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América, la tierra donde sopla sl viento Daniel Belinche Masco, docente e investigador. £studiando ia historia, ‘fechas, batallas, cartas escritas en la piedra, frases célebres, proceres oliendo a santidad, solo percibo oscuras manos, esclavas, metaltirgicas, mineras, tejedoras, creando el resplandor, Ia aventura del mundo, se rmurieron y atin les crecieron ufias. Juan Gelman, Velorio del solo. La escena es conocida. E118 de mayo de 1781 Tupac Amaru presencié la muer- te de su esposa y sus hijos, primero ahoveados y luego descuartizados. A continuacién fue atado de piernas yma- hos y sujetado a las monturas de cuatro caballos que comenzaron a tirar en di- recciones opuestas, sin lograr quebrarlo. Entonces, le cortaron la lengua y lo de- capitaron. Su insurreccién conmovi6 los virrei- natos de Nueva Granada y el Rio de la Plata y tepercutié en toda la América hispana: Colombia, Venezuela y aun Pa- nama y México. Recorrié pueblos y ciu- dades, Se unieron a él hasta los chirigua- nos y los mocovies, némades del Chaco saltefio. En esas revueltas, que clama- ban por él nuevo rey Inca, murieron mas de 100.000 personas. Tupac habia perpetrado la peor de las herejias. Queria eliminar la mita, estratégica en la politica colonial es- pafiola. La mita era un servicio publico obligatorio, agrario, mineto, pastoril, de obrajes 0 doméstico. En este sistema, los indios se sorteaban periédicamente para trabajar un tiempo determinado para los propietarios que deducian de ios jomales la cantidad que debian pa- gar en concepto de tributo. Por eso, jun- toa Micacla, guerrera atin mas feroz, era acompaiiado por indios y criollos. En el alzamiento, Tupac disputé un capital simbélico comparable a otros semejan- tes en el presente comunicacional: los recursos tecnolégicos de los coloniza- dores, las armas de fuego, que estaban totalmente vedadas a los nativos. ‘Alli se cierra el periodo de las sucesi- vas insurgencias y conspiraciones pla- neadas y ejecutadas durante el periodo colonial, Tuvieron lugar en Cuzco, Oruro y en Huarochiri de la mano de Atahual- pa, Lo mismo ocurrié con los esclavos en Brasil. Su fuga masiva dio lugar al denominade Quilombo de Palmares, un territorio libre de esclavitud, que existio entre 1580 179, integrado por varias al- deas como una organizacién democrati- ca. Tras décadas de férrea resistencia a portugueses, holandeses y secuaces de los propietarios de tierras (los Namados capitdes do mato, capitanes de la selva), culmin6 con todos los sobrevivientes arrojandose desde las barrancas al pre- cipicio para no resignar sulibertad.” El asesinato de Tupac Amaru y la Te- volucién negra de las esclavos en Haiti, en 1791, tendran consecuencias en la configuracién de las posteriores gestas emancipadoras que se suelen explicar desde una transitividad literal de los ideales iluministas. Pero lo que cohesio- na tres siglos de levantamientos es el protagonismo de los sectores populares. negros hijos de esclavos, peones rura- les, artesanos, descendientes de indios, lianeros y mulatos. Mestizos que busca- ban recuperar su dignidad. ¥ aunque en esencia fue consumada por criollos, 1a independencia es deudora de aquellas luchas subterréneas, Su composicién excedié con holgura a los intelectuales inspirados en los jacobinos. Durante 20 aiios, los ejércitos libertadores se nutrie- Yon de pobres# La nominacién de ese tertitorio de- fendido con saiia lleva impreso su de- rrotero, Pudo ser Columba, Isabelina, Antillana, Orbis Novis, Novus Mundos; incluso Indias, el mote preferido por Es- pafia. Inicialmente, el vocablo América se atribuyo al navegante Vespucio. Asi, hasta su nombre era importado. Pero Vespucio se llamaba Albérico, no Amé rico. La palabra América proviene de “amerrique”, término con el que se iden- tificé al pueblo aborigen que moraba en las cordilleras nicaragiienses, cubiertas de bosques y yacimientos de oro. La voz pertenecia al dialecto lenca-maya y sig- nifica “la tierra donde sopla el viento”, denominacién ancestral de una comar- ca montafiosa en Chontales, actual Re- publica de Nicaragua. El Bicentenario vuelve a poner en presente los hechos que se llevo a cues- fas la unidad continental. Los esbozos de un Unico estado no se concretaron y, superadas las batallas internas, se impusieron los neocolanialismos que ocultaron los rasgos de lo nativo. Lo que no sucumbié ante la doble pinza de la ‘monarquia clerical y la racionalidad po- sitivista fue metabolizado por la cultura emergente de los grandes centros urba- nos yel mundo tural 0 semiurbano en el siglo XIX, en intersticios y fisuras cuyos a 1 Katia de Queirés Mattoso, Ser escravo no Brasil, 982, pp. 38-32 2 De los Bo millones de personas que vivian en América, a poco de llegar los conquistadores quedaba menos de Ia décima cauces sufrieron interrupciones perma- nentes, Los principios de las Nlamadas identi- dades nacionales se instalaron a partir de la expansion de los sistemas educa tives, Eran identidades amputadas. Su lado oscuro implicaba la toma de terri- torio y el exterminio de los pocos resi- duos de lo que alguna vez se instituyé como una cultura americana precalom bina. Alcita Argumedo establece a gran- des trazos una secuencia de la sincronia de esa historia: (..) la consolidacién de los imperios coloniales hispano y portugués, las luchas independentistas, las querras civiles entre federales y unitarios, la consolidacién de los gobierngs olt garquicos, los movimientos de opo- sicién a esos dominios en la primera mitad del siglo XX, los nacionalismas populares de los cuarenta y los cin- ‘cuenta, las dictaduras y los gobiernas desarrollistas de los sesenta, el resur- gimiento de los movimientos popu: lares hasta mediados de los setenta las dietaduras eomonetaristas, la reimplantacién de las democracias y Tos modelos de ajuste neoliberal de los ochenta Sin embargo, tras los go -hablamos de 1990, pero habria que extender el plural a 1890, considerando en Argen- tina la afirmacién del modelo agroex- portador- buena parte de América La- tina es gobernada por presidentes que, con sus estilos, incluyen en su agenda la cuestion continental. Cada vez que 505 gobiemos avanzan con medidas que ponen en cuestion la hegemonia de los grupos concentrados o de los meno- polios la unidad parece mas necesaria Cristina Kirchner estatizé los fondos de las AFP; Hugo Chavez, el petroleo: Evo Morales, los hidrocarburos, Rafael Co- rea promovié las universidades puibli- as, Los planes inchusives, como la Asig- nacién Universal por Hijo que se otorga en Argentina, el Plan CEIBAL uruguayo © el “Hambre cero” en Brasil, sumados al crecimiento econémico de la region, disrminuyeron los indices de pobreza e indigencia casi a la mitad en los tiltimos siete arios, Los Consejos de Salario impulsados por el Frente Amplio en Uruguay y las paritarias en nuestro pais ilustran politi €as de intervencién estatal que no se ex- plican con las teorias del llamado viento de cola, La reforma agraria boliviana, los programas de alfabetizacién y de termi- nalidad escolar y las leyes de proteccién ala nifiez, son notas parciales pero vali- das de esos progresos. El rechazo al ALCA y la constitucién de UNASUR* hablan, ademas, de nuevos intentos por abordar dificultades comunes de manera asocia- da. La regién que abarca UNASUR, orga- nismo constituido en 2007, posee un PBI de 973.613 millones de délares, ocupa 17 millones de kilémetros cuadrados, tiene 361 millones de habitantes, es la mayor productora y exportadora de alimentos, dispone de hidrocarburos para 100 afios, posee el 27% del agua dulce del mundo, acho millones de kilémetros de bosques ydos acéanos, la reciente derrota de la izquierda chilena no varia el amilisis. Cuando se trata de confrontaciones por la renta, sea ésta minera, petralera o agraria; cuando se trata de la disputa por los medios de comunicacion, de la revision del terrorismo de estado 0 de la imple- mentacion de politicas sociales inclu- sivas, los presidentes y cancilleres de lo que José Natansan denominé "la nueva izquierda’> se muestran juntos a pesar 3Alcira Argumeda, (1992) Los slencios y las vaces de América Latina, 2004, p. 159. 41a Uni6n de Naciones Suramericanas (conacida por su acrénimo UNASUR} es un proyecto de integracién y cooperacin de milti- ples ejes que integra alos doce paises independiente de Sudamérica: Argentina, Galivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Peri, Surinam, Uruguay y Venezuela 5 José Natanson, La nueva lequierda. Triunfos y derrotas de los gobiernos de Argentino, Grasil, Bolivia, Venezuela, Chile, Uru- de sus matices, sin descuidar los gestos. Era elocuente la sonrisa tensa del recién asurnido Sebastian Pifiera durante la in- auguracion de la Galeria de los Patriotas latinoamericanos del Bicentenario. Lo escoltaban, entre otros, retratos y dleos de Augusto Sandino, José Gervasio Arti- gas, Simon Botivar, Eva Peron, José Marti, Emesto Guevara, Emiliano Zapata y una fotografia de Salvador Allende, enviada por la ex mandataria Michelle Bachelet. El rumbo de la inmensa tarea de la emancipacién padecié, en todos su eslabones, la ausencia de proyectos culturales capaces de traducir estos 1o- gras econémicos y politicos en una es- cala simbdlica de similar envergadura La invasion ibérica acumula ya mas de quinientos afios; las gestas independen tistas acaban de cumplir doscientos. La demorada autonomia cultural no apa- renta tener edad alguna. Esas batallas todavia se libran puertas adentro. ‘Al asumir la presidencia de Bolivia, Morales recibié la bienaventuranza de los sacerdotes que rinden culto a los Protectores Ancestrales. Limpian el aire con sahumeries, reciben un bautismo de aguaceros de pétalos y transfieren el bastén de mando que encama el poder conferido por chamanes indigenas. Algo similar ocurrié con Correa en Ecuador. Acompafiado por Rigoberta Menchti. fue ungido por las energias de la tierra, el fuego, el agua y ¢l viento invocadas por “yachaes” 0 sabios indigenas. En la toma de posesién de Lula Da Silva el Mo- vimiento de Trabajadores Sin Tierra con memoré el acto intercambiando comida en sus campamentos, Néstor y Cristina Kirchner contaron con presencias me- nos ancestrales pero igualmente signi- ficativas: en la primera fila estaban las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. Los festejos del Bicentenario en ta avenida Nueve de Julio de la Ciudad Au- ténoma de Buenos Aires, con millones "1985, p31 de personas en las calles, son esperanza- dores. No obstante, a pesar de los recita- Tes que juntan-generalmente, con poco ensayo- a los referentes de la musica popular urbana de América Latina, las investigaciones, las instituciones de arte y cultura y los presupuestos destinados a éstas siguen atendiendo la cuestion de manera lateral y espasmédica. Los procesos revolucionarios, y aun los re- formistas, que enfrentaron al neolibe- ralismo han sido conservadores en sus politicas culturales. Ser latinoamericano: ser barbaro “Los filarménicos eran cinco: dos violines, un cometin, una flauta y un arpa”. Esta frase pertenece ala descripcién que hace John Reed, en la fiesta pueblerina en puerto alegre en una de sus paginas inmortales de México insurgente. “Este singular canjunto instrumental =semejante a otros igualmente heterogéneos de Cuba, Panama, Bolivia 0 Venezuela- probablemente esta integrado par missicos mestizos ¢ interpreta aires que no son espanoles ni indigenas aunque tienen de lo unoy de lo otro. Es cierto que los instrumentos son de origen europeo (.) pero la manera de tocarios es inconfundiblemente distinta, ynadie debe engamarse si un conjunta tal interpreta algo asi como una mazurca; porque en realidad se trata de atra cosa. Leonardo Acosta® {Qué es esa “otra cosa”? (Qué es “lo latinoamericano”? Contestar esa pre gunta requiere conjugar fragmentos es- parcidos que, ademas, han mutado una yotra vez mediante procesos de conden- a 6 Leonardo Acosta, “El acervo popular latinoamerican« sacién de lo europeo, lo indigena y lo afto que apenas son reconocibies. la papa, originaria de América, ne se cocina igual en Lima que en San Pablo. Tal vez en la historia de la papa, en sus 5.000 variedades, se resuma la diversi dad americana, Las ostras embebidas en pimientos huelen mas asperas en la costa ecuatorial que en el Pacifico Sur, en Chilog. Alli se preparan con limén y tabasco. La came hecha a las llamas en el campo argentino poco tiene que ver con la bondiola macerada una y otra vez sobre cebollas y quacamoles en las matianas del Distrito Federal. Lo crudo yo cocido son categorias complejas en ‘América, donde la coccién a menudo es sin fuego. Asi se elabora el cebiche pe Tuano. En Montevideo y en Buenos Aires son habituales las frutas de estacion duraznos, ciruelas, damascos y uvas de todos los tonos en verano; naranja: manzanas, mandarinas y peras en in- vierno, las ferias de Cuenca ofrecen frit- las tropicales en todas las estaciones. El valor de la cocina en América no-es menor. Los alimentos ocupan el primer lugar entre las exportaciones, peto a pe- sar de esa abundancia un tereio de sus pueblos padece hambre, Del mismo modo en que la Tlegada al viejo continente del maiz, ¢l tomate, el aji'o el aguacate madificé habitos y palié hambrunas, en su momento cl sa- queo proporcioné la acumulacién de ca- pitalesy dio paso a un nuevo orden de la economia mundial como condicién del progreso cientifico-tecnolagico de Euro- pa. La aparicién de la orquesta en el siglo XVil, por ejemplo, determinada por el avance en la construccién de los instru- mentos, tendra lugar a partirdelempleo dela plata, el oreyel bronce americanos £1 idioma comun, el espatiol, con la excepcién del portugués en Brasil —que asume sonoridades y velocidades des- iguales de norte a sur a consecuencia de sus 180 dialectos~ es casi incomprensi- ble para un rioplatense en el altiplano: el uso y la variacién de las alturas son mucho mas significativos que el de la dindmica. De acuerdo con la tradicién indigena los hombres y las mujeres se expresan suavemente, como entonan- do un susurto. En Venezuela, el limite entre hablar y cantar es tan delgado que con frecuencia resulta imperceptible Be las casi 600 lenguas originarias, 250 se estan extinguiendo, Pero sus tonos y ritmos invaden el lenguaje castizo y lo alteran. La preferencia por el gris en Uruguay y por los colates prirmarios en el tropico responde a adaptaciones particulares a Ja geografia, el clima, la naturaleza, el Gesarrollo portuario o industrial de cada pats, Pese a ello, es muy difundido el es- tereotipo que describe a los uruguayos como setios y honestos y a los brasile- fos, como alegres y despreocupados. En estas diversidades se puede ras. trear algo de esa “otra cosa” que sor- prendia a Reed y que analizaba Acosta Podriamos explayarnos en la tension en tre una sociedad que ocultaba sus cuer- pos —la civilizada~ y otra que los exhibia sin pudor y disfrutaba de ellos. Una que marchaba hacia la propiedad privada y la universalizacién de la economia mer- cantily otra que las desconocia por com- pleto y practicaba, en general, la socia- lizacién de los bienes materiales. Ante semejante contraste, el imperio pasd de lo reprimido a lo represor. Dificiles han de haber sido las noches de los soldados invasores. Sus mosquetes y arcabuces eran iniitiles para dispararie a los ritos Protectores, enemigos inmateriales y acechantes. Monedas Veamos como se desplegé esta cues- tidn en el arte. En América Latina el transito de lo indigena a lo rural y de lo rural a lo urbano, a fines del siglo XIX. provocé un tipo de crisis cualitativa- mente distinta a las generadas por las vanguardias, La musica fundé formacio- nes instrumentales inauditas y ajenas a la estandarizacién europea. Subvirtio yeglas intervalicas, ritmicas y, por ende, poéticas. jugar desde el presente mercantil el rol de ese pasado es inuitil. Un eclecti- cismo a veces voluntario impide hablar de cdigos comunes. Pero €! sentido de antelacion, la percepcion ritmica aditi- va, una deliberada ronquera que mere- ceria elaborar una estética del grito y ese otro concepto de lo timbrice estan en bambucos, cuecas, zambas, marineras peruanas, sones mexicanos, milongas y luego tangos, boleros, rumbas, sones Cubanos y salsas, golpes y joropos, todas estas especies mestizas 0 criollas comer- Cializables. Segiin Coriun Aharonian, los ele mentos reiterativos, la austeridad, la sustitucién de lo narrativo por regiones expresivas que demarcan tratamientos a-discursivos, el silencio, la importancia de lo primitivo en la compesicién y una dimensién del tiempo psicolégico mas breve y concisa por parte de los autores de vanguardia en América latina, con- Cuerdan en un espacio compartido con Jo popular.” En la produccién visual, lo circular, lo-extremo, lo abstracto, lo cor~ poral, Jo titil y el empleo de materiales efimeros resultan constantes muy ge- nerales, aun por encima de los aspec- tos representativos que caracterizan a cada pueblo. Buena parte del teatro americano ‘tiene lugar en las calles. En La Plata, cien- tos de malabaristas, unos profesionales y otras improvisados, realizan pequefias faenas con naranjas, bolos y antorchas encendidas, para preocupacién de los automovilistas que deben decidir en segundos si consienten 0 no el tributo, reclamado casi siempre con simpatia. Hace unos afios iba a borde de un taxi en el Distrito Federal de México. €n una esquina un chico limpiavidrios le pidié al chofer una moneda que éste nego. A Jas pocas cuadras, un pibite con la cara pintada de blanco imité con un gesto circular el frotado de un trapo imagina riocontrael parabrisas, Este siguié sucio. pero, para mi sorpresa, cl taxista accedié a entregar al pequefio mimo su mone- da. El arte. Un atte que proviene de la tradicién circense del siglo XIXy que hoy Tegresa. Barbarie luego de la crisis de la monarquia espafiola, sucedida por las luchas por la independencia y las guerras civiles, se conformé la mayor parte de los estados americanos. &1 arte americano participo lateralmente de esa conformacién. Su incidencia en la educaci6n fue minima El Arte europea y los resabios de lo na- tivo habian desaparecido casi por com- pleto en la ensehanza publica. En las ciudades no existia una identidad trans misible, aunque en medio de las revohw Giones y las luchas de federales y unita- ios -0 come se denominaran en otros paises~ se iba filtrando una tradicion de arte criollo/rural que delineaba una escisin que atravesaria la vida america- na: élabismo entre el campo y la ciudad. En Buenos Aires, Santiago o Monte- video primaba un sentimiento de sesgo iluminista. La éstratificacién del cono- cimiento en una gran variedad de dis- ciplinas auténomas fue comin desde principios del siglo XIX. Comte ya habia establecido la superacion de los estadios mitolégicos/teolégicos y, posteriormen- te, la inconsistencia de la metafisica. La humanidad se lanzaba a la conquis- ta de la naturaleza en él ciclo positivo que garantizaria el progreso a partir de la observacion y el control del mun- do empirico, Las disciplinas incipientes tenian que cumplir tres requisites: la determinacién de un cuerpo de objetos 7 Coriun Aharonian, een he: “Factores de identidad musical latino americana tras cinco siglos de conquista, dominacidn ymestizaje", observables y/o formalizados manipu- lados metédicamente, la presencia de fenémenos que materialicen la relacion entre esos objetos, y la formulacién de eyes cuyos términos devengan de un conjunto de axiomas que den cuenta de aquellos y vuelvan predecible su opera- on. Los elementos de este conjunto sé revelaban en la captacién de fendmenos que @ posterior® pudieran confirmar o anularlos axiomasy las leyes. Es un mo- delo asumido con fervor por buena par- te de los intelectuales de la época, que estudiaban en Europa y luego volvian a las capitales latineamericanas, que excluye a las artes, la ética, la politica. América, mientras tanto, entrenada en el latin, la liturgia y el monoteismo, al- macenaba sus mitos en los intersticios de la matanza. Europa era, por supuesto, Francia y clespiritu de su revalucién, que impreg naria Ta emancipacidn latinoamericana dos décadas més tarde con el tono ja- cobino de sus Yevueltas militares y las lecturas de Voltaire y Diderot, Tambien eran Inglaterra y el industrialisme liberal y Alemania y el iluminismo romantico y literario. En el caso argentino Demingo Faustino Sarmiento publica en 1845 Ci- vilizacion y Barbarie. Vida de Juan Facun do Quiroga y aspecto fisico, costumbres y habitos de la Republica Argentina, Alli Gesarrolla su idea de civilizacion, en tor. ho a un personaje que dista de ser un gaucho sumiso y derrotade como el que elige José Hernandez en el Martin Fierro. En Argentina, finalizada la Guerra del Paraguay, que tuvo lugar entre 1865, y1870y que motivé la inusual merma de la poblacién paraguaya de 1.300.000 a 200.000 personas, el gobierno liberal se consolida con las grandes matanzas per- petradas con la campaha del desierto en las regiones que asentaban los nvicleos indigenas originarios. Los territorios se- rian ocupados por latifundios laneros. En Ia vida rural, subsidiaria de la tradi- cin monarquica, se imponia una auto- ridad “ilegal” hincada en la fuerza. Son los herederos de quienes se repartieron miles de hectareas producto de esas operaciones supresivas los que confor- man por estos dias la Sociedad Rural Ar- gentina. la figura barbara, el gaucho, es retra- tada y caricaturizada en textos como él matadero, de Esteban Echeverria, y La re- falosa, de Hilario Ascasubi. Hay estudios profundos~de uno y otro lado~ sabre es- tas obras paradigmaticas con las que el liberatismo argumenta la analogiaentre el animal cameado y el gaucho carnice- To, con cuchillo en mano, pelo revuelto, camisa, chiripa y rostro embadurnado de sangre, segiin las palabras del narra- dor. Entre ellos, es particularmente pro- fundo el ensayo de Ana Maria Zubieta con respecto a El Matadero, en el que se describe elcontacte entre un unitario de clase alta y, como narra Echeverria, “una multitud de negras rebuscotas de achu- as, corno los caranchos de presa (..) que teunia todo lo horriblemente feo, in- mundo y deforme de una pequeiia clase proletaria”. Analiza Zubieta: En £1 Matadero la literatura empez6 a encaminarse,a claborarestéticamen: te los limites mismos de la experien- Gla estética, lo siniestra y lo repug- nante, le vomitivoy lo excremental, lo macabro y lo demoniaco; todo el sur- tido de teclas del horror. £1 asco unido a estas sensaciones se da en este caso junto al desprecio: ante lo asqueroso el unitario parece no ver. Quizas por 50 mismo tevienta de fra cuando se da cuenta de que su desprecio tiene un comrelato en la burlay la violencia de los otros que al final diran que solo lo hicieron para divertirse. Asi apare- cen cuerpo, violencia y diversion tan unidos como después los veremos en “ta fiesta del monséruo”, el cuento de Borges y Bioy Casares; el desprecio, 8 Sarmiento publicé Facundo en Santiago de Chile durante el gobierno de Rosas. pues, no es tinicamente prerrogativa del unitario y su reaccién no es solo emocional, es sobre todo politica.? Reparemos en la asimilacién entre el gaucho (camicero) federal y las bes- tias en términos de incapacidad. Esta no sola es intelectual, sino simbélica. Las bestias, los animales, es decir, para Echeverria, los gauchos que se instruyen para destripar, no poseen la facultad Ge distinguir la figura del fondo. Nada afiaden de si mismos a la percepcién Por lo tanto, no pueden construir barre- ras ontolégicas a su propia barbaric. Asi matan y asi deben morir. Deben morir porque constituyen una escala inferior alo humano. Y si constituyen una esca- Ja inferior a lo humano y el arte es una cualidad superior de lo humano, por consiguiente, esa manifestacién preca. ria, gutural, escasa, acompanada con la guitarra, ese instrumento pobre con el qué los sarnosos desprendian las costras de sus manos por medio de los rasqueos, y el cuchillo, el cuchillo de plata que era apenas una artesania, un aparejo para la muerte. en consecuencia, deciamos, eso no es el arte. Las bestias no acceden alarte. Pero qpuede ser violenta la belle- za? {Puede la violencia ser bella?” América Latina es una entidad hista- rico-cultural ligada a Europa mediante suicesivos procesos civilizatorios cimen- tados en el poder del mayor desarrollo tecnolégico imperial. En su primera fase, la expansion se basé en el exter- minioyla deculturizacién de los contin- gentes dominados. En la segunda, éstos comienzan a mutar en sujetos, a Tecu- perar fisonomias de su propia cultura y a amalgamarlos con los de la cultura dominante. Las formulaciones acerca de la “barbarie americana” admiten dos grandes agrupamientos. Uno ligado a Su caracter ideolégico, entendiendo la ideologia como un sistema cognitive en tanto consiste en un tipo especifica de representacion que puede ser empleado para interpretar acontecimientos, dis- cursos, acciones, instituyendo una cata- dura sistémica en la configuracién dela subjetividad, adquirida mediante proce 305 laberinticos. En el otro sentido, este concepto esta situadoen un tiempay un espacio preciso y adquiere un caracter menos abstracto en el que interactuan dominantes y dominados, nocién ya elaborada por Hegel en su Dialectica del amo y del esclavo. La idea de civilizacion es posible en tanto en su extremo contrario se site la de barbarie, £1 civilizado es el yo pa- radigmaatico; el barbaro es el extranjero, elotro. La civilizacién describe el estadio Ge superioridad con que se pretende un grupo respecto de aquel al cual se desig- na como barbaro, Las opciones con las que los civilizados operan con los bar- baros son, al menos, dos: convertirlos en mano de obra 0 matarlos, si es que aquellos dan pelea. £n su formulacién retérica, el barbaro es el otro inferior, que puede ser regenerado para que de esa manera alcance el estatuto de hom- bre civil, aunque nunca al nivel del civili- zador. En caso contrario, se da paso ala legitimacién del genocidio. Colén —personaje oscuro e indesci- frable, acaso un pirata con nombre fal- s0- describia a los natives como déciles ymuy aptos para el trabajo de esclavo: Yo (dice él), porque nos tuviesen mu- cha amistad, porque conoci que era gente que mejor se libraria y conver- tirfa a Nuestra Santa Fe con Amor que ro por fuerza, les dia algunas de ellos ‘unos bonetes calorados y unas cuen- tas de vidrio que se ponian al pes- cuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla, Los cuales despues venian alas barcas de los navios a donde nos estabamos, nadando. Y nos trafan pa- g Ana Maria Zubiata, La belleza ya violencia. él cuerpo en la literatura argentina, Coleccién La Mirada, N° 3, 2009, P.%2 10 De este mode e« rializa el mencionade niimero de La mirada, pagayos y hilo de algodn en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos Jes dabamos, como cuentecillas de vidrioy cascabeles. En fin, todo toma- ban ydaban de aquello que tenian de buena voluntad.Ellos no traen armas nilas conocen, porque les mostré es- padas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia, No tienen algiin hierro, Sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mane son de buena estatura de gran. dezay buenos gastos, bien hechos. Yo vi algunos que tenian sefales de he- ridas en Sus uerpos, y les hice sevias que era aquello, y ellos me mostraran come alli venian gente de otras islas que estaban cerca y los querian to- mar y se defendian. ¥ yo crei y creo que aqui vienen de tierra firme a to- marlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decia, Y crea que ligeramente se harian cristianos, que me parecié que ninguna secta tenian. Yo, pla- ciendo a Nuestro Sefor, levaré de aqui al tiempo de mi partida seis a ‘Vuestra Alteza para que aprendan a ablar. En esta linea descalificadora se ins- criben notorios tedricos de la ciencia yla filosofia europea, Hegel, précer del pen samiento, consideraba que América ea una version inacabada de Europa. La fra- se del naturalista francés Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon, sinteti26 esta propensién de manera elemental “En América, hasta los pajaros cantan mal”, La etapa neocolonial del siglo XIX supone un cambio cualitative respecto de aquellas cartas que referian Ia doci- lidad intrinseca de los nativos. Durante Jas querras civiles, la dicotomia civiliza~ clén/barbarie es necesaria para que las nuevas oligarquias legitimen su propia barbarie detras de la fachada civilizato- ria, Porque ese otro, carente de lenguaje propio, ya es un sujeto, Se trata de un otro que resiste a pesar de estar estig matizado por su caracter impulsivo, su falta de socializacién, su inhumanidad, su cargado sentimiento de hombria. En los llanos de Colombia y Venezuela, como en la pampa surefta, los vandalos transitan las estepas a caballlo. Marco Urdapilleta, en su andlisis de Dotia Barbara, de Rémulo Gallegos,” se- fiala que la barbarie se relaciona con la asociacién inmediata entre el llanero, su caballo y el medio natural en el que éste se desarrolla, mientas que lo civilizato- tio esta puesto en Ia cultura. Curiosa- mente, el llanero es retratado con trazos positivos. En su rudeza, es un hombre libre y postico. Esta encrucijada entre la brutalidad asida inexorablemente a la naturaleza y la libertad que lo desliga de Ta civilizacién controladora produce una comezén en Ja que el barbaro es obser- vado por el eulto con cierta envidia. La barbarie, en efecto, es una fuerza des- controlada, no controlada. Se la equipa ra.a lo inmaduro, a lo no apto para do- minar las pasiones, Pero la inmadurez puede asimilarse a la juventud, al fugaz momento en el que el impetu adquiere una intensidad irrecuperable. Ese atri- buto es retratado con nostalgia por la cruzada evangelizadora, que ya eviden- ciaba sintomas de su propia agonia Una de las singularidades de la bar- barie americana es que parte de su poé- tica es clara y profunda y pareciera sur- git como una luz que brota del mismo interior de las cosas que son retratadas en ella, y no como algo externo produci- Go por especulaciones tedricas. El Canto Llanero, el canto de esos jinetes fieros que custodiaban Ja sabana, o los po: los mangaritefios de los pescadores del oriente venezolana son elocuentes. +1 Rémulo Gallegos publicé Dofa Barbara en 1929. 12 Marco Urdapilleta, 'Defia Bdirbara. Una lectura de la barbarie americana”, 2002. Elcantar tiene sentido, entendimiento y raz6n. () Alla lejos viene un barco yen él viene mi amor. Se viene peinando un crespo al pie del palo mayor. Ativuelvo de nuevo, mar querido, y lejos de ti, jcuante fui desdichado! Lo que puede sufritse lo he sufrido y lo que puede lorarse lo he llerade, Vese cadaver que por la playa rueda, y ese cadaver, ide quién sera? Ese cadaver debe ser de algun marino quehizo sutumbaen elfondodel mar, El cantar tiene sentido, entendimiento y razén.” La Imposicién mediante el someti mientodela etapa colonial y los intentos Ge institucionalizacion de la ensehanza artistica coincidian en dos cosas: lo qué se enseviaba era el arte europeo y el mé- todo consistia basicamente en la repeti- G6n. El largo periplo que arrancé con las invasiones habia conseguido suprimir de las aulas la mayor parte de las mani- festaciones que portaban algiin origen nativo 0 mestizo. No calificaban bajo la nocién de arte, Ylo que pudo sortear ese escollo, esa obturacién, se desplego en una gradacién tan minima que resultd imperceptible. Pero aquello descartable enla elaboracién de una historia la que conto el imperio- es esencial en la narra- ion de la otra. La historia americana es una historia secreta. All por 1900, en las urbes de Amé tica se percibia el aroma aristocratico burgués de la Europa moderna. Ese equilibrio neoclasico, a tono con el sesgo politico ideclogico del liberalismo, ya ha- ia sido jaqueado en la Europa romanti- ca que, espiritualista o empirica, recla- mé durante el siglo XIX por la promesa incumplida de la ilustracion. ¥ ante la irrupeién de nuevos salvajes que no lle- gaban de Oriente, sino de las fabricas que la misma burguesia habia erigido, Jas contradicciones se ensancharon. Era necesario replegarse y elaborar prédicas que se adaptaran a una situacion ines- perada. E] alegato de la propia ideologia dominante considerd lo popular una de- gradacién de lo “culto" y lo contemnpora- neo, una distorsin de la clasico. Este quiebre atin persiste. Lo hemos visto por estos dias de Bicentenario en el contraste del arte piiblico multitudina. rio que junté él teatra de alto riesgo de Fuerza Bruta con rockeros y folcloristas, ante la velada de gala del reciclado Tea- tro Colon que exhibié en cambioa Mirtha Legrand, Susana Giménez, Ricardo Fort y otros personajes de la fardndula alber gados por una Traviata y a salvo, vallas, mediante, de las hordas, las gentes, cali- ficadas asi por el inefable Pepe Eliaschev. Ideologias Para la derecha tradicional, lo popu- lar se inscribe en posiciones biolagicor teliiricas, en la verdad que procede de Ja tierra y la tradicién, en la nocion de nacionalidad que enmascara los conflic- tos histéricos y de sustratos de clase y se corporiza en la idea de familia, propie- dad, estado, ejército, etcétera, Lo popu- lar és lo simple y puro, aquello que hay que preservar, mientras que lo ureano representa lo contaminante, el ambito en el cual ese naturalismo impoluto se corrompe. Frente a reduccionismos que provie- nen también de la izquierda romantica, que ubica lo popular en el sitio de la u- cha, 0 de las politicas estatales que pre- tenden llevar cultura a los pobres, si algo determina lo popular es la diversidad de vinculos que se crean entre actores so ciales que no detentan el control de Tos medios de produccién y conviven en una ristra heterogénea. La telacién de lo popular con lo ma- sivo es asunto de controversia. Eduardo 13 Polo margaritefio. Popular y anénimo de Venezuela Galeano, citado por Adolfo Colombres, sostiene que mientras la cultura popu- lares “un complejo sistema de signos de identidad que el pueblo preserva y crea’ sobre la base de su diversidad, “la pro- duccién de masas proviene de una mi tada unilateral que se conforma a par- tir de las necesiciades del mercado y su funcién especifica es la acumulacion de capitalyla manipulacion” Es, por lo ge- neral, obra de un grupo de especialistas; su mira se orienta al consumo y no a la invencidn. Si el pueblotiende a reconsti- tuir sus contradicciones en sintesis que se resuelven positivamente, y asume las manifestacianes regionales, campesi- nas y urbanas, en la llamada cultura de masas se privilegia la uniformidad y el estereotipo que vulgariza y reitera pro- moviendo obras ad hoc ereadas para pti- blicos especificos —los jévenes, las muje- Tes, los consumidores de tal o cual corte o estrato- signadas por los dictados de la oferta yla demanda. Los limites que trazan las definicio- nes teéricas se diluyen en casos que se ubican en los bordes de estas dos cate- gorias. Obras populares genuinas de dudosa poética y productos masivos — resultantes de la misma tegulacién del mercado~ de alta calidad compositiva incluso hibridos localizables en todas las intersecciones generadas entre clases: lo popular y lo académico tradicional, lo popular y lo contemporaneo de elite, 1o popular y lo masivo y aun las diversida- Ges de lo popular. Ya vimos que la repro- ductividad técnica permitié en paralelo elacceso alas grabaciones e imagenes a sectores que nunca hubieran podido es- cuchar musica por fuera de sus grupos de pertenencia. De Adorno en adelante, a determinados tedricos de la izquierda artistica les ha costado mucho compren- der estas contradicciones al referirse a América Latina. las manifestaciones populares po- seen una gran capacidad para absorber y asumir tratamientos compositives que le son ajenos. Cuando aludimos al arte popular latinoamericano no hacemos re- ferencia nia las posturas que adscriben a Ja fantasia de no contaminar las costum: bres o los bienes culturales con los habi- tos modernos ~asi pontifican los puristas de la derecha tradicional ni al empefio de artistas ¢ intelectuales de hablar por el pueblo, de suplir la cultura popular extrayendo de ella aspectos aislados con a enmascarada intencién de establecer un colonialismo de sesgo progresista. Colombres propone esta distincién: “(.) para propiciar un dialogo simétrico sin usurpaciones ni manipulaciones”* EI despliegue del arte popular ame- rita entonces la experimentacién y la distribucién del ingreso que garanticen procesos transformadores. En todo caso, la relacién valor de uso/valor de cambio es una cuestidn a analizar. Si un artista popular vende su obra, sila convierte en mercancia para poder alimentarse, noes esa la condicin fundamental que sevia- le una claudicacién de su postica. Esto ccurre si el artista resigna la busqueda de cohesion entre su pertenencia histo. Tica y su experimentacién, si reemplaza la libertad compositiva por la acepta- cion de las imposiciones del mercado, si inhibe la singularidad de su lenguaje y opta por una estandarizacién destinada tinicamente al consumo. ¥ por lo gene- ral estas fronteras son muy delgadas y son contades los artistas populares con un pasar que les conceda autonomia en una pelea desigual, El futuro En Sudamérica nacen a diario mas de 30 mil nifios; la mitad de ellos en Bra- sil y México. Seguin las proyecciones del Centro Latinoamericano y Caribeio de Demografia (CELADE) en 2010 la pobla- cidn de la regién es de aproximadamen- te 575 millones de personas, de las cua- 1gAdolfo Colombres, Sobre la cultura y el arte popular 1987, p. 57. 4 Ibidem, p.10. les cerca del 9 % tiene entre 0 5 afios. Son 52 millones de nifios y nifias. No nacen latinoamericanos, pero nacen en América. No habra integracién posible sin latinoamericanizar América Latina. Destacados intelectuales notaron que ‘América Latina, en alguna medida, no existe, no tiene existencia objetiva, pero debe existir. La mayoria de esos nitios no recibe formacién artistica de ningn tipo, y cuando la reciben ésta replica los. modelos centro-europeos en contenidos ymetodologias. Hay un futuro cultural posible. De unidad y diferencia. Pero esa unidad no es homogénea, tiene matices que defi- nen nuestra identidad y enfrenta a una opresién seductora cuya penetracién es més rapida y efectiva que la compleja y desgastante anexién de territories que Espamia perpetrara en el siglo Xvi: el co- Tonialismo de la subjetividad a partir de Jos medios de comunicacién, Recuerdo que estaba en Ecuador en Ia época en que se discutian las retenciones ala soja. Resulté sorprendente que los grandes ‘monopolios comunicacionales le dis- pensarana Correa el mismo trato desca- Tificador que a la presidenta argentina, mis alld de estilos o peinados. Los me- dios de comunicacién en manos de tres 0 cuatro grandes empresas multinacio- nales funcionan, en verdad, como gi- gantescas maquinarias culturales. Uno de los debates del arte se inscribe en si participa o no en esa emancipacién que ocurre lejos de los museos y los teatros livicos, que por cierto arrastran su deca- dencia. Es necesario formar para dar la disputa al interior de ese mismo cireuito que no es neutral. Evidentemente, no lo es el diario Clarin, Tampoco Facebook 0 Googie, dispositivos poderosos que invi- tana bosquejar redés alternativas. ‘América también se retme en sus conflictos no resueltos. La desigualdad, la pobreza extrema, la falta de agua po- table, de calefaccién, de seguridad social, de luz eléctrica y de alimentos. £134% de su poblacion padece estos flagelos. £1 12% se situa bajo la linea de indigencia. El decil mas pobre es, sin embargo, ca- paz de promover constantes renovacio- nes estéticas que parecen suspendidas en el aire, Flotan. No adquieren todavia tangibilidad, La unidad latinoameri- cana se cuece en pantallas, reuniones bilaterales, decisiones trascendentes y, también, en estrategias minimas que ocurren en habitaciones silenciosas, en altillos, en las esquinas de las ciudades, en estadios y salas de parto. Talla etimo- logia de sunombre: la tierra donde sopla elviento, que es capaz de traer con él re sabios de supervivencias a partir de las cuales disefiar el porvenir. i Bibliografia ACOSTA, Leonardo: “1 acewvo popular Tatinoame: ‘hcano",en Musicologia en tatinoamérca, ta Haba na, cdtorial rte y Literatura, 198, ANARONIAN, Corti: "Factores de ident must cal lating americana tras cinco siglo deconqusta orninacion y mestizaje’, en ViEncointro Nacional dda Anppon, Universidad de Ro, 7993, ARCUMEDO, Alia: f99) Lor sflenctosy fas voces de América Latina, Buenos Aites, Colihite, 2004. COLOMARES, Adolfo: Sobre I eutura ye arte po- prlar, Buenos Aires, Eaciones del So. 1687 MATTOSO, Katia de Queitos: Ser escravo no Brasil So Paulo, Srasense, 982. NATANSON, lost-Laruevaigulenda. Triunfo de- rrotas de los gobiernos de Argentina, Sasi Bova Venezuela, Chile, ruguayy Ecuader Buenos Aires, Debate, 2005, URDAPILETA, Marco: “Dafa Barbara, una lectura de la barbarie americana’, en Contribuctones des- de Coatepee, N° 3, Toluca, Universidad Auténorna del Estado de México, julio-diciembre 2002, ‘UBIETA, Ana. Maria: La belleza y Ja violencia. E1 ‘cuerpo en a hteratwra argentina, on Coleccion ta ada NP La Plata, Facultad de Bellas Artes, Uni versidad Nacional de La Pata, 2009

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