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'Nadie se atrevería a sostener que los coloquios de Víctor Raúl, en la Casa del Pueblo de la avenida Alfonso Ugarte de Lima, no fueron acontecimientos extraordinarios; quedan de ellos para quienes no tuvieron la fortuna de estar presentes, ni como asistentes matriculados, ni como concurrentes ocasionales, las versiones inteligentes y magisteriales de Eduardo Jibaja (Ignacio Campos su seudónimo) que si no dieron origen a la insurgencia de nuevos grandes líderes, como lo soñaba el Maestro, fue porque, según creo, las hornadas juveniles que colmaron nuestra Aula Magna, venían disminuidas por las duras experiencias políticas de sus padres… disminuidas en su originaria capacidad de asimilación profunda, más rebajadas aún, en todos sus poderes, por el sistema educativo imperante, plagado de impropiedades y contradicciones, incongruencias, excesos y carencias, como continúa siendo hasta nuestros días, no obstante las tan sucesivas y cacareadas Reformas de la Educación Peruana; Reformas todas sin convicción ni sabiduría, ajenas a nuestra tradición educacional y a nuestra realidad; tales, en síntesis, son para mí, las mayores razones por las cuales los Coloquios no dieron origen a las gloriosas insurgencias como las que siguieron a la Revolución espiritual, moral y cultural iniciada por la juventud estudiantil universitaria de 1918, en nuestra Patria bajo la Capitanía de Víctor Raúl Haya de la Torre.'
Julio Garrido Malaver
Titlu original
De 'Celendín y Julio Garrido Malaver' | Santiago Araujo Velásquez
'Nadie se atrevería a sostener que los coloquios de Víctor Raúl, en la Casa del Pueblo de la avenida Alfonso Ugarte de Lima, no fueron acontecimientos extraordinarios; quedan de ellos para quienes no tuvieron la fortuna de estar presentes, ni como asistentes matriculados, ni como concurrentes ocasionales, las versiones inteligentes y magisteriales de Eduardo Jibaja (Ignacio Campos su seudónimo) que si no dieron origen a la insurgencia de nuevos grandes líderes, como lo soñaba el Maestro, fue porque, según creo, las hornadas juveniles que colmaron nuestra Aula Magna, venían disminuidas por las duras experiencias políticas de sus padres… disminuidas en su originaria capacidad de asimilación profunda, más rebajadas aún, en todos sus poderes, por el sistema educativo imperante, plagado de impropiedades y contradicciones, incongruencias, excesos y carencias, como continúa siendo hasta nuestros días, no obstante las tan sucesivas y cacareadas Reformas de la Educación Peruana; Reformas todas sin convicción ni sabiduría, ajenas a nuestra tradición educacional y a nuestra realidad; tales, en síntesis, son para mí, las mayores razones por las cuales los Coloquios no dieron origen a las gloriosas insurgencias como las que siguieron a la Revolución espiritual, moral y cultural iniciada por la juventud estudiantil universitaria de 1918, en nuestra Patria bajo la Capitanía de Víctor Raúl Haya de la Torre.'
Julio Garrido Malaver
'Nadie se atrevería a sostener que los coloquios de Víctor Raúl, en la Casa del Pueblo de la avenida Alfonso Ugarte de Lima, no fueron acontecimientos extraordinarios; quedan de ellos para quienes no tuvieron la fortuna de estar presentes, ni como asistentes matriculados, ni como concurrentes ocasionales, las versiones inteligentes y magisteriales de Eduardo Jibaja (Ignacio Campos su seudónimo) que si no dieron origen a la insurgencia de nuevos grandes líderes, como lo soñaba el Maestro, fue porque, según creo, las hornadas juveniles que colmaron nuestra Aula Magna, venían disminuidas por las duras experiencias políticas de sus padres… disminuidas en su originaria capacidad de asimilación profunda, más rebajadas aún, en todos sus poderes, por el sistema educativo imperante, plagado de impropiedades y contradicciones, incongruencias, excesos y carencias, como continúa siendo hasta nuestros días, no obstante las tan sucesivas y cacareadas Reformas de la Educación Peruana; Reformas todas sin convicción ni sabiduría, ajenas a nuestra tradición educacional y a nuestra realidad; tales, en síntesis, son para mí, las mayores razones por las cuales los Coloquios no dieron origen a las gloriosas insurgencias como las que siguieron a la Revolución espiritual, moral y cultural iniciada por la juventud estudiantil universitaria de 1918, en nuestra Patria bajo la Capitanía de Víctor Raúl Haya de la Torre.'
Julio Garrido Malaver
mayora colegiales, habamos constituido nuestra primera organizacin poltica a la cual denominamos: Juventud Aprista Cajamarquina. Estbamos enterados de que el Comit Ejecutivo Departamental del aprismo cumbecino, se haba conformado con gentes de limpia e insospechable conducta pero tambin con algunos aventureros y oportunistas. Ms, lo verdaderamente grave era que, resultaba siendo Secretario General del Partido, un sujeto que debiendo estar entre rejas, encerrado de por vida, con todas las llaves de seguridad posibles, ostentara por algn tiempo, tan alto y delicado cargo. La juventud tena la seguridad de que se trataba de un asaltante de excepcionalidad peligrosidad. Pues, fue ese aventurero, Director del diario EL PER pensionado por la Dictadura del Oncenio. El habernos, casi siempre, utilizado a los jvenes slo como maquinitas de propaganda sobre la base de modelos que limitaron nuestras capacidades y potencias creadoras, result finalmente, una inversin casi negativa. Y si ms de algo se ha podido salvar, se debe a la librrima iniciativa juvenil. Las autoridades mayores del Partido slo queran de nosotros nuestras habilidades para pintar paredes, peas, rboles, caminos. No se dieron cuenta de que si eso poda ser muy importante, sera de mayor trascendencia el adiestrarnos a conocer y manejar los secretos del poder, en todos y cada uno de sus mltiples aspectos. Recuerdo, con una incurable dosis de amargura, que siempre tuvimos frente a nosotros a personajes que nos impusieron sus dictados con cida saliva, faltos de calor fraterno, acrrimos defensores de sus frmulas y modelos. pp. 89-90.
la llegada
Y aquel 31 de julio de 1931, Cajamarca se estremeci hasta sus
cimientos Todos los habitantes de la capital del departamento estuvimos presentes El acto fue grandioso!... se inici mucho antes de las tres de la tarde, partiendo desde El Gaviln, ese balcn andino bajo el cielo destinado para contemplar, hasta el xtasis, el maravilloso valle de Cajamarca; El lbum ms opulento y completo de Dios en la tierra! Iniciaba la marcha una veintena de clarines largos. Brill bajo el cielo de El Cumbe, por primera vez, la hermosa estrella de las cinco puntas del APRA. Y flame la bandera para Indoamrica: el verdadero pueblo, desde todas las afueras de la ciudad, fue acaudalando la manifestacin y desfiles populares! Y ya cuando la grandiosa manifestacin colm la Plaza de Armas de Cajamarca, acallados los estruendosos aplausos de la multitud, que duraron varios minutos saludando la presencia de Vctor Ral Haya de la Torre, que ya estaba en los balcones de la Casa Madalengoitia, con el brazo izquierdo en alto batiendo su pauelo blanco, habl nuestro ilustre visitante. El discurso de Vctor fue breve. Sus palabras nos estremecieron hasta las lgrimas, nos abri el verdadero camino hacia el porvenir para que el Per y con nosotros intentara alcanzar glorias eternas. Haya de la Torre no se pareca en nada a los polticos de viejo cuo, porque no se asomaba al pueblo para pedirle votos a cambio de ofrecimientos de todo calibre. Los sanchecerristas, maliciosamente, se haban ubicado, desde antes del medio da, justo, frente a los histricos balcones de la Casa Madalengoitia, en actitud claramente agresiva. Despus del discurso de Vctor Ral, muchos declarados cerristas se sumaron al gran desfile callejero que termin despus de la media noche. En una muy breve reunin con Vctor Ral, la Juventud Aprista Cajamarquina se present con todo su vigor y pureza. A m me toc decir la primera palabra. Y al finalizar mi discursillo, temblando de emocin, dije algo que he lamentado muchas veces: compaero Vctor Ral, ay de usted si nos traiciona, como han traicionado a nuestros padres, durante toda su vida, los polticos de viejo cuo! El Maestro Inmortal, sin alterarse, escuch mi irresponsable insolencia; y slo sonri, dicindome, Eso mismo te reclamo a ti!
Ms de 40 aos despus de aquel episodio del primer da de
agosto de 1931, Vctor Ral me record lo que dije en Cajamarca; fue despus de una dura reprimenda que me hizo llorar y que l puso fin con una simple palmada en mi hombro izquierdo, para m un acto inolvidable! No porque me hubiera indultado sino porque yo le demostr, con pruebas irrefutables, que la acusacin por la cual me haba juzgado tan acremente, pecaba de falsedad absoluta y que slo se trataba de la envidia, de la cobarda y del temor que corroa a mis acusadores, pensando que yo podra cerrarles el paso, como muchas veces lo hice en defensa del Partido, para que no arribaran a dnde y hasta dnde tenan puestas las miradas de hambrientos de poder y de dinero. A esos absurdos personajes podra sealarlos hoy, pero lo harn sus acciones y cunto van dejando a su paso. pp. 91-92
[]
leccin inolvidable
Nadie se atrevera a sostener que los coloquios de Vctor Ral, en
la Casa del Pueblo de la avenida Alfonso Ugarte de Lima, no fueron acontecimientos extraordinarios; quedan de ellos para quienes no tuvieron la fortuna de estar presentes, ni como asistentes matriculados, ni como concurrentes ocasionales, las versiones inteligentes y magisteriales de Eduardo Jibaja (Ignacio Campos su seudnimo) que si no dieron origen a la insurgencia de nuevos grandes lderes, como lo soaba el Maestro, fue porque, segn creo, las hornadas juveniles que colmaron nuestra Aula Magna, venan disminuidas por las duras experiencias polticas de sus padres disminuidas en su originaria capacidad de asimilacin profunda, ms rebajadas an, en todos sus poderes, por el sistema educativo imperante, plagado de impropiedades y contradicciones, incongruencias, excesos y carencias, como contina siendo hasta nuestros das, no obstante las tan sucesivas y cacareadas Reformas de la Educacin Peruana; Reformas todas sin conviccin ni sabidura, ajenas a nuestra tradicin educacional y a nuestra realidad; tales, en sntesis, son para m, las mayores razones por las cuales los Coloquios no dieron origen a las gloriosas insurgencias como las que siguieron a la Revolucin espiritual, moral y cultural iniciada por la juventud estudiantil universitaria de 1918, en nuestra Patria bajo la Capitana de Vctor Ral Haya de la Torre. Los coloquios debieron funcionar en todas las Aulas Magnas del Partido del Pueblo, a todo lo largo y a todo lo ancho del territorio nacional, bajo la admonicin, talento y acierto de los Secretarios Generales de todos los Comits del Partido del Pueblo; slo con honrosa excepcin, en uno que otro lugar, funcionaron, algunas veces. pp. 98-99
mi recuerdo con lgrimas
Conoc Trujillo hace ms de sesenta aos. Me sedujo su grandeza.
Me asimil su ambiente de fraternidad, hasta entonces desconocida en el Per. Y aqu en Trujillo reconstru mi vida. Fund mi hogar. Tengo mi familia. Vivo orgullosos de mi pobreza. A nadie le he quitado su pan. Durante aos, algunos compaeros y yo acariciamos la idea de que nuestro Jefe y Maestro, un da volviera a residir en su tierra. Pero yo, por mi cuenta, muchas veces intent tratar con l, el problema, sin conseguirlo. Un domingo que yo haba llegado a la capital de la Repblica para espectar un gran partido de ftbol, no s si por misteriosa inspiracin, cita, o llamado, decid trasladarme al Local Central del Aprismo Llegu a la mitad de campo y me detuve. Y apenas iniciaba mis evocaciones ingres un automvil del cual bajo el Jefe del Partido, quien al verme me pregunt: - Poeta, qu es lo que ests haciendo aqu a estas horas? - Viendo el local: le contest estpidamente. Y Vctor Ral se dispar a grandes trancos hacia la Jefatura que quedaba en el segundo piso del edificio, pero antes de pisar las primeras gradas, se dio media vuelta y con voz de mando me ordeno: - Sube! Y cuando iniciaba mi ascenso al segundo piso, con paso normal, Vctor Ral apareci arriba, para decirme: - No puedes subir como yo? - No puedo! - Por qu? - Porque yo no soy Haya de la Torre! Respond. El jefe se puso a rer, eso me tranquiliz un poco. Ya los dos estbamos en la Jefatura. De pie, frente a m, dijo con voz extraa: - Estoy muy preocupado! - Por qu, compaero Jefe? - Porque temo que, cuando yo ya no est, el Partido se convierta en una olla de grillos! Que se desborden las ambiciones! Que luchen por el poder de mandar y gobernar el Partido! - Perdone usted, Jefe, pero yo creo lo mismo!
- Por qu crees t de esa manera?
- Porque ya tenemos la prueba de lo que somos! No podemos olvidar lo que sucedi con el ensayo de la Secretara General Colegiada! El Partido tena tres cabezas! Cada cabeza manejaba, a su libre albedro, su sector, sin conciliar en la unidad y fraternidad del Partido! - Acaso yo como Jefe, no les he dado ejemplo de lo que debe ser un verdadero dirigente aprista? - S, pero el poder hace olvidar ejemplos de cordura y de sabidura! A nosotros, a nuestros militantes, a nuestros dirigentes, a nuestro pueblo mismo, nos falt ejercicio y afinamiento democrtico! Los lderes autnticos, los dirigentes no deben surgir, nunca ms, como calificacin de un hombre o de un pequeo grupo de hombres. Nuestros futuros dirigentes y grandes lderes, debern surgir democrticamente, por la calificacin libre y soberana de nuestras bases partidarias, fuera de todo gnero de presiones! Haya, como si no me hubiera escuchado, no pronunci una sola palabra. Yo lo sent cansado, agotado. Me atreva a preguntarle. - Est usted enfermo? Adolece de algo? De qu est usted enfermo? - Del espritu! expres. - Fue cuando yo, con ilimitada audacia le dije: - Usted est enfermo de preocupacin! Trabaja sin descanso! Lucha sin tregua! - S, todo eso es cierto!, qu debo hacer yo? - Deje usted todo! Y regrese a su tierra natal! En su Trujillo pngase en contacto con sus gentes, con sus amigos, con quienes compartieron sus vidas de una o de otra manera! El Jefe pens un momento, finalmente dijo: - Pero yo no puedo ir porque no me han invitado! Fue el instante que yo aprovech para extraer de mi bolsillo un oficio de saludo e invitacin para que visitara al centro azucarero ms grande del Per: Casagrande. - Haya ley el oficio y me pregunt: - Y cundo puedo irme? - Para el sbado entrante! afirm. - Pues entonces, as ser! me ofreci.
Cuando el da lunes abr el local del partido, los integrantes del
CED de La Libertad llegaron en su totalidad celebramos una sesin que tom acuerdos para una rpida y extraordinaria movilizacin de trabajadores de homenaje al compaero Vctor Ral Haya de la Torre. Pero cuando todo estaba listo, lleg de Lima una directiva aplazando el voceado homenaje para cuatro semanas ms tarde. Qu haba sucedido? Simplemente que un pseudo equipo partidario haba logrado en Lima, echar por tierra todo lo que haba hecho el CED La Libertad. Y Vctor Ral no vino. pp. 103-107
Fuente: SANTIAGO ARAUJO VELSQUEZ: Celendn y Julio Garrido Malaver, Editorial Ftima S.A.C., Lima, Per, 2003.