su muerte era ciertamente un pre- testo para las hostilidades, thas especioso que su cautiverio, en los consejos diplomaticos de las cortes enemigas de la Revolucion, Principe exhausto y despopularizado por cuatro aiios de lucha de- signal con la nacion, entregado mil veces 4 merced del pueblo, sin crédito para con sus soldados; carécter cuya timidez é indeci- sion se habia sondeado tan frecuentemente, descendido de hu- EL REINADO DEL TERROR. ii Amillacion en humillacion y de grado en grado desde su trono hasta la carcel, Lujs XVI era el unico principe de su raza quien ya no po+ dia siquiera sofiar en reinar. Hallabase desacreditado en el exterior -Por sus concesiones y en el interior hubiera sido la prenda pacien- te é inofengiva de la Republica, el ornamento de su triunfo y le prueba vivieute de su magnanimidad. Su muerte, por el contra- rio, separaba de la causa francesa aquella parte inmensa de las po— blaciones que solo juzga con el corazon los acontecimientos hu- manos. La naturaleza humana es patética; la Republica lo olvidé y did al trono algo del martirio y 4 la libertad algo de la venganze, prepa- rando de este modo una reaccion contra la causa republicana y po- niendo del lado de la monarquia la sensibilidad, el interés y las ki~ ‘grimas de una parte de los pueblos. gQuién puede negar que el enternecimiento por la suerte de Luis XVI y eu familia contribu- y6 en gran manera 4 que muchos se afiliaran nuevameate al par— tido mondrquico algunos afios despues? El renacimiento de las causas perdidas no tiene muchas veces otro origen que la sangre de las victimas odiosamente inmoladag por la causa contraria. El sentimiento pablico, una vez agitado por una iniquidad, no se tran- quiliza hasta que, por decirlo asi, se considera absuelto por alguoa Feparacion ruidosa é inesperada. Hubo sangre de Luis XVI en to- dos los tratados que las potencias europeas celebrarun para acri- minar y ahogar la Repiblica; hubo sangre de Luis XVI en el dleo que ungié 4 Napoleon muy poco tiempo despues de haberse jurado la libertad; hubo sangre de Luis XVI en el entusiasmo monir- quico que hizo renaver en Francia la vaelta de los Borbones cuando Ja Restauracion; la hubo hasta en 1830 en la repulsion que pro— dujo el nombre de la Republica y que arrojé 4 la nacion indecisa en brazos de otra dinastia. Los republicanos son los que mas deben lamentar que se vertiera aquella sangre, porque ha caido sin cesar sobre su causa y les ha costado la Repiblica. En cuanto 4 los jueces, solo Dios lee en la conciencia de los in- dividuos; la historia no lee mas que en la de los partidus. Solo la intencion constituye el crimen 6 sirve de esplicacion 4 semejaates actos. Unos votaron inducidos por una_poderosa conviccion de que tt BL REINADO DEL TERROR. era necesario suprimir el signo viviente de la monarquia al abo- lirla; otros, para retar valerosamente 4 los monarcas de Europa, que, en su concepto, no les creerian bastante republicanos hasta que hubiesen ajusticiado 4 su rey; estos para dar 4 los pueblos es- clavizados una sefial y un ejemplo que les comunicasen la audacia de sacudir la supersticion de los reyes ; aquellos, firmemente per- suadidos de las traiciones de Luis XVI, 4 quien la prensa y la tri- buna de los clubs les presentaba desde el principio de la Revolu- cion como un conspirador; algunos, impacientes por Joé peligros que corria la patria; otros, como los Girondinos, 4 pesar suyo y por ka ambicion de ser los que diesen 4 la Repdblica la prenda mas irrecusable; varios, arrastrados por esa corriente que arrebata 4 fas almvas débiles en las asambleas publicas; no pocos, por ese miedo que se apodera de repente del corazon y hace abandonar la ‘vida agena como se abandona la propia; la mayor parte, en fin, voté la muerte con reflexion por on fanatismo estoico que no se alucinaba ni sobre la insuficiencia de los crimenes, ni sobre la ir— regularidad de las formas, ni sobre la crueldad de la pena, ni si- quiora sobre la cuenta que de ello pediria la posteridad 4'su_me- moria, pero que creia bastante santa la libertad para justificar con su fundacion lo que faltaba 4 la justicia de su voto, y bastante im- placable para inmolarles su propia compasion. Todos se engaiiaron, y sia embargo !a historia, aun acusando, no puede desconocer en medio de todas las consecuencias politicas del suplicio de Luis XVI, contfarias 41a equidad, crueles para el sentimiento y fatales 4 la libertad, que hubo cierta grandeza enaquel patibolo: tal fué el poder de los partidos desesperados y de las reso- luciones irrevocahles. Aquel suplicio entregaba la Francia 4 la ven- ganza de los tronos y daba de un modo cruel 4 la Repdblica la fuerza convulsiva de las naciones : la fuerza de la desesperacion. Compren- dito la Europa, y Francia respondié. Cesaron las transacciones, las indecisiones y las negociaciones, y la Muerte, llevando el hacha regicida en una mano y la bandera tricolor en la otra, fué escogida por nico negociador y juez entre la monarquia y la reptiblica, en- tre la eaclavitud y la libertad, entre el pasado ye el porvenir de las naciones. an aa CAPITULO I. Sow El Beinado del Terror.—Mirada retrospectiva.—La de Breteuil.—E| conde de Las conferencias de Pil de Austria y del rey 3de diciembre de 179) cion.—Sas cansas.—El baron nds de Bou jecleracion del emperador Leppoldo & Ia paz, — Desp: A muerte de Luis XVI abrié para la Revo- | lueion francesa una nueva época, que-los historiadores han designado con el nombre . de Reinado del Terror 4 causa de los acontecimientos que en ella tavieros lugar y que acabaron por conducir al patibulo 4 los que condenaron al rey y dos que toma— rop su defensa, 4 Danten y 4 onnan al duque de Orleans y & 4 Camilo Deamouling, en una palabra, 4 . los héroes lo mismo que 4 las victimas de la Revolucion, pues esta, cual otro Saturno, debia devorar 4 sus propios hijos. Los ter- ribles sucesos que tuvieron lugar en aquel periodo son lus que va- mos 4 referir, mas antes debemos dirigir una mirada retrospee— tiva para ver cual era la situacion del ejéecito francés y de los aliados al morir Luis XVI. 4 . BL REINADO DEL TERROR. Los principes hermanos del rey y la mayor parte de os nobles habian emigrado de Francia, esparciéndose por Saboya, Suiza, Italia y Alemania, para ir 4 pedir socorro y venganza contra la Re- volucion 4 las potencias y 4 las aristocracias. Jamas, desde las grandes emigraciones de los pueblos antiguos que buian de las in— vasiones romanas, se habia visto que un movimiento de terror y perturbacion semejante arrojase fuera de su territorio 4 todo el clero y 4 toda la aristocracia de una nacion. Notése en Francia un inmenso vacio, primero jaato 4 les. grades mismas del trono, des— pues en la corte, en los palacios, en las dignidades eclesidsticas y por ultimo en las filas del ejército. Los oficiales y los nobles emi- graron en masa; la marina signié. algo mas tarde el ejemplo del ejército, pero abandoné tambien sus banderas. Esto no consistia en que el clero, la nobleza y los oficiales de mar y tierra no participasen como las otras clases de las ideas re— volucionarias que habian sublevado 4 lanacion en 1789, pues, an- tes al contrario, el movimiento habia empezado por ellos. La fitoso— fia habia iluminado primero la cumbre de la nacion; el pensamien- to del siglo se hallaba priucipalmenteen las clases elevadas; pero estas, que querian una reforma, no querian la desorganizacion, y temblaron al ver que la agitacion moral de las ideas se habia con- vertido en insurreccion popular. Las riendas del gobierno violentamente arrancadas al rey por Mirabeau y La Fayette en el Juego de pelota, los atentados del 8 y 6 de octubre, la supresion dé los privilegios sin darles una com- pensacion, la abolicion de los titulos, la execracion, el pillaje, el incendio y hasta el asesinato 4 que en tas. proviticias se vid entre- geda la aristoeracia, la religion deepojada y obligada 4 nacionali- zarse por medio de wn juramento constitucional, y fimelmente, ta fuga del rey, su prision en 80 propiopalacio, lasamenazag de muer- te que la prensa patridtica y lastribunas de lassociedades particule~ res vomitaban contra las aristocractas, los motines triunfentes en Ise cindades, la desercion de los-guardias franceses en Paris, la su« blevacion de los auizos de Chateauvieux en Nancy, los escesos de Jos soldados que se habian inserrectionado y quedado impunes ex Caen, en Brest y en otros varios puntos, habian cambiado en hor- Bb -REAVADO ‘DEL TERROR. 48 tor y en ddioel favor que la noblesa dispessara,d les nuevas ideas. Vieron que el primer acto del puéblo era degradar les superiori- dades, y el espiritu de cata indyjo 4 emigrar 4 los nobles, el espi- rita da cuerpo hizo lo-mismo con los oficiales, y el espiritu de corte higo mirar d‘unes.y otros como vergonzoso permanecer en um suelo manchado con tantos ultrajes 4 la monarquia. El baron de Breteuil, antiguo ministto y embajador, hombre _ inaccesible 4 las concssiones, roasejero del rigor y de la fuersa, habia salido de-Francia é principios de 1790, autorizedo con ple- nos poderes del rey cerca de todas las potencias, siendo por consi- guiente el unico embajador de Luis XVI,- pero embajador abso-— Into, porque yna vez investido dela cdnfienza y del poder ilimita~ do del rey, que no podia revocarselos sin descubrir la existencia de su diplomacia oculta, era dueiio de abusar y de interpretar las_in- tenciones del monares segun bien |e pareciese..Et baron de Bre~ - teuil abusd efectivamente de ellas, ilo que se-diee, no por ambi-" ion personal, sino por un esceso de celo por la salvacion y Id digaidad-de. su sefior , y aus negecisciones con Catalina, Gustavo, Federico y Leopoldo fueron una constante incitacion é una:cresade general contra la Revolucion francess. El conde de Proyenza (despues Luis XVIII) y el conde d’ Ar. - tois (despues Cérlos X) despues de algunas eseursiones 4 las cortes del Mediadia y del Norte, se hebian reunido on Coblenza, y Luis Weneeslao, elector de Trevéris y tio materno de aquellos priocipes , les habia heeho una acogida nias cordial que politica. Coblenza se convirti en el Paris de Alemania, centro de la cons- piracion. contrarevolucioneria, caartel general de lanobleza fren~ cesa-reunida en torno de sus jefes naturales, los dos hermanos det rey prisionero. Mientras ellos establecian ‘su corte errante y snudaban los-pri- meros hilos de lg coalicion de Pilnitz, et principe de Condé,. mas militar de covazon y de rasa, formaba-alli el cusdro del ejéreito da los.principes, que se componian de ocho 6 diez mil oficiales sin ua solo soldada, y-que propiamente era ta. cabeza separada del trenco. Eatretanto.la diplomacié contrarevolucionaria alesazaba el pri~ ter gran resultado que podia obtener en el. estado actual de Eu 18 BL REIMADO DEL TERROR. ropa: abriérenge las conferencias de Pilnitz. El conde de Proven— za acababa de enviar cerca del rey de Prusia al baron-Roll para pedirle el apoyo de sus fuerzas, en nombre de Luis XVI y det restablecimiento del érden en Francia. El rey de’ Prusia antes-de- decidirse quiso consultar sobre el estado de Francia al marqués de Bouillé, citandole al efecto en el palacio de Pilnitz y rogéndole que _ Hevase.formado un plan de operaciones para los ejércitos estranje- ros sobre las diferentes fronteras de Francia. Reuniéronse en aquel palacio Federico Guillermo y su hijo, el emperador de Austria, el archiduque Francisco, el mariscal de Lascy, el baron de Spielman, elconde d Artois, el marqués de Bouillé, Calonne y otros varios, y acordaron definitivamente la siguiente declaracion, que rodactd el baron de Spielman. «El emperador y el rey de Prusia, en vista de tos deseos & - instancias de Monsieur y del conde dArtois, declaran que eonsideran la situacion en que al presente se, halla el rey de Francia como objeto de interés comiun para todos-los soberanos de Europa, esperando que semejante interés no podrd menos de ser reconocido por las potencias, cuyo concurso se reclama, y que’ por consiguiente estas no se negarén 4 emplear en union con ellos los medios mas eficaces, proporcionados 4 sus fuerzas, para poner al rey de Francia en estado de asegurar, con la mas completa li bertad, las bases de un gobierno mondrquico tan conveniente 4 los derechos de los soberanos como al bienestar de los franceses.. Liegado este caso, los dos referidos soberanos estin decididos 4 obrar prontamente y de comun acuerdo, con las'fuerzas necesarias’ para obtener! resultado que se han propuesto, y entretanto da— rén & sus tropas las érdenes conveniehtes para que estén prontas : obrar. Despues de este acto tan imprudente 6 iasoficiente 4 la vez, los dos soberanos se separaron: Leopoldo fué 4 coronarseen Pra— ga, y elrey de Prasia volvié 4 Berlin y puso 4 su ejército en pié de guerra. Los emigrados, orgullosos con el compromiso que ha~ bian obtenido, se alistaron en mayér nimero, y las cértes de Eu~ ropa, 4 escepcion de Ja de Inglaterra, ‘dirigieron equivocas adhe- siones 4‘lasde Berlin y Viena. Pero estas, al aceptar el rey de EL REINADO DEL ‘TERROR. cil Francia Ia constitueion, aparentaron creer que todo habia eoncluiz do y, apesar-de la imeistencia de. los emigrados, se resignaron 4 ver rebajddo en ella el treno, con tal que la Revolucion consintiese en dejarse dominar por este; mas lo que Leopoldo negara 4 loa grandes intereses.de fa monarquia dehié concederlo despues a los intereses insignificantes de alganos principes del imperio que-te— nian posesiones -en la Alsacia y en la Lorena, y cuyos derechos: personales violaba laconstitueion francesa, de modo queen un des- pacho de 3 de diciembre de 1791, anuncié al gabinets de las Tu- Uerfas su firme. resolecion de cauxiliar 4 los principes que senian posesiones-en Francia, sbno se les reintegraba completamente en los derechos que segue los tratados les pertenecian. » En Francia los hombres de Estado y los revolucionarios, los conétitacionales y los Girondinos, los aristéeratas y tos Jacobinos, todos estaban por la gaerra, como una apelacion al destino, pues impaciente'ta wacion queria que se decidiese por 1a victoria 6 la derrota. La victbria-le parecia'l wnica solucion de sus complica~ clones interiores, y la derrota no la atemorizsba, pues confiaba en si misma y estaba dispuesta d arrostrar la muerte. ~ , + El empersdor Leopoldo con su comunicacion del 24 de diciem- bre: did pretesto d una esplosion de la Asamblea: «Reunidos de comun acuerdo, fos soberanos, décia el emperador, para la con-! servacion de la tranquilidad publiea yel bonor y seguridad de los’ trones...» Bstas palabras agitaron los énimos; busodse su senti— do, y se preguntaron como era que el emperador, cuiiado y aliado’ de Luis XVI,-le hablaba por primera vez de aquel acuerdo tomado por los soberanos. Y ; contra quidn sino contra la Revolucion? ¥ gedmo lo ignoraban los ministros y embsajadores de esta, dado: caso que existiera? Y 4 cémo lo habian ocultado 4 la nacion, si-lo sabian? : > Tal era la disposicion en que so hallaban tos inimos, cuando Ia comision ‘diplomdtica presents por conducto det Girondino Gen-: sonné su informe sobre el estado de las relaciones de Francia con. el emperador. Gensonné, abogado de Burdeos, nombrado miem— bro de la Asamblea legislativa el mismo dia-que Gaadet y Ver— gniaed, ens compatriotas y amigos, oomponia con estes ol trian— Bo] ELORBINADO DEL TERROR, virato de talento, opinion y elocuencia que despues reeibié el nom- bre de Gitonda. Una digléctica obstinada. y una ironia cdustica y mordaz conetituien los dos principales eardctéres del talento de Gensonné. No arrastraba, sino que convencia, y sus pasiones re- Yolucionariad ern vehementes, pero razonadas. Gensonné, en su informe 4 nombre de la comision diplemitica, establecia estas dos cuestiones : ; cudl-es nuestra situacion politica respeoto al emperador? ;Su wltima conspiracion debe mirarse eomo.una hostilidad y, en este caso, debe acelerarse, atacdndole, elinstente de un movimiento. inevitable? Despues de resolverlas, el informante coneluia pidiendo al emperadar esplicaciones cate— géricas, reclamando que en caso de no dailas antes del 10 de fe~ brero, se eonsiderase gu sitendio como un acto de hostilidad. Leopoldo, priacipe pacifico y filésofo, revolucionario si-no’ha— biera sido emperador, todo lo probé para retardar el ehoque de los dos principios y solo. pedia 4 Francia concesiones aceptables para reprimir el fmpetu de Prusia, de Afemania y de Rusia. Pretendia tinicambate que se restableciese el érden en Francia y se practicase con resolucion por el poder ejecutivo la constitucion, dando asi garantias & los gobiernos.monérquicos; pero las ultimas sesiones de la Asamblea, fos prepatativos del seiior de Narbona, ministro de la Guerra, las acusaciones de Brissot, y un enérgico discurso de Vetgaiaud, recibido con entusiastas aplausos, empezaron 4 censar su. paciencia, decidiéndose apesar suyo por la guerra, que durante tanto tiempo’ habia evitado, Multiplicdronse en Viena los consejos de gabinéte en presencid dél'emperador. La Rusia acababa de firmar la paz con el imperio otbatane: y quedaba en libertad de dirigirse contra Francia; la Saecia inciteba la célera de los principes; la Prusia cedia 4 los eon- sejos de Leopoldo, é Inglaterra observaba, pero no oponia ningua obstéculo, porque la lacka‘del continente debia aumeotar su im- portanela, Deeidiérdnse los armamentos, y el 7 de febrero de 1792 se firmé en Berlin el:tratado definitivo de alianza y convenio entre el Austria-y la: Prusia. El imperio “estaba preparado para la guerra; doscientos mil hombres iban 4 former;desde Basilea .al Eecalda; el duque dg ML REINADO DEL TERROR. 19 Bruvswiek, béroe.en quien Ja voalicion fundaba sus esperenzas, estaba en Berlin dando sus wltimos consejos al rey de Prasiay recibiendo sus postreras érdenes, y Bischoffwerder, general y confidente de aquel monarca, llegaba 4 Viena para:acordar con el emperador el lugar y tiempo de las hostilidades, cuando f,eopeldo murié envenenado, segun se dijo. Pocos dias despues, en la noche del 16 el 17 de marzo de 1792, Gustavo, rey de Suecia, fad asesinado en un baile de mdscaras. ‘La muerte parecia ir acabando uno 4 unoeon todos los enemigos de Francia. Dumouries habia sido nombrado ministro de Negocios estranje~ ros por Luis XVI, y desde el primer dia de su ministerio entablé megociaciones para obtener del Austvia una respuesta decisive. Sy plan consistia en separar en cuanto fuese posible la Prusia del Austria, para no tener que habérselas sino con un enemigo. La union de aquellas dos potencias, rivales naturales y celosas una de otra, le parecia tan impropia , que se lisonjeaba de impe- dirla 6 rowperla; pero el ddio instintivo del despotisme contra la libertad. engaiié su prevision. La Rusia obligé dla Prusia y al Austria, por el ascendiente de Catalina, 4 hacer causa.comun con- tra la revolucion; en Viena, el jéven emperador Franeisoo I, se pre+ paraba 4 combatir mas bien que 4 negociar, y el principede Kaus nitz, su principal ministro, respondia 4 las notas de Dumouries coa.un leaguaje que provocaba 4 la Asamblea nacional. Para convenir las medidas que el Austria y la Prugia debian tomer, se sefialé una entrevista en Leipsick entre el duque de Beunswick y ol principe de Hohenlohe, general de las tropas del emperador. Sin embargo, continuaban por férmula en Viena las conferencias entre el seiior de Noailles, embajador francés, y al eonde Felipe de Cobentzel, vice—canciller de la corte. Las ukimag palabras de este rompieron las negociaciones, y al asberse en Pa~ ris, bicieron que estallase la guerra. Dumouriez la propuso en el consejo, y al salir de 61 el 20 de abril, el rey se presenté inespera- damente 4 la Asamblea, rodeado de sus ministros. El de Negocios estranjeros leyé un informe completo sobre las negovieciones con -ba casade Austria, despues de lo cual.cl rey propuso laguerra, que 2 BL BEINADO DAL TERROR. fué. aceptada con entusiasmo por la-Asamblea, por el: pueblo:-de i ris, por toda Ja nacion francesa. ~ Damouriez trataba de invadir bruscamente la Bilgica, antes ‘s que la Prusia padiese entrar en ella; y si hubiese sido 4 la ves el iaventor y ebejecutor de su plan, se hubieran visto muy apnradas Bélgica y Holanda; pero La Fayette, eneargado de efectuar la in- vasion al frente de cuarenta mil hombres, no era tan temerario’ ni brioso como él. General de consejos mas bien que de accion, se habia aoostumbrado 4 mandar 4 los ciudadanos en as plazas. pé+ blicas y no 4 los soldados en campaiia. Era el general de. las dila- ciones, y perder el tiempo dela Revolucion equivalia 4 perder to— da su fuerza, La de las masas indisciplinadas contiste en su im- petuosidad; el que las contiene las pierde. Dumouriez, impetuoso como un torrente, estaba instintivamen- te penetrado de esta verdad, y en las conferencias que precedieron al.nombramiento de los generales, se esforzé en hacerla pasar’ al alma de La Fayette..Pasole al frente del principal cuerpo de ejér~ cito que debia penetrar en Bélgica, como el general mas 4 prop6— sito para fomentar las insurrcociones populares y cambiar en las provincias belgas la guerra.en revolucion. Sublevar la “Bélgica en favor dela libertad francesa y encadenar su independencia é la de Francia, era arrancarla al Austria y volverla contra los enemigos de aquella. La Fayette parecié ‘haber cochprendido y aprobar este plan. Acordése que el mariscal de Rochambeau tendria el mando en jefe del ejército que amenazaria la Bélgica, que La Fayette tendria 4 sus érdenes otro considerable que efectuaria la invasion, y qué haego.de llevada esta 4 cabo, élsolo obtendria el mando de los Paises Bajos, quedando anicamente 4 Rochambeau, anciano y gastado por la inaccion, ‘los honores de su clase, y ‘La Fayette las opera ciones de la campajia y la propaganda armada dela Revolucion. Hacer que La Fayette marchase contra Namur mal defendido y 86 apoderase de aquella ciudad ; que de alli se dirigiese 4 Braseles y 4 Lieja, esas dos capitales de los Paises Bajos , fueos de 1a inde~ pendencie belga; lanzar al mismo tiempo al general Biron con diez taj hombres sobre Mons contra el: general-austriaco Beaulieu, que EL REINADO DEL TERROR. 2 no tenia mas que dos 6 tres mil; destacarde la guarnicion de Lieja otra partida de tres mil sofdados que ocupase 4 Turney y que, des- pues de guarnecer la ciudadela, fuese 4 reforzar el ejército de Biron; hacer salir de Dunkerque mil doscientos hombres que sorprendie— sen 4 Furnes; avanzar en seguida bécia el centro de las provin— cias belgas con los cuarenta mil hombres reunidos bajo el mando de La Fayette; atacar en todos los puntos 4 la vez y en diez dias 4 un enemigo mal preparado; sublevar al paso las poblaciones ; re- forzar ‘en seguide hasta ochenta mil hombres aquel ejército de ope- raciones é incorporarte los batallones belgas formados al grito de su independencia, para combatir el ejército del emperador 4 medi- da que fuese llegando de Alemania, tal era el atrevido plan de campaiia concebido por Dumouriez. Este dispuso conforme 4 él las tropas y el mando de ellas. Para que obtuviese un éxito feliz no le faltaba mas que un hombre que lo ejecutase, Bae CAPITULO II. Preparativos casa de Borboi —Descalabros.. chambean.—Dumoariex se Luckner.—Dillon.—La Fa dece 4 Dillon.—Couthon le hace dar el mando de los eércit Domoaries desobe- —Westermenn.—La cam- patie de Bélgica.—El aynda de chmara Baptiste.—Consejo de guerra.—Parecer de Di- Hon.—Disimalo de Damouriez.—Su opinion.—Las Termépilas francesas.—Disposicio- neg de Dumouries. Lotro lado del Rhin los preparativos se hacian con energia y simulténeamen- fe. El emperador y el rey de Prusia se > reunieron en Francfort, concurriendo tambien el duque de Brunswick. La emperatriz de Rusia seadhirié 4 la agre- sion de 1as potencias contra la nacion francesa, dirigiendo sus tropas contra la Polonia para sofocar los gérmenes de los mismos principios que iban 4 combatirse en Paris. La Alemania entera cedié, 4 pesar suyo, al impulso de los tres gabinetes y movid sus ejércitos hécia el Rhin. El emperador inauguré la guerra de los tronos contra los pueblos con su coronacion en Francfort; el cuartel general del du- que de Brunswick se organizé en Coblenza, capital de la emigra- BL BEINADO DEL TERROR. 2B Gon, donde el generalfsimo de la confederacion tuvo su primera entrevista con el conde de Provenza y el d’ Artois, prometiéndo~ les que dentro de poco tiempo les devolveria su patria y su rango. - Todo tomaba on aspecto mititar. Los dos principes de Prusia, ‘seantonados en un pueblo inmediato 4 Coblenza, solo tenian un apoeento y dormian en el suelo. El rey de Prasia era recibido on Jas orillas del Rhin cop salvas de su artilleria, y en todas las pobla- cienes que atravesaba, los emigrados, los ciudadanos y las tropas le proclamaban de antemano el salvador de Alemania. Su nombre, escrito con letras de fuego en todas Jas iluminaciones, se veia co- * ronado con esta lisonjera inscripcion: Vivat Villelmus, - francos deleat, jura regis restituat! Viva Guillermo que esterminard G los franceses y restaurard los derechos desu rey! Coblenza, ciudad situada en 1a confluencia del Mosela y del Rbin en los Estados del elector de Trevéris, se habia convertido en capital de la emigracion francesa. Mas de veinte y dos mil nobles se agropaban alli ex torno de siete principes de la casa de Borbon . que estaban emigrados; tales eran el conde de Provenza y el d’ Ar- tois, hermanos del rey; el duque de Berri y el de Angulema, hijos del eande d’ Artois, el principe de Condé, primo del rey, su hijo el duque de Borbon, y el duque de Enghien, su nieto. Toda la no- bleza jéven y militar del reino, escepto los partidarios de ta cons— titucion, habia abandonado sus guarniciones 6 sus palacios para ir & alistarse en aquella cruzada de los reyes contra. la Revolucion franeesa. El emperador debia tener la direccion suprema de la guerra en Bélgica, mandando su ejército el duque de Sujonia-Teschen. Quin- ce mil de sus soldados habian de cubrir la derecha de los prusis— nos y reunfrseles hécia Longwy. Veinte mil hombres del empera— dor, mandados por el principe de Hohenlohe, se situarian entre el Rhin y el Mosela, cubririan la izquierda de los prusianos y ope- rarian sobre Landau, Sarrelouis y Thionville. Un tercer cuerpo, 4 las érdenes del principe Esterhazy, y reforzado con cinco mil emigrados conducidos por el principe de Condé, amenazaria las fronteras desde Suiza hasta Philipsburgo. El rey de Cerdefia ten- dria su ejército de observacion en las mérgenes del Var y del Isbre. a EL -REINADO DEL TERROR. Tomadas estas dispesiciones, se-resolvid responder al terror con et teréor, y publicar en nombre del generalisimo, duque de Brauswick, un manifiesto que no dejese 4 la Revolucion francesa mas alterna tiva que la sumision 6 la muerte, Aquel i imperioso desafio de los reyes 4 la-libertad amenazaba con la muerte 4 todos les ‘guardiss nacionales que fuesen cogidos con las armas en la mano defea~ dieado su independencia y su patria, y decia que si los frenceses co- metian el menor ultraje contra la familia real, harian dessperecer 4 Paria de la superficie de la tierra. Las hostilidades empezaron en Bélgica con algunos reveses: para los francases, que se imputaron 4 las traiciones de la corte, pero que an realidad fueron debidos 4 tres cansas: la indecision de los generales, que no supieron comunicar 4 sus tropas el entu- siasmo que arrebata 4 las masas 6 intimida d los que les resisten; la.desorganizacion de los ejércitos, 4 los cuales la emigracion. ha-, bia privado de aus antiguos oficiales , y que aun no tenian con— fjanza en los nuevos , y finalmente la indisciplina, elemento re~ volucionario que los clubes y los jacobinos fomentaban en el ejér— cito. La Fayette, en vez de marcher al momento sobre. Namur, cone forme al plan de Dumouriez, perdié un tiempo precioso en reunir y organizar sus tropas en Givet y en el campamento.de Ravsenne; y en vez de dar 4 los demas generales que estaban con él el ejom— plo y la seffal de la invasion y la victoria ocupando 4 Namur, es~ ploré el pafs con diez mil hombres, dejando el resto de sus fuerzas acantonado en Francia, y se repleg6 en cuanto tuvo noticia de log descalabros sufridos por los destacamentos de Biron y de Teobaldo Dillon, descalabros vergonzosos para los franceses, pero parciales y pasajeros, y que ge debieron al asombrode un ejército no acostumbrado 4 la guerra, que temblaba de entrar en lucha con toda la Europa, pera que, soldado bisoiio, tardé poco en aguer+ rirse. Paris ge consterné al recibir estas noticias, turbése la Asam— blea, temblaron los Girondinos, y los Jacobinos se deshicieron ea imprecaciones contra los traidores. Las cortes estranjeras y los emigrados no dudaron ya de que triunfarian ficilmente de una re- BL AEINADO DEL TEAROR. % volucion que se agustaba de su propia sombre, y Le Fayette, sin haber disparado ua tiro, se replegé prudentemente sobre Givet. Rochambeau envi su dimision de comandante del ejércite del Norte, y el mariseal Luckner fué nombrade para reemplazarie, en tanto que deseontento La Fayette consertabs el mando del ejército del centro. . Borthier, que despues fué el brazo derecho de Nepoleon, era en aquel entonces jefe del estado mayor de Luckner. El ancisno ge- neral comprendié con su instinto guerrero el plan osado de Dumou- riez, y eatrd al frente de veinte y dos mil hombres en el territoria austriaco por Curtray y Menin, donde sus segundus Biron y Va— lence le rogaban que permaneciese, pidiéndole lo miemo por me— dio de cartas Dumouriez. Este presenté ai rey su dimision de mi- niatro de Negocios estranjeros, despidides de él y fd 4 reunirse eon el ejército, sabiendo al llegar 4 Lila que Lackner habia retro- codide subitamente sobre Valencienas, despues de baber incen— diado los arrabales de Curtray, dando asi en todas les fronteras francesas la sefial de la indecision y dela retirada. Las poblaciones belgas, cuyo ardor se.veia comprimido por estos desastres 6 por la timidez de Francia, perdian la esperanza y se sometian al yugo del Austria, El general Montesquiou reunia con trabajo el ejército del Mediodia; el rey de Cerdefia agrupaba fuerzas considerables ea el Var; la vanguardia de La Fayette, si- twada en Gliswel, 4 una legua de Maubeuge, era derrotada por el duque de Sajonia-Teschen al frente de doce mil hombres; el duque de Brunswick se disponia 4 invadir la Champaiia; la eni~ gracion privaba al ejército francés de sus oficiales; le desercion diezmaba los soldados, y los clubes sembraben la desconfianza contra los comandantes de las plazas fuertes. En esto tuvo lugar en Paris la jornada del 10 de agosto. El ejército, mandado por generales constitucioneles y oficiales adic~ tos todavia al rey, supo con estupor que la constitucion habia sido derfocada, triunfendo los Jacobinos. Durante algunos insten- tes mostré una indecision de que hubiera podido aprovecharse para dirigirle contra Paris un jefe hébil y acraditedo; pero la victoria aun no habia dado derecho 4 ningua general para opo- 26 EL AEINADO DEL TERROR. nerse 4 un thovimiento popular. Lackner, general en jefe, inter rogado en Metz por la municipalidad y el club acerca del partido que haria tomar al ejército, balbuceé una aprobacion ambigua del golpe de Estado de Paris; mas habiendo recibido al dia siguiente wn aviso contrario de La Fayette, que era eu segundo, cambié de lenguaje y arengé 4 sus tropas para prevenirlas contra los instiga— dores del desérden que iban 4 llegar de la capital. La llegada de los eomisionados de la Asamblea’enviados al ejército para instruirle a lo que pasaha y atraérselo, le hizo cambiar de lenguaje aun otra - "Eo Valencienas el general Dillon proclamé en la érden del dia que la constitucion habia sido violada y que debia castigarse 4 los perjuros; pero algunos dias despues se retracté en una carte que dirigié 4 la Asamblea. Montesquiou se pronuncié tambien en él Mediodiaen favor de la constitucion. En Estrasburgo el corregidor Dietrik, el general Victor de Boglie y Paffarellidel Falga se indigna- ron del atentado cometido contra la inviolabilidad del rey. Ell gene- ral Biron, amigo-del duque de Orleans, sostenido por los jacobinos de Estrasburgo, sofocd aquel gérmen de insurreccion y puso 4 su ejército de parte dei partido vencedor. La Fayette fué el unico que tomé una resolucion y und actitud politica. Tenia su cuartel general en Sedan, capital de las Ardenas, y supo los aconteci- mientos del 10 de agosto por un oficial de su ejército que, hallén- dose en Paris durante el combate, salié de las barreras y corrid 4 informar 4 sti general de la mortandad y de los decretos de squel dia. Creyése La Fayette con fuerzas suficientes para contener aquel movimiento haciendo una confederacion de su ejército y los de- partamentos; pero confié demasiado en el poder solo de Ia ley, y en vez de entusiasmar 4 sus tropas con Ia agitacion, las dejé re- flexionar sosegadamente, y el entusiasmo que por él sentian y su adbesion al cédigo fundamental se entibiaron con aquella indeci— sion. Destityido por la Asamblea el 19, conocié que su fortuna le abandonaba, que habia perdido la popularidad y que la Revolu- . ¢ion iba 4 volverse contra él, por lo cual resolvié espatriarse, con- dendndose 6! mismo al ostracismo eon que le amenazaba su patria. Se proponia La Fayette pasar 4 Holanda y de afli é América, RL ARINADO DRL TEAROR. 27 pero deapues de andar una noche cayé en poder de wn desteca— mento enemigo. Reconocido y conducido 4 Namur, su nombre faé un crimen 4 los ojos del emperador, y separado de los amigos que Te acompaiiaban, fué trasladado de fortaleza en fortaleza hasta el ealabozo de Olmuyta, donde sufrié con la paciencia del comvenci~ miento un largo y odioso cautiverio. Micatras que los demds generates intenteboa una initil resis- tencia, Dumouriez, encerrado en su campamento de Maulde, cerca de Valencienas, dosobedecié atrevidamente 4 Dillem, 20 negé 4 mandar 4 sus tropas que prestaran el antiguo juramento 4 la monarquia y se declaré 4 las érdenes de los acontecimientos, eatableciéndose al instante una correspondencia secreta entre ély sus antiguos compaiieros Servan, Roland y Clevidre. Los Giron- dinos se felicitaron de tener 4 6u disposicion una cabeza y un brazo, Y los Jecobinos estrecharon por otra parte con Dumouries unas relaciones producidas por la casuslidad, y de las chalea el gene- ral supo aprovecharse hibilmente para sacar partido para su for- tuna. Los tres enviados al ejército de Dillon, Delmas, Dubsis—Dubais . -y Bellegarde, que llegaron 4 Valencienas el 14 de agosto, tenian deden de destituir 4 Dillon y 4 Lanoue. Estos dos generales que hhabian aadado muy remisos en reoonocer el 10 de agosto, ae hallaban arrepentidos de ello é imploraron el perdon do los tres comisionades, que iban 4 concedérselo ya, ouando Couthon, emi~ go de Robespierre y diputado por la Auvernia, que estaba toman— do los baiios en Saint-Amand, 4 las puertas de Valencienas, fué i verles; encarecié el talento y energiade Dumouriez, com quien trabara amistad, y consiguié que la Asamblea le diese el mando de los ejércitos de Lanoue y La Fayette. Westermann, amigo. y omissrio deDanton y que tanta figuré en la jormada del 40 de agoste, llegé 4 Valencienas despues de babor visitado el campamento de Sedan, y-pinté con vivos colores & Dumouriez la desorganizacion del ejército de La Fayette, la deser- cion de los oficiales, el descantento de los soldadoa, la mala disposi- cion enque se ballaban los habitantes de las Ardanas, y la proxima violacion del territorio si el enemigo, duefjo ya de Longwy, ade- Bs HL RRINADO DEL TERROR. lantaba hécia le Champaiia. Animado con el fuego del repubice- -Bismo, que traia de Paris, convencié y’entusiasmé 4 Dumouriez, quien, acostumbrado 4 tratar con las facciones ¥ 4 comprender & medias palabras las insinuaciones de sus jefes, conocié que Danton queria tener en Westermann um agente en el ejército, 6 hizo de este jéven oficial el nudo de sus relaciones con aquel. Durante la noche del 28 at 26 de agosto tomé Dumouriez sus disposiciones para la camparia de Bélgica, & la cual no renunciaba tedavfa. Liamé al general La Bourdonoaye que mandaba ta plaza de Lila, y le did ol mando det ejército de Valencienas durante su ausencia, partiendo él en segaida para Sedan con Westermann, un solo edecan y Baptiste, su ayuda de cdmara, que por su valor y ‘sa adhesion 4 9d amo fué despues uto de los instrumentos de la gloria de este y del triunfo del ejército. * El 28 Ilegs al campamento de La Fayette. Reunié 4 los jefes del ejército, y con el mapa d la vista y medidas las fuerzas res- pectivas y las distancias sobre la mesa del consejo, abrié la se~ sion, espuso la situacion en que se hallaban y pidié 4 cada uno su parecer. Dillon faé el primero que usd deta palabra, diciendo que era menester merchar sobre Chalons aquella misma noche, dejan- do af general Charot y algencs batallones en el campo fortificado de Sedan. Todo el consejose adhirié 4 este dictimen ; Dumouriez parecié aprobarlo con su silencio y ordené 4 Dillon que tomase el mando de la vanguardia y se dirigiese é la orilla izquierda del Mar- ‘ne; pero 4 penas hubo disuelto el consejo de guerra, quedando 4 solas con el ayudante general Thoavenot, se espontaned con él, tirdndole como un confidente capaz de comprender y ocattar up gran pensamiento. —Larretirada sobre Chalons, le dijo, es am pensamiento pru- dente, pero la prudencia de los grandes peligros es ta temeridad. Es menester engaflar 4 la fortuna, mostrdndose mas conflado que adversa ella. Rettrarse detris del Marne ante un enemigo nu— taeroso y emprendedor, es dar’d Francia la sefial de la debilidad y et desaliento, es empezar la guerra con una retirada parecida siem- pred una derrota, es, finalmente, abrir 4 fos aliados las fértiles lla- nuras de Epernay y de Reims y el camino de Paris, en el oval nin- EL' WINKDO ‘BEL PEAROR:” 26 Gueabed cela pride! detsierle despnes de haber pasado el Marne! - Eaxneguida, mpatrando:en ot mapa vena larga lines de bosques ‘sp aclienstel donde Sedan.d:Sainte-Meneloutd, entre Verdun y ean / 2 Les escesos.que los revolucionarios de Nina eomietian contya sd enemigos personales:ab abtige-de- las bayonetes y de las baideras francesas, sublevaron4 los montedieses, que emboovatios detrés de las rocas y los tronvos de los érboles, tiraban y se escapaban esea~ lando las escarpadas, ee con da ugilidad propia de cara- dores.: oo ~-Leguerra no era mas que:uni-prutongado asesinatn; “eh ore ral Anselme: vaia diesivar. sus trepas. Oneille, pequefia ciudad mia ritima y montaiiosz & ta.vex, capital de un: redueido principade dependiente tle Cerdefiu, era el: oco de todas las trantas-contra'ta domidacion:franessa;,Su puerto servia de befugis yda-lagar dole. mamente 4 una-aultitdd de piratas y de eorsarivs :sardos, geno~ veses y napolitanos,'cuyas ligerss embarcationts yfaldas drtrat dos hcian.desembareos..noctuenes en las costas:6' ejerdian eri'el mar.) mismo vandalismo que-lds- bandas de.mentaiieses én dl valle de-Niza.::Mathos contentos de frailes, verdalletos: dominadores de la ciudad, santificaban: con’ sus ea aeteeaons oqrietlns eapediciones imiitiles y sangviontas. - Anselase. y Truguet resolvieron de eonsune shogarén au origent el fandtismae,’y al. éfecto émbarearon tropas en. Vitlaftance ‘env los buigued de-la eqiuadra, ‘presentandose el.25 de octubre’ delatite de Oneille, BI alinicante “Leuguet-cavit 63u eapitan dé pabellon’ Dw Chaila paraintimar é la-ciudad & que se-riodiera y -exhortir' # lus habitdntes:d qu esitasen con su-.sumisipn tos'frorrores ‘de ut bombardeo. El bote que conducia al capitan-s6 oproxinuiba: cont 9 Oy EL ABINADQ. DEL, TRRROL. @l.pabellon parlamentario en vista de las. seiiales é invitaeiones pas. Gificas de'las poblaciqnes que cubrian a arills ; pero apenas tocaba al lugar del desembarque, cuandg une descarga’-de cien tires:to acribillé, até 4 wn oficial y quatro marinerosé hirié 4 muchos hombres. entre los que se contaba al'mismo Du Chaila. Et bete: cargado de caddveres y heridos viré de bordo, perseguido y ame~. trallado, por upa dluvia de balas, y fué 4 poner de manifiesto 4 la escundra aquel testimonio de la perfidia de los babitantes. . Todignadas las tripulaciones, clamaron veaganza. Anelé Tru~ guet y caiianes la ciudas) hesta la caida de la tarde. .Et fuerte dé Oneille fué destruido por les. bombas'y cesé de hacer fuego. Mik doscientos, soldados embarcados durante la noche y 4 Iss érdenes del general Lahoulidre en las chalupas de la escuadra, aguardaron los primeros rayos del dia para desembarcar bajo el fuego de dos fragatas. Los habitantes se escaparon 4 las montaitas, ltevindose lo mas precioso qué.tenian y abandonando sus casas. al pillaje y ‘at incendio. Solo los frailes permanecieron en sus conventos; - pero los franceses forzaron las puertas de aquellos asilos y les asesiia— ron sin distinguir culpables é inocentes, dejando ‘inicamente en Oneille, al volverse é embarcar, un monton de eenizas ylos eadd veres de los religiosos sobre las rainas de sus eenyentos. =.» Léjos de apaciguar esto la insurreceion an Jas moatafias del eon- dado de Niza, hizo levantar en masa‘4 los: Barbets, que reunidos 4 los piamanteses.y 4 un cuerpo austriaco prestado por el empera— dor al rey de Cerdefia, atacaron 4 les franceses en Saspello, que . erq_el'punto mas elavado que acupaban. Seis mil hombres y diez ¥ ocho piesas de artilleria desalojaron de alli al general Brunet; pero Anselme, que paliéde Niza-con toda-la guarnicion, eompuesta de doce compaiiias de granaderos, mil quimsentos hombres escogides y.cuatro piezas de.artilleria, recopquisté 4 la bayoneta-aquella im— portante posasion y volvid 4 entrar en'Niza. Denunciado 4 la Cori vencion por la dulzura de su administracion, culpable & los ojos de los:Jagobinos por haber refresade los agesinatos y las venganzas de Ina-nicanses, fué preso en medio de su ejéecito victorieso y con- ducido 4, Paria para eapiar en los: Cotes) las rimaresglariae ¢ de lag armas, feancesas.. EL REINADO DEL TEHROR. 1 Una escuadra franessa, maniada por el almirainte Latouehe, iba al mismo tiempo é’intimar af'rey “de Napotes que 8 ‘eclaraah : en pro 6 en contra de' fa veptiblida y desaprobase los thanejos de “sa ‘embajador ‘en Constantitiopla contra él reconocimientd del pa— bellon tricotor por el sultan. La escuadra'compuesta de seis buques de guerra, habia entrado el 27 de diciembre en el golfo, desaflandd tos quinientos cafiones dé los mueltes y faertes de Ndpoles. Latou- che anclé detante de las ventanas dél palacio del rey, 4ié la sefial del combate & sus navios y envid 4 uh granadero de marina 4 lle- verun mensaje al rey en persona. Aquel erinbajador no tenia otro titulo que el de soldado francés ni otras credeaciales que las mechas encendidas de la flota. El al- mhirante exigia en su-carta que se recihiese al enviado de la rept -blica, sé-garantiese 4, Francia la neuttafidad de Népoles, se desti- tayese al insolente embajador ‘que habia negado en Constantinopta la tegitiniidad det gobierno del pueblo francés, y que la corte dé Népoles enviase un embajador 4 Paris. La’ negativa de una sola dé _ estas condiciones seria la seiial de hacer fuego la escuadra. - Intimidado el rey, recibié al granadero francés con, los honores que bubiera concedido al enviado de la repabtica, accedié 4 cuanto solo exigia‘y ofréfi6 adeinés su meiiacion entre Ta republic! t sus ehemigos. ‘La'corte de Népoles, domihada por tina "teina orgullosa y ene— mign de los franceses, suftié ésia humillacion sin murniurar, fin- gis cuplir las'condiciones patificas iropuestas por la’ actitud de Latobetie, y volvié 4 tomar con inas ddio en el corazon su 1 lugar en la conjaration de las cortes. “1 Miéntras que los batallones Yranceses sometian ta Saboya y et condado de Niza, las escuadras dominaban las costas del ‘Medi terrineo, y Dumouriez barria lentamente la Champafia, los ans- trlueds, dhtaletitonados:en'los Paises-Bajos con la ausencia de i tase dé eércitd, que Dumoariez habia Namado al Argona, ban de invailir el norte de Francia. |” : “BA dagtie Mberto'dé Sijonia—Teschen reubid ¥ainte y ‘cinco’mil hombres, sacé cincuenta piezas de batir de los arsenales de los @ ML :RRINADO. DBL. TERROR. PaigesBajag y s0,presqnté delante de las mucatias ida: Lila, que Beugnonville habia dejado gn Agscubierto al, llevar 4. Dumpuriex, Aiez y seis,mil hombres.del ejército del Norte,'y que solo tenia una, guarniciqn de diez, mil, fyepz. insuficjaate. para defander fortifin saciones muy vasias y ned dla veg & oe poblacion do goten- dampalmas, ‘et _ El dugue Alberto ari trincheraa ‘las de, seliembre nto. ‘lot amyurps de |p ciudad, y el 29 el- baron dg Aspre fué a intimar.ta Tendicion 4 Ja' plaza. Negése della el general Ruault, y el fuego comenz6 al instante. Por espacio de siete djas y sjate nochas las Dalgs de afion y las bombas arruinaron ‘la ciudad, ‘moataroné seis mil ibahitagtes éjncendijaron ochacientas casas. Todas las. ciudades del, Norte, con lag cuales no estaba jpcamunigada. todavia por un epmpletg cerco, enviaban 4 J,ila municiones y batallones farmados, de lo mas escogido de su juventud, yendo 4 encerrarse gn sug.ava: ros seis miembrog,de Ja Convencion, :para animar d fos .sitiados y ensetiar 4, las fronteras que Ja. nacion combatia 4.su lado en la persona de sus representantes. : Ep vano treinta mil balas rojas yseis mil bombas.de a cien,li- bras, cargadas de metralla, continuaron lloyiendy durante cieato gincuenta horas contra aquella humeante hoguera,.sin cpear, apa, ada y vdelta 4 encender; en vano para reanimar 4 los sitiadores, la archiduquesa de Austria Maria Cristina, esposa, del dygue Alberto, fyé en persona 4 encender el fuego de una nueva hateria: losde Lila se mantuvieron firmes gon herdica canstapcia, y elduqug Alberto, falto 4 Iv vez de,teopas y de, municiones, y sabiendo Int ventajas obtenidas por Dumouriez en la Champaiia, temi¢-et refluy jo de los solgados, franceses hacia el oo y Jevants: a ee ser ‘porseguid. _ Lila babia perdido aan arrabal entero, y muchos | bartios dele oa dad po eran mas.que mantones-de ruinag, que. servian ‘de ‘Sepuln cro 3 montones, de. cadaveres. Aua humeaban sus restos, y Jag cicatrices de sus monumentos atestigusban Ja gloria de, uga.plazg le, guerra ae x gacrificada 4 ta vex por, sus prapion ae (antes. a y EL REINADO DEL TERROR. 13 . Eo aquel sitio se vieron rasgos dignos de 1a antigiedad. Un artillero voluntario servia una pieza en las murallas de la ciudad, y fueron 4 advertirle que habia reventado' una bomba sobre su * casa. Se vuelve, ve la llama que se levanta del techo de su mora— da y esclama: —Este es mi puesto, y me han colocado en él para defender mi patria, no mi casa. Fuego por fuego! Y cargando el cafion, dispara contra los enemigos. me unk CAPITULO VIII. iano, —Alianze de la victoria y -Heroismo de los dos ejércitos.—Dumou- auestro padrel—Labréteche y Vearno! patriotismo.—Retirads de los anstria Tiez entre en Mons.—Las dos coronas. pens se babia levantado el sitio de Lila, » cuando Beurnonville , destacado del ejér- y ¢ito de Kellermann con diez y seis mil , hombres, se adelanté hicia las fronte- ras del Norte para concurrir al plan de , invasion de Bélgica, por tanto tiempo premeditado por Dumouriez y tan glo- / riosamente interrumpido por la campa— iia contra el rey de Prusia. Hemos visto ya que Dumouriez, deseoso de realizar este.plan, habia corrido 4 Paris luego de verificarse el movimiento de retirada del duque de Brunswick. Despues de pasar alli cuatro dias en con- ferencias secretas con Danton y en conferencias militares con Ser- van, entonces ministro de la Guerra, se dirigié el 20 de octubre 4 su cuartel general de Valencienas. A WEINADO DEL TERROR: 18 ‘Antes de! presentarse en-él, se-recdgié dos dias en una casa de ¢ainpo que pesela en las.cercaniasde Perona, para.meditar su plan de cawppaiid y ol que-converiia d-ses mires ambiciosas, y entre tan- to dejaba Servah .el ministerio-y le reemplasaba Pache, uno de aquellos hombres cuya ambicien.se oculta bajo una aparente mo destia que:teanquiliza acerca de sus pretensiones, y que ocepado tnicamente de aumentar su popularidad, convirtié sus oficinas en otros tantos clubes donde se usaba el;-traje, las costumbres'y el Yengusje da la demagogia mas desenfrenada. El gorro frigio y la carmeiiola reamplazaron el aniforme. Las hijas de Pache, mos tréndose en-las fiestas ciyicas, ostentaban: en todas partes con afeatacién un exagerado patriotismo. - Semejante ministerio, no podia servic 4 las miras de Dumouries, que comprendié vagainente.que de.alli en adelante se veria redu~ cido par la enemistad de los Girondinos 4 la alternativa de doble- Garaeles 6 bacerles temblar ante 61. Liegado 4 Valencienas redacté au plan de invasien on Bélgica y envid 4 eada- uno de los generales que tenia;é sus drdenes. la parte que debia ejecutar. Valence, su braso derecho y su discipald ‘predilecto, mandaba el ejércita de las Ardenas, que venia tambien de Valmy para oponerse 4 Clairfayt, y recibié érden de dirigirse 4 Namur para impedir que aquel se reu- niera-en. Mons con el vjército de. Bélgicy’; peco ya era tarde, pues las-primerss columnas habian entrado en Ja ciudad. El segundo cuerpo; compuesto de:doce mil hombres y'mandado por el general Harville, amenazaba 4 Charleroi. El tercero, 4 las dedenes del ge neral J.a Bourdonnaye, comandante del ejército del Norte propia _temte dicho y: compuesto de diez y ovbo mil hombres, debie avan- asr hacia ‘Tournay. Finalmente, Dumouriez en persona, frente de dos.cueepos que formaban el centro del ejército y constaban: de. teipta y-cineo:mil hombres, debia dirigirse 4 Mons, dar un golpe decisivo al ejército alli reunido de Clairfayt y del duque de Sajo- hia-Teschen, dividirlo en dos.y marchar por aquella: brecha sobre Bruselas, ineurreceionando 4 derecha é izquierda las provineias belgas.y sirviende de vanguardia é los tres cuerpos 2 Valence, Harville y.La Bourdomnaye. ‘Toda este’ plan de: campaiia descansaba ‘wbre una primera ba. 16 BR REINADO DEL / TERROR: talla bajo las murallas de Mons entre el ejéeeito de Damouriez, apoyado por el de Valence y sostenido por el de Harville, y el det duque Alberto y de Clairfayt, compuesto.de treinta mil bombses, que habia tenido tiempo para escoger el terreno, disedat el campd de batalla, apodesarée de las alturas, cerrar los desfiladeros, cortps las peadientes y levantar reductos en los pantas . “por see podian ser atacados. : ir Despues de haber desalojadod los austriaces.el By Ade neviombre de alganos pusatos.avanzados que ocupaban fuestementé en-su cm ming y en lailanuea, Damouriez se desplagé el 5 en uns inmensa linea convexa,..que se estendia desde et pueblo de‘Quéragnen hag ta la aldea de Ciply, al pié de las altueas de Berthamont-y.del shoux te-Palisel, qué cubren un arrabal de Mons, colocindose eq el cen- tno de la Jines de batalla y 4 igual distancia de-sus-dos‘algs.: De Harville que mandaba ef estréine dela derecha, of pid deb monte Palisel y easi bajo los murds de Mous, tegia.érden de por~ manecer es vbservacion y aprowecharse de la retirads y comtugion que causaria en el ejército austriaco.el asalte de las tropas. fray ee8as, para-dpoderarsa det camino de Mens: y-cesramle las puertas de esta ciudad, en la cual sin dudé peneshan ipeiag ek. ae Alberto'y. Claisfayt:-. - Beurnonville, 4 quien Dumourier conf. u uns venguarcha = Gormaba casi un caerpo de ejército, estaba’ encargado de ‘empeiia# ‘su-aegion.con lo mejor de aus: tropas, atacsndb y:apoderdndosp del jugar -y la meseta de. Cuesmes, 4 laizquierda de ad aastriacos, ddl 4endidos por cinco reductos escalonados. . « ea v Ekanciano general Ferrand, que.se rejuvengcia eal eptampis do del cufion, mandaba el ala izquierda,-que quedaba algo atris da da linea é causa del lugar de Quaregnon, que ocupsbaaun ne fuers 4ecolumna austeiaca con actilleria, delante de las.alturas.de Sem mapes... 1 Bl duquede Chartres (doapues ea los fratceses) mundabe el contro 4 las drdentesdel generaten jefe y solo debia moversé para dar ol asalto decisivo-al centro inespugnable de |» -posicien: de log enemigos. Fernand y Beurnonville debian:apodevatbe.antes de aria de las. estremidades. ‘caas.aceesijdes dé Jemmapes 6 le: Cudsuiles, EL REINADO DEL TERROR. 11 pues estos eran los tinicos puntos por donde el ejército francés po- dia subir 4 la loma y atacar por el flanco 6 envolver al ejército aus- triaco. Era de noche cuando se comunicaron estas drdenes con sus por- menores 4 los lugartenientes de Dumouriez. El ejército durmié formado en batalla sobre las armas y con la mochila al bombro, los artilleros al pié de los cafiones, y los ginetes con las bridas en Je mano, de modo que 4 los primeros atbores del dia se vid ya 4 las, tropas francesas sobre las armas. El aspecto severo y marcial del ejército enemtigo atrincherado en Jas atures, las gorras de pelo de los granaderos buingaras, las ca- pas blancas dela caballeria austriaca, las casacas de azul celeste de tos nisares, las levitas grises de los cazadores tiroleses y la in— movilidad de los cuerpos situados, mas bien como espectadores que como actores de un combate, én las orillas de laslomas de Jem= mapes como en las esplanadas de una ciudadela, contrastaban con el aspecto revolacionario y la movilidad tumultaosa del ejército de Dumouriez, cual si la Providencia de las naciones bubiese querido poner frente 4 frente y hacer luchar las dos mayores fuerzas mili- tares: Ia°disciplina y el entusiasmo. Dumouriez, que solo habia dormido,algunas horas en su tienda, sobre un haz de paja, empezé 4 recorrer el frente de sus lineas, rodeado de algunos oficiales de su estado mayor particular. Apenas terminada su revista, se empeiiaba el combate en los dos estremos de su larga linea de batalla. A la izquierda el general Ferrand se lanz6 cantando la Marsellesa sobre el pueblo fortificado de Quaregnon. Dumouriez, atento 4 los cafionazos, que hacia mas de ona hora sonaban sin variar de direccion, comprendié que Ferrand encontrabe algun obstéculo insuperable y se dirigié hacia alli al galope para alentar el ataque con su presencia, hasta que aquel general y Thouvenot se apoderaren de Quaregnon y del espacio que sepera este pueblo de Jemmapes. Llegados alll, siguiendo las instrucciones de Dumouriez, dividen © sas (uerzas en dos colunmas: una, mandada por Roziéres, despliega ocho cafiones en batalla sobre el enemigo, en tanto que el general en jefe se acerca con ocho batallones al pueblo de Jemmapes por 40 18 EL REIMADO DRL TEBROR. la izquierda ; la otra, 4 cuyo frentemarchan Ferrand y Thouvenot, forma el ataque principal en columnas por batallones y ataca 4 Jemmapes de frente y 4 la bayoneta para no dar tiempo 4 los reductos de caiionearles mientras cargan las armas. , Con desprecio de la muerte Thouvenot y Ferrand condujeron 4 Sus tropas paso 4 paso por las lomas de Jemmapes. Derribado de su caballo, que cayé muerto, y levantado por Thouvenot, Ferrand se puso, 4 pié y con el sembrero en la mano, al frente de los granaderos, y cogiendo un fusil, cargé 4 la bayoneta por l9s calles de la poblacion en medio del fuego de metralla: de los austriacos, mientras Roziéres la amenazaba por la izquierda con sus cuatro batallones. a Tranquilo ya Dumouriez respecto 4 su izquierda, dirigis toda su atencion sobre la derecha. Eran ya. las once de la mafiana, y se iba pasando el dia, por lo que mudé de caballo en su cuartel ge- neral, dié rdpidamente algunas érdenes al duque de Chartres, par- tid otra vez 4 todo escape para ver por si mismo lo que retardaba el ataque de Beurnonville al pié de la loma de Cuesmes, y al llegar encontré 4 las tropas de este general inméviles como murallas, 4 pesar de la lluvia de balas que sobre ellas caia, pero sin atreverse 4 salvar las gradas de fuego que les separaban de la Ipma. Pero impaciente por una tardanza que, amortiguando el entusiasmo de las tropas, les daba tiempo para contar los muertos y les inducia 4 retroceder, el general Dampierre, ausiliar de Beurnonville, no es- pera 4 que Dumouriez,le arrebate la gloria 6 la muerte, agita cou la mano izquierda el penacho tricolor de su sombrero de general y lama con la espada al batallon 4 que precede de cien pasos. El re~ gimiento de Flandes y el batallon de Paris se arrojan tras 61 4 paso de ataque, se le reunen gritando: Viva la repiblica! desordenan. 4 bayonetazos 4 los batallones hingaros y entran detrés de ellos en los dos reductos, cuyos cafiones vuelven contra el enemigo. Dumouriez y Beurnonville, guiando de frente y 4 la derecha 4 las otras dos columnas 4 paso de ataque, las conducen 4 la loma barrida ya por Dampierre. Los gritos de victoria y la bandera tri- color clavada en el segundo reducto, parecen anunciar 4 Dumou-, riez que Cuesmes es suyo y que es tiempo de atacar un centro cu- BL REINADO DEL TERROR. 19 yes dos alas.estén en retirada y cuyos flancos pueden hallarse en descubierto. Corre al galope para dar érden 4 sus treinta y cinco mil comba- tientes de que acometan por fin las alturas fortificadas que unen el pueblo de Cuesmes con el de Jemmapes, da la seiial, muévese toda ~ Is Hea, férmase por batallones en tres compactas y largas colum- nas, entonan estas simaltdneamente el canto de la Marsellesa y atraviesan 4 paso de ataque la estrecha Hanura-que les separa de las alturas. Dos-de las columnas ethpiezan & subir los ribazos. La tercera, que se adelanta por la gargante del bosque de Fiénu, acometida de repente por ocho escuadrones austrfacos, se detiene, retrocede y 86 guarece detrés de las casas de la poblacion. Su indecision se communica 4 las columnas de dereeha é izquierda, las filas se van aclarando y las cabezas de las columnas se repliegan sobre la reta- goardia. 7 ° Dumouriez que, espada en mano guia 4 los primeros batallones de la derecha, envia para que se informe de la causa de semejante desérden, al joven Bautista Renard, que atravesando al galope el espacio que separaba la division de aquel del bosque de Fiéau, reune al paso la cabalteria francesa y la hace marchar en ausilio de la columna dividida. El centro estaba perdido sin remedio, cuando el duque de Char- tres, que combatia delante, vuelve la cabeza y ve 4 la izquierda la derrota de sus batallories. Revuelve su caballo, herido ya .en 1a gtupa, y seguido de’ su hermano el duque de Montpensier y de algunos otros, se arroja sable en mano en medio de los biisares enemigos y atraviesa la llanura abriéndose paso 4 pistoletazos. Su ‘voz, el entusiasmo de la victoria que brilla'en los semblantes de los pocos que le acompajian, y los ruegos de los oficiales que se ‘arrojan con las espadas desenvainadas sobre la ultima de sus com— paiitas, desafiando 4 los soldados 4 que pasen por encitha de sus cuerpos, suspenden la derrota y reanen al rededor del estado ma— yor dét jéven principe algunos voluntarios de todos los batallones. Férmales apresuradamente, atiéntales y les areastra en pos-de sf. 86 BL RBINADO PBL -FEAROR. —0s llamareis ol batalton de Jemmapes, les dioa, y.maiiana el de la Victoria, porque la teneis entre vuestras filas! Manda colocar en medio de este cuerpo las banderas.de los cinco batallones destrozados, cuyas restos reune aquella columna, la pa- ne en marcha los gritos de Viva la repiblica! y manda sostenerla, al atravesar de nuevo la llanura, por una carga desesperada de toda la caballeria del centro contra los escuadrones austriacos. E| batar Mon de Jemmapes, reforzado durante su marcha por log destaca~ mentos de las brigadas dispersas, ataca las trincheras con la im- potuosidad de la venganza y las escala: pasando por encima de los heridos y los moribundos. Los hungaros, cruzando sus beyenetes con. las de los voluntarios, no les dejan avanzar un paso mas, y el duque de Chartres y los suyos van 4 ser rechazados nuevamente bécia la llanura, cuando el general Ferrand, saliendo al fia del pueblo de Jemmapes, de que se habia apoderado, ‘avanga 4 Ja ca— beza de seis mil hombres y ocho piezas de artilleria y coloca 4 log austriacos entre dos fuegos. A las primeras descargas, los generales austriacos hacen reple: gar lentamente sus tropas, abandongndo al daque de Chartes y & Ferrand las alturas y reductos: de Jemmapes. La infanteria ligera y la caballeria francesa corren en persecucion del enemigo, cuya infanteria logra salvarse en parte, arrojando las armes y dejando algunos muertos y prisioneros; pero la calalleria austriaea, metida al galope en los pantanos que rodean la falda de la colina, se pre~ pita en el Haine, rio estrecho, profyndo y rapido que serpentea por ellos, y quedan sumergidos en él cuatrocientos 6 quinientos bombres y mas de ochocientos caballos que se esfuerzan en vano para atravesarlo. Ferrand enviéinmediatamente 4 Thouvenot 4 in- formar 4 Dumouriez del triunfo de su ala izquierda, y el duque dp Chartres envio tambien 4 su hermano el duque: de Montpensier para que le anunciase que se habia restablecido el combate y que el fuego de los reductos del centro estaba ya apagado. Entre tanto Dumouriez lleno de confianza en el cuerpo princi- pal de‘su ejército, acudié de nuevo al ausilio de Beuraonville. De Jos cinco reductos que flanqueaban las alturasde Cuesmes, solo dos habian sido tomadas por la mafiana y en su presencia por el valor

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