Sunteți pe pagina 1din 1

QUERIDO HIJO MÍO:

Recuerdo muy bien el día en que te marchaste de mi lado, atravesando el velo para
aventurarte a cumplir tu misión terrenal. Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando vestí
tu espíritu y te envié a la escuela. Seguro es hijo mío que mis pensamientos están
contigo en este momento y lo estarán siempre, porque te amo con todo mi corazón.
Conozco tu vida, lo bueno y lo malo, tus pesares y desilusiones, como también tus
grandes esfuerzos sin recompensas, hasta tus mínimas frustraciones y tentaciones. Pero
recuerda siempre que todo lo que tengo te pertenecerá si sólo regresas al hogar; por eso
hijo, cumple tu meta, que en ti he puesto un pedacito de cielo y también mis esperanzas.
Tienes dones y talentos, desarróllalos y úsalos, pero lo más importante, no los guardes,
compártelos con tus hermanos, ponlos a su servicio.
Búscame: un pedacito de mí está morando en lo profundo de tu ser. Si me amas, ayuda
a otros a comprender el propósito de esta vida, enséñales el camino que los conduce a
mí, no olvides que el servicio es amor y el amor es la clave de mi reino.
Te acercas a mi cuando te arrepientes y te humillas. Se paciente y esfuérzate por ser
cada día mejor. Tienes debilidades dentro de ti y las conozco porque he sido yo quien
las he puesto; no prejuzgues, lo he hecho porque mi amor por ti no tiene fin y de ese
modo tu humildad se acrecentará. La alegría y la esperanza en tu vida deben estar. No
permitas que las cadenas del desaliento te atrapen, en los momentos difíciles acude en
mi busca, no te apartes de mí.
Querido hijo mío, evita la contención, siembra la paz donde vayas. Me duele pensar que
de tu corazón pueda la ira brotar.
¡Si pudieras ver lo que he preparado y planeado con tanto amor!, defenderías tu cuerpo
contra las adversidades que te alejan de mí. Hieres mi corazón cuando te dejas dominar.
Tú mi hijo fiel, eres mi esperanza. Por medio de ti haré mi obra proceder. No queda
mucho tiempo, pero tienes mucho que hacer. Es mi ruego que no demores. ¡Empieza
ahora!. Lleva a cabo la misión que te encomendé cuando estabas en mi presencia. Te
ayudaré, nunca estoy tan ocupado o tan lejos como para no acudir a ti. No sabes como
ansío que recurras a mí, me encanta hablar contigo.
Tengo tanto que contarte pero ahora no puedo. Comunícate conmigo, ora, llámame que
soy tu amigo. Si te ríes me reiré contigo. Si lloras secaré tus lágrimas y en mí
encontrarás el consuelo y las respuestas buscadas. Sé diligente en la obra y mi reino
heredarás.
Me gustaría abrazarte pero yo también debo ser paciente hasta que llegue ese ansiado
momento.
Te dejo mi paz, mi amor, mi bendición y la certeza de que nunca te abandonaré, porque
te amo y te extraño.
Confío en tu regreso a tu madre y a mí.
Con todo mi amor, quien te espera
Tu Padre Celestial.-

S-ar putea să vă placă și