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EL COMERCIO
Luces Cultura
A 45 AOS DE SU MUERTE
La presencia de Jos
Mara Arguedas marc un
antes y un despus en
la vida del violinista
Mximo Damin.
PAMELA LOLI SOTO
l violn de Mximo
Damin se sum en
un profundo lamento. Los dedos largos
del msico saltaban
tanto como su corazn. De sus
manos brotaba la tonada Agona y con ella arrullaba el sueo eterno de su gran amigo Jos
Mara Arguedas. El 3 de diciembre de 1969 una marcha fnebre se diriga al cementerio El
ngel para despedir al escritor
en la que sera la primera de su
ltima morada.
Arguedas emprendi su vuelo hacia los apus un da antes, el
martes 2, como nos dicta el calendario hoy. Haba pasado poco ms de tres das en un coma
profundo tras haber apretado el
gatillo sobre su sien, en un ambiente de la Universidad Nacional Agraria La Molina.
Mximo Damin haba pasado la noche del viernes 28 esperando a su amigo blancn
de bigotes, con la mesa servida y el violn dispuesto. Arguedas, siempre puntual, no lleg,
pero el joven msico so verlo llegar a su casa con el saco al
hombro. A la maana siguiente
Mximo sali a comprar el pan.
Ayer intent suicidarse el escritor J.M. Arguedas, deca en la
primera plana de El Comercio.
No lo pens ms y corri al Hospital del Empleado: Ya su corazn noms estaba silbando.
Adis, huayno
Al patrn del pueblo ayacuchano de Ishua, San Diego, se le celebra los primeros das de noviembre. En Lima, la fiesta lleg
a Balconcillo el 23 de noviembre. La chicha con machka pasaba de mano en mano el taita
Jos Mara mova la mezcla con
el dedo y la msica encontraba lugar en los alegres pies de
OFRENDA. Con su baile los danzantes de tijera rinden culto a los apus.
AMAUTA. En 1968 Arguedas recibi el Premio Inca Garcilaso de la Vega. All proclam el discurso No soy un aculturado.
La herencia de Mximo
Mximo Damin es hoy un
hombre de 78 aos de manos
jvenes, que continan sacndole la voz al violn. El doctor
Jos Mara lo busc en su casa
cuando tena 17 aos. Siempre
me vas a buscar y siempre voy a
venir, fue su promesa. A partir
de ese da se hicieron hermanos
y Mximo, quien trabajaba en
una casa, nunca estuvo solo.
Era tal el cario y la confianza entre ambos que las puertas