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De Cerezas, Hacia el sur, Berger cita en ingles Cherries (to Elizabeth), Unthinkable Tendernes,
traduccin de Joan Lndgren, University of California Press, 1997. [T.]
cuando el dolor no estaba. Pint como nadie, por ejemplo, el tacto de la madera pulida
de un suelo de parquet, la textura del hule de la rueda de su silla de invlida, el plumn
de un pollito o la superficie cristalina de una piedra. Esa discreta capacidad -porque era
muy discreta- vena de lo que he llamado el sentido del doble tacto: la consecuencia de
imaginar que estaba pintando su propia piel.
Hay un autorretrato (1943) en que ella yace en un paisaje rocoso y de su cuerpo sale una
planta, sus venas unidas a las venas de sus hojas. Tras ella, las rocas planas se extienden
hasta el horizonte, un poco como las olas de un mar petrificado.
Sin embargo las rocas se ven exactamente como lo que ella hubiera sentido en la piel de
su espalda y sus piernas de haber estado tendida sobre esas rocas. Frida Kahlo yaca
mejilla con mejilla con todo lo que representaba.
Que se haya convertido en leyenda mundial se debe en parte a que, en la oscura edad
que vivimos bajo el nuevo orden mundial, compartir el dolor es uno de los requisitos
esenciales para reencontrar la dignidad y la esperanza. Gran parte del dolor es imposible
de compartir. Pero s lo es la voluntad de compartirlo. Y de ese compartir
inevitablemente insuficiente nace una resistencia.
Escuchemos de nuevo a Gelman:
la esperanza nos falla a menudo
el dolor, nunca...
Creen que la esperanza es ilusin.
Se dejan engaar por el dolor.
Kahlo no se dej engaar. Sobre su ltimo cuadro, justo antes de morir, escribi Viva La
Vida.