Sunteți pe pagina 1din 2

FÁBULA DEL AGUA Y LA PIEDRA:

En este extenso universo donde cada cosa tiene un lugar y cada elemento
adorna la basta naturaleza, se encontraron de repente y sin pensárselo
siquiera, una piedra bruta y fea y el agua que, cantarina, fluye desde un
manantial de las entrañas profundas de su hermosa madre tierra.

El agua, linda viajera, flotando al ras del camino acariciaba los bordes de
plantas, raíces y pinos.

Con velocidad bajaba desde la alta montaña, desde fuentes escondidas en las
piedras de la tierra.

Siempre limpia, siempre fina, suave, bella cantarina; el agua encontró de pronto
una piedra bruta y fea. Quiso echarla del camino, quitarla de su destino, pero la
pesada piedra, por ser tan bruta y tan fea, la retuvo en un recodo del cause de
estrecho río.

¡Que se pensaba la piedra! -Pensó la preciosa agua- ¡Si ella es libre, mas que
el viento, y mas suave que la nieve! ¿En aras de que destino aquella piedra
insoluta le retiene en el camino?

Juntos pasaron un tiempo, ella tratando de fluir, de seguir fiel su camino y la


piedra, que no piensa, que no tiene ni una gracia, atrapándola en un lecho del
recodo de algún río.

Poco a poco -¿por amistad, por costumbre, por amor? O por…no sé qué-. Se
encontraron conviviendo, estrechamente juntitos, disfrutando la presencia de
uno y de otro en el mundo.

El agua bella y sincera, eterna y fiel compañera fue puliendo lentamente las
aristas de la piedra. Con fuerte amor y caricias le fue quitando lo bruto. La pulió
la refinó, la hizo saltar de alegría. Y le enseñó con presteza bailes de amor y de
vida.

La piedra se enamoró de su compañera bella.

Se amaron, se amalgamaron, se mezclaron uno y otro con un amor como


pocos, que me atrevería a pensar que nunca jamás querrían ni a otra piedra ni
a otra agua.

Pero la piedra es pesada y ni por estar pulida con el amor de su agua, dejó de
ser bruta y fea. Sola no representaba ni amor, ni belleza ufana; era el agua
quien le daba el movimiento y la vida, era quien la acompañaba, la refrescaba y
la amaba.

Un día el agua, ¡bendita entre toda el agua! Se cansó de ser solo ella quien con
su preciosa esencia, hermoseara los caminos y decidió con dolor, por el amor a
su piedra, tomar un cause distinto y reunirse para siempre con los elementos
suyos.
Y a la piedra bruta y fea se le seco el alma entera y se le murió la vida por no
aprender siquiera que en el amor y en la guerra, el que se duerme se muere.

La moraleja del cuento salta a la vista al momento:

“Una piedra bruta y fea, es pesada, y por pulida que sea, si se le atrapa se
pierde, se queda estática y muere. El agua por el contrario, fluye libre por
el campo, canta baila y da la vida, ama con el corazón y todo lo torna
hermoso y cuando algo la atrapa, siempre encontrará salida, siempre
buscará su cauce a menos que con amor, una piedra inteligente le forme
un cuenco en su lecho y la enamore por siempre”.

Jesed Greatville Vizam

S-ar putea să vă placă și