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éConfiar en el relato? Narracién, Comunidad, Disidencia Juan Carlos Gorlier »%& eudem ‘Confiaren erento? Natracibn, Comunidad, Disidencia EL GIRO NARRATIVO Reflexién preliminai el poder de la palabra Comenzaré. proponiendo una reflexién preliminar para fijar algunos parimetros que permitan la delimitacién de un campo te6rico de contornos imprecisos, que se encuentra todavia en gestacion. En el origen nos encontramos con la narracién como relato oral, como la actividad a través de la cual alguien le dice algo a otro, sin que pueda distinguirse si es algo inventado, vivido 0 escuchado, y sin que pueda discernirse quién habla ni quién escucha, quién es realmente el sujeto de esta experiencia narrativa que autoriza a sus participantes a decir “nosotras/os” La escritura instituye la separacién entre lo dicho y la actividad de decirlo en otto registro. Con la escritura textual, al menos en Occidente, la narracién pierde espesor, pues comienza a discurrir en dos dimensiones: de izquierda a derecha y de arriba a abajo. A través de este desplazamiento, la unidad entre palabra, gesto corporal y afecto que define a la experiencia narrativa se disuelve. Con la aparicién de la ciencia, inconcebible sin la escritura textual, se multiplican atin mas las posibilidades de distinguir lo dicho de la actividad de decirlo. Aparece asi a divisién disciplinaria entre ciencia y literatura, y la separacién sistemstica entre hecho y ficcién. El afianzamiento de la ciencia esté indisolublemente ligado 4 la constitucién del sujeto como sujeto trascendental, instancia a partir de la cual se representa la realidad como objeto. Con esto se instituye la pretensién cientifica de decir algo como si no se lo estuviera narrando, como si no se tratara siempre de alguien diciéndole algo a otro, La proliferacién de clasificaciones crea las condiciones para la irrupcién de lo inclasificable. Cuando se despliegan relatos que separan la luz de las tinieblas, el cielo de la tierra, la civlizacién de la barbarie, el hombre de la mujer, la psique del soma, se crean las Juan Carlos Grr condiciones para el exceso, parala irtupci6n deo inclasificable, que se presenta como una falla en los marcos simbélicos establecidos. Este afuera que no tiene nombre acontece dentro de los relatos establecidos, quebrindolos. La quiebra del relato abre una brecha que deja en suspenso las, clasificaciones disponibles y evidencia su cardcter relativamente arbitrario y transitorio. Puede que el intento de nombrar y relatar es0 que irrumpe sea descabellado, pero sin él, sin la puesta en juego del poder de la palabra, no puede haber subjetividad En el curso de esta obra trataré de desplegar de manera un poco més parsimoniosa estas ideas y otras. Tres registros narratives Las narrativas son un fenémeno omnipresente en nuestras sociedades. No es casual que puedan “sustentarse en el lenguaje articulado, oral o escrito, en imagenes moviles 0 fijas, en gestos y en la mezcla ordenada de todas estas sustancias” (Barthes, 1977: 79). Hay también infinidad de géneros narrativos en circulacién de la leyenda a la historiografia, del cuento fantastico a la etnografia, de la biografia al caso clinico, Pareceria que no hay material que se resista a la actividad significante de moldearlo, imprimiendo en él relatos. Me animaria incluso a afirmar que las narrativas aparecen alli donde alguien vve o escucha algo como un signo, como diciendo algo de sentido clato u oscuro. En La escritura del dios, leemos que Tzinacan, un mago azteca capturado por Pedro de Alvarado, recuerda que Dios, “previendo que enel fin de los tiempos ocurririan muchas desventuras y ruinas, escribié el primer dia de la Creacion una sentencia magica [...]. La escribié de manera que llegara a las mas apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribié ni con qué caracteres, pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerd, un elegido [...]. En el firmamento hay mudanza. La montafia y la estrella son individuos y los individuos caducan. Busqué algo mas tenaz, mas invulnerable [...]. En ese afén estaba cuando recordé que el jaguar era uno de los atributos del dios [uJ En la otra celda habia un jaguar; en su vecindad percibi una confirmacion de mi conjetura y un secreto favor [...]. Dediqué 18 ‘Confat ene relate? Naracibn, Comunidad, Disidencta largos afios @ aprender el orden y la configuracién de las manchas.” (Borges, 1974: 596), Creo que es el momento oportuno para introducir una distincién provisoria entre des registros narrativos: el cotidiano, el técnico (Brockmeier, 1997) y el maestro (lyotard, 1989). Las narrativas técnicas -pienso aquf en disciplinas tales como la historiogratta, la etnografia y la psicologia clinica~ abordan las narrativas cotidianas como materia prima para desplegar sus propios relatos. Pero las narrativas cotidianas no son una pura materia informe: los documentos, los relatos grupales o las palabras de un analizante tienen formas y contenidos que podran ser confusos, pero que ya tienen sentido, dicen algo sobre algo a alguien. Sin embargo, desde la perspectiva de las narrativas técnicas esos sentidos manifiestos ocultan sentidos més profundos. Parafraseando a Marx y a Herdclito: “hay ciencia porque la realidad busca ocultarse”. Acaso la ciencia normal, como la religién, vive de “los sentidos ocultos” bajo la superficie de la vida y el lenguaje cotidiano, y por ello necesita hipostasiarlos Avanzamos un paso mas si afirmamos que las narrativas técnicas se constituyen a través de précticas signifieantes “normales”, entendidas como procedimientos relativamente metédicos y sistematicos por medio de los que se recolectan “datos”, se hallan “evidencias” y se reconstruyen “hechos”, para producir una narracién cientifica. Estos procedimientos tienen por objetivo el progreso del saber mediante 1a acumulacién de conocimientos parciales; para ello resulta indispensable recurrir a un nimero limitado de conceptos abstractos y unfvocamente definidos, capaces de simplificar las formas y los contenidos de las narrativas cotidianas, eliminando la ambigiedad, la falta de literalidad, de los sentidos que despliegan estas ltimas, Estas pricticas significantes pueden verse como formas metédicas de actuar, fijadas por codigos profesionales que prescriben los modos de relacionarse con los objetos y los sujetos portadores de las narrativas cotidianas bajo estudio. Tal es la funcién que desempefian “el consentimiento informado”, “el contrato analitico” y, en general, los “cédigos de ética profesional” Mas atin, las narrativas técnicas, en tanto practicas significantes, pueden abordarse como “puestas en escena de rituales” que fijan los gestos, los comportamientos, y las circunstancias” (Foucault, 19 Juan Carlos Gorter 1992: 34) que deben acompafiar la produccién cientifica. Considero importante indicar la tensién entre la proximidad y la distancia que atraviesa estas précticas significantes, excepcionalmente ejempliticada por laactividad cientificade “tomar nota”. Esta actividad tiene un componente retérico estratégico que opera activamente en la produccién de las narrativas técnicas, permitiendo leer, escuchar y observar algo en el registro cotidiano, para luego insertarlo en el registro técnico. El historidgrafo, el etnégrafo y el psicoanalista se alojan en las narrativas cotidianas y desde alli dentro las transcriben, produciendo un texto cientifico cuyo sentido discurre linealmente de izquierda a derechay de arriba hacia abajo. Sin duda, la toma de distancia que se instituye al tomar nota de algo es una operacién clave, sin la cual dificilmente podria existir “progreso en el conocimiento”” ‘Comencemos ahora a indagar el origen del estatuto cientifico de las narrativas técnicas, interrogindonos ies posible desplegarlas, sin insertarlas al mismo tiempo dentro de ridrrativas maesteas Pareceria que las narrativas maestras operan como “paradigmas” y que, sin ellas, las narrativas tecnicas no tienen sentido, es decir carecerfan de coherencia y direccién. Los paradigmas 0, en otro vocabulario, las narrativas maestras, delimitan el campo de objetos, definiendo sus caracteristicas esenciales, las relaciones y leyes que los gobieman, y el espectro de “preguntas que es legitimo hacer” (Kuhn, 1970: 5) Sin embargo, creo decisivo afirmar que {a legitimidad que otorgan las narrativas maestras es necesaria, no solo para la construccién del campo de objetos de las narrativas técnicas, sino también para la constitucién del sujeto cientifico, inseparable de su insercién en una comunidad de saber. La creciente familiaridad de los estudiantes con los fundamentos tedricos de determinada ‘ortiente disciplinaria facilita su incorporacién a “la comunidad cientifica” en la que luego van a actuar. Una insercién con estas caracteristicas garantizaria que entre “los sujetos que aprendieron los fundamentos de su campo a partir de los mismos modelos” no haya “un desacuerdo abierto”. De tal manera, siguiendo “las mismas reglas y estandares” serén capaces de continuar tuna tradicién de investigacién particular” (Kuhn, 1970: 10). En definitiva: las narrativas maestras constituyen los sujetos que ecesitan para mantenerse y perpetuarse. 20 ‘Confer ene! relate? Naracin, Comunidad, Dsidencia El esfuerzo de auto-fundamentacién que distingue a las nnarrativas maestras esta inextricablemente ligado al intento de describir hechos, demostrar verdades y formular leyes. libres de las marcas provenientes de las narrativas cotidianas y de la influencia de “los contextos de descubrimiento” donde operan las narrativas técnicas. Tal “depuracién” permite presentar las leyes, las verdades y los hechos como si fueran “objetivos”, Si el movimiento de la narracién técnica es “inductivo", desplazéndose de los sentidos manifiestos a los sentidos ocultos, el movimiento de la narrativa maestra es “deductivo”, desplegindose en un lenguaje formalizado con lugares prefijados, nichos, para todas las narrativas reales o posibles dentro de un campo disciplinario. Pareceria entonces que estamos frente a la consumacién del silenciamiento de las narrativas cotidianas, que habria comenzado a gestarse con las operaciones de trascripcién e interpretacion caracteristicas de las narrativas técnicas. La narrativa maestra “es una forma de narracién sin transitividad [...] y se rodea a si misma de silencio. Su referencia debe permanecer callada 0, en otras palabras, insensata, para que valga la pena explicarla, para hacerla hablar |...] y su destinatario también debe permanecer callado, no debe saber nada, para que valga la pena decirle lo que fa teoria tiene para decirle. Eventualmente, se le puede permitir hablar, poniéndolo en posicién de narrador, pero solo para probar que puede recitar su leccién correctamente” (Lyotard, 1989: 135). Las narrativas maestras que adoptan la forma de la “Gran Teoria” pretenden desplegarse como si fuesen el pensamiento pensdndose a si mismo: por eso su germen puede hallarse en toda argumentacién que se presente como “puramente racional”. Pero para ello la Gran Teoria “se ve forzada a olvidar algo, a olvidar que €5 una narrativa” (Lyotard, 1989: 145). Observamos, entonces, cémo la “Gran Teoria” busca auto-fundarse, tratando de eliminar la brecha radical existente entre lo dicho y la actividad de decirlo. La fuerza centripeta de la experiencia humana Ahora intentaremos explorar un terreno menos transitado y ms escabroso. Propongo iniciar el recorrido indagando los limites del disciplinamiento y la profesionalizacién de las practicas téenicas. Laconstitucién y el desenvolvimiento de la ciencia normal reclama 21 {Confiar en el relat? Naracin, Comunidad, Disidencia el lenguaje en general, no tanto como medios para representar el mundo 0 describir hechos, sino como una actividad retérica y pragmitica, principalmente dirigida a forjar figuras de la subjetividad. Esto explica, como veremos més adelante, que en el despliegue narrativo lo verosimil tenga primacia sobre lo verifiable y el pensar metaforico sobre el pensamiento légico. El giro narrativo Comenzaré citando un pasaje de El narrador para luego improvisar algunas ideas basadas en él: “Aunque su nombre nos sea familiar, el narrador en su inmediatez viviente ya no es una fuerza activa, es algo remoto, algo cada vez mas distante (...]. El arte de narrar esté llegando a su fin [.... €s como si nos hubieran arrebatado aigo que parecia inalienable, una de nuestras posesiones mas seguras: la capacidad de intercambiar experiencias [...]. La raz6n es obvia: la experiencia esta desvalorizada. Con fa Primera Guetra Mundial comenz6 un proceso que desde entonces no se hha detenido. iNo era acaso manifiesto que al final de la guerra los hombres que volvian del frente estaban cada vez mis silenciosos -no més ricos, sino mas pobres en experiencia comunicable? [...] Nunca la experiencia ha sido contradicha tanta: fa experiencia estratégica por la téctica militar, la experiencia econémica por la inflacién, la experiencia corporal por fa guerra mecénica, la experiencia moral por aquellos en el poder.” (Benjamin, 1968a: 83-4) Efectivamente, hay fenémenos que parecen indicar que el arte de narrar est llegando a su fin, pues patecen socavar inemediablemente la capacidad requerida para que alguien le diga a otro que algo ocurrié. Uno de ellos es la informacién, ya que su centro reside en la noticia, entendida como el informe abreviado de un hecho verificable de causas objetivas y cardcter reciente. La noticia debe ser abreviada: debe presentarse en el menor tiempo posible porque su valor reside en la novedad y solo vive mientras es nueva. Otro es (a razén instrumental, que parece estar en vias, de convertirse en el marco de referencia diltimo para determinar lo real y lo verdadero, en ta ciencia y en fa economia, en la politica y en la guerra. Por ditimo, la multiplicacién de eventos que no tienen nombre, que vuelve a los seres humanos més silenciosos, mis 25 Juan Covios Govier incapaces de incorporarlos a un relato que podré ser horroroso © sublime, pero que en definitiva permitiré el despliegue de una experiencia humana Con la gradual desaparicién de Ia figura del narrador se estaria produciendo la disolucion de practicas comunitarias que se fueron gestando, manteniendo y modificando a lo largo de milenios. Para comprender la gravedad de esta pérdida es necesario entender al nartador” como el emblema de una practica significante en la cual ef que narra presenta su testimonio personal como algo que alguien le conté, y el que escucha recibe ese testimonio “como luna sugerencia” (Benjamin, 1968a: 86) que lo ayuda a continuar tun relato que ya venia desplegando a través de su experiencia vital.-En definitiva, “el narrador” es la representacién simbélica de una experiencia en la que no se puede, ni se debe, distinguir tajantemente entre quién habla y quién escucha; una experiencia en la Que no se puede, ni se debe, tratar de discernir dénde concluye lo singular y dénde se inicia la universalizacién. Sin embargo, existen indicios de que la narracién es una practica mas persistente de lo que parece. Rectificando una afirmacién previa, me atreveria a afirmar que la narracién se presenta como tuna posesién dificil de arrebatar y practicamente inalienable Quizés esto obedezca a que no se puede determinar quién es realmente el sujeto que la posee. Es cierto que las condiciones adversas suelen silenciatla. Pero en ocasiones excepcionales esto se experimenta como un desafio a ejercer el poder de la palabra y a entregarse plenamente a él A fines de la década de 1960, irrumpen en América Latina grupos {que venian formandose por fuera de “las historias oficiales” y que, al menos en parte, surgen como respuesta al quiebre producido en las formas de solidaridad tradicionales (Gorlier, 2004). En algunos grupos, particularmente aquellos formados por mujeres y en otros similares que aparecieron en distintas regiones durante el mismo periodo, pueden vislumbrarse algunas dinémicas que atestiguan el ejercicio y la entrega que acabo de mencionar, Para hacerlas posibles, los sujetos dedican tiempo y energias considerable a felatar sus experiencias, personales y colectivas. Como resultado de ello, la narracién, la actividad de hablar y de escuchar, se erige como un acontecimiento cuyo niicleo reside en la transformacion profunda de la subjetividad. Esa transformacién solo es posible 26 {Confaren ef elato? Natacin, Comunidad, Disidencin en ef narrar genuino que incluye “la mano que sustenta con sus estos lo expresado” (Benjamin, |968a: 108); es decir, tnicamente es posible si se sustenta en una actividad significante que anude cl lenguaje verbal, la carga afectiva y el gesto corporal, hasta hacerlos indisociables. De esta manera, vamos elaborando e incorporando las herramientas conceptuales necesarias para entender el impacto que el giro narrativo esta teniendo sobre las ciencizs sociales y humanas, Por un lado, abordamos la realidad humana en general y la subjetividad en particular como configuraciones logradas mediante précticas significantes que suponen undespliegue verbal, afectivo y corporal, lo que llamamos “narrativas cotidianas". por otro lado, entendemos los objetos que estudian las ciencias como construcciones narrativas que los describen y los explican de maneras relativamente metédicas, a través de procesos que estén fundados en el lenguaje “pero que son mas retéricos que gramaticales en su articulacién y elaboracion” (White, 2006b: | 2) Pero también debo llamar la atencién sobre la inmensa cantidad de acciones humanas que se presentan como actos de habla. Mas ain, hay infinidad de cosas que tinicamente pueden realizarse hablando. sto reclama reformular la nocién del lenguaje tal como ha sido acuftada por la linguistica, desplazando la unidad de sentido “del signo a le oracién y de ésta al texto”. y ampliando la nocién de “demarcacién textual” para incluir en ella “una multitud de practicas significantes” (Kreiswirth, 2000: 299). En definitiva, se trata de aceptar que toda palabra est inserta en una narracién y de afirmar (a primacia de la narracién sobre la palabra. Esta ampliacién supone una extensién del campo de las ciencias hamanas y, al mismo tiempo, exige una revision tanto del modelo de ciencia acuftado durante la modernidad como de las divisiones disciplinarias establecidas durante esa época. En téminos generales, me animaria a adelantar que el proceso de des-referencializacion que conlleva el giro narrativo esté creando fas condiciones para profundizar el des-dibujamiento y la des-jerarquizaci6n de los saberes disciplinarios, que ya venia insinudndose en algunos Ambitos. Todo esto puede tener efectos extraordinariamente liberadores, pero solo para un nosotras/os que, aunque sea de manera mas o menos confusa, ya esté deseando 27 Juan Carlos Gorter liberarse. Para sostener ese proceso es necesario desplazar la atencién del referente a las practicas significantes que lo constituyen como algo” con sentido. Este desplazamiento requiere entrenamiento y persistencia, ya que reclama resistirse una y otra vez al hechizo de “lo evidente”, para atender a los actos de produccién de conocimiento —que nunca estén fuera del tiempo y del espacio, sino que siempre son especificos y localizados. Como resultado, vemos que el sentido de “algo” no es una caracteristica intrinseca de ese “algo”, sino un emergente de la narracién concebida como préctica significante desplegada en un contexto. ‘i aceptamos esta perspectiva, es factible comprender por qué siempre resulta posible ensayar dos 0 més interpretaciones de un mismo repertorio de fenémenos: dado que no hay descripci6n a la que no le falte o le sobre algo. siempre es posible ensayar otra explicacién para la conexién existente entre fenémenos y todo relato puede volver a relatarse de otra manera. Mas atin, el genuino conocimiento cientifico nunca parte de "las cosas mismas”, sino que est atravesado por un movimiento de vaivén que va de la revision de las opiniones y evidencias establecidas a la puesta en escena de opiniones y evidencias nuevas. Operando de esta manera, ese conocimiento intenta establecer “su propia autoridad” (White, 1978: 1) ante el tribunal, supuestamente imparcial, que juzgard la verdad de sus enunciados. Para e! observador entrenado, esta operacion expone, en la superficie misma, su inextricable complicidad con la narracién. Esto ocurre porque, sibien es cierto que puede haber diferencias radicales entre tn relato personal, un relato de ficcién y un relato Cientifico, también es cierto que hay entre ellos una complicidad inextricable, proveniente del medio narrativo en que todo relato se desenvuelve. Escrucialdesarrollarlasdestrezasanaliticas requeridas para escuchar y observar en todo relato -ya sea una experiencia personal, un cuento fantastico o un informe de investigacién- la actividad narrativa. En suma, los sentidos desplegados por esos relatos pueden ser radicalmente distintos, pero no se sustentan en cosas u objetos, sino en los usos cotidianos, literarios, cientificos a través de los cuales se constituyen distintas comunidades. Una vvez mas, lo que est en juego no es la naturaleza intrinseca de las 0525, sino la constitueién de la subjetividad. 28 ‘Confiar en el relat? Natracin, Comunidad, Disidencia Al acelerarse el desdibujamiento de las fronteras que dividen las distintas disciplinas, se facilita la nivelacion de las jerarquias de saberes — supuestamente sustentadas en la excelencia relativa de sus distintos objetos- que separaban a los distintos discursos. En efecto, los espacios sociales ~ya sea la vida cotidiana, la literatura, la ciencia, la politica o la religidn~ siempre estén atravesados por la practica narrativa, la actividad a través de la cual alguien le dice a otro que algo ocurri6. Existe en esta nivelacién un elemento trasgresor dirigido a revocar el control del poder de la palabra por los discursos dominantes, que esta ejemplificado por ef modo en que “las ciencias normales” usan los poderes comunes de la narracién para instituir un binarismo, que intenta constituir sus objetos y hacerlos visibles, yal misnro tiempo pretende ocultarlos y retirarlos de circulacién. Para ello, “fas ciencias normale” generan una divisién tajante entre “los hechos” y “las ficciones” y limitan fa narracién al ambito de estas iltimas; sin embargo, “la narrativa no es una subespecte de la ficcién” (Herman et al., 2005: 381), ni esta una subespecie de aquélla Es posible que esta trasgresion produzca las condiciones que faciliten la reintegracion de los distintos discursos disciplinarios a formas de lenguaje accesible a todos y a todas, generando un nuevo modo de refigurar “un mundo de experiencia comin’ (Rancire, 2000: 116). 29 {Confiaren el eato? Natacién, Comunidad, Disdencia ‘ALGUIEN LE DICE A OTRO QUE ALGO OCURRIO’ Keflexién preliminar: narramos antes de aprender a hablar Dedicaré esta reflexién @ presentar tres consideraciones un paca intempestivas. Mucho antes de emitir sonidos articulados, los seres humanos tice movimientos faciales y emiten sonidos guturales que 1 otros les dicen algo. Narrar, es decir, la actividad de decirle a siyuien algo, solo es posible si alguien esta en posicién de ver sos movimientos y de oft esos sonidos como si constituyeran 11 relato, Pero lo que mas ayuda a aprender a hablar es tener un nombre propio antes de ser, ocupar un lugar en el relato de otro ates de tener cuerpo: narramos antes de aprender a hablar. Fay momentos en los que decimos algo distinto de lo que «queriamos decir o alguien escucha algo distinto de lo que dijimo: ‘ay también momentos en los que pasa algo raro, como “cuando sientro del zapato encontramos una arafia o al respirar se siente como un vidrio roto” (Cortazar, 1994); 0 en los que los guiones ule los personajes que nos habitan ya no les dicen nada a nadie. Mecisamente esos momentos en que todo parece quedar en suspenso son los que introducen una discontinuidad que empuja a calla 0 a tratar de contarle a otto, realmente, algo Aqui y ahora, podriamos decir infinidad de cosas que desde vl punto de vista semantico y sintéctico son correctas, que verdaderamente ocurren 0 han ocurrido dentro, entre o ante nosotras/os, pero que seria inapropiado decir aqui y ahora. Me uitiesgo entonces a sugerir que para decir y hacer algo realmente nuevo hay que transgredir el lenguaje sedimentado, el decoro y las buenas costumbres poniéndose, con ese acto, mas alla de “lo verdadero” y “Io falso”, 33 Juan Cartos Gorkier Vocabulario basico Dentro y fuera del campo académico existen dificultades sustantivas para definir una narrativa. Esas dificultades son de diversa indole. El intento de definicién puede parecer attficioso, ya que todos, de una manera u otra, sabemos lo que es un relato, y porque la tinica manera de definirlo es reactivando eso en lo que ya desde siempre estamos insertos: en la actividad de narrar. De todos modos, dentro de la narratologfa hay varias definiciones que pueden suministrar un buen punto de partida. Por ejemplo, Susana Onega y Angel Landa afirman que “una narrativa es la representacién semidtica de una serie de eventos conectados con sentido en una manera temporal y causal” (1996: 3). Como existen miltiples medios semisticos, entre otros el lenguaje oral, el lenguaje escrito, los gestos comporales y las imagenes visuales, y miltiples combinaciones entre ellos, las narrativas pueden presentarse en infinidad de formas: charlas, albumes fotograficos, poemas, obras de teatro, novelas, tiras cémicas, notas periodisticas, tratados cientificos.. Sin necesidad de entrar en la discusi6n, més especulativa, sobre la distincién entre “situacién” y “acontecimiento”, puede argumentarse que para que ocurra algo se necesitan por lo menos dos eventos. Pero hay autores que afitman que la unidad minima del relato requiere: “una situacién inicial”, “una accidn 0 evento", y “un resultado” (Prince, 1987: $3). Con el propésito de ampliar un poco estas ideas, introduciré la distincién entre historia (story) y trama (plot), acuitada por Edmund Forster en 1927 (Forster, 1954: 87). Se trata de una distincién técnica, sustentada en definiciones que no coinciden necesariamente con el uso que se le da a estos términos en otras areas, pero que permite distinguir dos niveles dentro de la narrativa. Asimismo, vale la pena seftalar la ambigiiedad del término “historia” en castellano, donde es posible discernir por lo menos tres sentidos: “relato” o “cuento”, “ciencia sobre el pasado” y una parte o la totalidad de “Ios hechos del pasados”. Retomandoa Forster, podemosdistinguirelnivelcorrespondiente a la*historia”, entendida como la secuencia cronolégica de los eventos, del nivel de la trama, que refiere a la conexién causal entre dichos eventos. Esta distincién entre niveles o estratos, y 4 ‘Confit en el lato? Navtacin, Comunided,Disidencia lu posible relacién jerarquica entre ellos, es lo que a partir de los wsenta distinguiré al anélisis narrativo de curio estructuralista. Tomando como punto de referencia el cuento Emma Zunz liorges, 1974), es posible reconstruir el texto organizando la suumeracion cronolgica de manera lineal: 1916: Maier le cuenta a su hija Emma un secreto 1922, 14 de enero, jueves: Emma recibe una carta 1922, 15 deenero, viernes: A la salida del trabajo, Emma se redine con las hermanas Kronfuss 1922, 16 de enero, sabado: Emma trabaja hasta el mediodia; ala tarde se encuentra con un marinero; mas tarde va a la casa de Loewental y lo mata disparindole dos tiros En el caso de este cuento, la enumeracién no coincide con el modo en que los eventos son desplegados en el relato. Por ejemplo, «1 texto comienza asf: “El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, ul volver de la fabrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, hallé en vl fondo del zaguén una carta, fechada en Brasil, por fa que supo jue su padre habia muerto.” (Borges, 1974: 564). ¥ s6lo un poco ds adelante menciona los sucesos ocurridos seis aos antes, en 1916. En general, se supone que la mera sucesién cronologica no yenera la conexiénentre eventos requerida para que pueda hablarse “narrativa” (Herman y Vervaeck, 2005: 12), En Emma Zunz, 0s distintos eventos estarian conectados mediante el proceso ppor el cual la protegonista urde y consuma una venganza pero, al in'smo tiempo, hay infinidad de conexiones implicitas que invitan il lector a imaginarlas, activando un mecanismo de lectura que vaya entramando los distintos incidentes. Esto confirmaria que la Ulistincién entre “historia” y “trama’ a pesar de ser til desde el punto de vista del andlisis, no es facil de establecer claramente. Sin embargo, me arriesgo a afirmar que la trams) en los casos en ‘que es posible hallarla 0 construirla, opera enlazando los eventos en una red de sentido que tiende a eliminar la incoherencia y a cliscontinuidad, es decir, a conjurar “el sinsentido”. ‘También puede conjeturarse que los eventos referidos a acciones humanas estén enlazados mediante conexiones que no son pura y exclusivamente fisicas: por ejemplo, en el texto de Borges, 35 Juan Carlos Gorter {Conta en el relate? Naracion, Comunidad, Disidencta Emma no se despliega ante nosotros como un ente gobernado ina la que produce una excepeional tensién entre la proximidad por mecanismos puramente reactivos, sino como un sujeto con smbidtica y la distancia extrema. conciencia, con voluntad y con cierta capacidad de planificar sus Sin embargo, puede indicarse la existencia de una frase en el acciones antes de llevarlas a cabo. De hecho, podria decirse que exto que rompe con esa forma, con una huella que sefiala que ef sélo acontece algo, alli donde se presenta como si podria no haber swuurador es "yo": “ZEn aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel ocurtido, es decir, cuando lo ocurrido no es el efecto necesario jorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pens6 de causas puramente fisicas. Para que acontezca algo se requiere | na Zunz una sola vez en ef muesto que motivaba el sacrificio? cierto suspenso narrativo, y esto suele plantear serios problemas a Yi tengo para mi que pensé una vez y que en ese momento peligrs las ciencias sociales y humanas. 1 desesperado propésito” (Borges, 1974: 566). Ahora introduciré las nociones de autor, narrador y personaje. los personajes) son entidades que acttian 0 que padecen las Si bien usualmente el término Tautor” refiere a la persona que weiones de otros (Herman et al., 2005: 52). Esas entidades ha creado el texto, en Ia actualidad’ es imposible introducir esta ynueden aparecer como personas, como colectivos 0 como fuerzas nocién sin mencionar inmediatamente la concepcién que decreta vunpersonales. Se espera que en una narrativa dada los distintos “la muerte del autor”. Esta expresion suele asociarse con las [personajes ostenten al menos un atributo, aunque éste sea apenas corrientes estructuralistas y posestructuralistas que tuvieron 1 nombre 0 un pronombre personal. Desde el punto de vista auge en los setenta y que reclamaban que el analisis de los sie su despliegue narrativo, hay personajes “chatos” y hay otros textos se hiciera “sin referencia alguna al autor histérico y a sus we exhiben considerable profundidad psicolégica; también hay intenciones” (Herman et al., 2005: 33). Mas alld de que la formula iyersonajes muy previsibles y estereotipicos y otros que sorprenden se haya convertido en un eslogan, es importante indicar que, y le otorgan originalidad a fa narraci6n. desde el punto de vista del andlisis narrativo, no debe confundirse En Emma Zunz encontramos nueve personajes que tienen entre el autor material de una narracién y el narrador de la misma. isados de despliegue muy disimiles; los presentaré siguiendo el Tampoco conviene pensar que el autor mantiene “una relacién nrden en el que aparecen: descriptiva directa” con el lenguaje, algo que llevaria a concebir Ja produccién narrativa como “una expresién instrumental” suya Emma Zunz, el personaje principal. (Barthes, 1977a: 111). Manuel Maier, su padre. Eknarrador es el agente que le dice algo a un narratario. Mientras Un compafiero de pensién de su padre que el autor se configura como un elemento externo al texto, el Su madre narrador, por el contrario, es una instancia interna que deja huellas Aarén Loewenthal, antes gerente y ahora duefio de la desu presencia en el mismo. Esas huellas pueden no ser claras “pero Fabrica es posible rastrearlas, aun cuando (el narrador) no se nombre a si Elsa Urstein, la mejor amiga de Emma mismo” (Pampillo et al., 2004: 93). Entre sus funciones pueden La menor de las Kronfuss, Perla mencionarse el observar eventos, interpretarlos y evaluarlos. Un marinero. Emma Zunz presenta la forma de! narrador omnisciente, que Otro marinero. aparece como una instancia andnima e incorpérea; que no hace nada, salvo selatar, y que conoce los pensamientos, sentimientos, Antes de concluir este apartado, creo importante incluir un recuerdos y deseos de la protagonista: “Emma dejé caer el papel. breve comentario sobre un génefo narrativo al que volveremos ‘Su primera impresién fue de malestar en el vientre y en las rodillas; una y otra vez a lo largo de este seminario: la autobiografia. En luego de ciega culpa, de irrealidad, de frio, de temor; luego quiso ya ella, la voz narrativa se despliega a través de la primera persona estaren el dia siguiente” (Borges, 1974: 564). Es precisamente esta del singular, y esta operacién estructural hace que el autor, el 36 37 natrador y el protagonista principal coincidan. Philippe Lejeune propone la siguiente definicion para este género: “una narracién ‘etrospectiva en prosa que una persona real hace de su propia existencia, acentuando su vida individual, en particular la historia de su personalidad” (1975: 14). Veamos un fragmento de este género: “Descubri que mi vida era una mentira, y que los mentirosos no heredan el reino de los cielos, cambiaron muchas cosas, pero todavia estaba casada, mi marido me traicionaba, sala a beber, no queria compromiso con Dios y yo en cierta forma lo empujaba a eso” (Gorlie, 2006). Del mismo modo qué distinguiamos entre autor y narrador, conviene también diferenciarentrenarratarioyylector.Sibienelautor yel lector pueden ser abordados como realidades extratextuales, el narrador y el narratario -0 lector implicado-, deben ser analizados como funciones intratextuales. En efecto, a través de operaciones mds o menos sutiles vehiculizadas principalmente por el narrador, el relato va construyendo “las marcas del narratario” (Pampillo et al., 2005: 96). Especialmente reveladores son los pasajes en los que el narrador se dirige explicita y directamente al lector: “Asi pues, querido lector, si este cuento no te gusta, ya sabes cOmo olvidarlo” (Fernandez, 1967. citado en Pampillo et al, 2005: 96). Podria entonces decirse que con esta operacién retérica el autor intespela al lector a través del narrador, quien produce a través de su relato la posicién ocupada por el narratario. Sin embargo, no conviene concebir al lector como una instancia puramente pasiva, ya que, por el contrario, através de la recepcién del texto narrativo, el lector contribuye a la construccién de los personajes y de la trama; en definitiva, lz préctica de recepcion intesviene en ia configuracién del relato. A medida que vayamos avanzando, iré ampliando un poco mas la instancia de recepcién, pero por ahora digamos que este proceso opera usualmente de manera espontanea, con el lector combinando activamente la informacion y las sugerencias provenientes del texto con elementos de su propia experiencia € imaginacién. E5 posible afirmar que fa comprensi6n de un relato suele estar asociada a un efecto de reminiscencia, en virtud del cual el relato parece decirnos algo ue, de alguna manera, ya sabiamos. Para decilo de otra manera: escuchar o leer una narracién es insertarla en otra narracién ya ponible. Este proceso de reinscripcidn puede adoptar formas 38 confar en tlao? Naracin, Comunidad. ie ins sistemdticas y reflexivas, como cuando se lee y analiza un texto desde “una perspectiva feminista”. Pero cualquiera sea la forma que asuma la actividad de escuchar y leer, en definitiva, siempre se trata de la subjetividad haciéndose y rehaciéndose a si misma Es posible distinguir las narraciones que muestran eventos de Jas narraciones que (as relatan, En el primer caso se habla de una narracién mimética y en e| segundo de una narracién diegética. in la primera, el relato muestra la realidad, escenificéndola Desenrollando un pedazo de hilo del cartetel, de unos treinta centimetros mas 0 menos, Gabriela leva el carretel a fa boca, corta tl pedazo de hilo con los dientes y, aprovechando el movimiento, introduce en su boca el extrema del hilo que acaba de cortar y fo humedece con la punta de la lengua. Dejando caer otra vez al carretel en la caja abierta, se dispone 2 enhebrar ta aguja. La punta que acaba de humedecer se mantiene rigida y termina en un filamento delgadisimo que deber'a pasar sin dificultad a través del jo, pero el ojo es tan estrecho que, tocando el metal sin entrar en la hendidura, el filament se dobla [...]" (Saes, 2005: 208). Puede verse la maestria requerida para presentar la situacion original, diciéndola literalmente. La narraci6n_mimética Intenta educir al méximo la brecha entre el acto de decir y fo dicho, entre «el tiempo del relato y el tiempo de los eventos relatados. De todos modos. estas operaciones siempre pueden analizarse “comparando tl lapso temporal al que alude el relato y la cantidad de espacio fisico -piginas, renglones o palabras~ que ef relato le adjudica @ dicho lapso.” (Pampillo et al., 2005: 53; Genette, 1972). El uso del narrador omnisciente, anénimo e incorpéreo, tiende a acentuar tl efecto mimético. Como se sabe, esa figura narrativa no esta restringida al 4mbito literario, sino que su_uso esta incluso mas ddifundido en el campo de las ciencias sociales, donde se la utiliza para producir fa objetividad, como efecto ret6rico, Por su parte, la marca mas clara de la narracién diegética es el resumen, que evidencia que los eventos no son directamente Sccesibles, sino que necesitan ser relatados: “En ese azul monétond, la travesia duro mas de tres meses. A los pocos dias de ‘arpat, nos internamos en un mar torrido. Ahi fue donde empecé 4 percibir ese cielo ilimitado que nunca mas se borraria de mi vida fl mar lo duplicaba {...J. Al cabo de varias semanas nos alcanz6 39 Juan Cares orl el delirio: nuestra sola convicci6n y nuestros meros recuerdos no eran fundamento suficiente. Mar y cielo iban perdiendo nombre y sentido.” (Saer, 1988: 14). Sin embargo, aunque la mimesis y la diégesis parezcan un par binario, constituyen dos extremos de un continuo (Herman y Vervaeck, 2005: 14-5); es habitual encontrar oscilaciones entre las dos formas en un mismo relato. Ahora voy a incorporar las nociones de texto y contexto. Tentativamente, se puede concebir un texto como una totalidad auténoma y el contexto como aquello que la circunda. Los textos, al igual que las narraciones, son un fenémeno omnipresente en nuestras sociedades. Por esa razén, como ocurre también con la narracién, tratar de definir qué es un texto puede resultar attificioso. Mas atin, como trataré de argumentar en un momento, la distincién entre texto y contexto tiene un fuerte componente arbitrario; con todo, es una distinci6n que trasciende el ambito de ta linguistica y la critica literaria, y es clave en disciplinas como la historiografia, la etnografia y la psicoterapia En el caso de Emma Zunz, no habria dificultad para delimitar el texto y su contexto mas inmediato: la primera edicion de este texto fue publicada en 1949, mientras el autor adn vivia, como parte de una coleccién de trece cuentos, a la que se agregan cuatro mas en la reedicin de 1952. Biografia de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874) es el cuento que lo precede, y La casa de Asterién, viene inmediatamente después. Sin embargo, la facilidad con que aceptamios estas delimitaciones, mas que estar sustentada en “la ‘cosa misma”, es una indicacién de la vigencia y eficacia de ciertas convenciones. En la critica y en la teoria literaria, y asimismo en las ciencias humanas y sociales, se suele subrayar la importancia de ubicar “los textos en sus contextos”, si se aspira a una comprension plena de ellos. Pero esta operacion esta cargada de complejidades. Por un lado, puede ocurrir que lo que se presenta como el contexto ms inmediato no logre suministrar un buen criterio de andliss. Por ejemplo, se acepta que Biografia de Tadeo Isidoro Cruz y La Casa de Asteri6n corresponden al género de la literatura fantdstica: podria entonces inferirse que Emma Zunz también pertenecerfa a ese género, Sin embargo, hay otro texto dentro de la misma coleccién que indicaria que no es asi (Borges, 1974: 40 ‘oafar ene elato? Naracién, Comunidad, Dsidencla 629). Es decir que lo que parece set el contexto més inmediato, en este caso al menos, puede orientar la interpretacién hacia conclusiones erréneas. Por otro lado, la postura contextualista, o historicista, extrema patece conducir inevitablemente a la disolucién de los textos, 0 tle los eventos y de las acciones, en sus contextos: “En cuanto «consideramos ciertas cosas en relacién con otras, nos embarcamos « una travesia inquietante, dirigida a disolverlas en su contexto, Inues sus relaciones llevan més allé de ellas.” (Burke 1945: 193). Vor ejemplo, un andlisis de Emma Zunz guido por la “ética del archivo” (Kundera, 2006: 43) y la obsesi6n por su contexto de roduccién podria llevar a disoiver la forma original del relato, nenerando una masa de versiones desechadas, pérrafos borrados y notas de lecturas realizadas por el autor en la época en que tiabajaba sobre ese texto. En contraste, existen ciertos contextos que, en lugar de \isalver el texto, lo sostienen como una entidad singular. Puede ‘currir que esto se sustente en el uso que hace del mismo una comunidad de lectores. Pensemos, por ejemplo, en un grupo de ceyentes leyendo la Biblia. A partir de esto, podemos introducir 1a noci6n de contexto de recepcién. Hay teéricos de la recepcién wie consideran que, mas allé de su realidad fisica, los textos no fienen sustancia alguna, y que no son ellos, sino "Ia actividad de icctlos lo que tiene sentido” (Fish, 1980: 158), Toda descripcién de los atributos propios de un texto supone ‘wa gramdtica de lo intrinseco, para usar la magnifica expresién scwvada por Kenneth Burke (1945: 193), que lleva las marcas del ‘ontexto en que se realiza la descripcién: toda descripcién apunta hwcesariamente mas acé de “la cosa misma”, hacia la actividad lal de describirla. Sin embargo, no conviene concebir al lector nuulividual, 0 a “la comunidad interpretativa” (Fish, 1980), como tna fuente de sentidos plenos que luego se proyectarin sobre el lexto. Si fuera asi, iqué deseo habria de leer? Mas bien, pareceria ‘une las lectoras que desean realmente leer, al leer, se leen y releen 1 sirmismas, y al hacerlo se convierten en otras. Para.concluir esta primera parte voy a introducir el concepto ule foealizacién, cuya importancia para el andlisis narrativo es sencial, no solo en el campo de la lingGistica, sino también en el las ciencias que nos ocupan. Este concepto es el que permite 4l Juan Carlos Goer diferenciar entre “quién habla” y “quién ve” (Genette, 1980: 186), si se prefiere, entre el narrador, sujeto de la actividad narrativa, y el focalizador, punto desde el cual “los elementos son vistos” (Bal, 1998: 104). A partir de estas ideas, analicemos dos nuevos fragmentos de Emma Zunz: “Dio al fin con hombres del Nordstjarnan, De uno, muy joven, temié que le inspirara alguna ternura y opté por otro, quizés mis bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada, E! hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguan y después a una escalera tortuosa y después a un vestibulo (en el que habia una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Laniis) y después a un pasillo y después a una puerta que se cerr6.” (Borges, 1974: 566). La vio empujar la verja (que él habia entornado a propésito) y cruzar el patio sombrio. La vio hacer un pequefio rodeo cuando el perro atado ladré. Los labios de Emma tarareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetian la sentencia que el sefior Loewenthal oiria antes de morir.” (Borges, 1974: 567) En lo referido al sujeto de la narracién, los dos fragmentos que acabo de citar confirman que el texto se despliega en la forma del narrador omnisciente, con predominio de la tercera persona del singular y con enunciados marcados por una tendencia a la neutralidad valorativa (Herman y Vervaeck, 2005: 31; Friedman, 1975: 134-65). También es posible afirmar que en ambos pasajes predomina el relato mimético sobre el diegético. Sin embargo, en cuanto al sujeto de la percepcién, o el localizador, los dos fragmentos presentan diferencias considerables. Mientras que en 1 primer fragmento el focalizador tiende a asumir a Emma como fuente de las percepciones, en el segundo la fuente principal de las mismas es Loewenthal, aunque al concluir, el foco se desplaza de nuevo hacia Emma. La percepcién parece requerir el anclaje de una posicién espacial, corporal, psiquica, etc—y la exclusién de otras: Emma sintié “malestar en el vientre y en las rodillas”; Loewenthal “la vio empujar la verja”. Por su parte, el narrador omnisciente, como figura retérica, narra lo queveny sienten Emmay Loewenthal pero no puede percibirlo, De alguna manera, la fascinacién que produce este tipo de relato se conecta a ia impresién, ilusoria, de que la realidad misma es la que habla, Como ya mencioné, a pesar de plantearse dentro del campo a2 ‘onfar ene lato? Navacin, Comunidad, Dsidencla ule la teoria literaria, estos andlisis tienen consecuencias que xceden las fronteras de esta disciplina, dado que afectan no s6lo 1 Ia nocién de “la omnisciencia” en narratologia, sino también 1 la de “objetividad” en las ciencias normales. Efectivamente, vlesde el punto de vista narratolégico, hay ciertas dificultades ‘wenicas inherentes al despliegue de un relato capaz de articular lu instancia del narrador anénimo e incorpéreo con la transmision informacién sobre eventos y acciones, dado que esto ultimo wwece reclamar “una forma especifica de ver las cosas, un cierto iiyulo” (Bal, 1998: 107 citada en Pampillo et al., 2005: 71). Hay ‘ui cuestiones de largo alcance, que pueden también rastrearse «otras cortientes éeoricas. Téngase en cuenta por ejemplo, “la ulcterminacién de la conciencia por el ser social” (Marx, 1859); l perspectivismo radical” (Nietzsche, 1980, original 1892): y la xia feminista de “el punto de vista” (Smith, 1974; Hartsock, 1998; Gorlies, 2005: 33). Hacer cosas con palabras + A partir del “giro narrativo”, el concepto de narrativa ha menzado a viajar de la teoria literaria a otras disciplinas (Wiyvirinen, 2006), pero. esta _travesia es précticamente wwoncebible sin, la incorporacién de algunas contribuciones idas por las/ieorias performativas del lenguaje, que reclaman ‘elormular profindamente las ideas heredadas respecto del ‘evnuaje, para reintegrarlo ala vida cotidiana. Por esta razon, esas ‘votias no siempre han tenido buena recepcién en el campo de |. lingiiistica, Comenzaré por indicar que la palabra‘performanc® © un anglicismo, que podria traducirse al castellano como ‘ealizacién”, “desemperio”, “rendimiento” y, tal vez con menos luccuencia, “tepresentacion teatral”. Las formas verbales “realizar”, wfectuar”, “llevar a cabo” y “representar” ~en el sentido teatral ule “poner en escena’— corresponden a la forma to perform. A diferencia de los andlisis semanticos y sintécticos, los snalisis performativos abordan el lenguaje como una forma de iccidn, La idea es que al analizar una oracién hay que diferenciar entre el significado de las palabras, el modo en que éstas estin conectadas y el acto de proferitlas. El nticleo de este andlisis reside 1 el supuesto de que al proferir una oracién, se hace algo -se 4B Juan Carlos Gattier describe un hecho, se da una orden, se expresa un deseo, etc er elacto mismo de decitt. _ 7 Para introducir el concepto de@cto de habia\(speech act), usaré como hilo conductor, y a manera de ejemplo, la oracién “Te amaré para siempre”. Como veremos, el andlisis de este tipo de oraciones, nos abre rapidamente el acceso a la dimensién performativa del lenguaje. Detengémonos por un momento en algunas caracteristicas sintdcticas de la oracién que nos ocupa: la misma esté enunciada en la primera personal del singular y en el tiempo presente del indicativo. Sin duda, las declaraciones también admiten la primera persona del plural, aunque, sin embargo, no parecen admitir demasiadas variaciones de orden gramatical. Por ejemplo, las oraciones: “Yo escuché cuando Pedro le dijo a Maria "Te amaté para siempre” o “Tengo la intencién de prometerte que te amaré para siempre” no son consideradas promtesas y nadie familiarizado con los usos cotidianos de estas oraciones las percibiria como tales, Avanzando un paso mis, introduzcamos la distincién entre las ‘emisiones constativas” y las “emisiones performativas" (Austin, 1962). Las primeras describirian un estado de cosas y, por ello, estarian sujetas a los criterios de verificacién de verdad y falsedad ‘que gobiernan a los enunciados factico-descriptivos; por ejemplo: "Sobre la alfombra roja hay un’gato negro’. Se supone que este tipo de enunciados representan hechos que tienen una existencia independiente y que, por fo tanto, no requieren la intervenciém del lenguaje articulado. Las segundas emisiones no estan gobernadas por los criterios de verdad y falsedad que rigen a los enunciados facticos; no describen ni representan un estado de cosas que las precede, sino que realizan algo en el acto mismo de ser proferidas. Tal es, precisamente, el caso de la promesa, cuya declaracién es la realizacion de un acto. Solo existe una promesa si se la declara en voz alta, para que ‘tt pueda oitla: ino convendra ver esto como la indicacion de ue no solo la promesa, sino también la narracién y el lenguaje son inconcebibles sin él acto que anuda alguien a otro? Dejo el interrogante abierto. De todas maneras, dificilmente, o tal vez nunca, la promesa sea “Io tinico necesario para aceptar que el acto ha sido realizado” (Austin, 1962: 8). Parafraseando al Nietzsche de La genealogia de la moral, digamos que se requiere una larga 44 {ontaren el elet? Naracién, Comunidad, Disidenci esta de condiciones para que surja un ser a quien “le sea licito 1 promesas” (Nietzsche, 1972 : 65). Para que sea legitimo vwnicter, deben darse ciertas “circunstancias apropiadas”, y es \wcuienite que el que habla y “otras personas también realicen Jn. acciones |,..} incluso actos de proferir otras palabras.” wwstin, 1962: 8). conviene entonces indagar sobre las condiciones que se inieren para que la promesa cuente, para que no sea mero vuln y movimiento corporal sin sentido, para que sea tenida en vweila, para que le diga algo a otro. Como no es el resultado lu descripcién de “algo”, externo o interno, preexistente a su \vonunciamiento, la promesa puede sostenerse Gnicamente en el de su declaracién. Ese acto es fo Gnico que realmente con- proinete. Sin embargo, del mismo modo que para que alguien juivla hablar ya debe existir el lenguaje, para que alguien pueda lo Luar una promesa ya debe existir el rito de prometer. lo que hace que las promesas en particular, y tos actos de habla \v yeneral, tengah sentido no es Ta semantica de las palabras ni la \\axis de las oraciones, sino la existencia de ciertos “sistemas reglas” que pueden llamarse “instituciones” (Searle, 1969). O \ucior, la existencia de practicas significantes sedimentadas en el Inguaje que hacen que la declaracién “Te amaré para siempre” se pliegue como la cita de algo. que alguien le dijo a otro alguna Para ampliar esta discusién sobre las teorlas performativas del lenguaje, vey a introducir ahora algunas ideas sobre el uso de las syalabras. Comencemos por reitesar que muchos de los problemas ssociados con el fenguaje, y con las palabras, las oraciones y los «latos en particular, estan provocados por la tendenciaa concebirlo omo un medio para describir entes externos cosas, eventos, seciones~ 0 internos ~deseos, pensamientos, sensaciones. Desde \ punto de vista epistemologico, esta tendencia crea infinidad de complicaciones. Por ejemplo, retomando los comentarios sobre la diferencia entre fa funcién del natrador y la del focalizador, abria preguntarse de qué manera las palabras pueden describir idecuadamente las sensaciones que experimenté Emma en “el vientre y las rotillas” 0 lo que percibié Loewenthal cuando “la vio empujar la verja” (Borges, 1974: 564, 567) Una manera posible de contrarrestar esa tendencia y sorteat 45 Juan Carls Gorter muchos de esos problemas es imaginar que el lenguaje sirve para la comunicacién, o mucho mejor, para el despliegue de una actividad, entre sujetos. De este modo, desplazamos la atencién de los referentes y la dirigimos al acto de hablar como una forma de comunicarse y, al mismo tiempo, a ésta como un hacer. Cito uno de los fragmentos mas conocidos de las Investigaciones filoséficas: “Imaginemos un lenguaje [...] que sirve para la ‘comunicacién entre un constructor A y un asistente B. A est construyendo con piedras: hay bloques, pilares, lozas y vigas. B tiene que pasar las piedras, en el orden que A las necesita. Para este propésito usar un lenguaje consistente en las. palabras “bloque”, “pilar”, “loza”, “viga”. A las pide. B trae la piedra que aprendié a traer de acuerdo al pedido. Concibase esto como un Jenguaje primitivo completo.” (Wittgenstein, 1958: § 2) Distingamos provisoriamente “la practica del uso del lenguaje” de “el aprendizaje del lenguaje” (Wittgenstein, 1958: § 7) y atendamos a este dltimo; la distincién es provisoria porque la Gnica manera de aprender un lenguaje es usandolo, es decir, haciendo lo apropiado segiin la posicién que el sujeto ocupa en el contexto en que se encuentra, Asimismo, es importante recordar que la mayoria de las veces ese hacer es, precisamente, decirle algo apropiado a otro. - Acaso una de las contribuciones mas importantes de estas teflexiones deberia, como miencioné mas arriba, desactivar la atraccién que ejerce el referente y dirigir la atencién hacia el contexto. Segin la teoria performativa, el sentido de una palabra, de una oraci6n o de un relato, no reside en alguna caracteristica intrinseca del referente, sino en él uso, y ese uso es siempre local, es decir, inseparable del contexto. Tomemos el ejemplo de un grupo de estudiantes extranjeros que estan aprendiendo castellano: la leccién versa sobre los colores primarios; el profesor muestra un circulo de cartulina rojo, lo sefiala con el dedo y dice “rojo”; y los estudiantes miran el color y repiten “rojo”. Luego, el profesor muestra un cuadrado de plastico verde y dice “verde”; los estudiantes miran el color y repiten “verde”, y asi sucesivamente. La eficacia de este sefalar se sustenta, no tanto en las caracteristicas de las cosas sefialadas, sino en el contexto donde se despliega esa operacion. Es practicamente imposible explicitar todo lo que presupone ese sefialar, pero una 46 ‘onfar ene elato? Nawacién, Comunidad, Disidencia ‘sumprension basica, como la que necesitarian los estudiantes del iwmplo, es suficiente. En efecto, si los estudiantes ya saben que sta lecci6n es sobre los colores-y no sobre las formas geométricas «los materiales, cuando se les presente un circulo de cartulina 10 10 atenderdn a la forma o al material, sino al color: sin duda, sentido de a palabra “rojo” es inseparable del contexto, es \lecit, es inseparable de los propésitos, los comportamientos y las ivalabras que preceden y suceden a esa palabra. El contexto da nntido a dicha operacién y reduce la ambigtiedad que se cuela a aves de la brecha que separa las palabras de las cosas. No quisiera concluir el apartado sin referirme a los usos ‘vropiados del lenguaje, tema que considero de importancia, ues en él se articulan cuestiones de cardcter linguistico- usuratol6gica con otras de indole ético-politica. El fragmento de | Investigaciones filoséficas que he citado un poco més arriba vucce una excelente oportunidad para ello. Siguiendo algunas merencias de ese fragmento, digamos que alguien comprende el nitido del término “bloque” no cuando conoce sus significados lwversos tal como estan registrados en un buen diccionario, sino ‘wando al pronunciarlo 0 escucharlo se comporta de la manera »)opiada, Comportindose de esta manera no solo colabora con 11 construccién de un muro sino, y esto es lo mas decisivo, con | constitucién de si mismo como alguien... que obedece. Sin ‘hula, el sentido del término "bloque” realmente se pone en juego ‘suindo alguien ordena “bloque” y otro, siendo un sujeto y no un ‘hot, le obedece, manifestando en su comportamiento estar “de nuerdo” (Wittgenstein, 1958: § 2). Sin pretender minimizar la uctte tendencia a identificar “lo que se hace por convencién” con lo que es justo” creo que, desde el punto de vista ético-politico, imperativo comprender que el sustento de lo apropiado no es {v justo, sino lo convencional. Es apropiado, aunque sea injusto, ‘une alguien ordene “bloque” y otro obedezca y lo traiga, porque habia una vez” sujetos que dijeron e hicieron fo mismo. Pareceria entonces que la “coordinacién de tareas” lograda gracias a “la ‘omunicacién verbal” esta atravesada por la division de lo social, ++ decir, por los ritos que prescriben a unos la funcién de mandar 1 otros la de obedecer. Ahora algunas ideas sobre los juegos del lenguaje. Estas ideas pueden ayudarnos a comprender un poco mejor fa indole de las aT Juan Carlos Gostier reglas que estarian gobernando los usos de las palabras. Aprendet tun lenguaje es como aprender un juego: y hay dos formas de hacerlo, aprender la gramética y el reglamento, o aprender hrablando y jugando con otros. Pero el aprendizaje en base @ fa gramatica y al reglamento tiene limites muy marcados; no es casual que el llamado “lenguaje materno” sdlo pueda aprenderse viendo, escuchando hablar y hablando. Imaginemos alguien que aprendié el reglamento de un juego y que, una vez que lo sabe, intenta jugar con otros; alguien asi va a set, inevitablemente, un jugador lento, sin coordinacién en sus movimientos, sin sentido de ta oportunidad. En realidad, 10 es todavia un jugador, porque acta como si el juego consistiera en la aplicacion del reglamento: porque atin no ha sido tocado por aquelto sin 'e cual un juego no seria tal. Volvamos al ejemplo de un constructor y un obrero, construyendo un muro, a través de comportamientos coordinados. Dado que hay un repertorio muy limitado de palabras ~cuatro para ser mas piecisos~, se trataria aqui de “un lenguaje primitivo”, (© mejor adn, de un “juego de lenguaje”, en el que los sonidos articulados estén entrelazados con movimientos corporales (Wittgenstein, 1958: § 7) Como ya vimos, el sentido de cada una de esas palabras esta asociado a formas especificas de mandar, obedecer y hacer; en este caso, de levantar un muro con la ayuda de las palabras Exploremos, entonces, el caricter de las reglas que gobernarian ese hacer. Téngase en cuenta que lo que gua esta exploracién no es el interés en las leyes de la mecinica de construir un muro, sino en las reglas que permiten mantener cierto control sobre fa produccidn del sentido y la constitucion de la subjetividad. Estas reglas controlan el uso del lenguaje, pero no del modo en aque las leyes de la fisica gobiernan el peso y la resistencia de las piedras. Esto explica porqué tales seglas ho pueden formalizarse ni aprenderse a solas. Alguien puede estudiar la gramitica de un lenguaje y una vez que la ha aprendido, poner en practica ese saber, tratando de hablar. lmaginemos que esa persona asiste a una clase de conversacién para extranjeros. Es previsible que lo que intente decir sea gramaticalmente correcto, pero que la pronunciacién de las palabras y la cadencia de las frases no sean las apropiadas. La nica manera que tiene el profesor de ensefiarle a hablar, y esto 48 ‘Confar en el relate? Naracin, Comunidad, Dsidencls ‘marca los limites del conocimiento intelectual, es mostréndoselo, dliciendo Jo que el estudiante quiere decir pero no puede hacer. Fn conclusién, estas reglas son reglas de comportamiento o, inejor atin, de desemperto (performance) porque hablar no es una ‘uestién de saber, sino de saber hacer. Avanzando un paso més, acaso puede vislumbrarse mejor lu indole de estas reglas si se las concibe como emergentes de listintas formas de vida. En efecto, pareceria que “imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida” (Wittgenstein, 1958: § 19). Este desplazamiento de las reglas a las formas de vida iene consecuencias importantes. La comunicacién verbal que se entabla entre dos 0 mas sujetos esta, desde el inicio, inmersa en yricticas sociales, y el sentido de las palabras es inseparable de tas dltimas. Las palabras pueden ser las mismas, pero tienen listinto sentide si se las dice construyendo un muro o realizando experimento de laboratorio. En algunas juegos del lenguaje, reglas son mds rigidas que en otros, pero si la practica fuera el ultado directo de la aplicacién de las reglas, el lenguaje ya no via un juego y las practicas de construir un muro o realizar un verimento dejarian de ser tareas humanas. Pero esto esti lejos \ suponer que sélo hay juego de lenguaje si “todo vale”. Sin embatgo, hablar no es obedecer la Ley. Ayudémonos entonces con algunas expresiones cotidianas. vor ejemplo: jugar “de acuerdo a las reglas” 0 jugar “siguiendo his ceglas”. Hablar siguiendo las reglas 0 hablar de acuerdo a «llas no requiere saber ni obediencia, sino perspicacia, es decir, sutuenamiento, destreza y capacidad de improvisaci6n. Las reglas, nvsanas y 10s pracedimientos que regirian su aplicacién no son 11 expresién de principios mas generales. sino que emergen en el \ioutondo de distintas formas de vida, constituidas por practicas iynilicantes rutinarias y relativamente sedimentadas, que {impoco estén gobernadas por la Ley. Siaceptamos que en el centro de la actividad humana, del juego, Jol Lenguaje, no esté la Ley, sino algo que reclama improvisacién slestreza retérico-pragmatica, la dimensién performativo leclarativa del acto de habla adquiere una relevancia excepcional Til es el caso, especialmente, de la declaracién disidente. Esta es J unica declaraci6n que solo puede contar consigo misma, pues ue dice no tiene sustento en el orden establecido, ni hay ritual 49 Juan Caos Gorler que le otorgue sentido: contar consigo misma, es decir, fundarse en el acto de hablar, no solo en la pronunciacién y la cadencia, sino también en la expresion facial, el gesto corporal y la fuerza afectiva, en suma, en la subjetividad. Nombrar metaforico Voy a concluir presentando algunas ideas sobre los nombres y las metaforas 0, mas especificamente, sobre el nombrar metaférico. Como ya hemos podido veraltratar otros temas, estas ideas pueden servi para ampliar nuestra comprensién no solo del lenguaje, sino también de los procesos de refiguracién de la subjetividad. Comencemos por afirmar que un nombre no es la deseripeién de “algo” existente fuera del acto de nominar eso como “algo”. Esta afirmacién nos permite desarrollar algunas de las ideas que ya hemos planteado al presentar el abordaje performativo al sentido de las palabras. Hemos visto que desde ese abordaje el sentido de una palabra es inseparable de las formas de comportarse entrelazadas con el acto de pronunciarla y, con otros actos, incluidos los actos de habla, que los anteceden y los suceden. Podemos ahora preguntamnos: “icudl es la relacién entre el nombre y la cosa nombrada?” (Wittgenstein, 1958: § 37). Esta pregunta Nos aleja todavia més de los campos lingiistico y literatio, y ‘nos aproxima af de las cuestiones filoséficas, epistemologicas y cientificas. aunque, como ya hemos expuesto, a partir del “giro narrativo” las fronteras entre estos campos se tornan cada vez mas porosas. La respuesta descriptivista mas directa consistiria en afirmar que existe una caracteristica propia de “Ia cosa”, 0 referente, que esté descripta por el nombte. Sin abandonar esa perspectiva, tuna respuesta mas elaborada propondria que el significado, 0 contenido seméntico, del nombre cotresponde a las descripciones que los parlantes asocian con ese nombre ~para otras variantes, véase las diferencias entre “Sinn” y “Bedeutung” en Frege, 1892. En contraste con esta perspectiva, me interesa explorar una postura anti-descriptivista, que da primacia del nombrar bautismal (Kripke, 1980). La nocién de nombrar bautismal supone que fa relacién entre el nombre y la cosa solo existe a través del acto de ponerle un 50 ‘onfar en el relato? Nartacin, Comunidad Dsidencia nombre. Como entre e! nombre y la cosa no hay relacién “natural” ni conexién previa, el nombre tiene que ser un designador rigido (Kripke, 1980: 48). Lejos de acompafiar las posibles fluctuaciones de la cosa, el nombre fija y afsla una caracteristica y marca con ella esa cosa, convirtiéndola asi en parte constitutiva de la misma, como si por ejemplo, se le pegara a algo un cartel que dice “rojo”. Otros nombres, con rigidez similar, fijan, aislan y marcan otras, caracteristicas. Las descripciones solo son posibles usando nombres y estos son imposiciones bautismales. Por eso, nadie aprende el nombre mirando la cosa, sino escuchando y repitiendo los nombres que ya le han puesto otros. Con todo, la rigidez de Ja designaci6n es inseparable de (a rigidez que el nombre de la cosa impone a la percepcién y al comportamiento hacia esa cosa. Como sugeri un poco mas arriba, cuando los estudiantes oyen al profesor decir “rojo” y lo ven seftalar “eso”, ellos al mirar “eso”, no atienden al material nia la forma, sino al color, porque ya estan adiestradas, Esto ocurre con todos los nombres pero, desde la Perspectiva de la refiguracién de la subjetividad, hay un pufado de nombres claves: por ejemplo, considérese el nombre “mujer” y Feconézcase cémo para ver las mareas de una mujer hay que tener (a mirada adiestrada. Violentando una conocida afirmacién de Karl Marx ~“hasta ahora los filésofos se han limitado a interpretar el mundo de distintas maneras; ahora se trata de cambiarlo” (Marx, 1969: 13-15)-, dirfa que la Gnica manera de cambiar el mundo es distorsionando los sentidos literales que pretenden convertirlo en tuna prisi6n para la subjetividad. Por eso creo importante ocuparse del nombrar metaférico, dado que es la operacion maestra que provoca esa distorsién. En comparacién con Ia infinidad de “cosas”, la cantidad de nombres resulta muy limitada, Sin embargo, puede argumentarse que debe ser asi, pues solo las cosas relevantes para determinado modo de vida merecen un nombre, Por mas “evolucionado” que sea ese modo de vida, siempre hay un niicleo primitivo, constituido por los usos literales requeridos para su sostenimiento: efectivamente, si se trata de construir un muro, “eso” es, literalmente, “un bloque” Peto existen ocasiones en que el sentido literal queda suspendiido y la percepcion, adiestrada para ver “eso” como si fuera 31 Juan Carlos ovter “un bloque’, falla. En esos momentos, “eso” que hasta entonces era “un bloque” queda alterado: en medio de Ja construccién del muro, de lo que el capataz y el obrero estén diciendo y haciendo, irrumpe algo que no tiene nombre. No es necesario que esta experiencia sea vivida como algo siniestro pero, y esto me parece relevante para la cuestién de la subjetividad, la aparicion de lo innominado, en medio de un modo de vida, conmueve al nosotros. Parafraseando un aforismo atribuido a Protagoras, si “el hombre es la medida de todas las cosas” y sila tinica manera de medir y de medirse frente a “eso” es nombrarlo, icudnto tiempo puede sostenerse ese nosotros sin ponerle nombre? Podria acaso especularse que la irrupcién de lo innominado, lo imprevisible, lo ‘nuevo 0 lo problematico despierta el deseo ce nombrar, de hablar y de relatar. Sin embargo, considérese un nfo, rodeado de cosas extrafias, sin nadie que le hable ni nadie a quien hablar: ide dénde Podris nacerle al nifio el deseo de nombrarlas? Digamos ahora que la aparicién de un nombre nuevo raramente esta marcada por la invencién de una nueva palabra. Lo habitual 5 que esos nombres surjan distorsionando los sentidos literales de palabras y nombres que ya estén en circulacién. Cuando los navegantes espafioles descubrieron el Nuevo Mundo, se encontraron con infinidad de cosas que dentro de su lengua ‘no tenian nombre y comenzaron a designarlas usando palabras conocidas por ellos. Leamos un fragmento de Gonzalo Fernandez de Oviedo, uno de los primeros cronistas de Indias: “Hay en esta isla Espafola unos cardos, que cada uno dellos lleva una pitia (0, mejor diciendo, alcarchofa), puesto que, porque paresce pia, las llaman los cristianos pifias, sin lo ser.” (Oviedo, 1535). Este esun fragmento singular dondeeel poder denombrarseejerce sin ocultarlo: los cristianos le Haman pita, sin ser una pifia. Con el uso y la costumbre, eso se convertir4, sin dudas y literalmente, en una pifia. Pero, para el que quiera verlo, ese fragmento muestra la actividad de nombrar, como un cuadro que no representa nada, sino los trazos del pincel sobre la tela blanca, El fragmento nos ofrece un magnifico ejemplo de! nombrar metaférico que nombra algo desconocido, transfiriéndole el nombre propio, literal, de tuna cosa conocida. El poder de nombrar no reside en suministrar tuna imagen, una representacién 0 un icono de “eso”, sino en su capacidad de “artastrar” (Michel, 1998: 71) un sentido literal, 32 ‘Confit en el lato? Naacibn, Comunidad, Disidencia violentindolo al imponerle otro uso. Podemos seguir un poco més con la analogia pictorica diciendo que el pincel requiere el tinte como la metafora requiere el sentido literal, pues sin tinte ni sentido literal no habria nada inerte que pudiese ser arrastrado. El origen de los sentidos literales existen operaciones similares, pero el uso mismo termina oculténdolas y convirtiéndolas metdforas muertas: “monedas que han perdido sus imagenes y ahora solo son metal, ya no son mas monedas.” (Nietzsche, 1873) EI lenguaje est atravesado por un flujo de metaforas, pero que solo en ocasiones relativamente excepcionales es posible percibirlo, Como veiamos, la irrupcién de lo innominado esta asociada a la suspensién del sentido literal de las palabras. Esto puede llegar a ser funesto ya que esa suspensién hace fallar en la percepcién, altera el mundo, conmueve el modo de vida establecido y, en definitiva, desfigura la subjetividad. Sin embargo, aunque la suspension no baste, crea las condiciones para encarar la tarea de refigurar quiénes somos realmente nosotras/os. 53 ‘Contax en el relato? Naracén, Comunidad Dsidencia LA FIGURACION DE LA HISTORIA Reflexi preliminar: la figuracién de los hechos historicos Hay tantas formas de relacién con el pasado como formas de sery estar en el presente, En esta reflexién voy a dirigit la atencién a una forma singular de conectarse con el pasado que acude a él como parte del intento de conjurar un peligro presente, buscando la ayuda de experiencias pasadas para refigurar una subjetividad amenazada Esto reclama atender a los testimonios documentales con la expectativa de extraer de ellos orientaciones para enfrentar los desafios del presente, y el mayor desafio es refigurar la subjetividad. Ante un desafio asi la tarea historica no puede consistir en extraer de esos testimonios las descripciones literales de los hechos pasados. Ante un peligro, la subjetividad amenazada no puede ya sustentarse en las evidencias que transmite fa Historia. La amenaza suspende la Historia como encadenamiento de hechos necesarios. Para reconstituirse, la subjetividad debe establecer una relaci6n. singular con el pasado, debe crearse una contemporaneidad aplicando el presente al pasado y el pasado al presente. La subjetividad debe disolver el testimonio documental en ella y ella debe disolverse en el testimonio documental. En el acto de figurar el hecho histérico, la subjetividad se refigura a si misma, como cuando un grupo dice: “nosotras somos las hijas de la Malinche”. El dilema_historiogrs narrarlo? ible decir algo sin Contra lo que pudiera pensarse, los mayores enemigos que enfrenta la historia, como “ciencia normal”, en el sentido que Kuhn le da a esta expresién (Kuhn, 1970), no son la mentira 37 Juan Cartes Corker © el error, sino la elocuencia y la ficcién. Porque pertenecen al Ambito de lo factico, la mentira puede desenmascararse y el error Cortegirse simplemente, verificando hechos. La elocuencia busca “seducit” y para lograrlo puede incluso recurtir al argumento y @ las evidencias. La ficcién presenta “cosas imaginarias como s1 fueran reales y sustituye la verdad por la ilusion” (White, 2006a: 25). La elocuencia y la ficci6n son contrincantes tan formidables que los historiadores profesionales, incluso a pesar de si mismos, terminan alidéndose a ellas, Conviene tener en cuenta la ambigiiedad del término “historia Por un lado alude al relato, por et otso 2 las hechos del pasado. Consideto que, lejos de tratar de eliminar esa ambigiiedad, es Srucial tratar de protegerta. Los historiadores profesionales, que Practican la ciencia normal, tienden a confundit la lucha contra la elocuencia y la ficcién con la lucha contra el despliegue retérico narrativo que atraviesa de un extremo al otro a la historia. Mas aun, pretenden luchar contra ellas apoyandose “en los hechos", tratando de hacer que “los hechos hablen por si mismos”. Pero los hechos pasados, ni sus vestigias presentes, pueden sefialarse con el dedo. Toda referencia a un hecho pasado es del orden de la invocacién, como cuando un historiador profesional “invoca las hechos”, lamandolos en defensa de su argumento. En realidad, no hay hecho pasado que baste para destronar una historia, solo otra historia puede intentar hacerlo. El despliegue narrative es imposible de eliminar, sin él la historia no seria una historia, no le diria nada a nadie. Una manera de salir de este impasse seria aplicindose a la historizaeién de fos usos del término “ficcién”. “Ficcién” se usa en contextos tan diferentes y con sentidos tan distintos que es Practicamente imposible definir el término de manera univoca. Pero aunque una definicién asi fuera posible, iqué uso le darfamos? La tarea de rastrear algunos usos previos puede ser més productiva especialmente si reconocemos que toda reconstruccidn histérica, de un hecho 0 una palabra, se realiza desde un aqui y atora. Al Parecer, la palabra “fictio”, en tatin, referia no tanto a la invencion ©. la mentira, sino a la operacién de “moldear y dar forma una materia preexistente” (Korhonen, 2006b: 16). Para nuestros Propésitos, me interesa la posibilidad de asociar Ia ficcién a una amplia gama de operaciones retérico narrativas que van del dar 38 {Confit ene relao? Nacacin, Comunidad, Disidencls ‘wut, modelar y ordenar, al imaginar, urdir y aparentar. Agregaria «seo conveniente abordar esas operaciones como si fueran joie de un continuo de contornos imprecisos, Tal vez esto ayude ‘westrar la sensibilidad a a hora de revisar los vaivenes del /tuite “historia versus literatura”. ciencia histérica normal diferencia tres niveles:)"Ia realidad Ici pasado”, objeto de estudio del historiador: “la historiografia” ‘lecit los textos que los historiadores profesionales producen June ese objeto; y “la Filosofia de la historia”, entendida como el uidio mas especulativo sobre las elaciones entre los dos niveles iicvios (White, 19992: 3-4). Dentro del segundo nivel, conviene silevenciar entre ef método historiogréfico; es decir las practicas, slesionalmente aceptadas, para recolectar datos, construir idencias y verificar hechos pasados, y la practica de produccién lil texto historiogréfico, Ciertamente, estas distinciones son iclativamente arbitrarias y existen intercambies y contaminaciones sutuas entre todos estos niveles y sub-niveles. Con todo, vale la ena indicar que, dado el modelo de conocimiento que predomina 1 la iencia histérica normal, la reflexién intra-disciplinaria sobre historiografia tiende a concentrarse en la cuestin metodologica, s decir en los procedimientos que deben usarse para “derivar hechos a partir de fas fuentes”, descuidando el modo en que esos hnechos deben combinarse para “presentarlos de manera sintética” (Berkhofer, 1995: 29). Mientras Ja primera cuestion hace a la presentacién de hechos verificables, la segunda esta referida a la produccién de relatos verosimiles ; Creo importante reflexionar un poco mas sobre la indole narrativa de los hechos histéricos, E] gesto inaugural del “realismo histérico” se expresa como un querer vérselas con “los hechos mismos”, con lo que realmente ocurrid, sin especular sobre su sentido. Pero en la ciencia, y no sélo en ella, “hay hechos y hechos”. La ciencia histérica aa se interesa por cualquier clase de hechos, sino solo por aquéllos que por su categoria pueden erigirse en objeto legitimo del estudio histérico. Pero es posible que. por sus antecedentes, hechos que inicialmente no tienen fa categoria de “hechos histéricos” terminen, retroactivamente, teniéndola, Mas atin, para erigirse en objetos legitimos de la ciencia histérica, no basta_con que los hechos sean historicos, sino que también deben ser(selevantes> Es decir, hay infinidad 59 Juan Caras Gorter de hechos que pueden categorizarse como “histéricos” pero que, desde los criterios vigentes acerca de lo que puede ser relevante para una historia, son completamente irrelevantes. Pero, una vez mas, este atributo no puede fijarse a priori, Es decir que los hechos, especialmente los realmente significativos, son maleables (Bruner, 1998: 19) porque solo pueden presentarse como parte | de una narracién histérica, que los moldea en el mismo acto de incluirlos, Dificilmente un hecho histérico tealmente significativo se presente de entrada como algo meramente factico, como una roca al costado de cualquier camino. iQuién dirigiria la atencién a algo asi? Un hecho histérico es algo que hay que conquistar. ¥ esa conquista es inseparable de ganarse el derecho a relatario. Los, hechos histéricos significativos llevan las huellas de las actividades retérico narrativas que los han modelado. ¥ cuando un hecho se erige realmente en hecho historico, puede alcanzar una dureza que ninguna piedra puede emulat. Entonces, distancidndome de! modo en que la ciencia histérica normal entiende sus propios procedimientos, afirmaria la primacia de ta nacracién sobre los hechos y de la verosimilitud sobre la verificabilidad. Mas adn, me animaria a sugerir que si se acepta que los hechos son maleables, hay que admitir que la insistencia en la verosimilitud de un hecho tiende a crear las condiciones requeridas para que ese hecho sea verificable. Narrar, narrativizar, moralizar ‘Comencemos por indagar si fa forma eronolégica no seria el modo més realista de organizar los hechos pasados. Imaginemos un texto, tipico de los anales medievales, con dos columnas; una ala izquierda, con fechas en orden ascendente, y otra ala derecha, con eventos dispuestos de manera que cada uno en fa columna derecha esté alineado con una fecha en la columna izquierda. Si leo de izquierda a detecha y de arriba hacia abajo, puedo entender estas listas de Ia siguiente manera: “En 709 hubo un invierno duro. Murié el Duque Godofredo. En 710 hubo un afio duro y pobre cosecha, En 711 no ocurtié nada (es decir no hay ningdn evento en el espacio correspondiente a ese afio en la columna derecha). En 712 hubo inundaciones por doquier” (White, 1981 60 {Confar ene lato? Naraci, Comunidad, Dsidenca |2; véase también Gorlier, 2005: 1985s). A pesar de que solo hay tina columna con fechas y otra columna con eventos presentados ten fa forma tipica del narrador impersonal, al leerlas, yo, tal vez por habito, conecto unas con otros y feo todo esto como si alguien ie estuviera diciendo algo, como si fuera un relato. Sin embargo, puede argumentarse que, desde el punto de vista de la narracién histérica, esta forma de organizacién no es muy satisfactoria. Primero, el ordenamiento cronolégico tiende a dejar los eventos intactos, como en “estado bruto”, sin modelarlos. £sta separacién entre forma y contenido, representada por {as dos columnas, hace que el texto no muestre relacién alguna entre los eventos, salvo la relacion puramente externa que implica presentar un evento después de otro. Segundo, el registro de lo humano coexiste con el registro de lo natural, sin que pueda vislumbrarse fa existencia de una jerarquia, una conexidn o una brecha entre uno y otro. Por tiltimo, la secuencia no tiene un inicio ni un fin claramente definidos, ni muestra el despliegue de un tema: como resultado de ello, el texto no transmite la impresin de que algo realmente significativo se ha estado gestando, en y a través de esa secuencia. Con todo, seria apresurado inferir que este tipo de secuencia es “menos realista” que las historiografias modernas; de hecho, pareceria vishumbtarse que los narradores de estas cronologias evitan “interpelar los hechos con pretensiones especulativas 0 argumentar sobre el modo en que los eventos estan realmente conectados entre si” (White, 1981: 12). Con esto estarian mostrando una prudencia que no es habitual entre los historiégrafos profesionales. Las cronologias de hechos histéricos 0 las crénicas sobre gestas -la conquista de un testitorio, la construccién de un convento, el apogeo y decadencia de un reinado, etc.- adoptan abiertamente tuna perspectiva, 0 “foco” desde donde se percibe el mundo y se informa por escrito sobre lo visto y lo oido. Los autores de estos documentos suelen sustentar la veracidad de sus resefias en su propia autoridad personal, en la de aquellos que les han relatado los hechos 0 incluso, en la autoridad eclesidstica politica bajo cuya tutela han realizado la empresa de escribirlas. Pero hay casos en los que la realidad de los hechos y la veracidad de las resefias ni siquiera se plantean como cuestiones a las que hay que atender explicitamente. Esta postura nos permite apreciar mejor 6 Neve Juan Carlos Gorter a magnitud de la ruptura con las formas tradicionales de autorizar el texto histérico que introduce la ciencia histérica moderna. En claro contraste con esas formas, en esa ciencia la operacion maestra consiste en apelar a la autoridad de los hechos para justificar fa veracidad del texto historiogréfico. Esto nos permite distinguir entrecél texto que, “narra y el texto que “narrativiza” (White, 1981: 7). El primererusa la narracién como una manera de escribir sobre eventos histéricos y ada cuando el narrador adopte en algunos casos la forma impersonal, es siempre clara la presencia de alguien que narra los eventos. Por su parte, el felato que {natrativiza) presenta los hechos como si hablaran por si mismos, Sin que ‘sea necesario un narrador porque la realidad histérica misma se desenvolveria, objetivamente, como un felato. En este relato, los eventos no solo estén ordenados cronolégicamente, sino que estan conectados por una trama que Jos presenta como si estuvieran internamente atravesados pot un movimiento que lleva de uno a otro, confiriéndoles sentido, es decir continuidad, coherencia y direccién. El texto historiografico narrativiza “simulando que el mundo habla por si mismo y lo hace en la forma de un relato” (White, 1981: 7) y presentandose como un relato de otro relato, con un comienzo, un desartallo y an fin. Ante el relato que narrativiza, es Jegitimo intertogarse écémo es posible que la tealidad misma hable, que lo que diga tenga un sentido intrinseco, que los hechos estén realmente conectados en una trama y que esa trama teniga un comienzo, un desarrollo y un fin? Un relato de ficcién o un relato sobre eventos reales no suscitan el mismo interrogante, dado que es facil aceptar que, a pesar de diferencias que son significativas, en ambos casos “alguien le dice a oto que algo ocurrié”. Precisamente esa interdependencia “alguien”, “algo”, otro"-, constitutiva de la narracién, es la que hhace que toda narracién, incluso aquellas que narrativizan, lleve inexorablemente las marcas de la subjetividad, algo que sin duda “constituye el escéndalo y el obstaculo més importante para la epistemologia ortodoxa” (Bal, 1993: 301-2) Qué deseo mueve @ narrativizar? Creo conveniente aclarar que con esta indagacién no busco demostrar que los historiégrafos “mienten”; es decir que son perfectamente conscientes de que los hechos no hablan y que, a pesar de ello, los describen como si hablaran. Esto supondria concebirlos, erréneamente, como 62 2. ‘Confit en el slat? Nacracin, Comunidad, Disidencia si fueran autores que se relacionan de una manera puramente instrumental con la produccién narrativa. Me parece mas fructfero sfirmar que tanto los registros de los anales, camo las crénicas y ws historiografias modernas ponen en juego un deseo de lo real [itonces, tomando esa afirmacién como punto de partida, me interesa indagar qué es aquello que, en el relato que narrativiza, captura a ta subjetividad, moviendola a presentar eventos reales como si ellos mismos relataran su propia historia, a figurar la existeficig de un relato real través 0-detras de los eventos. ‘Cuando hay dos o mas interpretaciones de “un mismo” hecho y cuando no se acepta como principio de autoridad la tradicién, la religidn o la politica, los hechos tienen que hablar por si mismos. Para decirio de otra manera, cuando no hay conflieto basta con registrar los hechos tal como se los percibe: no hay necesidad de que los hechos hablen, ni hay porqué narrativizar (White, 1981 22). Empezamos entonces a vislumbrar que la ciencia histérica normal en general y la historiografia en particuiar atienden a dos reclamos: por un lado, el zeclamo de objetividad, el imperative de que los hechos sean Ia autoridad iiltima; por el otro, el reclamo de que digan algo “con sentido” Avanzando un poco mas, voy a ampliar el concepto narratologico de “focalizacién”, para entenderlo no solo como la posicién desde la cual se percibe la realidad, sino también como un centro evatuador que separa los hechos irrelevantes de los relevantes, confiriendo “sentido” a estos ultimos (Gorlier, 2005: 204 y 295). Los hechos relevanies entran en la trama de ta historia no simplemente por haber ocurrido, sino porque desde ese centro se los marca como positivos 0 negativos, facilitando o dificultando aquello que estaria gestindose a través de ellos. Ahora estamos en condiciones de dar un nuevo paso, indagando tun poco mas la indole del deseo que lleva a buscar en los hechos, mismos un despliegue que adopte la forma de un comienzo, un desassollo y un fin; mas especificamente, la demanda de que eso que se gesta en la historia realmente “cierre”, concluya. Distingamos entre una secuencia de eventos cuyo desenlace queda inconcluso y una secuencia que permite extraer una conelusién; apoyandose en esa distincién, Hayden White afirma que “la demanda de cierre en el relato hist6rico es una demanda de sentido moral, la demanda de que se evalde la secuencia de acontecimientos reales 6 {Juan Cares Gover en funcién de su significado como elementos de un drama moral” (White, 1981: 24). Recapitulo algunas ideas y las complemento con otras: parecerfa que si no hay conflicto interpretativo no hay necesidad de narrativizar. No todos los eventos que existen tienen cabida en tuna historia, sino solo aquellos que, percibidos y evaluuados desde un centro, se presentan como relevantes para la misma. Desde ese centro, los eventos son evaluados como positivos o negativos en la medida que “conducen a un orden social” o que por el contrario ‘no consiguen hacerlo” (White, 1981: 26). Precisamente, la exigencia de que la historia tenga una conclusién se conecta con la demanda de que suministre una leccién de indole moral, sobre o que fortalece o debilita determinado orden social {Qué es entonces lo que mueve al deseo de narrativizar? Creo que as teorias linguisticas y narratolégicas modernas son inconcebibles sin el impulso subversivo de la ciencia moderna, que empuja al pensamtiento, imbién a la imagiriaci6n, a vaciac.el mundo de lo que la supersticién, la tradicién, la religion o el poder Politico pretenden imprimirles. aunque esa tatea nunca pueda realmente llegar a consumarse. Sin embargo, es frecuente que “el método cientifico” se desvincule de ese impulso o se vuelva divectamente contra él, Esto ocurre con la ciencia histérica normal } que, al simular que los hechos pueden “hablar por si mismos”, se desentiende del andlisis de las marcas que el lenguaje, la narracién y la subjetividad dejan inevitablemente en ellos. Por su parte, aunque las mencionadas teorias no digan nada sobre “las cosas en si mismas”, suministran orientaciones fecundas para desenvolver ese analisis en distintos campos disciplinarios. Echando mano a alguna de esas orientaciones, me animaria a sugerir que el deseo {que lleva a narrativizar parece estar atraido por la fantasia de un orden maral donde regiria la Ley, donde cada uno -cada cosa ¥ cada sujeto- ocuparia el lugar que, por su propia naturaleza, le cortesponderia (Gorlier, 2005: 295ss). Pero ni-los ordenamientos sociales. ni las historias humanas, ni los hechos que las pueblan, estén regidos por la Ley. El lenguaje y ia subjetividad tampoco obedecen a ella, Narrar requiere perspicacia para seguir ceglas, para hablar y actuar como si sé las estuviera siguiendo, 0 para romperlas: por eso, la etiea es inseparable de la subversion de todo aquello que simula obedecer la Ley. 64 sonar ene lato? Navacién, Comunidad, Disidencia La figuracién de la trama histérica Cuando se experimenta algo problemdtico, antes de intentar onoeerlo, hay que imaginarlo. Comenzaré con una breve reflexion obre esta afirmacién. Lo problematico no es un dato ni una dencia, es algo que se presenta como una fisura, no solo en el onocimiento intelectual, sino principalmente en la experiencia los hechos”. Solo puede haber algo problematic para una ubjetividad. Pero cuanda “eso” se presenta, muestra el cardcter \estable de lo que hasta ahora era “un hecho” y n0 hay palabras a nombrarlo, Para tratar de medirse frente a eso y nombrarlo, say que imaginarselo, haciendo que el lenguaje se desplace de los 1508 literales a los usos metaforicos. A pesar de que “Ia ciencia sormal” pretende con frecuencia disciplinar la subjetividad y naestrar \a imaginacién, puede vislumbrarse cierto paralelismo ‘itre este énfasis en la iguracién, distintivo del enfoque narrative Yormativo que estoy presentando, y la funcién modeladora 1ue en ciertas corrientes cientificas desempenan los axiomas, las educciones y Jas hipdtesis, en contraste con la pura dispersion amorfa de la facticidad. Ahora algunas cuestiones relacionadas con la trama de la storia. Esto nos permitira retomar y apliac las ideas presentadas jintroducir la distinci6n narratologica entre “historia” (story) y “trama” (plot). Reitero también {a importancia de resguardar fa mmbigiiedad del término “historia”, que alude a “los hechos del pasado”, al “texto que un historiador escribe sobre esos hechos' y ales relatos y cuentos” A diferencia de la presentacién cronolégica de los hechos del pasado, la trama entreteje conexiones que exceden tanto fa inexorabilidad de sucesin temporal, como el automatismo de la causalidad material. La trama opera eliminando, © reduciendo, 1a discontinuidad entre un evento y otro, entre una fecha y otra, entre un periode y otro, y enlazando hechos que.de otra. manera pareceifan dispersos. Pero paste del éxito de esa-operacin.se Sustenta en “una iet6rica del ordenamiento tempore” (Reskhofer, 1995: 130). Ese modelado de la cronologia refuerza el “efecto- realidad” (Barthes, 1984) del entramado narrativo y de la figuracidin histérica. Tal el caso de las divisiones cronol6gicas en periodos, siglos, y décadas, tipicas en las historias de América Juan Carlos Gorter latina; esas historias estan llenas de nombres metaforicos que evocan imagenes muy sugerentes, como “Ia ciudad burguesa”, “la explosién urbana”, o “la ciudad de masas” (Romero, 1376). Parte del realismo de esas figuraciones proviene de la operacién que las ancla en periodizaciones cronolégicas que ya estén presentes en otras historias: “fines del siglo XIX", “década del treinta”, ““mediados del siglo XX" 0 “marzo de 1976", ingresando en este Ultimo caso en la historia contemporanea argentina. Fuera de un: historia, esas fechas, y lo mismo podria afirmarse de los he ito signifiean nada: la materia prima del entramado histérico no son los hechos ni las cronologfas, sino otras historias. Aunque a veces existe lailusion de que no es asi, nadie es el primero en hablar, trabajar, © amar; porque nadie es el primero en narrar y porque todo, de algin modo, ya ha sido narrado. Aplicando este axioma al tema que nos ocupa. digamos que no es posible entramar una historia sin desentramar otras, porque a pesar de que una historia se hace con cronologias y hechos, unas y otros ya estin desde siempre marcados por tramas histéricas. Mas atin, para producir una “nueva” historia lo importante no es informar sobre el descubrimiento nuevos hechos, sino reinterpretar los hechos que ya estaban alli, tergiversados, desvalorizados, ridiculizados, estigmatizados en y por las historias sedimentadas lo crucial es relatar la “misma historia” de un modo distinto, convirtiéndola asi en una historia radicalmente distinta. Simplificando un tanto, entenderé el trabajo de desentramado como fa operacién a través de la cual se desarticula una trama historiea sedimentada, o historia oficial, para articular otra trama histérica, 0 contra-historia que viene a rectificarla y contradecirla. Es posible especular que las formas de desorganizar la historia oficial y de organizar la contra-historia son potencialmente infinitas. Sin embargo, me parece més productivo indagar otra via de anélisis. Comienzo entonces por indicar que la contra~ historia esta atravesada por un movimiento de vaivén de los sentidos oficiales a los contra-sentidos. Las contribuciones te6ricas sobre la metafora nos ayudan a entender por qué: la tinica manera de producir sentidos nuevos es distorsionar los sentidos sedimentados, arrastrando su literalidad y aplicdndola a nuevos uusos. Sin confrontarse una y otra vez con la historia oficial. no es posible tramar la contra-historia. Ast debe ser, pues el derecho 66 ‘Coafiar ene relate? Naracbn, Comunidad, Disidenca a nartar el pasado de otra manera “hay que ganarselo” (White, 1978: 2). Pero no hay posibilidad alguna de gandrselo si no se comienza por narrar como si, al hacerlo, ya se estuviera ejerciendo ese derecho. Para decirlo de otro modo: la trama de la historia oficial ata a la subjetividad; para desatarse, la subjetividad debe cortar una cantidad de nudos, desplegando una contra-historia Cuando esta contra-historia termina de desplegarse. se revela que la subjetividad nunca estuvo realmente atada, que “desde el principio éramos realmente otras”. Podria pensarse, equivocadamente, que la tarea de desanudar la historia oficial es interminable, porque los nudos con los que a historia ata a la subjetividad son infinitos. Lo cierto es que los rnudos del entramado que son realmente significativos estn todos atados del mismo medo, tienen la misma figura. EI desentramado de la historia oficial y e) entramado de la contra-historia no es un trabajo puramente intelectual y, de hecho, es relativamente simple: se trata, simplemente, de eer la historia oficial desde otro lugar, figurandola de otro mado. Hay dos conceptos provenientes de la linguistica y la critica literaria que pueden ayudarnos a explorar esta cuestién Toda historia es figurativa, pero para vislumbrarlafiguramaestra que le da forma es necesario leerla como si fuera una alegoria, La alegoria, como concepto retérico linguifstico, est emparentada con la metafora y por ello apela mds a la imaginacién que al raciocinio (Enciclopaedia Britannica, 1987, vol. 23: 110ss; Wikipedia, Allegory). Una de las funciones centrales de la historia oficial es transmitir una ensefianza, de manera implicita. Para ello, esa historia ya no necesita apelara la imaginaci6n; le basta con invocar a aquello que en el sentido comiin es producto de la ensenianza oficial y publica, De todos modos, cuando es expuesta como tal, la ensefianza alegérica divulgada por la historia oficial pierde considerable poder. El reconocimiento de su caracter alegérico es profundamente liberador. Una de las primeras indicaciones de esa liberacién es que los hechos histéricos que hablaban por si mismos dejan de hacerlo y que los individuos y grupos que poblaban esa historia, comienzan a aparecer como personajes, y estos como funeiones retérieas. Pero hay otra indicacién que es atin mis relevante. A pesar del disciplinamiento al que la imaginacién y el sentido comin se ven constantemente expuestos, las burlas, las 6r Jan Cates Garter bromas y las sétiras que tienen por blarico a Ie historia oficial son moneda corriente. Es0s recursos narrativos son la puesta en acto de un movimiento que indica que la subjetividad esté dispuesta a moverse a otro lugar y a leer esa historia alegoricamente. Un poco ‘mas adelante volveré sobre este punto, al tratar la funcién de la ironia, Ahora paso a improvisar algunos comentarios sobre el concepto dedrope’, Uno de los primeros sentidos del término “tropo” es iro”. Entendido como una figura del lenguaje, el tropo hace Birar, o mover. palabras, frases o historias de un lado a otto (Frye, 1957). Aplicados a palabras o expresiones, hay tropos que tienden a identificarse con las metaforas, dado que ambos se apoyan en los sentidos literales para producir un nuevo sentido que trastoca radicalmente los sentidos previos. Voy a dirigir la atencién a las, formas tropologicas que at mover la narracién historica, cambian su sentido, Hay dificultades considerabies para distinguir entre lo que se narra, 0 contenido y el modo en que se lo narra, 0 forma. Si alguien le dice algo a otro burlandose de él, iqué motivos habria para distinguir entre el contenido de lo que le ha dicho y la forma en que ha desplegado ese contenido? Podemos entonces afirmar algo que es casi un lugar coméin: “no hay contenido sin forma, ni forma sin contenido”. Sin embargo, en estos parrafos me propongo explorar la primacia de la forma sobre el contenido; entre otras cosas, esto nos permitité ampliar lo dicho sobre la verosimilitud afirmando ahora que en las historias, la forma verosimil tiene primacia sobre el contenido verificable. En Occidente, los relatos histéricos 0 ficcionales adoptan distintas formas, 0 “géneros narratives”, que son relativamente familiares en vestrae sSotSIaTe PS ejemplo, las tramas que exponen la desmesuta individual, la inexorabilidad del destino y la importancia de su aceptacion suelen ses entendidas como una tragedia. ¥ las que celebran las felices coincidencias y ‘a atmonia existente entre el mundo natural, el humano y el sobrenatural, como una comedia. Esto hace que distintos hechos, acciones, personas o personajes dentro de una misma historia, y que distintas, historias, puedan ser interpretadas como “la misma historia”. Es decir que la misma forma genérica da unidad a todo un repertorio de tramas que desde el punto de vista de sus contenidos son muy diversas. 68 {Confiat ene elato? Natacin, Comunidad, Disidencla Como ya vimos, el sentido literal de las palabras se sustenta 1n usos que obedecen a reglas y no en caracteristicas intrinsecas 1 sus referentes; la misma idea puede aplicatse a las formas que lofinen los distintos géneros narrativos. Por ejemplo, no hay vecho hist6rico que sea ico” (White, 1978: 1), Sino que Solo puede presentarse como tal por el lugar que rcupa-en-una trama particular, organizada a partir de los canon | género trégico, Una tragedia puede volver a escribirse como na satira, revelando el cardcter incongruente, ridiculo 0 isrisorio ‘lc la historia previa. Como no hay historia “verdadera” que pueda ‘escribir literalmente'Su referente externo, toda historia tiene una forma -cémica, trigica, romdntica, satirica, etc.- y puede relatarse ule otra forma, La familiaridad de los lectores con los cénones de los distintos géneros, hace que distintas versiones de la misma historia sean verosimiles. En una historia verosimil, Tos contenidos pueden ser nuevos, pero se la lee como si ya se la hubiera leido antes: Sin embargo hay historias que atrapan mas que otras a determinadas audiencias. Esas son las audiencias que més resisten cualquier desvio de la versian “original”. Estos son fenémenos especialmente significativos. pues indican que la subjetividad esta realmente investida en ellas. Cuando una historia atrapa la subjetividad, la verosimilitud alcanza un estatuto tal que la historia se presenta como verdadera, y se la recibe como si ya se la ubiera vivido, Cuando la subjetividad esta realmente atrapada en una historia, la mera existencia de otras versiones “alternativas” no basta para liberarla, ya que escapar de esa prisién es saltar al vacio. Como ya sugeri, a fines de los sesenta, en América latina y otras latitudes se multiplican pequeiios grupos de mujeres que terminarian constituyéndose en la corriente subterranea y el rasgo mds distintivo de la llamada “segunda ola feminista” en la region (Gotlier, 2005: 173s). Estos grupos dedican considerables energias intelectuales y afectivas al desentramado de la historia oficial y se posicionan de diversas maneras ante las historias del sufragio, la lucha de clases, la democratizacién y tos derechos humanos, para mencionar las mas prominentes. Pero lo que realmente deberia interesarnos es la presencia, casi siempre evanescente, de géneros narrativos nuevos y la decisién, dificil de sostener, de medirse con 69 Juan Carlos Gorter otras historias sin recurrir a una trama épica, con sus héroes y yillanos, con su lucha del bien contra el mal. Midiéndose asi, se estimula “Ia multiplicacién de voces” y “la comunidad de singularidades” (Gorlier, 2004: 695s). En suma, no solo las historias de los otros, sino también nuestras propias historias pueden y deben relatarse de otras marteras, porque 10 hay historia que sea tan real que no tenga un componente ficcional Comenzaré citando unos fragmentos un tanto herméticos, extraidos de Tesis sobre Ja filosofia de la historia, de Walter Benjamin (1968b); lo hago porque creo que delimitan bastante bien el horizonte de fa reflexién que presentaré en esta ciltima seccién: “La verdadera fotografia del pasado se escurre velozmente. Fl pasado s6lo puede captutarse como una imagen que destella en a instante en que es reconocido y nunca mas [...] Cada imagen del pasado que no es reconocida por el presente como wna de sus propias preocupaciones peligra desaparecer irtemediablemente.” (255). “Amticalar et pasado histéricamente no significa reconocerlo como “lo que realmente fue” [...] significa capturarlo en ta memoria tal como resplandece en un momento de peligro [...] el peligro afecta tanto al contenido de la tradicién como a sus receptores.” (: 255). “La Historia es el sujeto de una estructura cuya sede no es el tiempo vacio, homogéneo, sino el tiempo lleno por la presencia del ahora.” (: 261) “Un hecho que sea causa de otra no es por esa razén un hecho histérico; llega a ser historico postumamente, a través de eventos que pueden estar separados de él por miles de afios.” (: 263). En su uso corriente, “anacronismo” refiere al error, intencional o no, de atribuir a una época algo que le pestenece a otra, anterior 0 70 {Confiar ene lato? Nac, Comunidad, Disidencia posterior a aquélla. Sin embargo, acudimos al pasado para intentar dar sentido al presente y atendemos al presente para vislumbrar el sentido del pasado. Estos inevitables desplazamientos ponen en tela de juicio la historia como el desenvolvimiento lineal, continuo incontenible de “algo”. Esta es una buena razon para negar {a historia cronolégica, pero también hay otras. En las ciencias humanas y sociales “el retorno de fa anacsonia” (Aravamudan, 2001) est asociado al retorno de la subjetividad, que nunca estuvo ausente de ellas. En estos fragmentos Benjamin pone frente a frente dos figuras de fa historia. La historia cronolégica, que se desenvuelve en “el tiempovacio” y “homogéneo””. ylahistoria anacrénica,cuyo tiempo esta “lleno por la presencia del ahora’. La historia cronologica esta animada por una evolucién acumulativa; en ella nada se pierde y todo se transforma, y el presente es una consecuencia del pasado, aunque ne debe confundirselo con él, En la historia anacrénica, el pasado sélo “resplandece” si, en el momento de peligro, aparece “una imagen” que permita “capturarlo”; de lo contrario “desaparece irremediablemtente”. Al hacerse presente. el peligro “disloca el tiempo” (Derrida, 1994: 44), interrumpe la continuidad pasado-presente-futuca y revela “la presencia del ahora”, es decir el momento de la crisis y la decision Retomo ahora la distincién, que como ya meneioné es un tanto esquematica, entre historia oficial y contra-historia, La historia oficial esta siempre lista para denunciar el anacronismo y toda historia que pretenda convertirse en oficial también debe repudiarlo. La version oficial de la historia no tiene necesidad de 1, porque el pasado es “su pasado”, el pasado oficial. La funcién de la historia oficial es recordarnos Ia importancia de no olvidar el pasado. Frente a ésta, la contra-historia, en su “grado cero” (Barthes, 1997), no tiene efemérides que celebrar, porque no tiene pasado que recordar, ni leccién alguna para ensefiar. No tiene nada “bueno” en que sustentarse y esta bien que asi sea. En realidad, uno de los primeros desafios que debe enfrentar la contra-historia es reunit las fuerzas necesarias pata olvidar el pasado oficial y sostener la ausencia de su propio pasado. €| anacronismo es una operacién que forma parte de la confrontacién con la historia oficial y se presenta como “un salto de tigre” (Benjamin, 1968b: 261) que la contra-historia realiza por encima de esa historia nm Juan Carlos Gorter Para ser auténticamente tal, a contra-historia debe vérselas con la historia oficial. No se trata de buscar otros hhechos, pues los dnicos hechos con los que la contra-historia necesita realmente medirse son los hechos oficiales. Tomando a préstamo una expresion de Heidegger, el anacronismo es “un salto en ef mismo lugar”. La contra-historia, para ser realmente tal, debe construirse a partir de aquello que en la historia oficial estd tergiversado, estigmatizado y excluido: la subjetividad solo se reconstituye radicalmente invistiéndose en la refiguracion de aquello en elia que es reputado como abyecto Es cierto que no hay subjetividad que no deje huellas, pero es cierto solo si hay una subjetividad investida en encontratlas. Con estoabandonamos laideadel pasadocomolatotatidaddeloshechos reales que estén en algtin lugar del tiempo, independientemente de una historia que se gane el derecho a figurar en ese pasado, y comenzamos a aventurarnos en ta exploracién de un pasado otro iCémo recuperar una experiencia de la que no quedan vestigios, ni registros y ni testigos? tCémo relatar la experiencia de o que no tiene nombre? iCémo describir algo que no pudo experimentarse porque no tenia nombre? Quién podria desear escribir esa historia? Una de las tareas ineludibles de la contra-historia, algo que solo ella puede acometer, es ponerle nombre a aquello que esta en la historia oficial pero que, por no tener parte en ella, esta silenciado y es anénimo, La subjetividad se inviste en la contra- historia movida por el deseo de conjurar un peligro presente. El peligro, si es realmente tal, disloca el tiempo, abriendo una brecha en la evolucién cronolégica, Puede que la subjetividad intente nombrar eso que la amenaza, midiéndose con ello y tratando asi de conjurarlo, es decir haciendo de ello una experiencia suya. Pero nadie puede experimentar algo por primera vez, sin imaginar simulténeamente que otro sujeto experimenté eso mismo antes. Ese acto de imaginacién no “proyecta” en el pasado categorias del presente, porque no tiene nada que proyectar, sino que sostiene la mitad de una figura, buscando otra mitad que al completarla permita percibir qué figura realmente es. Si la encuentra, no hay manera de saber qué mitad proviene del presente y que mitad viene del pasado. Instalndose en la brecha cronolégica, el encuentro rea una contemporaneidad. Puede que estas ideas no ofrezcan n {Confiaren el elato? Narra, Comunidad, Dsidenia notives para embarcarse en la historia como ciencia normal, pero iportan pautas para responder a los interrogantes, de indole mas xistencial, que formulé un poco mas arriba Una vez que la figura esté completa, se multiplican las videncias de hechos pasados y presentes, que esa figura viene nodelar. Piénsese fo ocurrido con fa aparicién de “la violencia oméstica”, Una expresiOn catgada de poder figurativo. Pero, en te y atf08 casos, es crucial tomar realmente en serio ese poder, y \n iron puede ser un buen antidoto contra los inevitables abusos el mismo (White, 999b). Sin el efecto disolvente de la ironfa, \s contrachistoria corre el peligro de desviarse, convirtiéndose en nica de la vietimizacién. Las consecuencias de un desvio pueden verse en fa proliferacién de “remedios", que usan figura_metaférica fiteralmente: “los albergues. para_mujeres soleadas”, “leyes contra la violencia intra-familiar”, “comisarias de la mujec”. “grupos para hombres golpeadores”, etc. No estoy ensando en la ironfa generalizada, hiper-intelectual y puramente jestitctiva, sino en la ironia que debe poner en juego un nosotras/ 5 que se resista a quedar encadenado a la épica de la Victima y el Victimario, 2B ‘Confar ene relate? Nartacién, Comunidad, Disidenca vi TESTIMONIO AUTOBIOGRAFICO Reflexién preliminar: pactar con el testimonio personal Hay un momento en el aprendizaje del andlisis narrativo en el que hay que pactar con el testimonio personal Segin la convencién, la autobiografia es una narracién retrospectiva en la que una persona real relata su propia vida, con vn énlasis particular en Ia historia de su personalidad (Lejeune, 1975). Sin embargo, la autobiografia ao es un género entre otros, pues todo relato despliega alguien diciéndole a otro algo que percibid, pensd, imagin6, ley6. 0 le dijeron. A pesar de los procedimientos ensayados para separar la ficcién literaria, la informacién periodistica y el discurso cientifico de la narracién autobiografica y para mantener selladas las fronteras entre esos géneros, toda narracién, incluso las mas impersonales, tienen rastros autobiograficos. Laquintaesencia del despliegue narrativo reside en el testimonio de conversién personal, pues solo cuando la vida personal se fra cortado en dos, cuando irrumpe algo que es imposible incorporar a la estructura narrativa, vale [a pena intentar narrarla. Pero esa narracion adopta el caracter de una declaraeién, como si alguien le dijera a otro “si, a pesar de todo, la verdadera vida existe” Precisamente, el testimonio de conversién personal no describe nada, es una declaracién que hace lo que dice en el acto de decir. A diferencia del contrato, que explicita las consecuencias de quebrar las reglas que fijan los derechos y las obligaciones de las partes, el pacto afirma que la excepeién existe y que quiebra las reglas. Las reglas se saben, se trata entonces no pactar con la ilusién de que hay un autor de carne y hueso que habla a través del rnarrador, La excepci6n se sustrae al saber y el pacto apuesta a una fectura que aborde el testimonio personal tratando de vislumbrar, no fa persona real, no la narracién como producto, sino las huellas que la actividad narrativa ha dejado en tos nombres propios, los pronombres personales y las formas verbales. 121 Sa Juan Carlos Gorter Anili is tematico Sin lugar a dudas, la “investigacién cuslitativa” es una de las reas donde el giro narrativo en las ciencias sociales tiene el impacto mas significative. Antes del giro, tal investigacion estuvo en gran parte modelada a pattir de los esfuerzos de normalizacién y disciplinamiento caracteristicos de la ciencia positiva. Esta concibe el lenguaje como un instrumento para la comunicacién y le representacién, es decir como un medio transparente, titil para transmitir sentidos. En este marco positivista, “la metodologia de la investigacin” aparece como un repertorio de procedimientos de “recoleccién de datos ditectamente observables”, que luego son “codificados” y agrupados en “conceptos” mas abstractos y ‘unidades teméticas” mas abarcadoras, aptos para “el andlisis”, entendido como una fase ulterior, orientada a la explicacién de los fenémenos bajo estudio (Coffey y Atkinson, 1996). Mas recientemente, el uso de software en la investigacién cualitativa -por ejemplo, NVivo o Ethnograph- promueve todavia mas estos procedimientos de codificacién y produccién mecénica de unidades tematicas que no dicen nada, que viven una existencia parasitaria a expensas de la actividad a través de fa cual alguien le relata a otro algo que ocurtid, es decir de la narracién. Parto de la idea de la lectura como performance, es decir como el despliegue de una préctica significante. En contraste con los modelos “deductivo” 0 “inductivo” de la investigacién normal, puede afirmarse que no hay lectura, anilisis, ni pensar productivo que no esté animado por un movimiento de vaivén entre dos relatos. Por un lado, el relato “de” la lectora; por el otro, el relato “del” texto. Ambos relatos tienen una existencia virtual que se va concretando en el acto de aplicar el relato leido al propio relato y viceversa. Si el texto no se prestara a mas de una lectura, no habria acto de lectura posible; y si la lectora ya poseyera un relato completamente acabado, no tendrfa deseo alguno de leer. El acto de lectura no es “una interpretacién” en el sentido mental y cognitivo del término, Afortunadamente, hay una interpretacién mucho més préxima al acto; basta imaginar alguien leyendo un texto en voz alta, y confiando su subjetividad a esa actividad. ‘Aunque nunca, nadie, lee nada completamente solo (Gorlier, 2005: 281), en el contexto de Ia investigacién cualitativa me 22 {ona en el yeato? Natracién, Comunidad, Diidenis parece importante la formacién de un grupo de lectura de los textos a analizar. A través del trabajo colectivo, las investigadoras van explicitando sus posiciones de lectura, y el grupo evaliia hasta dénde tas divergencias son internas, pues lo enriquecen, y hasta dénde “externas”, pues atentan contra la produccién colectiva Puede que esto parezca un procedimiento demasiado complejo para realizar una tarea aparentemente tan sencilla como codificar distintos pasajes de un texto. Sin embargo, la fase de codificacion y la fase de anélisis son inseparables, y ambas estan a su vez atravesadas por cuestiones de indole tedrico epistemolégica Desde la perspectiva que estoy esbozando, “ponerse de acuerdo” en la manera de codificar no supone imponer un consenso, en virtud del cual todas las investigadoras deban operar con los mismos cédigos. Se trata, por el contrario, de promover cierta consistencia en la aplicacién de cédigos divergentes, decidiendo periddicamente si tales divergencias estimulan la produccién colectiva, © si la tornan imposible. Las divergencias son tan o ms importantes que las convergencias porque los sentidos nunca son univocos; mas alin, un énfasis exagerado en estas tltimas terminaria des-subjetivando el acto de lectura y creando una suerte de experiencia de laboratorio que, como una manera de convertirlas en "lectoras competentes”, ataria las investigadoras a una tinica posicién de lectura, garantizando que al leer el mismo texto, todas, siempre, extraerin la misma informacion, Desprovistas de sus connotaciones positivistas, las técnicas de investigacién pueden concebirse como invenciones y artificios (Czarniawska, 2004: 660) orientados a provacar formas productivas de lectura; 0 para decirlo en otros términos, como estrategias @ través de las cuales las lectoras se infiltran en el texto (Riessman, 2002). A diferencia de ottos tipos de abordaje, en el anélisis temético la lectura tiende a dirigirse hacia los contenidos narrados, confidndose al texto y leyéndolo como si una se desplazara sobre la superficie del mismo, es decir remedando lo que harfa un hipotético “lector semadntico” (Eco, 1990) xisten, necesariamente, infinidad de maneras de figu es un te Me ayudaré con fe una soga con varios nudos, agregank Raciones: primero, viendo la imagen no gsisedMETbir si se trata de un ida sobre si Mo de varias sogas anudadas una a continuacién de Tr 123 Juan Carlos Gorter ; J. Sali corsiendo a sus brazos, tenia una amiga que trajo yj Or... iglesia pentecostal Espada de Dois Gumes... todo lo, fue permitido por Dios, para que pudiese ser reestrus golpista etc. [. Dedicarse a la mpo, energias y recursos ‘ostal. Un afio después es liamativo observar cémo, en s)otidiano, se han ido borrando las separaciones entre la vid la participacién religiosa: oy, adem de ser miembro diezmista de la Comunidad de todo el dinero que 10% y fo guardo ferta. Quiero saber en qué puedo servir a mi iglesia faltar los martes pues aprendemos mucho. Hace treints fé como objetivo la evangelizacién de mis empleaddos |...” de Anilisis estructural AA diferencia del anilisis temtico, centrado en (os contenidos narrados, en el anslisis estructural la lectura atiende a las formas nartativas. La distincién entre “forma” y “contenido” es objeto de intensas discusiones y tiene ramificaciones no solo en la teoria literaria, sino también en “las ciencias sociales” -mas afines a los ‘métodos de “las ciencias naturales”-. y en las “ciencias humanas” mas emparentadas con los estudios literarios. Probablemente, la introduccién del anzlisis estructural al estudio de las narrativas se remonta a mediados de 1960 y esté asociada a los nombres de Roland Barthes, Mikhail Bakhtin y Tzvetan Todorov, entre otros. El acto fundacional de este analisis consiste en dectarar que existen ciertas estrueturas profundas que son formalizables y que gobiernan la producci6n narrativa del sentido, tal como se 128 ‘onfarene elato! Navacin, Comunidad, Disidencla despliega en (a superficie del texto. sa declaracion plantea una cantidad de cuestiones tebricas y epistemolégicas extremadamente complejas. En el contexto de esta exploracién de los usos del anélisis estructural para el estudio de testimonios autobiogrificos, me limitaré a esbozar, muy rapidamente, las tres mas importantes. Primero, ladistincién entre “estructura profunda” y “superficie” Ja presentacion de esa estructura requiere una operacién capaz de “llevarla a la superficie”, es decir de describirla, 0 hacerla observable a través del uso de palabras, graficos nimeros que “hagan signo”, que les digan algo a alguien. Como consecuencia de ello, la estructura deja de ser “profunda” y comienza a acusar las marcas de esa operacién, que siempre se desenvuelve en un contexto localizado. Segundo, la idea de una iiniea estructura: lo que convenimos en llamar “un texto” parece incompatible con tal idea. Por el contrario, con un desplazamiento contextual minimo, un texto puede ser leido de otra manera, encontrando otras “estructuras” “Leer de otra manera” consiste en mirar y pronunciar las palabras escritas desde otro lugar. Por esa raz6n, las palabras escritas siempre dicen algo més, algo menos o algo distinto. No es casual que esta linea de cuestionamiento al abordaje estructuralista esté asociada con la aparicién de estilos de andlisis mas recientes, de cufio “post-estructuralista” 0 “deconstructivo”, que promueven técnicas de lectura de caracter hibrido. TTercero, la pretensién de discernir tajantemente dénde termina el contenido superficial y dénde comienza la forma profunda: todo acto de lectura de un texto, y fas lecturas afines al estructuralismo no son una excepcién, se desenvuelve en un espacio donde no es posible discemir qué es realmente lo que pone el lector y qué €s aquello que esta en el texto. Para decirlo de otra manera, la forma no desciende del “mundo de las ideas” platonicas, ni es la mera abstracci6n de un contenido informe. Desde la perspectiva que estoy presentando, la estructura reclama el acto inicial de discemirla y solo puede verificarse a través de la actividad consecuente de leer un texto sacando las consecuencias de ese acto. Para que el acto de pensar, analizar,o leer sea posible, es necesario “un punto que resta indiscernible” (Badiou: 2006: 28) Una de las formas basicas de organizar las narraciones 129 Juan Carlos Gorter autobiograficas es la cronologia. Los eventos se prestan bien a este tipo de ordenamiento y es habitual hallar que las autobiografias, ya estan organizadas de esa manera. Con todo, siempre es posible leerlas tratando de vetificar las correspondencias entre tas fechas de los distintos eventos y reorganizando la narracién de manera més sistemética. Aunque la cronologia no es una forma en el sentido geométrico, puede representarsela espacialmente con tuna linea, ordenando los eventos de izquierda a derecha, y de arriba abajo sobre la pagina, como si el tiempo discurriera de la misma manera. Por eso es frecuente entender la cronclogia como una espacializacién del sentido. Ya sludi, un poco mas arriba, a las dificultades de diferenciar claramente los eventos de las palabras que los nombran y de las experiencias personales con las que estan entrelazados. Es previsible que todo intento de organizarlos cronolégicamente va a tener que enfrentarlas. Pero aun suponiendo que fuera posible extraer los eventos y ordenarlos cronolégicamente, siempre habr4 quien pueda objetar que, de la misina manera que un pufiado de hebras no forman una soga, los eventos narrativos requieren un entramado mas apretade que el ‘que puede ofrecerles la cronologia. Por esa razén, sin necesidad de abandonar la forma cronolégica, la estrategia de ordenar los relatos autobiogrificos a partir de dos escenarios, distintos pero entretejidos, tal vez sea inas productiva Por un lado, el escenario extemo de los eventos, las acciones y los hechos; por el otro, el escenario de la subjetividad, es decir una suerte de escenario interno, peblada gor los pensamientos, afectos y valoraciones de los distintos personajes (Bruner, 2004: Greimas and Courtes, 1976). Entre otras cosas, un abordaje con estas caracteristicas permite rastrear los procesos de formacién de la subjetividad, que suelen estar articulados con fenémenos externos, pero que parecen obedecer a otras dinémicas. Fl desfasaje entre lo extemno y lo interno es un elemento central de fas tramas trdgicas que despliegan al protagonista central como tn juguete de fuerzas que lo exceden y que solo mucho después Puede llegar a reconocer, como Edipo casdndose con Jocasta, para caer luego en la cuenta de que la reina es su propia madre. También es posible ensayar una estrategia de andlisis que. partiendo de la secuencia abstracta “comienzo”, “desarrollo” ‘esolucién”, improvise distintas variaciones. Por ejemplo, como 130 7 {Confiar ene relat? Naracion, Comunided,Disidencin vimos en la cuarta clase, el “drama social” teorizado por Victor ‘Turner (1981), adopta la variante: “estado inicial”, “complicacién’”, “crisis”, “resolucion”, “estado final”. Por mi parte, intentando alejarme de los supuestos del modelo del “ritual restitutivo”, propondré una variante que, incorporando esa secuencia, la haga girar en torno a un evento central, que Ilamaré acontecimiento, que de esta manera se erige como el evento mds singular y determinante de toda la secuencia narrativa -para una formulacion parecida puede verse Labov, 1997. Para decirlo de otra manera el acontecimiento es lo mas dificil de incorporar a la secuencia narrativa y, al mismo tiempo, es lo tnico que vale la pena relatar. En definitiva, se trata de pensar la estructura retroactivamente, @ partir del acontecimiento, Siguiendo un procedimiento similar al empleado en la seccign Voy a sugerir algunas pautas de andlisis estru como referente el testimonio de conversion de previo. Voy) una estructura crisis, conversion practica permite pon elementos que parecen Estado inicial.. “Teniar™ hacienda, donde mi padre do para engorde [...].” Complicacién. Hay en este Ngfhento estructural una cantidad de eventos y experiencias. qyy/etérminos generales tienden a incluir los nudos tematico del hogar”. Sin embargg trazando una curva, b; fs ver, ta aplicacién ra y revela algunos icacién de la misma manera que registrara las complicaciones plo: “Ella vendié (0s no se agudizan; por e) en Serranopolis, compramos Vivimos en una bella casa con piscin cesan 0, por lo nuestra hacieny ro el fuego lo encerré y lo quemé todo. quedé vivo por ul Br Juan Carlos Gorter el que la crisis apareciera como la acumulacién de complicacio que vienen a estallar produciendo un momento de particular intensidad, que termine desembocando en la conversién. Sin embargo, el testimonio de Claudia no parece estar gobernado por esta estructura. De todos modos, como ya he adelantado un poco ms arriba, toda la narracién testimonial puede abordarse como tuna construccién retroactiva, centrada en la conversién como su evento més singular. Esto supone abandonar la perspectiva positivista de la crisis y de la conversién. Desde esta perspectiva, la crisis es una acumulacién “material” de complicaciones y se constituye en el “antecedente causal” de la conversién. Sin embargo, vistos “objetivamente” y comparados con otray experiencias pasadas, los sucesos inmediatamente previos conversion de Claudia no parecen tan draméticos: “toda | estaba reunida, solo yo no quise ir, porque cuando se, hermanos siempre hal Marcelo y pelearon [...] Conversién. Creo que es aqui donde, analisis con dos de los nudos teméticge anterior es pasticularmente prod testimonio de Claudia parec Crilia faban los ‘discuti6 con pelea, uno de sus hermay articulacion de este Frovenientes del andlisis Ara, precisamente porque el jostramos una estructura mas compleja. Dentro de ellg 45 posible vislumbrar dos fases que estén asociadas a los yetfias “ser tocada por Cristo” y “aceptar a Zventa de que me venia (creo que fue cuando fui tocada por fisto) |...]"; “la musica muy tocante y hablaban de un hombre {Conia en el lato? Narracin, Comunidad, Disdencia que habia venido a la tierra hace mucho tiempo y que muri6 ep cruz para salvarnos, yo nunca habia ofdo hablar de Jestis, quise aceptarlo, solo el domingo cuando volv’ lo acep} a partir de ahi mi vida cambié, abril de 1998.” Nueva vida. Como consigna al inicio mismp4 su testimonio, en ese abril de 1998 Claudia inicia upenueva vida, Creo conveniente reiterar una idea que ya sefferi en la cuarta clase y que hace a la “logica” de la conversi6f la idea es que un instante después de la conversion lo ss decisivo ya ha ocurrido, sin embargo el testimonio cyaffniia, porque todo est de alguna manera por hacer. Estg#xplica que haya eventos que a pesar de parecer “criticos” sot desde esa légica, simples consecuencias de Ja conversién, pees como veo -asi es como Claudia parece ver- el divorcio, ogaffido varios meses més tarde: “Fui a un encuentro en 4 Encuentro con Dios, y el propio Dios me dijo que aquél Mbaalli no era mi marido, yo entendi que todo lo que yo bia pasado Pragara tener un encuentro con El, y que aque! que ‘yo queria para mi noe ese. Pedi el divorcio tomando la palabra de Pablo en 1? Corintiosy uno de los dos lados estuviest™s pedir divorcio y estaria libre para casaPmagtra vez |...]. ¥ varios afios después: “Como fue profetizado a inicio afio 2004, Jestis preparé un cambio en mi vida, el fruto de una protesg para que Dios me trajera un esposo a fines del 2004, luego de cas sola esperando al Seftor, y se cumplié, conocf a una persona m especial en el Internet [...].” de nos habla de adulterio, y que si agiulterio el otro lado podia Anilisis performative Una de las contribuciones mas importantes de los andlisis de curio estructuralista y posestructuralista es la resistencia met6dica a concebir los personajes narrativos como si fuefan entidades dotadas de una “personalidad”, en el sentido psicol6gico. En contraste con esa tendencia, tales andlisis afirman la importancia / de definir los personajes, no por lo que son, sino por lo que hacen, abordandolos como “actantes” (Greimas, 1971; Barthes, 1977¢; ver Pampillo et al., 2005: 385s). Esta des-sustancializacion invita a atender a las acciones, no como si fueran una expresién de las cualidades intrinsecas de Tos personajes, sino como despliegues 133 Juan Carlos Gorter natrativos que los atraviesan. Para decirlo de otra manera, se trata de leer un relato no como si_hubiera sujetos humanos con atributos que los constituyen en “héroes” o en “villarios”, sino como si la narracién estuviera formada por una red de acciones, heroicas y viles, que se “apoderan” de los personajes 0, en caso de no encontrarlos, los crean, Esta inversién hace mas fécil comprender como un mismo personaje puede comportarse como un héroe en una circunstancia y como un villano en otra, o mas atin, cémo la misma accicn desde una trama puede presentarse como una accidn heroica y, desde otra, como una accién vil sta linea de andlisis puede complementarse con los andlisis, del posicionamiento (Davis y Harré, 1990; Harré y Langenhove, 1999; Bamberg, 1997b). En este caso la estrategia consiste en ensayar una lectura orientada a explorar los procesos a través de los cuales el narrador ~ protagonista "se pone”, activamente, en “posiciones de sujeto” que estaban disponibles, como siya lo-estuvieran esperando. Voy a detenerme unos momentos para explicitar un poco més la tensién existente entre estos dos elementos. Sin duda, la nocién de posicionamiento es mas fluida que la nocién sociolégica de “rol” y su uso posibilita un andlisis mas sutil de la identidad personal, abordandola como realizacion narrativa, es decir como performance Con todo, hay que tener en cuenta que, dada la tension antes mencionada, este tipo de andlisis fluctua inevitablemente entre dos perspectivas. Una, mas determinista, concibe al arrador - protagonista como "ser-posicionado”, es decir como situado, desde siempre, en un espacio narrativo, 0 incluso en una narrativa maestra que lo precede. La otra afirma la primacia del acto performativo de auto-posicionarse o, pata decirlo con ef vocabulatio de Judith Butler, de auto-marcarse (1990); desde esta perspectiva el acto se despliega a través de recursos narrativos que ya estén disponibles pero a partir de ellos puede generar contra-narrativas. Visto de esta manera, el andlisis performativo estaria atravesado por un movimiento dual: por un lado, aborda las acciones como emergentes de las posiciones que ocupan los protagonistas en un contexto dado; por el otro, las aborda como actos que crean sus propias condiciones contextuales. Una vez mas, estas rflexiones confirman que “la metodologia de investigacién cualitativa” es un campo atravesado por cuestiones 134 ‘Goof ene ete? Natracin, Comunidad, Disidencia tedrico epistemologicas de considerable importancia. Sin embargo, seria err6neo creer que, en lo referido a esas cuestiones, las técnicas de andlisis tienen una funcién meramente auxilir. Como acabamos de ver, es pricticamente imposible separar el uso de las herramientas conceptuales del andlisis performativo de las cuestiones acerca del ser del sujeto y de la indole det acto. El abordaje tedrico que he venido desarrollando articula la nnocién de sujeto con la nocién de acto, separandolas tanto def “modo de ser” de las cosas y de los objetos, como de fos modelos de “la conducta individual” 0 “la accién social”. Con todo, no es posible vislumbrar las consecuencias de esta articulacién sin el trabajo de ponerla en préctica en distintas condiciones y contextos, y creo que el abordaje performativo a los testimonios autobiogréficos puede contribuir a esa puesta en practica Repitiendo el mismo procedimiento empleado en las dos secciones anteriores, voy a explorar algunas aplicaciones del analisis performativo usando los tres testimonios que venimos considerando. Se trata de irnos adiestrando en un tipo de lectura en la que tanto los nombres propios -Claudia, Denise, Raquel- como elpronombre personal -"yo"- y las formas verbales activas 0 pasivas —"aprendi a leer ¢| tarot” (Raquel); “él bebia y me pegaba, era horrible” (Denise)- aparecen como marcas de puestas en escena, como actos performativos de despliegue de la subjetividad. Nodebellamarlaatenciénencontrarqueexistaciertaconsistencia en esas performances, es decir que solo excepcionalmente los personajes se desplacen entre posiciones, presenténdose como victimas en algunas circunstancias y como actuando sobre ellas en otras. aque! es fa marca de una subjetividad extremadamente ac fue de aquel dia en adelante no me mantendria mas. 135

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