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PSYKHE- Vol. 3,N*2, 1994 Caminos en la biisqueda de ayuda psicolégica MARIANE KRAUSE J.* RODRIGO URIBE B.* MARIA INES WINKLER M.*** CECILIA AVENDANO B.**** Resumen En este articulo se presenta un andlisistedrico-empirico de los procesos decisionales y de bisqueda previos al comienzo de una relacién de ayuda psicolégica. Los elementos tedri- cos provienen de diversas fuentes, como son los modelos de bisqueda de ayuda, el concepto de crisis y el andlisis de la “socializacién de pacientes”. Entre los antecedentes empiricos se incluyen datos sobre primeras consultas y derivaciones, ademas de fos resultados de dos inyestigaciones cualitativas, una realicada en Berlin-Alemania! y otra en Santiago de Chi- le2. Dichos estudios cualtativos recogen la perspectiva de personas que estén buscando ayuda, las cuales fueron entrevistadas. La organizacién del presente trabajo en diferentes tapas de la bisqueda de ayuda y la estructuracién interna de cada una de estas etapas std dada primordialmente por los hallazgos de los estudios empiricos cualitativos. Abstract This paper presents an analysis of the help-seeking and decisional processes of individuals previous to their engagement in a psychological helping relationship. The analysis is both theoretical and empirical. The theoretical elements are drawn from models of help-seeking behavior, crisis theory and the analysis of “patients socialization”. The empirical data analyzed include information of the first consultation and referrals, as well as the results of two qualitative studies; one carried out in Berlin-Germany! and the other in Santiago-Chi- Ie. These studies analyzed the perspective of those who are seeking help, and the data were collected through personal interviews. The organization of this paper follows the different stages of the help-seeking process. The the structure of these stages is mainly due to the findings of the qualitative empirical studies analyzed. INTRODUCCION: Fonts Universidad Casi de Chie, Duce: FASES EN LA BUSQUEDA DE WVieut ackenna 4860, Saniago-Chile. Fax: 562: ‘AYUDA PSICOLOGICA SS5u0e2 Email mance ase pact Fela: mee as Amc 5, 1 Pa Sango. La psicoterapia podria entenderse como un ces (pola en Imaginera Afeiva Guia) Pee eats icaisein Gomveridea de Sex, proceso dialéctico en el cual, por un lado, se en- Digan Eeador 2080, Sepo.Sen- cuentran modelos y paradigmas de carécter ge- Paetloge (MA en Ciencias de Psicologia cia) Pro. "eFal ys por otro, Ia préctica terapéutica y la vi- {erora Excucls de Psologin, Ponti Universidad Vencia particular de los implicados en ella. Como Gatlica de Chie Diecciy:Viewta Macken 4860. ha mostrado la investigacién en psicoterapia gach ‘financiada por el D.A.A.D. y realizada (Tschuschke & Czogalik, 1990), cada uno de es- faire fs anos 1988 9 1681 con e pauoea dela (0s aspectos interacluantes se rige por su propia Unlversad Ute de Bet, sveridad ibe de Bete cyt, proyecto l6eiea, en el sentido que uno no es unfvocamente Nr To20700,acaente on cao. inferible a partir del otro. an KRAUSE, URIBE, WINKLER y AVENDARO Una de las consecuencias de esta situacién es que los modelos tedricos no han podido dar cuen- ta en forma acabada de lo que acontece en el Ambito de la préctica. Asi, los resultados de la préctica no se pueden entender suficientemente a Ja luz de tos planteamientos de las teorias tera- péuticas. Ello ha significado que, a pesar que se supone una interacciGn, los mbitos implicados no se han podido nutrir mutuamente, egéndose al conocido impasse de Ia investigacién en psicoterapia (Grawe, 1988). Como una alternativa de superacién de este ditema, han surgido intentos por construir mode- os te6ricos a partir de la experiencia préctica de Jos involucrados, con la esperanza de iluminar las. especificidades del proceso terapéutico y de sus resultados. Los estudios que abordan el problema desde Ia perspectiva sefialada (Marmar, 1990; Krause Jacob, 1992a), con frecuencia enfocan la psicoterapia como un proceso que comprende di- ferentes momentos o etapas, incluyéndose on esta secuencia la situacién que antecede el momento de la consulta misma. Esta iltima, conceptualiza- da como “busqueda de ayuda”, es el t6pico abor- dado en el presente trabajo. En la bdsqueda y en la utilizacién de ayuda profesional se pueden distinguir bésicamente dos fases. La primera de ellas se refiere a la decisi¢n de pedir ayuda profesional, en la cual el ee cen- tral es la conffontacién del futuro paciente con sus propios Ifmites, confrontacién que desemboca cen el reconocimiento de su necesidad de ayuda. La segunda fase es la biisqueda de una institu: cin o persona “competente” (que se haga cargo © responsable de la atencidn), que comprende el proceso de bisqueda de ayuda hasta e! momento fen que el usuario llega a tomar contacto con un profesional que “lo tome a su cargo”, es decir, que se declare competente y dispuesto a asumir su tratamiento (Krause Jacob, 1992b). Estas dos fases dan Ia estructura basica al presente trabajo, presentndose para cada una de ella los resulta- dos empiticos de los estudios realizados en Ale- mania y Chile. METODOLOGIA DE LOS ESTUDIOS EMPIRICOS PRESENTADOS. En ambos estudios se utilizé una metodologta de investigacién cualitativa, tanto en la recolec- ccién como en el anilisis de los datos. En el estu- ‘Marinar (1990) se refiee al proceso terapéutico y Krause Jacob (19922), a estudio cualtavo sobre el cambio, 212 ‘OCTUBRE 1994 dio Hlevado a cabo en Alemania se realizaron 41 enirevistas a 19 personas que habfan tenido expe- riencia psicoterapéutica o bien habsan tomado la decisién de pedir ayuda psicol6gica, més un total de 16 entrevistas a sus respectivos terapeutas. En el estudio chileno se ha entrevistado a la fecha a 14 personas en forma individual y a 13 en forma sgrupal. Ademés, se han realizado dos reuniones de intercambio de informacién con siete de los terapeutas implicados, Las muestras de Ios estudios difieren en cuan- to.a su amplitud, En el estudio realizado en Ale- ‘mania se incluy6 a personas de diferentes niveles socioeconsmicos (bajo, medio y medio-alto); en cambio, en el estudio que se realiza en Chile Ia muestra incluye exclusivamente personas de ni vel sociaeconémico bajo. Esta diferencia se plas- ‘ma en algunos resultados y seré discutida en rela- cidn a éstos. En ambos estudios se realizaron entrevistas semiestructuradas de 30 a 120 minutos de dura- cién, dependiendo Ia duracién sobre todo de la experiencia del entrevistado en relacién a Ja ayu- da psicol6gica. Las entrevistas se llevaron a cabo en forma tal que garantizaran un méximo de “contenidos narrativos” (Schitze, 1983), espe- cialmente en las teméticas referidas a experien- cias pasadas. Estos contenidos narrativos presen- tan el menor grado de distorsién posible dentro de las posibilidades que ofrecen entrevistas re- trospectivas (op. cit). En algunos casos, la bis- ‘queda de ayuda tuvo que ser reconstruida retros- pectivamente por los entrevistados; en otros, ccorrespondia a la etapa actualmente vivida, Las entrevistas fueron grabadas y luego trans- critas en forma textual. Los andlisis se reatizaron siguiendo las procedimientos de la escuela meto- dolégica denominada Grounded Theory (Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1991). Du- ante esta etapa se “triangularon” (Flick, 1990) los datos retrospectivos sobre busqueda de ayuda con los correspondientes a bisquedas de ayuda actuales, a fin de considerar los diferentes tipos de “sesgo reconstructivo” en el anlisis. Los resultados obtenidos son de tipo descripti ‘o-interpretativo y, en ambos casos, correspon den s6lo a una de las etapas abordadas por las Investigaciones, puesto que en éstas se abarca todo el proceso terapéutico y, ademas, se estu- dian las representaciones de la ayuda psicol6gica en personas que no han recibido dicha ayuda. + Bae estudio a vou.3 2 LA DECISION DE BUSCAR AYUDA PROFESIONAL Antecedentes teéricos y empiricos Se ha intentado explicar el proceso decisional involucrado en la basqueda de ayuda a través de Ia construecién de modelos que incluyen diferen- tes fases. Uno de estos modelos es el de Siegrist (21984), quien distingue cuatro etapas de la toma de decisién frente a un sintoma percibido: la pri- mera, en la cual se buscarfa mantener el transcur- so de Ia vida en forma inalterada y que probable- mente leve a la automedicacién; la segunda, en Ja que se toma la decisi6n de comunicar el pro- blema a personas cercanas; la tercera, en la que se busca ayuda no-profesional; y la cuarta, en la que se decide pedir ayuda profesional (mnédica 0 psicol6gica). Otro modelo de biésqueda de ayuda es el for- mulado por Dorner (1975), quien describe cinco cstadios para “llegar a convertirse en paciente”. El primero, denominado “algo anda mal” o la ex- periencia del sintoma, y el segundo, al que Hamé “estoy enfermo” o la aceptacién del rol de enfer~ ‘mo, corresponden espectficamente a lo que en el presente trabajo se entiende por decision de pedir ayuda. En el tercer estadio (“tengo que ir al médi- co” 0 el diagnéstico médico como definicién) esta decision ya esta tomada, Los estadios cuarto 'y quinto corresponden a diferentes momentos de Ta relacién de ayuda ya comenzada. Resulta evidente que ambos modelos descritos provienen de una perspectiva médica, por 1o cual su aplicacién al tema aquf tratado, “la baisqueda de ayuda psicolégica”, ser necesariamente s6lo parcial. Una perspectiva distinta sobre 1a decisi6n de pedir ayuda profesional la constituye el concepto de crisis. Este concepto, desarrollado inicialmen- te por Caplan (1964), pone un mayor énfasis en Ja relacign de la persona con su medio ambiente, ‘Sin embargo, enfoca més la necesidad de ayuda ‘que Ta busqueda de ésta, por Io que su ajuste al tema analizado también resulta sélo parcial. Dicho autor describe cuatro fases en el desa- rrollo de una crisis. La primera, caracterizada por tuna abrupta pérdida del equilibrio y aumento de Ia tensi6n, se debe a uno 0 varios acontecimien- tos estresantes vividos por la persona, que la lle- ‘van a ensayar las tScnicas habituales de solucién de problemas. En Ia segunda fase la persona per- ‘eibe Ia imposibilidad de superar Ia situacidn debi- do a que el estimulo persiste. En la tervera fase se ponen en movimiento las reservas internas, pu- diendo la persona redefinir el problema, resignar- CCAMIOS EN LA BUSQUEDA DE AYUDA PSICOLOGICA ‘se 0 abandonar ciertos aspectos de las metas tra~ zadas, por considerarlos inaleanzables. Si el pro- blema persiste, se llega a la cuarta etapa, en la ‘cual aumenta Ta tensidn y se produce una desor- ganizaciGn més grave o crisis. Resultados de los estudios cualitativos La decisién de buscar ayuda profesional, ana- lizada a partir de la experiencia de las personas centrevistadas en Ios estudios que se presentan, es zgatillada -en todos los casos chilenos y 1a mayor roporcién de los alemanes— por una situacién de crisis. Sin embargo, en algunos casos ~exclusiva- mente alemanes~ la decisiOn surgi6 de una situa- ‘cidn que no presentaba estas caracteristicas. A fin de dar cuenta de ambas situaciones, se concep- tualizé el momento previo a la buisqueda de ayu- da del modo descrito a continuacién Los datos empiricos acerca de la decisién de buscar ayuda profesional muestran que ésta es procedida por una carga psicol6gica creciente, que se plasma en el aumento de los problemas, ‘rastornos o sintomas. Dicha carga, por una parte, pone cn juego la resistencia emocional ~sub- jetivamente vivenciada~ y, por otra, Heva a la bisqueda de recursos de superacién del proble- ‘ma, tanto propios como externos. Es posible, entonces, distinguir entre dos procesos inter factuantes que corren paralelos pero cuyo entrela- zamiento se diferencia en el nivel individual. La decisién de recurrir a la ayuda profesional impli- cca haber alcanzado los Ifmites de los recursos de autoayuda, Esto mismo, sin embargo, no es vali do para Ia carga emocional, pues no toda baisque- da de ayuda implica haber egado a los limites subjetivos~ de resistencia personal. Es decir, luna persona puede recurrir a la ayuda externa an- tes de llegar a los limites de su “resistencia”, otra lo hard en el momento culminante de una crisis y ‘una tercera no Io har nunca y quizés llegue a un intento de suicidio’. ‘Cuando la confrontaci6n con los propios Iimi- tes acontece simultdneamente en ambos procesos arriba descritos, podemos hablar de etisis y esta- ‘mos frente a una situacién antecedente tipica de [Ente eatrelazamiento diferenciado de ambos ‘ed relacionado con muchas condiciones generaes. Al funas de Estas son conocidas, como cl género sexual: ls Inujeres busean ayuda extema "nds temprano™ gue Tos hombres Zit Wiegland, Schmidt-Maushar, Lesner & Cooper, 1978), 0 la pertenencia 2 un nivel social: 1s personas pertenccientes ala close media buscan ayuda Ener que lat pertenocience a las clases bajas (Krause Sacob, 19826). 213 KRAUSE, URIBE, WINKLER y AVENDANO Ja baisqueda de ayuda. Esto se observa tanto en el estudio chileno como en el alemén, Definida desde su propia perspectiva, una per- sona en crisis es alguien que ya no sabe qué ha- cer. Es quien ha Ilegado a los ifmites de su “capa- cidad de resistencia emocional”. Pero, ademas, tione tras de sf varios intentos de autoayuda y ha Megado al limite de sus propios recursos. Se en- Cuentra, por lo tanto, en un estado agudo de nece- sidad de ayuda, tanto en relacién con su capaci- dad de resistencia como respecto de sus recursos para la superacién del problema, El caso del Sr. F ~del estudio en Alemania puede ejemplificar esta situacién: EI Se. F no tenfa experiencia previa con ayuda profesional. Unos meses antes de la entrevista ccay6 en una crisis. Fue tratado en forma ambulatoria en un “Centro de Intervencidn en Crisis" (C.LS.C) y a continuacién comenz6 una terapia. En la entrevista relata Ia crisis gue lo Nev6 al CLS, *Y buenola cosa duraba ya..dos meses y..me sent muy mal..en la noche, .y fui alos prime- 10s ausilis..Jo pensé que me moria. Tenia el ulso muy rdpido, yo..pensé, quizds no muero, ero perderé el conocimiento, 0 perderé la razén..j.vella me revisé y..y0 siempre tenia miedo que me pudiera pasar algo..y entonces ‘me dio esta direccién del centro de intervencién en crisis”. (Extracto de la primera enteevista ‘cone! Sr. F, Alemania, p. 19). La Sra. M, perteneciente a 1a muestra del estu- dio chileno, quien tampoco habja tenido expe- riencia de ayuda profesional previa, también con- sulta a rafz.de una situacién de crisis, Su problema habfa comenzado a los 17 aftos de edad pero entonces lo habia solucionado a trae vés de la automedicacién, Sin embargo, legé a ‘un momento en el cual Sus problemas -y la ‘carga implicada por éstos~ se acumlaron, Me gando al exiremo de gatillar una crisis por la ‘cual leg6 a un centro de atencién médica de curgencia: “Bueno, yo como que de repente ast (..) empe- € con un ardor al estémago, igual cuando te estan quemando, ast: y de repente me dio mie: do, dije, a 10 mejor por esto me voy a mori, () y empecé a pensar en eso, que yo me iba a ‘morir,y ahi me vino, mejor dicho, fue pura ten- sién nerviosa, porque los mismos nervios, me~ jor dicho, me hacian saltar en ta cama, no me podia calmar, y me lievaron al consultorio. A imi me dio esa sensacin, que yo me tha a mori, ¥ fue es0 lo que a mf me tomé los nervios. ¥ ‘mucha acumulacién, muchos afios pasando, me- Jor dicho, rabias, eh, cosas asi". ( Sra. M, Chi- le, pérrafo 7) 24 ‘ocTuaRE 1984 Los ejemplos anteriores se pueden comparar ‘con otras situaciones en las que la persona ha tomado la decisién de pedir ayuda, habiendo lle- ‘gado a los limites de sus recursos propios pero no Jos limites de su resistencia emocional. Quizés desee cambiar y sabe que sola no puede y que necesita de ayuda externa; también se encuentra ‘en un estado de tensién emocional pero no ha Hegado al limite de su resistencia, Tal situacién se puede observar en algunos de los entrevistados del estudio realizado en Alemania, los que, sin estar en una situacién de crisis aguda, han decidi- do pedir ayuda profesional. Este es el caso de la Sra. A: La Sra. A no tiene experiencia previa con ayuda profesional, pero hace poco decidié someterse a una terapia’ En la entrevista se le pregunta acer- cea de esta decisin, la cual es fundamentada por ella a través de la exposicién de sus objetivos Estos incluyen la modificacién de sus reaceio- nies emocionales y el desarrollo de mayor auto- ‘noma y asertividad: ‘Hmnm..st, la esperanza que yo tengo eo ser dominada tan fuertemente por mis miedos,.. que yo en ciertas sitaciones- aprenda a per ‘manecer tranguila, a no caer tan fécilmente en anico”. "Y que aprenda a satisfacer mis nece- sidades y mis deseos de vivir realmente. Yo ten- 0 a veces la sensaciOn que mi vida es maneja- dda desde fuera y que en absoluto vivo por mi misma. Que yo, muy a menudo, reacciono en vez de accionar. Todo .. siempre se me escapa entre los dedos, y yo de alguna manera nunca ogro controlar ias cosas ni realmente realizar ‘mis metas personales”. (Sra. A, Alemania, 7.25), Al comparar estos casos, se puede apreciar ‘que estas tres personas buscan ayuda profesional Porque han legado a los Ifmites de sus propias posibilidades de superacién del problema. No obstante, as dos primeras se diferencian de la tercera en relacién al momento ~dentro del proce- 80 de creciente tensién emocional- en que se en- cuentran. El Sr. Fy Ja Sra, M han legado al Imite de su resistencia emocional (ellos creen que podrfan incluso morir o perder el sentido de realidad). La Sra, A, en cambio, no llega a este limite. Este hecho tiene varias consecuencias: Ia ‘Sra. A adn tiene tiempo para buscar; el St. F y Ia ‘Sra, M perciben que no lo tienen. Ello significa que la primera de estas personas puede proceder més selectivamente que las otras dos en su bus- queda de ayuda. La aguda emergencia que viven el Sr. F y la Sra. M desemboca en una busqueda de ayuda relativamente inespecifica: van a un servicio de primeros auxilios. La Sra A, en cam- vous N'2 bio, tione tiempo para buscar un terapeuta que se adecue a sus concepciones, expectativas y posibi- lidades econdmicas. Ademis, le es posible desa- rrollar objetivos més diferenciados para cl trata- miento que los que pueden generar el Sr. F y la ‘Sra. M, quienes han legado al limite de su resis- tencia emocional. En esta fase de su bisqueda de ayuda, Io imperativo de su agobio les ha impedi- do desarrollar objetivos diferenciados para el tra- tamiento. De este modo, Ia sensacién subjetiva de cerea- nia al propio limite de resistencia emocional con- diciona la selectividad y la precisién en la bis- queda de ayuda y se asocia con la posibilidad de desarrollar objetivos mds o menos diferenciados para la ayuda psicol6gica. En sfntesis, se observa que la situaci6n de cri- es decir, la confrontacién simultdnea con los mites de resistencia emocional y los de auto- ayuda, os un elemento antecedente habitual de la decisién de buscar ayuda profesional, Sin embar- g0, esta situacién presenta excepciones, las que ‘iuestran que el momento de la decisién de bus- car ayuda profesional debe ser conceptualizado como Ia confrontacién con los limites de la autoayuda, que puede 0 no estar asociada a la vivencia de limite de la resistencia emocional ‘Ahora bien, el hecho que muchas personas acu- dan a la ayuda profesional recién cuando su situacién se ha agudizado en ambos sentidos se- falados, se puede interpretar en relaciGn a los re- cursos disponibles en su medio social ~y a sus representaciones sobre éstos-. Esta interpretacién se apoya en el hecho que aquellas personas para las que la biisqueda de ayuda no fue gatillada por una situacién de crisis pertenecen al estrato socioeconémico medio 0 medio-alt, LA BUSQUEDA DE AYUDA PROFESIONAL COMPETENTE Vistos algunos elementos acerca del creciente proceso de agobio en que una persona busca ayu- da profesional, se puede dar paso a la pregunta dénde busca la gente ayuda profesional. Para ello se establecera una distincién entre los sistemas atencionales psicosocial y médico. Antecedentes tedricos y empiricos No es casual que en Jos ejemplos anteriores las personas en crisis acudieran a un servicio de pri- meros auxilios. Buscar ayuda profesional en el sistema atencional médico es habitual, tanto para Tos casos chilenos como los alemanes, en especial ‘CAMINO EN LA BUSQUEDA DE AYUDA PSICOLOGICA ‘cuando estin en una situacién de crisis (aun con problemas definidos como psicoldgicos). Esto coincide con hallazgos de estudios empiricos pre~ En 1967 Guri er al. (en Bergold, 1990) lleva- ron a cabo una investigacién en la que fueron centrevistadas 345 personas que habfan buscado ayuda profesional por problemas personales. A la ‘pregunta referente a dGnde se dirigen las personas que creen estar frente a una “crisis nerviosa”, el 88% de los entrevistados contest6 que ellos irfan al médico, y el 12%, a servicios psicol6gicos 0 no psicolégicos. En un estudio mds actual, Faust (1981) confirma la funci6n de los médicos gene rales como primer Iugar de consulta en caso de problemas psicol6gicos, on especial en estratos socioecon6micos bajos (en estratos medios y al- tos se recurrirfa algo més al neurélogo"). Participan de este fenémeno tanto aspectos in- dividuales como sociales. La conceptualizacién subjetiva individual de los trastornos influye en Ja orientacién de la bisqueda de ayuda pero, igualmonte, existen condiciones sociales que la cenmarcan, En Ias conceptualizaciones individua- les estén contenidas las representaciones sociales do la ayuda profesional construidas hist6rico- culturalmente, La bisqueda de ayuda, por su par- le, se rige por normas sociales compartidas. La asistencia médica tiene una tradici6n histérica ‘mucho més larga que la psicosocial y, por ende, esté més presente como “fuente de ayuda” en las representaciones de las personas que la buscan. Por otra parte, “son més aceptadas socialment las enfermedades corporales que las psiquicas’ (Bergold, 1990, p. 6). Asf, un trastomno psicoléai co con alteraciones somaticas asociadas puede le- gitimar més al consultante que aquel que perma- rece en la esfera de lo psiquico. ‘Todo esto se plasma en las situaciones de eri sis 0 de urgencia: la persona recurre en primer lugar a los recursos sociales més familiares para ella: el médico de urgencia y el servicio de pri- ‘meros auxilios. Pero en situaciones menos agu- das, también son los médicos en estos casos los médicos generales 0 aquellos que se encuentran fen los consultorios~ los profesionales de ayuda is frecuentemente requeridos. No obstante lo anterior, 1os médicos, si bien atienden una proporcién nada despreciable de tastornos psicol6gicos (ZintI-Wiegland ef al, 1978), para muchos futuros pacientes no son el © Los datos de Faust se refiren a “enfermedades psiguicas rts graves" (p. 76), 218 ‘KRAUSE, URIBE, WINKLER y AVENDARO. final sino s6lo el punto de partida de la bisqueda de ayuda, Las personas que han decidido buscar ayuda profesional con frecuencia no legan inme- diatamente a la institucién o persona que se sien- ta “competente” para el tratamiento de sus pro- bblemas oa la que ellos consideren pertinente, Este camino hacia la ayuda competente se puede transformar en un peregrinaje de larga duracién, En relacién a este peregrinaje, resulta esclare- ccedor incluir otro antecedente te6rico-empirico aportado por los estudios de Goffman (1972): ef azar. Dicho autor, quien investig6 a los interna- dos en hospitales psiquidtricos, en especial en re- lacién a su “carrera”, plantea ~ironizando la si- tuacién que si consideramos que “en términos numéricos (..) los enfermos mentales que estin fuera de las elinicas superan a aquellos que Hlegan a las clinicas, se podria creer que estos tltimos no sufren de enfermedades mentales sino més bien de caswalidades” (op. cit p. 135). Pero, a conti- nnuacién, agrega la otra cara de la medalla: “Las ccasualidades en la carrera de un paciente se unen ‘a una segunda caracteristica del camino previo a su internaciOn y que es la cadena de agentes 0 agencias que por golpes del destino y reveses de la fortuna van seffalando su camino desde el status de ciudadano al status de paciente” (op. cit.) Las grandes fluctuaciones en las cifras de deri- vvaciones entre los médicos generales, detectadas por muchos investigadores, son una comproba- cin cuantitativa de la tesis del azar en la “carre- ra” del caso individual, Es sabido que solamente tuna parte de las personas con problemas psicol6- icos es derivada por los médicos generales y ‘que, en relacién a esto, se dan grandes diferencias de un médico a otto. Zintl-Wiegland et al. (1978) proven de evidencias sobre este t6pico. Estos autores recogieron datos sobre derivaciones des- de las consultas de medicina general y compara- ron los diagndsticos de trastornos psiquicos de los médicos generales con los de psiquiatras. Ademés, Hevaron a cabo entrevistas diagnésticas semiestructuradas a los pacientes. Los datos se- fialan que, existiendo un alto porcentaje de perso- nas con problemas psfquicos que son tratadas en medicina general, los médicos generales estiman ‘que slo una parte de este grupo de personas es derivable. En cuanto a los porcentajes de derivacién, cexistirian enormes diferencias entre un médico y ‘otro (op. cit). Esto shtimo coincide con otros es- 7 Teaduccién de los autores 216 OcrUpRE 1994 tudios Dilling, Weyerer & Enders, 1978). Zintl- ‘Wiegland et al. (1978) observaron que las coinci- dencias entre médicos generales y psiquiatras, respecto de la necesidad de derivacidn, eran esca- sas: s6lo en el 2% hubo simultaneidad de ambas partes al proponer un tratamiento psiquidtrico (op. cit. p. 146). Esta gran variacién significa, para el individuo aislado, que “la probabilidad que sea diagnosticado un trastorno psicol6gico e, igualmente, que el paciente sea derivado a un psi- ‘quiatra (..) depende en gran medida del médico ‘general al cual consults” (op. cit, p. 114). Resultados de los estudios cualitatives En esta segunda parte se mostrarin algunos ccaminos tipicos en la bisqueda de la ayuda profe- sional competente y pertinente, los que ponen de relieve algunas caracterfsticas basicas de Ia tra yectoria hacia la ayuda psicolégica. Del mismo modo como lo sefilan los estudios ‘empiricos previos, Ios resultados aqut presenta- dos confirman que son los médicos, y en especial los de urgencia y los médicos generales, quienes reciben las primieras consultas por problemas de ‘ipo psicol6gico. Por lo tanto, el comienzo de la traycctoria de los pacientes que presentan este tipo de problemas depende, en parte importante, de dichos profesionales. Sin embargo, Ia deriva. cidn médica no es el tnico elemento determinan- te del camino de los futuros pacientes hacia el profesional o la institucién que finalmente sera percibida por los involucrados como pertinente. Influyen también elementos tales como la acepta- ‘cidn 0 no aceptacién de parte del paciente del ‘contexto conceptual en el que Ios profesionales dfinen sus problemas, la carga emocional en la situacién de busqueda y el ya mencionado azar. Estos hallazgos se expondrén a continuacién, 4 través del andlisis ilustrativo de algunos ejem- plos. Los casos que se presentarin son los ya ‘mencionados, Sr. F y Sra. M, quienes carecen de experiencia atencional, a los que se agregaré el Sr. R, quien tiene bastante experiencia con ayuda profesional I Sr. F acude durante un periodo de dos meses 4 distintos médicos, a rafz de sfntomas corpora- Tes que padece. En reteradas oportunidades es- ‘os profesionales le indican el origen psicol6gi- co de su sintomatologta pero él no acepta esta inerpretacién. Sus problemas, sin embargo, van en aumento, culminando en una situacién de crisis aguda (ver cita anterior), durante la cual acude al ser- vieio de primeros auxilios. All lo atiende una vou.3 812 doctora, quien ~coineidiendo con los diagn6st 08 anteriores~ le sefiala que “tendrfa una new tosis” y le proporciona la direccién del Centro de Intervencién en Situaciones de Crisis (CUS), A pesar de que atin no acepta lain lerpretacion psicol6gica de sus malestares, el Sr. F acepta la derivacién y concurre de inme= diato a este Centro, asistiendo a una primera entrevista y comprometiéndose a regresar la se- ‘mana siguiente. En la semana posterior a la primera sesién en el CIS.C., ol Sr. F sigue sometiéndose a cxéme- nes médicos (ya habla plancado previamente ‘una tomograffa computarizada), Ios que conti- ‘nian sin arrojar evidencias de tipo biol6gico. Paralelamente, acude donde un neurslogo, {quien no lo deriva y, en cambio, comienza con 1 un tratamiento medicamentoso. ‘A pesar de lo anterior, durante esa misma sema- na ol Sr. F comienza'a aceptar Ia hipstesis del ‘ofigen psicol6gico de sus trastornos, tomando la decisién de continuar el tratamiento iniciado en el C1S.C. De este modo, durante las semanas Subsiguientes prosigue ambos tipos de trata- mientos en forma paralela (sefialando querer ccontinuar yendo al psiquiatra hasta finalizar el twatamiento medicamentoso) Asiste a cuatro sesiones en el C1LS.C., donde luego le recomiendan asistir a psicoterapia, dén dole la direceién correspondiente, El acude prontamente donde un terapeuta, siguiendo pa- ‘alelamente durante algunas semanas con el tra- tamiento medicamentoso todavia no finalizado. Con la supresién de los medicamentos deja de asistir al neurélogo, continuando solamente con Ta psicoterapia, AI momento de la primera en- habfa asistido a una sesiGn de psico- terapia y eontinuaba con el tratamiento: medi camentoso, Cuando se efectué la segunda entrevista, levaba cinco sesiones y habfe supri- ‘mido los Farmacos (Resumen del Sr. F, Alema- nia, pp. 19-27) En la sintesis de este caso hay algunos ele- mentos importantes de conocer sobre la trayecto- ria hacia la ayuda profesional “competente”. En cl camino del Sr. F, de la asistencia médica a la psicosocial, fueron los médicos (a excepcién del neurélogo) quienes intentaron derivarlo hacia la atencién psicosocial, definiéndose, a través de esta aecién, como “no competentes”. Sin embar- 0, la competencia profesional -asf como se en- tiende en el presente contexto— es definida tanto por el profesional como por el paciente, de tal ‘modo que las definiciones de competencia po- drfan contradecirse. Asf, puede suceder que el profesional explique que el problema no es de su Competencia pero que el paciente persista. Tal tuacién se da en la primera parte del camino del Sr. F: al principio la declaracién del médico acer- ‘CAMINOS EN LA BUSQUEDA DE AYUDA FSICOLOGICA cca de su no competencia no le satisface. De este ‘modo, un profesional puede declararse competen- te, sin que el paciente lo perciba como tal. Tam- bign esta variante se da en el caso del Sr. F, cuan- do él, inicialmente, no acepta la competencia det terapeuta del C.LS.C. y continga buscando causas. biol6gicas de sus trastornos. En la aceptacisn de la competencia de un pro- fesional del sistema médico 0 del psicosocial~ por parte del usuario, pueden identificarse varios elementos. Uno, remite al plano del significado o de los modelos explicativos y se refiere a que cada sistema de atencién profesional tiene sus propios modelos explicativos y de tratamiento (evidentemente los médicos no tienen 1a misma ccomprensién de los trastornos y de su tratamiento que los psic6logos). Y, como ya sabemos, tam- ign los pacientes interpretan sus problemas y intomas segiin determinados modelos explicati- vos. Entonces, para poder aceptar la competencia de un profesional determinado, en algin momen- to debe coincidir el modelo explicativo del pa- ciente con el del sistema atencional al cual perte~ nece el profesional’, En el ejemplo presentado esto significa que un paciente debe coincidir con el profesional, en relacién al contexto explicativo ‘en el cual se diagnostica su problema, para poder aceptarlo como competente. Dos extractos de en- trevista del Sr. F ilustran este punto, La interpretacién subjetiva que el Sr. F hace de sus sfotomas durante su primera sesién en el CIS.C. es como sigue: “(n) en ese entonces yo no podla creer ‘que..estaba enfermo psiguicamente...no..tenta ‘miedo que esto fuera un problema circulatorio 0 algo ast, porque tenfa el pulso muy rapido” (Sr.F, Alemania, p. 21). En cambio, Ia interpretacién de los s{ntomas di ‘ante la segunda entrevista resulta diferente: “Bh.o, bueno, mientras tanto yo.. ya crefa ‘que tenia wna neurosis (..). Ademds, yo habia tenido ya. la tomografia computarizada yutodo habia estado en orden” (Se. F, Alema- bia, p. 22), Dos elementos hacen posible este cambio en la ‘aceptacién por parte del Sr. F de la competencia profesional. Por un lado, los profesionales det sistema médico niegan su competencia (a excep ccidn del neurélogo). Por otro lado, Ia tension ‘emocional es cada vez més fuerte. En efecto, el Sr. F describe la semana entre la primera y la Para una explicacién mis dtalada de este aspesto ver Krause Jacob (19920). 217 KRAUSE, URIBE, WINKLER y AVENDARO segunda sesién en el C.LS.C. como “una semana terrible”, en 1a cual habrian aparecido aun més sintomas. De este modo, el Sr. F experimenta la cconexién entre tensién emocional y aceptacién de Jas condiciones del sistema asistencial. Como ‘ademas no tiene experiencia previa de atencién profesional, apenas le queda otra eleccién que to mar en consideracién Ia competencia de los nuc- vos profesionales (Ios del subsistema psicosocial) YY aceptar su intervencién. ‘Algo similar al caso anterior ocurre con la Sra. 'M, cuyo camino podria resumirse de la siguiente ‘manera Ela iene un problema que llama “crisis nervio- sa”, el cual se manifiesta como un aumento de tensiGn, que se va acumulando y produce en ella Feacciones violentas y un sentimiento de "estar alterada”, ‘Como ya se sefial6, en primera instancia Ia Sra M opta por tomar calmantes para sentirse me- jor. Ella mantiene esta estrategia de solucién hhasta quedar embarazada, momento en el cual debe dejar de ingerir dichas substancias, Con el paso del tiempo percibe que sus problemas se acumulan, culminando en la crisis ~ya deser- la, a consecvencia de In cual es atendida de urgencia en un consultorio, EI médico que la atiende en dicho lugar le sefa- la que su problema es de origen psicol6gico y le centrega la direccién de un centro en el cual atenderse, 1o que es aceptado por ella, Sin em= Dargo, no deja de “Sentirse extraiiads” por tal erivaci6n, De este modo, comienza a asst a Psicoterapia en un centro de salud mental comu- nitario. En el caso de la Sra. M aparece més répida- ‘mente que en el caso del Sr. F la coincidencia entre el médico y la paciente acerca del origen Psicoldgico que tendrfa el problema, Esto puede ser comprendido, en buena medida, si se conside- ra cl nivel de la carga emocional que ella estaba viviendo. No obstante, aparece otro elemento que permite explicar las diferencias sobre el origen del problema entre médico y paciente: la “fanta- sfa de estar loca’ que vive la persona al ser envia- da al psicélogo. En ambos casos se puede observar eémo, a mayor vivencia de carga emocional, mayor es la robabilidad que la persona admita las condicio- nes impuestas por el sistema atencional. Esto se da especialmente en los casos en los que ademas no existe experiencia previa y aun cuando la per- sona lo viva como socialmente estigmatizante. Volviendo al andlisis del “peregrinaje", cabe sefalar que la derivacién es un elemento institu- ional importante en la bisqueda de la ayuda 218 OCTUBRE 1954 profesional pertinente. Esta se encuentra en ma- ‘nos médicas, principalmente cuando se trata de personas que no tienen experiencias atencionales previas. La mayorfa de las personas que se en- ‘cuentran en situacién de crisis 0 con trastornos Psicol6gicos se dirige, en primer lugar, a los mé- dicos®, quienes quedan a cargo de la decisién de derivacidn, Es asf como ellos podrin sefalar el camino del sistema médico al psicosocial o bien podrin derivar sus pacientes exclusivamente al interior del sistema médico, Tal situacidn también es percibida por los po- tenciales pacientes. Un ejemplo se aprecia en el siguiente extracto de una entrevista grupal del es- tudio chileno: Mujer 1: Yo creo que el psicélogo debe apoyar- se en el médico, porque el médico a veces le dice a uno: “tienes que ir a un psicélogo, ti necesitas un psicdlo- 80", pero no dice qué es lo que es un psicélogo, para las personas que no lo saben. Mujer 2: Que le explique el porgué tiene que ir Mujer 3: Claro, entonces toda la gente, cuando le dicen que vaya al psicélogo piensa: “chuta, estoy tan mal que.. estoy loca, gue voy a tener que ir al psicd- logo”. Entonces, que el médico ayu- dara a esa persona y le dijera: “mira, no es que ti estés loca, 0 an mal, sino que el psicélogo te puede ayudar en este aspect, te puede escuchar”, En- fonces ahi uno va con otra imagen al sicélogo. (Entrevista grupal I, Chile, pétratos 84-87), De este modo, se puede conchuir que son los miédicos, en especial los generales y aquellos que trabajan en unidades de urgencia, quienes tienen luna funcign de distribuci6n en la red asitencial. ‘A continuacién se presenta un caso (el Sr. R de la muestra alemana) en el cual se aprecia c6mo se combinan los aspectos hasta aquf anali zados, es deci, los elementos personales (la in- tensidad de la necesidad de ayuda) y los elemen- tos institucionales (la funcién de distribucién del sistema médico), agregindose el tercer aspecto, que es el factor azar Para una mejor comprensién del siguiente re- sumen, hay que sefialar que la erisis con sinto- ratologia psicosomtica que se describe no es Ia primera para el Sr. R. Al contrario, desde hace vatios afios él sufre de una “neurosis cardiaca”. 9 ese resultado aparece en ambos estos vou.2 N*2 Con base en sus tratamientos previos, opina que su problema debiera tratarse psicol6gicamente. No obstante esta conviccién, al agravarse su sintomatologs el sigue el siguiente camino: Bl St. R lleva cuatro semanas en el hospi {al general por problemas lumbares. Durante Jos dlimos diez dias de hospitalizaciGn se agre- gan trastornos del suefo (afirma que “no puede ‘dormir porque no puede dejar de pensar”), ante To cual él intenta tomar nota de todo “para des- hacerse de los pensamientos”, pero esto no le ayuda, ‘Cuando los méaicos consideran darlo de alta, 61 auiere permanecer més tiempo allf, fundéndose fen sus Sfatomas psicol6gicos. En ese momento Te sobreviene ~como €l mismo dice “un ateoue al corazén producido psfquicamente”. No obs- tante esto, los médicos deciden darlo de alta. Tanto el hecho del alta como la explicacién que le da el médico lo indignan, Hegéndose a una discusin entre ambos acerca de las posibilida- ddes de fuquros tratamientos. E) Sr. R tiene de- se08 claros: quiere someterse a una psicoterapia ¥ en ningdn caso ser internado en un departa- mento psiquidtrico ni tomar psicofiemacos “A pesar que me sentfa muy mal, el médico me ‘mandé a la casa, ¥ después vino el médico-jefe y dijo: “Si usted quisiera quitarse la vida, si tusted nos dijera eso, entonces usted podria que- darse aqui." Eso no lo encontré justo... Ade- mds en ese caso hubiera terminado internado tim piso mds arriba, en el departamento de psi- quiatrla” y me hubieran tratado con Psicofirmacos, ¥ yo no querla ese tipo de trata- ‘miento” (Sr. R, Alemania, p. 6). “No queria recibir ningiin psicoférmaco, de ninguna manera,..queria simplemente conver- ar, eso me es suficiente, es lo que me ayuda. Con conversaciones yo logro superar mis pro: blemas. No se necesita para nada..ek, comen- zar con medicamentos” (St. R, Alemania, B73). ‘Sin embargo, el médico, basado en obligaciones insttucionsles, argumenta en contra y decide ‘mantener ef alta. Asf, el Sr. R es devuelto a su hogar, donde continian los trastornos del suet, agregindose estados angustiosos. En un mo- mento de crisis angustiosa, llama por tetéfono al médico de urgencia, el cual acude a su casa y Ie inyecta un tranguilizante. EI Sr. R se tranquiliza, pero continga sin poder dormir. Entonces, lama al méddico de urgencia por segunda vez, quien lo inyeeta nuevamente y le recomienda acudir al hospital en caso que el medicamento no tenga el efecto deseado. El Sr. R, en su desesperacion, se comuniea telef6nicamente con el hospital psiguitrico y plantea su deseo de ser internado allt Sin embargo, es rechazado con el argumen- to que reside fuera de la zona correspondiente al establecimiento. Se le recomienda acudir al ‘CAMINOS EN LA BUSQUBDA DE AYUDA FSICOLOGICA hospital donde habia estado intemado previa- mente por su problema traumatol6gico. A pesst de sus objeciones anteriores, el Sr. R llama e tonces al departamento de psiquiatria de dicho hospital. En este punto del “camino” del Sr. R conviene Hamar la atencién sobre el hecho que su expe- riencia previa, tanto en relacién a sus sintomas como con el tratamiento de los mismos, le hace tener claridad respecto del tipo de ayuda profe- sional que quisiera obtener. Sin embargo, ocurre que, mientras su sintomatologta se hace cada vez mas invencible, decae su oposicién frente a las formas de tratamiento previamente rechazadas, de tal manera que termina dispuesto a dejarse in- temar en el departamento de psiquiatrfa, posibi idad a la que en momentos previos se habia ‘puesto terminantemente: “Querta..iral depariamento de psiquiatria, 0 a cualquier lugar, me daba igual cualquier lugar, orgie pensaba que estaba en el limite, que no ppodia seguir,.” (Sr. R, Alemania, p.9), Esto muestra eémo la espera, sin Ia ayuda apropiada, juega un rol importante en la determi- nacién del tipo de ayuda que se aceptard, porque intensifica la sintomatologia y la sensacién de Hegar a los propios limites, “ablandando” las cconvieciones que el paciente pueda tener respecto de su posible tratamiento, Volviendo a In descripcién del camino del Sr. R, se debe agregar que el hospital cn el cual estuvo internado a raiz de su problema trauma tol6gico no sélo dispone de un departamento psiquistrico sino, también, de un servicio de in fervencidn en crisis, al cual el paciente, sin em- argo, no fue derivado a pesar de coincidir éste ccon sus expectativas. Como ya se dijera, el Sr. R Hama al departa- ‘mento psiquidtsico del hospital donde habia es- tado previamente, Habla por teléfono con el neurélogo, el Dr. N, a quien conoce. A él le reitera su deseo de no ir sl departamento psi- Guidtsico. EI neurdlogo, entonces, sin mas tc mite lo deriva al Servicio de Intervencién en Crisis. BI Sr. R acude de inmediato, tiene una entrevista de admisién con dos médicos del ser Vicia y es admitido (et servicio oftece una hos- Pitalizacion de un méximo de diez dias con un Iratamiento psicoterapéutico individual y grupal) (Resumen del St. R, Alemania, pp. 27> 30. Stas) y estave al telgfono el Dr. N, quien me dijo inmediatamente: ‘lame nuevamente en 2 ‘minutos, intentaremos hacer algo por usted’. 219 KRAUSE, URIBE, WINKLER y AVENDARO Mientras tanto, & hablé con el Servicio de In tervencién en Crisis..y entonces fui para all con mi mujer y también levé cosas para el caso ‘que me dejaran alli. ¥ asi fue” (Sr. R, Alera: nia, p. 27), Esta parte del “camino” del Sr. R muestra otro fenémeno: existen situaciones afortunadas y des- afortunadas a lo largo del camino a través de Ins instituciones y estas situaciones dependen, en parte, del azar. Al final de su camino, el Sr. R ‘est exactamente donde originalmente querfa ser tratado, pero esto dependié de la casualidad, de que su llamado telefénico fuera recibido por al- guien a quien conocfa y que, a su vez, estaba informado acerca del tipo de tratamiento de un servicio en particular. Su camino hacia una insti- tuci6n que se hiciera cargo de su tratamiento po- dria haber terminado (es incluso més probable) cen una unidad de psiquiatrfa, en contra de sus convicciones previas. Este fendmeno puede re- sumirse de la siguiente manera: desde el punto de vista individual, el azar juega un papel importan- te en la determinacién del tipo de sistema asis- tencial ~médico o psicosocial- y de las institucio- nes asistenciales especificas que finalmente se hharén cargo de un determinado paciente. ‘También en el caso del Sr. F, anteriormente expuesto, no fue necesidad sino casualidad que Megara a médicos que lo alertaran sobre Ios as- ppectos psicoldgicos de sus problemas y le infor- ‘maran acerca de instituciones psicosociales a las ‘cuales podfa acudir. Como lo indican las eviden- ccias sobre derivacién sefialadas anteriormente, podsfa haber sido de otra manera Sin embargo, esta influencia del azar es de ‘mayor importancia para el ingreso al sistema que para los caminos al interior de éste, los cuales, ‘una vez “ingresado” el paciente, tienen un cierto carécter de predeterminacién, Un Gltimo aspecto de relevancia que emerge del anslisis de las entrevistas realizadas en ambos paises se refiere a la “resistencia” que las perso- hnas pueden ofrecer a determinadas derivaciones, Si bien es cierto que los caminos de los pa- cientes estén determinados por condiciones que no dependen de Ia voluntad individual, tales co- ‘mo las derivaciones -en especial las médicas-, el grado de sufrimiento personal ~el que predispone ‘@ aceptar las condiciones externas y el azar, también es cierto que el individu pone limites Importante resulta aqui mostrar el caso de la Sra, C: lla comienza Ia bisqueda de ayuda para su hijo, quien habfa intentado suicidarse, en la Unidad de Primeros Auxilios (posta), El médico 220 ocTupRE 1996 la envfa con su hijo a la Unidad de Neurologia, desde donde, a su vez, es derivada a la Unidad ciona con una negativa rotunda: (ue) que tenia que hospitalitarlo, uno 0 dos meses. Pucha, dije yo, no. Yo voy a golpear ‘Puerta tras puerta pero no me voy a separar del nifio” (Sra. C, Chile, pétrafo 70). Tampoco le gust6 el trato recibido ali “La doctora veta al niio, uno le decia algo y como que, en vee de ayudarla, la atacaba... en tonces yo le explicaba a la doctora y ella daba 4d entender como que a mi el niio no me intere- aba, y yo pienso que una madre, pa’ llegar donde he llegado yo, es porque me interesan, son mis hij (..) siempre tenfamos pequelios altercados con la doctora” (Sra. C, Chile, pé- alo 72), Ante esto, decide seguir buscando otras opcio- nes de atencin, hasta que Hega a preguntar al colegio del hijo. En ese lugar le sefialan la ex fencia de un centro de atencin psicolégica co- ‘munitaria, al cual ella acude. Los ejemplos antes expuestos ponen en evi- dencia que quienes buscan ayuda psicolégica no s6lo se adaptan al sistema asistencial sino que también seleccionan las ofertas atencionales en funcién de sus propias necesidades, deseos y ex- pectativas. Es decir, dentro de determinados mér- genes que dependen de las précticas de deriva- ién del sistema asistencial, del nivel de carga ‘emocional del paciente y del azar, permanece un espacio que permite a ios pacientes definir par- cialmente el tipo de ayuda que recibirdn, DISCUSION En relaci6n a la primera etapa de la bisqueda de ayuda, se aprecia que los resultados se refieren 4 la confrontacién de la persona con sus propios limites, la cual desemboca en la decisién de pedir ayuda profesional. Con respecto a los limites, se distinguié entre carga emocional y capacidad de autoayuda, con lo cual quedé en evidencia que los limites subjetivos de la segunda pueden ser suficientes para pedir ayuda, situacién que se dio, sin embargo, s6lo en personas de niveles sociales mis altos (los cuales forman parte de la muestra alemana). En las personas de nivel socioeconé- mico bajo ~es decir, una fraccién de Ia muestra alemana y la totalidad de la muestra chilena Ia docisién a buscar ayuda fue antecedida por 1a confrontacién con los limites tanto emocionales como de autoayuda, coincidiendo, de este modo, on una situacién de crisis. De 10s antecedentes voL.3 N'2 te6ricos presentados para esta etapa es, entonces, cel modelo de crisis el més consistente con los resultados presentados. De los otros modelos te6ricos presentados, el de Siegrist (1984) muestra menos puntos de con- tacto con los resultados, ya que enfoca la bisque da de ayuda, demasiado estrechamente, desde ‘una perspectiva profesional-meédica. En los resul- tados aguf expuestos el punto de partida para la busqueda de ayuda no necesariamente es un "sin~ toma”, como sefiala Siegrist, sino que puede ser tun problema de tipo psicosocial y, si bien apare- cen sfntomas, éstos en muchos casos no se perc ben aislados de la situacién problemitica mas ge- neral, Ademgs de lo sefialado, las etapas que incluye Siegrist son mucho mas espectficas de lo ‘que las personas relatan como su propio proceso ide toma de decisién, Por su parte, el modelo de Démer (1975), presentado también como antece- dente teérico, incluye en mayor medida que el de Siegrist la perspectiva de los pacientes o futuros pacientes. Sin embargo, también en este caso se aprecia que la especificidad y el orden de las eta- ‘pas no coinciden necesariamente con la experien- ‘cia del caso individual, en el cual hay etapas que se obvian o que se fusionan. Ambos modelos cesquematizan més bien un “tipo ideal” de trayee- toria, aplicable s6lo parcialmente a los casos indi- viduales. Es, entonces ~como ya se mencionara-, el mo- ddelo de crisis el que aporta mayores puntos de encuentro con los resultados presentados. La crisis es vivida subjetivamente -y nombrada- ccomo tal; Ias personas sienten sus limites, viven Ta angustia que ello implica y consultan, buscan- do un camino de salida a esta situacién de ten- sién. Mas allé de lo seftalado, Ia diferenciacién entre elementos tensionantes ¢ intentos de superacién, contenida en el modelo de crisis clé- sico (Caplan, 1964), se asocia con la diferenci cién entre carga emocional y posibilidades de autoayuda, que surge del andlisis de los resulta- ddos aqui presentados, De este modo, Ia sensacién subjetiva de cere rnfa al propio Ifmite de resistencia emocional con- diciona la selectividad y la precisién en la bis- queda de ayuda y se asocia con la posibilidad de desarrollar objetivos més o menos diferenciados, para la ayuda psicoldgica, Los resultados de la segunda etapa, la bilsque- da de ayuda propiamente tal, incluyen el lugar de inicio de ésta y Ia posterior trayectoria del futuro paciente, la cual culmina con el comienzo de la relacién de ayuda con una persona, que es percibida por todas las partes implieadas como la indicada ‘CAMINOS EN LA BUSQUEDA DE AYUDA PSICOLOGICA Respecto del lugar en que se inicia Ia bisque- dda de ayuda, se aprecia ~en ambos estudios~ que en primera instancia se acude a un profesional del sistema médico. Esto coincide plenamente con Jos resultados cuantitativos de estudios previos (Zintl-Wiegland et al, 1978; Faust, 1981; Lenz, 1989) y muestra que el sistema médico resulta ‘més familiar, culturalmente hablando, atribuyén- dosele, ademés, un poder 0 autoridad social bas- tante mayor del que tienen los psiclogos. ‘Sin embargo, lo anterior no debe llevar a pen- sar en una actitud pasiva de parte de las personas frente a las érdenes médicas o de otros profesio- rales de la salud (incluyendo los psicdlogos). ‘Muy por el contrario, las investigaciones aqui ex- puestas muestran que los usuarios se cuestionan cl accionar de los profesionales de la salud, al punto de efectuar verdaderas travesfas al interior del sistema atencional para dar con los profesio- nales que les parecen competentes. En relacién a esto, cabe destacar, entre otros, cl rol de las expectativas y la importancia de su explicitacién como un medio para incrementar la correspondencia entre las necesidades de las per- sonas que buscan ayuda y las caractertsticas de las ofertas atencionales. Esto adquiere especial relevancia cuando profesionales y destinatarios de la ayuda pertenecen a sectores socioculturales diferentes. ‘Ademés, se pudo apreciar que en la trayecto- ria de quienes buscan ayuda inciden otros ele- ‘mentos. Uno de ellos, que no se debe desconocer, es Ia influencia del azar (sefialada también por Goffman, 1972). La presencia de elementos for- tuitos en'el acceso a determinados especialistas puede ser un llamado de atencién sobre el hecho ‘que se dista bastante de estar haciendo un trabajo interdisciplinario o de coordinacién entre profe- sionales de Ia salud. Como consecuencia de Io anterior, no existen criterios claros y consensua- les sobre Ins Areas de competencia especifica -y las de superposicién- de los diferentes profesio- rales con los que interactéa quien acude a los sistemas de salud en bisqueda de ayuda. BIBLIOGRAFIA Bergold, J.B. (1990). Apuote de la eétedraInuroducciOn a ta iplcologla clinica. Insta de Psicologia, Universidad Libee de Bestia, 1G. (1968), Principles of preventive psyehiary. New otic London: Tavistock Dilling, H, Weyerer, S. de Enders, 1. (1978), Bn H. Hafner (E8), Paychitrische Epldemiofoge. Besin-eidelberg- New York: Spinger ca ma KRAUSE, URIBE, WINKLER y AVENDARO Dormer, K. (1975), Diagnosen der Psychiatrie. Ober die Vermeidungen der Peyeliaire und Medizin. Frankfort New York: Campus 1. V. (L981). 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