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1 La Pascua fue instituida por orden de Dios, y fue celebrada por primera vez en el
año 1495 antes de nuestra era, en la noche anterior al éxodo hebreo del país de
Egipto, durante el plenilunio del día catorce del mes de Abib, posteriormente
denominado Nisan. Dios dijo entonces a Moisés: “Este día tiene que ser para vosotros
un memorial. Durante todas vuestras generaciones debéis celebrar para Yahúh una
conmemoración. Debéis celebrarla por decreto perpetuo ... Sucederá que cuando
entréis a la tierra que según su palabra, Yahúh os entrega, seguiréis observando esta
celebración; y ocurrirá que cuando vuestros hijos os pregunten: ‘¿Que significa esta
celebración para vosotros ?’ Vosotros les diréis: ‘Es el sacrificio del Pesaj para
Yahúh, que pasó por alto las casas de los hijos de Israel cuando golpeó a Egipto.
Entonces fueron protegidas nuestras casas …’”. (Éxodo 12:14, 17…20, 24…27)
Desde aquella primera vez, la Pascua o Pesaj se ha celebrado año tras año.
2 De acuerdo con las instrucciones divinas, en el día décimo del mes de Abib, cada
familia tenía que procurarse un cordero macho de un año, y conservarlo hasta el día
catorce; entonces, entre las dos tardes y cuidando de no romperle ningún hueso,
tenían que inmolarlo y señalar con su sangre, el marco de la puerta de sus casas.
Después de asar el cordero, tenían que comerlo aquella misma noche, junto con
panes ácimos y hierbas amargas, y hacerlo “apresuradamente”; “con la cintura ceñida,
los pies calzados y el cayado en la mano”. Si las personas de una familia no bastaban
para consumirlo todo, podían compartirlo con otras familias, y cualquier resto del
cordero tenía que ser completamente quemado antes del amanecer. (Éxodo 12:3…
11)
3 A Moisés se le dijo: “Debéis guardarlo hasta el día catorce del mes, entonces,
entre las dos tardes, toda la congregación de Israel debe inmolarlo”. (Éxodo 12:6)
Los Hebreos contaban los días de atardecer en atardecer, de este modo, tras la
puesta de sol del día trece, comenzaba el día catorce; este era el primer atardecer. El
segundo atardecer era cuando a la puesta de sol del día catorce, comenzaba el día
quince. El día catorce ocupaba por tanto, el período que mediaba entre las dos tardes.
Cambios y preparativos
7 La cena de la Pascua se celebraba al inicio del primer día de la fiesta de los panes
no fermentados, la solemne fiesta que duraba siete días, es decir, del 15 al 21 del mes
de Nisan. Eusebio de Cesárea, historiador cristiano que vivió entre los siglos III y IV,
argumenta: “... tampoco el Salvador celebró la Pascua con los judíos … Ellos
celebraron la Parasceve (la preparación del cordero) en el día en que el Salvador
sufrió su pasión …” y “… no comieron la Pascua aquella tarde, porque si la hubiesen
comido, se hubiesen abstenido de perseguirle (por respeto a las purificaciones previas
a la Pascua) Inmediatamente después de haberle prendido lo condujeron a casa de
Caifás, donde paso la noche, y al hacerse de día, se reunieron y lo juzgaron por
primera vez. Tras esto se levantaron, y junto con la muchedumbre, lo condujeron ante
Pilatos. Pero dice la Escritura que ellos no entraron al Pretorio para no contaminarse,
cómo creían, bajo un techo pagano ... y poder comer la Pascua aquel mismo
anochecer … sin embargo nuestro Salvador había celebrado aquella fiesta tan
deseada por él, no entonces, (puesto que murió aquella misma tarde) si no el día
anterior, sentado a la mesa con sus discípulos”. (De Solemnitate Paschali, Eusebio
de Cesárea)
Es conveniente tener esto presente, porque algunos traducen esta declaración del
apóstol Mateo: “Têi de prôtê tôn azumôn prosêlthon hoi mathêtai tôi Iêsou legontes,
Pou theleis hetoimasômen soi fagein to pascha?” como: “El primer día de los ácimos
se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Qué lugar quieres que te
preparemos para comer la Pascua?” (Mateo 26:17) Y alegan que estas palabras
contradicen el relato del apóstol Juan. Ahora bien, la palabra “prôtê”, nominativo de
“prôtos”, precede al artículo genitivo “tôn” y al sustantivo genitivo “azumôn”, de
manera que la traducción literal es “en el anterior de los ácimos ...” “Prôtê” no se
refiere aquí a un numero ordinal, (primero, segundo, etc.) indica una precedencia,
(anterior, precedente, antes, preliminar, etc.) y por este motivo la frase debe traducirse:
“En el día anterior a los ácimos ...”, cosa que coincide con el relato de Juan y los
versículos 1:15 y 30 de su evangelio, donde la frase “hoti prôtos mou ên” se vierte
como: “era antes que yo”. Las traducciones pueden ser ambiguas, sin embargo, en el
texto griego original se comprende con claridad que las palabras de Mateo 26:17 se
refieren explícitamente al día anterior a la Pascua.
8 Como explica el apóstol Juan antes de la Pascua, o sea antes del día 15 de Nisan,
“llevaron a Jesús desde la casa de Caifás hasta el pretorio. Era ya de madrugada y
ellos (los judíos) no entraron en el pretorio para no quedar contaminados y poder así
comer la Pascua”. (Juan 18:28) Después de esto, dice: “en el día de la parasceve, (o
preparación) hacia la hora sexta, (mediodía) Pilatos dijo a los judíos: ‘Aquí tenéis a
vuestro Rey’”. (Juan 19:14) La palabra ‘parasceve’ que proviene de la palabra griega
'paraskeuê', se traduce 'preparación' y se refiere exclusivamente al día catorce de
Nisan, en el que se preparaba el Pesaj o cordero. En el transcurso de aquel catorce de
Nisán, Jesús fue condenado y ejecutado, muriendo a la hora nona, o sea, a las tres de
la tarde, mientras los judíos sacrificaban y preparaban el cordero que tras la puesta del
sol, comerían al inicio del día quince de Nisán.
Verdaderamente Jesús, el Cordero de Dios, cumplió con el sacrificio que la
celebración de la Pascua simbolizaba, tal como lo había declarado a sus seguidores
diciendo: “No creáis que he venido para destruir la Ley y los Profetas; no he venido a
destruirlos si no a cumplirlos”. (Mateo 5:17)
9 Puesto que los evangelistas relatan solamente los nuevos hechos que en aquella
última Pascua de Jesús sucedieron, la sobriedad de sus relatos podría hacer surgir en
quienes hoy los leen, preguntas con respecto a un ritual que celebrado año tras año,
se omite por conocido. Es por tanto oportuno tratar de reconstruir el ambiente y la
historia con la mayor precisión posible, examinando los textos que dan a conocer la
vida religiosa de los hebreos al comienzo de la era Cristiana, ya que pueden por
reflejo, iluminar la figura de Jesús.
Las normas religiosas y civiles se registran en la Mishnah, en el tratado de la
Pascua llamado Pesahim y en particular, en su anexo Tosefta y un texto interpretativo
denominado Sifrè. En ellos se halla la descripción de un banquete pascual redactado
en el primer siglo de nuestra era, por lo que puede proporcionar un marco a los relatos
evangélicos, y describir las costumbres que Jesús y sus discípulos debían observar en
la celebración de la Pascua.
10 El banquete pascual de los judíos que es llamado Seder del Pesaj o Reglamento
de la Pascua, era al principio de la era cristiana similar al actual, exceptuando algunas
anexiones poco relevantes, realizadas durante el transcurso de los siglos. En síntesis,
se pronuncia la oración sobre la primera copa de vino, como lo hizo Jesús cuando
“recibiendo una copa, después de dar las gracias, dijo: 'Tomad esto y repartidlo entre
vosotros'“. (Lucas 22:17...18) Tras esto, se colocan ante el principal del banquete o el
cabeza de familia, los alimentos requeridos para la ocasión, entre los que está el pan
sin levadura o masah. Sobre el pan ácimo se pronuncia la bendición del pan,
entonces el principal come de él y lo reparte a todos los comensales. Después de
comer, el participante más joven debe interrogar al cabeza de familia con respecto al
sentido de la noche de la Pascua, en la que solo se come pan ácimo, hierbas amargas
y carne de cordero asada. Esta pregunta introduce la explicación del significado de
esta festividad dispuesta por Yahúh, y al acabarla, el cabeza de familia dice: “Digamos
pues ante Él: ¡Alleluyah!”. Con estas palabras se inicia la primera parte de los salmos
de alabanza llamados Hallel, que son los salmos 113 y 114, y se dan luego las
gracias por los alimentos recibidos. Hacia el final de la comida, se bendice la última
copa de vino, la de mayor solemnidad; aquella de la que los judíos decían que el único
merecedor de bendecirla era David, atribuyéndole con esto un sentido mesiánico.
Tras la última de las cuatro copas rituales, los judíos llenan una copa destinada al
profeta Elías de la que nadie bebe y seguidamente se entonan los salmos 115 al 118,
probablemente los que fueron cantados por Jesús y sus apóstoles al final de la
celebración de la cena, puesto que la Escritura dice que “después de haber cantado
los salmos, salieron hacia el Monte de los Olivos”. (Mateo 26:30)
11 Aún hoy en día, se reserva una silla y en la mesa se coloca una copa de vino que
no puede ser bebida “hasta el retorno del profeta Elías”. Antes de que la celebración
termine, el cabeza de familia insta al más joven a que abra la puerta para ver si Elías
ha retornado y tras su respuesta negativa, llega el momento de concluir el Seder. Y es
que los Hebreos siguen esperando el cumplimiento de estas palabras de Malaquías:
“He aquí que antes de la llegada del Día de Yahúh, grande y terrible, os envío al
profeta Elías; él hará entonces volver el corazón de los padres hacia los hijos y el de
los hijos hacia sus padres, para evitar que llegue y golpee la tierra con un exterminio”.
(Malaquías 4:5...6) Basándose en este versículo, profesan que Elías volverá antes de
la llegada del Mesías, y creen que esto sucederá en la noche de la Pascua; por este
motivo preparan su copa año tras año, y después de comprobar su ausencia, la
derraman sin beberla.
La Tosephta especifica que después de esto, debe recitarse el versículo que dice:
“Bendito aquel que viene en el nombre del SEÑOR”, (Salmo 118:26) expresando el
deseo de la llegada del Mesías y de su salvación. Y todo concluye con un canto de
alabanza al Dios que redime a su pueblo.
12 En la noche de su última cena pascual con los apóstoles, Jesús instituyo una
nueva celebración, la Conmemoración de su Muerte y la inauguración de un Pacto
Nuevo. Dice la Escritura que entonces “tomó un pan, dio las gracias, lo partió y se lo
entregó diciendo: 'Esto significa mi cuerpo que es entregado en favor vuestro. Seguid
haciendo esto en recuerdo de mí. Y del mismo modo, el cáliz después de haber
cenado, diciendo: 'Este cáliz significa el Nuevo Pacto en virtud de mi sangre, que
derramo en favor vuestro'“. (Lucas 22:19...20)
Pero ¿Sustituye esta conmemoración a la de la Pascua? No es así en absoluto.
Después de la celebración de la primera Pascua en Egipto, Yahúh estableció en el
Monte Sinaí, un Pacto con Israel mediado por Moisés y ratificado con sangre. Dice la
Escritura que cuando el pueblo lo aceptó diciendo: “'Haremos todas las cosas que
Yahúh nos ha dicho, y obedeceremos'. Moisés tomó la sangre y rociándola sobre el
pueblo, dijo: “Esta es la sangre del pacto que, en conformidad con todas estas
palabras, Yahúh hace con vosotros”. (Éxodo 24:7...8) Ahora bien, la constitución de
aquel Pacto no abolió el significado y el valor de aquella primera Pascua y tampoco la
constitución del Pacto Nuevo mediado por Jesús y ratificado con su sangre, abolió el
sentido de la Pascua eterna de Yahúh.
14 En la última Pascua de su vida como hombre, Jesús dijo a los apóstoles: “He
deseado intensamente comer esta Pascua con vosotros antes de sufrir, porque os
digo que ya no volveré a comerla hasta que se cumpla en el Reino de Dios”. (Lucas
22:15...16) Sus palabras dan a entender que la celebración de la Pascua debe
permanecer como un recordatorio eterno de la liberación proporcionada a la
humanidad, como Yahúh declaró a través de Moisés, cuando dijo a su pueblo: “Este
día tiene que ser para vosotros un memorial. Durante todas vuestras generaciones
tenéis que celebrar a Yahúh una conmemoración. Debéis celebrarla por decreto
perpetuo ... Sucederá que cuando entréis en la tierra que Yahúh os entrega según
su palabra, seguiréis observando esta celebración”. (Éxodo 12:14 y 25)
Este mandato se proyectó más allá de la liberación de Israel y del cumplimiento de
la promesa con respecto a la tierra prometida, y se proyecta más allá de la liberación
de su pueblo y del cumplimiento de la promesa con respecto a los nuevos cielos y la
nueva Tierra; por esto dice Jesús: “ya no volveré a comerla hasta que se cumpla en
el Reino de Dios”.
16 En armonía con esto, durante los dos primeros siglos, los discípulos de Cristo
celebraban las dos conmemoraciones por separado, como lo refieren los escritores
cristianos de aquel tiempo. En el año 165, sesenta y cinco años después de la muerte
de Juan, el apologista conocido como Justino Mártir, describe el modo en que se
realizaban las reuniones de congregación y dice en el libro 67º de su Apología: “... en
el día llamado ‘del sol’ (el primer día de la semana, más tarde llamado Día del Señor o
Domingo) todos los que habitan en las ciudades o en los campos se reúnen en un
mismo lugar, y se leen las cartas de los apóstoles o las escrituras de los Profetas
mientras el tiempo lo permite. Luego, cuando el lector ha acabado, aquel que preside
exhorta e incita de palabra a la imitación de estas cosas excelsas. Después, todos nos
levantamos y oramos, y … cuando terminamos de orar, se presentan el pan y el vino
… y el que preside alza una oración y acción de gracias y todos concuerdan diciendo
'Amen'. Se distribuye entonces a cada uno ... y por medio de los diáconos, se envía a
los ausentes”.
17 Esta descripción concuerda con las palabras de Lucas, que escribe: “después de
los días de los Ácimos, nos embarcamos en Filipos, y al cabo de cinco días nos
unimos a ellos (a los discípulos que se habían adelantado y les esperaban) en Tróada,
donde pasamos siete días. En el primer día de la semana, estando nosotros
reunidos para la fracción del pan, (klasai arton)1 Pablo conversaba con ellos, y
como tenía que partir al día siguiente, prolongó la conversación hasta medianoche”.
(Hechos 20:6..7) Con las palabras “reunidos para la fracción del pan”, Lucas alude
a la celebración de la cena del Señor, lo mismo que Pablo cuando escribe: “La copa
de la bendición que nosotros bendecimos ¿No es una participación en la sangre de
Cristo? Y el pan que nosotros partimos (arton hon klômen)1 ¿No es una comunión
con el cuerpo de Cristo? Porque solo hay un pan, y nosotros que somos muchos, al
participar todos de un mismo pan, hacemos todos parte de un mismo cuerpo”.
(1Corintios 10:16…17)
Todas estas cosas confirman el hecho de que cada semana, los discípulos de
Jesús celebraban la cena del Señor al final de la reunión de estudio y consideración de
las Escrituras, y sirven de orientación y de modelo para la reunión semanal de los que
desean hoy conocer y profesar la enseñanza de Cristo y de los apóstoles, para “adorar
al Padre en espíritu y con la verdad”. (Juan 4:23)
Dice la Escritura que “Cristo es el mismo ayer, hoy y para siempre, de manera
que no os dejéis desviar por historias y enseñanzas diferentes”. (Hebreos 13:8...9)
1
(klasai y klômen son tiempos del verbo klaô, que significa partir, trocear)
18 A finales del segundo siglo, las iglesias del Asia Menor, de la Siria y de la Cilicia,
celebraban la Pascua como aniversario de la muerte de Jesús, en cualquiera de los
días de la semana en que el catorce de Nisan cayese, (Pascua cuartodecimana)
mientras las iglesias que estaban bajo la guía de Roma, la festejaban en el Domingo
sucesivo como la fiesta de la Resurrección.
Estas diferentes prácticas que se deben a distintas interpretaciones del sentido de
la Pascua, dieron origen a controversias que estuvieron a punto de dividir la Iglesia. El
sentido de la Pascua cuartodecimana está profundamente anclado en el de la judaica,
solamente sustituye el sacrificio del cordero por el sacrificio de Jesús, el cordero de
Dios, mientras que la Pascua dominical enfatiza el sentido de la resurrección de Cristo.
Ahora bien, la Pascua cristiana más antigua es la que se celebra el día catorce de
Nisan y corresponde al Pesaj judaico que la precedió, simbolizándola, mientras que
la fiesta dominical pertenece a una etapa posterior y obedece a la voluntad de
desligarse del judaísmo y de reemplazar con la fiesta de la resurrección de Cristo, las
tradicionales fiestas que los pueblos celebraban al inicio de la Primavera.
Este contumaz deseo de separarse de la tradición hebraica, provocó en la
Cristiandad la pérdida de una imagen simbólica verdaderamente significativa para los
seguidores de Cristo: la de su sacrificio en la tarde del catorce de Nisán, como el
Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, al tiempo que en Israel se
sacrificaba aquel cordero de la cena pascual, que durante siglos le había prefigurado.
20 Policarpo, que nació alrededor del el año 69 y murió en el año 155, fue uno de los
defensores de la Pascua cuartodecimana y alrededor del año 96, fue nombrado
epíscopo de la congregación de Esmirna por el apóstol Juan, que por aquel tiempo
escribió el libro del Apocalipsis. Es pues interesante considerar que estas palabras de
Jesús podían ir dirigidas a él: “Escríbele al mensajero de la congregación de Esmirna:
Esto es lo que dice aquel que comenzó y que concluirá, aquel que murió y que ahora
vive. 'Aunque sé de tu tribulación y de tu pobreza, eres rico. También conozco las
calumnias de los que se declaran judíos y son solamente una sinagoga de Satanás.
Tú no sientas temor por las cosas que estás a punto de sufrir, porque el Diablo echará
en prisión a algunos de los vuestros para poneros a prueba y seréis afligidos durante
diez días. Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. El que esté despierto,
preste atención a lo que se hace saber a las congregaciones mediante el espíritu,
porque aquel que venza no será dañado por la segunda muerte'“. (Apocalipsis
3:8...11)
Refiere Ireneo, discípulo de Policarpo, que entorno al año 154, Policarpo ya
anciano, viajó a Roma para convencer al epíscopo Aniceto de que la fecha de la
Pascua era en realidad, el día 14 de Nisan y que tenía que ser la misma en toda la
Iglesia. Policarpo sostuvo su argumento con las enseñanzas del apóstol Juan,
mientras que Aniceto solo pudo recurrir a la fidelidad que debía a sus predecesores en
el cargo. Citando a Ireneo, Eusebio escribe: “Aniceto no pudo persuadir a Policarpo
de que no observase aquella fecha por el hecho de haberla observado con el apóstol
Juan, discípulo del Señor, y los demás apóstoles con los que había vivido, y Policarpo
no persuadió a Aniceto de que la observase, pues decía que debía mantener las
costumbres de los presbíteros antecesores suyos”. (Historia Eclesiástica; libro V,
24,16)
Casi dos siglos más tarde, en el año 325 y tras haber consolidado su poder
temporal en tiempos del emperador Constantino, la Iglesia romana ratificó en el
Concilio de Nicea, la celebración de la mistificada Pascua de la Cristiandad, en la
aleatoria fecha del Domingo sucesivo al primer plenilunio después del equinoccio de
Primavera del 21 de Marzo.